Tumgik
#finalmente el fin arrasó con todo...
fragmentos-literarixs · 3 months
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Esta noche es mágica, todo lo que me rodea ha desaparecido y sólo nos encontramos tú y yo, donde nuestros cuerpos danzan y a la vez flotan. Cada caricia es electrizante, cada beso provoca mariposas en mi estómago, y cada movimiento de placer me lleva al cielo y me permite tocar las estrellas.
Quizá estoy loca por sentirte aquí cerca a pesar de que estás lejos y en diferentes horas, pero cada sensación y cada sentimiento me hacen creer y aferrarme a ti, y a lo nuestro.
¿Cómo fue que llegamos aquí, amor? ¿Y por qué llegaste de esta manera a mi vida? Si supieras que antes de tu llegada todo solía ser silencioso, triste y gris, pero entonces te vi, supe que estaba en tu mira, y desde ese momento comenzó nuestra historia de amor que llenó de un hermoso color azul casa rincón de mi existencia.
Pero la vida es terriblemente injusta, porque nos hizo coincidir para enamorarnos, pero teníamos muchas cosas en contra que no nos permitió estar como queríamos. Así que si esto es todo lo que tenemos, si sólo puedo verte pero no acercarme a ti, me quedaré justo aquí, amándote, hasta que el final venga y arrase con nosotros.
Escritos perdidos - parte 1 (30/05/2023)
— Rose Noire.
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a-pair-of-iris · 4 years
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Una Pluma de Angel [2/2]
by Aris
Comic inicial                           Parte 1 (Tumblr)                                  Ao3
—¡¿Cómo es posible que lo olvidaras?! —Seguía cuestionando Francisco, ya varias horas después.
Luego de asegurarse completamente de que Miguel no le estaba tomando el pelo jugando al desmemoriado, había entrado en un estado ansioso, que solo empeoraba cada vez que el otro trataba de restarle importancia al asunto.
—¡Relájate, cielito! Ni que fuera tan terrible, olvido cientos de cosas todos los días... —Intentó tranquilizarlo, pero solo consiguió que le diera otra mirada histérica y continuara murmurando para sí mismo.
Miguel por su parte, siguió mordisqueando relajadamente lo que quedaba de las chirimoyas, apoyado contra un tronco junto a la zanja donde estaba metido el ángel, refunfuñando y haciendo quién sabe qué en el fango, pero era una gran vista desde su posición.
Francisco estaba armando un drama por nada, pensaba Miguel. Su memoria siempre había sido mala, al menos eso creía, siendo que apenas si podía concadenar fragmentos de recuerdos que conservaba de sus andanzas antes de llegar al bosque y, por lo que sabía ahora, tampoco es que recordara cada momento de su estancia allí. Suponía que luego de rondar la tierra por siglos, sería algo normal, eso de olvidar, tampoco es que valiera la pena recordar algo que pasó cien, doscientos años atrás. Por otro lado, hasta resultaba conveniente. No tenía deseos de saber todo lo que había hecho, todo el daño que había causado siendo un esclavo obediente, si es que en algún momento lo había sido; todo cuanto recordaba era estar vagando, escondiéndose de los otros demonios que venían a buscarlo, y escapando de nuevo. Ni idea por qué seguía escapándose, debía tener relación con el tema de la pluma en el que tanto insistía su compañero.
—Recuérdame, ¿Qué fue lo que te dije? ¿Cuál era el asunto importante?
—¡¡No lo sé!! ¡Nunca supiste decírmelo! ¡Seguramente también se te olvidó! —Estalló Francisco, lanzándole un poco de fango—. ¿Vas a seguir insistiendo en que no es la gran cosa? Eso es por lo que te apareciste aquí en primer lugar, ¡Es lo único por lo que sigues aquí! —Comenzó a sacudirse la suciedad de los brazos, rindiéndose con lo que intentaba hacer, y salió de la zanja pasando junto a Miguel con fuertes pisadas—. Si ya no es importante para ti, entonces no hay razón para que te quedes.
Miguel lo vio alejarse con un nudo formándose en su garganta. Claro que tenía más razones para quedarse en el santuario, y se negaba a creerle a Francisco que no tenía más razones para permitírselo.
òwó
Despertó sobresaltado por los quejidos de su hermano.
Se había quedado dormido sobre una silla en la cocina, el plato de comida fría delante de él y el tenedor aún sujeto en una mano. Se dio golpecitos en el rostro para desperezarse y lo más rápido que pudo se puso en pie. Toda la casa estaba a oscuras y le era difícil caminar, se la pasaba tropezando con cosas en el piso y chocándose con las murallas. El pasillo también se le hacía interminable y no lograba dar con la puerta a la habitación donde escuchaba la voz de Julio. Finalmente, sus manos encontraron una interrupción en la pared y palpando los bordes confirmó que era una entrada. Atravesó el umbral y se encontró en un cuarto igual de oscuro y con un fuerte viento golpeando su cara; también escuchaba las hojas de los árboles meciéndose y varios grillos y otros bichos alrededor. Por un momento pensó que había dejado la ventana abierta, pero tras avanzar unos pasos supo que estaba caminando sobre el suelo del bosque. Se preguntó qué tan cansado debía estar para haber confundido así el camino y salir de la casa por error, hasta que volvió a escuchar los gimoteos de Julio, escondido en algún lugar entre los árboles. «¿Cómo es que tuvo fuerzas para levantarse?», pensaba mientras seguía su voz, tratando de ver algo con la tenue luz de la luna que se colaba por entre las copas.
Lo encontró varios metros más adelante, sentado en el barro abrazando una de sus piernas, la rodilla ensangrentada. Cuando estaba a unos diez pasos el niño levantó la cabeza, intentando ver quién se acercaba.
—¿Hola? ¿Quién es? —preguntó con voz temblorosa, tratando de detener sus jadeos y limpiándose las lágrimas de los ojos.
—Pues, obvio yo, ¿Cómo es que llegaste tan lejos? —Una parte de él estaba feliz, si su hermanito había podido llegar hasta allí sin ayuda, es que estaba mejorando. Tal vez podría salvarse.
El niño no pareció feliz de escucharlo, ni ver que se acercaba. Miguel alcanzó a ver la mueca de horror en su rostro antes de que lo deslumbrara con la luz de su linterna.
—¡¡Ahhh!! —El niño pegó un grito que arrasó con toda la paz del bosque y los últimos vestigios de la ilusión se desvanecieron. No eran los llantos de Julio los que había estado siguiendo, sino los de un mocoso estúpido que había creído buena idea internarse en el bosque de noche y terminó cayendo por una pendiente y raspándose la rodilla.
No tuvo mucho tiempo para lamentarse, escuchó el viento silbando y enseguida el golpe de los pies de Francisco tocando el suelo.
—¡¿Qué le hiciste?! —Lo hizo a un lado con un empujón y se instaló frente al niño, que paró con sus alaridos por un segundo para mirar a la nueva criatura. Francisco no le dio tiempo de retomar los gritos, posó las puntas de sus alas suavemente sobre su rostro y el chiquillo cayó dormido en sus brazos. Lo inspeccionó rápidamente, descubriendo la herida en su pierna. Volvió a erguirse cargando al chico y lanzándole una mirada molesta a Miguel.
—¡Yo no hice nada! ¡Escuché un llanto y lo seguí! —Se defendió.
—¡Ah! Entiendo, y creíste que estaría aliviado al verte, ¿verdad? —replicó, haciendo un ademán con la cabeza hacia él.
Sarcasmo, no sabía que Francisco tenía esa habilidad dentro de sí. Como fuera, Miguel sabía muy bien a lo que se refería, y estaba consciente que las alas de murciélago, los colmillos y las orejas puntiagudas que no se había preocupado en ocultar no eran una visión tranquilizadora para los humanos, al menos no para la mayoría. No como mister virtuoso frente a él.
—Es que, creí escuchar… —Bajó la cabeza al recordar la ilusión, y la angustia que se apoderó de él escuchando el sufrimiento de su hermano. Eso bastó para que el otro entendiera y suavizara su expresión.
Regresaron su atención al niño dormido en los brazos de Francisco. Miguel compartió su teoría de que había caído por el barranco a un costado y Francisco estuvo de acuerdo con él.
El ángel se apresuró en subir y depositar al chico en el sendero que atravesaba por allí. Miguel se quedó solo esperando abajo, y entonces lo vio. Un demonio. No un sirviente humano como él, sino un demonio de azufre real, escondido entre las hojas de un árbol, casi llegando al límite del área neutral que separaba el suelo mortal de la tierra sagrada del santuario, mirándolo fijamente.
