Tumgik
#ardor en los ojos
deepinsideyourbeing · 15 days
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enzo cuando estás ovulando, pls
(ando necesitada)
+18!
Enzo adora verte desesperada cuando tu cuerpo pide por él y adora ver tus mejillas enrojecidas por la vergüenza de no poder controlar tus hormonas. Siempre espera con ansias el momento del mes en que el fuego entre tus piernas se vuelve -en tus palabras- insoportable y, por supuesto, se presta para ayudarte a apagarlo.
Sus movimientos lentos te hacen gemir bajo su cuerpo y jura que podría llegar al orgasmo en tan sólo unos segundos gracias a tus paredes cálidas, imposiblemente estrechas y en extremo húmedas, que parecen aferrarse a su miembro cada vez que lo reciben y lo vuelven tanto o más loco que las expresiones en tu rostro.
Recorre tu cuerpo con una mano que se desliza por el valle entre tus pechos y continúa hasta situarse en tu abdomen bajo. Te retorcés cuando ejerce presión sobre la zona, forzándote a sentir la profundidad de sus estocadas, y tus gemidos ante el casi-insufrible placer endulzan sus oídos.
-Más- suplicás, abrazando sus caderas con tus piernas.
Su pulgar encuentra tu clítoris y allí dibuja pequeños círculos que te hacen cerrar los ojos y separar los labios para permitir el paso de palabras indescifrables con un significado que sólo él comprende. Tus músculos se contraen sobre su miembro y arroja la cabeza hacia atrás por un breve instante, casi dejándose ir.
Juega con tu cuerpo mientras mantiene el ritmo -para torturarte y para contenerse- y sonríe cuando ve que tus manos se dirigen hacia tus pechos para masajearlos. Sabe por ese no-tan pequeño detalle -una costumbre suya que acabó por condicionar tus orgasmos- que estás al borde, por lo que se arroja sobre tu cuerpo y comienza a abusar de tu interior.
Fracasa al intentar contener sus gemidos cuando arañás su espalda. El ardor de tus uñas marcando su piel es exquisito y la sensación lo lleva a golpear tu cérvix con fuerza, provocando un sinfín de sonidos indecentes gracias a tu humedad. Es absurdo preguntar, pero de todas formas lo hace:
-¿Dónde querés...?
Sus estocadas frenéticas y casi violentas interrumpen tus palabras. Tomás aire, como si fuera a mejorar en algo tu patético y desastroso estado, y tu voz suena entrecortada cuando entre gemidos lográs formular:
-Adentro.
Su miembro palpita en tu interior y ahogás un grito en su boca cuando sentís su semen caliente manchando tus paredes hasta llenarte por completo, tal como necesitabas.
Besa tu mejilla y sonríe contra tu piel, admirándote mientras te recuperás.
-Me parece que necesitás más.
Me encuentro en el mismo estado que la persona que envió este ask, es lamentable pero más lamentable es no tener un Enzo para que me ayude (perdón, estoy puta) 😔
taglist: @madame-fear @creative-heart @recaltiente @llorented @chiquititamia @delusionalgirlplace @lastflowrr ♡
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ojos-sabor-miel · 8 months
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Tu ausencia ha quemado cada poro de mi cuerpo, quemaduras de segundo grado que llevo a todas partes en cada momento de mis días, ¿Dónde estás? ¿Por qué te fuiste así? Veías como ardía y seguías soplando mi fuego, sigues alimentando el ardor de mi piel en carne viva, simplemente viste mi casa en llamas y corriste en dirección contraria mientras yo me quedaba entre los escombros de este incendio tratando de sobrevivir a la falta de oxígeno, al envenenamiento de tu adiós sin explicaciones.
Me quedé desnuda y sin refugio, sin nada que protegiera mis heridas de la infección, con los ojos fijos hacia donde te fuiste, haciendolos creer que no huiste sino que fuiste por ayuda, pero no vuelves y cada vez las cicatrices se apoderan de mi mente, la endurecen como fibrosis y yo que ya no me derrumbo pero tampoco siento las caricias de quienes intentan escombrar un poco, todo me sabe a dolor y campos secos devastados por la catastrofe.
Tú que te negaste a volver y decidiste buscar a alguien que no te hace volar pero tampoco se quema, te aburrió mi corazón caótico y flamable, vulnerable a tus silencios que raspaban como cerillos dispuestos a destruirme, preferiste dejar que todo esto ardiera de poco para seguir usando mi calor antes de dar el salto a otros brazos que ya tenías seguros.
Hiciste de mis explosiones un castigo con el que más tarde me harías entender que yo fuí la que apagaba tu flama, cuando tú ya la habías puesto en otra casa y sólo esperabas a ver cuánto más destellaba por ti, te fuiste y ahora estoy apagada, sola, rota y cansada, cristalizada en el momento eterno de tu "no quiero estar contigo" como lluvia ácida, recorriendo este cuerpo destrozado, te negaste a hacerte cargo del corto circuito que ocasionaste y sólo desapareciste hacia donde mis cenizas no te alcanzaran.
Me encendiste, alimentaste el caos, me hiciste polvo y cuando ya no supiste como lastimarme más me abandonaste. Y lo peor es que ni siquiera volteaste a despedirte porque ya te esperaban al otro lado de la calle.
-Ojos-sabor-miel.
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El sol caía a plomo sobre las calles desoladas de Acapulco, como si un gigante de fuego escupiera lava sobre el asfalto. Yo, con el corazón hecho trizas y la mente más nublada que un cenicero después de una fiesta de hippies, vagaba sin rumbo fijo. Mi musa, esa hada caprichosa que me susurraba versos al oído, se había esfumado en un duelo de poetas callejeros, dejando mi alma tan vacía como una piñata después de una fiesta infantil.
Necesitaba un gramo de inspiración, una pizca de magia para resucitar mi creatividad. Deambulé por callejones oscuros, tropezando con baches y esquivando vendedores ambulantes que pregonaban desde frutas exóticas hasta amuletos de la buena suerte.
En una esquina, un hombrecillo con cara de pícaro me ofreció un caramelo multicolor. "Te dará la visión del poeta místico", susurró con voz sibilina. Lo probé, y sí, mi visión se volvió borrosa, pero solo porque me empalagó el azúcar.
Más adelante, una mujer robusta me abordó con una sonrisa radiante. "Prueba mi elixir de la creatividad", me dijo, agitando una botella llena de un líquido verde fluorescente. "Es una mezcla ancestral de hierbas secretas que te hará escribir como Shakespeare". Desesperado, compré el brebaje y tragué un sorbo. Lo único que conseguí fue un ardor de estómago y un regusto a menta que me quitó el apetito.
En un callejónjón, un tipo con pinta de mafioso me susurró: "Tengo lo que necesitas, chaval. Inspiración pura, garantizada". Me sacó una bolsa con un polvo blanco que brillaba bajo la luz tenue del callejón. "Es polvo de estrellas, traído directamente de la galaxia Andrómeda", me dijo con solemnidad.
Dudé, pensando en el dinero que me había costado el elixir y el caramelo. Al final, la esperanza pudo más que la razón y le compré la dichosa bolsa. Inhalé una pequeña cantidad, esperando sentir un torrente de ideas fluyendo por mi mente. Pero no pasó nada. Solo me picó la nariz y me dio un ligero mareo.
Desmoralizado y sin un centavo en el bolsillo, me senté en un escalón y me eché a llorar. En ese momento, un niño harapiento se acercó a mí con una sonrisa tímida. "No llores, señor", me dijo con voz dulce. "Yo te puedo ayudar". Sacó de su bolsillo un pedazo de papel arrugado y me lo entregó. "Es un poema que escribí", me dijo. "Léelo y te sentirás mejor".
Tomé el papel con escepticismo, pero al leer las primeras líneas, una ola de emoción me recorrió el cuerpo. Las palabras del niño eran hermosas, llenas de sentimiento y de una cruda verdad que me golpeó en el centro del alma. En ese instante, comprendí que la inspiración no se compra, ni se encuentra en una bolsa de polvo o en un frasco de elixir. La inspiración está en la calle, en la mirada de un niño, en el canto de un pájaro, en el dolor y la alegría de la vida.
Con renovada esperanza, me levanté del escalón y le di un fuerte abrazo al niño. "Gracias", le dije con lágrimas en los ojos. "Me has devuelto la fe". Y así, con el poema del niño en la mano y la musa renacida en el corazón, emprendí el camino de regreso a casa, listo para escribir de nuevo.
Don Ggatto
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esuemmanuel · 2 months
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The purity of your eyes
What would this world be without your eyes? Without that luminous glow that comes from them when you contemplate the little things in life? Without that flirtatious spark that shines when you meet love?
I'm sure there would be no poetry, because it is your eyes and their purity that give meaning to the form, to the background and to the intention of every word and work that meets your vision.
You are too beautiful for this world, too sweet, too pure, and too noble.
You are an offering for love! And what a pleasure it is to be able to look at you, to know you, and to feel you in this vast space, but so small, when it is a matter of engaging a dialogue with the heart!
That is why I kiss your eyelids… and my lips become wings that soar through the air and reach the softness of the clouds, impregnating themselves with the ardour of the stars, while from the moon they snatch its majestic mood.
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La pureza de tus ojos
¿Qué sería de este mundo sin tus ojos? ¿Sin ese brillo luminoso que nace de ellos al contemplar las pequeñas cosas de la vida? ¿Sin esa chispa coqueta que resalta cuando te encuentras con el amor?
Seguro estoy que no existiría la poesía, porque son tus ojos y su pureza los que le dan sentido a la forma, al fondo y a la intención de toda palabra y obra que se topa con tu visión.
Eres demasiado bella para este mundo, demasiado dulce, demasiado pura y demasiado noble.
¡Eres una ofrenda para el amor! ¡Y qué grato es poder mirarte, saberte, conocerte y sentirte en este espacio tan amplío, pero tan reducido, cuando se trata de entablar un diálogo con el corazón!
Por ello beso tus párpados… y mis labios se vuelven alas que se elevan por los aires y alcanzan la suavidad de las nubes, impregnándose del ardor de los astros, mientras de la luna arrebatan su majestuoso talante.
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caostalgia · 1 year
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Es necesario escribir, aunque los ojos duelan, aunque solo se sepa producir veneno, escribir con manos desnudas aunque se perciba ardor, sentir el dulce mientras hay dolor, luchar dando la vida por ser escritor, pues es la razón por la que tu corazón late, es el dulce sabor en una taza de latte.
Nabuplata
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luiwritings · 4 months
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(…) lo que anhelo es un beso tierno y acomodar mi cabeza en tu pecho. Escuchar más acerca de tu familia, reír un poco, dormir a tu lado.
Y entonces, te vas.
