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josephine-waters · 1 month

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Un mini fic de lo que yo imagino que paso con el distanciamiento entre Coriolanus y Tigris despues de Balada de Pájaros y Serpientes. Es un one-shot pero ya estoy escribiendo la segunda parte que si termino publicaré después, me disculpo desde ahora por tantas ediciones pero tal cual lo escribí lo publiqué para no postergarlo y las correcciones las estoy haciendo desde acá.

“Te ves justo como tu padre Coriolanus” …

Tigris había visto a su primo pasar del niño temeroso e indefenso de la guerra a un adolescente orgulloso, mientras lo criaba había intentado desterrar ese rasgo del muchacho pero no se culpo cuando no pudo, después de todo el orgullo era un rasgo de los Snow, tan característico como el cabello rubio casi blanco que tenían todos, además ¿no había detrás de su talento para diseñar algo de presunción y orgullo?, así se convenció de que su primo no había cambiado realmente, simplemente su carácter se había endurecido por los horrores de la guerra y las presiones de la academia. Pero esta excusa le fue insuficiente tras verlo regresar del Distrito 12, lo notó desde que lo vio bajar del tren, había algo diferente en su postura, en sus gestos, pero especialmente en su mirada, la luz que antes veía titilar ante las barbaries de la guerra y los juegos se había extinguido.

El nunca hablaba de sus estadía en el Distrito 12, con nadie, “No nos conviene que nadie sepa de mi estadía en el 12, ni de mi función como agente de la paz, los Snow por fin han recuperado su estatus y no podemos arriesgarnos a perderlo por las habladurías de la gente”, la abuela apoyaba esa postura, para ella esos meses que habían caído en desgracia después del destierro de Coryo no eran mas que una pesadilla de la que afortunadamente había despertado y se negaba a reconocer que ese episodio había siquiera sucedido. Pero Tigris quería saber, tenía que saber, ¿que había pasado durante ese tiempo para que Coryo cambiara tanto, para que se volviera tan frío y distante? La única vez que intento preguntar por Lucy Gray respondió que la había visto muy poco, pero que no era como ella creía y que si tenia talento con las serpientes era porque en el fondo era una, cuando intento indagar mas sobre el tema le lanzo una mirada furiosa, casi amenazante que le dio escalofríos y evito que volviera a tocar el tema.

La tutoría con la Doctora Gaul solo empeoro todo, esa mujer era temible y cada día cerca de Coryo veía como el perdía poco a poco su humanidad, los comentarios que hacia tan carentes de emoción y sensibilidad: el poder, el control y la ambición sobre cualquier cosa, el fin que justificaba todos los medios y preservar la paz por el “bien” de todos, pero de alguna forma esa paz se sentía mal, pervertida. Lo escuchaba y no podía a evitar sentirse culpable, ella había ayudado a criarlo, fue responsable de su supervivencia, debería poder hacer algo, decir algo para que ese niño noble volviera, para que esa oscuridad y furia que se asomaba en sus rasgos desapareciera.

Pero ese Coryo parecía cada vez mas lejos, sin embargo, ella se negaba a perder la esperanza, esa luz tenía que seguir ahí, crepitando débilmente pero aún encendida, él no podía ser tan cruel como la monstruosa Doctora Gaul, esa mujer solitaria y egoísta que no sentía afecto por nada ni por nadie, después de todo su primo aún se preocupaba por ella y por su abuela, las cuidaba, se había apresurado en recuperar el penthouse de los Snow y de regresarlo a su antigua gloria, su abuela vestía nuevamente como una duquesa, con las mas finas telas y había cubierto todas sus deudas, también había pagado la escuela de arte y diseño para Tigris. De nuevo y ante todos habían probado que los Snow siempre caen de pie, todas las puertas estaban abiertas para ellos, ascendían de prisa en la escalera social, pero Tigris notaba con tristeza como cada nuevo escalón era insuficiente para Coryo, lo despreciaba con fingida humildad mientras ansiaba con desesperación el siguiente, obsesionado por las conversaciones a las que aún no podía acceder, los objetos fuera de su alcance.

