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looybasnight · 4 years
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Los 2 grandes
En ocasiones se debe acercar "inocentemente" a ciertas historias, es lo que dije cuando participé en un foro de un club de libros que asistía los días sábado y es así como esta breve aventura con hechos particulares comenzaron, pues de forma no planeada comencé la lectura de una historia que llevaba la autoría de Brian Azzarello y que por su peso consideré terminaría sorprendiéndome, pero aquello en este primer nivel quedó truncado, bien sea porque esa historia se quedó suspendida desde 2017 y por eso no termina de cerrar, o porque en realidad falta algo a sus diálogos o personajes, cuestiones que aún no puedo dilucidar dado que no hay datos suficientes para emitir un juicio justo y posiblemente no pueda ser fácilmente respondido. Por eso esta breve disertación no trata de Azzarello y esta particular obra, sino de lo que hallé en los anexos que acompañaban la publicación. El segundo salto en la "búsqueda inocente" de historias.
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Las últimas páginas de la publicación de Azzarello  (en colaboración con Juan Doe por cierto) terminan completándose para el formato de la revista con "previews", con artes o con entrevistas y ocupan un considerable espacio, posiblemente para alargar la historia principal y para que en el proceso se enganche el lector a nuevos sucesos. De hecho que eso sucedió, pero no a través de esos adelantos sino con una entrevista enmarcada bajo el nombre de "21 Questions", específicamente en la primera parte de tres que hace Mike Marts, nombrado editor en jefe de esta publicación y que la dirigió hacia David Hine, quien se descubre gracias a esta serie de interrogantes, y tal como la obra principal queda incompleta, la entrevista de relleno del final sigue su misma suerte, (o posiblemente continúe en otra revista, pero los saltos no me han derivado más allá).
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Lo esencial aquí es que por esa ansia de explorar nuevos autores acostumbro tomar nota de obras al leer las entrevistas y las guardo en bloc para saltar a ese nuevo espacio apenas tenga oportunidad. Este ejercicio en los anexos de la publicación de Azzarello la practiqué con Marguerite Bennet  en una  sección "21 Questions"  (esta vez completa) que ya aparecia en algún número previo
Y es que para esta aventurilla lectora no hago lo que se acostumbra ahora, y enseguida voy y busco datos en Google y de ahí salgo empachado, sino que uso esa idea del internet temprano en el que habían páginas de directorios y de ahí se pasaban a otros sites basados solamente en los enlaces. Hice aquí lo mismo al tomar nota en una revista y pasar a la siguiente o al siguiente dato permitiéndome que la búsqueda predefinida del gran buscador no me contamine con sus criterios, y de hecho al escribir esta nota aun desconozco muchos datos (posiblemente valiosos, posiblemente sorprendentes) y es más que seguro que quede atónito ante lo obvio. ¡Qué más da!...quedar como un desactualizado no está mal para que el experimento conserve esa emoción primaria. Es bastante seguro que ya muchas críticas deben haberse levantado en el lapso de traer obras a la actualidad. Pero como he mencionado es un acercamiento inocente (aún si las obras no son tanto en su contenido) y a la vez es intentar ese derrotero libre de sugerencias o datos curiosos y  simplemente lanzarse a explorar armado de asombro.
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Mientras leía la entrevista a Hine notaba su seguridad respecto a sus obras, (o talvez orgullo de sí) tanto así que cuando le preguntan acerca de cuál sería el "cómic que debería haberse convertido en una película pero aún no…" el sin dudarlo (el entrevistador hábil lo muestra así), indica que sería una de sus propias obras "Strange Embrace" dejando de lado modestias y mostrando lo que pretende al contarnos historias.  Lo digo de este modo porque contrasté la respuesta de Marguerite Bennet también.
 Pero tampoco es "Strange Embrace" el causante de mi asombro, al menos no por ahora, sino del resultado de una pequeña nota que hice de la segunda pregunta de esas 21 a Hine, en la que cuenta, luego de hacer una mención y reconocimiento a Richard Starkings, letrista y diseñador inglés, que su mentor secreto es Shaky Kane y donde cuenta brevemente como una conversación aderezada de cerveza y Jack Daniel´s los condujo a una obra que llamaron "The Bulletproof Coffin".
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"The Bulletproof Coffin" en medio de tantos nombres y referencias, si permitió el suficiente impulso para el nuevo brinco de búsqueda. Porque es un peculiar nombre para una obra y ese para mí constituye una pista interesante a considerar (obviando el viejo dicho de no juzgues por la portada), dado que el género conspirativo-paranoico es de mis favoritos, el nombre ya formaba parte de ese canon y mi olfato no me falló.
Tras emprender la forma de conseguir los números que comprendían esa obra (gracias a las comunidades que lo hacen posible), hallé que la obra era de Junio de 2010 (exactanente 10 años antes de la lectura y redacción de esta nota, segunda pista paranoica) y que dispone de continuaciones en 2012 y 2017 (tercera pista paranoica, círculo de fechas).
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 Entonces considerando todas las conexiones evidentes era muy necesario emprender la disección de esa obra de Hine y Kane (si se me permite el nombre del dúo también me suena a forma conspiranoica) y tras una breve impresión hosca con el nombre de Destroyovski que emite una frase en 1967 con la que empieza; las páginas se fueron consumiendo a una velocidad trepidante en mis dedos. Pero en este punto no me detengo a discernir la trama, que cada uno elegirá si le atapa o no y que de hecho es una nota alta en la obra, sino a hilvanar sutilezas, el mismo nombre de Destroyovski por ejemplo que parece venir de esos fanzines que uno empieza con ilusión (y de nuevo inocencia) para contar desvaríos de juventud y sus intrincadas suposiciones de un mundo que nunca acaba uno de entender.
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Pero ahora si un poco de trama, un grupo de limpiadores: G-Men, mansiones de terror, colecciones extravagantes, misterios y la sensación de entrar a dominios de una ficción de antaño, de ideas sencillas que le vas contando a un amigo y te responde con un ¿Qué tal si? para dar forma a esos fanzines. Los personajes que aparecen te susurran sus miedos, la soledad está omnipresente en distintos niveles y haciendo que sientas que como lector eres el último repositorio de esos secretos, y en capacidad, por tanto, de comprenderlo porque es obvio que ya te has sentido varias veces así. Extrañamente así es como llegué a esta historia saltando de revista en revista de fecha en fecha, de autor en autor (cuarta pista paranoica), rebuscando.
 Los personajes "reales" de la historia son bastante extraños y a mi parecer más aterradores que los "fantasticos" porque su poco entendimiento hacia Steve Neuman, héroe de la historia, les vuelve casi como la mente detrás de toda la serie de sucesos. Por eso mismo, el héroe se refugia en su Sanctasanctórum a disfrutar sus lecturas que no son nada importantes a la realidad circundante. Posiblemente lo que me sucede cuando leo y comento estas historias (quinta pista paranoica).
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El hecho de cortar completamente la realidad y llevarnos a disfrutar en complicidad de páginas de revistas perdidas de los años 60 y poner su portada completa y de ahí a sus contraportadas añadiendo publicidad de sectas, artefactos mágicos, animales controlados, y suscripciones extrañas hacen que aquellos rellenos intencionados de la revista inicial de Azzarello  que me trajo hasta aquí (sexta pista paranoica) también hagan una contraparte y me vuelvan a justificar que hay poderes extraordinarios que nos llevan a cumplir ciertas situaciones y que estamos atrapados en una inevitable espiral que parece nos lleva al inicio de una situación, pero en realidado, terminamos observándonos desde un bucle más arriba (o más abajo) de ese giro.
Decir simplemente que es otra versión de historia dentro de otra historia o esa denominación de metaficción no le hace justicia ante lo que se lee en "The Bulletproof Coffin" porque los personajes te vuelven realmente parte de su particular lógica y las frases van dirigidas como saetas, pues después uno termina comprendiendo porque una jaula de ratones es un lugar bonito, posiblemente uno se da cuenta de eso cuando empieza a hacer notas sobre lo que acaba de leer. Pero esto va más allá, porque los que tenemos el capricho de capturar historias queremos esa travesía que nos haya costado entender o conseguir o unir las piezas, al final queremos contarla como nuestra hazaña ad-infinitum y adueñarnos a toda costa de esos personajes, sin embargo, luego te das cuenta que te traicionaron y no los personajes, sino los creadores, (ya mencioné eso de que los "reales" dan más miedo ¿cierto?). Que la historia que te hablaba a ti, que te susurraba, te acompañaba  y te decía que eres especial pues resulta que debía ser especial para cientos, miles y millones y para que hable ese lenguaje con tales hordas, los personajes debían remozarse, remasterizarse y explicarse en cada detalle.
Uno se niega y lucha por causas perdidas aferrándose a algo que ni siquiera los mismos creadores lo sintieron propio.
 Se trata de perder y perder en muchos niveles, en meta-niveles.
 Porque las revistas costaban algunos centavos o pocos dólares pero devolvían cientos de emociones, ahora los personajes valen cientos de miles pero ya no devuelven sino solo ansiedad como un tarro de centavos en una crisis económica, ansiedad por la nueva megaproducción, ansiedad de que el personaje de carne y hueso sea fiel a una fantasía, de que sea correcto, de que sea algo para lo que no fue creado.
 Entonces el yo del futuro le roba al cadáver de tu yo del pasado para sentirse vivo.
 Asi es como las fuerzas oscuras no son tan ultraterrenales sino entidades o instituciones que dan más miedo.
 Son concebidas de este mismo modo, otras fuerzas en las que uno se autoimpone no contar los detalles de una historia que le ha hecho el día para evitar arruinar las tramas que se deben mantener con secretismo, olvidando cuando de púberes uno escuchaba de los demás toda la narración de una película en el recreo de las clases y después con más interés partía en busca al videoclub esa gran aventura que la memoria prodigiosa de uno y la imaginación portentosa de otro la procesaron, y al final ambos la volvieron parte de sus posesiones preciadas, o tal vez igual que me ha pasado a mí, por buscar una cosa terminar hallando otro gran portento de ficción necesaria.
 Posiblemente los giros de la espiral no cambian nada y el empezar a leer una revista para terminar aplaudiendo otra que contiene las conexiones que uno mismo creó en su mente, sin que esto haya significado meterse a ver primero que piensan u opinan los demás, solo sirva como autosatisfacción pero el maldito viaje bien valió la pena.
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Es posible que solo sea una fábula acerca de  leer los detalles de un dejavú y aun siendo fatídico, no dudar en ir a cumplir con alguna misión, posiblemente también en varios niveles.
Jun 2020
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looybasnight · 6 years
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El Extraño Caso del Erudito de Joyce Desaparecido
DESCARGO LEGAL DE RESPONSABILIDAD: La siguiente es una traducción mía de un artículo del New York Times Magazine del 12 de Junio de 2018 realizado por Jack Hitt, y se coloca con motivos de difusión en lengua española, la historia, concepto e imágenes no son de mi autoría y el crédito es de sus respectivos autores
Por Jack Hittt
Jack Hitt es el creador y coanfitrión del podcast ganador del premio Peabody 2018 'Uncivil'. Su último gran artículo para la revista fue acerca de La batalla por la fortuna de Sea-Monkey'
Hace dos décadas, un reconocido profesor prometió producir una versión impecable de una de las novelas más famosas del siglo XX: "Ulises". Luego desapareció.
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John Kidd.Crédito Lalo de Almeida para The New York Times
Hace 16 años, The Boston Globe publicó un artículo sobre un hombre sin trabajo que frecuentaba Marsh Plaza, en el centro de la Universidad de Boston. La imagen mostraba una curiosa figura de un hombre con un abrigo largo, encorvada debajo de un sombrero negro cerca de la escultura central. Pasaba sus días hablando con palomas a las que le había dado nombres: Checkers y Wingtip y Speckles [1]. El artículo podría haber sido solo otra historia de interés humano sobre el compromiso fallido de nuestra sociedad con la salud mental, excepto que el hombre agazapado en la conversación con los pájaros era John Kidd, una vez celebrado como el mejor erudito de James Joyce vivo [2].
Kidd había sido el director del 'Centro de Investigación James Joyce', un conjunto de oficinas en el campus de la Universidad de Boston dedicado al estudio de 'Ulises', posiblemente la novela más grande y definitivamente la más obsesionada del siglo XX. Armado con dotaciones generosas y tecnología de punta, dirigió un equipo dedicado a un solo objetivo: producir una edición perfecta del texto. Guardé la historia de Boston Globe en mi computadora y de vez en cuando la abría y solo la miraba. Hace mucho tiempo, contacté a Kidd para trabajar en un artículo, porque estaba fascinado con uno de sus otros proyectos: había producido una edición digital, una que usaba hipervínculos integrados para hacer la gran maraña de referencias y alusiones, patrones y conexiones de la novela todos disponibles para el lector a un clic de distancia.
Joyce dijo una vez acerca de "Ulises", — y es prácticamente un requisito de cualquier artículo sobre la novela utilizar esta cita—“He puesto tantos enigmas y acertijos que mantendrán ocupados a los profesores durante siglos discutiendo acerca de lo que quise decir." Y eso siempre ha sido parte de cómo funciona la novela. Durante la mayor parte del libro, lo que estás leyendo son los pedazos fracturados de memoria y la observación dando vueltas en la cabeza de un tipo sin talento, poco atractivo o grosero [3]. llamado Leopold Bloom mientras deambula por Dublín en un solo día, el 16 de junio de 1904. Esa es la sensación de poner estas partes juntas y el placer que causa, cuando llega a suceder, de obtener de repente — el chiste, la historia, el libro — eso que te obliga a seguir durante todo el proceso.
