Las estrellas están asustadas. Se aperciben llamaradas de fuego y se oyen gritos.
Nadie canta y Niños como Tú lloran y gritan, muchos entre cascotes y escombros.
No son las bombas las que paralizan la vida, sino el frío del corazón y la humedad del alma, pero el alba susurra promesas al viento encendiendo un amanecer esperanzado.
No dejemos de mirar al cielo... nada detendrá el vuelo de las gaviotas.
Se ha vaciado el vacío. Te has ido y me has dejado un día más en la languidez de la noche. El aire me susurra el aroma de tu piel, mientras una suave brisa barre destrozada la estela de tu presencia.
Mis pensamientos, como devastadas gaviotas, vuelven a buscar tu feliz y cálida compañía como hace solo unas horas. Pero solo son fragmentos, ahora lejos, de una felicidad compartida y ese tu rastro que mi alma busca en el horizonte.