Había venido por él.
—Miguel, ¡Miguel! —La voz del ángel lo sacó de su transe. No se percató en qué momento había terminado con el niño, pero ya estaba unos cinco metros por delante de él y de regreso al santuario—. Te digo que despertará pronto... —calló, mirándolo intensamente por un instante—. ¿Te quedas, o vienes conmigo?
—Ya voy, lo siento.
Francisco dio un leve asentimiento y reanudó la marcha. Miguel iba a seguirlo y entonces recordó al demonio. Seguía en la misma posición por suerte. Cuando cruzaron miradas otra vez, el engendro llevó un calloso dedo a su boca, indicando silencio, y luego movió la cabeza lentamente de un lado a otro con desaprobación.
Se apresuró en alcanzar a Francisco luego de eso, con un escalofrío recorriéndole la espalda al recordar esa horrible sonrisa repleta de dientes puntiagudos.
 òwó
A la mañana siguiente notó que Francisco estaba molesto con él, y de una forma que no le gustaba. Por lo general cuando se enojaba con él refunfuñaba y le gritaba, o cuando realmente lo fastidiaba le lanzaba la serpiente, que lo mantenía unos quince minutos luchando en el suelo mientras el otro cumplía con sus labores tranquilamente alrededor, haciendo comentarios sobre su mal comportamiento de vez en cuando. Ahora ni siquiera le hablaba. La única respuesta que conseguía de él era que lo mirara por un segundo con ojos heridos, y enseguida volvía a lo suyo y a ignorarlo.  
Miguel lo detestaba. Detestaba que lo ignorara. Y más detestaba la expresión de dolor que no abandonaba su rostro en ningún momento.
Pasado el mediodía ya no lo soportó más.
—¡Suficiente! ¡¿Vas a decirme qué es lo que pasó?! —Lo seguía incansablemente, cortándole el paso a donde sea que virara para alejarse de su presencia, logrando arrinconarlo en un sector del santuario donde la vegetación era frondosa, así que tampoco podía echarse a volar para escapar de él—. Sea lo que sea, lo siento, juro que esta vez no buscaba hacerte enojar.
Francisco paró de moverse por un momento y volvió a mirarlo con esos malditos ojos repletos de tristeza.
—¿Qué hacías afuera? —habló por fin y para alivio de Miguel. O así fue hasta que registró el tono desdichado con el que salieron sus palabras. ¡¿Qué había hecho para ponerlo tan triste?!
—Ya te lo dije, creí escuchar a Julio y fui a buscarlo.
—¿Eso es todo? —Otra vez esa mirada y esa voz lastimosas. Intentó acercársele nuevamente y esta vez se lo permitió, entonces se atrevió a llevar una mano hasta la de Francisco y acariciarle el dorso.
—Eso es todo, amor. —Estaba a poco de unir sus frentes cuando el ángel lo empujó con fuerza lejos de él y tirándolo al suelo.
—Mentiroso —siseó—. ¿Crees que soy idiota? Vi muy bien a tu amigo haciéndote señas escondido en el árbol. —Miguel se paralizó, con esto de tratar que el otro le hablara se olvidó del demonio que había visto la noche anterior—. A ese, ¡Y a los otros dos que estuvieron rondando ayer!
—¿Qu-qué? —«¿Dos más?» Ni siquiera los había sentido cerca.
Eso era malo. Si había tantos en el mismo lugar de seguro estaban planeando un ataque importante. No creía que fuera solo por él, nunca habían enviado más de uno para buscarlo las otras veces que dejó de responder, después de todo no era rival para un demonio de azufre. Aunque podía ser distinto ahora que estaba dentro de tierra sagrada y que comenzarían a debilitarse no bien atravesaran el umbral; además, estaba Francisco. Un ángel sí que era cosa seria.
—¿Cuál era su plan?, ¿Te enviaron para ablandarme con tus jueguitos y engañarme para que te entregara la pluma? —Se escuchaba cada vez más furioso, y lastimado, como si en cualquier momento fuera a romper en llanto—. ¿O solo para hacerme salir e intentar arrancarla ellos mismos?
—¡No! Lo entendiste todo mal, no es nada de eso… —decía mientras se levantaba para intentar alcanzarlo otra vez.
—Sal de aquí. —El ángel comenzaba a dar la vuelta para marcharse cuando Miguel alcanzó su mano y jaló de ella para retenerlo.
—¡Francisco…!
—¡¡QUE TE VAYAS!! —Se zafó de un tirón y comenzó a batir las alas, lanzando fuertes ráfagas de viento en su dirección, tratando de llevarlo fuera del santuario como había hecho con los cazadores que el demonio había traído, ya hace tanto tiempo.
Miguel por su parte intentaba resistirse al embate del viento, pegándose al suelo lo más que podía y sosteniéndose de los troncos caídos y las raíces que sobresalían de la tierra. Cuando había logrado arrimarse a un grueso árbol que le impedía seguir retrocediendo, el vendaval cesó y se atrevió a asomar la cabeza fuera del escudo protector que había formado con sus alas. Vio que Francisco extendía el brazo derecho hacia él y se preparó para el abrazo de la serpiente; pero nada pasó, la serpiente dorada seguía dormida alrededor de la muñeca de Francisco.
—¡Vamos, despierta! —El ángel presionaba el brazalete con la otra mano, intentando obligar a la serpiente a despertar y seguir sus órdenes—. ¡Destrúyelo!
Antes de que Miguel pudiera terminar de ponerse de pie, escucharon a las aves graznando y su revoloteo frenético, seguido del estruendo de fuertes pasos acercándose y el viento silbando sobre sus cabezas. Una gran masa negra cayó sobre Miguel, aplastándolo contra el tronco en el que se había estado guareciendo, mientras que de la vegetación emergían dos demonios de gran envergadura que fueron a plantarse frente a Francisco.
—Apártate, angelito, el problema no es contigo. —Le dijo el más corpulento. Tenía una lengua larga que no paraba de mover, y una mirada obscena que le puso los pelos de punta. Por el espacio que dejaban entre los dos pudo ver a Miguel luchando para quitarse al tercero de encima, que intentaba maniatarlo con una cadena al rojo vivo.
—¿Qué quieren con él? —Inquirió. Los vio morderse los labios, resistiéndose a responderle inmediatamente. La serpiente en su mano comenzando a despertar.
—El Oscuro lo reclama de regreso, ¡No te interpongas! —contestó finalmente el más alto, desplegando unas largas garras de sus dedos huesudos. Su compañero se había estado moviendo lentamente, queriendo colarse a su costado.
—Tú no me darás ordenes, escoria. —Alzó el brazo al tiempo que se le venían encima, y la serpiente salió disparada a enroscarse alrededor del de ojos lascivos.
Miguel seguía pudiendo resistirse al demonio que trataba de encadenarlo. Era el mismo que había visto la noche anterior mirándolo desde el árbol, esos horribles dientes se tambaleaban ahora sobre él, chorreando una saliva ácida que le quemaba la piel. Siempre era lo mismo: lo emboscaban, lo ataban con esas cadenas que nunca se enfriaban, y lo arrastraban de vuelta al infierno para seguir atormentándolo con fuego.
—Muy astuto al venir aquí, pero no lo conseguirás tan fácil, nadie escapa de su trato con el Oscuro.
Finalmente, el adefesio superó sus defensas y le envolvió las muñecas y la mitad del brazo con las cadenas. Miguel se retorció de dolor y cuando el hierro le alcanzó los hombros y el pecho ya no pudo contener sus gritos. Dolía demasiado. Luego de eso fue fácil para el otro demonio enrollar sus piernas y pronto estuvo arrastrándolo, tratando de echar a volar para sacarlo lo más rápidamente del santuario.
Apenas si podía pensar en algo fuera de su piel ardiendo, cuando sintió que caía y se azotaba contra el suelo. El yugo de las cadenas se aflojó ligeramente y con la fuerza que le quedaba intentó sacudírselas. Había logrado voltearse y liberar uno de sus brazos cuando escuchó el chillido moribundo del demonio que lo transportaba. Se forzó a abrir los ojos y vio las botas de Francisco junto a una nube de cenizas que caían formando un pequeño cúmulo en el suelo. Los pies se voltearon corriendo en su dirección y enseguida sintió que lo agarraba del brazo libre y tiraba de él intentando apartarlo de las cadenas. No lo consiguió, el metal solo se apretó más contra su cuerpo haciendo que retomara los gritos. Las manos de Francisco pronto estuvieron intentando apartar las cadenas y lo escuchó soltar un alarido de dolor al quemarse también con ellas. Fueron unos segundos interminables en que solo quería gritarle que se apartara para no seguir oyéndolo sufrir por su culpa, pero estaba muy ocupado gritando por su propio padecimiento.