Esta es la razón por la que 'Ulises', durante la mayor parte del siglo XX y en este, todavía atrapa a todo tipo de lectores no académicos que forman clubes o lecturas dramatizadas el 16 de junio. Recuerdo una maratón de lectura de toda la noche en Upper West Side, en Shakespeare & Co. en la calle 81, cuando me mudé a Nueva York en la década de 1980. Llegué al principio del evento, a última hora de la tarde, con buenas intenciones, pero me tambaleé a casa y luego volví al día siguiente para el último capítulo y de repente me di cuenta de que, leído en voz alta, las 24 horas de la acción que toma el libro tardan 24 horas en leerse. El tiempo de ejecución en su cabeza es el mismo que el tiempo de ejecución en el libro. Durante unos minutos, pensé que estaba ante algo brillante, hasta que otra fanática bostezando en la librería mencionó un conjunto de conexiones que ella había encontrado y me di cuenta, ¡Oh, bien, todos estamos haciendo esto!
Entonces, ¿Kidd era uno de los profesores profetizados de Joyce, tan ocupado por los enigmas y acertijos que fue llevado a la locura literal? Parecía imposible decirlo, porque no mucho después de que se publicó ese artículo en el periódico, Kidd simplemente desapareció. En los últimos 10 años, de vez en cuando tomaba el teléfono, tratando de borrar algún otro final de la historia. Albergué esta idea, en realidad una fantasía, de que John Kidd había abandonado el perfecto 'Ulises' para convertirse en el perfecto Joyceano, tan consumido por las infinitas interpretaciones del libro que abandonó esta retícula de comprensión.
Empecé contactando a todos los refugios para personas sin hogar en Brookline. Luego escribí a todos los viejos colegas de Kidd en la facultad de la Universidad de Boston, haciendo camino a través del directorio. "Escuché que murió", escribió John Matthews, un estudioso de Faulkner, "y sospecho que en realidad es cierto. ... Kidd era un conocido excéntrico en la ciudad, —todo ese rollo de «hablar con las ardillas». Un triste final". James Winn, un hombre de Dryden, ahora retirado, escribió que había “escuchado el rumor de su muerte, pero nada sustancial". Y, si recorres el fondo de Internet, las minúsculas menciones en comentarios pasajeros de todas las secciones hablan de una muerte miserable.
No hace mucho tiempo, me encontré con un erudito rumano, Mircea Mihaies, quien lo confirmó. De hecho, Mihaies escribió sobre la calamidad en su historia de 'Ulises'. En una entrevista para el lanzamiento del libro, Mihaies explicó: John Kidd "murió en circunstancias sórdidas en 2010, enterrado en deudas, detestado, insultado, solo, abandonado por todos, comunicándose solo con palomas en un campus de Boston”.
Eso sonaba como toda la historia posible, excepto por una cosa. No pude encontrar un obituario.
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Kidd, que a menudo se hizo amigo de las palomas, en la Universidad de Boston en 2002. Crédito Justine Ellement / The Boston Globe, a través de Getty Images
La vida temprana de John Kidd es como un noticiero dirigido por Wes Anderson acerca de una crianza estadounidense: extraordinario y chiflado, inclinado hacia el fabulismo. Creció con un hermano del mismo nombre, sin la 'h'. John y Jon eran hijos del capitán John William Kidd, un oficial naval conocido por los marineros a bordo como Starbuck [4].
Como un joven erudito, Kidd ganó atención de profesores, ganó premios y rápidamente ascendió la escalera de los estudios de postgrado. Su amor, sin embargo, fue el gran libro, la gran epopeya: pensar a través de las teorías y los detalles de narraciones amplias y que abarcan todo. Se sintió atraído por la teoría Jungiana, la única escuela del psicoanálisis del siglo XX que teorizó acerca de la búsqueda espiritual de la completitud . El yo, Jung escribió, "expresa la unidad de la personalidad como un todo". Luego, en la escuela de postgrado, Kidd propuso un proyecto sobre 'Ulises' de Joyce, que había leído en tres días cuando era adolescente.
Pero Kidd no solo estudió la novela; fue a la tumba de Joyce en Zúrich y comenzó a comprar y coleccionar todas las ediciones conocidas, y muchas no conocidas, del libro. Él comparó cada borrador y cada página. Se convirtió, en resumen, en una especie de Súper Joyceano (uber-Joycean). Pero él no tomó la ruta normal de posgrado, atrayendo a alguien famoso para ser su mentor (como el crítico Hugh Kenner o el biógrafo Richard Ellmann). En su lugar, se convirtió en un erudito auto dirigido, escondido en su buhardilla con decenas de versiones diferentes de 'Ulises'.
"Nunca estudié a Joyce con nadie, y nunca he enseñado sobre él", dijo Kidd durante su creciente fama. "¿No es eso aterrador?"
Kidd tenía que esforzarse mucho. Joyce escribió "Ulises" durante un período de siete años, en medio de la guerra mundial y el caos personal. No mucho después de que apareció, la pobreza y la enfermedad rápidamente devastaron a Joyce. Kevin Birmingham escribe en 'El Libro Más Peligroso[5]': El bastón "que usó para fanfarronear como un joven soltero […] se convirtió en el bastón de un ciego en París". Si tienes en tu mente, en alguna parte, el estereotipo de un escritor perfeccionista en el exilio (generalmente en París), trabajando en su obra maestra en la pobreza de agua fría, ese cliché debe mucho a la realidad vivida de James Joyce cuando era joven.
Por naturaleza, era un escritor disperso, garabateaba en trozos de papel, componía en cuadernos y revisaba extractos después de aparecer en revistas, y en 1922, cuando 'Ulises' apareció por primera vez, todo ese caos se estropeó en la imprenta por los tipógrafos franceses, la mayoría de los cuales no hablaba inglés. Esa versión defectuosa fue prohibida en Estados Unidos, por lo que un notorio pornógrafo, Sam Roth , se apresuró a publicar una edición pirateada y aún más corrupta. Lo que había irritado a los censores (y atraído a los lectores de vanguardia) fueron algunas escenas en 'Ulises' donde las mujeres complacen las fantasías sexuales. Lo que hoy en día llamamos "protagonismo femenino" fue, en aquel entonces, elevado a una cuestión de seguridad nacional. Los agentes de aduanas registraron los barcos que llegaban para asegurarse de que ningún estadounidense viera estas páginas. No es una coincidencia que tantas mujeres de esa época defendieran el libro, incluidas los dos famosas editoras lesbianas de Little Review en Greenwich Village, Margaret Anderson y Jane Heap. En Inglaterra, Harriet Weaver, y en París, Sylvia Beach. Finalmente, en 1933, un juez federal en los Estados Unidos falló a favor de la publicación de la novela, y Random House confió accidentalmente en el texto salvajemente corrupto de Roth para producir el 'Ulises' oficial, que luego ocuparía estantes estadounidenses durante gran parte del tiempo del siglo XX.
Entre los estudiosos y fanáticos de Joyce, todos sabían que 'Ulises' era una odisea de errores. Durante décadas, hubo rumores de que algún gran fanático de los textos estaba a punto de emprender la brutal tarea de limpiarlo. En la década de 1960, la emoción se centró en el trabajo de Jack Dalton, pero la tarea pareció abrumarlo, y murió en 1981 sin producir su edición. A mediados de la década de 1980, los eruditos europeos asumieron el cargo, culminando en el anuncio de una próxima versión - 'Ulises, El Texto Corregido'('Ulysses: The Corrected Text') - que dio seguimiento a 5.000 errores y le daría al mundo un "Ulises tal como Joyce lo escribió".
Esta edición actualizada fue el producto de años de revisar minuciosamente manuscritos y hojas de copias, una letra a la vez, todo hecho de acuerdo con una nueva y densa teoría textual que casi nadie podía entender. Todo el proyecto se sintió autoritario y adusto, muy alemán y de corte consumista, hasta el nombre del editor en jefe, Hans Walter Gabler. Inmediatamente, Gabler fue desafiado por un erudito del Nuevo Mundo del que nadie había oído hablar, su nombre proviene de alguna obra de principios de moralidad estadounidense: John Kidd. Parecía como si el gran relojero del universo hubiera manejado el casting: alemán versus americano, viejo mundo contra nuevo, acreditado versus autodidacta. El enfrentamiento logró atraer a un público muy externo al mundo académico. Trate de imaginar esto hoy: durante casi un año, la crítica de un texto se venía gestando, y copias al rojo vivo de The New York Review of Books salían alocadas de los puestos de periódicos.
En la edición del 30 de junio de 1988 de "The New York Review of Books, Kidd inició su ensayo notando un pequeño error cometido por Gabler —el aire de disparate atrapando al lector de inmediato, porque toda la novelería hasta este momento había estado celebrando esta nueva versión libre de errores. Aproximadamente a un tercio del camino a través del 'Ulises', Joyce enumera una lista de corredores de bicicletas, entre ellos "H. Thrift."
Harry Thrift resultó ser una persona real que ingresó en una carrera en ese entonces. Pero ahora, Gabler lo había corregido en su versión, cometiendo un error como "H. Shrift". Para cualquier devoto de la novela, esto fue ligeramente preocupante. De todos los conjuntos de referencias y alusiones en un libro construido a partir de ellos, Joyce parecía particularmente obsesionado con su invocación detallada del Dublín de 1904. O, como dijo el propio Joyce (y todo fanático de Joyce lo puede citar), si Dublín "un día desapareciera de la tierra, podría reconstruirse a partir de mi libro".
Kidd escribió: "Las buenas obras de Harry Thrift, su robusto entorno y su comportamiento alegre pueden desvanecerse hasta convertirse en un borrón equivocado, porque él es depuesto en 'Ulysses: The Corrected Text' ". Y agregó: "¿Se le ocurrió a alguien comprobar si Thrift era un persona real antes de cambiarlo a Shrift? Aparentemente no."
Recuerdo levantarme de mi escritorio donde trabajaba, verter una taza de café recién hecho y luego cerrar la puerta de mi oficina para que no me molestaran. Esto iba a ser bueno.
No pocos párrafos más tarde, Kidd espetó una serie de nuevos errores y luego lanzó una carcajada, "¿No hay nadie despierto al volante?" La composición siguió así, mientras el tono recogía más de esta fuerza vernácula. Después de otra andanada de ataques sobre un error de ortografía aquí, una sola letra caída allá, decía: " ‘The Corrected Text’ está salpicado con la grasa de tales pseudo-restauraciones desde el hombro hasta el mango".
¿Quién escribió así en el mundo literario seduciéndonos en minucias textuales con el tono primitivo de los académicos antes de unirnos con una prosa vulgar? Un chasquido vicioso de proto-sarcasmo parecía terminar cada párrafo cuando Kidd reasumió su postura formal, lleno de erudición textual, solo para prepararse para la próxima parada.
Respondiendo en un número posterior, Gabler mantuvo una postura rígida y desdeñosa. "La escasa variedad de ejemplos", escribió, "no proporciona ni siquiera los más frágiles fundamentos para una crítica, y mucho menos para una condena". A Kidd se le permitió responder en el mismo número, y su réplica se preparó con una actitud implacable. Después de desafiar a Gabler sobre la sustancia, él lo metió en un tono cantarín malicioso: "La ironía abunda. Lo que redunda en el Dr. Kidd le aturda. Por varias mociones, parece que está fuera de sus razones”[6] .
A pesar de que todos los cambios, encontrados por Kidd y otros, fueron impugnados y pueden parecer intrascendentes, unos pocos afectaron fundamentalmente la novela. En el libro, Stephen Dedalus reflexiona varias veces sobre la "palabra conocida por todos los hombres". ¿Fue la muerte? ¿Amor? ¿Algún término griego oscuro (una especialidad de Joyce)? Es otro pequeño enigma que los lectores y profesores han discutido durante casi un siglo. Gabler encontró un pasaje en un manuscrito donde Joyce lo reveló, pero este desapareció en la próxima versión. Gabler dedujo que era un error del mecanógrafo. Y de este modo, en una novela más famosa por su estilo elíptico, el lector ahora encuentra un pasaje que contiene este trueno de matices: "Amor, sí. Palabra conocida por todos los hombres".
Para tener una idea de cuán humildes pueden reaccionar los lectores de Joyce ante esto, imagina a un editor diciendo que encontró partes nuevas de 'Hamlet', y elegiste la nueva edición para leer las palabras "Ser o no ser, esa es la pregunta" ahora seguido por "y la respuesta es definitivamente 'ser'”.
