Tributo a Ben Stevenson. Noche de #ballet.
Ante todo, más allá de homenajes monárquicos, que no viene al caso ni es de mi interés comentar, bienvenido Stevenson a #Cuba, dónde un público siempre ávido de más cultura agradece las novedades en la escena danzaria, una de las más ricas en el acervo diverso de la nación y llena de calidad que mucho ha impactado a nivel internacional.
El hecho adquiere valor de primavera tras la larga oscuridad de la pandemia. Poder ver a los benjamines del Ballet Nacional, una compañía en profundo proceso de transformación, era otro motivo para agradecer al amigo Héctor, que tuvo la gentileza de facilitarnos las invitaciones.
La noche estuvo plagada de claros - oscuros, y no me refiero a los resultados del juego de luces, bastante bien puestas, sino a los derivados del contraste entre las virtudes por un lado, algunas esperanzadoras, en cuanto a bailarines se refiere, y por otro lado, los desaciertos, compartidos entre las deficiencias técnico-danzarias de algunos bailarines y las coreografías, por momentos bastante simples y monótonas, sobre todo en "Los corceles de la reina" y en "Mozart requiem". Imagino con picardía qué habría comentado Roger Salas sobre el programa de esta noche del 11 de junio de 2022, en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional, ubicado en la emblemática Plaza de la Revolución.
No menciono nombres de bailarines, en primer lugar porque no los conozco. Además, se sabe que a veces el elenco que aparece en el programa impreso puede cambiar cualquier noche por causas imprevistas. Tampoco estamos aquellos años de esplendor cuando las primeras figuras del BNC eran reconocibles desde la última fila del balcón, gracias a su arte y su fuerte y peculiar personalidad en escena. Por entonces, si en el programa habían sido anunciados para un papel, por ejemplo, los nombres de Esquivel, Caridad Martínez, Andrés Williams, Josefina Méndez o más recientemente Sadaise Arencibia o cualquier otra primera figura, y a última hora eran sustituidos por José Manuel Carreño, Rosario Suárez, Carlos Acosta, Loipa Araujo o Viengsay Valdés, el público reconocía el cambio, porque cada uno hacía propio magisterio en sus presentaciones, cada uno era artista intenso y peculiar, con distinguibles dominios técnicos.
Lo cierto es que más de un bailarín o bailarina este sábado si bien se llevó a casa aplausos por buenos haceres, a la par también cargó con errores de principiantes. Y menciono uno: el reiterado y pronunciado temblor, casi parkinsoniano, del brazo de la bailarina que interpretó "Esmeralda pax de deux", cuando en más de una ocasión se apoyó en su pareja para alzar una pierna. Salvo en la puesta en escena de algunas graduaciones de escuelas de nivel medio de ballet,.no recuerdo haber visto algo semejante, mucho menos en el Ballet Nacional de Cuba.
Aún así, y aquí viene la esperanza a animarnos, tal vez a mediano plazo valga la estrategia de la Directora del BNC para poner en el centro del escenario, en roles más empeñarivos, a bailarines qué tal vez deberían ganar más experiencia como corifeos o en el cuerpo de baile, antes de hacerse notar por encima de lo que su incompleta madurez podría aconsejar. Está por ver si dentro de cinco años la compañía nacional está fortalecida, no sólo por su juventud renovadora, sino también en el plano de la deseable excelencia de varias de sus solistas. Mientras tanto, no es grato ver la puesta de una compañía, otrora de primer nivel, plagada de impericias. Eso va mellando el aura de la misma en el imaginario colectivo.
Contar con figuras excelsas no lo es todo para que un cuerpo de ballet sea grande a nivel mundial, como lo fue el BNC en décadas pasadas, pero sin dudas es un pilar clave. Nuestra historia danzaria bien que lo demuestra.
Unas palabras adicionales para un gesto incivil que parece ajeno al arte: la reiterada pr��ctica machista, patriarcal e injusta de ofrecer ramos de flores sólo a las bailarinas, a veces incluso habiendo brillado más el bailarín que la dama. Es increíble que ésto siga ocurriendo en el Ballet Nacional de Cuba. Décadas atrás la exclusión se sustentaba en el dogma de que a los varones no se les podía regalar flores, porque ello era señal delicada de lo femenino, de "debilidad", como si a los hombres les estuviera prohibido gustar de las flores. Hoy, cuando la sociedad cubana está madurando para muchas cosas, incluso para aprobar un nuevo Código de las Familias más inclusivo en el cuidar la justicia para todos, cuando hasta en balances sindicales se conceden flores a los varones destacados, es penoso que en un ambiente cultural como el de la danza perdure un práctica tan indefendible, ni siquiera si la causa responde a escasos presupuestos.
Llevo ya mi comentario al final. Todo debe tener un final, para dar espacio a algo nuevo. Mis opiniones, que no son de experto, ni lo pretenden ser, si no sólo las de un simple amante de la danza, también deben concluir.
Antes de hacerlo, quiero revelar para quiénes fueron mis mayores aplausos la noche de marras: para la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro de La Habana #AliciaAlonso, dirigida por Yhosvani Duarte, y para el Coro del Teatro Lírico Nacional de Cuba, dirigido por Denisse Falcón y Claudia Rodríguez. Muy bien la orquesta toda la noche. Y ambas agrupaciones, que hoy derrochan esplendor, estuvieron espléndidas interpretando la música de ese monstruo sagrado que es Wolfgang Amadeus Mozart. Aplausos, aplausos de pie. Aplausos y reverencias, para la orquesta y el coro.
Y como no nos desencantamos por una noche medianera, ya estamos a la expectativa de la puesta de "Don Quijote", anunciada por el BNC para julio de 2022.
Que nadie se ponga bravo. Mejore quien deba mejorar, concentrénse en eso, no en maldecirme. Miren que he escrito con buena fé, esperanza y cariños.
(fin, por hoy)
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La danza es algo que me gusta desde muy pequeña, la danza es mi pasión es como puedo descargarme, puedo comunicar lo que siento al bailar, el baile es como mi refugio, es como me puedo comunicar cuando no puedo escribirlo o poderlo en palabras, la danza es una forma de expresar una belleza que no podemos alcanzar con las palabras, la danza es vida, movimiento, instinto, pasión y una hermosa obsesión, La danza va más allá del movimiento incluso más allá de uno mismo, la danza es la vida misma expresada de la manera más sublime y pura, todo eso y mucho más es la danza para mí...
-PL
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