Textos ganadores del concurso de Sant Jordi, castellano.
Creo que este año ha sido el que más participación ha tenido este concurso literario de Sant Jordi. Casi la mitad de los alumnos han enviado escritos de una muy buena calidad, os felicitamos por ello desde el dep. de castellano, os dejamos con estas historias llenas de misterio y pasión. ¡¡Buen Sant Jordi!!
1r Ciclo de la ESO. Prosa
La despedida de Eman Rashid, 2n B
Un día la encontré herida, tenía cicatrices por todas partes, la ayudé como pude. Me sentía muy mal, mi madre hacía todo eso para que yo pudiese tener un buen futuro, trabajaba todos los días, día y noche para que yo pudiese tener buena comida, ropa y pudiese ir al colegio. La cogí y la llevé a su habitación para que descansase un poco, estaba agotada. Mi padre nos abandonó cuando nací, nunca le vi la cara.
Eran las diez de la mañana de un sábado, yo no tenía que ir al colegio, hice todas las tareas que me mandaron y limpie la casa. Mi madre se despertó y se fue a trabajar. Todos me preguntaban de qué trabajaba mi madre, pero no me gustaba decirlo, siempre venía a casa herida y abusada. Muchas veces le decía que dejara de hacer ese trabajo, pero nunca logré convencerla. Yo sólo tenía dieciséis años, no tenía muchos amigos pero aún así, era feliz. Lo único que me destrozaba era ver a mi madre sufriendo por mi culpa.
A las cinco de la tarde, normalmente, yo ya estaba en casa. Mi madre volvía de trabajar a las seis, descansaba unas cinco horas y se volvía a ir. Muchas veces regresaba muy tarde.
Una tarde, me puse a leer un libro para matar el tiempo y me quedé dormida. Me desperté a las ocho y me encontré a mi madre a mi lado sentada. Cada vez estaba más débil, yo no podía verla así, ella me sonrió y me mostró una pequeña caja que tenía enfrente me dijo que si le pasara algo a ella la abriese. Yo me quedé confundida y la acompañé a su habitación para descansar.
Un domingo me desperté pronto, me levanté, desayuné y recogí la casa, también preparé comida para mi madre y para mí. Recordé que era su cumpleaños, intenté hacer una tarta con los ingredientes que teníamos por casa y lo conseguí. Satisfecha de mi trabajo, esperé a mi madre. Ya eran casi las siete de la tarde y no regresaba. A las nueve, alguien llamó a la puerta abrí y era la policía, me dijeron que mi madre se había desmayado y estaba en el hospital, y que podía ir a verla.
Así que corrí hasta el hospital. Cuando entré en su habitación, la vi muy delgada y con grandes ojeras. Estaba en muy mal estado. Los doctores me dijeron que no tenía muchas probabilidades de sobrevivir. Me acerqué a ella y empecé a llorar, le di un beso en la frente. En ese momento, la máquina que la mantenía con vida empezó a sonar, indicando que se había ido. Llegué a casa abrí la misteriosa caja que ella me había regalado y me encontré un montón de dinero. Ella hizo todo eso por mí.
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El beso de Allison, Qian Qian, 2º C
Aquella mañana no tenía ganas de levantarme, no podía creer lo que había visto la noche anterior: vi a mi mejor amiga Chloe, besando al chico que me gustaba. Ella sabía perfectamente lo mucho que me gustaba ese chico y era mi mejor amiga desde muy pequeñas y aún así no le importó lo que yo sentía, ni que fuéramos “mejores amigas”. Por suerte, ella no me vio y nunca supo que yo la vi.
Aquel día, me quedé en casa encerrada, no quería ir al trabajo ni ver a nadie y menos a la persona que me había traicionado y engañado... Decidí volver a casa de mis padres que estaba en una pequeña ciudad en Francia. Cuando llegué todos se emocionaron al verme, estaban contentos de que volviera. Fui a mi habitación, deshice las maletas y me fui a pasear por el pueblo donde me crié. Por el camino visité los sitios donde iba de pequeña. En ese momento recordé lo feliz que era entonces cuando vivía en el pueblo.
