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#ecuperweek2021
kuraudiart · 3 years
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EcuPer Week: Día 1~ Chifles 🍌✨💕
Miguel anda fastidiando al Pancho porque sabe que ama tanto los chifles❤ como él, sólo que todo sale mal y Panchiscoh se aprovecha y termina volteando la situación.
Revisando mis archivos encontré este cómic que hice hace mil años y al fin me digné a terminarlo, aprovechando el detalle que siempre uso EcuPer Week para terminar wips.
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ecuperweek · 3 years
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Mañana empieza oficialmente EcuPerWeek2021 🇪🇨❤🇵🇪.
Y esta ilustración es cortesía de @kuraudiart ~
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a-pair-of-iris · 3 years
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Un vistazo al futuro en el AU del Brujo, con los nuevos reyes en su primer día de audiencias con el pueblo uwu (lo harás bien Miguel)
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ecuperweek · 3 years
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Siguiendo con la cuenta regresiva, faltan 5 días para empezar con la EcuPerWeek2021 🇵🇪❤🇪🇨.  Esta ilustración es cortesía de @jay-koffee~
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ecuperweek · 3 years
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PerEcu/EcuPer week ♥~
[Español]
Yo-ho-ho~ 
¡Abran paso mis valientes!
Pancho y Migue, reconocidos capitanes bucaneros en los siete mares, informan a toda la tripulación presente que EcuPer Week (también conocida como semana Perú/Ecuador) se acerca.
Ahora, ¡Ojo al Parche! Este magnánimo evento se llevará a cabo del 21 al 27 de octubre de 2021. Estas fechas son representativas para la historia de nuestros capitanes y están marcadas en el diario de navegación EcuPer. Es más, el 26 de octubre debemos echar un trago celebrando la paz de sus embarcaciones. 
Si desean participar son más que bienvenidos. (¿Cómo se puede participar? Bueno, haciendo cualquier cosa que desees -dibujos, fics, fanmixes ,etc- en donde aparezcan ambos personajes y publicándolo en tus redes sociales: twitter, tumblr, facebook e instagram. Estaremos utilizando principalmente los tags: #ecuperweek2021, #ecuperweek, como también los opcionales: #latin hetalia, #ecuper, #perecu).
También pueden seguirnos en nuestra cuenta en twitter: @ ecuperweek
Así que prepárense que pronto levantamos las anclas y la ruta de navío, demarcada por la tripulación, va viento en popa.
[For information in English, please follow the cut]
[English]
Avast ye seadogs! 
Pancho and Migue, famous Pirate Captain Buccaneers who have traveled all over the seven seas, inform all hands hoay that the EcuPer Week (aka Peru/Ecuador week) is on sight!
Fate has brought us together again. Well, actually, EcuPerWeek and pirates brought us together. So, heave ho and mark the dates, for the scuttlebutt from the old salt says that this year we set sail on the high seas at the kraken of dawn from the 21st to the 27th of October, 2021.
The aforementioned dates have been selected in order to remember the special moments that have been marked down on the Cap'n journal, including parley that was part of our Pirate law. Let us not forget that on the 26th we splice the Mainbrace as celebration of the peace amongst our crews. 
You are more than welcomed to participate. (How to do so? Well, you can do anything you want - Drawing, writing  fanfics, making fanmixes, etc.- where both characters appear. Post it on your social media: Twitter, Tumblr, Facebook and Instagram, using the following Hashtags: #ecuperweek2021 and/or #ecuperweek. Optionally, you can also add: #latinhetalia, #ecuper, #perecu).
You can also follow and tag our Twitter account: @ ecuperweek
Be on the lookout for more info and, if in doubt, ask away that our crew will gladly solve any riddle you might encounter. Savvy?
Fair winds t' ye, me Hearties!
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ecuperweek · 3 years
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Empezamos con la cuenta regresiva, faltan 7 días para empezar con la EcuPerWeek2021 🇵🇪❤🇪🇨.  Esta ilustración es cortesía de Rysu_shi en twitter~ 
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ecuperweek · 3 years
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Seguimos con la cuenta regresiva faltan 3 días para empezar con la EcuPerWeek2021 🇪🇨❤🇵🇪.  
