Tumgik
eveee9 · 1 year
Text
Eveee y los hombres
Breve introducción
A veces pienso en cómo me habré comportado o qué patrones habré seguido para que a lo largo de mi vida me haya encontrado con el mismo tipo de chico.
El típico que me esconde y soy su secreto.
El típico que me cela y no quiere que me miren.
El típico territorial que me ata en corto para que ni se acerquen ni miren o que no salga si no es con él.
El típico que me ridiculiza, me hace sentir más pequeña y que crea que sienta que lo necesito.
El típico de ahora estoy contigo a full pero al día siguiente ni me acuerdo de que existes, pero a los días vuelve como si nada… y podría seguir poniendo ejemplo de subnormales de los que me he enamorado tontamente.
Gracias a la experiencia de todo se aprende, de ir madurando poco a poco, de ir valorándome también, últimamente he encontrado más calidad en los hombres. También porque me he vuelto muy exquisita, pero eso no quita que a veces me pueda confundir.
Adoro a los que me llevan de la mano, sintiéndose orgullosos de que me miren, de los que me admiran, de los que me he idolatran, de los que me recuerdan una y mil veces y todas las que haga falta, el valor que tengo cuando a mí misma se me olvida.
Adoro a los que están ahí, cuando ni yo misma estoy para mí.
En conclusión: es más fácil cambiar de hombre que cambiar a un hombre.
5 notes · View notes
eveee9 · 1 year
Text
Eveee y su gran descubrimiento en el sexo.
Siempre voy a decir (y de momento) diré que el año que viví en Madrid, marcó un antes y un después en mi vida, tanto para bien como para mal.
Puedo contaros muchísimas anécdotas, de las cuales seguro que alguna se me escapa; ya sabéis, memoria de pez y selectiva.
Mis primeros meses en Madrid se basaron, básicamente, en trabajar dobles turnos, buscar una habitación y mientras tanto liarme con dos chicos para ir intercalando las visitas y poder dormir en un sitio. ¿Cambiar sexo por una cama? Sí, lo hice, pero a ambos chicos los conocía y me gustaban, esa era la diferencia, aunque entre ellos no se sabían de la existencia del otro.
Poco a poco me fui saturando, puesto que cada uno tenía sus trabas, así que gradualmente fui dejando a los dos y empecé a verlos menos y cuando no dormía con alguno de los dos, me pillaba una habitación en un hostal de mala muerte cerca de mi trabajo, porque para mí, muchas veces era muy necesario estar sola.
Cuando todo se torció definitivamente, tuve la suerte de encontrar un alma caritativa, que me dejó dormir en el sofá de su casa durante un mes, mientras yo seguía buscando una habitación. El problema no era encontrar la habitación, sino reunir todo el dinero del mes corriente, mes de fianza y mes por adelantado. Sí, que fui una inconsciente y llegué a Madrid con 100 € en la cartera pero ya con un trabajo. Y la pregunta después de que mis opciones nada más llegar se cayeron fue: ¿dónde me iba a quedar a dormir? Bueno, esa es otra historia, en la cual me monté varias películas en la cabeza dignas de varios Óscars.
El día que por fin conseguí una habitación, ahí cambió mi experiencia en Madrid. Dejé de estar en modo supervivencia a modo disfrutona. Vivía en Malasaña justo en una calle paralela a Gran Vía. En el meollo del centro, vaya. Un sitio ideal puesto que a 10 minutos andando tenía mi trabajo y a dos calles vivía quien se convirtió en mi mejor amigo, que además de ello, me cuidó como un padre y fue para mí un gran apoyo y a día de hoy lo sigue siendo.
A partir de establecerme y tener mi habitación, empecé a vivir. Seguía trabajando, pero solo doblaba turnos cuando me lo pedían mis jefes. Eso sí, cuando no trabajaba, estaba de fiesta y prácticamente dormía entre cinco o tres horas o bien iba de empalme al trabajo.