Igual de flagrante para muchos fue el sacrilegio relacionado con un solo punto de tinta. Al final del último capítulo que muestra al protagonista Leopold Bloom[7] , se encuentra el punto más grande de la literatura, un punto negro gigante en la página, del tamaño del cual se preocupó el mismo Joyce, instruyendo a sus impresores franceses para que el gran punto de la primera edición sea incluso “más visible”
El gran punto termina un capítulo largo e hilarante que parodia el tipo de tono frío y definido asociado con el discurso científico. El formato de preguntas y respuestas es preciso hasta el punto de la exasperación. Al final del capítulo y cientos de preguntas: — "¿En qué dirección se encontraban el oyente y el narrador?" "¿En qué postura?" —, el molesto interrogador finalmente pregunta: "¿Dónde?", A lo que Joyce suelta su gran punto grueso, como para decir: Solamente cállate.
Pero, por supuesto, esa es solo una interpretación. Algunos ven el gran punto como la Tierra, vista desde el trono celestial de Dios, quien a menudo se entiende como el narrador irritantemente preciso de este capítulo. Algunos piensan que es un agujero negro o tal vez la boca abierta de Bloom, que finalmente colapsa en el sueño ante las preguntas idiotas del interrogador. (Anthony Burgess pensó que al leer el capítulo en voz alta, el punto debería ser pronunciado como un gran ronquido.) Otros piensan que es un portal, o un huevo, o el ano de Molly Bloom. Hay muchas interpretaciones animadas. En la edición de Random House más común, está allí, es final y es enorme: un diámetro de un octavo de pulgada, la cabeza de un clavo de una pulgada clavada en el libro. Pero por alguna razón, el punto de Gabler es apenas más grande que el punto al final de esta oración. Cuando llegué a su oficina en Alemania, Gabler me aseguró que aunque "no es grande, es muy negro".
Kidd primero se enfrentó a Gabler en varios simposios de Joyce. Pero la feroz lucha irrumpió en la prensa popular cuando un periodista del Washington Post llamado David Remnick se enteró de que era un "erudito joven y temerario" con un PhD. de la Universidad de California, Santa Cruz, que pronto condenaría la mayor reelaboración de la literatura moderna como un "desastre". Para cuando la guerra asimétrica se convirtió en supernova en The New York Review of Books, la pelea en realidad fue sin precedente. Kidd destrozó a Gabler en un allez[8] tras otro, revelando que esta edición parecía plagada de errores. Eminentes académicos y escritores se lanzaron a la refriega, la mayoría de ellos del lado de Kidd. Durante este breve momento, cada punto de discusión importaba, y ningún detalle era demasiado pequeño para preocuparse o lamentarse. John Updike escribió a The New York Review of Books para quejarse amargamente acerca de, no me lo estoy inventando, las elecciones blasfemas de Gabler respecto a las sangrías de los párrafos.
A medida que el desafío de Kidd ganó un público más amplio, otro académico llamado Charles Rossman escribió con algunas grandes noticias. Había descubierto que el Patrimonio de Joyce, dirigido por Stephen Joyce, el nieto notoriamente espinoso del autor, había autorizado la edición de Gabler por la razón de crear suficiente contenido "nuevo" para extender los derechos de autor, que en Europa expiraban en 1992. Esto no era un reclamo inconsecuente. En ese momento, "Ulises" vendió un estimado de 100,000 copias por año. Una renovación de los derechos de autor protegería los ingresos durante las próximas décadas, tanto para el editor como para Stephen Joyce, que tuvo que autorizar legalmente esta nueva edición.
Una vez que el escrito de Rossman se hizo público, toda la empresa de Gabler fue arrojada a la sombra sórdida de la codicia. La indignación aumentó y, al final, Random House anunció que devolvería su edición anterior, por corrupta que sea. El humo se despejó para revelar que un erudito vagabundo había librado una batalla transoceánica y había ganado.
En aquellos días, un espíritu de superestrella estaba surgiendo entre las universidades de élite, y la Universidad de Boston aprovechó la oportunidad de arrebatar a Kidd, dándole un instituto completo. Su misión era épica, no simplemente un texto perfecto, "como lo escribió Joyce", sino también un matrimonio entre la tecnología moderna y el genio literario. Las múltiples conexiones y alusiones ahora serían instantáneamente visibles a través de hipervínculos, y el lector común sería capaz de apreciar los infinitos recovecos de la brillantez de Joyce. W.W. Norton [& Company] prometió el tipo de avance de dinero para el libro que, en aquel entonces, se destinaba únicamente a los escritores más vendidos: $ 350,000.
El mundo esperó por ello. Y luego se olvidó.
Cuando comencé a contactar a la Universidad de Boston para averiguar qué le había pasado a Kidd, me sorprendió descubrir que los viejos celos y resentimientos habían sobrevivido intactos a los años. "Un erudito nunca probado". "Un maestro negligente y abusivo". Uno o dos de los que habían sido informados de que Kidd había muerto también habían oído otros rumores aún más descabellados. El Prof. Michael Prince contestó para decir: "Perdí la pista de John después de que se fue, pero escuché que había sido colocado en Sudamérica". Mencionó a Keith Botsford, un crítico y escritor que supuestamente se había mudado a Costa Rica.
No fue fácil contactarse con Botsford. Intenté contactar a algunos de sus parientes, pero mientras lo hacía, apareció una pista extraña. Repasando algunos oscuros aciertos relacionados con Joyce en Google, me encontré con una figura de Internet en América Central llamada Miguel, que quemó un montón de espacio en el blog expresando su amor por el naturismo. A Miguel le gustaba pasar mucho tiempo desnudo. Uno de esos mensajes señaló que durante una breve estadía, de regreso entre los emperifollados, Miguel asistió a una fiesta con un famoso erudito de Joyce.
Miguel residía en Río de Janeiro, un hecho que de repente me recordó un breve intercambio que tuve con una erudita en Bucarest llamada Lidia Vianu. Cuando ella misma intentó encontrar a Kidd hace unos años, ella y un colega le dedicaron un libro, un tomo de 31,802 páginas llamado "El Manual para el Estudio Avanzado de 'Finnegans Wake' de James Joyce " -alguien le había dado una dirección de correo electrónico en Brasil. Pero, ella dijo, "no llegué muy lejos". La dirección de correo electrónico estaba muerta.
Aun así, un domingo por la tarde, escribí una simple nota en la dirección que me pasó. Escribí acerca de cuándo compartimos correspondencia por primera vez, en los días del triunfalismo textual, y casualmente mencioné un posible viaje a Río. Presioné enviar.
La primera cosa de un lunes por la mañana: "Te recuerdo muy bien. ... ¿Cuándo planeas estar en Río? "El Carnaval estaba llegando pronto, así que salté a un avión.
John Kidd, que tiene 65 años, mide más de 6 pies de alto y lleva cómodamente la evidencia emergente de muchas buenas cenas. Ya no tiene el cabello rubio corto y ordenado de hace 30 años. Ahora ha crecido blanco como la nieve y en la mitad de su espalda, muy al estilo de Gandalf. Es un fanático devoto de las camisas, chanclas y pantalones cortos hawaianos holgados. Él tiene su trasero en alto y da pequeños pasos rápidos, haciendo que cada excursión se sienta como si estuviéramos llegando tarde.
De inmediato, quiere hablar sobre ese artículo del Boston Globe con las palomas. Su indignación aún es latente. Está particularmente molesto porque se lo llamó "quebrado". Quiere que sepa que está feliz y que siempre lo ha estado. Él tiene, listo, una carta notariada de Fleet Bank en Brookline fechada hace 14 años, que dice: "el saldo promedio de seis meses en esta cuenta corriente ha sido de $ 15,618.00".
Quiero hablar sobre cómo dejó la Universidad de Boston, pero cuando los amargos recuerdos de las peleas departamentales o las viejas peleas con estudiantes sobre calificaciones en la Universidad de Boston surgen, es como si mordiera un limón y toda su cara se enfocara oscuramente en un punto justo más allá de su nariz. Kidd me dijo que él lo dejó. Y lo hizo, pero solo después hubo historias en The Boston Globe que señalaran su temperamento, su tratamiento de los estudiantes y sus enfrentamientos con la seguridad del campus sobre las aves. Se quedó merodeando en el campus, frecuentando Marsh Plaza, y luego desapareció.
Me dijo que se fue a Beijing. Había leído "El Sueño en el Pabellón Rojo", la gran novela épica de China, y se convirtió en un "rojólogo "[9], un término real para aquellos que se sumergen en el estudio de este único libro. Más tarde se trasladó a Brasil y adquirió fluidez en portugués antes de sumergirse, como parecía inevitable, en los propios trabajos de ficción heroica de ese idioma. Ahora está obsesionado con un libro del siglo XIX sobre una niña indefensa, 'La Esclava Isaura'[10], una obra popular que en sus primeros días ayudó a acabar con la esclavitud (esencialmente es como la 'Cabaña del Tío Tom' de Brasil). La compulsión de Kidd por entender el gran libro de cualquier cultura sigue siendo lo que lo saca de la cama por la mañana.
Mientras nos preparamos para desayunar en un lujoso hotel, está claro que las controversias de 1988 todavía están muy vivas para él. De las aproximadamente 5.000 correcciones que Gabler afirmó haber hecho a 'Ulises', no hay una de ellas de la que Kidd no deje de hablar, con gran detalle, 30 años después. En particular, todavía está entusiasmado con el capítulo de Penélope. Abrió el libro y apuntó con el dedo al centro del famoso monólogo interior de 42 páginas de Molly Bloom. Joyce originalmente incluyó en el capítulo dos puntos, uno al final y el otro en el centro, apropiadamente después de que Molly medita sobre la palabra "ashpit".
La edición de Gabler eliminó el punto después de ashpit, y luego lo colocó de nuevo no mucho después de que Kidd hiciera un alboroto. Pero cuando una vez un periodista le preguntó cómo había llegado a corregir este error, Gabler dijo que se enteró por un desconocido que le mostró un artículo periodístico. (Más recientemente, Gabler me aseguró que lo había escuchado de un "número" de fuentes).
"Por supuesto, el artículo era de Remnick en el Washington Post", dijo Kidd, muy agitado. "Hubo tres retratos diferentes de mí en ese artículo", prosiguió, "enormes imágenes de John Kidd, una de las cuales mide como siete pulgadas de alto o algo así, ¡una foto mía!" Kidd no solo recordaba cada cambio textual en la edición de Gabler, sino cada enfrentamiento de más bajo rencor en cada cambio. La vieja pelea, al parecer, se había convertido en un berrinche sobre el crédito.
Y, de hecho, es posible descartar a Kidd como un hombre que encontró un puñado de errores graves y luego usó su minucioso dominio de las minucias para inflar unos pocos cientos de otras salpicaduras en un furioso escándalo. Pero también es cierto que 'Ulises' es un libro cuyos detalles importan. El propio Joyce estaba consumido por su propia compulsión por los detalles, su amor por la coincidencia y su obsesión por la superstición: construyó la novela con ellos. Una vez le escribió a Harriet Weaver preocupándose por el año 1921, cuyos dígitos suman 13. Una teoría remota relaciona este miedo aritmético con la decisión de Joyce de publicar Ulises en su cumpleaños el año siguiente, que tenía una suavidad sublime cuando se escribía en papel: 2 /2/22.
También es justo preguntarse sobre la cordura de Kidd. Él es bastante maníaco cuando habla de estos cambios textuales preciosamente irrelevantes. Todos se explican en el fervor apresurado y auto interrumpido del fanático. Pero en su manera enciclopédica de hablar, de pensar, de ver, aparece un brillo innegable. Esta cualidad estaba en vívida presentación la tarde en que me recibió en su departamento, una unidad en una gran altura con una hermosa vista de Río. El lugar está ordenado y amurallado con libros en los estantes. Hay muchas oficinas y vestidores incorporados, y en un momento dado, cuando fue a buscar un libro, cada cajón que abría estaba lleno de arriba a abajo, de lado a lado, con aún más libros.
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John Kidd, muy vivo, en su departamento de Río de Janeiro. Crédito Lalo de Almeida para The New York Times
"Realmente hay que leer a Fernando Pessoa", dijo, entregándome una colección de poemas, en portugués, de este escritor de Lisboa de principios del siglo XX, titulado "Un poco más grande que todo el universo". Abrí la copia de Kidd para encontrar un enjambre de notas marginales en casi cada página, catalogando alternativas textuales en las muchas otras ediciones portuguesas que posee. Así es como John Kidd lee todo, como una búsqueda del texto perfeccionado.
No es solo una elección estética para Kidd, sino una especie de compulsión hacia la completitud, que no solo abarca la forma en que lee la literatura, sino también cómo la comenta. Hablamos de 'Gargantúa y Pantagruel' y 'Don Quijote' y 'Tristram Shandy'. Considera que todas son obras "anticuadas", su acuñación de libros que están marcados por una "versión cómica en la narración enciclopédica, al igual que 'La Ilíada' "Es una versión trágica de una narración enciclopédica". Esas novelas son divertidas, como 'Ulises', pero pretenden abarcar y comprender el sentido de todo, es esta sensación y anhelo de totalidad lo que impulsa a Kidd también.
Los teóricos que estudian arte popular a veces describen esas creaciones atestadas y llenas de imágenes, como el 'Paradise Garden' de Howard Finster o el 'Country Fair' de Grandma Moses, no solo como un tema prominente, sino como un tipo de enfermedad mental común a la forma. Argumentan que las obras de estos artistas son expresiones de una compulsión para llenar un vacío existencial. Esta ansiedad tiene su propio nombre latino, horror vacui, miedo al vacío, y Kidd aporta esta intensidad a su comprensión de cada libro que lee.