El idiota no se apartó, en cambio, lo alzó en brazos y echó a volar erráticamente, forzándose a no soltarlo cada vez que las cadenas le rozaban la piel. No tenía idea en qué dirección o qué pretendía hacer hasta que se hundieron en el agua.
Francisco los había zambullido en el lago del santuario y el agua santa enseguida comenzó a corroer las cadenas, liberando a Miguel y aliviando su dolor. Entreabrió los ojos y alcanzó a ver que las quemaduras en sus brazos comenzaban a sanar antes de que las manos de Francisco volvieran a sujetarlo por debajo de las axilas y lo impulsaran hacia la superficie. No es que necesitara respirar realmente, pero era un alivio poder volver a hacerlo sin las cadenas comprimiendo y quemándole el pecho cada vez que lo intentaba.
Pensó que el ángel iba a sacarlos volando del lago, pero solo los mantuvo a flote, batiendo las alas dentro del agua, remando con ellas y llevándolos lentamente hacia la orilla. Para cuando sus pies tocaron fondo las quemaduras de ambos ya estaban curadas completamente, aunque Miguel casi se hunde de nuevo en cuanto Francisco aflojó su agarre, todavía demasiado débil como para mantenerse en pie por su cuenta, así que el ángel pasó uno de sus brazos por sus hombros y lo llevó a rastras hasta el borde del lago.
—¿Estás bien? —preguntó Francisco una vez estuvieron fuera del agua.
—Sí, pero no me sueltes. —Los músculos de todo el cuerpo seguían pareciéndole jalea y apenas lograba llevar un pie delante del otro al ritmo del ángel.
—Si quieres podemos volver al lago hasta que recuperes fuerzas. —sugirió, ofrecimiento que Miguel se apresuró en declinar.
—No —dijo antes de que un escalofrío lo recorriera. El agua se había sentido bien mientras lo sanaba, pero la tarde ya había caído y, a diferencia de Francisco, no era fan de estar empapado bajo la fría brisa de la noche—. Solo deja que me recueste un momento.
El otro asintió, comprendiendo a qué se refería y reanudó la marcha hacia la casita unos metros más adelante. Una vez dentro, Miguel se dejó caer sobre la hamaca con un suspiro aliviado, con las rodillas pegadas al pecho y las alas cubriéndolo, tratando de calentarse. Se había olvidado de la presencia de Francisco hasta que escuchó que arrojaba cosas al suelo junto a él. Quiso saber qué hacía, pero estaba muy cansado, además que finalmente se había acostumbrado a su posición, así que lo dejó ser. Cuando sintió el suave calor a su espalda, supuso que se las habría arreglado para armar una fogata en algún lugar; nunca lo había visto encender fuego alguno, solo mirarlo a él hacerlo, y esperaba que no terminara consumiendo las paredes, no quería lidiar con más quemaduras ese día.
—Perdón. —dijo el ángel luego de un tiempo—. Por desconfiar de ti. Y por tratar de expulsarte… Y desintegrarte.
—Descuida, bombón, hasta las mejores parejas se pelean de vez en cuando, y con mis antecedentes ¿Qué más podrías esperar? —Se esforzó en responderle con tono desenfadado, en un intento por demostrar que no le guardaba rencor. Abrió los ojos y se encontró con Francisco de pie junto a la hamaca y se estiró para dejarle espacio. El otro aceptó su invitación sin excusas esta vez, recostándose junto a él y rodeándolo con sus brazos, atrayéndolo suavemente y escondiendo el rostro en el hueco de su cuello.
—Aun así, lo siento —susurró junto a su oído. Aunque las palabras iban cargadas de angustia, igualmente hicieron que le cosquilleara la piel—. Perdón.
—Está bien, está bien, ya no supliques más. Puedes darme un besito y te perdonaré —rio suavemente, queriendo molestarlo para aligerar el ambiente.
Cuando Francisco se apartó ligeramente creyó que era para darle un golpe o algo por el estilo, no para mirarlo a los ojos mientras llevaba una de sus manos a posarse suavemente contra su mejilla, como lo estaba haciendo.
—Ehm, ¿Fran…? —Antes de que pudiera terminar, el ángel se había inclinado sobre él a unir sus labios, copiando las veces que lo había besado, pero a diferencia de él no se apartó de inmediato.
Francisco se mantenía rozando suavemente sus labios contra los suyos, sin saber qué más hacer, así que Miguel, sintiéndose nuevamente con fuerzas, se dispuso a ayudarlo. Llevó su mano a la nuca de Francisco y tiró ligeramente de su cabello logrando que abriera la boca para protestar, y entonces se lanzó a besarlo de verdad.
El ángel estuvo renuente al inicio, espantándose ligeramente con cada cosa nueva que hacía Miguel, pero luego de un par de caricias pudo dejarse llevar y disfrutar del beso, al menos hasta que el demonio comenzó a ponerle demasiada atención a su trasero.
—Ahora sí te estás aprovechando —dijo a la vez que alcanzaba la mano de Miguel que se colaba por debajo de su faldón—. Cálmate, no puedes hacer eso aquí.
—¿Por qué no? Tus animales lo hacen todo el tiempo. —Al fin recibió el golpe en el estómago que había estado esperando, pero solo sirvió para aumentar su sonrisa—. ¡De acuerdo! Será en otra ocasión entonces. —Apartó sus manos de los muslos del otro y las llevó a los lados de su cintura. Se dejó caer sobre el pecho del ángel, frotando su rostro contra su mejilla y besando la piel de su cuello, sacándole uno que otro suspiro complacido de vez en cuando.
 —Ese engendro dijo que el Oscuro te quería de vuelta, ¿Crees que te está buscando para castigarte? —preguntó Francisco tiempo después.
—No creo que les guste que me esté escondiendo aquí. —Miguel seguía dándole pequeños besos en el cuello mientras el ángel lo abrazaba y le acariciaba la piel del brazo y el cabello. La verdad no quería pensar en los demonios de antes, no cuando estaban tan bien y acaramelados sobre la hamaca, pero por lo visto su compañero sí.
—¿El que te atrapó no te dijo nada? —El tono de su voz indicaba que, al menos, lo había visto hablándole, así que prefirió no esconderle información por si eso lo hacía enojar otra vez y compartió lo que el demonio le había dicho. La mano que lo acariciaba se detuvo—. ¿Escapar del trato? —Casi enseguida se incorporó sobre la cama—. ¿Entiendes lo que eso significa? Puede que la pluma sea para abrir tus cadenas, Miguel, ¡Liberar tu alma! Al fin podrías descansar.
Se precipitó fuera de la hamaca, dejando al demonio desparramado sobre ella, con un brazo tratando de alcanzarlo para que volviera a recostarse y arrepentido de haber hablado.
—¿Acaso eso es posible? —cuestionó ofuscado.
—No lo sé, tal vez, supongo que depende de las condiciones de tu contrato con él. —El ángel se veía demasiado entusiasmado con el asunto.
Miguel por su parte pensaba que, si de verdad era posible romper su trato, eso significaría que su cuerpo se disolvería y su alma iría a parar al cielo, o tal vez de regreso al infierno, ni idea qué se habría ganado en su vida mortal. Sea lo que fuera que pasase, ya no podría seguir en el santuario ni con Francisco, lo que de ninguna forma lo entusiasmaba, y se sentía herido de que el otro se mostrara tan ilusionado con la idea.
—Bueno, tampoco es que podamos estar seguros de que sea así, no es como que recuerde cuál fue mi trato con él.
—Pero podemos intentar que lo recuerdes. —Le dijo Francisco, apuntándolo con un dedo. Antes de que pudiera sacar a relucir su mala memoria, el ángel se había esfumado por el hueco de entrada, echando a volar rápidamente.
Miguel se dejó caer de cara contra las lianas entrelazadas.
 Luego de rezongar por varios minutos salió a buscarlo por el santuario. Lo encontró nuevamente metido en una zanja removiendo el barro con las manos. Intentaba convencerlo de que dejara el asunto así y volvieran a acurrucarse, cuando Francisco tironeó hasta sacar una especie de raíz de la tierra con una exclamación victoriosa.
—¿Qué es esa cosa, cariñito? —preguntó observando la fea maraña toda cubierta de fango verdoso.
—Lo que te ayudará a recordar —respondió con entusiasmo y se dirigió en dirección al lago, suponía que para lavarla.