Mientras volvía a casa me encontré con Víctor, un viejo compañero de secundaria que era un buen amigo mío y no le había visto desde hacía unos años. Fuimos a una cafetería para ponernos al día, hablamos de lo que habíamos hecho los últimos años y de cómo nos había ido la vida. Le conté la razón por la que estaba allí y todo lo ocurrido con mi mejor amiga. Él me dijo que sentía lo que me había ocurrido y para celebrar que había vuelto, aquella misma noche me llevó a cenar y seguimos con la conversación de antes. Después de cenar fuimos a pasear y más tarde me acompañó a casa, fue una gran velada.
Al día siguiente, me llevó al cine, después fuimos a por unos helados y paseamos por el parque. Cada día me llevaba a algún lugar para que no me quedara en casa pensando en lo que me había sucedido con Chloe y la razón por la que me había hecho aquello.
El tiempo pasaba y yo no sabía por qué no quería que se acabaran los paseos y los momentos que compartía con Víctor. No sé si era porque me estaba divirtiendo y me lo pasaba bien con él o por alguna otra razón. Poco a poco, me di cuenta de que me estaba enamorando.
Un día, Víctor me propuso llevarme al acuario, estaba nerviosa, no sabía qué hacer ni qué decir y estuve todo el tiempo callada.
Cuando entramos en el acuario, fuimos a un lugar apartado de la gente, allí él se acercó a mí y me dijo que le gustaba, que estaba enamorado de mí y me besó. Me quedé de piedra, no sabía qué decir ni cómo reaccionar, pero conseguí decirle lo que sentía, desde entonces fuimos novios. Nos casamos y tuvimos hijos.
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2º Ciclo de ESO. Poesía
Momna Hamid Banaris Sadiq, 4º ESO B
Tal vez, por no preguntar,
las respuestas ya me sepa;
Tal vez, por tu nada decir,
todo ya lo entienda.
Así que de aquella historia,
contémonos un capítulo más:
De aquellos/as amados/as,
que armados/as acabaron.
De aquellas almas,
que tras venganza y amor,
sin sombra se quedaron.
De aquellas piedras,
que lo inevitable absorbieron,
de un tal manantial perenne,
que el apellido nunca se mereció.
Así que tu flébil pretexto cuéntame,
que la gracia de mi contexto no entiendo:
Con el lápiz en mi mano,
las palabras en mi cabeza,
¿por qué no puedo escribir?
Con el arma en mi alma,
¿por qué no puedo combatir?
¿Será porque nuestro amor de pocas palabras
prisioneros nos ha hecho?
Si todas las horas intempestivas,
bajo lo astrífero anduve,
¿por qué la distancia no consigo marcar?
Si más que meditabundo/a no puedo ser,
¿por qué no puedo pensar en esa búsqueda,
de la que ambos/as sabemos?
Si tu sitibundo/a en su busca vas también,
suplicándote te pido por favor:
Al menos la luz de tus recuedos no alejes de mí.
A saber en qué calle el atardecer de la vida llegará.
Incluso reconociendo que esas palabras efímeras,
nuestras frases de perdón,
ni siquiera llegarán*.
*Poema inspirado en las Rimas de Bécquer:
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Eternamente, Jessica Pachón Murcia, 4º C
No sabía qué hacer.
Por más que corriera,
me caí;
por más que nadaba,
me ahogaba
por más que respiraba,
me asfixiaba.
Por qué no me logro sacar esto
que me reconcome por dentro,
que no se apaga,
que se enciende cada vez más
como la llama de un fuego eterno
que en mi nunca desaparecerá…
el amor…
que en ti nunca entrara*
*Me inspire en el poema “Amor eterno” de Bécquer: Amor eterno
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2º Ciclo ESO. Prosa
Mi fiel acompañante, Marwa Touha, 4º B
En estas montañas nací, entre España y Francia. Esperaba morir en otro lugar del mundo, y escapar de estos picos y pueblos donde mi cara era familiar para todos.
Fue una noche de invierno, la calle estaba vacía. Me encontraba profundamente en mis pensamientos cuando un ruido rebotó por las paredes de la calle. Resultaba ser el grito de una pequeña muchacha en la esquina donde se encontraban los contenedores, encima de la nieve se encontraba su cuerpo sin alma bañado en sangre.
Era ver la cara de su acompañante, para saber que él fue el responsable de la muerte de la niña. No niego que sentí miedo, terror más concretamente, no quería ser la siguiente en satisfacer la psicopática sed del asesino. Al verme me dijo:
-Escogiste la hora equivocada y el lugar equivocado, ahora mis pecados serán los tuyos.
Yo me quedé congelada, y ahí el primer error que cometí, él se fue corriendo después de tirarme su arma mortal, y la cogí.