Cuando los críticos hablan de la mente de Joyce, suelen recurrir a términos comparables, refiriéndose al conocimiento enciclopédico de la historia, el mito y el lenguaje de Joyce. 'Ulises', como todos los lectores principiantes recogen rápidamente, contiene una vista esquemática del centro de Dublín, y 'Finnegans Wake' puede entenderse como toda la historia y la literatura escrita en un mash-up de cada idioma.
Joyce era muy consciente de su omnicomprensivo molde mental y estaba orgulloso de encontrarlo manifestado entre sus hijos. Cuando se hizo evidente que su hija Lucía estaba sufriendo un tipo profundo de esquizofrenia, llegó a ver su diferencia como una mejora sobre él mismo. Se preocupaba por ella, a veces dejaba de lado sus propias ambiciones para convencer al mundo de que el verdadero genio de la familia era su hija incoherente y problemática. "Tonto alelado como Lear"[11] es como su biógrafo describiría más tarde el afecto paternal de Joyce.
Joyce declaró que el lenguaje discordante de Lucía y las extrañas palabras compuestas (portmanteau) eran evidencia de que ella era una innovadora del lenguaje, como él, en formas aún no entendidas. Insistió en que ella introduciría un nuevo tipo de literatura. La monumental incoherencia e inaccesibilidad de 'Finnegans Wake', es fácil de argumentar, es la mejor evidencia del horror vacui de Joyce y un himno épico a la convicción de un padre sobre el genio de su hija. Lucía eventualmente sería internada en Ginebra, pero Joyce fue el último en dejarla ir. En un momento, Joyce contó con la ayuda de Carl Jung, quien al igual que Joyce exploró los canales profundos de la conciencia. Jung resumió su relación padre-hija como "dos personas yendo al fondo de un río, una cayendo y la otra zambulléndose".
Un día, Kidd y yo nos levantamos temprano para dirigirnos a la Academia Brasileña de Letras, donde él trabaja. Al cruzar una plaza vacía debajo de un acueducto, de repente nos dimos cuenta de que cinco hombres con cuchillos nos estaban siguiendo; ¡Pronto, nos estaban persiguiendo! Kidd, un ex velocista de la escuela secundaria, gruñó una sugerencia: ¡Corre! - y derramamos nuestra mejor carrera de 100 yardas a un carrito de comida cercano. Los vendedores ambulantes, explicó Kidd más tarde, recolectan dinero todo el día y normalmente están armados y son duros. Mientras navegábamos bajo el paraguas del carro, nuestro vendedor de churrasquinho se acercó a nosotros y nos miró. Los matones se disiparon.
Dentro del refugio de la academia, Kidd mantiene un cubículo permanente ocupado por una gran PC vieja y algunos libros. Durante años ha estado trabajando en la primera edición en inglés de la novela 'La Esclava Isaura'. Kidd está traduciendo el libro del siglo XIX con algunas reglas que se sintió obligado a idear. El trabajo se dividirá en dos partes, y cada palabra en la Parte 1 tendrá su compañero lexicográfico en la Parte 2. Si aparece "cat feet" en la Parte 1, espere "cattail" en la Parte 2. Su sentido de lo que se empareja puede ser bastante intrincado, pero eso es parte de la diversión, me dijo. Por lo tanto, mantiene listas de todos los emparejamientos posibles y dónde y ha usado uno: six foot, six foot under, footing, foothills, footloose, footprint. Hay una lógica en el trabajo, y la parte que leí resonó con el tono barroco que podría esperarse de una traducción que obedezca a su otra regla: usará cada palabra exactamente una vez.
El trabajo ya es casi dos veces más regordete que el 'Ulises' de Joyce. Kidd estaba particularmente emocionado de mostrarme su aparato clave: el diccionario de sinónimos casero donde lleva a cabo un examen cruzado de todo el idioma inglés. Hasta ahora, se ejecuta sobre unas 3.000 páginas.
"Tanto como sea humanamente posible, el diccionario de inglés del siglo XIX está aquí [en la novela]", me dijo. Su traducción se titula 'Isaura Unbound (Isaura Sin Limites)' y quería que entendiera su ambición: cuando el libro esté terminado, será un reordenamiento completo de todo un diccionario de inglés en una sola obra de arte. ¡Toma eso, vacío!.
Le pregunté esa tarde, una vez más, sobre el perfecto 'Ulises'. Siempre parece tan cerca. En la década de 1960, nuevamente en la década de 1980. ¿Qué pasó con su trabajo en Boston? ¿Por qué no podemos simplemente publicar la cosa? Algunos errores: ¿qué tan difícil puede ser?
Él me contó una historia, una parábola, realmente. "Están los gauchos y los gauleiters", explicó. Es una metáfora mixta, pero una que captura muy bien su visión del mundo y de los académicos de Joyce también. Sabía que los gauchos eran vaqueros argentinos, pero aprendí que los gauleiters eran burócratas municipales en los primeros años del gobierno nazi; en otras palabras, amenazantes apparatchiks[12].
A través del gran paisaje de entendimiento están los gauchos, a la vez escabrosos y audaces. "Van deambulando por las pampas", me dijo, ocupándose del vasto terreno al conocer su inmensidad íntimamente. Mientras tanto, en el borde de las pampas, en la civilización, están los gauleiters. Están en todas partes, están ocupados, son abrumadores. Los gauchos son pocos, iconoclastas como él, o el ocasional fanático de Joyce como Jorn Barger , un erudito que en los primeros días de Internet escribió muchos brillantes análisis de Joyce en su weblog (una palabra que también acuñó). Pero, Kidd dijo, no importa. Al final, la victoria siempre va a los gauleiters debido a su mezquina preocupación por la "eficiencia administrativa".
Cuando lo presioné sobre detalles del mundo real, los manuscritos, el trabajo que debe haber estado en discos en alguna parte, recordó que, sí, había reunido un borrador de una edición con una introducción completa. Una de las editoras de Kidd en [W.W.] Norton [& Company], Julia Reidhead, confirmó que ambas existían pero dijo que una demora tras otra - "un ciclo infinito de revisiones" - se toparon con el muro legal de las nuevas extensiones de los derechos de autor, por lo que [W.W.] Norton [& Company] "detuvo el proyecto". Uno de los académicos de Joyce recuerda haber leído la introducción, pero ya no tiene una copia, y Kidd tampoco tiene una. En cambio, nos quedan reliquias bizarras de lo que podría haber sido. Al principio de las guerras de Joyce, de hecho, Arion Press publicó una nueva edición de "Ulises" que incluía algunas de las ediciones preliminares de Kidd. El libro era lujoso, con grabados de Robert Motherwell, y solo 175 de ellos fueron impresos. Encontré uno a la venta en Amazon. El vendedor quería $ 25.678,75.
En los años posteriores a la desaparición de Kidd, sucedió algo extraño. El mismo libro que Kidd había tratado de avergonzar fue abrazado por el mundo de la erudición. En 1993, la 'Edición Gabler' de 'Ulises', un tomo rojo brillante, apareció en las estanterías. Ahora hay varias impresiones de este libro, y muchas no tienen ningún punto (gigante) al final del capítulo de Bloom. No hay punto de ningún tamaño, lo que Gabler ha dicho es un error de impresión, lo que hace que este sin punto, sea un error que no se corrija tantas veces que ahora es perfectamente invisible.
El libro de Gabler prospera porque ahora tiene su propia audiencia cautiva: académicos. "Los académicos han vuelto silenciosamente a Gabler", dijo Robert Spoo, ex editor de The James Joyce Quarterly. "Al no publicar su propia edición, Kidd nunca completó el argumento contra Gabler", dijo, y agregó que la edición de Gabler "tiene una gran ventaja, puedes citarla por números de línea; eso es muy útil para los estudiosos. "Toda esa cuestión de los 80s y los 90s,” como lo llamó Spoo, disminuyó hace mucho tiempo "Los eruditos han hecho las paces con Gabler".
En ese tramo cuando la edición original cayó fuera de los derechos de autor a mediados de la década de 1990, muchos editores se apresuraron a publicar sus propias ediciones. Algunas tienen puntos, otras no. Algunas con "amor", otras no. Algunos editores revierten una selección de los cambios de Gabler, otros no. Otras ediciones se han descarrilado, como me dijo el erudito de Joyce Sam Slote: Un 'Ulises', actualmente disponible en línea, tiene un riff largo y extraño insertado en la página 160, anunciando que: ahora leerás ""Las confesiones secretas de un Conservador", donde el escritor anónimo explica sus posiciones a favor de la vida y a favor de la pena de muerte, de modo tan consistentes que "si un embrión o un feto comete un asesinato, entonces debe ser abortado”.
En las pampas distantes, mientras tanto, la edición perfecta permanece siempre cerca y fuera del alcance. "Estoy casiéndolo[13]", murmuró Stephen Dedalus un poco cerca del principio de la novela. La cuestión es que, solo en Amazon, hay casi una docena de versiones "como James Joyce la escribió" ligeramente diferentes de la novela. Ninguna de ellas es absolutamente perfecta, pero cada una de ellas, sin embargo, es "Ulises". Es casi demasiado patético como un final para un autor al que se le preguntó acerca de todos esos errores hace casi un siglo. "Estas no son erratas", dijo, "sino bellezas de mi estilo hasta ahora inimaginables[14]".
7405 Palabras Traducido por L. Miguel Aucatoma Junio 2018 Articulo Original
Notas de la traducción
[1] Damas [juego] y Punta de Ala y Mota. Volver
[2] Al parecer Kidd no tiene una denominación que lo considere como "el mejor erudito de James Joyce". Haría falta ver las referencias. Talvez su propia personalidad lo alejaron de tal consideración. Volver
[3]schlub en el original. El término no le hace mucho honor al personaje y se trató de pasarlo según indica el artículo y la definición que brinda el diccionario Merriam-Webster. Como bien anota el análisis de sparknotes (http://www.sparknotes.com/lit/ulysses/character/leopold-bloom/) “El estatus de Bloom como forastero, combinado con su propia capacidad para imaginar un estado inclusivo, lo convierten en una figura que sufre y expone la insularidad de Irlanda y el irlandés en 1904. Sin embargo, la exclusión social de Bloom no es simplemente unilateral. Bloom es clarividente y, en su mayoría, poco sentimental cuando se trata de sus pares masculinos. No le gusta beber a menudo o cotillear, y aunque siempre es amigable, no lamenta haber sido excluido de sus círculos. […] Bloom posee la capacidad de animarse y negarse pragmáticamente a pensar en temas deprimentes. Sin embargo, Bloom y Stephen [Dedalus] son similares, también. Ambos son artistas no realizados, aunque tienen agendas completamente diferentes. […]: "Hay un toque del artista sobre el viejo Bloom". Podríamos decir que la concepción del arte de Bloom es burguesa, en el sentido de que considera el arte como una forma de afectar las acciones y los sentimientos de las personas de manera inmediata. Volver
[4]Starbuck era el nombre del primer oficial del barco de ballenas Pequod, el barco en Moby Dick. Volver
[5]The Most Dangerous Book: The Battle for James Joyce's Ulysses - Kevin Birmingham. Volver
[6]“Irony abounds. What redounds to Dr. Kidd rebounds. On several grounds, it sounds, he’s out of bounds.”Volver
[7]'Ulises' Capítulo 17 Ítaca Volver
[8]Se usa en el sentido: ¡Vamos [dame más]! Como incitando a continuar la pelea, revise aquí para detalles de este uso francés. Volver
[9]Sueño en el pabellón rojo (紅樓夢, Hóng lóu mèng), es una obra escrita a mediados del siglo XVIII por Cao Xueqin (en chino: 曹雪芹) durante el reinado de la Dinastía Qing. Es considerada una de las obras maestras de la literatura de China y es una de las cuatro novelas clásicas chinas, y es generalmente reconocida como la cúspide de la narrativa china. La obra ha dado lugar al campo de la rojología. Volver
[10] A Escrava Isaura es una novela escrita por el escritor brasileño Bernardo Guimarães. Fue publicado por primera vez en 1875 por los editores de Casa Garnier en Río de Janeiro. Con esta novela, Bernardo Guimarães se hizo muy famoso en todo el país, incluso dijo que era admirado por el último emperador de Brasil, Dom Pedro II. La historia trata de Isaura, la hija de un trabajador portugués y una mujer negra liberada, es una niña esclava que soporta tiempos difíciles antes de ser liberada y finalmente se casa con su desafortunado amante, Álvaro. Mientras tanto, sufre mucho a manos de Leôncio Almeida, el dueño de una plantación y villano principal en la trama, que quiere hacerla una concubina. Incluso se compromete brevemente con el enano jorobado Melchior y casi se casa con él para evitar la prostitución, antes de que Álvaro entre en su ayuda. Volver
[11]El Rey Lear – Acto IV, Escena 7 REY LEAR: No te burles de mí, te lo suplico. Soy un pobre viejo alelado. Cumplí los ochenta, ni una hora más ni menos, y si he de decir la verdad temo no estar en mi cabal juicio. Creo que te conozco, y también a este hombre; pero estoy dudoso, pues no sé dónde me hallo ni sé, por más que pienso, quién puede haberme vestido así ... ni recuerdo dónde pasé esta noche ... No se rían de mí, que, tan cierto como soy hombre, esta dama es mi hija Cordelia. CORDELIA Sí, yo soy, yo soy. REY LEAR: Son lágrimas tuyas las que me mojan... Sí, tuyas son, en efecto. No llores. Si has preparado para mí un veneno, lo beberé. Ya sé que no me amas, pues tus hermanas, sí, bien me acuerdo, fueron crueles conmigo... tú tendrías razón, ellas no la tuvieron. De Wikipedia La tragedia se desata cuando el anciano Lear, rey de Bretaña pide a sus hijas que le digan quién de ellas lo ama más, para saber cómo repartirles su reino. Cordelia, ofendida por la hipocresía de sus hermanas, contesta que ama a su padre "tanto como debe, ni más ni menos" (according to my bond, no more, no less). Ofendido por lo que cree es una falta de cariño, el rey deshereda a Cordelia, repartiendo su reino a sus otras dos hijas. A partir de este momento, parece haber un cierto desequilibro en el reino, que se manifiesta en la historia paralela donde otro patriarca, el conde de Gloucester, deshereda a su hijo Edgardo por las mentiras de su hermano bastardo Edmundo. Cordelia se casa con el rey de Francia, y regresa sólo al final de la obra para reconciliarse con su padre, vuelto demente, y devolverle el reino que sus hijas han usurpado. La locura de Lear, de hecho, se da ante el escándalo del rey ante el desprecio de sus dos hijas mayores y ante el dolor de haber perdido a su hija, a la que él ha ofendido y tratado injustamente. Sin embargo, Cordelia acepta a su padre cariñosamente y restaura su cordura, sólo para morir dos escenas más tarde por orden de su hermana Goneril y de Edmundo. Lear muere con ella en sus brazos, dejando el reino devastado. Volver
[12] Un oficial en una gran organización política. Volver
[13] I am almosting it. ['Ulises'- Capítulo 3 -Proteo]>> Junto con muchas otras cosas que Joyce hace para cambiar la forma en que se escribe la literatura, él cambia las palabras, porque según Joyce y el pragmatismo, las palabras no tienen un significado definido, por lo tanto, pueden significar cualquier cosa. Aquí él une a almost (casi) con ing it (éndolo) que sería un adverbio o un adjetivo y lo convierte en un verbo de acción. Volver
[14] Letters of James Joyce. Vol. I página 187, editado por Stuart Gilbert (Nueva York: Viking, 1957; reeditado con correcciones de 1966). Vols. II y III, editado por Richard Ellmann (Nueva York: Viking, 1966). Volver
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looybasnight · 6 years
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El sufrimiento, no solo la felicidad, pesa en el cálculo utilitario
Scott Samuelson
Es profesor asociado de filosofía y humanidades en Kirkwood Community College en Iowa. Su último libro es Siete formas de ver el sufrimiento sin sentido: lo qué la filosofía puede decirnos sobre el misterio más difícil de todos (2018).
