Tumgik
natureblink · 2 years
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BAJO EL SOL DEL TRÓPICO
En el cinturón tropical del globo se concentra el 80% de la diversidad biológica de la Tierra.
Este cinturón geográfico, comprendido entre los trópicos de Cáncer y de Capricornio, abarca el 40% de la superficie terrestre.
En el trópico americano, desde Florida hasta el norte de Argentina, tiene su hábitat la iguana.
Pero el cambio climático, la deforestación, la explotación maderera, la urbanización y los cambios demográficos amenazan la estabilidad de los trópicos.
Sin ellos, el orbe entero se tambalearía.
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natureblink · 2 years
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LA EXUBERANCIA DE LA NATURALEZA
Como los bancos de coral, las selvas son la exuberancia de la naturaleza.
Son espacios donde la naturaleza se prodiga, donde es pletórica, donde es opulenta.
En la historia del hombre las selvas han sido las fronteras. En su interior, el prodigio.
Pero el hombre ha ido a la conquista de las selvas.
Eso ha sido para las selvas una catástrofe: el hombre ha arrasado ya casi la mitad de la masa forestal del mundo, 7% para el cultivo y 38% para el pastoreo.
En lo que va de este siglo, la reconversión del uso del suelo ha acabado con la cuarta parte de los bosques tropicales de Centroamérica, entre los que figura la selva Lacandona.
En el mismo lapso, Sudamérica ha perdido 68 millones de hectáreas.
Especies como la víbora tropical de cascabel están amenazadas por la pérdida de hábitat.
Para tenerlo en cuenta en el Día Internacional de los Bosques Tropicales.
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natureblink · 2 years
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EL PODER DE LA LLUVIA EN LA IMAGINACIÓN
Hoy empieza el verano, pero en Toluca llueve desde hace semanas.
Ese clima lluvioso me agrada.
Vengo del Bajío mexicano, donde predomina el calor.
Recuerdo mi adolescencia en Salamanca, cuando soñaba con ser escritor profesional.
Las tardes de lluvia eran una pasaje para la imaginación: la lluvia me transportaba a las exuberantes selvas de Borneo, a las calles neblinosas del Londres victoriano o a los bosques helados de Canadá donde transcurrían algunas de las historias que por entonces leía: los aventuras de Sandokan, las vicisitudes de David Copperfield o las peripecias de Colmillo Blanco y de Buck.
Los viajes imaginarios, potenciados por la lluvia, eran atesoradas por la ilusión.
Ese placer se extiende aquí a lo largo de todo el año.
Las pausas de primavera e invierno me parecen insignificantes.
Y si en los meses invernales no llueve, el frío reemplaza el poder imaginativo de la lluvia.
El único inconveniente es mi edad: ya no soy aquel adolescente soñador, aunque procuro no perder mi creatividad.
Las lluvias de Toluca me transportan a menudo a otras épocas, a otros territorios: a aquéllos en los que, adolescente, soñaba con ambientes fríos y lluviosos donde transcurrían ingeniosas aventuras.
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natureblink · 2 years
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EL LABERINTO DE LA DESERTIFICACIÓN
En los últimos 50 años, el 15% de las catástrofes naturales han sido sequías que han matado a 650 mil personas, según un informe del órgano especializado de la ONU contra la desertificación.
Dicho informe, que acaba de ser presentado hace un mes ante la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, sostiene que las sequías han aumentado un 29%, en número y duración, desde el año 2000.
¿Cómo sería un mundo desértico?
Para Borges sería un inconmensurable laberinto, «donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que te veden el paso».
Un laberinto donde, como el soberbio rey de Babilonia de su cuento, moriríamos de hambre y sed.
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natureblink · 2 years
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LA FLOR, UN MILAGRO DE LA NATURALEZA
Cada flor es un milagro, un milagro de la naturaleza.
Tennyson escribió un poema que dice:
«Flower in the crannied wall,
I pluck you out of the crannies;
I hold you here, root and all, in my hand.
Little flower —but if I could understand
what you are, root and all, and all in all,
I should know what God and man is.»
Para Alfred Tennyson, ese milagro se manifiesta aun en la más modesta flor que brota en un muro agrietado.
Pero, como solemos hacer, mata el milagro para percibirlo, para interrogarlo. Cree que sólo así podría, acaso, abarcar su inconmensurable prodigio con el intelecto.
En cambio Matsuo Basho, poeta japonés del siglo XVII, escribió un haiku que, en nuestro alfabeto, diría:
«Yoku mireba
nazuna hana saku
kakine kana.»
Lo que el poema relata es simple:
«Cuando miro con cuidado
¡veo florecer la nazuna
junto al seto!»