El cuerpo ya estaba muerto, no había nadie, pero, de pronto, salió una mujer de una de las casas, y, al ver la escena, chilló, y entonces se armó el caos. La gente comenzó a reunirse alrededor de mí, muchas miradas estaban dirigidas hacia mí, pero la que me captó la atención fue la de él, una mirada de decepción y confusa. He ahí mi segundo error, producto de puro miedo a lo que su mirada expresaba, yo también salí corriendo pensando que si escapo de esa situación todo volvería a la normalidad.
Eso pasó hace un mes, todos habían visto mi cara así que estaba en busca captura, él es el responsable en encontrarme, pues, él es policía.
Ahora yo me encontraba tirada en la nieve con dos balas en mi cuerpo, en el lugar donde abrí mis ojos por primera vez me encontraba siendo perseguida, por la policía y sus perros, en las montañas del Pirineo me congelaba y sin esperanza yacía en el suelo.
Aquí viví con mi Gran Pirineo este último mes. Mi perro, el único que me siguió: era suficiente que alguna alma aún confiara en mí hasta el momento de mi despedida. Sentí la necesidad de escribir una carta con toda la verdad detallada, como si supiera que no sería capaz de contarlo con mi voz. En el cuello de mi fiel acompañante se encontraba colgando la verdad de esa noche.
Los policías me habían atrapado y yo no tenía fuerza para seguir. La última vez que abrí mis ojos fue para verle, a él: escuché su voz diciendo mi nombre. Cerré mis ojos y mientras sentía ese cálido beso y sus lágrimas cayendo en mi cara. Caí en un profundo sueño con un sentimiento inesperado, cálido y tranquilidad. Todas las voces se desvanecieron poco a poco, supe que todo estaría bien, la verdad sería descubierta.
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Distancia, Paola González, 4º B
La distancia entre nosotros era casi inexistente. No te importaba en absoluto lo que la gente pensaba, para ti solo existíamos nosotros. El resto del mundo no importaba.
Todos los viernes en ese bar, nos pasábamos toda la noche dentro. Ahí podíamos ser nosotros. No hablábamos, simplemente disfrutábamos de nuestra cercanía. En ese bar los jóvenes en nuestra situación se juntan para poder estar con su amado y amada, allí todo es amor.
La distancia una palabra que se utiliza para determinar el esparció entre un punto y otro. Esa palabra que se utiliza para determinar el espacio que nos iba a separar, el espacio que nos iba a impedir vernos, hasta el final de la guerra. Es cuestión del tiempo que podamos estar cerca, que podamos acercarnos.
Al salir del local, siempre me acompañas hasta mi calle, pero siempre caminas delante de mí, con la cabeza baja y pisadas fuertes. Sé que estás triste, y decepcionado, sé que quieres que todo se acabe, pero no tienes ese poder.
Siempre sé qué decir para relajarte, te digo que algún día volverás, y podremos ser nosotros. Te digo que permanezcas junto a mí siempre. El cielo y el tiempo son conscientes de nuestro amor, son es los únicos que saben sobre nosotros.
Corro entre la multitud, hoy te marchas y no podía dejar que te alejaras sin darte algo antes. Miro las cabezas que se asoman entre los vagones del tren, y allí, junto con más mujeres alrededor, te veo. Buscas a alguien, me buscas a mí. Corro aún más deprisa, y me paro frente a ti.
Tú, sin miedo, sin importarte nada, me agarras de los lados de mi cara, uno delante del otro, mirándonos a los ojos. Rozando nuestras frentes e intentado averiguar qué pensamos. Desearía estar juntos unos segundos más, volver a esas noches de los viernes...
Ignorando al resto, solo él y yo, hago algo que los dos deseábamos durante mucho tiempo, con miedo a que sea la última vez que lo vea, con miedo a que sea la última vez que lo haga, le beso.
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Una historia de Hamna Hashmi , 3º C
Esta es la historia de una familia que llegó a Barcelona desde un lugar muy lejano. La maleta más pesada que trajeron consigo, contenía ideas y pensamientos que hicieron el viaje hacia su nuevo hogar mucho más largo y complejo que el trayecto que recorrieron.