En 1826, a la edad de 20 años, John Stuart Mill se sumió en una depresión suicida, que era amargamente irónica, porque toda su educación se regía por la maximización de la felicidad. Cómo este filósofo salió de la desesperación generada por una filosofía archirracional puede enseñarnos una importante lección sobre el sufrimiento.
Inspirado en los ideales de Jeremy Bentham, la rigurosa tutela de James Mill hacia su hijo involucró temas útiles subordinados al objetivo utilitario de lograr el mayor bien para el mayor número. La música jugó un papel pequeño en el plan de estudios, ya que era lo suficientemente matemática [para el efecto], un temprano 'Mozart para el desarrollo del cerebro'. Por otro lado, las materias no útiles para la mejora material fueron excluidas. Cuando John Stuart Mill se postuló en Cambridge a la edad de 15 años, dominó tanto el derecho, la historia, la filosofía, la economía, la ciencia y las matemáticas que lo rechazaron porque sus profesores no tenían nada más que enseñarle.
El joven Mill siguió esforzándose por la reforma social, pero su corazón no estaba en él. Se había convertido en una máquina utilitaria con un fantasma suicida adentro. Con sus habilidades calculadoras bien ajustadas, el filósofo desesperado identificó claramente el problema:
Se me ocurrió preguntarme directamente a mí mismo: "Supongamos que todos tus objetivos en la vida se han realizado; que todos los cambios en las instituciones y opiniones que estás esperando puedan ser completamente efectuados en este mismo instante: ¿sería esto para ti una gran alegría y motivo de felicidad? “Y una autoconciencia incontenible respondió claramente: “¡No!” se me cayó el alma a los pies: todo el fundamento sobre el que se construyó mi vida se vino abajo.
Durante la mayor parte de nuestra historia, hemos visto el sufrimiento como un misterio, y lo hemos tratado colocándolo en un complejo marco simbólico, a menudo donde esta vida se concibe como un campo de pruebas. En el siglo XVIII, el misterio del sufrimiento se convierte en el "problema del mal", en el que el dolor y la miseria se convierten en refutaciones claras de la bondad de Dios hacia los reformadores utilitaristas. Como Mill dice de su padre: "Le resultaba imposible creer que un mundo tan lleno de mal era obra de un Autor que combinaba el poder infinito con la bondad y la rectitud perfectas".
Para un utilitarista, la idea de adorar al creador del sufrimiento no solo es absurda, sino que socava el propósito de la moralidad. Canaliza nuestras energías hacia la aceptación de lo que debemos remediar. Venerar el orden natural incluso podría convertirnos en monstruos morales. Mill dice: "En verdad, casi todas las cosas que ahorcan o encarcelan a los hombres por hacérselas a otros, son actuaciones cotidianas de la naturaleza".
Lo que Mill llama la 'Religión de la Humanidad' implica dejar de lado la vieja concepción de Dios y asumir la responsabilidad de lo que sucede en el mundo. Debemos convertirnos en el buen arquitecto que Dios nunca fue.
Rediseñar el mundo nunca ha resultado fácil. Mill afirma que nuestro poder para infligir sufrimiento es pequeño junto al de la naturaleza: "La anarquía y el Reino del Terror son superados en injusticia, ruina y muerte por un huracán y una peste". Pero esa idea es difícil de mantener después del siglo XX. ¿Qué es el terremoto de 1755 en Lisboa comparado con Auschwitz? ¿Qué es una epidemia de gripe al lado de Hiroshima? Los desastres potenciales del calentamiento global o la guerra nuclear muestran que el apocalipsis no es solo una prerrogativa de Dios.
Pero el problema no se limita a las catástrofes de la Religión de la Humanidad. Incluso cuando las cosas mejoran materialmente debido a nuestro compromiso con los principios utilitarios, nuestra mayor felicidad a menudo no se registra como significativa. El irrefrenable "¡No!" De Mill puede escucharse claramente en aquellos a los que llamo "salienses [exiteers]", el creciente número de personas que, a pesar de sus diferencias ideológicas, comparten un deseo de salir del sistema, a veces con un estallido. El irreprimible '¡No!' Persigue incluso vidas cómodas en forma de ansias persistentes silenciadas por un flujo constante de drogas y distracciones. Cuando nos vemos en términos de utilidad, como observó Jean-Paul Sartre mucho antes de Facebook y Twitter: ”El infierno son los otros”.
El problema con nuestro intento de jugar a ser Dios es que nos divide en solucionadores y problemas, mercadólogos y consumidores, biotecnólogos y pacientes, animadores y entretenidos, administradores y sujetos, elites y deplorables, dioses y bestias, cuando deberíamos ser trabajadores, ejecutores, cuidadores, artistas, profesores, estudiantes y ciudadanos: roles que implican una apertura al riesgo y la vulnerabilidad.
La visión utilitaria del problema del mal está correcta a medias. El sufrimiento finalmente supera nuestros objetivos y creencias. Afirmar lo contrario es cruel. Pero está mal pensar que el problema del mal deja de lado a Dios o la bondad de la naturaleza. Cuando nos negamos a aceptar una dimensión fundamental del sufrimiento, sufrimos peor. Hay un inmenso misterio en el corazón del ser humano: la paradoja de oponerse y aceptar el sufrimiento. Abandonar cualquier lado de la paradoja es el problema real del mal.
Las mejores cosas en la vida nos llevan al misterio. Piense en el arte, que al evocar nuestras tragedias nos llena de alegría. Piensa en el humor, que al registrar nuestras humillaciones nos hace reír a carcajadas. Piensa en el perdón, que nos permite juzgar y ser juzgados sin destruir nuestras relaciones. Piensa en la libertad, que al abrirnos al error da peso a nuestras vidas. Aunque estos misterios no excluyen la creencia en el progreso, no subordinan todas nuestras energías a él. A menudo pueden ser inútiles para la mejora material, pero su inutilidad es extremadamente útil para una vida llena de sentido.
Aquí hay otra ironía: lo que primero sacó a Mill de su depresión inducida por el utilitarismo fue un acto de sufrimiento. Al leer el relato de un historiador que hubo perdido a su padre de niño[1],Mill comenzó a llorar, y el hecho de estar llorando lo llenaba de felicidad: "Ya no me sentía desesperado: no era un palo y piedra"[2].
Luego, exploró la poesía romántica, que alimentó el ecosistema de su interioridad. Al agregar una dimensión afectiva a los proyectos de su vida, la literatura reveló un nuevo horizonte de valor, uno atraído por la paradoja del sufrimiento.
Lo que es más importante, Mill se enamoró, de una mujer casada. Después de la muerte del esposo de Harriet Taylor, Mill irónicamente observó: '[A mí] me fue concedido derivar de ese mal mi bien mayor'. No solo su eventual esposa poseía el vigor intelectual que Mill admiró en su padre, ella encarnó la poesía que nunca obtuvo de su educación: 'Lo que era abstracto y puramente científico era generalmente mío; el elemento propiamente humano proviene de ella "[3].
Mill intenta filosóficamente resolver la paradoja del sufrimiento argumentando que los bienes superiores, como el amor y la literatura, en última instancia son más satisfactorios que las formas básicas de placer. En cierto sentido, eso es cierto. Pero los términos de esta satisfacción ya no son utilitarios; tienen más que ver con la aventura, la belleza, incluso con la santidad. Como dice el filósofo político Michael Sandel en su libro Justicia: ¿Qué es lo correcto? (2009): "Mill salva al utilitarismo de la acusación de que [éste] reduce todo a un cálculo crudo de placer y dolor, pero solo [lo hace] al invocar un ideal moral de dignidad humana y personalidad independiente de la utilidad misma".
Deberíamos ser cautelosos con la Religión de la Humanidad, porque la subordinación de nuestras vidas a la utilidad las ahueca. Pero tenemos mucho que aprender del feroz deseo de Mill de agregar poesía al progreso. Redescubramos la paradoja de que George Herbert, uno de esos poetas excluidos de la educación de Mill, se expresó hábilmente en 1633:
I will complain, yet praise; I will bewail, approve: And all my sowre-sweet dayes I will lament, and love.
[Me quejaré, pero alabaré; Voy a llorar, aprobar: Y todos mis días jurados y dulces Me lamentaré y amaré.]
Sin bienes que exploten el utilitarismo y abiertos al misterio del sufrimiento, incluso la vida más feliz es miserable.
Siete formas de ver el sufrimiento sin sentido de Scott Samuelson se publica ahora a través de The University of Chicago Press.
1688 Palabras Traducido por L. Miguel Aucatoma Junio 2018 Articulo Original
Notas de la traducción
[1] Cuando, sin embargo, no había transcurrido más de la mitad de ese lapso de tiempo, un pequeño rayo de luz irrumpió en mi penumbra. Estaba leyendo, accidentalmente, "Mémoires" de Marmontel, y llegué al pasaje que relata la muerte de su padre, la angustiada posición de la familia y la repentina inspiración por la que él, entonces un simple niño, sintió y les hizo sentir que lo haría: “ser todo para ellos”, supliría el lugar de todo lo que habían perdido. Una vívida concepción de la escena y sus sentimientos se apoderó de mí, y me conmovió hasta las lágrimas. A partir de este momento mi estado se hizo más ligero. La opresión del pensamiento de que todo sentimiento estaba muerto dentro de mí, se había ido. Ya no estaba desesperado: no era un palo y piedra. Todavía tenía, al parecer, algunos de los materiales de los cuales todo el valor de carácter y toda la capacidad de felicidad están hechos. [Autobiografía por John Stuart Mill (1873) – Capítulo 5] Volver
[2] "Stock and stone" es una frase fija en inglés, desde la traducción de Ælfric de la Biblia alrededor del año 1000, al hablar de ídolos de madera y piedra. Esos emparejamientos aliterativos memorables son comunes en la poesía tradicional y la narración de cuentos: palos y piedras, banquetes o hambrunas, y en el siglo XIX los escritores ingleses con una inclinación arcaica comenzaron a usar palo y piedra como una especie de merismo topográfico. para significar "todo tipo de terreno": bosques y roca desnuda.Volver
[3] [Autobiografía por John Stuart Mill (1873) – Capítulo 7]Volver
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looybasnight · 6 years
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Los Sin Cara
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Marcel Schwob
Los recogieron a los dos, el uno junto al otro, sobre la hierba quemada. Sus ropas habían volado en jirones. La conflagración de la pólvora había borrado el color de los números: las placas de metal blanco estaban pulverizadas. Se habría dicho dos trozos de pasta humana. Pues el mismo fragmento afilado de chapa de acero, silbando oblicuamente, les había llevado la cara, de manera que yacían sobre las matas de hierba como un doble tronco de cabeza roja. El médico ayudante que los amontonó en el coche  los recogió sobre todo por curiosidad; en efecto, el caso era singular. No les quedaba ni nariz, ni pómulos, ni labios; los ojos se les habían salido fuera de las órbitas destrozadas, la boca se abría como un embudo, agujero sangrante con la lengua cortada que vibraba y se estremecía. Imposible imaginar visión tan extraña: dos seres de la misma estatura, y sin cara. Los cráneos, cubiertos de pelo ralo, llevaban dos placas rojas, cortadas de forma simultánea y semejante, con huecos en las órbitas y tres agujeros por la boca y la nariz.