Me queda el asco que me provocan esas fantasías, ridículo corazón infantil. La niña te grita que te quedes, yo le grito que se calle. Me cruzo de brazos y aparto la mirada. No quiero ver a otro lobo a los ojos mientras me despedaza, no te daré ese poder. Entonces lárgate si quieres, lárgate y regocíjate del ardor de tu pierna. Es el castigo de los dioses ¡y sé que mil cosas has hecho para merecerlo!, hoy les pido que te duela más por tener el descaro de tratarme de enamorar.
Auspicia en Polvo y espinas
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coolpizzazonkplaid · 2 months
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La heredera del Infierno
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Aviso: el significado de la runa Isa lo saqué de aquí. Es el mismo link del capítulo dos de la historia.
Regreso a Buenos Aires y el dios del fuego.
–¿En qué te metiste mujer?
–Ni siquiera yo sé –Adelina no sabía cómo explicarle a Mariano lo que habia ocurrido –. ¡Au! Cuidado con lo que haces con mi pierna.
–Pediste mi ayuda. Bancate lo que se viene.
Adelina casi le da un puñetazo a su amigo cuando desinfectaba la herida de la pierna. Le sacó el pus y después de abrirla, hecho una gran cantidad de agua oxigenada. El líquido se volvió blanco como la nieve e hizo que la joven mirara de la peor forma al chico. Mariano usó aguja e hilo y tras terminar de coser la herida, la cubrió con vendajes. El muchacho siguió con el vientre y rostro de Adelina.
Estaban en los cielos luego de abandonar la cabaña del conocido de Mariano. Activó el piloto automático para ayudar a curar los golpes de Adelina. A medida que se alejaban de tierra firme, todo se volvió diminuto hasta casi desaparecer.
–Te dieron flor de golpiza.
–Lo sé.
La chica hizo una mueca ante el ardor del agua oxigenada en su cara.
–Explícame ¿Cómo un tipo con barbijo te hizo esto? –La mirada del chico se tornó preocupante–. Y ¿por qué no me queres mostrar lo que ocultas en los vendajes del brazo y el abdomen?
–Lo voy a decir cuando salgamos del maldito país –La chica siseó e hizo otra mueca de dolor–. ¡Arde la puta que te parió!
–Te pasa por pelearte con locos y raritos.
Se hizo un silencio incómodo entre los dos y Adelina no paraba de evitar la mirada analítica de su amigo.
–Deja de mirarme de esa forma –su tono intentó ser serio–. Que hayas intentado tener un título en psicología no te hace un psicólogo.
–Los pocos años que estuve me permitieron analizar a las personas y ese buen conocimiento, por mi desgracia se lo transmití a Daniela y a vos. Para que sean chismosas y a la vez inteligentes –sus ojos se posaron en los de Adelina–. En el Abismo encontraste algo más que un loco y rarito.
–Lamentablemente tenes razón.
–Obvio que sí, soy Mariano Baldor, siempre tengo razón.
Adelina mostró una sonrisa y él terminó de pasar el agua oxigenada por las heridas de su rostro y guardó todo su equipo de medicina. Mientras, la joven intentaba ponerse de pie y sentarse en el asiento del copiloto. El silencio se hizo presente una vez más.
–¿Conoces alguna guerrilla o grupo terrorista llamada Lin Kuei?
–Entre mis compañeros no escuchamos ese nombre ni por asomo.
–Creo que ese grupo me atacó, porque ese maldito del barbijo dijo que no debía saber la existencia del Lin Kuei.
Adelina observó a Mariano, quería ver un ápice de confianza en él sobre las palabras de ella. Si creía en sus dichos le era un misterio, pero en sus ojos había tristeza por otra cosa.
–¿Terminaste con tu novia?
–Ibamos tan bien y me dejó –dijo con tristeza –. No sé en qué fallé.
–En ser apurado.
–Dormi un rato y cuando lleguemos a Buenos Aires hablamos mejor –el tono del chico cambió tan rápido que la joven no pudo discutir contra él.
A los pocos minutos, Adelina cayó dormida en el asiento de copiloto. Las mismas visiones que tuvo en las montañas se apropiaron de sus sueños y los gritos de los muertos despertaron a la chica. Le molestaba que ya no pudiera tener un sueño pacífico sin que algo no vivo la persiguiera alguna manera.
La noche había tomado el cielo y algunas estrellas se dispersaban aquí y allá acompañadas por las nubes. Vio que estaban cerca de Argentina. Unos destellos iluminaban el país en diversas provincias y lo que parecía pequeño se convertía en algo más grande. Los destellos se transformaron en edificios con las luces de sus departamentos encendidas, farolas de calle de color naranja o blanco y algunos autos pasando aquí y allá. Fue ese momento en el que Adelina tuvo paz, estaba en casa.
Tras unas horas, Mariano llegó al hangar y aterrizó sin hacer demasiadas locuras. Adelina supuso que fue para no atormentarla más de lo que ya estaba. Fue un viaje cansador y había muchas cosas que contar sobre el tiempo en el que estuvo ausente.
El edificio donde vivía Adelina estuvo a la vista después de viajar en la camioneta de Mariano. La inundó la sensación de seguridad y hogar, algo que le alegraba bastante. Ningún Lin Kuei se meterá a su casa e intentará matarla. Lo que sí le dio escalofríos fue el vagabundo que estaba en la puerta. Su mirada blancuzca siempre lograba encontrar los ojos de Adelina, aunque intentara desviar su mirada penetrante y analítica. La hizo sentirse pequeña como si estuviera frente a alguien superior e intocable.
Mariano y Adelina entraron al edificio y subieron las escaleras. La subida le molestó un poco en la pierna y el vientre, pero no provocó que sus heridas se abrieran. Una vez que llegaron a la puerta del departamento de Adelina, pudieron percibir el olor a comida. Abrió la puerta y vio a Daniela, de espaldas, preparando la cena.
Resaltaba bastante con su cabello pelirrojo y la ropa que se había puesto. Una remera verde con el personaje de Jolyne Cujoh y pantalones holgados. La chica se dio la vuelta para ver a los recién llegados con una mirada tranquila.
–Te dieron una buena cagada a palos –su tono fue de lo más normal.
–Lo sé –avanzó hasta la cocina y saludó a Daniela–. Hasta Mariano me lo dijo.
–¿Qué te pasó? –la chica apagó las hornallas y acercó la comida a la mesa–. Mira que me dieron peleas, pero a vos te masacraron.
Los tres se sentaron en el pequeño comedor. Las empanadas de carne humeaban en la tabla y Daniela ofreció una para cada uno. Sentir el sabor de la masa y la humeante carne en su paladar fue una nostalgia para Adelina. Luego de disfrutar esos momentos de dicha, ella comenzó a contar lo que vio en Arctika. Los Lin Kuei, las ruinas nórdicas y los objetos que encontró. Hasta mostró las fotografías que había tomado y tanto Daniela como Mariano la miraron de forma paranoica.
–¿Estás segura? –el tono de Daniela era de duda–. Esos Lin Kuei deberían estar en las noticias, sobre todo como vos decís, un grupo armado.
–Ese es el problema. No están. Los busqué en los libros y no se los menciona. Tampoco en alguna noticia –Adelina volvió a sentarse y apoyó las manos en la mesa–. ¿Podrías buscar cuando tengas tiempo algo sobre esas personas?
–Veo que puedo encontrar.
–Yo también quiero ver si algunos de mis contactos saben de esas personas.
Adelina agradeció la ayuda que sus amigos iban a brindarle. Después de terminar la cena y compartir un momento entre amigos, guardaron las sobras y volvieron a sentarse esperando que Adelina terminara de relatar lo que faltaba de la historia.
–No solo fue esos Lin Kuei lo que encontré en Arctika.
–Sí, también las runas y la daga. –Mariano gesticuló con las manos dramáticamente sobre los objetos mencionados–. Lo que no estás contando es sobre qué ocultas en tu mano vendada.
–Las escrituras del lugar hablan de Sultin, el cuchillo de Hela –la muchacha mostró las inscripciones en la pared de las fotografías –. Creo que fue eso lo que encontré.
–¿El cuchillo de una diosa? –la voz dudosa de Daniela y su rostro no miraban bien a su amiga–. ¿Te fumaste algo en esas montañas o qué?
–No sé si es verdadero o no –comenzó a sacarse los vendajes–. Pero de lo sí estoy segura es que maldito cuchillo me hizo esto en cuanto lo toqué.
Una vez que los vendajes de Adelina se aflojaron de su cuerpo y los tatuajes pudieron verse. Los rostros de sus amigos cambiaron a preocupación ante los dibujos en la piel. Daniela inspeccionó el brazo de su compañera antes de volver hablar:
–Por favor, decime que no te drogaste con algo potente –sus ojos no pararon de recorrer su herida–, y que por eso tenes esto en el brazo.
–No lo es –puso la daga cubierta con el trapo en el centro de la mesa–. Esta arma me hizo el tatuaje.
–Es una locura Adelina. –Mariano intentó mantener un tono relajado.
–Juro por Dios que no estoy mintiendo –desenvolvió la daga con sumo cuidado con una servilleta de papel entre los dedos–. No solo me hizo un tatuaje, sino que vi cosas…
–Es imposible que este cuchillo de miles de años perdido en lo más profundo del Abismo y te hiciera…
En cuanto los dedos se acercaron al artefacto, la mano de Adelina apretó rápidamente la muñeca de Mariano y la alejó. El gesto y la paranoia reflejado en el rostro de la joven hizo que el chico apartara su extremidad tanto del arma como de su amiga.
–Lo digo en serio Mariano. No es chiste lo que estoy diciendo –el tono de Adelina se volvió firme.
Relató todas las alucinaciones que padeció por culpa del arma. Los susurros, los muertos y sus rugidos y la mujer del féretro. Las expresiones en el rostro de los amigos de Adelina cambiaban con cada palabra que emergía de la boca de su amiga.
–Es imposible –Mariano no pudo camuflar su confusión, mientras se soltaba de Adelina.
–Que sí lo es –buscó en los rostros de sus amigos una pizca de confianza–. Creo que Sultin fue traicionado, algo parecido como le ocurrió a la espada de Frey en el mito. La runa Isa no solo representa el hielo, sino también la traición, emboscadas, desastres… Incluso encontré un mapa en esas ruinas.
–¿Un mapa? –cuestionó Daniela.
Adelina desenvolvió el papel con sumo cuidado y sus amigos lo observaron detenidamente. El rostro de una mujer rodeado por una serpiente y un lobo, las runas en los bordes y la bolsa diminuta en los mares de España y Francia.
–Creo que esto hizo enojar a esa mujer o el cuchillo lo hizo, no lo sé… Por favor tienen que creerme.