Vivían en el corazón de Barcelona pero su cabeza residía en el país que habían abandonado. En pocos años su familia y su cuenta bancaria habían crecido tal y como habían soñado alcanzar. El padre de la familia se sentía rico y bendecido por la fortuna y la felicidad. Su negocio le daba mucho más dinero del que necesitaba gastar. Su esposa, sus tres hijos y sus cuatro hijas le obedecían y cumplían todos los deseos que un padre puede esperar una familia ideal. De esta manera crecía su familia, sus hijos le dieron nietos hasta alcanzar a diez sillas en la mesa durante las celebraciones.
El amor sincero que profesaban a su padre y abuelo era tan grande como las mentiras y los secretos que le ocultaban sobre la verdad de sus vidas.
Hamna, su hija mayor, se iba a casar, era un matrimonio arreglado. Ella le había dicho a su madre que aquello no le parecía bien, que no la hacía feliz y no se quería casar con un desconocido. Llegó el día de su despedida de soltera y nadie se había atrevido a decirle a su padre que aquella boda no se iba a celebrar. Gracias a la ocasión de su despedida de soltera, su padre la había autorizado por primera vez en su vida a salir por la noche con sus amigas, y, aunque estaba decidida a anular esa boda decidió aprovechar la situación para salir de fiesta por Barcelona con sus amigas.
Fueron a un club que su padre nunca aprobaría. Allí bailaron y disfrutaron toda la noche. Hamna estaba tan feliz que llamaba la atención de todas las miradas, sobre todo la mirada de un chico. Roberto se pasó la noche sonriendo mientras veía bailar a Hamna como nunca había visto bailar a nadie, como si fuera la última noche de su vida. Intentó acercarse a ella y presentarse pero no se atrevió.
Al día siguiente toda la familia de Hamna se preparaba para ir de compras y escoger su vestido para la boda pero ella estaba tan cansada por haber estado bailando toda la noche que rogó a su padre que la dejaran quedarse en casa, sola.
Pasó la mañana viendo películas de aventuras, estaba tan agotada que no tenía ganas de cocinar y pidió una pizza. Cuando abrió la puerta a su pizza el repartidor se quedó de piedra, sin decir una palabra. Hamna le cogió la pizza y cerró la puerta rápidamente. Acercó sus ojos a la mirilla de la puerta, vio al repartidor bailando y estalló en una carcajada.
Abrió la puerta otra vez y Roberto que avergonzado le dijo que la había visto bailando la noche anterior, en el club. Comenzaron hablando en la puerta y acabaron comiéndose la pizza entre los dos en el sofá, tan entusiasmados por conocerse que no se dieron cuenta de que las horas iban pasando a toda velocidad.
Hamna escuchó a su familia subir por las escaleras mientras miraba fijamente a
Roberto. Vio su vida pasar. Aquel país que abandonaron, el momento en que llegaron al aeropuerto de Barcelona, su matrimonio concertado, todas las mentiras que sus hermanas, hermanos y ella misma ocultaban a su padre… Y lo besó, besó a Roberto en los labios mientras su padre entraba por la puerta y lo veía todo. Su padre se quedó en silencio pensando qué decir. Hamna tomó la palabra y le dijo a su padre que el viaje había durado demasiado tiempo, que sus hermanas, hermanos y ella misma lo amaban y respetaban, por eso le ayudarían a deshacer una vieja y pesada maleta con la que ya no querían cargar.
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Bachillerato. Poesía
El cartomago de la Tierra, Carlos Pérez, 1º bachillerato B
El cartomago de la Tierra
Las cartas se voltean, fluyen y vuelan
cuando Él las maneja,
las pobres cartas son rotas y quemadas
sin ninguna queja.
Mal, muy mal, la persona lo pasa,
que sufre por malos momentos,
mientras la naturaleza limpia su casa.
Así lo veo yo:
hay un cartomago,
que de la Tierra habla,
mostrando sus gloriosas cartas
sin ningún estrago.
Las cartas de la vida;
nos está haciendo pagar por un gran pecado.
Para el mundo somos una plaga
que arrasa con todo,
y al fin y al cabo es el humano el que paga.
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Bachillerato. Prosa
Hasta el último suspiro, Lara Riera 1º de bachillerato A
En un alba cualquiera de una hermosa primavera, se encuentra Amada, adentrada en un bosque colosal. Ella era la más bella de todas, una muchacha de alma alborotada y corazón apasionado, constantemente sumergida en un mar infinito de pensamientos.