Por un momento creyó que lo haría comerse la raíz asquerosita, pero lo que hizo fue meterla junto con bastante agua dentro de una calabaza hueca y seca, y poner todo eso sobre unas piedras calientes. Se preguntaba de dónde había aprendido a hacer eso, y por qué se parecía a una práctica que tenían los humanos que tanto le desagradaban.
—Siéntate ahí y bebe. —Le indicó, palmeando una roca más o menos plana junto a la preparación.
Después de todo si iba a tener que tragarse esa cosa. A regañadientes lo hizo, esperando que algo místico y celestial ocurriera en cuanto el brebaje tocara sus labios. Pero nada ocurrió, dejando de lado las arcadas que sintió por lo mal que sabía el líquido caliente.
—Oe, no está pasando nada. —Se quejó.
—Tú tranquilo, y sigue bebiendo —indicó, sentándose a su lado—. Y avísame cuando empiece a dolerte la cabeza.
—Cómo no. —Iba a seguir protestando, pero Francisco lo acalló al reclinar la cabeza sobre su hombro y entrelazar sus dedos con la mano que no sostenía el particular cuenco—. ¿Y se puede saber cómo fue que te enteraste de este manjar?
—Te sorprenderá saber que no eres el único que se olvida de cosas —dijo con una voz serena. Miguel intentó molestarlo con un triunfal «¡Ajá!», pero se atragantó torpemente con el aire que entró por su boca. Francisco lo notó y se rio un rato de él como reprimenda, luego continuó—. Una vez me sorprendí queriendo recordar cómo fue de retoño el árbol más viejo del santuario, y cuando no lo logré, Iwa me dijo cómo hacerlo.
—¿La serpiente te habla? —cuestionó sorprendido.
—No exactamente, me muestra cosas.
Antes de que pudiera seguir preguntándole sobre qué más le enseñaba la serpiente, una punzada en la cien lo hizo tambalearse—. Ya.
Francisco pasó un brazo alrededor de sus hombros, sosteniéndolo contra su pecho. Luego con la mano derecha sostuvo la suya, y con los ojos entreabiertos por la creciente jaqueca, Miguel pudo ver que la serpiente se movía hacia su muñeca.
—¿Qué está…?
—Cierra los ojos e intenta concentrarte —susurró Francisco junto a su oído—. ¿Para qué quieres la pluma?, ¿Qué conseguirás con ella?
Miguel hizo lo que le decía, más que nada porque el dolor de cabeza no le permitía hacer nada más, sin mucha esperanza de que funcionara. Sintió apenas el mordisco que le dio la serpiente y, para su sorpresa, algo pasó. Comenzó sintiendo que el calor a su alrededor aumentaba y luego destellos de figuras difusas y sombras danzantes pasaron frente a sus ojos. Escuchó murmullos lejanos que poco a poco se impusieron sobre la voz de Francisco en forma de gritos, órdenes y azotes. Sintió varias manos tomándolo de los brazos y jalándolo a otro lugar. De pronto estaba frente a una figura oscura e imponente que lo hacía tiritar, pero eso no evitó que su garganta se secara con un grito fuerte y rabioso que no logró entender. Lo que sí pudo escuchar claramente fue una voz sombría que le dijo:
—Consigue una pluma de ángel y entonces podrán irse.
Seguido de la visión de una mano pálida que se extendía frente a él.
«¿Podrán?, ¿Podrán quiénes?», logró pensar antes de despertar sobresaltado del recuerdo, pero ya sin el dolor de cabeza incapacitándolo. Francisco estaba frente a él, sosteniéndolo por los brazos firmemente.
—¿Miguel?, al fin despiertas —suspiró aliviado—. Perdón, no recordaba que hubiera sido tan desagradable las veces que lo hice. —Se disculpó, sobándole los brazos de arriba abajo y uniendo sus frentes suavemente.
—Debió ser porque tus recuerdos eran bonitos —respondió, ya más relajado bajo las caricias del ángel. Francisco siguió mimándolo mucho tiempo más y Miguel se dejó consentir gustoso, pero con una sensación agridulce pensando que seguramente sería la última ocasión.
No se equivocó, en cuanto le dijo a Francisco lo que había podido recordar este puso una sonrisa y comenzó con el parloteo sobre lo bueno que era eso, y que de seguro escuchó mal esa penúltima palabra y lo que dijo el Oscuro fue «podrás»; todo para intentar cubrir el manto de tristeza que le cayó encima, igual que a él. Y es que cuando el ángel puso en sus manos una de sus plumas más largas, ambos supieron que era el adiós.
 òwó
Francisco caminó junto a él hasta el umbral que marcaba la salida del santuario, sus manos entrelazadas todo el camino. Había intentado convencerlo de que no era necesario, que, así como estaban las cosas estaba bien, que su alma no necesitaba liberarse, que no le interesaba el descanso eterno si iba a separarlo de él; pero el ángel no le hizo caso y se mantuvo firme en su idea de que era lo mejor, que todas las almas necesitaban partir y a Miguel ya lo habían retenido demasiado tiempo.
Ninguno esperó ver a la sombra, de pie a unos diez metros del umbral. El solo verla allí le puso los pelos de punta a Miguel, más cuando sintió la ira que desprendía y se detuvo un momento temiendo acercarse más.
—No tengas miedo. —Le dijo Francisco, poniendo la mano libre sobre su hombro con cariño. Para él era fácil decirlo, no tenía que salir a reunirse con ella. Sintió sus suaves dedos recorriendo su piel hasta posarse sobre su mentón, haciéndolo apartar los ojos del espectro y fijándolos en él. Lo miraba con tristeza, y también mucho, mucho cariño—. Estarás bien. —Antes de que pudiera cuestionarlo, se inclinó para darle un dulce beso en los labios. Un último beso.
Si pretendía que eso le diera el valor para salir se había equivocado horriblemente, todo lo que quería era volver adentro y acurrucarse a su lado por la eternidad que les restaba, pero Francisco le dio un ligero empujón para que siguiera avanzando y sus pies continuaron moviéndose automáticamente hasta quedar a más o menos un brazo de distancia de la sombra.
—Ehm, t-tengo la pluma que pidieron —dijo, sin saber realmente qué se suponía que debía hacer. Levantó la pluma de Francisco para enseñársela, pero la apretó muy firme por si intentaba arrancarla de su mano—. Ahora cumplan su parte del trato.
El espectro no hizo un solo ruido, pero de entre sus ropajes sacó un cofre negro y empolvado que sostuvo frente a él. Miguel dudó por unos segundos si es que debía recibirlo o algo así. «Las plumas de ángel abren cosas», recordó, y entonces se le ocurrió probar insertándola dentro de la cerradura. Cuando la giró, esta hizo un clic y la tapa se abrió instantáneamente, consumiendo la pluma hasta volverla cenizas.
Dentro de la caja había una especie de bola que emanaba luz, muy parecida a las almas que Francisco liberaba. Se inclinó sobre ella y comenzó a irradiar cada vez más y más luz hasta cegarlo.
Entonces recordó. Su vida. Su vida humana.
Era un campesino, pobre como todos. Sus padres murieron tempranamente, su madre por la gripe y su padre por un accidente en el campo; así que tuvo que hacerse cargo de las tierras, la casa y su pequeño hermano, Julio. Todo les iba bien hasta que el niño enfermó. Al principio creyó que no era nada, pero con el paso de los días su condición empeoró. Para cuando pudo conseguir que el médico fuera a examinarlo este le dijo que era tarde y ya nada se podía hacer, más que esperar. Se negó a aceptar que perdería a su hermano también, y se dedicó a probar cada cosa y menjunje que las curanderas y ancianas del pueblo le indicaban para intentar que mejorara.
Por estar pendiente de su hermano todo el día ya no había nadie que se encargara de cuidar los campos y los cultivos morían día con día, para el periodo de cosecha no tendría nada que vender y se quedarían sin dinero; pero se decía que no importaba si Julio seguía con él, ya se las arreglaría de alguna forma, vendería tierras o lo que hiciera falta para que estuvieran bien.
En un momento Julio dejó de comer. No importa lo que hiciera, no probaba bocado y lloraba de dolor todo el día. Miguel caía dormido en todas partes, despertando solo al escuchar los quejidos de su hermanito. Ya no sabía qué hacer. Los cortos momentos en que no estaba junto a la cama de Julio o cayendo de cansancio se los pasaba llorando de angustia. Ya no sabía qué más hacer.
Fue entonces que él se presentó. Estaba lamentándose a escondidas, sentado en la escalerita de la puerta trasera cuando el Oscuro se apareció frente a él ofreciéndole un trato: acabaría con el padecimiento de su hermano si le entregaba su alma.