Estuve apunto de abrirme un Tinder para ampliar mi círculo de amistades pero al final no me atreví, decidí seguir conociendo a gente a la antigua usanza. Cada dos días quedaba con algún chico. Obviamente follaba con ellos, porque, claro, una tiene sus necesidades. Había veces que por el simple hecho de necesitar follar no me ponía tan exquisita como lo soy hoy; solo necesitaba que me transmitieran buena energía y risas.
Mi repertorio de ligues en Madrid fue tan extenso que seguro que de la mitad ni me acuerdo. Follé con todo tipo de chicos: altos, bajos, rubios, morenos, solteros, con novia, hombres que me sacaban más de 20 años, otros que más o menos me equiparaban en edad… no tenía filtro ni tampoco prototipo; por aquel entonces, tener un prototipo de tío me parecía absurdo puesto que hace que te cierres muchas puertas y te acotes el mercado sin necesidad alguna.
Yo quería tener a alguien con quien follar cada vez que me diera la gana, pero siempre al segundo polvo o la segunda quedada me aburría del chico y por eso pasaba a otro. Tenía la cabeza tan dispersa que solo quería disfrutar y me movía por instintos. En Madrid siempre iba con el piloto automático.
Nunca olvidaré cuando estaba trabajando en el bar y estuve liándome con un compañero y nos escaqueábamos al almacén o a la cueva (que era una sala subterránea secreta) y follábamos rápido.
Tampoco olvidaré aquella noche en Fabrik, que con la borrachera y el colocón, cogí a un chico más joven que yo, que me pareció muy mono y entre mi amiga y yo lo metimos en el baño haciéndole pensar que íbamos a hacer un trío, pero mi amiga se fue y yo me quedé con él y cuando vi que al pobre seguía sin empalmarse por culpa de su colocón, abrí la puerta del baño y me fui dejándolo allí con los pantalones bajados. No me juzguéis. A veces cuando voy borracha, me porto como una auténtica zorra sin escrúpulos.
Tampoco olvidaré que fue allí en Madrid donde hice mi primer trío. Fue catastrófico. Lo hice con mi jefe y una compañera de trabajo que se convirtió en una de mis mejores amigas hasta que me fui de Madrid. Salimos de fiesta aquella noche y acabamos en casa de él. Y entre alcohol y drogas, surgió. Os voy a dar un consejo: no os recomiendo hacer un trío con una pareja. Mi jefe y mi compañera se estaba liando. Yo en su día me lié también con mi jefe, pero eso es una historia que prefiero no recordar porque, además de ese trío, es una mancha en mi expediente; aún así aquella noche me animé hacer mi primer trío. Tenía ganas y curiosidad por hacerlo pero si lo llego a saber, me voy antes de que suceda. Tengo lagunas de aquella noche, pero recuerdo que prácticamente no sabía ni qué hacer ya que ahí fue cuando me reafirmé en que no me gustan las chicas, pero algo le tenía que hacer a mi amiga mientras estábamos jugueteando con nuestro jefe, porque de eso se trata de hacer un trío, ¿no? Pero ni siquiera la besé, no me despertó ninguna atracción. Cuando ella empezó a chupársela yo planté mi coño en la boca de aquel hombre. Qué bien sienta que el mismo tio que a veces te putea en el trabajo esté debajo tuya a tu merced comiéndote el coño… Cuando mi amiga se subió encima de él, se lo folló y llegó al orgasmo, me tocó cabalgarle para alcanzar el mío. He de decir que aquel hombre estaba como un muñeco de trapo. Pasivo 100%. En resumen: como primero se la chupé me dijo que parara que se corría, me puse encima y a los tres movimientos de cadera y se corrió…
Estaba cachonda, colocada y frustrada. Mi amiga se ofreció a tocarme pero no me atraía la idea, no me ponía y me incomodaba, así que cogí mis cosas y me largué.