Esa misma mañana, nuestra querida Amada sentía una fuerte nostalgia en el pecho, echaba en falta algo con anhelo, caminaba firmemente, sin dejar un solo rincón sin ser observado por su punzante mirada, ella no sabía bien lo que buscaba, ¿Qué era aquello que pretendía hallar?
Aquel sentimiento que le recorría por dentro le llenaba de curiosidad, el deseo de encontrar el misterio de su desasosiego impulsaba a sus delicados pies descalzos a seguir andando. La muchacha agotada, de pronto se desvanecía en el suelo y ensuciaba por completo su frágil vestido blanco de lino, mientras ésta recuperaba el vigor; se daba cuenta de que jamás acertaría con el malestar que le invadía, y se echaba a llorar desconsoladamente.
Acto seguido, por más que meditase, Amada no conseguía dar con el motivo de su desdichada suerte: con cada lágrima que acariciaba su rostro pálido de mejillas rosadas bailaban en su mente los miles de instantes, de sonrisas, favores, actos mágicos que durante el transcurso de su existencia había ocasionado a los demás; todo el amor que había desprendido a lo largo de su breve vida con la desinteresada intención de otorgar beatitud. De modo que no comprendía que tan malo podía ser su pecado para que, siendo tan joven e inocente, el dolor le atormentara de esta forma en su profundo interior.
La muchacha, sin cesar el llanto, se daba cuenta de que aquella búsqueda había sido completamente en vano y se iría de allí con las manos vacías: alzó la cabeza con su último suspiro de esperanza, intentando hallar una señal, algo que consiguiera guiarle y le hiciese abrir los ojos de una vez…
Al darse cuenta de lo absurdo de sus actos, descendió la cabeza avergonzada de ella misma, y de pronto, se quedó paralizada cuando descubrió su imagen reflejada en el mar de lágrimas que ella misma había creado.
En ese mismo instante la muchacha comprendió todo, desenmascaró el problema oculto, y al hacerlo, se le dibujó una pequeña sonrisa al entender que lo que llevaba siempre encima, lo único que debía hacer, era indagar dentro suyo y vería el rostro de aquella malvada oscuridad.
Amada siempre fue bondadosa y dulce con los demás, pero lo más importante, siempre lo descuidó: el placer de amarse a sí misma nunca existió en ella, era un espíritu reluciente por fuera y apagado por dentro. En ese bosque, fue donde Amada, decidió recordar por siempre lo maravilloso que es querer y lo necesario que es sentirse querido para ello, se disculpa ante su corazón y le promete fidelidad hasta su último suspiro.
Por último extiende la mano, y después de contemplarla durante un considerado tiempo, plasma un tierno y afable beso sobre ella, fin.
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Siempre contigo, Justin Sabrina Freire, 2º bachillerato B
Me desperté y lo primero que vi al abrir los ojos fue a la persona que siempre ha estado a mi lado. Estábamos los dos cogidos de la mano sin fuerzas, a nuestro alrededor había personas en la misma situación.
Observamos cómo trasladaron a una joven a nuestra sala. Los días pasaron y nuestra situación empeoraba. Por las noches se escuchaban gritos de dolor de las personas que estaban allí, yo le cogía la mano a mi marido sin soltarlo, con tanta fuerza como si fuese un lazo indestructible entre los dos. Cuando una noche el doctor agachó la cabeza, se disculpó, rompió a llorar y nos dijo que no había suficientes respiradores para todos. Mi marido y yo nos miramos a los ojos y luego miramos a la joven que teníamos al lado y le respondimos que nosotros ya éramos mayores, que ya habíamos vivido nuestra maravillosa vida y que ahora le tocaba a ella.
Los doctores sabían que si no obteníamos aquellos respiradores a nuestra edad, sería el fin; sabíamos a lo que nos arriesgábamos y por eso hicimos una última petición y era poder salir en nuestras camillas a ver el amanecer.
Llegó el día, nos sacaron de allí y nos cogimos de la mano. Le miré y pude observar cómo se le caía una lágrima lenta y abundante, pedí al doctor que acercara mi camilla a la suya y con las últimas fuerzas que me quedaban me levanté y le di un último beso, el último de nuestras vidas.
Cuando el sol apareció por el horizonte, sentí como su luz me bañaba y con aquella agradable sensación mis ojos junto a los de mi marido se cerraron por fin, llenos de paz.
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Amor, Marina García Aquino, 2º bachillerato A
¿Cómo debería empezar?
Es la pregunta que constantemente repito en mi cabeza, pero claro: cómo no hacerlo cuando se trata de ti.