Esta ilustración es cortesía de @a-pair-of-iris ~
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ecuperweek · 3 years
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Continuando con la cuenta regresiva, faltan 6 días para empezar con la EcuPerWeek2021 🇵🇪❤🇪🇨.  Esta ilustración es cortesía de Anhue_ en twitter~
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ecuperweek · 3 years
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Continuando con la cuenta regresiva, faltan 4 días para empezar con la EcuPerWeek2021 🇵🇪❤🇪🇨.  Esta ilustración es cortesía de @eclover908~
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a-pair-of-iris · 3 years
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1er aporte para #EcuPerWeek2021
De una línea de la Campuzano que necesitaba que Pancho repitiera + el HC de Tetsuko sobre lo que pasó en la reunión de Guayaquil.
Miguel se robó la cinta del pelo de Francisco en represalia por sus botones. "Si él iba a tener que salir desaliñado del cuarto, pues Francisco también"
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Claro que en GC tienen el 6to sentido y en cuanto ven la cinta roja en la muñeca de Miguel saben que es la de Francisco.
Cata: "¡¿Pero qué fue lo que hablamos?! Usted sabe que precisamente en este momento ESE no le conviene..."
María: "¡Es demasiado rico, demasiado grande, demasiado...!"
F: "¡Es que yo lo amo!"
C y M: [insert Triton voice] "Nooooooo"
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ecuperweek · 3 years
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Faltan 2 días para empezar con la EcuPerWeek2021 🇪🇨❤🇵🇪.  
Esta ilustración es cortesía de nuestra invitada especial, la autora del personaje de Ecuador de Latin Hetalia, @phantalassa 
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a-pair-of-iris · 3 years
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El tiempo pasa y el amor solo crece y crece...
Otro más para la EcuPer week uwu
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a-pair-of-iris · 3 years
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Se me estaba olvidando poner estas cositas por aquí xP
"Micaela Prado, bella, inteligente y rica, con un padre indulgente y el mundo a sus pies, había vivido 20 años sin que casi nada la afligiera o enojase... Hasta aquella primavera en que Los Burgos llegaron a la ciudad..."
Un RegencyAU para la EcuPer week que tomó mucho vuelo y espero sacar cositas en un tiempo más owo
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a-pair-of-iris · 3 years
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De vuelta a la Cocina I
by Aris
Tras un pequeño desliz en el trabajo, Miguel se gana unas vacaciones forzadas y más tiempo en su casa... O, cortas escenas de vida doméstica y married EcuPer para esta Ecuper week 2021. (1038 palabras)
Ao3
Una palabra y Miguel estuvo despedido.
Bueno, más que una palabra fue toda una explosión de venenosas, pero merecidas declaraciones sobre la incompetencia de su jefe. Y es que no pudo seguir soportando otra impertinencia, otro descaro, otro insulto de ese inútil bueno para nada que se las arregló para, en los dos meses desde la muerte de su padre, echar por tierra toda una vida de trabajo del caballero, que en paz descanse, y, lo que era peor, cuatro años de la suya.
¿Se arrepentía de lo que dijo? Claro que no. Se arrepentía de habérselo soltado a la cara en frente de todo el equipo de cocina, los camareros, las recepcionistas y los curiosos que se atrevieron a asomar sus narices en la habitación luego de escuchar los gritos. Y tal vez de haberle arrojado el wok antes de irse, sí, con un sartén cualquiera hubiese bastado.
Y ahora estaba en su casa relatándole todo lo sucedido a Francisco.
—Iré a suplicarle mi puesto de vuelta.
Apenas luego de ventilar toda su rabia y frustración en la seguridad de las cuatro paredes de su habitación y los amorosos brazos de su esposo es que vino la realización final: se había quedado sin trabajo.
—¡No digas tonterías! Sabes que no lo harás, eres demasiado orgulloso para eso. —Fue la respuesta de Francisco ante tal desfachatez—. Solo terminarías arrojándole el resto de la batería mientras te sacan los guardias.
—¡Hum! —Y Miguel otra vez enterró el rostro contra la colcha de la cama, mientras Francisco volvía a sobarle la espalda—. Gracias por la confianza.
—Migue, todo va a estar bien, vamos a estar bien. Pronto encontrarás otro trabajo. Y si no, con lo mío nos alcanza por ahora, ya nos iremos ajustando —decía calmadamente para tranquilizar a su marido y que no se sintiera aún peor con la situación.
Seguro estarían bien, no es que le pagaran una millonada, pero era suficiente para mantener a dos personas, y usando concienzudamente el último cheque de Miguel tendrían algo de holgura por varios meses, solo era cuestión de asumir que ya habían pasado los siete años de vacas gordas y había que volver al jurel enlatado y café barato. Podían con eso.