Hubo otra ocasión en la que conocí un chico guapísimo que follaba bien y me duraba pero tampoco me dió tiempo a alcanzar el orgasmo. Así se basaba mi vida sexual en Madrid. Follé lo que no está escrito, pero casi nunca era capaz de llegar al orgasmo y me parecía muy frustrante porque no dejaba de conocer a gente y nadie me cuadraba sexualmente. Solo había una persona que sí, que me hacía disfrutar y llegar al orgasmo en cualquier postura y conseguía que mojara tanto que siempre, siempre, siempre, le calaba el colchón y le teníamos que dar la vuelta; ¿sabéis cuál era el problema? Que él no estaba bien y se obsesionó conmigo. Quería tener cierta exclusividad y a mí me pilló en otra etapa cuando empecé a disfrutar de Madrid y por supuesto no me quería comprometer con nadie. Al no darle lo que él quería, me la liaba, empezó a acosarme, se ponía violento verbalmente conmigo, me acribillaba a mensajes y a llamadas, se presentaba en el portal de mi piso de madrugada borracho. Por eso tuve que bloquearlo de todos lados y de mi vida. No me compensaba echar unos buenos polvos con alguien que no estaba bien de la cabeza y él lo sabía pero no me dejaba tampoco ayudarle. Por qué los que peor están de la cabeza son los que mejor follan? Nunca lo entenderé.
No sé cuándo fue ni punto de inflexión. Creo recordar que fue al día siguiente de aquella noche en Fabrik. Me sentí tan mal por aquel chico porque hice que se quedara conmigo y sus amigos se fueron de allí, para luego, hablarle mal, dejarlo tirado con los pantalones bajados en aquel baño y todo porque no se le levantaba y yo estaba terriblemente cachonda.
Después de aquella reflexión de resaca emocional, me fui a un SexShop de Malasaña y me compré mi primer vibrador. No tenía ni idea de qué comprarme. Nunca había entrado en una tienda de esas, no sabía que existían tantos accesorios para complementar el sexo ni para sustituir la relaciones sexuales con otras personas. Cuando llegue a mi habitación con mi vibrador, me dió bastante vergüenza. Tardé un rato en sacarlo de la caja. Pero, qué coño, estaba sola en mi habitación con un artilugio que te proporcionaba placer y eso era lo que yo necesitaba. En cuanto lo probé no tardé ni dos minutos en llegar al orgasmo. Fue algo tan inesperado y placentero, que me empecé a reír sola y me masturbé cuatro veces más en las cuales volví a tener orgasmos en cada uno de ellos. Sí, soy multiorgásmica.
Me llamó mi amiga porque no le contestaba los mensajes, claro, yo estaba muy ocupada. Y literalmente le pedí que viniera y me sacara de casa porque no podía parar de masturbarme. Fue mi gran descubrimiento.
Informo al lector o a la lectora de que el vibrador que me compré, era baratito, porque claro, primero tenía que probar si me gustaba, y era del tipo dual, que te proporciona con la vibración placer tanto en la vagina como en el clítoris, pero como era un juguetito de prueba para ver si no me daba mucho pudor proporcionarme a mí misma placer con un juguete, al mes y medio lo rompí mientras me masturbaba… sí, puedo decir que roto un puto consolador. Así que no me quedó más remedio que comprarme otro, pero esta vez de gama más alta.
Al tener una herramienta que me daba placer y me aseguraba siempre llegar al orgasmo, me tomé con más tranquilidad mi vida sexual. Ya iba siendo más selectiva. Ya me centraba más en salir y disfrutar sin pensar en quien me tiraría aquella tarde o noche. Perdí el interés en seguir conociendo a gente con la que follar.
Ya iré contando más anécdotas de mis aventuras sexuales en Madrid; como la de aquel chico que mintió a su novia diciéndole que estaba trabajando, y quedamos en un hotel para follar. Otra anécdota bochornosa. Cuando nos estábamos liando en aquella cama no se le ponía dura, así que decidí bajar al pilón, pero para mi sorpresa y espanto, antes de metérmela en la boca, me llamó la atención un fuerte olor… le retiré la piel del capullo y tenía todo el requesón alrededor… puuuaagg!! Según él, era una crema que se estaba echando por no sé qué; lógicamente, le pedí que se lavara y se echara el prepucio para atrás para lavarse bien el capullo y quitarse esa “cremita”… cuando volvió del baño, opté por hacer que se levantara a golpe de muñeca. Ya no era capaz de meterme aquello en la boca y mira que a mí me flipa chuparla… pero se me descompuso el estómago; y como tampoco conseguí que se le levantara a base de pajas, le dije que era inútil seguir y que no estaba para perder el tiempo. Cuando me iba a ir, me insistió en que me quedara en el hotel aquella noche para aprovecharlo, ya que él se tenía que volver a su piso con su novia. Acepté, y se fue.