Tanto Daniela como Mariano se miraron entre ellos. No pudiendo expresar con palabras que era un delirio las palabras de Adelina, pero tampoco negar que salió con vida del Abismo. Pensaban que quizás fuera ese el precio a pagar por salir de allí con vida.
–Voy a tomar esto con las pinzas –Mariano se puso de pie en camino a la puerta–. No quita que quizás sea verdadero.
Se marchó a ahogar sus penas por el rompimiento de su antigua novia y antes de irse les propuso hacer un asado el fin de semana para quitar el estrés. Adelina solo pudo negar con la cabeza, una sonrisa adornó en su rostro y vio a su amigo irse con un tono triste y melancólico que sería olvidado a los pocos días o quizás horas.
Luego de que Mariano se fuera, el silencio rondó entre las dos chicas. Cada una haciendo sus tareas respectivas antes de prepararse para la cama. No hubo charlas graciosas ni chismes de los vecinos, solamente un silencio de muerte.
–¿No me crees verdad?
–Pienso que es consecuencia de la bomba de humo –Daniela estaba en el baño–. Quizás lo que viste sea por un componente de lo que llevaba y el tatuaje, posiblemente, una advertencia de esos Lin Kuei.
Adelina intentó mostrar confianza ante los dichos de Daniela, pero estaba segura que lo que presenció no fue por una simple bomba de humo. Fue verdadero, al igual que el dolor hecho por la daga. No quiso discutir más sobre el asunto y solamente deseó que el día llegara a su fin.
–Antes de que me olvide –Daniela gritó mientras buscaba en su habitación–. Tus pedidos de Japón. No pude encontrar lo que me pediste, pero algo similar sí.
Adelina abrió la envoltura de regalo y en sus manos tuvo una caja de una figura de Alucard y la revista de Shuumatsu no Valkyrie. Se sumergió tanto en Arctika y los muertos que había olvidado esos pequeños pedidos.
–Gracias Dan-Dan –abrazó a su amiga a pesar de tener las dos manos con los regalos–. Sos la mejor.
Lin Kuei y la muerte podían esperar.
Pasaron un par de días desde la llegada de Adelina a Buenos Aires y faltaba poco para el fin de semana para que Mariano hiciera asado en el departamento de las chicas. Aún así, eso no liberó a Adelina del trabajo como arqueóloga. Gracias a la ayuda de Pablo, el encargado del museo, pudo conseguir el contacto de Agustín para darle las actualizaciones sobre Arctika. Evitó mencionar la daga nórdica y el mapa, no quería que esa cosa afectara a otras personas.
No iba a arriesgarse a que el arma consumiera a otros hasta matarlos. Si lo que las escrituras de la pared sobre el cuchillo, Sultin, eran ciertas, Adelina preferiría ser precavida. Tampoco le agradaba mucho meter a sus amigos en este embrollo de los Lin Kuei, pero era mejor no estar sola enfrentándose a algo desconocido.
Por miedo a que la daga y el mapa cayeran en manos equivocadas, guardó un señuelo en el cajón de la mesita de luz, mientras que la verdadera daga la ocultó en un pequeño hueco de ladrillo tapado por la roca y pinturas sin terminar. Repitió lo mismo con el mapa, cambió los puntos de ubicación de la hoja amarillenta y lo ubicó en una caja oculta en su biblioteca. El mapa original lo escondió en la misma pared de ladrillo donde estaba la daga.
En los días que estuvo en el departamento, a veces, Adelina podía ver a los muertos aparecer y desvanecerse ante los ojos de la joven. Otras ocasiones la mujer del féretro la miraba fijamente cuando iba hacer las compras. También, los sueños de la chica se volvieron confusos aterradores, la mujer gritaba siempre sus acusaciones y el aullido de lobos no paraba de invadir sus oídos como si los animales estuvieran en su cuarto.
Esos momentos de confusión y miedo siempre eran opacados y olvidados por sus amistades. Mariano y su pena por no tener una relación duradera. Daniela y sus divagaciones sobre una nueva noticia que contar de alguna provincia o alguna parte del mundo.
En la noche del viernes, Adelina siguió buscando por todos los lugares conocidos sobre Hela y su cuchillo, pero no hubo ningún resultado. Por el lado de Mariano, tampoco encontró respuestas de los llamados Lin Kuei. Daniela no tuvo buenas noticias para Adelina:
–Lamento decirte que esos Lin Kuei no existen –Daniela se frotó los ojos después de estar mucho tiempo con la computadora–. Si son reales, es un grupo armado muy reciente y le falta poder. En ninguna base de terroristas más buscados se los menciona, literalmente son fantasmas.
–Que cagada –Adelina soltó su lápiz de dibujo.
Un trueno se escuchó a los lejos. Daniela se puso de pie acercándose a la ventana de la cocina.
–Se viene una tormenta horrorosa –cruzó los brazos mientras miraba los relámpagos–. No creo que Mariano venga mañana a la noche hacer asado. Dicen que el clima va a estar así todo el fin de semana.
–Es Mariano. Es impredecible –el tono de Adelina intentó ser normal–. Una vez vino del conurbano en plena noche, andando en bicicleta y borracho. Gritaba que el One Piece estaba en Argentina y que podía pasar las paredes como caricatura, y se estrelló contra la pared de ladrillo.
–¿Cuándo fue eso?
–Hace un año y me sigue dando vergüenza y a la vez gracia. –Adelina sonrió ante el recuerdo.
–¿Tenes foto de eso? –el rostro de Daniela tenía una sonrisa de oreja a oreja.
–Busca en mi celular –Adelina siguió perfeccionando su boceto–. De milagro no se rompió los dientes. La foto que me mandó él debe ser de cuando estaba huyendo de los ladrones.
–¿Intentaron robarle?
–Sip.
Daniela buscó en el celular de su amiga las imágenes de ese acontecimiento tan bizarro. Después de encontrarlas, le devolvió el aparato a su dueña y siguió con sus asuntos.
Al poco tiempo la tormenta estuvo encima del edificio y los truenos fueron lo único posible de escuchar. Las gotas pasaron de ser unas pocas a miles y chocaban contra las ventanas. Las chicas tuvieron que cerrar todo para evitar que los pisos del departamento se mojaran. Una vez que todas las ventanas se cerraron, se prepararon para irse a dormir.
Daniela estaba frente al espejo pasándose el óleo para el cabello en los cortos tirabuzones pelirrojos, mientras Adelina esperaba a que su amiga terminara sus cuidados capilares. Tras varios minutos, la pelirroja se fue a su habitación dejando el baño libre. El agua caliente recorrió el cuerpo de Adelina y pasó jabón por todas partes. Luego se enjuagó el cabello necesitaba sacarse el estrés por la investigación y los dibujos. Salió de la ducha y Adelina se vio en el espejo.
La melena negra y lacia comenzó a formar hondas tras cepillarlo. El tatuaje de los huesos de la anatomía del esqueleto seguía dibujado en su piel y a pesar de que dejó de dolerle, era un recordatorio de que quizás iba a morir sino buscaba respuestas. Las ojeras debajo de sus ojos heterocromáticos eran muy notables, no había dormido tratando de buscar algo sobre la diosa nórdica de la muerte.
Adelina acercó su rostro al espejo cuando su ojo derecho comenzó a destellar de un verde esmeralda. Su iris se iluminó hasta volverse una pequeña llama. La muchacha se enjuagó la cara inmediatamente y volvió a enfrentarse a su reflejo. Esta vez su ojo derecho no ardía de color verde, sino que la mujer del féretro la observaba fijamente. Su mano huesuda tocó el hombro de Adelina y antes de que pudiera gritar desapareció por los gritos de Daniela.
–¿Estás bien Ade?
–Sí, estoy bien… –sus ojos volvieron a su reflejo– solo estaba buscando jabón para las manos.
–Están en el armario. Dejé de ponerlos en el tocador porque se caían.
–Bueno.
Salió del baño velozmente y fue a su dormitorio dándole una despedida a Daniela. Una vez cerrada la puerta, no tuvo ni una pizca de tranquilidad. Los escalofríos y el miedo al ver a esa mujer la iban a consumir por completo y deseó que todo fuera un mal sueño. Despertar sin tener que haber conocido a Agustín y el anonimato de su amigo, no haberse tenido que enfrentar al tal Smoke ni sufrir estas alucinaciones.
Se cubrió con las mantas y comenzó a leer el libro que tenía en su mesita de luz. Le faltaba poco para terminarlo, pero eso no ayudó a que pudiera relajarse. Pasó página tras página hasta que los párpados le pesaron y su mente no pudo seguir con la lectura. Dejó el libro en la mesita, se acomodó y por fin sus ojos pudieron cerrarse.
Adelina soñó con la mujer del féretro, una vez más. Estaba de pie con la cabeza abajo y su cabello negro cubría toda la cara. La joven comenzó a acercarse a la mujer, con paso lento, pero escuchaba sus susurros. Casi imposibles de percibir a menos que estuviera muy cerca.
–Heredera y elegida, elegida y heredera. El dios del fuego vendrá pronto. Tu camino está marcado, sangre y locura serán para los enemigos de mi carne –Adelina pudo escuchar mejor las palabras–. Tomaron algo que no les pertenece. El orden de la muerte fue alterado, manipulado, corrompido. Mi carne tiene que regresar al trono.
–¿Quién es usted? –Adelina tragó saliva– ¿Es Hela, la diosa de la muerte?
–Tomaron algo que no les pertenece. El dios del fuego mostrará los pasos –la mujer se contorsionó y Adelina se alejó–. Me quitaron todo. Los objetos a encontrar son el camino al trono para mi carne. Los enemigos deberán arrodillarse y suplicar misericordia.
La mujer siguió contorsionándose, los huesos que crujían llegaron a los oídos de Adelina y fue un sonido espantoso. El tatuaje de la anatomía del esqueleto comenzó a pudrirse y revelar carne en descomposición. Se acercaba a la muchacha, pero ella se retrocedió. Del sitio negro, los muertos se congregaron y se deleitaron con la escena. De las sombras los lobos se quedaron observando a la muchacha, estudiando sus movimientos. Las exhalaciones abruptas de la mujer al aproximarse más y más a Adelina, la aterraron y le produjeron escalofríos.
–¡LADRONES! –el grito hizo que Adelina callera al piso y se alejara de la mujer– ¡LO PAGARÁN CARO! Me quitaron todo. Lo que una vez se dividió volverá a unirse y será fuerte. ¡LADRONES! Mi carne los perseguirá hasta el final de los tiempos ¡LADRONES!
Adelina sintió que los muertos se abalanzaron sobre ella y gritó para alejarlos. Pateó, golpeó, rasguñó y fue en vano. El aullido de los lobos se hicieron presentes como un canto espantoso. Los gritos de la mujer se escuchaban más cercanos y Adelina sintió que las manos de la mujer estrujaron sus tobillos. Los muertos se alejaron y la mujer miró a la joven. El ojo derecho irradiaba fuego verde esmeralda y gritó con todas sus fuerzas:
–¡LADRONES!