Miguel no lo pensó bien, pero hace mucho que no podía pensar bien, y hundido en la desesperación como estaba quién podría culparlo por haber accedido tan rápidamente. Pensó con torpeza que Julio se recuperaría y él tendría que cumplir su palabra recién al final de sus días, muchos años después, cuando muriera de viejo. Pero lo que pasó fue que el Oscuro solo raptó el alma de Julio, acabando con su padecimiento, y luego él también murió en un accidente estúpido intentando salir de la casa a protestar por el engaño.
Una vez convertido en esclavo siguió reclamando. Para sorpresa de todos no había olvidado el engaño y continuó rebelándose hasta que le ofreció un nuevo trato: si conseguía una pluma de ángel podrían irse, liberaría su alma y la de Julio y descansarían en paz. Estaban estrechando las manos, cerrando el trato, cuando el Oscuro agregó:
«Pero no podrás recordar para qué necesitas la pluma».
 Cayó al suelo, aturdido por la cantidad de información que se agolpaba en su cabeza. No fue sino hasta que sintió unas manos sobre sus hombros que logró ubicarse de nuevo en el presente. Había recuperado sus recuerdos y su alma era libre, así como la de Julio, que había estado prisionera en ese cofre por todo ese tiempo.
—Miguel, ¿Cómo…? —Francisco estaba a su lado, confundido y feliz a la vez. Cómo seguía allí debía estarse preguntando—. Eres humano otra vez.
Recién entonces cayó en cuenta; las alas no estaban, ni las orejas puntiagudas, ni los colmillos, hasta su ropa era distinta, la ropa de un campesino. No estaba muerto, solo era humano de nuevo.
Iba a abrazarse al ángel, cuando sintió otra presencia familiar. La silueta de Julio se erguía frente a él. Por un momento creyó que su hermanito también estaba vivo de nuevo, pero pronto se dio cuenta que solo era su alma tomando forma para despedirse. Quiso llorar, pero se contuvo y lo abrazó, fuerte.
Luego de un tiempo, Francisco le tocó el hombro y supo lo que pasaría. De todas formas, no lo soltó y vio cómo la figura de Julio se escapaba de sus brazos, disolviéndose en cientos de pequeñas lucecitas que subieron hasta perderse en el cielo, así como las almas de los animalitos del santuario. Entonces sí permitió que las lágrimas cayeran.
—Vamos. —El ángel lo sostuvo por los hombros y comenzó a guiarlo de regreso al santuario mientras intentaba secarse la cara.
Ya se había acabado todo. Julio estaba bien. Él estaría bien.
De pronto sintió un dolor punzante en el pecho. Bajó la mirada y vio una hoja oscura atravesándolo. La espada se retiró y sus fuerzas lo abandonaron, pero Francisco lo sostuvo antes de que tocara el suelo. Alcanzó a ver a la sombra que lo había apuñalado por la espalda antes de que esta se disolviera.
—Miguel, ¡Miguel! —Escuchaba apenas la voz de Francisco llamando su nombre—. No te duermas, por favor… Estarás bien, el agua, el agua del lago puede curarte, Miguel.
—Gracias, amor… —Fue todo lo que logró decir antes de que sus labios se secaran completamente. Siguió escuchando la voz de Francisco, cada vez más apagada, la oscuridad y el silencio consumiéndolo todo.
Hasta que finalmente se desvaneció.
 Òwó
 Era una mañana tranquila, el sol brillando en lo alto y la suave brisa corriendo entre los árboles se combinaban para mantener una temperatura agradable. Francisco se encontró sin mucho que hacer, así que fue a sentarse junto al lago.
En ese momento se encontraba mirando a una familia de patos que hacía su camino tranquilamente hasta el agua; instantes después se acicalaban con la misma calma, confiados ahora que en el santuario no había nadie que fuera a perturbarlos.
Dejó escapar un pesado suspiro. Con las aves en frente le era casi imposible no llevar su mirada hasta su ala. Al tenerlas replegadas no se alcanzaba a notar, pero una vez las extendía el espacio vacío de la pluma que arrancó era evidente. Sabía que no debería quejarse, porque lo había hecho a propósito; escogió esa pluma sabiendo que su ausencia le pesaría siempre, y así se aseguraría de nunca olvidarse de él.
Fue una decisión cargada de sentimentalismo. No pensó que sería tan molesto que ese agujero desestabilizara permanentemente su vuelo, y lo difícil que sería aprender a compensarlo; tampoco en lo desfavorable que luciría el contraste de sus alas en su reflejo. Ese hueco arruinaba completamente su antes perfecta armonía. Claro que eso último no era un real problema, solo mera vanidad.
«Hablando de vanidad…», pensó al escuchar el característico silbido del viento, seguido del golpe de dos pies contra la tierra a su espalda.
—¿De nuevo te estás arrepintiendo de haberme dado esa pluma? —Miguel se irguió rápidamente para ir hasta su lado y abrazarlo por la cintura. Ahora era todo un deleite para la vista, con esas grandes alas emplumadas, los lazos dorados de las sandalias subiendo por sus pantorrillas, los brazaletes y la espada de oro colgada al cinto de la toga inmaculadamente blanca. No pocas veces Miguel se había detenido frente al agua simplemente admirando su propio reflejo; y Francisco tenía que admitir que no pocas veces se quedaba simplemente admirando el virtuoso perfil del otro ángel.
—Se suponía que me ayudara a recordarte en mil ciclos solares, de saber que no haría falta te hubiera dado una de las muchas pequeñitas e inútiles que me sobran… —Se quejó Francisco, abrazándose a su cuello con ambos brazos, a la vez que le daba su beso de bienvenida. De todas las caricias que le había enseñado, los besos seguían siendo las que más le gustaban—. Estuviste fuera menos tiempo, ¿Seguro que está bien?
—Seguro. Además, si se presenta una amenaza la espada me avisará —dijo, palmeando la empuñadura.
Al principio, cuando apenas recuperó la conciencia en ese apacible y deslumbrante lugar, Miguel había estado renuente con su asignación como guardián de hombres. Por sus méritos en vida tenía una predisposición para el trabajo le habían explicado, luego de que superaran la sorpresa por sus cuestionamientos, claro. Entonces hubiera preferido que lo hicieran guardián de animales para regresar en seguida al santuario con Francisco y no preocuparse de nada más, pero cuando la Supervisora le informó que su protegido sería el alma reencarnada de su hermanito, dejó sus quejas a un lado. Claro que siendo un recién nacido, lo que más hacía Julio era dormir, podía arreglárselas sin él mientras tanto, ya cuando comenzara a gatear estaría más horas al día vigilándolo.
Francisco bajó su mirada confundida y al toparse con su mano sobre la empuñadura la apartó avergonzado—. Oh, claro… esa.
Miguel estuvo perdido por un segundo al escucharlo murmurar, pero enseguida comprendió lo que había estado pensando, y no lo iba a dejar pasar por alto.
—Vaya, vaya, mi amor, si tanto me extrañaste a mí y a mi espada, podemos ir adentro y tener nuestro reencuentro —dijo, sosteniéndolo con mayor firmeza cuando el otro intentó apartarse.
—¡No, no, no! E-eso fue solo por esa vez, porque habías vuelto y estaba inestable y confundido y… y me dejé llevar… —Francisco se remecía de un lado a otro, mientras Miguel los guiaba hasta la casita junto al lago, que ya se había vuelto su favorita luego de todas las cosas lindas que habían pasado dentro de ella—. ¡Miguel, no! ¡Eres un ángel ahora! ¡Controla tus pasiones, por el amor de…!
—Por amor, mi vida, es por amor. —dijo para callarlo, y luego de un suave y casto beso prosiguió—. Relájate, si no nos han expulsado ya con todas las faltas, no creo que un poco de lujuria haga la diferencia.
Recibió un buen golpe en el estómago por ese último comentario, pero una serie de besitos sirvieron luego para disipar los reparos de Francisco y hacerlo entrar a su nidito de amor. Claro que no consiguió convencerlo para que profanaran la tierra sagrada otra vez.
Al menos no ese día.
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clubdehistoriap6 · 3 years
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La Revolución de Ayutla
Era el año de 1854, cuando en el estado de Guerrero surge un movimiento en contra de la dictadura de Antonio López de Santa Anna. Este evento pasaría a la Historia como la Revolución de Ayutla, pero ¿Cómo se desarrolló? Y ¿Por qué fue?