Ha habido otras veces que tan, tan, tan mal no me ha ido. Como aquel el hombre que me sacaba 22 años con el que me estuve liando. Se obsesionó conmigo y a día de hoy después de años me sigue hablando y de vez en cuando lo bloqueo para que se le pase. Él vivía con su novia y aprovechó que ella estaba de viaje para invitarme a su casa y follar. Follamos muchísimo, se corría, y a los veinte minutos recuperaba y seguíamos. Como nos estábamos colocando y bebiendo alcohol, fui incapaz o al menos me cuesta muchísimo llegar al orgasmo estando borracha o colocada. Así que aquella noche solo conseguí placer, diversión y microorgasmos.
Aviso al lector o a la lectora, que solo fue en Madrid y durante el tiempo que viví allí cuando me drogaba. En parte, me fui porque empecé a caer en una espiral en la que, como no pusiera tierra de por medio y volviera a mi ciudad, acabaría con una adicción muy muy muy gorda tanto de drogas como de alcohol. Por eso creo que aquella ciudad me cambió tanto. Me absorbió. Me dejé llevar y me dejé arrastrar. Caí muy bajo.
Aprendí mucho, pero también perdí bastante. Y gracias a aquel momento de lucidez decidí marcharme de aquella ciudad antes de que acabara peor de lo que estaba.
Repito que tengo ciertas lagunas de aquel año, pero creo que no llegué a enamorarme (bueno sí, de mi vibrador), cosa muy rara en mí porque al ser tan intensa por naturaleza, me enamoro con mucha facilidad y me desenamoro con la misma rapidez.
Pero como dice el dicho: “El amor es lo que le dan a las mujeres para que jueguen y no tengan poder”; aunque soy más fan de la frase “ Ama el amor, pero no ames al hombre o te tendrá en su poder”.
Estado civil: ingobernable pero con una relación estable y abierta con mi vibrador lila desde hace años. 💜
4 notes · View notes
eveee9 · 1 year
Text
Mi primera vez.
No lo voy a maquillar ni muchísimo menos, así fue cómo me desvirgué.
Hablando mal y pronto, perdí la virginidad a los catorce años, en un coche blanco a plena luz del día, con un chico que solo me gustaba fisicamente, pero que era el más cotizado en mi barrio por aquel entonces.
Yo, que estaba enganchada a la serie de Sexo en Nueva York, y que ya se me había despertado esa llama interna, no me lo pensé ni dos veces cuando ese chico mostró interés por mí y quiso quedar.
Me veía como una chica común y corriente, en plena etapa de pubertad, desarrollando caderas, con la cara llena de granitos, hinchada... eso si, sin tetas; en mí todo se va desarrollando menos el pecho. Pero quién soy yo para juzgar el gusto de nadie? No sé qué vería en mí.
Cuando tienes claros tus objetivos no pueden hacerte daño, aunque siempre hay excepciones pero esta no es una de ellas.
Yo sabía que para ese chico iba a ser una más, él para mí era la persona que me rompería por dentro para empezar a tener una vida sexual desenfrenada, que era mi objetivo. No me quería ni ilusionar ni enamorar.
Estaba harta de darme morreos de escándalo de esos que te dejan sin aliento mientras rozas tus bragas húmedas en el bulto de sus calzoncillos.
Quería pasar al siguiente nivel. Me lo pedía el cuerpo.