Los juegos fueron adquiriendo popularidad gracias a las aportaciones de Coryo, pronto se volvieron mas que un entretenimiento sino una fuente de dinero e inversión, todos los sectores e industrias estaban deseosos de participar y ser parte del beneficio. Para horror de Tigris vio como los mejores diseñadores se apresuraron a vestir a los tributos para las entrevistas y presentaciones, como los vestuarios aparecían en televisión nacional no había mejor publicidad. Pero no Tigris, después de su primer inmersión en los juegos de la mano de su primo no quería tener nada que ver, ella quería diseñar ropa lujosa y hermosa para las grandes familias del Capitolio, nada de disfraces estrafalarios que terminaban como el traje mortuorio para veintitrés de veinticuatro niños.

El dinero de los Plinth fue el mayor cambio en sus vidas, removió cada obstáculo que Coryo encontró, la guerra era un lastre que muchos seguían arrastrando, así que cuando veían al afortunado joven Snow lo dejaban pasar, listos para recoger el oro quedaba en su estela. Empresarios y estadistas le abrían camino, todos menos una persona, la Doctora Gaul que lo observaba ascender en la pirámide social con una mezcla de orgullo y furia, sobre todo cuando con el paso del tiempo el joven aprendiz parecía resistirse cada vez más a su regio control. “Creo que es momento de que me emancipe” anunció finalmente Coryo a su familia y Tigris sintió su corazón palpitar emocionado ante la idea de alejarlo finalmente de tan terrible influencia, pero habia que ser precavidos, la doctora era muchas cosas, terribles la mayoría, pero estúpida no era una de ellas, sin duda había observado que los poderes de su discípulo iban creciendo y habría tomado precauciones por si este intentaba abandonarla o traicionarla.

“¿Pero como? Dudo mucho que la Doctora te deje ir tan fácilmente” cuestionó Tigris apesumbrada, “Tal vez solo tenga que pedir ayuda, alguien que me apoye” respondió su primo con calma, como si ya tuviera todo resuelto. “La doctora Gaul es una de las personas mas poderosas de Panem y todos le temen” le advirtió Tigris, no para disuadirlo sino para que pensara bien lo que iba hacer, “Todos, excepto Hamal Ari” respondió cavilando Coryo y ella hizo una mueca de disgusto, Hamal Ari era el jefe de las fuerzas armadas del Capitolio un hombre enorme y repugnante, que encontraba su igual en crueldad solo en la Doctora Gaul, tal vez por eso se despreciaban tanto mutuamente, sin embargo cada uno reconocía la fuerza y peligrosidad del otro por lo que mantenían una distancia cautelosa, siempre vigilando mutuamente sus movimientos.

“Hamal Ari no hace favores y tiene mas dinero del que puede gastar toda su vida” replico Tigris insatisfecha, para nadie era un secreto que Coryo había entregado dinero cuando algunas cosas se complicaban, agradecimientos les llamaba el. “Lo conozco ahora mejor que antes, se que hay cosas que quiere y su dinero e influencia todavía no alcanzan”, algo brillo en sus ojos, no ese suave resplandor que ella anhelaba, si no algo diferente, fue como una hoguera pero en lugar de iluminar parecía oscurecer sus ojos, como un fuego voraz que consume todo a su paso, “¿que cosas Coryo?” preguntó ella inquieta, el la ignoro y siguió cavilando, Tigris no tuvo valor de volver a preguntar.

A las pocas semanas se celebraron los Décimo novenos juegos del hambre, tan sangrientos como los anteriores, pero cada año mas populares, mas ovacionados. Coryo había propuesto recientemente una gira de victoria para los ganadores, dentro y fuera del Capitolio, todos los hombres importantes de Panem acudieron a la primera fiesta, pero la protagonista del evento Chastity, la vencedora del distrito 2, una niña de apenas 15 años desapareció momentos después de haber iniciado el evento, Tigris miró preocupada a su primo, este era un evento que el había organizado y sabia lo furioso que se ponía cuando las cosas no salían como quería, pero el lucia complacido, casi extasiado con la fiesta.

Las fiestas continuaron, una cada noche y Tigris se vio obligada a acompañar a Coryo a cada una de ellas, cada vez mas ansiosa y cansada, no podía esperar a que terminaran, especialmente cuando noto lo mucho que estos eventos también estaban afectando a la pobre Chastity, cada día lucía mas delgada, pálida, con los ojos vidriosos, visiblemente enferma y aunque el maquillaje y los hermosos vestidos con que aparecía trataban de ocultarlo sus rostro se notaba desencajado, como si fuera a perder los nervios de un momento a otro. No podía culparla, que difícil debía ser estar rodeada de extraños que te mandan a morir a una arena y después te felicitan por que no lo hiciste.