Para empezar México venía saliendo de la guerra de Independencia, la cual había causado la muerte de entre 250 mil y 500 mil habitantes, y por otro lado había causado la destrucción de numerosos pueblos, haciendas, entre otros. Además de esto, México se volvió a sumergir en otra guerra civil debido a que ningún grupo político se ponía de acuerdo en la forma de gobierno que debía practicar el nuevo México Independiente.
Aunado a esto se encuentra la pérdida de más del 55% de nuestro territorio a causa de la guerra contra los Estados Unidos, o la Guerra de los Pasteles contra Francia, en fin. La situación no era muy buena ¿Verdad?
Bueno resulta que, entre las tantas disputas por la forma de gobierno, en las elecciones del año 1833 un joven soldado llamado Santa Anna llega a la presidencia, apoyado por el Partido Liberal. Al principio de su gobierno, Santa Anna cedió el poder a su vicepresidente, Valentín Gómez Farías, quien estableció varias reformas de carácter liberal.
Sin embargo, en 1834 Santa Anna decide cambiar de postura e instaurar un sistema católico, centralista y conservador, posturas que generaron la proclamación de las repúblicas de Río Grande, Yucatán y Texas, siendo esta última la que le causó más problemas.
Para evitar la Independencia de Texas, Santa Anna decidió emprender una campaña militar contra ellos, consiguiendo una victoria en El Álamo, pero más tarde fue derrotado y capturado en la Batalla de San Jacinto. Finalmente, la presidencia de Santa Anna terminaría aceptando la Independencia de Texas.
Tres años más tarde, Santa Anna recobró su popularidad gracias a la defensa de Veracruz en la Guerra de los Pasteles, hecho que le ayudó a que fuera nombrado presidente por quinta vez en 1841.
Años más tarde, la penúltima presidencia de Santa Anna estuvo marcada por la guerra con Estados Unidos. Debido a que, gracias a esta guerra se perdieron los territorios de California, Utah, Nevada, Arizona, Colorado, Nuevo México y Texas, a cambio de una indemnización de 15 millones de pesos. Por consecuencia, perdimos el 55% de nuestro territorio.
El último gobierno de Antonio López de Santa Anna resultó ser un auténtico fracaso, la corrupción era cada vez más evidente, el país estaba sumergido en una fuerte crisis económica, entre otras.
Por otro lado, la dictadura de Santa Anna se dedicó a perseguir a sus oponentes políticos mediante varias sanciones, tal es el caso de Ignacio Comonfort, el cual fue separado de la Aduana de Acapulco del cual era administrador, solo por estar en contra de Santa Anna; ó el caso de Faustino Villalba y Juan Álvarez, los cuales fueron acusados de una conspiración en la cual pretendían pronunciarse con 150 hombres en contra de Santa Anna.
Todo esto culminó con la proclamación del Plan de Ayutla, el día 1 de marzo de 1854 y el inicio de la lucha armada para quitar del cargo a Santa Anna.
El Plan de Ayutla fue proclamado por el Coronel Florencio Villarreal, junto con el apoyo del General de División Juan N. Álvarez el día 1 de marzo de 1854 en la Villa de Ayutla, Guerrero.
En este documento se llamaba a desconocer el gobierno de Santa Anna y a los demás funcionarios que hubiesen “desmerecido la confianza de los pueblos”; igualmente, al triunfo del movimiento se convocaría a un representante por cada Estado o Territorio, quienes elegirían un presidente interino, quien a los quince días de haber entrado en funciones, convocaría a un Congreso extraordinario, el cual redactaría una nueva Constitución para el país. Por último, se señaló que quienes se opusieran al plan serían tratados como “enemigos de la independencia nacional”.
Cuando Santa Anna se percató de los levantamientos en Guerrero, intentó acabar con ellos de manera inmediata. Para ello, ordenó que se ejecutase a toda aquella persona que tuviera en su poder un ejemplar del Plan de Ayutla y que no lo quisiera entregar a las tropas del gobierno. Paralelamente, se impuso la leva (enrolamiento forzado al ejército) y se incrementó el presupuesto del gobierno central.
Días más tarde, Santa Anna se dirigió a Acapulco, que era el centro de la revolución, con más seis mil hombres; a pesar de esto, el ejército insurgente logró ocasionar muchas bajas al ejército de Santa Anna, el cual al ver esto decidió levantar el sitio y retornar a México. En su camino de vuelta a México, Santa Anna destruyó y arrasó a todas a aquellas poblaciones que habían prestado apoyo al plan de Ayutla.
Con este primer éxito, el Plan de Ayutla se propagó rápidamente por todo el país. Ocasionando que cada vez más estados se sumaran a la revolución, como fue el caso de Tamaulipas, Jalisco y Guanajuato.
Para frenar esta revolución, Santa Anna dispuso que toda población que apoye al plan de Ayutla sería exterminada, decretó la ocupación de las propiedades de los rebeldes y ordenó que todos los civiles que dispusieran de armamento serían condenados a muerte y desterrados.
Además de lo antes mencionado, Santa Anna recurrió a la celebración de fiestas patrióticas y religiosas, con el propósito de mejorar su imagen y calmar los ánimos revolucionarios. Entre estas celebraciones, se realizó un concurso de poesía. En el que curiosamente, el texto que salió ganador fue el de Francisco González Bocanegra, el cual actualmente es nuestro Himno Nacional.
Tiempo después, en junio de 1854, Comonfort viajó a Estados Unidos con el objetivo de conseguir más capital en dinero y armas para la causa revolucionaria. A su regreso, traería consigo abundantes recursos en armas, municiones y dinero, lo que permitió a los revolucionarios obtener triunfos importantes y expandir su área de influencia; como Santiago Vidaurri en el departamento de Nuevo León, Ignacio de la Llave en Orizaba, Veracruz y los liberales oaxaqueños en Tehuantepec.
Con la revolución triunfando en estados claves de México, la aristocracia dejó de seguir prestando dinero al gobierno, ya que los conservadores veían a Santa Anna como un inepto que no podía conducir el país. Esto sentó las bases para que se formulara un plan para tener un Segundo Imperio en México.
La situación se volvería insostenible para Santa Anna, el cual abandonaría la capital del país el 9 de agosto de 1855, renunciando al cargo de presidente de la República unos días más tarde en Perote, Veracruz. Apenas Santa Anna abandonó la capital, una multitud de personas se dirigieron a donde estaba enterrada la pierna amputada de Santa Anna, la desenterraron y la arrastraron por las calles de la ciudad. Luego destrozarían la estatua de Santa Anna que estaba ubicada en la plaza de El Volador. Al día siguiente, la Ciudad de México se adhirió al Plan de Ayutla, poniendo fin a este conflicto.
Una vez que Santa Anna dejó el poder, los conservadores designaron a Martín Carrera como presidente interino, pero este permaneció únicamente en el cargo por 28 días. Posteriormente, el 1 de octubre de 1855, Juan Álvarez expidió un manifiesto en el cual nombró una junta de representantes para elegir al presidente interino. Siendo que la mayoría de los votos fueron a su favor, el 4 de octubre tomó posesión como presidente de la República.
Con esto se inicia una nueva generación de presidencias liberales, entre las que destacan: Benito Juárez, Melchor Ocampo, Ignacio Ramírez, Miguel Lerdo de Tejada, entre otros.
Referencias
EcuRed. (2011, 9 mayo). Juan Álvarez - EcuRed. https://www.ecured.cu/Juan_%C3%81lvarez
El Universal. (2015, 23 octubre). Línea del Tiempo 1830 - 1849. https://archivo.eluniversal.com.mx/notas/709772.html
INEHRM. (s. f.). La Revolución de Ayutla. Recuperado 25 de febrero de 2021, de https://inehrm.gob.mx/es/inehrm/La_Revolucin_de_Ayutla#Introduccion
Márquez López, J. (2019). Historia de México. [online] Historia-mexico.info. Disponible en: https://www.historia-mexico.info/consolidacion-mexico/revolucion-ayutla.html [25 de febrero 2021].
Nacional, S. D. L. D. (s. f.). 1 de marzo de 1854, proclamación del Plan de Ayutla. gob.mx. Recuperado 25 de febrero de 2021, de https://www.gob.mx/sedena/documentos/1-de-marzo-de-1854-proclamacion-del-plan-de-ayutla
Ruiz, G. (2019, 28 agosto). La revolución de Ayutla. Conoce Aprende. https://independenciademexico.com.mx/revolucion-de-ayutla/
Secretaria de Educación Pública. (2014). Historia Quinto Grado (Primera Reimpresión ed.). CONALITEG.
