Tumgik
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Transformar mis espacios siempre ha sido típico.
Cómodo, ahí radica todo. Me he sentido cómodo con mis transformaciones. Pero nunca creí que tuviera una como esta.
Provocada por mi miedo más grande hecho realidad.
Pero de dónde partir?
Con cuál empezar?
Con cuál soy bueno y con cuál no tanto... Qué quiere usted mae?
Over, and over again.
Senna detonó mis emociones y mis sentimientos más profundos; me está haciendo sentir que no estaba tan muerto cono pensaba, ni tanto como quería.
Sigo preocupado, destrozado. Pero eligiendo las posibilidades que me maten menos.
Hay matices en todo.
- P. García.
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No mentí cuando decía que tengo el corazón tan frío, que el amor y sus gestos me causan repudio, me importan nada y me parecen absurdos.
- P. García.
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Es una simpleza la que me cargo por dentro. No porque me guste lo sencillo, sino porque todo me lo parece.
Perdí mi habilidad de ver el valor en las cosas, cada día más, todo me importa menos.
No sé ni cómo, ni cuándo, mi vida giró hacia esto; con pataleos y manoteos histéricos, causados por la desesperación de sentir algo y no sentir nada.
Y logro avanzar, ver mi vida ir hacia el frente... pero a solas, cuando nadie me ve, me la paso volteando a lo que fue.
Supongo que la buena reflexión tiene el peso de un pasado muerto y marchito, donde yacen las respuestas, donde se regresa para buscarlas.
Y algo de malo tiene; cada vuelta hacia el pasado te contagia un poco con ese veneno que llamamos anhelo, con esa muerte camuflada de frío, con ese dolor que huele marchito.
Si... No sé ni como... Ni cuando, mi vida avanzó; y vuelvo atrás a velar lo que no fue, porque no quiero soltarlo... quién diría, que soy de frío y ramas secas.
- P. García.
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Lamento tu ira, lamento tu tristeza. La envidia que te pudre por dentro. Y los celos absurdos para llamar la atención.
Debería darte vergüenza, clamar a gritos amor. Valerse de un "no lo he pasado bien" para destruir tu alrededor.
Y luego llorás gritando "por qué se van?" Cuando tu estupidez fue el único problema. Porque el egoísmo es tu único amigo.
Volteás a ver y no encontrás nada... no te diste cuenta de los balazos malintencionados que lanzaste? Esos que ahuyentaron a todos?
Porque al final, cuando saliste, nadie preguntó. Porque a nadie le importó tu tormenta en un vaso de agua. Y quedaste amargado, solo, y con las energías por los suelos.
P. García.
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Últimamente tenemos el talento para mandarnos a la mierda. Y ya me cansé, me cansé de la lucha constante por querer tener la razón, sin argumentos válidos para tenerla.
Vamos en caída libre, y considero fuertemente caer solo, porque al final solo eso veo por todas partes, el risco gigante.
Y no puedo llegar a ningún extremo, porque tenés un talento de ponerlos demasiado lejos; y yo de perseguirlos, rabeando en el intento. Y esto de no tener paz, no lo merezco, tampoco lo quiero.
No tolero, ni permito, que se me quite algo tan mío, tan propio y tan difícil. No cuando sos una cabeza irraigada en ira, y la paz se convierte en lo último que puedes sentir.
- P. García.
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Aunque me duela, el tiempo va haciendo lo suyo; ojalá fuera poder entenderte, pero no es eso. Es solo comprender que las cosas van pasando, que cada día dueles menos.
Seguimos caminando por callejones separados, como hace tres años, pero con un fino hilo que nos une desde alma. Hilo que nos ayudará a reencontrarnos después, cuando la tormenta pase.
Hay momentos de soledad entre incontable compañía; pero estas versiones que estoy conociendo, me han fisurado por dentro. Aún así, sigo firme, porque el egoísmo en este momento es la mejor opción.
Floreceré por entre mis grietas, y florecerás por entre las tuyas. Crecer duele, pero avanzar es necesario. Y estoy seguro que en algún momento, lejano o no, estaremos presentes con una mejor versión de nosotros, como si hubiéramos renacido una vez más.
Y el ciclo estará allí, esperando el momento ideal para comenzar de nuevo. Doliendo menos, aprendiendo más; volviendonos reales, viviendo nuestra humanidad, porque crecer, no siempre es un camino de rosas.
- P. García.
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Estoy en un estado mental tan distinto, que me cuesta asimilar el cambio de mi inspiración.
Siempre creí que mis escritos relatarían el dolor que deja querer, en lo que te convierten cuando entregaste todo, se llevaron todo y te dejan sin más.
Expresé sobre los vacíos emocionales, la falta de responsabilidad afectiva, lo complejo de olvidar y lo difícil de ponerte en orden después de las tormentas.
Ahora solo veo colores dónde solo veía matices de gris. Solo puedo sentir el amor que me crece por dentro y ya no puedo parar.
Tus ojos se convirtieron en esa puerta hasta el cielo, que aguaditos por tanto amor, me escarban el alma, encontrando los pedazos de mi ser romántico que yo había enterrado.
Y pudiste sembrar en mí múltiples tipos de flores; diversas y variadas, donde antes yacían las ramas y las espinas de un jardín seco.
Me has dado un sentido de pertenencia, la definición de la palabra valor. Vivir para mí ahora, es una nueva oportunidad para amarte cada día; de una forma distinta, de una forma real.
Ahora entiendo que mi inspiración derivaba de mis experiencias ¿Como no voy a escribirle al amor, si siempre fuí bueno en ello? Lo único que no sabía, es que también soy merecedor de la parte cálida del amor.