La semana festiva se vio interrumpida por el repentino fallecimiento de la Doctora Gaul, causa de muerte un aneurisma, pero solo un día de luto nacional después se retomaron las actividades y se celebro la ultima gran noche de la gira de victoria, esta vez en la casa del Presidente Netus, “Los juegos del hambre son el legado de la Doctora Gaul, el seguir con la agenda de los mismos es la mejor forma de rendirle homenaje” argumento Coryo, nadie discutió la decisión, tal vez por que le daban la razón o tal vez porque el fondo estaban aliviados por la muerte de la doctora, seguramente ambas.

La noche siguió tan superficial y sofocante para Tigris como las anteriores, miraba el reloj hastiada esperando que todo terminara, pero a la mitad de la fiesta se oyó el tintineo de una copa para un brindis, “Hemos preparado para ustedes los mas exquisitos platillos, los invitamos a probarlos todos” la voz presuntuosa de la esposa del presidente Netos, Tigris alzo una ceja, era el festín mas vasto que había visto en toda su vida, había tanta comida que dudaba que los invitados pudiera probar siquiera la mitad “y si creen que ya no pueden comer mas…” continuo melosa la mujer como si le hubiera leído la mente, “tomen uno de los nuevos cocteles, preparados especialmente para que puedan probar todos los manjares” señalo las copas que diligentemente dejaban todos los avox en una mesa exclusiva “pero por favor tómenlo en el tocador, no queremos accidentes” se apresuró a agregar al ver que varios se acercaban y tomaban con curiosidad las bebidas.

Tigris sintió nauseas cuando comprendió la intención de los cocteles, ¡¿hace unos años, todos luchaban por sobrevivir, recurriendo a lo indecible para conseguir llevar algo al estomago y ahora iban a vomitar para comer mas?!… Las nauseas la invadieron, le faltaba el aire, la habitación se sentía repentinamente claustrofóbica, tenia que salir de ahí, camino sin darse cuenta a donde iba, sujetándose de las paredes y entro a la primera habitación disponible queriéndose alejar del clamor de la fiesta, se dejo caer contra la pared, sin importar ensuciar su fastuoso vestuario, puso la cabeza entre las rodillas y se concentro en no desmayarse.

No sabía cuanto tiempo llevaba sentada ahí cuando la puerta del otro lado de la habitación se abrió y Chastity salió de ella, estaba visiblemente alterada, sollozaba con fuerza, despeinada y con el vestido mal abrochado. La tributo tardo un momento en verla, pero cuando finalmente lo hizo no hizo nada, solo siguió llorando, levanto la mano para limpiarse los mocos en un gesto repugnante mientras todo cuerpo se sacudía con violencia, después de unos segundos abrió la boca, Tigris se puso tensa anticipando el grito que sin duda saldría de su garganta, pero algo aun peor sucedió, la chica abrió la boca como si intentara con todas su fuerzas chillar pero la voz no salía, su cara deformada en una horrible mueca de terror de la que no salían mas que ruidos contenidos, era espantoso. Un miedo como no sentía hace años se derramo por todo su cuerpo y ahora ella tuvo ganas de gritar, se sintió tomar aire lista para chillar pero no tuvo oportunidad. La puerta por la que Tigris había entrado se abrió y una mujer entro al cuarto, era miembro del equipo de vestuario Tigris la reconocía aunque no sabía su nombre, parecía mas sorprendida por la presencia de Tigris que por el estado tan desastroso de Chastity, “me han mandado para arreglarte” informo con voz neutra, Chastity no se movió, parecía incapaz, así que la mujer se acerco a ella y tomándola de la muñeca comenzó a arrastrarla consigo, Tigris se acerco a ellas como automata y de alguna forma encontró su voz, “¿quien?” preguntó, la vestuarista la miro insegura “¿quien te mando a buscarla?” demandó irguiéndose, una Snow en toda su extensión, “el, el señor Snow” respondió la vestuarista antes de desaparecer con la chica por la puerta.