Quizá, como en cualquier historia de amor, el principio sea la mejor forma de comenzar este breve relato.
Cerca de tres años han pasado ya desde que te conocí, desde que nuestras vidas se entrelazaron y desde que todo en mí empezó a cambiar. Siempre es subjetivo el ver si fue para bien o para mal, pero créeme que cuando digo que eres lo mejor que ha podido pasarme, no me equivoco. Y sí, he de admitir que puede que a primeras, suene a un cliché más del amor, en el que dos personas de la nada se conocen y a su ritmo acaban enamorándose perdidamente el uno del otro, pero así sentí que fue y así lo sigo sintiendo a día de hoy, por lo que me abstendré a mentir al respecto. Después de todo, este cuento ya ha tenido suficientes mentiras en sus inicios. Como las veces que al empezar a notar que me enamoraba quise convencerme de que solo estaba confundida. Las veces que te dije que no era amor, qué simplemente tonteábamos en broma. Qué tú también estabas confundido. Qué no iría a más.
Pero a todo esto, ¿Qué es el amor?
Al principio, yo entendía el amor como un sentimiento complejo que solo te lleva a la perdición. Pero todo cambió después de conocerte con las innumerables dudas que empezaban a nacerme. Y yo, como inepta que era sobre el tema – a pesar de haberme informado a base de películas cursilonas y libros del mismo calibre –, yo, simplemente tuve que empezar a aprender junto a ti lo que me estaba pasando, lo que a ambos nos estaba pasando. Y aún así, ¿Cómo saber si realmente estás empezando a desarrollar sentimientos románticos hacia alguien? ¿Cómo saberlo cuando nunca antes te ha sucedido algo así?
¿Exactamente qué es lo que sientes?
Pues bien, las dudas que seguían creciendo abruptamente dentro de mí fueron, sin duda, lo que más me costó asumir. Asumir el hecho de que, muy en el fondo de mi ser, sabía todas las respuestas a lo que me carcomía el alma. Y aún así me negaba a aceptarlo.
Me negaba a aceptar que estaba perdidamente enamorada de ti.
¿Por qué? Me preguntarás.
Querido, si bien sé que tú eras sincero a más no poder – incluso cruzando un límite–, yo mentía como bellaco por lo que me hacías sentir, una sensación tan inmensa que me aterraba, definitivamente, una emoción sublime. No sabía cómo expresarte algo así, algo tan nuevo y que fue, hasta esos momentos, desconocido para mí. Es más, siendo honestos, ni siquiera quería hacerlo. Era mucho mayor el miedo a perder nuestra agradable amistad, el miedo a no poder seguir a tu lado, el miedo a perderte, mi amor, fue lo que más me costó superar.
Y aún así, pese a la tortura que era aguantar mis constantes negativas al tema, pese a mi fingida indiferencia, pese a saber lo peor de mí, tú solo tú, decidiste quedarte.
En tu espera reflexioné a más no poder, la angustia de saber que tú sentías algo por mí y yo no saber qué decir o hacer me mataba. ¿Por qué y a dónde quería llegar? ¿Quería establecer una relación contigo una vez te manifestase mis sentimientos? No lo sabía. Tú, siempre dulce y tierno, me hacías imaginar un futuro a tu lado, en el que asegurabas cuidarme y amarme como – según tú –, merecía. Ante tales pensamientos no podía evitar ir ablandándome cada vez más. Todo lo que tratase sobre ti, todo, absolutamente todo, se sentía increíblemente cálido y quizá fuese eso también algo que empecé a temer: que nuestra posible relación fuese un sueño, algo efímero y que una vez iniciásemos algo, acabase al segundo.
¿Y por qué te estoy explicando todo esto, cuando ya sabes perfectamente cada uno de estos momentos que vivimos?
Quizá de vez en cuando, me guste recordar que cada uno es distinto, que cada persona va a su propio tiempo, y que no hay nada que esté ni bien ni mal. Que, aún teniendo nuestras diferencias, siempre nos acabamos complementando. Que, irremediablemente, todo acabe focalizándose en ti, por lo menos, una vez al día. Que todo lo que se decide nos lleva a una cosa u otra y, aunque sea algo inevitable que quizá nos guste o no, podemos afrontar finalmente una situación en total parsimonia.
Dime, ¿No te resulta curioso?