Así que sí, lo hice con aquel chico, guapo, creído y engreído que muchas chicas deseaban. No voy a decir que no me gustaba, pero mirándolo hoy todo desde otra perspectiva y madurez, me gustaba a parte de por guapo, porque era un tio muy deseado y se había fijado en mí. A quién no le gusta ser deseada por quien todas suspiran?
No me avergüenza declarar que no esperé a esa persona especial para perder la virginidad, ni esperé un momento único y bonito; nada fue planeado: ni la persona, ni el momento, ni el lugar.
Había leído muchos libros con esos romances fantásticos e intensos en el que la pareja
comparten su primera vez y queda un recuerdo para memorar. Yo no estaba para eso, sabía que la primera vez no me iba a resultar agradable y que si esperaba el chico perfecto, me iba a quedar para vestir santos. Para mí lo que hace que sea un momento especial, es la persona y no el hecho de que sea el primero en algo de tu vida.
Así que cuando este chico me mandó un SMS para quedar, yo sabía por su reputación que no era para que le contase los pormenores de mi vida de adolescente. Creo que me sacaba cuatro años y a esa edad sí se notaba la diferencia.
Así pues, me puse mi mejor tanga, pero no el más bonito (porque sabía que lo mancharía de sangre)
y fui decidida con las cosas claras para alcanzar mi objetivo. He de decir que soy una chica algo tímida aquí donde me veis, pero cuando tengo que hacer el papel de descarada lo hago a la perfección y he ido afinando la técnica; por eso, con mi desparpajo, entré en ese coche y fingí no estar nerviosa, me hice la tonta pero que dominaba la situación y lo mejor de todo es que estaba preparada para cuando diera el paso, estaba expectante; por eso no me sorprendió cuando me beso, lo esperaba, sinceramente.
Me puse encima de él a horcajadas, haciéndole ver que estaba dispuesta a todo. No hubo muchos preliminares al menos no lo recuerdo ya que no saboreé bien mi primera polla hasta dos años después con mi primer novio, porque si quería hacerlo excelente, tenía que aprender bien con alguien de confianza sin tener que fingir una técnica que aún no me había atrevido a practicar del todo; porque al final chuparla bien es un arte y si lo haces con ganas y pasión puedes hacer una jodida obra de arte en forma de corrida.
A lo que iba. Le avisé que era virgen, que conste. pero no por nada en especial, sino porque no quería que me doliera tanto como me habían contado mis amigas. Tuve la ventaja de que al estar yo encima tenía el control en todo momento de la entrada de su pene en mi vagina. Notaba como se abría todo dentro de mí. Notaba ese quemazón interno. Pero no paré. Si retrocedía, sabía que me iba a costar el doble, entonces cuando noté que ya estaba dentro del todo, me quede un rato quieta, mientras mi cuerpo se acostumbraba al nuevo intruso temporal. El mientras tanto, me daba besos en la boca y en el cuello, y yo no estaba centrada en eso, solo esperaba a que mi cuerpo se acomodara y empezar a moverme como ya habia investigado y practicado previamente. Os explico esto: es como cuando practicas tu primer beso con un vaso o con tu mano; lo mismo cuando practicas una mamada con un plátano o un chupa Chups, había estado practicando el movimiento de caderas con una almohada, porque claro, en mi percepción del sexo no existía la posibilidad de estar debajo del chico, dejando que controlara la situación y solo retorcerme con sus estacadas. Yo tenía que ser una amazona salvaje, de esas con las que tienes el mejor polvazo del momento. Yo quería dejar huella, quería que me recordaran como la mejor.
Así que empecé a moverme y por suerte o por desgracia duró no mucho más de cinco minutos y se corrió. Digo por desgracia porque yo no tuve un orgasmo, pero con el dolor sabía que la primera vez no lo tendría (tardé en tener mi primer orgasmo, dos años y medio después). Por suerte, se corrió rápido y no tuve más molestias porque como soy una burra, no quería ser yo la que parara.
Se limpió y mientras tanto me subí las bragas, me abroché el pantalón, le di las gracias y me fui corriendo a pesar de que me temblaban las piernas. Me moría de la vergüenza y de la emoción. Llegue a casa de mi mejor amiga y lo celebramos igual que cuando dos o tres años más tarde ganaría España el mundial.