—Ya que lo pones así… —Miguel despegó la cara del colchón y se quedó mirando a la ventana de la habitación meditando por un momento.
Entonces le soltó la bomba.
—… No sé si quiero volver a la cocina.
Esa declaración hizo tambalear la fachada de serenidad de Francisco, solo tantito, y por suerte el otro no pudo verlo. Una cosa era aguantar unas semanas, o un par de meses mientras Miguel conseguía otro trabajo; una completamente distinta era mantener a flote la casa solo con su sueldo mientras su esposo pasaba por una crisis existencial.
—Estás frustrado con lo que pasó, ya cuando te calmes tal vez… —comenzó, conciliador como siempre, intentando llevarlo a meditar otra vez el asunto, pero Miguel ya lo había pensado muchas veces antes, así que no se lo permitió.
—Hablo muy en serio, Pancho. Estoy cansado de vivir así —suspiró pesadamente—. Si no es el chef humillándote, es la competencia malsana con el resto del equipo, o los dueños aprovechándose de que necesitas trabajar y explotándote. Sabes lo que me costó llegar a la cabeza de la cocina, y cuando por fin caí con un administrador que no era un idiota ¡Bam!, estira la pata y aparece el inútil de su hijo a arruinarlo todo.
—Comprendo, de veras, pero…
—No, Fran, y espero que nunca lo hagas. A ti tus compañeros siempre te quieren, tus jefes te tratan con respeto, y nunca te han mordido en el trabajo. —Y lo último sí que era impresionante siendo veterinario.
Miguel acabó girando sobre la cama para abrazarse de la cintura de Francisco, y este llevó la mano que sobaba su espalda a acariciar su cabello.
—Quizás si bajas de nivel, tal vez fuera de la alta cocina te sientas mejor, amor. —Con lo que le gustaba el reconocimiento a su hombre lo veía poco probable, pero no perdía nada con intentar.
—Todo era mejor cuando solo cocinaba para ti… Cuando podía cocinar para ti, ¿Te das cuenta hace cuánto no me acerco a la estufa de la casa? —Sinceramente no recordaba, todo cuanto comían desde hace semanas eran sobras del restaurant, guisos que enviaban sus madres, o algo rápido que cocinara Francisco—. Lo único que hago al llegar es tirarme sobre la cama o el sillón. Ni la novela puedo mirar contigo, menos hacerte cariñito.
—Sí es verdad que te he sentido distante últimamente… ¡Pero está bien! Ya hemos pasado por periodos así antes y siempre salimos más unidos. —Se apresuró en agregar ante la expresión culpable y desdichada de Miguel y sus gimoteos de pesar.
—¡Lo ves! Mejor es que me dé un tiempo libre en la casa para darnos un nuevo aire. —Miguel cambió nuevamente de posición, esta vez atrayendo a Francisco para quedar acurrucados sobre la cama y mimarlo—. Y también aprovecho de hacer todas las cosas que venimos arrastrando desde que nos mudamos: poner bonito el departamento, colgar los cuadros de fotos, ordenar los CD’s, comprar unas plantitas para la terraza, yo sé que extrañas tener flores que atraigan a las mariposas y colibríes...
Miguel seguía enumerando entusiasmado los planes a completar durante sus vacaciones forzadas y Francisco, reconociendo en él al muchachito enérgico y resplandeciente del que se enamoró hace muchos, muchos años, se dijo que debía hacer a un lado sus temores financieros por el momento y apoyar a su marido.
—Como tú quieras, pollo, si estás bien con eso, yo también. —Aflojó un poco el abrazo para darle un beso, confirmando su aprobación, pero la mano de Miguel sobre su cara se lo impidió.
—Hace años que no me decías pollo. —Se quejó el moreno con un puchero, y Francisco no pudo evitar soltar una carcajada cayendo en cuenta de su pequeño descuido.
—Jeje, perdón, se me escapó.
Miguel siguió resistiéndose por un rato, fingiéndose más indignado de lo que en realidad estaba, pero luego de todos los besos de mariposa que Francisco fue dejando por su cuello y rostro, más unas cuantas caricias, finalmente se dejó hacer.
Parte 2
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a-pair-of-iris · 3 years
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De vuelta a la Cocina III
by Aris
(1385 palabras)    Parte 2    Ao3
Una consecuencia involuntaria de su nueva situación fue que comenzó a conocer mejor a los vecinos.
