AUNQUE...
Aunque siempre te escapas, amor mío,
eres mi presente perpetuo, ¡oh sí!
Igual que el salto de agua:
aunque lo abandona sin cesar siempre la misma agua,
él permanece siempre en el mismo sitio.
- Vladimír Holan, en Profundidad de la noche / Selección de Poesía y Prosa. Galaxia Gutenberg. Trad: Clara Janés
- Katrien de Blauwer.
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Las primeras poetisas en lengua castellana, de Clara Janés (ed.)
Aunque para ser poesía del Siglo de Oro tiene pocas notas explicativas, este es un libro muy recomendable si lo que se quiere es conocer escritoras poco conocidas de esa época. (En lo que respecta a mí y a mi supina ignorancia, solo conocía a cuatro de las cuarenta y cuatro poetisas aquí incluidas). Por criticarle algo, me hubiese gustado que se incluyesen menos poemas de sor Juana Inés de la Cruz (que es quien ocupa más páginas) a cambio de agregar algunos más de otras menos conocidas.
Para no hacerlo aun más largo de lo que es, de algunos poemas solo dejo un par de estrofas. Aquí van.
Leonor de la Cueva y Silva
“Ni sé si muero ni si tengo vida”
Ni sé si muero ni si tengo vida,
ni estoy en mí, ni fuera puedo hallarme,
ni en tanto olvido cuido de buscarme,
que estoy de pena y de dolor vestida.
Dame pesar el verme aborrecida
y si me quieren, doy en disgustarme;
ninguna cosa puede contentarme,
todo me enfada y deja desabrida;
ni aborrezco ni quiero ni desamo;
ni desamo ni quiero ni aborrezco,
ni vivo confiada ni celosa;
lo que desprecio a un tiempo adoro y amo;
vario portento en condición parezco,
pues que me cansa toda humana cosa.
“Todo lo pierde quien lo quiere todo”
Muestra Galicio que a Leonarda adora,
y con segura y cierta confianza
promete que en su fe no habrá mudanza,
que el ser mudable su firmeza ignora.
Mas de su amor a la segunda aurora
muda su pensamiento y su esperanza,
y sin tener del bien desconfianza,
publica que Elia sola le enamora.
Con gran fineza, aunque si bien fingida,
a Leonarda da el alma por despojos,
y luego con un falso y nuevo modo
dice que es Elia el dueño de su vida;
pues oiga un desengaño a sus antojos:
todo lo pierde quien lo quiere todo.
“Liras en la muerte de mi querido padre y señor”
Musa, detente un poco,
que si de tantos males hago suma
y en el presente toco,
no es suficiente mi grosera pluma,
que pues estoy penando,
cuanto puedo decir digo callando.
Francisca Páez de Colindres
“Sátira en Ovillejos en tiempo de Felipe IV y el Conde Duque,...”
Mirad que es mortal quien os engaña
y que saber morir es grande hazaña;
pues de solo un momento
pende el eterno premio o el tormento,
y si una vez se yerra
no hay remedio en el cielo ni en la tierra;
no es bien que en vanidades sumergidos
tengáis vuestros sentidos
sin la justa memoria
de que es un soplo toda humana gloria;
mirad que la grandeza
anda enferma de vahídos de cabeza;
advertid que es prestada
y que ayer fuisteis poco más que nada.
Catalina Clara Ramírez de Guzmán
“Retrato suyo”
Un retrato me has pedido,
y aunque es alhaja costosa
a mi recato,
por lograrte agradecido,
si he dicho que soy hermosa,
me retracto.
El carecer de belleza
con paciencia lo he llevado;
mas repara
en que ya a cansarme empieza,
y aunque lo niegue mi agrado,
me da en cara.
Pero, pues precepto ha sido,
va a un traslado reducida
mi figura,
y porque sea parecido
ha de ser cosa perdida
la pintura.
No siendo largo ni rizo,
a todos parece bien
mi cabello,
porque tiene tal hechizo,
que dicen cuantos le ven
que es bello.
Si es de azucena o de rosa
mi frente, no comprenhendo,
ni el color,
y será dificultosa
de imitar, pues no le entiendo,
yo la flor.
Y aunque las cejas en frente
viven de quien las mormura
sin recelo,
andan en traje indecente,
pues siempre está su hermosura
de mal pelo.