Adelina despertó bañada en sudor. La tormenta no había parado y los truenos seguían resonando por toda la ciudad. Vio la hora y eran cerca de las nueve de la mañana. La chica dejó su celular sobre los libros y miró el techo pensativamente. Odió con todas sus fuerzas los sueños que tenía y se maldijo así misma por la ineptitud de sus actos en la montaña, el no haber huido cuando tuvo la oportunidad.
Se levantó de la cama y le dio inicio a su día. La tormenta no dio un ápice de detenerse, cuando parecía que iba a cesar volvía a arremeter con todo. Daniela y Adelina creyeron que las ventanas iban a romperse en mil pedazos y que la luz se cortaría.
La mañana pasó tormentosa y al mediodía se prepararon algo liviano por si a Mariano se le ocurría hacer una locura de hacer un asado en pleno diluvio. Tras terminar de comer, lavaron los platos y los secaron para hacer una siesta.
Los fines de semana eran casi los únicos días mayormente libres de preocupaciones y locuras del trabajo de las chicas. Podían ir a donde quisieran por esos dos días. Caminar, comprar, salir a tomar algo, cualquier cosa, pero el clima no estuvo del lado de ellas.
Durante la tarde aparte de dormir, se quedaron leyendo cada quién sus libros pendientes y ordenando las bibliotecas con música compartida entre las muchachas. En un momento tocaron la puerta y era Mariano con anteojos, remera, pantalón y ojotas mojadas. También en sus manos cargaba bolsas repletas de bebidas y algo de picada.
–¿No te diste cuenta que hay una tormenta encima de nosotros? ¿verdad? –dijo Daniela de forma obvia.
–Lo sé, pero aun así vine a comer con ustedes –el chico mostró una sonrisa y los paquetes–. Me pareció ver hace tiempo atrás milanesas y yo tengo antojo de milanesas con papas fritas, porque no puedo darme el lujo de comer un choripán.
–No vamos a comer hasta más tarde – dijo Daniela–. Confórmate con escuchar chisme y música.
Mariano entró y fue hacia la heladera a guardar las bebidas y la picada, después fue al comedor y sentó junto con las chicas. La charla duró hasta el anochecer y la música la pusieron cuando la tormenta se volvió más fuerte y el cielo se oscurecía. Contaron anécdotas, opiniones de celebridades y algunos chismes de colegas del trabajo.
La tormenta no cesaba entre el diluvio, los truenos y relámpagos, el trío comenzó a prepararse su cena al compás de las canciones reproducidas del celular mediante el parlante. Adelina sacó las milanesas y calentó el aceite, Daniela peló las papas y Mariano sirvió las bebidas al mismo tiempo que preparaba la picada.
En un momento, el celular de Daniela reprodujo Devil Woman y ella acompañó en coro en el estribillo a Mariano. Adelina no paró de reír ante esas locuras, mientras cocinaban y después de presionar, la chica se les unió y el dúo victoreo ese pequeño atrevimiento. Vio a Mariano y Daniela bailar como si estuvieran en un club, se movían tan a la par que Adelina sintió felicidad. Prefirió no unírseles, bailar frente a sus amigos le daba vergüenza, con cantar era suficiente para ella.
Por esos instantes dejó de importarle sus sueños macabros y los tatuajes. Olvidó a los Lin Kuei y al dios del fuego. Cantar mal y pasar con sus amigos en un día de tormenta era más de lo que podía pedir y no iba permitir que le quitaran eso.
El vagabundo miraba fijamente una ventana del edificio. Más concretamente hacia uno en el que se escuchaba música y tres jóvenes disfrutando. El vagabundo sonrió ante ese momento y rememoró tiempos anteriores con viejos amigos de líneas de tiempo pasadas. El hombre dio media vuelta y de sus manos comenzaron arder sin quemar la carne. Sus extremidades se movieron y el fuego naranja y azul, como línea recta, se dirigieron hacia la nada y formaron un círculo.
Del portal salieron tres hombres vestidos de combate, llevando un color diferente. Uno vestía de azul y tenía mechones sueltos del rodete de su cabello. Se podía sentir frialdad y su mirada reflejaba superioridad. El hombre a su costado iba de amarillo con un tatuaje de escorpión en el brazo. Portaba un kunai atado a una soga e irradiaba calidez. Y detrás de ellos había un joven llevaba un traje negro ceniciento con un karambit y un cuchillo de caza en el cinturón. Su cabello era del color del humo y arriba de uno de sus ojos grises tenía una cicatriz trazando su ceja y un poco de su frente.
Los tres se inclinaron y unieron un puño a su palma reverenciándose al vagabundo que se había sacado su capa. Su cabello negro, atado en un medio rodete les hizo un además para que el trío se pusiera de pie.
–¿A quién buscamos en estos territorios, Lord Liu Kang? –el hombre de azul preguntó–. Ya tenemos a muchos representantes para el torneo.
–Falta un último campeón para que participe –se volteó una vez más al edificio–. Más bien campeona.
Los tres condujeron sus miradas hacia donde dirigía la de Liu Kang. El departamento dónde se oía la música y a jóvenes riendo. Se pudo ver por las ventanas a una chica de cabello negro, largo y lacio mirar lo que cocinaba en la olla y al mismo tiempo vislumbrando a sus dos compañeros cantar.
–Vamos Adelina –dijo la chica de cabello rojo y corto–. No seas amarga. Copate y canta. No nos dejes así.
–Sí, dale –el muchacho rubio y de cabello largo alentó–. Después seguís mirando la comida.
Unas estrofas cantadas por el dúo siguieron insistiendo a que la chica llamada Adelina cantara. Tomaron unos trozos de lo que parecía carne para después beber y seguir entonando las letras.
–Dale Ade –siguió insistiendo la chica de cabello rojo–. …Then I looked in those big green eyes/And I wondered what I'd come there for…
La joven de cabello negro se resignó y comenzó a cantar al mismo tiempo que la pelirroja:
–She's just a devil woman –el rostro de su compañera sonrió más de lo que podía.
–With evil on her mind –el muchacho cantó.
Las chicas entonaron las letras, seguido del joven hasta que el estribillo terminó y el chico continuó con el canto. Mientras tanto, los cuatro extraños miraban desde abajo la escena. El chico vestido de azul como el de amarillo tenían una primera impresión bastante pobre de las muchachas y su amigo. Por otro lado, el hombre de negro ceniciento le causó gracia y a la vez extrañeza que esa mujer de cabello negro fuera la misma que le había dado una pelea hace unos días en las montañas y saltado hacia el vacío.
–Adelina Acosta puede ser una de las campeonas de la Tierra –Lord Liu Kang puso sus manos en su pecho–. Es una mujer que valoriza la estrategia, el conocimiento para el combate y estudiar al enemigo, Bi Han.
–No parece una mujer de conocimiento, Lord Liu Kang –el hombre de amarillo se acercó más a Liu Kang–. Quizás no esté a la altura como no lo está el señor Cage.
–Las apariencias suelen ser engañosas, Kuai Liang –el vagabundo avanzó hacia las puertas del edificio–. Ella sola dio una buena pelea a Tomas y uno de sus aprendices.
–Es muy ágil, hermanos –el chico de cabello ceniciento se acercó más a sus hermanos–. Logró escalar, entrar a Arctika y luego saltó al vacío en esas ruinas que encontró en nuestro hogar.
–Un acto suicida e impertinente, Tomas –espetó el de azul–. Un Lin Kuei no haría semejante locura.
–Como he dicho, Bi Han, las apariencias suelen ser engañosas y ella tiene un gran camino que recorrer junto con los demás representantes.
Los tres dejaron de contradecir al hombre, sobre todo Bi Han con una mirada de amargura. Vieron a Lord Liu Kang abrió las puertas y los tres lo siguieron. Llegaron hacia donde estaba el ascensor y al lado se hallaban las escaleras. El hombre de ojos blancos se dirigió hacia estas y los tres ninjas lo acompañaron hasta llegar al piso donde se escuchaba música y risas estruendosas.
Daniela Ramoter apenas pudo escuchar el timbre y se acercó al pequeño agujero de la puerta para ver quién era la persona molestando a horarios tan imposibles en un sábado tormentoso. Su ojo café observó detenidamente a las cuatro personas que molestaban y vio a cuatro hombres extraños. El que estaba frente a la puerta tenía medio rodete y una banda de color negro y otros detalles atado a la frente, y ojos blancos. Su vestimenta parecía ser tradicional de China y blanca. Uno de los extraños vestía de azul, otro amarillo y el último negro ceniciento. El cabello fue lo más sorprendió a Daniela, ya que era del color del humo… ¿cabello ceniciento?
¿Traje de combate extraño? ¿cabello del color del humo?
Smoke.
Era imposible que hayan podido encontrar a Adelina ¿cómo lo hicieron? La chica apartó su ojo del agujero de la puerta. Su sonrisa se apagó y vio a su amiga charlando con Mariano sin ningún inconveniente. Esto era un gran problema y una porquería. Se acercó rápidamente al sillón sacó la escopeta que tenía oculta. La cargó y se dirigió hacia sus amigos.
–¿Dónde tenes el rifle? –preguntó apresuradamente Daniela.
–En mi habitación –la muchacha fue hacia la mesa donde se encontraba el televisor y de los cajones sacó dos ametralladoras–. ¿Qué pasa Daniela? Estas asustando.
–Creo que ese pelotudo al que te enfrentaste en las montañas nos encontró.
El rostro de Adelina palideció.
–¿Cómo?...
–No sé y no sé con certeza si es él –Daniela le entregó las ametralladoras a Mariano–, pero creo que se trajo a la caballería.
–¿Cuántos más se trajo? –el muchacho cargó las armas.
–Tres y no son agradables –el sonido del timbre sonó una vez más–. Voy a tratar de hacerme la idiota. Mariano te quedas en la cocina y oculta bien las armas, serán nuestro ataque sorpresa si se llegan hacerse los picantes. Vos quédate en tu habitación con ese rifle cargado y listo para disparar.
–No voy a dejarlos aca y morir por mí –Adelina se levantó–. Yo los metí en este lío, yo también voy a pelear.
Daniela revoleó los ojos y supo que su amiga no iba a ceder, porque los tres eran así. No toleraban ver a uno de sus seres queridos hacer locuras.
–Esta bien –Daniela fue hacia la puerta–. Si no puedo despistarlos abrís la puerta de tu habitación mostras el rifle y vemos que ocurre después.
–¿Ese tu plan? –la voz de Mariano se notó la confusión.
–Es lo mejor que podemos hacer con poco tiempo.
El timbre volvió a sonar.