El doctor D. T. Suzuki, psicoanalista japonés, explica que la nazuna es una flor insignificante que crece junto a los senderos rurales. No tiene nada especial.
Como la nazuna, el poema de Basho tampoco contiene ningún transporte lírico de elevada inspiración, salvo la última palabra, kana, que en japonés significa cierto sentimiento de admiración, elogio, tristeza o alegría. Es como nuestros signos de admiración.
Pero con esa alocución se manifiesta el profundo arrobo del poeta.
No interroga, no expresa, no discurre.
Sólo contempla la flor, admirado, sin pretensiones de ningún tipo. Acepta lo que la flor es.
En el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación, ¿podríamos, simplemente, contemplar la flor?
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natureblink · 2 years
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HEROÍSMO VEGETAL
Víctor Jara dedicó una canción al árbol del pimiento, común en la región chilena de Atacama.
En las primeras estrofas lo describe golpeado por el sol y el viento, enraizado en la dureza de la pampa, erguido bajo la luz gélida de la luna.
Luego se asombra de que el pimiento sea capaz de florecer en aquel suelo áspero, prodigando su color.
Pero Víctor Jara no se queda ahí: advierte el esfuerzo de ese árbol por retoñar en la pampa frugal:
«Nadie lo ve trabajar
debajo el suelo
cuando busca noche y día
su alimento.»
Fernando Robles Femat, poeta guanajuatense, escribió un breve poema que extiende este heroísmo vegetal a todas las plantas:
«Su raíz se sabe
flor que la luz acaricia
y su color,
pasión que en lo profundo trabaja.»
En el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación, pienso en cuánto más tiene que esforzarse la vegetación para florecer, como el cactus de esta imagen, bajo el agobio de las sequías que azotan la Tierra a causa del cambio climático.
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natureblink · 2 years
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SE MUERE EL MUNDO DE COUSTEAU
Recién conmemoramos el Día Mundial de los Océanos en un día en que los océanos se están muriendo.
Y lo más deplorable es que nosotros los estamos matando con actividades como la pesca de arrastre, las detonaciones en el fondo del mar, la minería submarina, los vertidos tóxicos y la basura marina.
«Todo el mundo va a la playa, pero no ve más allá y muchos no conocen lo que está pasando bajo la superficie de los océanos», declara Alexandra Cousteau, la nieta de Jaques Cousteau, a El País, con motivo de esta fecha.
Y cita un informe de la ONU: la actividad antropogénica ha alterado el ecosistema marino en un 66%.
«Hemos perdido la mitad de la vida de los océanos», dice. «Si seguimos así, en diez años habremos perdido el 60% de la vida marina» e, incluso, para el 2050 podríamos tener océanos muertos.
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natureblink · 2 years
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EL PODER INFINITO DE LOS OCÉANOS
Los océanos tienen un poder natural, cultural, e incluso religioso, sobre el hombre.
Los océanos lo han alimentado y han poblado sus sueños, sus temores, sus mitos y su imaginación.
Del lecho marino surgió la vida.
En el fondo de los océanos viven dioses y monstruos, florecen civilizaciones secretas, yace la Atlántida.
Los océanos representan el primer miedo de extinción que sintió la humanidad: creyó que si el mundo ha tenido un fin, ése ha sido tragado por los océanos, devorado por las aguas.
Y ese miedo es ahora un pronóstico: los casquetes polares se funden, los océanos se calientan y el nivel del agua sube.
Las lluvias torrenciales arrasan la tierra firme y los tsunamis se abaten sobre las costas.
De seguir como hasta ahora, a fin de siglo el nivel de los océanos habrá subido hasta diez metros.
Pero no es un castigo divino: es consecuencia de nuestra propia necedad.
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natureblink · 2 years
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LA PLAGA SOMOS NOSOTROS
Hace 50 años nos dimos cuenta, como humanidad, de los estragos que nuestro progreso estaba causando en la naturaleza.
Con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano de 1972, se inauguró una agenda internacional para frenar la devastación de la Tierra.
Pero 50 años después seguimos contaminando, arrasando, saqueando y exterminando los recursos de nuestro planeta.
No nos han parado ni siquiera las consecuencias que ya estamos sufriendo, como el colapso del clima y las catástrofes naturales que, cual jinetes del Apocalipsis, deambulan cada año a través del orbe.
Es, dice James Lovelock, la venganza de Gaia.
El planeta, como un macroorganismo, sólo se defiende de nuestra agresión para autorregular sus funciones y sus procesos naturales.
La plaga somos nosotros.
Nosotros hemos emprendido, como ha dicho António Guterres, el secretario general de la ONU, la guerra suicida contra la naturaleza.
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