En la ambulancia recibieron los nombres de Sin Cara n.° 1 y Sin Cara n.° 2. A un cirujano inglés, que hacía el servicio como voluntario, le sorprendió el caso y se interesó por él. Curó las heridas y las vendó, dio puntos de sutura, realizó la extracción de las esquirlas, modeló aquella papilla de carne, y de ese modo construyó dos gorras cóncavas y rojas, pero perforadas, idénticamente en el fondo, como cazoletas de pipas exóticas. Colocados en dos camas, el uno junto al otro, los dos Sin Cara manchaban las sábanas con una doble cicatriz redonda, gigantesca y sin sentido. La eterna inmovilidad de aquella herida tenía un dolor mudo: los músculos quebrantados no reaccionaban siquiera en las costuras: el terrible impacto había aniquilado el sentido del oído, hasta el punto de que la vida solo se manifestaba en ellos por los movimientos de sus miembros y por el doble grito ronco que saltaba a intervalos entre los paladares abiertos y sus temblorosos muñones de lengua.
Sin embargo, ambos se curaron. De forma lenta y segura aprendieron a dirigir sus gestos, a extender los brazos, a recoger las piernas para sentarse, a mover las endurecidas encías que aún revestían sus mandíbulas cimentadas; disfrutaron de un placer, que se reconoció por sonidos agudos y modulados, pero sin poder silábico: fue el de fumar unas pipas a cuyas boquillas se habían pegado unas piezas ovaladas de caucho para que llegasen a los bordes de la cicatriz de su boca. Acurrucados bajo las mantas, aspiraban el tabaco; y los chorros de humo brotaban por los orificios de la cabeza: por el doble agujero de la nariz, por los pozos gemelos de sus órbitas, por las comisuras de las mandíbulas, entre los esqueletos de sus dientes. Y cada salida de la bruma gris que surgía entre las grietas de aquellas masas rojas era saludada por una risa sobrehumana, cloqueo de la campanilla estremecida, mientras que el resto de la lengua chapoteaba débilmente.
En el hospital se produjo una conmoción cuando una mujercita sin sombrero fue llevada por el interno de servicio a la cabecera de los Sin Cara, y miró al uno y al otro con una expresión aterrorizada; luego prorrumpió en llanto. En el despacho del médico jefe explicó, entre sollozos, que uno de aquellos dos debía ser su marido. Figuraba entre los desaparecidos; pero aquellos dos heridos, que no tenían ninguna seña de identidad, estaban en una categoría particular. Y tanto la altura como la anchura de hombros y la forma de las manos le recordaban sin menor duda al hombre perdido. Pero se hallaba en una perplejidad terrible: de los dos Sin Cara, ¿cuál era su marido?
La mujercita era realmente encantadora: su vestido barato le moldeaba el pecho; y debido a su pelo recogido a la china, tenía una dulce cara de niño. El dolor ingenuo y la incertidumbre casi risible se mezclaban en su expresión y contraían sus rasgos como los de una niñita que acaba de romper un juguete. De manera que el médico jefe no pudo dejar de sonreír; y como era claro hablando le dijo a la mujercita que lo miraba de reojo:
–Bueno, llévate a tus Sin Cara, probándolos los reconocerás.
Al principio ella se escandalizó y debió la cabeza, con un rubor de niña avergonzada; luego bajó los ojos y miró una tras otra las camas. Los dos cortes rojos saturados seguían descansando sobre los almohadones, con esa misma ausencia de sentido que los convertía en un doble enigma. Se inclinó hacia ellos; habló al oído de uno, luego del otro. En las cabezas no se produjo ninguna reacción –pero las cuatro manos sintieron una especie de vibración– sin duda porque aquellos dos pobres cuerpos sin alma sentían vagamente que a su lado había una mujercita muy encantadora, con un olor muy suave y modales absurdos y exquisitos de bebé.
Todavía dudó durante un rato, y terminó pidiendo que tuvieran a bien confiarle a los dos Sin Cara durante un mes. Los trasladaron en un gran coche acolchado, siempre al uno al lado del otro; la mujercita sentada enfrente, lloraba sin cesar con lágrimas ardientes.
Y cuando llegaron a la casa, para los tres empezó una vida extraña. Ella iba eternamente del uno al otro, espiando una indicación, esperando una señal. Acechaba aquellas superficies rojas que ya nunca más se moverían. Miraba con ansiedad aquellas enormes cicatrices cuyos costurones iba distinguiendo poco a poco, como se conocen los rasgos de las caras amadas. Examinaba a uno tras otro, lo mismo que se contemplan las pruebas de una fotografía, sin decidirse a escoger.
Y poco a poco la inmensa pena que le encogía el corazón al principio, cuando pensaba en su marido perdido, terminó por fundirse en una calma indecisa. Vivió como una persona que ha renunciado a todo, pero que sigue viviendo por costumbre. Las dos mitades destrozadas que representaban al ser querido, no se reunieron nunca en su cariño; pero sus pensamientos iban regularmente del uno al otro, como si su alma hubiera oscilado como un péndulo. Miraba a los dos como sus «maniquís rojos», y ellos fueron las grotescas muñecas que poblaron su existencia. Fumando sus pipas sentados en sus camas, en la misma actitud, exhalando los mimos torbellinos de vapor y lanzando simultáneamente los mismos gritos inarticulados, se parecían más a dos gigantescos títeres traídos de Oriente, máscaras sangrientas venidas de ultramar, que a seres animados por una vida consciente y que habían sido hombres.
Eran «sus dos monos», sus hombrecillos, sus dos mariditos, sus hombres quemados, sus cuerpos sin alma, sus polichinelas de carne, sus cabezas agujereadas, sus cholas sin cerebro, sus rostros de sangre; arreglaba a uno tras otro, les hacía la cama, les bordaba las sábanas, les mezclaba el vino, les partía el pan; los hacía caminar por el centro de la habitación, uno a cada lado, y los hacía saltar sobre el piso.; jugaba con ellos, y, si se enfadaban, los separaba con la mano. Bastaba una caricia para que estuvieran a su lado, como dos perros falderos; si su gesto era duro, permanecían agazapados, como animales arrepentidos. Se le acercaban pidiéndole dulces; ambos poseían unas escudillas de madera en las que periódicamente hundían sus máscaras rojas con alegres alaridos.
Aquellas dos cabezas ya no irritaban a la mujercita como antes, ya no la intrigaban a la manera de dos caretas rojas colocadas sobre unas caras conocidas. Decía de ellos: «Mis peleles están acostados; mis hombres pasean». No comprendió que vinieran del hospital a preguntar con cuál se quedaba. Fue una pregunta absurda: era como si le hubieran exigido que cortase a su marido en dos. Con frecuencia les reñía como las niñas a sus muñecas malas. Decía a uno: «Mira, pequeñín, tu hermano se ha portado mal, es malo como un mono –le he puesto de cara a la pared; y no levantaré el castigo si no me pide perdón». Luego, con una risita, daba la vuelta al pobre cuerpo, suavemente sometido a penitencia, y le besaba las manos. También les besaba a veces sus horribles costurones, y acto seguido se secaba la boca, apretando los labios, a escondidas. Y enseguida se reía a carcajadas.
Pero poco a poco fue acostumbrándose más a uno de ellos, porque era más dulce. Fue inconsciente, desde luego, pues había perdido toda esperanza de reconocimiento. Lo prefirió como a un animal favorito, al que se acaricia con más placer. Lo mimó más y lo besó con más ternura. Y el otro Sin Cara se fue poniendo triste, también poco a poco, al sentir a su alrededor menos presencia femenina. Permaneció replegado en sí mismo, acurrucado a menudo en su cama, con la cabeza entre los brazos, parecido a un pájaro enfermo. Se negó a fumar; mientras, el otro, ignorante de su dolor, seguí aspirando el humo gris que exhalaba con gritos agudos por todas las grietas de su máscara púrpura.
Entonces la mujercita se ocupó de su marido triste, pero sin comprenderlo mucho. Él movía la cabeza reclinada en su seno sollozando con el pecho; una especie gruñido ronco le recorría el torso. Fue una lucha de celos en un corazón oscurecido por la sombra; unos celos animales, nacido de sensaciones con recuerdos confusos tal vez de una vida anterior. Ella le cantó canciones de cuna como a un niño, y lo calmó posando sus manos frescas en su cabeza ardiente. Cuando lo vio muy enfermo, de sus ojos risueños cayeron gruesas lágrimas sobre la pobre cara muda.
Pero pronto sintió una punzante angustia porque tuvo la vaga sensación de gestos ya vistos en otra antigua enfermedad. Creyó reconocer movimientos familiares en el pasado; y la posición de las manos demacradas le recordaban confusamente otras manos semejantes, amadas anteriormente, y que habían rozado sus ropas antes del gran abismo abierto en su vida.
Y los lamentos del pobre abandonado le laceraron el corazón; entonces, con incertidumbre anhelante, contempló de nuevo aquellas dos cabezas sin caras. No fueron más que dos muñecos de color púrpura – pero uno fue el extraño – el otro quizá la mitad de ella misma. Cuando el enfermo murió, se despertó de toda su pena.
Creyó realmente que había perdido a su marido; corrió, llena de odio, hacia el otro Sin Cara, y se detuvo, presa de su piedad infantil, ante el miserable maniquí rojo que fumaba alegremente, modulando sus gritos.
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En Cuentos completos, Corazón doble, Marcel Schwob, Edición y traducción de Mauro Armiño. Páginas de Espuma, Barcelona, 2015.
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looybasnight · 6 years
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¿No nos hemos visto antes?
Sobre los doppelgängers y la percepción
Jordan Suchow Científico cognitivo que estudia la visión, el aprendizaje, la memoria y la tecnología en la Universidad de California, Berkeley.
En 2015, Niamh Geaney, una mujer irlandesa de 28 años de edad, fue abordadoa por una compañía de producción de TV para participar en una competencia inusual: una carrera para encontrar su extraña gemela (twin stranger), una extraña que luzca exactamente igual que ella. Dentro de las dos semanas de búsqueda en redes sociales y cualquier otro medio disponible, ella había encontrado su viva imagen, Karen Branigan, from Dublin. Luego ella encontró otra coincidencia, Luisa Guizzardi, de Génova. Y luego otra, Irene Adams, de Aligo. Cuatrillizas idénticos en apariencia, pero que en realidad no estaban relacionadas.
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Geaney no es la única persona en encontrar un doble exacto en imagen en un lugar improbable. La abundancia de doppelgängers, parecidos a las celebridades y dobles encontrados en las obras de arte, apuntan a la misma posibilidad inquietante: en algún lugar del mundo existe una persona que se ve exactamente igual a ti. Si tomas esto como un insulto a tu unicidad o un testimonio de nuestro ser colectivo, ya depende de ti. De cualquier manera, la historia de la individualidad no termina allí, debido a las razones por la que estas nociones de semejanza facial a menudo se pasan por alto: las personas varían en sus capacidades de reconocimiento visual, y estas variaciones determinan en parte cuán similares nos parecen otros.
En un extremo tenemos a las personas con prosopagnosia, o ‘ceguera de rostros’. Presentando a una persona con prosopagnosia una fotografía, y se encontrará que puede responder a un diverso rango de preguntas acerca de la persona en la fotografía, desde el color de cabello a las emociones expresadas. Pero pídale que identifique a esa persona, y ella tendrá problemas, ya sea que la foto represente a una celebridad, a un amigo cercano o incluso a ella misma. En el otro extremo están los "súper reconocedores", cuya capacidad para detectar caras es tan extraordinaria que viene con su propia variante de problema social: ver personas que reconoce en todas partes, incluso si la vió pasar brevemente en el metro hace varios años. La mayoría de nosotros cae en un punto intermedio, capaz de reconocer cientos o miles de individuos, pero no a todos.
Las personas también varían en su capacidad para reconocer tipos particulares de rostros o personas particulares. Por ejemplo, los psicólogos han estudiado el efecto de la segregación racial, que hace que las personas que se ven diferentes de quienes nos rodean sean más difíciles de distinguir. O considere el caso de gemelos idénticos, que son típicamente indistinguibles para todos excepto para un puñado de amigos y familiares que han adquirido la capacidad de diferenciar a los mellizos mediante la experiencia. Para las personas fuera de ese núcleo, incluso aquellos que tienen en su entorno otros gemelos propios, los ven tan similares como dos personas podrían serlo. Pero para sus padres, que tienen mucha exposición y toda la motivación en el mundo para distinguir confiablemente a los gemelos, son únicos. Cuando razonamos de acuerdo a la similitud entre rostros, los investigadores en percepción de rostros apelan al concepto de ‘espacio de rostro (face space)’. Como una comparación, piense cómo la ubicación de un objeto se puede describir como un punto en el espacio físico tridimensional. Puede hacer lo mismo con un objeto mental, como una cara, al describir su posición en un espacio abstracto multidimensional de características y propiedades percibidas. Cada punto en el espacio se asigna a una cara. Los puntos cercanos corresponden a caras que se ven similares, mientras que los puntos distantes representan caras que parecen diferentes.