–¡YA VOY! –el grito de Daniela.
Adelina corrió hacia su habitación y tomó su rifle ubicado debajo de su cama. Buscó los cartuchos y cargó el arma con mucho sigilo. Su oreja se pegó hacia la madera de la puerta y pudo escuchar la conversación. Rezó para que esos cuatro extraños fueran una falsa alarma y seguir con una noche tranquila.
–Lamento la tardanza. La humedad hace que la madera se infle y cueste abrirla –la voz de Daniela se volvió normal–. El partido de Boca no es hasta dentro de unos días señores.
–Buenas noches –un hombre habló–. Lamentamos interrumpir su noche, pero estamos buscando a Adelina Acosta.
–No me suena ese nombre, señor. –Daniela sonó muy convincente–. ¡Mariano! ¿Conoces a una Adelina?
–¿A quién? –Adelina se alegró de que Mariano interpretara bien su papel de sordo.
–Adelina Acosta.
La muchacha escuchó los pasos de su amigo dirigiéndose a la puerta.
–No escuché ese nombre. Lamentamos no poderlos ayudar caballeros, que tengan una linda noche.
El corazón de Adelina había comenzado a relajarse, pero antes de que pudiera girar el picaporte, el timbre volvió a sonar en el departamento.
–Sabemos que Adelina Acosta esta aquí, Daniela Ramoter –el hombre habló una vez más y su tono siguió tranquilo–. ¿Nos permites pasar?
–Mira flaco –el tono de Daniela se tornó oscuro y amenazante–, no sé quién sos ni me importan tus putos subordinados y tampoco sé como conseguiste mi nombre. No sé quién es esa Adelina Acosta y váyanse de mi casa.
–Queremos darle una propuesta a su amiga.
¿Una propuesta? ¿Qué se refería ese extraño? Adelina apretó más su rifle contra su cuerpo y le quitó el seguro al arma. Agudizó más su oído.
–Esta es la propuesta que te doy hijo de puta –la voz de Mariano se volvió amenazante–. Ahora ándate vos y los pajeros que tenes atrás.
–Es una falta de respeto dirigirte de esa forma al Gran Maestro de los Lin Kuei.
Todo el departamento se enfrió y Adelina sintió escalofríos en toda la columna. Escuchó las quejas de sus amigos y el rechinar de la puerta. Salió de su escondite y apuntó hacia la entrada donde estaban los invasores. Al igual que ella, Daniela y Mariano apuntaron hacia los invasores. Sus miradas eran calmas para la sorpresa de Adelina.
Ella pudo analizar mejor a Smoke que en las montañas. En su cinturón no solo tenía el karambit sino también un cuchillo de caza y bombas de humo. Usaba la distracción como ataque y un buen manejo en las armas blancas. Tendría que usar la fuerza de Smoke a su favor. El chico de amarillo llevaba en el cinturón un kunai unido a una soga, traería problemas si quería usar a Daniela o Mariano como rehén para que Adelina cediera. El hombre de azul le fue más difícil de analizar, no poseía ningún arma. Lo único que pudo sacar de él era el más fuerte. Por último, el cuarto hombre le resultó familiar. Los ojos blancos del extraño analizaban a Adelina, Mariano y Daniela, no solamente su exterior sino también su interior. Parecía conocer más cosas que ellos no sabían, como si fuera testigo de sus vidas.
–Te pondré en tu lugar, insolente –gruñó el ninja de azul–. Tu amiga no debió entrar a territorio Lin Kuei.
–Ponele voluntad a tus amenazas, la puta que te parió –Mariano apuntó hacia el ninja–. No te metas conmigo, sino queres que te de un boleo en el orto.
Los tres estuvieron atentos a cualquier movimiento brusco que hicieran alguno de los atacantes. El frío de la habitación les dio escalofríos. El ninja de azul miraba con mala cara Mariano desde que le contestó mal y este avanzó hacia él. El chico sin dudarlo le disparó con las ametralladoras, pero las balas nunca atravesaron el cuerpo. Una pared de hielo se interpuso entre las balas, invocada por las manos del extraño.
Adelina, Mariano y Daniela quedaron estupefactos por lo que acaban de presenciar, pero no tuvieron tiempo para reaccionar ya que el ninja de azul atacó a Mariano. Él logró defenderse usando los antebrazos y logrando asestarle varios puñetazos a su contrincante, luego de perder las armas. Pero esa defensa trastrabilló cuando el hombre vestido de azul usó sus poderes para crear agujas de hielo. Mariano se escudó con una silla que tomó en su retirada y corrió hacia el ninja para poder atacarlo. Le asestó el asiento en toda la cara y este calló al suelo.
Daniela apuntó hacia el oponente de Mariano, pero antes de poder disparar, el kunai del ninja amarillo interceptó la escopeta y empezó a tirar para sacarla de las manos de la chica. Tomó ventaja de eso y apunto hacia el chico, este logró esquivar el disparo por los pelos. Daniela tomó el cuchillo de la mesa y cortó la soga antes de que el kunai le volviera a causar problemas.
El hombre de amarillo se abalanzó rápidamente hacia Daniela y ambos cayeron sobre la mesa, y esta se rompió por el peso de los dos. La joven intentó forcejear y poder darle un golpe a su contrincante con la escopeta. Sus intentos fueron en vano, puesto que el extraño alejó el arma. Daniela aprovechó la aproximación del rostro de su enemigo para escupirle y liberarse de él. Con un sonido de disgusto el chico retrocedió y Daniela tomó ventaja para darle un golpe con la culata del arma.
Por el lado de Adelina, mantuvo firme el rifle para evitar que Smoke no se lo quitara. La chica tenía que encontrar una forma de sacarle el cinturón antes de que usara las bombas de humo como distracción. Adelina vislumbró a sus pies un mantel, luego de que Daniela alejara al ninja de amarillo tras haber roto la mesa. La joven levantó el mantel con rapidez y lo lanzó a la cara de Smoke. Cuando el rostro del chico fue cubierto, Adelina se abalanzó hacia él dándole un puñetazo y le quitó el cinturón. Luego, le dio una patada que alejó al hombre de ella y tiró muy lejos la ventaja con la que contaba Smoke.
–¡Ya basta! –gritó el cuarto extraño y de su cuerpo salió fuego azul y naranja.
Los seis dejaron su riña, pero Mariano seguía sosteniendo la silla como un bate de beisbol.
–Dame un segundo –dijo el muchacho mientras extendía el dedo índice. Volvió a golpear con la silla a su contrincante tumbado en el suelo y este solo pudo soltar un gruñido–. Listo ahora sí.
–Suficiente Mariano Baldor –el extraño lo retó como si fuera un niño–. No vinimos aquí a saldar asuntos por errores. Hemos venido a darle una propuesta Adelina Acosta y que podría cambiar el rumbo de su vida.
Adelina no soltó el arma, pero sí se quedó atónita con las palabras de ese extraño.
–Tu cara me resulta conocida…
–¡Es Hefesto con aspecto de Bruce Lee! –exclamó Daniela automáticamente–. El dios del fuego según los griegos.
–No lo es Daniela –Adelina bajó el arma–. En los mitos tiene la cara deformada y está rengueando por como Hera lo tiró del Olimpo. Este tipo ni de cerca cumple con la descripción de Hefesto.
–En efecto Adelina, no soy Hefesto, –apaciguó las dudas de las jóvenes–. Soy Liu Kang, dios del fuego y protector de la Tierra.
“El dios del fuego tiene la respuesta” “El dios del fuego vendr�� pronto” “El dios del fuego mostrará los pasos”. El cerebro de Adelina comenzó a girar sus engranajes ¿El dios que la mujer del féretro hablaba? ¿Le iba a dar respuestas a sus tatuajes?
–Sos el vagabundo que estaba afuera –dijo Adelina.
–¿Cómo que protector de la Tierra? –preguntó Mariano.
–Vinimos a ofrecerle a Adelina un camino como uno de los campeones de la Tierra –Liu Kang se acercó a los tres jóvenes–. Es un camino que puede cambiar su vida.
Adelina desconfiaba de las palabras de Liu Kang, pero tampoco era tonta para no creerse que ese hombre era un dios y no un producto de su imaginación. Literalmente de su cuerpo salió fuego. Sus subordinados también tenían dones bastante peculiares. Bajó el arma y les preguntó a los extraños:
–¿Tienen hambre?
–Nos gustaría poder acompañarlos en su cena –dijo Liu Kang.
Después de preparar la pequeña mesa que tenían en el comedor, Adelina, Mariano y Daniela fueron hacia la cocina y cada quién se dividió las tareas para la cena y ayudar con las heridas de sus “invitados”. Adelina cortó más salame y fiambres para la picada y al mismo tiempo freír más milanesas y papas, al compás de Sex de Starbenders. Mientras que Mariano y Daniela ayudaron con las heridas a los tres ninjas y tanto el ninja de azul como de amarillo miraban con hostilidad las acciones del dúo. Nadie confiaba en nadie y a cualquier movimiento estaban listos para asesinar.
–Necesitan hielo para esos golpes, fans de Boca –dijo Daniela mientras sacaba las bolsas congeladas–. Esto les puede ayudar y para vos tenes el baño a la izquierda.
–Me llamo Kuai Liang –respondió el ninja de amarillo–. ¿Por qué crees que necesito el baño?
–Porque te escupí en la cara –Daniela sonreía mientras iba hacia donde estaba Mariano–, y creo que no te gustaría tener el olor y la sensación de mi saliva en toda la jeta, aparte de que es asqueroso lo que hice. Además de una buena demostración de mi gentileza, por más que me hayas roto la mesa, que cuesta casi un ojo de la cara comprar una nueva y decente.
Kuai Liang no pudo contradecir los dichos de Daniela y se dirigió hacia el baño, mientras que el ninja de azul miraba de manera hostil a Mariano. Seguramente la golpiza con la silla debió afectarle el orgullo. Por otro lado, Smoke se acercó por detrás a Adelina que estaba pérdida en sus pensamientos, la comida y la música.
–Perdona –ante las palabras Adelina apuntó con el cuchillo la garganta del joven–. Quería saber dónde tiraste mi cinturón. No pensaba molestarte.
–Busca –contestó agresivamente la chica y se volteó para seguir cortando el salame–. Dios te dio el don de la vista, úsalo.
–No era mi intención enojarte porque hallamos roto tu mesa.
–Te estás equivocando de mi porqué –Adelina volteó una vez más y se subió la remera para que el chico viera su vientre cicatrizado y parte de sus tatuajes–. Por esto estoy enojada, porque el mamerto que se va a sentar a mi mesa es el mismo que intentó matarme.
–Lamento haberte causado esa herida –dijo el chico, se notó la aflicción en su voz–. Debí esforzarme en evitar que saltaras y convencerte de que salieras de Arctika.