Aún no tiene final este cuento es más, literariamente hablando, podríamos decir que seguimos en el desarrollo de nuestra absurda pero fascinante –para mí – historia de amor. Llámalo como quieras, destino o casualidad; pero afirmo que ninguno de los dos pudo imaginar que al final acabaríamos de este modo: tú y yo, en mi sofá del Ikea besándonos tiernamente, sintiendo como, paulatinamente, sigue creciendo en nuestro interior ese sentimiento llamado "amor".
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Muero y renazco
Busco en las miradas fugaces, tus ojos, en murmullos suaves que se cuelan en el ruido y la bulla, tu voz, invento tu rostro en caras ajenas.
No estás, ni aqui ni allá, te has vuelto recuerdo en mentes con alzheimer. Huella en la arena que borran las olas.
Un fragil viento arranca una hoja de su árbol al igual que el dolor me arranca de la vida y me revolotea por el denso aire.
Muero y renazco en cada giro, caigo en el mantillo y si tengo suerte me ciclo, pero la brisa me levanta de nuevo.
Recorro largas distancias observando el suelo cual ave que escapa de su nido en busca de un hogar, sobrevuelva hacia el firmamento cruzando el averno.
En escape de la estadia rutinaria, del fervor que calcina sus plumas, de la ansiedad de llegar lejos y encontrar un sentido. su vuelo es caida, su libertad encierro, deja de plumas una estela de su partida.
En su memoria la imagen de cuando emprendió la huida, escapaba de sí misma, de felicidad a tristeza la soledad se volvió herida.
Levito al son del silencio, muero y renazco en un suspiro que queda atragantado en mi pecho.
Caigo al vacío, formo hogar en aquel sitio donde crecen las flores sin que rayo de luz alguna llegue.
Donde germinan las semillas de los recuerdos y los sueños, algunos crecen y en su plenitud mueren frustrados, duran lo necesario para salvar a la belleza del tedio desmesurado.
Una flor logra su antésis en la oscuridad pero nadie la ve, ¿a quién le brinda su belleza mas que a los ciegos?.
Otras sin embargo perduran y dan frutos que alimentan a las criaturas que alli se alojan, los devoran con fervor, se alimentan de mis entrañas.
Estoy muy lejos, ya no hay tierra aquí, me pierdo, no te encuentro, caigo en el oceáno, naufrago sitibundo, muero y renazco, desfallezco, desfallecemos.
De repente, estás flotando en tu melancolia mirando al cielo y sintiendo el vacío a tus espaldas, queriendo una de dos, o que te salgan aletas y poder sumergirte en lo más profundo o tener un par de alas y tomar vuelo hacia el cielo astrífero.
Tu corazón te pesa pero no te hundes,tu espiritú es libre pero no despegas, ninguna sucede, solo estás a la deriva, esperando que alguien te rescate
Que en una botella llegue una carta de alguien que te escriba, eres un naufrago queriendo ser salvado de su destino fatal y te das cuenta que sufriendo es la manera en que sabes que estás vivo y eres mortal.
Amor mío, recuérdame amor mio, como alguien que ama la poesía y que murió en ella a falta de ti,
No me dejes morir del todo y leeme, búscame entre las palabras, encuentrame, en el sonido de las hojas de los árboles cuando sopla el viento.
En la pintura que nadie entiende y para ti es complemento, en el aroma del ciprés sembrado en el asfalto y en las notas musicales de un triste artista callejero que el mundo pasa por alto.
Abnegado, tengo que contentarme ahora con esta mala forma de vivir, con esta melancolia que no puedo evadir.
Amor mio no te preocupes por mi, aunque voy herido soy libre ahora, no tengo miedo de escribir estos versos aunque no los leas y se pierdan en mi memoria.
No tengo ahora miedo de que me lean y de mentir diciendo que hay esperanza de que regresen tus besos. Muero y renazco. Escribo y fallezco.
En la miseria nocturna, se acerca la oscuridad y los sueños me llaman, no quisiera dormir, es sumamente doloroso soñar, pero es mucho peor el despertar.
De repente un día lo entendí, descubrí después de tanta soledad que no era necesario para el mundo ni para nadie, nunca lo habia sido y sin embargo necesitaba de otras personas.
Y que esta constante melancolia era la consecuencia de buscar eternidad en un mundo donde todo era efímero y yo sólo esperaba que mis ganas de partir también lo sean. Muero y renazco,
- V ᵾ Ł Ᵽ Ɇ S
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