Esta descripción del espacio de puntos de rostros humanos aparentemente no es toda la historia. El poeta Walt Whitman dijo que contenemos multitudes. Tambien transmitimos multitudes. Entre el envejecimiento, el sonrojo, el teñido, la dieta, la calvicie, el bronceado, la sonrisa, el sudor, las cicatrices, el afeitado, el piercing, el exfoliante, el botox y el photoshop, la apariencia de una persona cambia considerablemente con el tiempo. La identidad visual, entonces, no está definida por una sola apariencia, sino por muchos, formando una nebulosa trayectoria a través del espacio del rostro. Quienes deseen reconocernos deben hacerlo a pesar de estos cambios. Y, por lo general, lo hacen.
En este contexto, el aprendizaje visual se puede considerar como la deformación activa del espacio facial en respuesta a las demandas del entorno visual de una persona. Cuando ese entorno requiere que una persona haga distinciones finas dentro de una región estrecha del espacio de la cara, el sistema visual de la persona se adapta, lo que da como resultado una deformación del espacio de la cara. El entorno que enfrenta un padre criando gemelos, por ejemplo, hace que el sistema visual del cuidador separe la cara de sus gemelos, dilucidando ambos como si se tratara de un combate en el espacio de la cara.
Decir que dos pesonas ‘se parecen’ es hacer una sentencia no solo acerca de los otros, sino además de uno mismo. Porque el espacio del rostro es psicológico, cada persona tiene el suyo propio, reflejando sus habilidades de reconocimiento de rostros tanto como la experiencia visual aprendida. Entonces, la similitud percibida en la apariencia siempre refleja tanto al observador como a lo observado. Esta noción ampliada de semejanza complica el concepto de doppelgänger, de alguien que luce igual o del gemelo extraño. Para la persona con prosopagnosia o novato, abundan las semejanzas. Para el super-reconocedor o experto, no hay dos personas que tengan el mismo aspecto.
Entonces, ¿alguien por ahí se ve exactamente como tú? Depende de a qué te refieres con exactamente. Cualquiera que sea nuestra definición revisada de similitud, debe respetar la interdependencia entre el observador y lo observado. Una posible revisión (llamémosla "idéntica0") es que se puede decir que dos personas son idénticas en apariencia si y solo si ninguna persona puede aprender a distinguirlas, incluso con una exposición de por vida. Debido a que esta definición es tan estricta que excluye a los gemelos idénticos, que probablemente se vean tan parecidos como dos personas podrían hacerlo, es poco probable que tenga dos gemelos extraños con idéntica0.
Ampliando algo esa definición, podríamos decir que dos personas tienen una apariencia "idéntica1" si un observador no entrenado pudiera distinguirlas de manera confiable. Las capacidades extraordinarias de los mejores reconocedores de rostros sugieren que es poco probable que encuentres a alguien lo suficientemente parecido como para engañarlos. Expresándolo de mejor manera, podríamos decir que dos personas son 'idéntica2' en apariencia si la persona promedio, no capacitada, no puede distinguirlas de manera confiable. Aquí, la idea de un doppelgänger es al menos plausible.
Las estimaciones de la cantidad de humanos que alguna vez vivieron en la Tierra ponen el número en 100 mil millones más o menos. Esto significa que por cada extraño que has confundido brevemente con un amigo, o cada celebridad con otra, hay decenas, cientos, tal vez incluso miles de personas más que, si los conoces, parecerían incluso más similares. En algún lugar, quizás en otro lugar y en el tiempo, hay una persona cuya apariencia es tan similar a la tuya que la persona promedio no entrenada no podría distinguirlo: este sería su gemelo idéntico.
1221 Palabras Traducido por L. Miguel Aucatoma Mayo 2018 Articulo Original
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looybasnight · 6 years
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looybasnight · 6 years
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The idea of domination, a draft view from Emerson, Horkheimer, and Adorno
When we read the first part of “Dialectic of Enlightenment” from Horkheimer and Adorno, and center our attention to idea of domination, we have to link our analysis to the main problem that they try to address, and this can be achieve facing the questions: first, how people not able to rebel against the oppression (and indeed the oppressor)? And why people participate in their own control? These two main concepts guide us on the path to search the roots of domination and how these main ideas were present in other thinkers.
 Let's take the case of R.W.Emerson. In his essay “Self-Reliance”, Emerson stands more firmly within the basic Enlightenment project than outside of it, and Horkheimer and Adorno consider Enlightenment is the fact that conducts to domination.  When R.W.Emerson wrote in his essay Self- Reliance: “To believe your own thought, to believe that what is true for you in your private heart is true for all men, -- that is genius” [1], he had an idea of knowledge as constructed by human minds, and he rejects another kind of origin of knowledge. At the same time, he attaches the human knowledge as divine truth. “Whoso would be a man must be a nonconformist. ...No law can be sacred to me but that of my nature” [1]. Those main ideas exposed here, show how J. W. Emerson indicate us how we can act as an agent who shows inner power for control of others using self-reliance and debunk religion or magic because ourselves contains the genius.
When Emerson write “Every true man is a cause, a country, and an age; requires infinite spaces and numbers and time fully to accomplish his thought; -and posterity seem to follow his steps as a procession” [1], we could understand that as a process that would conduct to tyranny, but Emerson, avoid that if we are able to act using virtue. For Horkheimer and Adorno, this is possible, because the tyranny thinks his cause is rational.
For Horkheimer and Adorno, the Enlightenment makes the human subject the replacement for God, getting rid of the transcendental dimension and becomes the agent that gives commands and decide what will happen. For Emerson, it is true that he wants that the human subject replaces the divinity with a serious recognition of ourselves, however, he wants the man to transcend using in this act, the virtue: “Virtue is the governor, the creator, the reality. All things real are so by so much of virtue as they contain” [1]. That firm position of transcendental dimension in Emerson avoid overall domination.
 For Horkheimer and Adorno another of the means that allow domination is technology “…it aims to produce neither concepts, nor images, nor the joy of understanding, but the method of exploitation of the labor of others. What human beings seek to learn from nature is how to use it to dominate wholly both it and human beings. Nothing else counts” [2]. However, if we extract thoughts about technology in Emerson work, we can observe that Emerson adverts us about its risks: “What pretty oracles nature yields us on this text in the face and behavior of children, babes, and even brutes. That divided and rebel mind that distrust of a sentiment because our arithmetic has computed the strength and means opposed to our purpose, these have not” [1]. This is the idea that technology will overpower how we perceive the world due to its appealing mathematical exactness and that sentiment will become distrusted. Here Emerson indicates he is concerned that arithmetic (a form of technology) is opposed to our purpose, technology has to ability to alter the way we observe our surroundings and the way that defines our essence or truth.
 In conclusion, the how and why human falls into domination, for Horkheimer and Adorno trace back to Enlightenment working against human beings, using the knowledge that own human beings achieve, and discarding everything that not fitting into their paradigm. Emerson was close to this tradition (the Enlightenment) in some aspects, because he considered knowledge should be constructed only by human minds, attached the human knowledge as a divine truth, Emerson, also traces the path for use the knowledge as tool for change the environment, and he outlined the way that a man would be fall in tyranny, nonetheless, Emerson believe in transcending of human being once the human being is authentic and free of manipulations, the key is virtue. In this sense, he opposes to domination.
Emerson is quite difficult to fit into a discussion of 'domination'.
References [1] Self-Reliance - J.W. Emerson [2] Dialectic of Enlightenment - Horkheimer and Adorno
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looybasnight · 6 years
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El problema radica en la estructura de nuestra mente: no aprendemos reglas sino hechos, y sólo hechos.
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looybasnight · 6 years
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Prisioneros del tiempo
Tenía que ser de acero y no un simple metal, una aleación, mestizo como su origen, de esos pocos que se mantuvo fiel a su verdadera amante, ese monógamo de las cuerdas y de lo intangible. Con oportunidades que parecían nulas, pero buscándolas siempre donde se pueda.
Más de una ocasión cuando los festejos o penas me llevaron a un bar, a veces solo y muy pocas acompañado de los mismos de siempre. Aquellos de los que debería alejarme según recomendaciones bien intencionadas porque son mala influencia y me han provocado perderme en las calles durante las revelaciones que el abuso de cerveza daban como resultado dejar salir el que yace latente y aún tiene ideales de cambiar el mundo, pero que debido a mis heridas profundas y principalmente auto infringidas callan al ser para que yo sea parte del flujo correcto de vagar la mediana edad.
Ya sin gloria, los acordes de guitarra y ciertas bandas del pasado que quiero creer cercano todavía, mantienen en suspensión (in)animada al pseudo ser que quiso dejar huella. Y creo que así se mantendrá latente para despertar de rato en rato y no entregarme a esta zombi realidad de  pasmarse ante pantallitas autoritativas y preferir conversar largos ratos cara a cara.
El mundo estaba ahí afuera, entre risas e hipótesis seducido por esos sonidos de los anónimos y aquel guitarrista se negaba a ser solo uno más y aun en el bar más pop o en el escenario más under se mantenía real e inalterable. Esa cualidad que nunca aprenderé.
Despechado de mi suerte como adulto, o de la monotonía del trabajo llegué con el puñado de amigos al cajero automático al lado de una pizarra q anunciaba al artista. Y sin palabras, solo con todas las  certezas, apoyamos sin mediar palabra permanecer ahí hasta presenciar su show.
La espera de manera muy lógica a la situación se ejecutó embotijando más nobles lúpulos al organismo y de manera hipnotizante la invitación llego con la introducción de Highway Star.
A trompicones y con el estado “payasistico” que causa la acumulación de los lúpulos (porque uno es inmune al alcohol recuerden) sucede que con los compinches nos materializamos lo más al frente del minúsculo escenario mostrando la seña magistral asociada al rock y haciendo guitarras en el aire.
Los gritos altos se consideran obligatorios según algunas personas, así que, aunque no puedas cantar, puedes aullar.
Tal conexión duró durante todo el espectáculo y una a una fueron devoradas las melodías, sin duda las de tono más nostálgico fueron las de propia autoría del guitarrista, su alma instrumental hacia que nuestras emulaciones de instrumentos sean placebos musicales y estén a la altura del grande. Fuimos parte de esa minúscula tarima y el artista nos incitaba a que acompañemos sus entonaciones. En nuestra mente se ajustaban perfectamente a sus notas y éramos tan rock stars como él.
Para no parecer ridículos, alguno de nosotros hizo las veces de bajo, pero la guitarra fue y siempre será la parte más divertida, éramos los cuatro en el escenario y una groupie que se añadió al festejo. Reventados de emoción fuimos parte de esa bandada de acero y hubo tanta euforia que aquello de ridículo tomó otra dimensión, talvez aquella en la que vagaba el roedor de un álbum de su otrora época.
Al final y convencido que los giros del concierto nos marearon optamos por acercarnos y agradecer al guitarrista principal y ahí es cuando confirme cuán grande en realidad se llega a ser cuando te entregas a un público así sea un millón de cabezas o un puñado ínfimo de ebrios desorientados. Caminó hacia nosotros, estuvo a nuestro lado bromeando, compartió un brindis por mejores tiempos, nos felicitó por la espontaneidad, y para que quede atado ese instante espacio-temporal a un conjunto de pixeles me ofrecí a presionar el botón de la cámara del teléfono celular y mi amigo abrazado de aquel gran ser humano quedó atrapado en bits.
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Hace poco sacó aquel recuerdo de su repositorio virtual.
Aquella memoria, porque la noticia de su muerte nos despertó a un lunes de invierno con mucho sol en una ciudad en medio de un sitio que se niega a no ser conocido, como se negó Hittar y su guitarra a dejar que los nuevos tiempos consumieran su vocación sin dejar huella. Acá se aplastan sueños inesperadamente pero hay euforias sinceras, pequeñas, profundas, que evitan que se acaben del todo, que evitan la locura del limbo a toda costa.
Un haiku, no supe como más despedirte:
“Sol en invierno
Una guitarra se calla
Ansío lluvia“
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looybasnight · 7 years
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Live at Cinema (Pt.1)
Era algo que nunca lo había hecho, asistir a presenciar magnos documentales de bandas musicales, los que no son solo documentos fílmicos sino que tienen mucho componente de la emoción por la grabación de los conciertos, tal experiencia no me dejó decepcionado en absoluto y me da  nuevas perspectivas del universo q esperan transmitir los antiguos dioses musicales del mundo que permanentemente redescrubro.
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Y digo antiguos porque Gilmour pertenece a una época de un rock esencial y poderoso, su fuerza, su talento es el  resultado de la destilación de una era de completa experimentación, giro, explosión sensorial y novedad. Y su impecable acto de retorno al sitio de esa otrora temporalidad lo eleva al nivel de iluminado ante estos nuevos tiempos que son resultado de la aberrante repetición de fórmulas.