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kiro-anarka · 4 years
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Después de repetirnos durante cuarenta años los dogmas neoliberales, la crisis financiera sacudió seriamente nuestra fe en ellos, pero al final se mantuvo el sistema. Esta vez es diferente. La coronacrisis y las medidas socioeconómicas para salvar el sistema hicieron caer, uno a uno, los dogmas neoliberales. Es hora de hacer algo nuevo.
Los dogmas caídos
"Vivimos por encima de nuestras posibilidades, no hay dinero"
Llevan años diciéndonos eso. La atención sanitaria era demasiado cara, los subsidios de desempleo demasiado generosos, los salarios demasiado altos y simplemente no había dinero para asuntos sociales o culturales. El déficit y las deudas del gobierno se tenían que reducir y por eso teníamos que ahorrar en todo.
Ahora, de la noche a la mañana parece haber dinero y parecen haber encontrado gigantescos botes de dinero. Hoy en día se gastan miles de millones de euros como si nada. Un déficit en el presupuesto de más de tres veces el 3 % acordado en el tratado de Maastricht o una deuda mucho mayor que el 100 % del PIB, de repente, dejaron de ser un problema.
"El mercado libre lo resuelve todo, el Estado es ineficiente"
Privatizar y desregularizar lo más posible, esa era la consigna. El Estado tenía que “adelgazar” lo máximo posible e intervenir lo menos posible (1). Para Bart De Wever, el presidente del partido más grande de Flandes, “el estado es un monstruo que aspira el dinero y lo escupe después”.
Durante la coronacrisis el mercado libre falló completamente. Quizás lo más notable fue el caso de los tapabocas. Al mismo tiempo vimos tanto un dramático retorno como la rehabilitación del gobierno público. Se hizo visible para todos que sólo el Estado puede controlar y superar una crisis de tal magnitud. Se nacionalizaron fácilmente en su totalidad o en parte sectores importantes de la economía. Según el Wallstreet Journal, las medidas de estímulo económico en los Estados Unidos son “el mayor paso hacia una economía de planificación centralizada que jamás haya dado Estados Unidos”.
"El capital y la empresa crean riqueza"
Son los empresarios los que crean riqueza. Gracias a su capital, coraje e innovación, crean empleo y aumentan la riqueza de un país.
Los confinamientos en los distintos países revelaron todo lo contrario en todas partes: son los trabajadores y su trabajo los que crean la riqueza. Cuando parte de la población activa se vio obligada a dejar de trabajar, el crecimiento económico se desplomó. Es el trabajo el que crea al capital y no al revés. El confinamiento también demostró que a menudo son los trabajos más esenciales los que están peor pagados.
"Lo que es bueno para los ricos es bueno para todos"
El coronavirus destruyó esta falacia por completo. Gracias a las medidas de apoyo, los súper ricos se benefician enormemente. Desde el 18 de marzo, los multimillonarios de los Estados Unidos ya han visto aumentar sus activos en una quinta parte, o sea 565.000 millones de dólares. JPMorgan, el banco más grande de los EE.UU., reportó las mejores cifras que jamás haya tenido en un trimestre. La compañía de inversiones Goldman Sachs registró un crecimiento del 41 % en comparación con el año anterior. Pero poco de ese “efecto de goteo” se nota. En todo el mundo cientos de millones de personas se ven empujadas a la pobreza extrema. En Bélgica aumentó el número de personas que van a los bancos de alimentos en un 15 % y esto es sólo el comienzo.
"La gente es egoísta"
El ser humano es capaz de hacer el bien, pero por naturaleza es malo. Está impulsado en primer lugar por el interés propio. Esto es lo que los gurús neoliberales nos han estado diciendo durante décadas. Al final, según ellos, esto es ventajoso porque el interés propio lleva a la competencia y eso es precisamente lo que impulsa nuestra economía.
La solidaridad espontánea y masiva que surgió durante la coronacrisis arrasó con esta cínica imagen del ser humano. Los jóvenes fueron a hacer compras para sus vecinos ancianos, miles de voluntarios hicieron tapabocas o se presentaron en los bancos de alimentos para ayudar. A pesar de la falta de equipos de protección, las enfermeras empezaron a cuidar de sus pacientes arriesgando su propia salud y, por tanto, sus vidas.
Ciertamente, había grupos a los que no les importaban las medidas de seguridad, pero esas eran las excepciones que confirmaban la regla. La coronacrisis muestra hoy más que nunca que el ser humano es esencialmente un súper colaborador, como lo describieron el autor belga Dirk Van Duppen y el periodista holandés Rutger Bregman. Wendy Carlin, profesora de economía, lo expresa así: “Habrá que actualizar finalmente el modelo del actor económico como amoral y egocéntrico”.
No repetir los errores de 2008
Todos los partidos tradicionales, incluidos los Verdes y los Socialdemócratas, han contribuido, o al menos han apoyado, la política neoliberal en los últimos cuarenta años (2). Las consecuencias de esta política antisocial se han hecho dolorosamente claras en estos últimos meses. En los centros de salud y los centros de atención a los ancianos, los ahorros y las privatizaciones costaron muchas vidas humanas. Además, las recetas neoliberales parecen ser totalmente inadecuadas para dar una respuesta firme al colapso económico.
Un enfoque similar al del período posterior a 2008 –imprimir dinero extra e insertarlo a la economía combinado con una política de austeridad– sería un gran error. Un nuevo dopaje financiero podría arruinar la ya gravemente debilitada economía. Los nuevos ahorros erosionarían aún más el poder adquisitivo y causarían una profunda crisis social y política.
Las advertencias del Financial Times son inequívocas: “Si queremos que el capitalismo y la democracia liberal sobrevivan al COVID-19, no podemos permitirnos repetir el enfoque erróneo de ‘socializar las pérdidas y privatizar los beneficios’ de hace diez años”. “El regreso a la austeridad sería una locura, una invitación a la agitación social generalizada, si no a la revolución, y una bendición para los populistas”.
La gran llamada para un cambio de paradigma
Está claro, el neoliberalismo ha terminado, es hora de algo nuevo. Excepto por unos pocos fanáticos, nadie quiere volver al mundo precorona. La crisis y las medidas que se tomaron han provocado muchas frustraciones y han radicalizado a una parte importante de la población activa. En los EE.UU. el 57 % de la población cree que su sistema político sólo funciona para los que tienen dinero y poder. La mayoría de los jóvenes menores de 30 años están a favor del socialismo. En Reino Unido apenas el 6 % quiere volver al mismo tipo de economía que antes de la pandemia. Sólo el 17 % cree que las medidas de estímulo deberían financiarse con nuevos ahorros.
El 70 % de los franceses piensa que es necesario reducir la influencia del mundo financiero y de los accionistas. En Flandes tres cuartas partes de la población creen que el dinero debería provenir de las grandes fortunas y dos tercios creen que los políticos deberían trabajar en una ambiciosa redistribución de la riqueza después de la crisis.
El mundo académico y cultural también está en esa longitud de onda. Tres mil científicos de 600 universidades creen que la sociedad debe cambiar radicalmente su rumbo y volver a poner a los trabajadores en el centro de la toma de decisiones. Doscientos artistas, incluidos Robert de Niro y Madonna, lanzaron un llamamiento al “mundo” para no volver a la “normalidad” de antes de la pandemia, sino para cambiar radicalmente nuestro estilo de vida, de consumo y economía.
Esta idea penetró hasta el mundo de los negocios. Klaus Schwab, fundador y presidente del Foro Económico Mundial (Davos) habla de un “gran reseteo del capitalismo”. Según él, la pandemia puso de manifiesto las deficiencias de un “viejo sistema” que había descuidado la infraestructura, la atención de la salud y los sistemas de seguridad social. “Si seguimos como hasta ahora, podría llevar a una rebelión.” En ese contexto los súper ricos están rogando en una carta abierta que se les aumenten los impuestos.
Según el Financial Times, debe haber “reformas radicales” sobre la mesa. “Los gobiernos tendrán que aceptar un papel más activo en la economía. Deberían ver los servicios públicos como inversiones y no como costos, y buscar formas de hacer que el mercado laboral sea menos inseguro. La redistribución de la riqueza volverá a estar en la agenda. Las políticas que hasta hace poco se consideraban excéntricas, como la renta básica y el impuesto sobre el patrimonio, deberían incluirse en la mezcla”.
Según este mismo periódico, la democracia liberal “sólo sobrevivirá a este segundo gran choque económico si se realizan ajustes en el marco de un nuevo contrato social que reconozca el bienestar de la mayoría por encima de los intereses de unos pocos privilegiados”.