Y no es que antes le hubieran faltado las ganas o la capacidad para socializar, pero hasta entonces su horario lo había hecho salir antes de que los gallos cantaran y llegar después de que las farolas se encendieran, entonces casi nunca se topaba con nadie en ánimos de pararse a conversar. Ahora no, siempre que salía de la casa encontraba a alguien para saludar o enterarse del nuevo chisme del barrio en el almacén de la esquina; pero lo más interesante casi siempre pasaba cuando se asomaba a su balconcito.
En ese momento se encontraba entretenido regando las nuevas plantitas luego de barrer el tapete de entrada. El olor de la tierra mojada era algo que lo hacía sentir particularmente bien, a decir verdad. De joven nunca comprendió tanta pasión de Francisco por la tierra y el aire libre, pero ahora con varios años de cansancio encima y sin la adrenalina juvenil, la idea de irse un fin de semana simplemente a pasear tranquilos por el campo tomados del brazo le parecía la gloria misma. En fin, estaba en eso cuando se abrió despacio la puerta del departamento de abajo, ese donde vivía la familia alegre y bulliciosa que hablaba en portugués, y pronto se asomó a la escalera el muchacho rubio de lentes, Sebastián, mirando cauteloso al departamento de junto para asegurarse que nadie de allí lo estaba viendo. Solo entonces dio el salto sobre la barandilla para cambiar de escalera y subir a tocar la puerta del vecino.
Las primeras veces que fue testigo de sus escapadas, Miguel pensó que estaba ante la nueva comidilla del edificio, ansioso de ver cuando ese escándalo de infidelidad se destapara; hasta que escuchó a los dos rubios llamarse “primo” y el asunto se volvió menos incitante. Se sintió algo decepcionado al principio, pero pronto lo alegró que no fuera el caso, porque el vecino, Martín, en verdad era muy simpático, si bien no tan sexy como el morenazo del segundo piso, siempre era un agrado topárselo y charlar un rato, o mejor dicho escucharlo, porque había veces que apostaría que el rubio ni siquiera respiraba entre frase y frase que le soltaba.
Llegó a pensar que el chico vivía solo, por eso que estaba tan necesitado de alguien con quien conversar, hasta que un día, cuando apenas había sacado las ollas del fuego, tocaron el timbre y se encontró con un joven moreno con cara de pocos amigos parado en su puerta. El muchacho además traía a cuestas un par de muletas y una bota cubriendo el yeso en su pierna izquierda. Se miraron vacilantes por un instante antes de que se decidiera a hablarle al sorpresivo visitante.
—Ehm, ¿Qué se le ofrece? —Observándolo más detenidamente se dio cuenta de lo desaliñado que estaba el chico, como si apenas se hubiese despertado, asaltado por los rugidos de un estómago hambriento. Por más memoria que hizo, no recordaba haberlo visto.
—Sé que esto es algo raro, pero… ¿Te sobra un poco de lo que estabas cocinando?
Lo convenció primero con la oferta de pagarle por el plato, pero en cuanto se presentó como el vecino de junto Miguel estuvo a punto de estamparle la puerta en el pie malo para sacarlo de su casa, ¡Mira que venir a hacerse pasar por Martín! Seguro era un ladrón jugando a dar lástima para robarle todo, pero luego de que le mostrara su fondo de pantalla y una galería llena de fotos de ellos dos juntos terminó por creerle lo que decía.
Y es que claro que no esperaba que Martín, con lo buen mozo y encantador que era, fuese soltero, solo que nunca pensó que estaría de novio con alguien como, bueno, Manuel. No que Manuel fuera feo, pero… sí, nunca lo hubiera esperado. Aunque él tampoco era quién para juzgar a nadie, después de todo, cualquiera que los hubiera conocido a Francisco y él de jóvenes pensaría que nunca se llevarían, y helos allí, felizmente casados.
—Sí, debe ser porque yo salía después y llegaba antes que tú de la pega... —Manuel intentaba encontrar una explicación al por qué nunca se habían visto en los años que llevaban siendo vecinos—. Aparte que nunca me ha gustado ir a las reuniones del edificio y eso, pero si nos topamos harto con el Pancho. Bien lindo tu marido… —decía entre bocado y bocado y exclamación complacida. Miguel asentía mirándolo tragar con desesperación hasta la última migaja de su plato, como si nunca en su vida hubiera tocado comida alguna. Se sentía halagado.