Y aunque uno no puede dejar de enterarse por ese mismo acto de inundaciones de datos de la época que nos ocupa, de la maquinaria que Pink Floyd hace por mantener reediciones que aumenten el flujo de regalías activo y otras tantas controversias que más ocupan el plano de chisme, pero que no pueden dejar nunca lleguen a mellar y menos aún desmerecer el talento que contagia a tantos, años posteriores a su consagración y que en esos mismos períodos atraigan más y más adeptos. Ante eso cabe preguntarse el papel que tiene el artista, una suerte de  vivir en esa vorágine que desataron y siempre bajo sus propios lemas, siendo fieles a sus preceptos hasta consumirse y consumirnos.
Así fue como este talentoso dios antiguo de la música, legó su herencia y me llenó de asombro, esto quizá por su omnipresencia sea dentro de su banda original —es innegable (incluso cayendo en el cliché) el recuerdo del viaje de último año de escuela en el que en medio de la primera noche lejos de mis padres escuchaba como la cinta de un cassette giraba lanzando en los parlantes del autobús el estribillo contra la educación de la canción más conocida (al menos en este lugarcillo del mundo) de los Pink Floyd— así como en los solos de sus nuevas presentaciones.
Luego fue descubrir años más tarde en la Universidad que cada miembro de la banda tenía un arte profundo que compartir y que sin duda Gilmour (sin desmerecer a los demás) llevaba una esencia en su guitarra que hacía que lo escuche por horas. Icónicas letras que fui asimilando, pero que se impregnaban por ese lenguaje de guitarra y las hacia coincidir con actos de la reciente etapa finalizada de colegio.
Yo dedicaba “Wish You Were Here” a algo y no alguien en sí, a eso que perdí al salir del colegio, o lo que pensé que tuve y solo fue pura nostalgia o invento, talvez a la propia juventud quemeimportista que me hizo rechazar con rebeldía la vida militar que sentí impuesta.
 Por esa misma razón, el inicio lírico de esa otra canción que dice muy adecuadamente ’Remember when you were young, you shone like the sun’ calzaba de modo muy perfecto segunda parte de mis añoranzas de secundaria. Es extraño como uno se siente durante los cambios, esa vez era la nueva Universidad y ya me sentía viejo para las cosas del colegio, hoy al narrar estos actos los veo como una luz cada vez más preciada, pero la esperanzas (reales o no) de este nuevo siglo le hacen a uno negarse a envejecer, porque se da cuenta que en todo ese tiempo no pudo ir a un concierto así de magnifico y no había al menos el recurso de escaparse a una sala de cine para su proyección, y de pronto uno siente que puede ser posible existan cosas que cree haberlas hecho pero que en realidad no pasaron o talvez si sucedieron quiere uno renovarlas como actualizaciones de software muy acorde al “versionamiento” del ser que ahora se impone.
 No tuve muchos amigos en el colegio, pero creo que los que no lo eran, tenían un sentimiento de no hacerme daño a pesar de que siempre reflejaba mi anhelo de aprender que tal vez se podía interpretar como ñoñez y que en esa epoca se perseguía de modo más cruel pero no tan televisado como ahora; sin embargo una frase ingeniosa, talvez parte de un verso  y más de una canción traducida servía para que el típico abusón-payaso-pesado logre la atención de la delicada jovencita de tercer o cuarto curso dedicándosela, eso y que de pronto logré un estirón y ya con los altos no se metían.  Y yo, salía librado y hasta me atreví decir, respetado. El conocimiento no fue tan malo después de todo, pero creo que lograr perspicacia con lo que aprendía  era lo mejor. Y claro, tambien por aquello recibía la atención de las jovencitas, hasta me viene a la mente la vez que le robé la conquista a mi primo por “escribir bonito”, sin embargo en es primera epoca púber, mi timidez hacia que se alejen y me quede despotricando contra el mundo. Ahí restaba decir:
Your pride has never been stolen
Not yet, not yet, one of these days
Talvez nada de contexto con lo que Gilmour (y compañía)  debieron planear para tales canciones pero los recuerdos en la sala de cine venían adaptados a ese modo, al salto hacia la Universidad cuando escuchaba sus discos y las iba adaptado para las hazañas de la secundaria, un sueño dentro de otro sueño, como casi siempre adapto la música a mis propias vivencias. Por eso quería aplaudir y gritar como si fuese el mismísimo concierto y no un teatro de películas que al parecer requiere otra compostura como los otros acompañantes de esa noche así lo entendían y evidenciaban en su compostura que no quise comprender del todo.
O talvez los nuevos seres (que me resultan tan extraños como yo puedo ser para ellos)  que se sentaban a ver magno evento aún procesaban esta inyección de emotividad que es la música de Gilmour y por eso no reaccionaban del modo escandaloso que estuve haciéndolo. Talvez así reaccioné al escucharlo con paciencia aquella primera vez para ir almacenando y pintando las paredes de mis recuerdos con su poderío sonoro.
Al cierre de esa primera experiencia cuando la letra decía:
There is no pain you are receding
A distant ship, smoke on the horizon
You are only coming through in waves
Your lips move but I can’t hear what you’re saying
Me moví mentalmente al año en que me quedé dormido en medio del día y desde el cuál pienso que aún no despierto y esto sigue siendo un sueño, no tenía fiebre esa vez pero la sensación permanece:
When I was a child
I caught a fleeting glimpse
Out of the corner of my eye
I turned to look but it was gone
I cannot put my finger on it now
Sin embargo la añoranza de las canciones en el bus del viaje escolar, la forma hasta cursi de escaparme de las pesadas bromas de los sabidos y todo el viaje introspectivo fuera del colegio me despertó cuando en el impecable sonido envolvente retumbaba con:
The child is grown
The dream is gone
I have become comfortably numb
Al final de un solo magnifico de guitarra me hizo explotar en aplausos en medio del canguil que los otros se llevaban mecánicamente a la boca y aseguraba con ese acto que todos mis recuerdos pugnen para evitar convertirme también en ese cómodo insensible.
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© David Gilmour
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looybasnight · 7 years
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Escabullido
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looybasnight · 7 years
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looybasnight · 7 years
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Pep
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looybasnight · 7 years
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Esquivar el golpe
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Se cumplen 20 años de ese gran disco de Radiohead, y es de hecho uno que tiene cada canción con un aire de reflexión, depresivo, extraño. Tenía 14 años, me enamoraba fácil y profundamente, siempre no correspondido, siempre silencioso y ahí esas canciones que llegaron por esa señal del que antiguamente era la señal abierta de MTV, y yo atrapando la señal con un televisor blanco y negro que sintonizaba los canales con perilla. Un giro, otra forma de escuchar música. En las fiestas del colegio que nunca podía ir, sonaban El General o Sandy-Papo, y por toda la influencia de ese entonces, y mi hermana siempre atenta de los hits, hasta me llegó a gustar un grupo de merengue Ilegales, como creo se llamaba.
Aquellos tiempos, esos años, esa turbulencia. Mi padre aportaba los clásicos  y su Hotel California, o Dust in The Wind, y saltaba de nuevo a su Leonardo Fabio o los Ángeles Negros. Yo hacía lo mío, mutar hacia la juventud. Ni siquiera sabía que se había matado Kurt Cobain y apenas lo había escuchado.
Pero sucedió que en el colegio y lejos de las fiestas de los siempre acaparadores de las pocas chicas, hubo un silencio, una chica redactó también en sus últimas notas la admiración a ese tal Cobain y su banda y llamó a la siempre esperada liberadora en medio de escándalos que involucraban a inspectores de cursos y otros compañeros que se burlaban de su particular forma de ser.
En el colegio militar, de ese entonces no había muchas chicas y uno podía fácilmente reconocerlas a todas. Con ella, con la que partió de ese modo digno de serie de investigación, compartí el primer curso y luego supe muy poco. Ya en ese primer curso recuerdo su manía de usar la cinta adhesiva y apretarse los dedos y la palma de las manos hasta dejarlas en tonos morados por la falta de circulación.
No era, no pertenecía a ninguna subcultura como se llaman ahora, solo estaba ahi en ese particular mundo de aquel entonces.
Aún en su funeral, escuchaba chistes y burlas.
No lo entendía.
Llegue a casa, mis padres no se me acercaron a darme una charla motivadora como se esperaría en estos nuevos tiempos, solo si no mal recuerdo hubo una comida deliciosa y lavé los platos aun cuando correspondía el turno de mi hermana. Más tarde, en medio de la noche, talvez me llegó la conciencia de un pensamiento profundo. Estaba seguro que yo era también diferente y hasta que sería interesante desaparecer de algún modo.
Pero no,
O talvez si,
Moví el dial del televisor de pantalla diminuta y vi un anuncio que me llamó la atención, no sabía que colores tenia y pensé que si se veía en todo su esplendor talvez hipnotizaba. Sin embargo me quede a ver que más, y sonaban canciones, parecidas a las canciones de mi padre, pero después se volvían violentas y rápidas.
Y después esos dibujitos animados del video de Paranoid Android y me quede atrapado, ese acto, su música causaba más hipnotismo que el anuncio.
Y lo repetí otras noches,
 Y otras noches más,
Ya tenía mis canciones favoritas, pero no las pasaban en la radio,
Pasó tiempo, no mucho, y  empezaron  a sonar y repetirse en lazo, decidí ir a la tumba de Wendy. De pronto recordé algo que no me pasó por la mente durante todo ese año.
En la frutería cerca del colegio, ella se acercó y dejo a un lado a su noviecito, un gordito chistoso que no le ponía mucha atención, y me saludó asi con un aire de algo que después y tras mucho reflexionarlo supe era esperanza.
"Yo también soy diferente"
–¡Hola!
–!...!
– Vas caminando a la casa,
–!...!
– No me dices nada..., bueno no importa algún día me debes invitar una torta selva negra aquí – señalando a la frutería –
–…
– Bueno chao,
-¡Chao!
Creo que sonreí o algo que debía acercarse a eso, no esperaba nunca me hablen, menos una chica. El motivo de acercarse de ese modo gira a mí alrededor en esa nube de preguntas que siempre nos acompañan y que se vuelve densa de acuerdo uno va aumentando en edad.
Siempre estúpido, callado, extraviado de este mundo, más estúpido que todo lo demás.
Esta otra nueva noche, con lluvia de fondo, regresé y escuché más de aquel disco de Radiohead en el especial de la radio. Decidí que debía hallar la libertad de otras formas.
Aún no la hallo pero no espero más sorpresas.
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© 1997 No Surprises, Video - OK Computer- Radiohead - Parlophone y Capitol Records
© 2017 Imagen del pie, Carlo Celi
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looybasnight · 7 years
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La Belle Dame sans Merci    Hath thee in thrall!
Johan Keats (Londres, 1795-Roma, 1821)
La Bella Dama Sin Piedad Oh, ¿Qué es lo que te aflige, caballero de armas Solitario y deambulando débilmente? El junco se marchita en el lago Y ningún pájaro canta. Oh, ¿Qué es lo que te aflige, caballero, Tan demacrado y tan lleno de dolor? El granero de la ardilla está lleno Y la cosecha ya ha sido recogida. Veo un lirio en tu frente Con la  agonía de las gotas de febril rocío Y en tu mejilla una rosa que rápida, se desvanece al marchitarse Conocí a una dama en los prados de  completa belleza, una niña de las hadas; Su pelo era largo, su caminar ligero Y sus ojos salvajes Hice una guirnalda para su cabeza Brazaletes también, que la llenaron de fragancias; Ella me miró al hacerme el amor Con dulces suspiros. La senté en mi corcel Y nada más vi durante el resto del día A mi lado ella se recostó, y cantó Una canción de las hadas. Ella me encontró raíces de dulce sabor Miel salvaje y maná del rocío Y en un lenguaje ciertamente extraño dijo- ‘Te amo’ Ella me llevó a su cueva encantada Y allí lloró, y suspiró dolorida, Y allí con cuatro besos cerré sus ojos salvajes.. Y allí me cantó hasta dormirme Y allí soñé – ¡Oh! ¡Maldito sea! El último sueño que  tuve En la pendiente de la fría colina. Vi pálidos reyes, y princesas también, Pálidos guerreros, todos con la palidez de la muerte; Ellos gritaban – ‘¡La bella dama sin piedad Te ha esclavizado!’ Vi sus hambrientos labios en la penumbra Bien abiertos, adviertiendo Y desperté, y me encontré  aquí, En la pendiente de la fría colina. Por eso  me encuentro aquí Solitario, deambulando débilmente, Aunque el junco se marchite en el lago Y ningún pájaro cante.
https://www.youtube.com/watch?v=ZyIKgFXjwDE
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looybasnight · 7 years
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Sniglet
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looybasnight · 7 years
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En 2009, Tim Teeman entrevistó a Gore Vidal para «The Times». Durante la charla, que transcurrió en Londres, el periodista preguntó al escritor si era feliz. «¡Vaya pregunta!», respondió, y acto seguido le dijo con una sonrisa traviesa: «Te contestaré con una frase de Aeschylus: ‘No llames feliz a ningún hombre hasta que muera».
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