- P. García
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Si pudieran entender el precio que tengo que pagar por cada vez que escribo, no lo verían como arte, lo verían como mutilación.
Siempre nos encontramos el papel en blanco y yo en este marejar de ideas y sentimientos que me cortan al escribir; siempre entre más sangro, más poético se vuelve.
Algunas veces tengo que debatirle, pues mi prosa no le agrada; aunque algunas veces me deja pasar uno que otro sentir de esperanza, siempre prefiere mis escritos cuando estoy roto o cuando estoy seco.
Esta poesía no es para los esperanzados, si han visto algo de esperanza aquí, les puedo prometer que llegará una desilusión; a fin de cuentas, el papel y yo tenemos el acuerdo: vernos a escondidas cuando mi alma está rota, yo corro a sus brazos, y él me espera sentado con la puerta abierta.
- P. García.
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Esta lejanía se siente como un exilio, y el exilio duele. Alienarse duele, mucho. Pero los diamantes se hacen bajo presión.
La incertidumbre me explota por dentro, es muy buena ladrona, me ha robado el hambre y el sueño; y aunque me vea llorando, se los lleva sin importarle.
Hay palabras que duelen más que el filo de mil katanas, o disparos directos, frívolos y sin asco. Siento esta ansiedad como veneno que me agota la energía, me presiona el estómago y me hace vomitar, quizá son las mariposas en el estómago, que me terminaron intoxicando.
Y por partes pequeñas, logro contruir poco a poco los errores, y el dolor funciona para pegarme de nuevo, después que te rompen, la mayoría del tiempo toca reconstruirse solo, pero hay que derrumbarse primero para volver a hacerlo.
Así que soy positivo pero realista, de que esta lejanía funcione para que construyamos de nuevo, el muy lindo amor que teníamos. Y que las mariposas que vomité, revivan en las ilusiones de verte y no las amarguras por perderte.
Y que esas 18 razones para amarme, que con el tiempo y sin darme cuenta se fueron perdiendo, no sean 18 razones para no amarme, y entendamos que si estuvieron, pueden volver a nosotros.
- P. García.
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Recuerden muchachxs. Del amor al odio hay un paso. Son cuernos de la misma vaca.
Increíble, lo que el asco por alguien puede provocarte.
Lo que ves cuando la venda se cae. Cuándo completas el cuadro y das gracias.
Das las gracias, por irte; porque nadie ama sin razones, ni odia sin ellas.
Y se puede sentir amor u odio, pero no retenerlo, así que agradece, por irte y ver de reojo.
Por haber amado y después odiado, permitirte abrazar ambos, sin condenarte a cadena perpetua.
- P. García.
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Ojalá nos acostumbren a tomar riesgos en la vida.
Convertirnos en seres que no boicotean su propio caminar,
Preguntándonos si está bien o es el momento correcto.
Tener la oportunidad de decidir sin cuestionar nuestros deseos y convicciones.
De sentirnos más dinamita y menos montaña.
- P. García.
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Amo la forma con que tus ojos escarban cada rincón de mi cuerpo... y enseguida, la sonrisa que esbozo cuando esa mirada conecta con la mía.
Amo cuando me tomás de la mano y el mundo se vuelve seguro, cuando hablamos de 3+3=7, de perros, de hijos y de una vida entera.
Amo la fuerza con la que me amás y la sutileza con la que me lo demostrás, esos detalles tan minúsculos que solo yo podría valorar.
Y después de tanto "amo..." Mis lágrimas cayendo, la alegría que se me desborda, y tus brazos que me la apañan.
P. García.
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Impotencia de los que somos nada.
Miénteme una vez más, esta venda sobre mis ojos ya pesa.
Nuestra realidad de mentira, donde te concebía perfecto. Le hice un altar al demonio.
Quítame el veneno que se esparce por mi cuerpo, no tengo las fuerzas, ni la voluntad para hacerlo yo mismo.
Golpéame contra el piso, reviéntame la cabeza, quizá de esa manera, te logre sacar de allí.
Y todo eso es pedirte nada, a fin de cuentas, en eso me convertiste.
<P. García.>
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Cortar un hilo.
Ya me preguntaba cuándo llegaría. Mi piel en silencio, la música por dentro.
Todos lo saben, el final escrito, presagiado, por esos sonidos ahogados que nunca dejo escuchar.
La tensión del dolor a flor de piel, mis pensamientos atravesándome el cuerpo, tentándome a hacer lo que soy bueno; buscar salidas de escape y plantar a correr.
Elegir la puerta adecuada, romper una ventana, o quizá salir a rastras por el piso, sí... escabullirme! Quizá sea lo mejor.
Nunca seré bueno decidiendo, por más que lo intente, tan fuerte, tan real, pero debo admitir... que has sido un maravilloso intento.
-P. García.
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No, la luz no se ha ido, el cariño tampoco.
Pero los apagué, ambas cosas.
Con el corazón en una mano y los recuerdos en otra.
Superar la nostalgia, imposible.
Si entra claridad, o amor, cerraré mis ojos.
Con la esperanza de que la necedad del fallo, no ataque de nuevo.
Desprenderse, aún con el dolor intesificado, no es imposible.
Pares de lágrimas, saladas o amargas, intermitentes.
Me recuerdan, una razón más, para no abrirlos y exigir el silencio.
El porqué caminar vacío, sin prisa, y a oscuras.
- P. García.
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Soy de papel.
Desgarrado en pedazos.
Que acaba arrugado. Por todo, con todos.
Que se moja con sus propias lágrimas.
Que se quema para volverse ceniza.
Soy de papel, volátil,
Mi firmeza se me ha ido.
Mi rigidez ha desaparecido.
Vulnerable, cortado.
Esperando desvanecerme con el viento.
Quizá irme y no regresar.
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