De lo que conversaron, cuando Manuel no estaba engullendo, descubrió que el moreno era el verdadero dueño del departamento de junto, y Martín su “concubina”, como cariñosamente lo nombró Manuel luego de que le preguntara si acaso estaban casados. También que llevaba un par de días descansando en la casa, sedado en calmantes a causa de la fractura en su pierna, y que gracias a la falta de costumbre se había visto sin nada más que una rodaja de jamón podrido y la mitad de un limón en el refrigerador cuando su estómago vacío lo despertó. Justo en el momento que buscaba un delivery en el celular, lo abofeteó el olor de las pechugas de Miguel; y ya siendo el quinto día seguido que los olores que salían de la ventana de al lado lo tenían salivando, tomó un par de billetes y con el puro impulso del hambre salió a pedirle comida al vecino.
—Si el Panchito me había dicho que eras chef en un restaurante pituco, pero como nunca se sentía nada pensé que lo tendrías muerto de hambre con esas porciones de pajarito.
—¡Jum! —resopló. Si era Francisco el que comía como pajarito antes de conocerlo a él, pero eso por culpa de las misses de sus hermanas, claro—. Seh, bueno, ahora que estoy sin chamba pude volver a cocinarle a mi mono.
—Ujum, ya lo creo… —comentó antes de zamparse lo último de su plato. Se quedó mirando la loza vacía por un par de segundos, y luego alzó la vista con ojitos suplicantes—. ¿Te queda un poco más?
«¡Ay con estos niños!» Suspiró.
-o-
—… Luego de eso me preguntó si también hacía repostería y, ¿Qué crees? Aparte de la colación para la semana quiere encargarme un kuchen para el cumpleaños de Martín. —Terminaba de relatarle a Francisco mientras su esposo lavaba los trastes de la cena y él se acababa lo último de la ensalada de frutas apoyado contra el mesón a su lado.
—¿Qué le dijiste?
—Ya tengo dos trozos más de carne descongelando, pero lo segundo que lo iba a tener que pensar. —Comió un poco más del postre antes de continuar—. Ya sabes, hace años que no hago nada de repostería, tendría que desempolvar mis notas, si es que siguen por aquí. Y tampoco era el mejor en eso que digamos… —Solo había tomado la clase porque el programa le exigía un curso extra, y su madre siempre le insistió con eso de que “se atrapaban más hombres con miel que con vinagre”. No que le desagradara el asunto tampoco, pero lo suyo siempre fueron las carnes y salsas, suerte que a Francisco nunca se le ocurrió volverse vegetariano.
—Bueno, no es que tenga que quedar perfecto o con una presentación original, que aquí no vas a tener jueces del medio calificándote, con que sepa bien los vecinos estarán contentos —comentaba Francisco secándose las manos tranquilamente—. ¿Ya acabaste con eso? Mira que el jefe me regaña si no termino con todo antes de irme —dijo mirando al recipiente aún sin vaciar en sus manos.
—Te dije que dejaras así y yo lavaba mañana —refunfuñó Miguel intentando tragar los últimos trocitos de manzana para entregarle el dichoso tiesto.
—Que no me malcríes, Migue. No porque ahora estés en la casa significa que empezaré a no hacer nada.
—Ay, si solo era una atención por esta vez. —dijo colgándose del cuello de Francisco cuando este se quitó el delantal dando por terminada su faena. Su esposo también lo abrazó de vuelta, dándole un corto beso—. El día que se me ocurra plancharte las camisas, entonces te estaré malcriando.
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a-pair-of-iris · 3 years
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Esta vez sí
by Aris
Oneshot para la EcuPer week 2021 (968 palabras)
Ao3
“¿Qué se supone que estoy haciendo? Catalina estará decepcionada si se entera que me voy con cualquiera.”
Bueno, eso no era del todo cierto. No es como si no conociera a Miguel de antes, lo conocía de cuando iban a la escuela. Todo el mundo lo conocía, era de esos que se llevaban bien con todos, si hasta Manuel se reía de sus ocurrencias durante los recreos, y eso que su amigo detestaba a los chistositos. Y él tenía que admitir (otra vez) que sí estuvo muy prendado de Miguel durante su tiempo de pubertad, Paramore y RBD… pero eso se había terminado luego de que el moreno se negara a darle un beso.