–Veremos si te ganas mi perdón, Smoke –dijo Adelina en un mal tono.
–¿Cómo sabes mi título?
–Cuando me oculté de vos y de tu amigo escuché una de sus conversaciones y supe tu apodo –Adelina sacó una milanesa de la olla y escurrió el aceite–. Todavía lo recuerdo porque no sabía si vos y tu grupo terrorista iban a matarme.
–No somos malos.
–Seguro y yo soy Goku –contrarrestó Adelina sarcásticamente.
Liu Kang intentó apaciguar la situación ofreciendo ayuda a la joven, pero ella se negó amablemente. Mariano y Daniela se curaron mutuamente las heridas hechas por la riña, pasándose hielo por los golpes y revisando si no tuvieron algún contratiempo.
Una vez que Adelina terminó de cortar los fiambres, servirlos en la mesita del comedor y ofrecer bebidas, continuó friendo las milanesas y las papas. Luego preparó la ensalada y cortó los panes para armar sanguches. Cuando las milanesas terminaron de freírse, la joven las puso en los panes y les agregó ensalada para acompañar. Luego llevó los platos a la mesita del comedor y los siete comenzaron a comer.
El silencio se podía cortar con un cuchillo, mientras que afuera la tormenta no cesó. Los relámpagos y truenos hacían que el cielo destellara y rugiera. Adelina, Mariano y Daniela miraron atentamente a los cuatro y estos igual.
–Apreciamos la hospitalidad que poseen –dijo el dios tras terminar su sanguche.
–No hay de que –respondió Adelina mientras masticaba una papa–. Ahora explícame, Liu Kang ¿a qué te referís con que soy campeona de la Tierra?
–Fue elegida para participar en un torneo que definirá la victoria de la Tierra contra el Mundo Exterior.
–¿Mundo Exterior? –preguntó Daniela mientras agarraba una rodaja de salame–. ¿Qué país ese es ese? No está en ninguno de los mapas.
–En efecto Daniela Ramoter –dijo el dios–, el Mundo Exterior es un reino entre los diversos que existen. Muchos de los habitantes prefieren que estemos en guerra con ellos, aunque estemos en paz, pero preferimos mostrar nuestra fuerza en el combate como símbolo de defensa. Además de contar con el clan Lin Kuei como defensores de la Tierra.
–Sinceramente creí que eran un grupo armado –dijo Adelina–. Intentaron matarme.
La mirada de la joven se posó hacia Smoke que comía rodajas de salame con queso como si fuera un manjar de ricos. Mientras que sus dos amigos apenas tocaron algo de la comida y observaban de forma crítica a los invitadores. Ante las palabras de Adelina, Liu Kang río.
–No lo son Adelina Acosta –el dios masticó otro sanguche–. Como mencioné antes, se dedican a ser nuestras defensas. Bi Han es el Gran Maestro del clan y tanto sus hermanos, Kuai Liang como Tomas son los mejores ninjas.
La mano de Liu Kang se extendió en el ninja de azul, Bi Han y este mostró orgullo a su título de Gran Maestro, al igual que el Kuai Liang, el ninja de amarillo. Pero Smoke, Tomas, fue el único que no mostró ese orgullo por su título, ya que seguía enfocado en la comida.
–Entonces ¿por qué fui elegida para este gran torneo con el Mundo Exterior? –preguntó Adelina.
–Porque tú mostraste unos valores y cualidades que pueden ser representados para ser una campeona de la Tierra –dijo Liu Kang como si hubiera dicho lo más obvio del mundo.
–¿Y nosotros? –preguntó Mariano.
–Si ustedes quieren ser parte de los campeones de la Tierra deben ir conmigo y Adelina a la Academia Wu Shi –la mirada de Liu Kang se dirigió a los amigos de Adelina–. Aprenderán tanto del Mundo Exterior como de los protectores de la Tierra.
–¿Irnos? –Adelina se quedó perpleja–. ¿Por cuánto tiempo?
–Unos meses –dijo Liu Kang mientras tomaba un poco de su bebida–. Necesitarán entrenar y pulir todas sus técnicas de combate.
–¿Y nuestros trabajos? –Daniela preguntó dejando el plato en la mesa–. Tenemos acá una vida. No podemos desaparecer sin más por unos meses. Las cuentas, mis noticias, la mesa. Por cierto, los tres, me deben una mesa… Corrección, nos deben una mesa.
–Estamos ocupados los tres –dijo Adelina–. Estoy con una investigación y si me ausento por mucho tiempo voy a perder la plata.
Abandonar todo por un torneo que ni siquiera tenía intenciones de participar. Había cosas más importantes en las que debía enfocarse, pero su cerebro volvió a trabajar y cuestionarse varias cosas. ¿Sería Liu Kang el que la mujer del féretro hablaba? ¿Podría sacarle los tatuajes o darle más información sobre la diosa Hela? ¿Sabría algo sobre algún desafortunado que enloqueció hasta morir por culpa del arma nórdica o de los otros dos artefactos que había visto en sus alucinaciones?
Adelina desconfiaba de los cuatro sujetos, no pensaba relatarle nada a Liu Kang sobre la daga o el mapa hasta ver si el dios era una amenaza o alguien en quien confiar. Tampoco les agradaba los tres Lin Kuei, sospechaba que en algún momento la matarían por haber entrado a sus tierras luego de ese torneo con lo que llamaban Mundo Exterior.
El dinero que iba a perder si se ausentaba por mucho tiempo era otra de sus preocupaciones. Había otros arqueólogos con las mismas habilidades que Adelina que podrían hacer que Agustín, su cliente, quisiera romper su contrato con ella.
–Este torneo pondrá un nuevo rumbo a sus destinos –dijo Liu Kang–. Sería un honor que los tres representaran a la Tierra.
–Me dejas un segundo hablar con mis amigos –dijo Adelina con una sonrisa, mientras se ponía de pie–. En privado.
Mariano y Daniela se pusieron de pie y al mismo tiempo se escucharon gritos de los vecinos. Adelina y Daniela revolearon los ojos y se sintieron avergonzadas porque sus invitados tuvieran que ver el lado malo de su departamento. El trío se fue al cuarto de Adelina.
–¿Qué opinan de lo que acabamos de escuchar? –preguntó la joven en cuanto la puerta se cerró.
–Esos tres del clan tiene una mina de oro de problemas –soltó Mariano señalando la puerta–. Valdría para una tesis de psicología y tener mi título sin tener que cursar devuelta.
–El de azul está lindo y el amarillo también –dijo Daniela–, pero no quita que quiero que nos paguen la mesa. Con lo otro no sé qué decir… es una locura que a la vez le creo a ese dios del fuego.
–Coincido con vos, Dani –habló Mariano y se cruzó de brazos–, esto es algo simplemente imposible ¿Un torneo? ¿Para qué? ¿Por qué se hizo?
–¿No escuchaste lo que dijo Liu Kang? –preguntó Adelina.
–No.
–Según él, para demostrar la fuerza ante el Mundo Exterior y mantener las defensas –Adelina se sentó en su cama–. Literalmente parece cierto lo que dice, le salió fuego del cuerpo y el de azul conjuró hielo de la mano y casi te mata Mariano.
–¿Vas a irte a ese torneo? –preguntó Daniela sin titubear y posó su mirada en la de su amiga. Al mismo tiempo se escucharon más gritos de sus vecinos.
–No lo sé –sacudió la cabeza–. Voy a perder plata y si vienen conmigo también van a perder mucha plata en esos meses que no sé cuántos van a ser, pero a la vez siento que me va a poder dar respuestas.
–¿Respuestas? –cuestionó Mariano.
–Los sueños que estoy teniendo me hacen dudar si debo ir o no –dijo Adelina preocupada–. La mujer del féretro varias veces hablaba de un dios del fuego que iba guiar el camino.
–Son sueños Adelina, simplemente representan un lado oculto de tu subconsciente como dice el maldito Freud –dijo el muchacho.
–Mariano, esos malditos sueños hablaron de Arctika y en ese mismo lugar una puta daga maldecida me hizo tatuajes y alucinaciones –Adelina mostró su brazo y abdomen–. Esas alucinaciones me siguen apareciendo a veces sobre muertos y esa mujer gritando una y otra vez. ¿Si se vuelven constantes hasta tal punto que no pueda diferenciar la realidad?
–Tendríamos que mínimo ponerlo en duda –dijo Daniela mientras daba vueltas–. Sí, esto de un dios es verdadero. Pero los sueños de Adelina pueden serlos y la daga, quizás, debe tener una maldición hacia cualquiera que la toque. Las alucinaciones no creo que llegarán al punto que estás diciendo, pero hay que ver si ese dios puede darnos alguna guía sobre cómo hacerlas desaparecer… digo, si aparecieron de forma mágica deben sacarse de forma mágica.
–¿Debería ir entonces? –preguntó Adelina.
–Iremos –dijo Mariano.
–¿Pero sus trabajos? –se alarmó la joven–. Yo puedo justificar con algo medianamente, pero ¿ustedes?
–Nos las ingeniamos. Van a ser unas buenas vacaciones.
–No lo sé –dijo Daniela con duda en su voz.
–Vas hacer entrevistas que no involucren riesgos y estar casi al pedo –contra ofertó Mariano.
 –Está bien, me uno a la aventura.
–No me siento cómoda que ustedes vayan –dijo Adelina.
–Muy tarde, ya decidimos –dijo Daniela y una sonrisa adornó su rostro.
–Los Lin Kuei podrían representar a la Tierra en esta ocasión, Lord Liu Kang –escupió Bi Han–. Estos tres no pueden ser aptos para representarnos.
–Tienen verdaderas habilidades, aunque ellos no lo sepan –dijo Liu Kang tranquilamente.
Tomas se quedó en silencio viendo como la conversación entre el dios del fuego y sus hermanos continuaba. El joven de cabello grisáceo se enfocaba en la comida que sus hermanos apenas habían tocado, no sabía cómo ellos se negaban a probar estas delicias.
Le era un misterio cómo la misma chica a la que había intentado asesinar en Arctika tenía un gran talento en la cocina.
–Ella y sus amigos ni siquiera tienen una buena base de alimento para que puedan desarrollar una técnica de combate –dijo Bi Han.
–Ese amigo fue el que te dio un sillazo en la cabeza –dijo Mariano Baldor, mientras la puerta cerraba y Adelina Acosta y Daniela Ramoter miraban con mala cara al hermano mayor de Tomas.
–Eres un imprudente e inmaduro, un…
–Es una falta de respeto que los invitados insulten la comida del invitador –dijo Adelina agresivamente–. Si querías otra cosa, Gran Maestro, te hubieras ido a Palermo o a tu casa.
–Bi Han es suficiente –el tono de advertencia de Liu Kang hizo que el se contuviera.