Los ojos se me han hundido,
y callar sus maravillas
me da enojos,
y en su ausencia me han servido
como negros dos neguillas
de ojos.
Mis mejillas desmayadas,
nunca se ve su candor,
y esto ha sido
porque son tan descuidadas
las tales, que hasta el color
han perdido.
De mi nariz he pensado
que algún azar ha tenido,
o son antojos;
pero a ello me persuado
porque siempre la he traído
entre ojos.
Viéndola siempre a caballo,
mi malicia me previene
que lo doma,
y en buena razón lo hallo,
pues aunque lengua no tiene
se va a Roma.
No hallaré falta a mi boca
aunque molesto el desdén
me lo mande,
porque el creerlo me toca,
que dicen cuantos la ven
que es cosa grande.
Pero aunque es tan acabada,
confieso que le hace agravio
un azar,
pues a los que más agrada
dicen que tiene en el labio
un lunar.
La garganta es pasadera,
y aunque no es larga, no estoy
disgustada,
pues en viéndome cualquiera
ha de confesar que soy
descollada.
Tiene el que llega a mi mano,
aunque de corta lo niega,
gran ventura,
pues llegue tarde o temprano
a sus dedos, siempre llega
a coyuntura.
Con todo, tan poco valen
aunque alegan sus querellas
no ser mancas,
que cuanto mejores salen
no habrá quien me dé por ellas
dos blancas.
Porque nada desperdicia
dicen que es corto mi talle,
y he observado
que no es talle de codicia,
pues nadie puede negalle
que es delgado.
Que el mundo le viene estrecho
su vanidad ha llegado
a presumir,
y viendo su mal derecho
más de cuatro le han cortado
de vestir.
Pues no merece mi brío
quedarse para después
ni el donaire,
ni encarezco porque es mío;
solo digo que no es
cosa de aire.
A ser célebres sospecho
que caminan mis pinceles
si me copio,
pues el retrato que he hecho
sé que no lo hiciera Apeles
tan propio.
Sin haberle obedecido,
el retrato a mi despecho
ha sido vano,
pues tú cabal lo has pedido,
y todo el retrato he hecho
de mi mano.
Y que tiene, es infalible,
algún misterio escondido,
y yo peno
por saber cómo es posible
que estando tan parecido,
no esté bueno.
Tal cual allá va esa copia,
y si me deseas ver,
yo creo
según ha salido propia,
que te ha de hacer perder
el deseo.
Y si tal efecto hace,
temo que pareceré
confiada,
y aunque no me satisface
mi trabajo, quedaré
muy pagada.
Por largo que fuese, no quise suprimir ninguna estrofa de su bonito retrato.
Cristobalina Fernández de Alarcón
“Canción amorosa”
Mil veces me imagino
gozando tu presencia en dulce gloria,
y con gozo divino
renueva el alma su pasada historia;
que con esta memoria
se engaña el pensamiento
y en parte se suspende el mal que siento.
Mas como luego veo
que es falsa imagen que cual sombra huye,
auméntase el deseo,
y ansias mortales en mi pecho influye
con que el vivir destruye;
que amor en mil maneras
me da burlando el bien, y el mal de veras.
Canción, de aquí no pases;
cese tu triste canto
que se deshace el alma en triste llanto.
Juana de Arteaga
“Alegres horas de memorias tristes”
Alegres horas de memorias tristes
que, por un breve punto que durastes,
a eterna soledad me condenastes
en pago de un contento que me distes.
Decid: ¿por qué de mí, sin mí, os partistes
sabiendo vos, sin vos, cuál me dejastes?
Y si por do venistes os tornastes,
¿por qué no al mismo punto que vinistes?
¡Cuánto fue esta venida deseada
y cuán arrebatada esta venida!
Que, en fin, la mejor hora fue menguada.
No me costastes menos que una vida:
la media en desear vuestra llegada
y la media en llorar vuestra partida.
Santa Teresa de Jesús
“Unos versos de la Santa Madre Teresa de Jesús, nacidos al fuego del amor de Dios que en sí tenía”
¡Ay! ¡Qué larga es esta vida,
qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros,
en que el alma está metida!
Solo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta;
mira que solo te resta,
para ganarte, perderte:
venga ya la dulce muerte,
venga el morir muy ligero,
que muero porque no muero.
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