No es que lo culpara por no hacerle caso al reto del odioso de Inostroza, porque el muy desgraciado lo había hecho apropósito para molestarlos. No, lo que Francisco siempre le resintió fue la mueca de asco que puso; no era necesaria, menos cuando la tarde anterior se la habían pasado tan juntitos en las graderías, mientras esperaban que sus padres vinieran a recogerlos luego de la práctica. Recordaba muy bien el estremecimiento que lo recorrió cuando los dedos de Miguel acariciaron tímidamente el dorso de su mano luego de que las luces de la cancha se encendieran, o cuando la mañana siguiente en la clase de ciencias recibió su notita para verse en las escaleras de incendio durante el almuerzo. Era el mismo que había sentido unos treinta minutos atrás, cuando el moreno lo acorraló a la salida de los camerinos para detenerlo en su camino de regreso al gimnasio repleto con sus excompañeros y pedirle que dejara de evitarlo, que solo quería hablar con él.
Francisco no sabía cómo ese “solo hablar” se transformó rápidamente en un “vamos a mi casa”, pero ahí estaban: Miguel comprando comida para llevar en un chifa de barrio, y él, esperando junto a la motocicleta del otro hombre con el casco extra entre sus brazos y el celular en su bolsillo vibrando una y otra vez, seguramente con los mensajes de Manuel preguntando que dónde estaba metido, que si habían chocado, que si tenía que ir a buscarlos al hospital o a la comisaría por exceso de velocidad. Eso suponiendo que no estuviera tan enojado, porque su amigo no parecía muy feliz al verlo escaparse de la reunión de exalumnos, colgado a la espalda de su crush de colegio.
En lugar de enterarse quién y qué tanto quería con él, volvió a mirar a Miguel. Seguía inclinado sobre el mesón esperando por la comida.
Tal vez aún era tiempo de arrepentirse y salir corriendo, volver a ser los extraños por Facebook que habían sido por los últimos diez años, a la indiferencia que intentó fingir desde que Miguel prefirió caminar de manos antes que darle un beso frente a los demás; obligarse a creer que no le importaba lo que hiciera el otro de ahora en adelante, como cuando lo vio por la ventana esperándolo en la escalera de incendios y solo dio la vuelta para seguir caminando.
Miguel pareció percatarse de sus intenciones; alzó la vista para mirarlo y lanzarle una sonrisa desde dentro del local, y solo eso bastó para que quisiera quedarse con él, con esos malditos y hermosos ojos que no paraban de atrapar los suyos. Diez años habían pasado desde la última vez que se vieron y se sentía estúpido; no es como si se la hubiera pasado pensando en su romance frustrado, y ya no era un adolescente ingenuo con su primer amor para que le afectara así; pero seguro era porque precisamente estaba otra vez frente a su primer amor, y Miguel también era un hombre ahora, uno que le hacía contener la respiración cada vez que lo miraba de esa forma tan intensa.
No supo cuanto tiempo estuvo perdido en su mirada, pero pronto el moreno estaba de regreso, la bolsa con la comida colgando en una mano.
—¿Aun no te arrepientes de escaparte conmigo? —preguntó mientras acomodaba las cosas en el compartimiento de carga de la moto. Francisco dudó cómo responderle por tanto tiempo que Miguel tuvo oportunidad de guardar todo e instalarse frente a él, una mano sobre el respaldo y otra junto a su pierna en el asiento, casi como si temiera que se fuera si no le cerraba el paso.
—No… creo que no —respondió finalmente, otra vez preso de aquellos ojos.
—Bien —dijo casi en un susurro, acercándose lentamente hasta que solo los separaron un par de centímetros, con sus narices a punto de rozarse—. Porque no quiero esperar otros diez años para hacer esto.
Por poco soltó un jadeo en cuanto la boca de Miguel atrapó la suya intempestivamente. Los brazos del moreno lo envolvieron con el mismo fervor y pronto sus propias manos estuvieron sobre Miguel, aferrándose a sus hombros y detrás de su nuca en un intento de apegarse y sentir más de él. Estaba desesperado por sentir más de él.
Cuando por fin se soltaron, al quedarse sin aire, fue que Francisco se dio cuenta de que en medio de su entusiasmo Miguel lo había levantado del asiento de la moto, porque sin el soporte de sus brazos sus inútiles piernas lo dejaron caer de regreso sin una pizca de gracia, por poco tirándola al piso. Por suerte ambos pudieron reaccionar antes de que esa catástrofe pasara, o se hubiera sentido demasiado patético como para lo siguiente.
—Y bueno, ¿No era que ibas a llevarme a tu casa? —dijo aún jadeante.
Miguel le dedicó una sonrisa traviesa antes de plantarse de vuelta el casco y acomodarse al volante. Detrás de él, Francisco no volvió a preocuparse en medir el entusiasmo con que se aferraba a su cintura, pues ambos estaban igual de interesados en llegar rápido a la casa.
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