–Señor Liu Kang, nos conmueve su propuesta sobre ser campeones de la Tierra –dijo Adelina–, y nos gustaría estar con usted en el torneo.
El dios sonrió ante esas palabras, al igual que Tomas. Sus hermanos mostraron duda en sus rostros, pero al menor no le importó mucho. Pensó que esas tres personas darían su mejor esfuerzo para representar a la Tierra.
Pero hubo algo que le hizo ruido en la cabeza y fue Adelina. Cuando la conoció hace unos días estaba alterada y llorando por la presencia de Tomas y su ayudante. Sospechaba que había encontrado algo en esas ruinas de las montañas… o vio algo que la aterrorizó.
Esas ruinas, ni los propios Lin Kuei conocían de su existencia y pasó sin mucha relevancia a los ojos de Bi Han. Pero a Tomas le causaron un verdadero terror. Cuando puso un pie en ese sitio, sintió que las dos estatuas de la entrada lo miraban como un invasor, alguien que vería muerte si no se marchaba de inmediato. Quizás la muchacha percibió lo mismo que Tomas o incluso más odio, le es un misterio saberlo en esos ojos tan misteriosos y extrañamente cautivadores.
–Me alegra que hayan tomado esa decisión.
–¿Cuándo nos marchamos? –preguntó Daniela.
–Mañana al atardecer los llevaré a la Academia Wu Shi –Liu Kang se puso de pie y Tomas y sus hermanos lo imitaron–. Lleven lo necesario.
Los cuatro se dirigieron a la salida y tras despedirse de los tres jóvenes se marcharon a las calles. La lluvia seguía, pero el aguacero se detuvo para ser una llovizna. Liu Kang fue hacia el mismo lugar donde antes había conjurado el portal y una vez más las llamas azules y naranjas formaron el portal. Los cuatro hombres se perdieron en esa negrura infinita completando así su misión.
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las-microfisuras · 4 months
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Vuelvo a empezar y está tu rostro siempre
lo busco en medio de todos tus rostros
tienes tantos que a veces ya no sé
quién eres las tardes tienen colores
cambiantes tú cambias con ellos brillas
te apagas si estás en un claroscuro
de cristales o en el esplendor de
la luz no eres la misma sin embargo
te reconozco tras tus perfiles tus
fulgores y sombras algo se mueve
que llamo tú porque eres mi memoria
quizá y porque a lo lejos sin cesar
andas te veo llegar a la misma
estatua entre palomas de la misma
plaza sigues andando pero no
vienes de lo profundo del pasado
eres la venida que convierte mi
vida en alegre espera aunque el viento
de lo efímero sopla y su humeante
nieve oscura nos borra entonces ya
no tengo nombre y no soy sino polvo
de sílabas boca vacía que no
articula más que azar pero tú
eres el azar es bello es cálido
como tú y es nuestra historia sé que la
voz que habla ha de callar crujen vacilan
las palabras las atizo por ver
de nuevo el espacio su promesa
el blanco de los montes y el azul
un cielo con ramas y apenas esta
claridad aunque esté tan cerca dices
quizá es la primavera u otra cosa
quién sabe es algo como una inminencia
viene sin pausa sin venir está
pero no está es manantial de formas
de él brotan palabras que nada dicen
sólo un flujo de luz no saber qué
decir más decirlo del mismo modo
que a veces me acerco a ti y nuestros ojos
están gastados por los días tomo
tus manos frías las soplo me quemas
siempre es como la última vez
te abrazo quiero ser el mismo instante
cierro los ojos y todo es presente
el mundo es un solo resplandor arde
él también habría que conservar
siempre este ardor consumirse en él luego
renacer como el fénix alumbrados
por el fuego pero aún me pregunto
qué es el amor la locura de hacer
rodar el mundo en torno a un centro rosa
y mortal sé que no hay respuesta sé
que es rendirse a la pérdida y las lágrimas
pero abro los brazos y digo sí.
- Jacques Ancet, "La quemadura". Cálamo Poesía. Versión de Amelia Gamoneda
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sinfonia-relativa · 11 months
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Guardo tus memorias en mis canciones,
Sensaciones recorren el pentagrama,
Humo, alcohol y dramas, aquellas damas no saben abrir tu ser,
Recorren a besos tu piel,
Se ahogan llegando al amanecer.
Como fundidos sonidos,
Tus ojos eran míos, perdidos, dolidos,
Notas quebradas, no te quedabas,
A toques de mi boca, no te equivoques loca, que sigo estando acá.
Con tus canciones, pulsaciones,
Mis amores añoran tu ardor,
Rotos colores, valores de un bajo,
Atajo lo dolores y me destruyo,
Fluyo entre bombo y caja,
Mi sonido sigue siendo tuyo…
Aguita cristalina
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deepinsideyourbeing · 1 month
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Holis! Todo bien? Quería hacer un request para Enzo si no es mucho problema :)
No soy alguien que le guste el sexo agresivo, me da miedo y no lo disfruto, soy mas del sexo gentil, las caricias, besitos y palabras lindas. Podrias hacer un smut así con Enzo?
+18!
Enzo se siente fatal cuando al ver las lágrimas en tus mejillas su miembro palpita y, en un intento de consolarte, deposita un suave beso sobre tu piel húmeda.
Tus pestañas brillan tanto o más que tus ojos cuando lo mirás y él no puede evitar sentir ternura al pensar que el placer que te brinda te abruma lo suficiente para llorar.
No decide si prefiere la imagen frente a sus ojos o el sonido que sus dedos producen al aventurarse en tu interior húmedo una y otra vez. Suspira y temblás al sentir su respiración cálida golpeando tu piel.
-¿Más?- ofrece con una pequeña sonrisa.
-Por favor...
Su mirada es tan intensa como las devotas palabras que te dirige a continuación, siempre convencido de que debería ser él quien suplique por tu cuerpo.
-Yo tengo que pedirte por favor- otro beso-. ¿Me dejás...?
Asentís, desesperada aún después de los múltiples orgasmos que te sacó con su boca y sus manos sólo a modo de preparación para este preciso momento. Tu esencia mancha tu piel cuando sostiene tu cadera.
El lubricante frío cae sobre tus pliegues haciéndote estremecer, él sólo susurra una disculpa y besa tu rodilla. Lubrica también su miembro goteante, al cual ignoró hasta casi sentir dolor, y te acaricia con su punta antes de dirigirse hacia tu entrada. Respirá, indica en voz baja.
El ardor es inevitable, no importa cuántas veces tengan sexo o cuánto te prepare con sus dedos y juguetes, pero Enzo te distrae acercándose a tu rostro y besando tus labios delicadamente. Roza su nariz con la tuya, acaricia tus mejillas y tus pómulos, y besa tus párpados mientras susurra palabras de aliento.
Luego de unos minutos comienza a mover sus caderas y tus gemidos resuenan en toda la habitación. Sus movimientos son lentos pero profundos y su punta acariciando suavemente tu cérvix te hace arrojar la cabeza hacia atrás.
-¿Sí, ahí?- y cuando repite el movimiento se deleita con tu expresión-. Sos hermosa.
Negás, avergonzada.
-Sí, sos hermosa- dice como si fuera un mantra-. Y mía.
Abrazás su cintura con tus piernas para atraerlo más hacia tu cuerpo y rodeás su cuello con tus brazos. Cuando besa tu cuello tus paredes se contraen y sentís sus gemidos contra tu piel.
Después de escribir esto me voy a dormir llorando y abrazando mi peluche de t-rex para no pensar en cuánto quisiera un Enzo 😭
taglist:
@madame-fear @creative-heart @recaltiente @llorented @chiquititamia @delusionalgirlplace
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internod · 8 months
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𝐈𝐍𝐓𝐄𝐑𝐕𝐄𝐍𝐂𝐈𝐎𝐍 / actividad siete.
Entre cristales rotos y molestas astillas, aquellos músculos que se destensan entre golpes y música llena de ideales parecen no querer ceder, aún cuando las horas pasan — el vitae proporcionado en la barra resulta ideal para dar un respiro a tanta adrenalina y continuar con energético evento. Sin importar que el caos sea terreno base, aquel estruendoso chirrido que hace eco sobre todo metro cuadrado es suficiente para obligar a vástagos de sensibles sentidos a tapar sus oídos, capturando atenciones dispersas de manera brusca y casi inentendible. Confusión se nota en cada entrecejo que se frunce y cada boca que entre amplitud sonora pretende insultar, y son largos metros de tela blanca que caen lentamente desde los techos los que terminan por sellar estado. De una manera tan irónicamente militar, decena de anarquistas se ordenan con rapidez para acomodar proyectores frente a nuevas pantallas, sin responder dudas de los más impacientes y sólo aguardando que las luces se apaguen por completo antes de darle inicio a la gran presentación.   
En la pantalla, una escena mal grabada se despliega, mostrando a escondidas al consejero del Príncipe y la Baronesa en un oscuro rincón de la ciudad, una noche donde los secretos y las traiciones se tejieron entre las sombras. — Sólo he hablado contigo ahora. ¿Dónde está Hinata? ¿Qué garantías tengo de que cumplirán su parte del trato? — Solo una vez que los anarquistas sean neutralizados, podremos establecer un dominio inquebrantable y podrás cenar a su lado en el palacio. Hay una pausa entre la dupla, una desconfianza que aunque palpable, poco significa para quienes murmuran entre diversos públicos.  — ¿Tienes listos los territorios que te pedimos?  La baronesa asiente, y las imágenes, aunque borrosas, capturan la esencia de la conspiración: un apretón de manos entre dupla dispar que termina de sellar todas aquellas dudas sobre a quién pertenecía la lealtad de la mujer. Entre palmas, un sobre de madera deja a una de las partes para ser entregada a la secta dominante.   — Pero asegúrate de que tus hombres estén listos para actuar. Los anarquistas no serán fáciles de derrotar.  —  Para eso estás tú, querida. 
Escena de lejos podría parecer dócil, pero entre aquel audio de baja calidad, el beso que Benno deposita sobre el dorso de la pelirroja se siente como una amenaza. Aún cuando el tipo ha demostrado frente a los neonatos tener poco poder, su aura agresiva es impasable para cualquiera. Video se corta repentinamente, y sólo entonces, precedido por un pesado bufido, la voz de uno de los anarquistas se reproduce en cada parlante disponible. 
 — Lo que contemplamos es una traición que ha estado oculta ante nuestros ojos durante demasiado tiempo. El consejero del príncipe y la baronesa han estado negociando a nuestras espaldas, deliberando sobre el futuro de nuestros territorios, sin tomar en cuenta nuestras vidas, nuestras voces. ¿Cuánto tiempo más seguiremos aceptando que nuestras costas sean utilizadas a gusto por el Príncipe? ¿Por cuántos ghouls de la alta sociedad permitiremos que nuestra falsa líder siga en pie?