Os preguntaréis por qué me fui tan rápido o por qué no me quede a hablar. Porque no quería ilusionarme, no quería darle la oportunidad a ese chico rompecorazones de acabar la cita cuando él quisiera, que se regodeara en que había sido mi primera vez y quería hacerle ver que, al igual que yo para él, fue un medio para conseguir un fin.
Si, iba de femme fatale.
Y a partir de ahí comenzó mi carrera en la que exploraría y descubriría casi todos los caminos que te puede ofrecer el sexo junto con el placer, el poder y el amor.
Informo al lector o lectora que quiso volver a quedar conmigo días más tarde y le rechacé infinidad de veces hasta que le perdí la pista.
Doce años más tarde (más o menos), volvimos a quedar. Es lo que tienen las redes sociales: te busca te encuentran y si ambos queréis quedáis.
En esta ocasión si que hablamos más, vi como la vida le había cambiado y como había madurado.
Seguía teniendo esa cara de guapo y risueño, pero para mi horror, se había convertido en un jodido Mr Wonderful de la vida que intentaba aplicar todo lo que había leído y visto en libros y conferencias de coach; yo, que era (y soy) Mrs.
Puterfull, como el Grinch en navidad y que estoy asqueada con la vida. No me gusta nada el ultrapositivismo.
Os podéis imaginar la situación y mi cara. Me irritaba todo lo que me decía y me resultaba hasta pedante. Como si él fuera un ser de luz capaz de curar a los seres oscuros. Quería terminar con aquello y echar el polvito de reencuentro. Todo por la jodida curiosidad. Así que me salté mis principios que había ido construyendo a lo largo de los años, los cuales uno de los básicos es que al menos el tio que me tire, me llame la atención mentalmente, pero con una actitud tan happyflower era prácticamente imposible.
Tampoco tenía en esos momentos muchos escrúpulos, voy por temporadas.
Resumo: tuvimos los preliminares justos para que no se corriera. Me agasajaba con palabras. Me idolatraba. Respete todos sus tiempos y movimientos durante el sexo para no provocar una eyaculación rápida. Opté por ser una figura de yeso. No me moví. No gemí. Parecía que al mínimo movimiento que hiciera se iba a deshacer, pero me pudo el nervio y las ganas de generarme placer y al tomar el control del asunto y ponerme encima, en diez movimientos se corrió.
Sí, me salió mal la cita. Me hubiera esperado a que se recuperase y echar el segundo como siempre hago, pero solo pensaba en salir de allí corriendo.
Me agobié. Me salté mis principios por follar con un tío que no me despertaba nada sexualmente, con el que no compartía absolutamente nada e incluso me sacó de quicio en unas horas; solo porque fue el mismo con el que perdí la virginidad y era gracioso echar un pinchito de reencuentro.
Cuando salí de su casa, lo archivé en el apartado de "polvos que no repetiría".
No es que sea una gurú del sexo, pero con los años aprendí que el sexo es mucho mejor y divertido al menos con una persona que no solo te atraiga sexualmente si no también mentalmente.
Nota mental: es mejor vestir santos, que desnudar gilipollas.
6 notes · View notes
eveee9 · 1 year
Text
Cómo presentarme?
Diré lo que suelen mencionar sobre mí: Una mujer atípica, rara y tremendamente cautivadora aunque no me lo crea. Intensa por naturaleza.
Amo mi libertad y sentirme sin frenos ni barreras.
Tengo magia en la mirada y eso puede ser el principio del fin de quien mire. Aparento ser fría y distante, pero es para proteger el enorme corazón y esa hipersensibilidad que me trae de cabeza.
Me encanta seducir. A quién no le gusta gustar?
Soy apasionada con todo lo que hago. Ardiente y viva. Adoro viajar. Y sí, soy sagitario. Impulsiva y explosiva.
Me encanta hablar de todo en general, pero sobretodo de sexo.
Irás sabiendo más de mí en este blog...
4 notes · View notes