Tigris vomito en el lugar, sintió sus piernas ceder amenazando con derrumbarse, entonces escucho el pomo de la puerta por donde Chastity había entrado agitarse de nuevo, presa del pánico corrió a una esquina y se oculto tras una larga cortina, era un escondite pobre, si alguien se acercaba demasiado sin duda la vería, sobre todo por el modo incontrolable en que temblaba. Unos pasos se acercaron y contuvo la respiración “¡Puaj! Criatura asquerosa” la inconfundible voz de Hamal Ari retumbo en la habitación, seguido de sus pasos chacualeando a través del vomito que seguramente había pisado inadvertidamente y salir de la habitación segundos después. Tigris apenas escuchó cerrar la puerta, vomito nuevamente, salió corriendo en busca del sanitario y continuó con las arcadas hasta que le lloraron los ojos y le ardió la garganta, una mujer la miro desde el espejo donde retocaba su maquillaje, “tomaste mas de uno de esos cocteles ¿no?” le pregunto entre entre asqueada y divertida, sin esperar su respuesta mando a llamar un avox que se encargo de acompañar a Tigris a casa.

Tigris paso la noche temblando, sentía como los vientos helados le atravesaban el cuerpo, pero no era el frío de esta noche que era mas bien una noche cálida sino el de una gélida noche hace 15 años, tras el invierno de la guerra. Fue una noche sin leña para calentar el departamento, después de cuatro días sin comer nada solido, los ojos del pequeño Coryo lucían demasiado grandes en su cara mientras se abrazaba a su cuerpo. Tenían que comer, ninguno de los dos resistiría un día mas, “vamos Coryo” insistió, intentando convencerlo para que salieran a buscar comida a las calles, pero el niño apenas respondía. Comprendió que dependía de ella, se levanto como pudo y salió al frío, tan débil y delgada que las fuertes ventiscas la empujaban, si tan solo lograba llegar al local de Pluribus, podría apelar a su compasión, pedirle que les regalara algo, estaba segura de convencerlo solo tenía que caminar un par de kilómetros mas. Pero estaba demasiada falta de fuerzas, el aire soplaba demasiado fuerte y se derrumbo antes de poder ver siquiera el local. Se quedo ahí tirada pensando que moriría de frío o hambre de un momento a otro, entonces sintió unas manos heladas deslizarse por su estomago, salió de su estupor y un rostro sucio le sonrió intencionadamente, le faltaban varios dientes y sintió sus manos moverse tentando sus costillas, Tigris se retorció asqueada, empujándolo con todas su fuerzas que no eran muchas, el hombre se detuvo sorprendido sin duda la creía inconsciente, “estas demasiado débil para luchar y yo demasiado débil para someterte, quédate quieta, te prometo que entraras en calor” su aliento agrio la golpeo y espabilo otro poco, lucho con mas ímpetu contra el, ansiosa por quitarse ese hedor de encima, el hombre gruño contrariado “tengo un bote de mermelada, es tuyo si lo quieres”. Tigris titubeó, su pelea se hizo menos intensa y el hombre sonrió triunfante “te daré dos si eres especialmente dulce”, ofreció mientras alzaba su falda hasta su cintura. Ella dejo de moverse, se quedo quieta, excepto por su pecho que bajaba y subía al nivel de sus sollozos.

Coryo recupero un poco el color después de dos cucharadas de mermelada, no le dio las gracias, estaba demasiado ocupado lamiéndose los dedos y ella no dijo nada. Utilizo la segunda lata para intercambiarla por latas de habas, Coryo protesto un poco pero accedió cuando noto que ella no podía comer una gota del dulce sin vomitar.

Tigris sabía, lo supo en el instante en que vio a Chastity salir de esa habitación lo que le había sucedido, sus ojos tan vacíos como los de ella habían estado entonces, su postura rota, destrozada. Tigris lloró sin parar toda la noche, llorando por la niña que había sido, lo que había perdido y le habían robado. Lloro de dolor y de rabia, contra ella, contra el mundo, contra Coriolanus Snow, contra ese traidor a quien había entregado su vida, pero que la había desperdiciado de todos modos. y le odio, tanto o mas que aquel hombre sin dientes. Se ocultó en su habitación todo el día, fingiéndose enferma, o tal vez no fingiendo en absoluto. Un par de días después en el desayuno su primo les informo que ante la repentina muerte de la Doctora Gaul, había sido nombrado Vigilante Jefe de los juegos del hambre, ese día firmarían su nombramiento.

Su abuela se levanto extasiada ante la noticia, acomodando el cuello de su traje color vino, Coriolanus se dejo acicalar entre incómodo y orgulloso, se sacudió las atenciones de su abuela y se reajustó el traje el mismo con un gesto de satisfacción, “¿qué opinas?”, le preguntó a Tigris buscando su aprobación como diseñadora, “yo creo ..” respondió mirándolo con pena, como se mira a un desahuciado “que te ves justo como tu padre Coriolanus”.

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