Su voz es tan firme como sus ideales, una postura tan decidida como la que ha tenido desde el momento de planear el que parecía un evento simplemente divertido.  
 — Este video es sólo una manera de mostrarles lo que hace tiempo venimos notando, cómo nuestra Gangrel se ha convertido en el perrito faldero de la Torre de Marfil y cómo nos pone en vergüenza a todos los habitantes de las afueras de Tokyo. No podemos permitir que tomen nuestras tierras ni sigan trabajando sobre ellas a gusto, ¡debemos recuperar el Papillon y el puerto cuanto antes!
Sus seguidores vociferan a su favor, elevan sus puños con un ardor tras sus ojos que desenfunda un enojo que lleva noches calcinándose. Si hay dudas sobre la veracidad de hechos, ellos no son quienes las pondrán en jaque.
 — Esto es lo que somos, esto es lo que representamos. Y esta es la resistencia que podemos lograr cuando unimos nuestras fuerzas. ¡Hermanos del Sabbat! ¡Pulgas de la Camarilla! No teman a las represalias de sus antiguos, teman al poder de la gente y lo que podemos hacer contra los traidores. Esta misma noche traeremos la cabeza de Nikza a este mismo lugar, ¡y la de cualquiera que se atreva a dar aviso a cualquier líder! 
Mano que se cierra sobre sí, venas inertes que se marcan en su cuello dejan ver la rabia que crece con cada palabra que da el anarquista. 
 — ¡Salgan, vástagos! ¡Encuentren a la Baronesa o escóndanse bajo el ala de la tiranía nuevamente! ¡Destrocen lo que encuentren y molesten a los guardias de la Camarilla! ¡Luchemos por la libertad, por la resistencia y por la perpetuidad de nuestra noche eterna! 
𝐀𝐂𝐋𝐀𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐎𝐎𝐂.
⦾ El conocimiento de estos sucesos es obligatorio para todos los personajes, y su respectivo manejo queda en manos de ustedes, usuaries. Pueden decidir adaptar algunas o todas de sus convos a cualquier momento en el que quieran centrarse de esta intervención, ya sea durante o después, pero la inclusión de esta intervención es obligatoria.
⦾ A pesar de la obligatoriedad de incluir la intervención, sus personajes son libres de elegir sí se unirán a las filas de caos de los anarquistas o si prefieren no tener curiosidad alguna sobre lo que suceda las próximas horas. Una intervención complementaria será publicada en breve al respecto de esta decisión. 
⦾ En caso de contar con cualquier duda o consulta, no duden en acercarse al main.
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Le arden los ojos
Le duele la garganta
Siente presión en el pecho
¿Qué tiene?
Nada responde, tan sólo es cansancio...
No es ardor, es llanto
No es dolor, son gritos ahogados
No es presión es un corazón quebrado
Tiene todo, menos cansancio.
Ausencia.
Silencio.
Vacío.
Endereza su andar
Maquilla su soledad
Pone brillo a su tristeza
Ruboriza su desamor.
Y ella...
Ella comienza de nuevo...
De nuevo...
Como cada día
Como siempre
Como nunca.
Pura maldad ❄️
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esuemmanuel · 6 months
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A veces, me cuelgo en tus ojos… me deslizo en tu boca… me recuesto en tus mejillas y brinco en tu frente… y sueño… aún con los ojos abiertos, que estás riendo como yo al sentirte tocada por mí… por mis alegrías y mis instantes de calma, por mis tristezas repentinas y mis silencios con tu nombre. Sí, son momentos lúcidos de amor, de historias, de poesía y versos que se conjugan con este sentimiento impúdico que, de repente, me liba el alma… y, es que, no puedo alejar de mí el ardor de mi flama al ser encendida por el calor de la tuya, por ese fuego incandescente que me atrae como a una polilla que busca quitarse el frío que la acosa.
Sometimes, I hang in your eyes... I slip into your mouth... I lean on your cheeks and jump on your forehead... and I dream... still with my eyes open, that you are laughing like me when I feel you touched by me... by my joys and my moments of calm, by my sudden sadness and my silences with your name. Yes, they are lucid moments of love, of stories, of poetry, and verses that are conjugated with this impudent feeling that, suddenly, frees my soul... and, it is that, I cannot keep away from me the burning of my flame when being ignited by the heat of yours, by that incandescent fire that attracts me like a moth that seeks to get rid of the cold that harasses it.
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leukiel · 9 months
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Entre sus manos yo no era más que un pequeño encendedor que dependía del calor de las mismas para poder cumplir mi función. ¿Sabes? Ella amaba el fuego y entre este elemento, ella falleció. Hay seres que portan dentro de sí una sustancia maestra, pero también es la misma que les lleva a la perdición. Podría decir que yo fui el responsable de su muerte, pero no lo fui del todo... ella accionó el botón. Le gustaba sentir el ardor de su piel cada vez que yo, con mi flama, le besaba la dermis. Era exquisita. Una muñeca de porcelana. En la inquietud de su pequeña boca, pude yo arder como jamás lo había hecho. De ser una chispa, me convertí en llamarada. El azul de sus ojos se tornó en lava de cientos de volcanes... y yo, yo la podía escuchar gemir entre todas esas explosiones. Ella estaba hecha de hielo, por eso le gustaba la pirotecnia, derretirse de vez en cuando y sentirse viva por un momento. No obstante, se enamoró ciegamente del ímpetu de mi azul que nada tenía de gélido. En muchos de sus sueños se observó radiante, convertida en incendio... entonces, después de intentarlo muchas veces, esa noche decidió casarse con el fuego. 'Derríteme, pero no me dejes gota, déjame ceniza para después desperdigarme con el viento. Yo quiero morir pues en esta forma... ya no me tolero, no obstante quiero vivir como el polvo, libre entre las ramas de los árboles, entre las hojas, entre los cerros y los cielos. Tal vez ceniza pueda yo alcanzar los altos mandos que yacen en los firmamentos, besarle las mejillas al sol y entre sus brazos convertirme en un destello. Irradiar al mundo mi calor... Y así tener la posibilidad de sonreír en las bermejas mejillas de un niño inocente, que sólo agradece por su libertad y está lejos, muy lejos, de los ojos de la muerte'.
Hoy ella es el rubor de ese niño pero también la gota que de pronto bellamente, rueda por sus mejillas.
—Leukiel.
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moongirl-26 · 1 year
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Mi brillo fue apagándose , así como la luz de mis ojos , así como los sueños e ilusiones en mi corazón, fui desapareciendo cada día un poco más de mi misma , de a pocos perdí la fe en todo y en todos a mi alrededor. Y lucho por seguir teniendo una sonrisa y una buena charla para compartir pero en mi alma la soledad es tanta que aún en compañía me siento sola , que aún cuando comparto con mis amigos y me hacen reír con sus bromas y anécdotas ese ardor de tristeza sigue en mi pecho , estoy seca como una flor , pero mis espinas prevalecen y siguen vivas y punzantes para herirme. Mi brillo se fue apagando con cada decepción, con cada desilusión, con cada golpe recibido, con cada llaga que no he sido capaz de curar , con cada lágrima reprimida y con tanto guardado en el cajón de mis tristezas que aún estando lleno parece ser infinito, empecé a abandonarme en silencio y en soledad y delante de los demás pretendiendo estar bien , sonriente y feliz , de seguro si pudieran ver mis adentros muchos llorarían conmigo y otros se reirían de mi.
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dokebeto · 4 months
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08 de febrero.
“Letritas”
Hola, bombón.
Hace tiempo que no te lo decía, ese apodo bonito que escogí para ti, recuerdo que me dijiste que significaba mucho que alguien te diera un apodo bonito.
Eso parece haber sido hace tanto tiempo, pero aún puedo sentir el cariño con el que me lo dijiste y con el que yo te escuché.
Últimamente ha sido difícil y a veces no puedo comprender como es que hace poco más de un mes estábamos mejor, tu abrías tus regalos de navidad y yo te admiraba en tu traje de santa leyendo esas cartas que con tanto amor te escribí y que casi te hicieron llorar.
Ahí en medio de tu familia, para mí la única que realmente tenía mi atención eras tú y por supuesto, carbono-14.
Hoy te escribo desde el corazón, siempre lo ha sido ciertamente, hace tiempo me dí cuenta que no quería perderte, porque, no hay una explicación logica-matemática para el momento cuando nos encontramos. Me dí cuenta después que todos los caminos que había tomado y todas las decisiones que había tomado y hasta los errores que cometí, me llevaron a ti esa noche.
En ese momento no sabía de lo que había encontrado, vaya, no sabía en lo especial que te convertirías.
Dicen una leyenda, que quién está destinado a encontrarse, lleva consigo un hilo de color rojo atado a su dedo meñique y que tarde o temprano se encontrará con ese amor que parecerá eterno.
(Hace unos días que me siento tan triste cuando voy a enviarte un mensaje, pues, siento que hablo con la pareja de alguien más, perdón por ponerme así por una foto.)
Si, ya sé, soy muy ridículo quizá.
Busco consuelo en mi caja de basura, a veces no duermo por releer las cartas escritas a mano y aquella tan especial que fue escrita a máquina.
No sé en dónde pare todo esto, hoy alguien dijo del proceso de duelo durante las relaciones y estoy terriblemente aterrado de que eso pase.
Estos asustado.
Estoy aterrado.
Y trato de no enfocarme en eso, solo que mi cabeza está acostumbrada a enfocarse en lo malo, pues siempre fue así desde niño.
Ahora por ejemplo, a las 11:58 de la noche, con un ardor en la nariz por alergia o gripa, con unos ojos cansados, me gustaría volver a sentirnos, admito que he cometido muchos errores y soy consciente de ello, y que puede ser más difícil dejarlo ir que solucionarlo, pero soy así, no por aferrado o terco. Me prometí un día que si encontraba el amor, no lo dejaría ir, claro, sé que a veces lastima pero no lastima el amor, lastima el resentimiento, el ego, el orgullo y la tristeza, vaya creo que no puede haber amor sin un poco de tristeza, pues dijo alguien una vez que a toda acción conlleva una reacción.
Pero yo quiero que la reacción sea la felicidad, quiero no irme a dormir pensando sí al despertar alguien se va a ir, quiero sentirme estable pero sabes qué, todo se vuelve de pronto en quiero y quiero y quiero y aunque sea sano pedir lo que uno necesita, yo también sé que tú lo necesitas y que no es lo mismo que yo.
Hoy leí que cuando cuidas de tu pareja, el primer beneficiado es uno mismo, pues todo permanecerá bien, ambos se sentirán amados, escuchados y en paz.
Cuando te sientas lista, cuando tú quieras, pero no tardes una vida.
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