La prestigiosa revista Foreign Affairs también habla de un “nuevo contrato social”. Su objetivo es “el establecimiento de un ‘estado de bienestar’ que proporcione a todos los ciudadanos los servicios básicos necesarios para mantener una calidad de vida decente”. Esto presupone “el acceso universal garantizado a una atención sanitaria y a una educación, ambas de alta calidad”. Lo que hasta hace poco solo lo pedía la extrema izquierda, se ha convertido en la corriente principal.
Una respuesta a cuatro crisis
Los desafíos a los que nos enfrentamos son muy grandes: El nuevo paradigma debe ser capaz de responder a por lo menos cuatro crisis (3).
1. Estancamiento económico
En los últimos veinte años la economía mundial ha experimentado tres grandes crisis: la crisis de las puntocom en 2000, la crisis financiera en 2008 y, en los últimos meses, una depresión tras una pandemia. Esto deja claro que el COVID no es la causa sino el detonante de la tormenta económica. Una economía sana debería en principio ser capaz de hacer frente a tal coronachoque, un país como China lo demuestra. Pero para la economía capitalista eso no parece ser el caso en absoluto. El crecimiento de la productividad casi se ha paralizado, las tasas de beneficio (porcentaje de la ganancia sobre el capital invertido) están disminuyendo constantemente y la deuda mundial ha aumentado hasta uno insostenible 322 % del PIB. Además, cada crisis no significa nada más que miseria para millones de personas. Esta crisis empujará una vez más a varios cientos de millones de personas a la pobreza. No puede seguir así.
2. Escandalosa brecha entre ricos y pobres
En el capitalismo la producción está dirigida únicamente a los beneficios de un pequeño grupo de propietarios privados y no funciona de acuerdo a las necesidades sociales o las oportunidades de desarrollo de la gran mayoría. Esto crea una escandalosa brecha entre ricos y pobres.
Con la riqueza que se produce hoy en día en todo el mundo cada familia con dos adultos y tres niños tiene un ingreso mensual potencial disponible de 4.100 euros (sí, lo has leído correctamente) (4). Sin embargo, una de cada tres personas de la población mundial no tiene saneamiento básico y una de cada ocho no tiene electricidad. Uno de cada cinco vive en una casa de contrachapado y uno de cada tres no tiene agua potable.
En Bélgica el 5 % de los más ricos posee tanto como el 75 % de los más pobres. En uno de los países más ricos del mundo un 20 % de las familias corre el riesgo de caer en la pobreza, una cuarta parte de las familias tiene dificultades para pagar los gastos médicos, un 40 % no puede ahorrar y un 70 % de las personas desempleadas tiene dificultades para llegar a fin de mes.
Estos no son excesos del sistema. Se derivan directamente de su lógica.
3. Las próximas pandemias
Desde principios del siglo pasado sabemos que casi todas las epidemias modernas son el resultado de la intervención del hombre en su entorno ecológico inmediato. Los mamíferos y las aves son portadores de cientos de miles de virus que son transmisibles a los seres humanos (5). Debido a la explotación de zonas naturales anteriormente inaccesibles cada vez hay más posibilidades de que estos virus se transmitan a los seres humanos.
Los principales expertos lo han estado advirtiendo durante más de diez años en respuesta al VIH, SARS, ébola, MERS y otros virus. En realidad, tuvimos suerte de que no nos hayan llegado otros virus más mortales. En 2018 los científicos de EE.UU. elaboraron un plan detallado para prevenir tales pandemias. Se estima que las pérdidas a causa del COVID-19 alcanzan los 12.500.000 millones de dólares. El costo del plan de prevención de 2018 era de apenas 7.000 millones de dólares.
Aún no se ha encontrado ningún financiador para el proyecto. No debería sorprender, porque esa investigación está en gran parte en manos privadas y no en interés público, sino con fines de lucro. Chomsky lo dice muy claramente: “Los laboratorios de todo el mundo podrían haber trabajado en la prevención de posibles pandemias de coronavirus. ¿Por qué no lo hicieron? Las señales del mercado no eran buenas. Dejamos nuestro destino en manos de tiranías privadas, que se llaman corporaciones y que no tienen que rendir cuentas ante el público, en este caso, la industria farmacéutica. Para ellos, producir nuevas cremas es más rentable que encontrar una vacuna que pueda proteger a la gente de la destrucción total”.
4. La degradación del clima
La búsqueda del máximo beneficio socava el sistema ecológico de la tierra y amenaza la supervivencia de la especie humana. Según la conocida escritora y activista Naomi Klein, el mundo se enfrenta a una decisión decisiva: o salvamos el capitalismo o salvamos el clima. Esta decisión es particularmente aguda en el sector de la energía fósil, que es el principal responsable de las emisiones de CO2. Las 200 empresas más grandes de petróleo, gas y carbón tienen un valor de mercado combinado de 4 trillones de dólares y obtienen unos beneficios anuales de decenas de miles de millones de dólares. Si queremos mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 2°C, estos gigantes de la energía deben dejar entre el 60 % y el 80 % de sus reservas intactas. Pero eso iría en detrimento de sus expectativas de ganancias y hundiría instantáneamente su valor en el mercado de valores. Por eso siguen invirtiendo cientos de miles de millones de dólares anuales en la búsqueda de nuevos yacimientos. Si se mantiene la política actual, en lugar de disminuir drásticamente, la demanda de combustibles fósiles habrá aumentado casi un 30 % en los próximos veinte años, sin que se vislumbre un pico.
Dentro de la lógica de las ganancias, el calentamiento global es imparable. Según The Economist, el portavoz de la élite económica mundial, el costo financiero es simplemente demasiado alto para combatir el calentamiento global.
En respuesta a la coronacrisis los gobiernos han tomado medidas sin precedentes. Habrá que tomar medidas igualmente radicales para hacer frente a la degradación del clima. “Si hay algo que la pandemia ha demostrado”, dice el Financial Times, “es el peligro de que se ignoren las advertencias de los expertos”.
Lucha por un sistema social diferente
¿Qué nos enseñan estas cuatro crisis? Que tendremos que repensar completamente nuestras políticas y nuestra economía. Para salir del actual estancamiento económico primero será necesario frenar los mercados financieros y romper el poder desproporcionado de las multinacionales. Para hacer frente a los problemas sociales la economía ya no debe centrarse en los beneficios privados de unos pocos, sino en las necesidades sociales de muchos. También debe haber una redistribución de la riqueza.
Para armarnos contra futuras pandemias la industria farmacéutica tendrá que hacer un profundo cambio de rumbo. Después de todo, la política climática es demasiado importante como para dejarla en manos de los gigantes de la energía y su lógica de beneficio. Hay que romper su omnipotencia de modo que haya espacio para una política climática responsable.
Para lograr todo esto tendremos que subordinar la esfera económica a la esfera política. Dónde y en qué se invierte, la distribución de los excedentes económicos, el comercio, las finanzas, etc., todo ello debe centrarse en las prioridades y necesidades de la comunidad actual y las de las generaciones futuras. Esta “planificación” (6) no implica de ninguna manera un control total del Estado, sino que la economía esté controlada por un órgano político (elegido) y no por propietarios privados. Significa que la lógica económica se subordina al Estado y no al revés.
Un sistema social diferente es necesario y urgente, pero no se logrará por sí solo. Las ideas correctas son importantes, pero no lo suficiente como para provocar un cambio. Hay enormes intereses detrás del sistema actual. Los que se benefician de este sistema nunca renunciarán voluntariamente ni estarán dispuestos a hacer concesiones, aunque haya capitalistas ilustrados que están convencidos de que tales concesiones son esenciales para preservar el sistema. Las organizaciones de empresarios incluso tratarán de aprovechar la situación de crisis para imponer una estrategia de choque.
La historia nos enseña que el tipo de sociedad y nuestro futuro dependerán de la batalla que libremos. Como dice el sociólogo Jean Ziegler, “no debemos ser optimistas, debemos movilizar a la gente” (7). Para que esta movilización sea poderosa tendremos que organizarnos con firmeza, porque el oponente está muy bien organizado. O como dice Varoufakis “si no logramos unirnos ahora, mi temor es que este sistema sólo profundice su cruel lógica”.
En cualquier caso, estos serán tiempos emocionantes y decisivos. Prepárate.
Notas:
(1) La retirada del Estado no se aplica a los principales monopolios, por el contrario. Debido a su gran concentración de poder, tienen cada vez más impacto en el sistema estatal. Utilizan el poder del Estado para fortalecer su posición competitiva y garantizar las máximas ganancias. Esto se hace de varias maneras. Las más conocidas son los contratos públicos, los subsidios y las tasas impositivas favorables. El gobierno también está llamado a explorar nuevos sectores o productos. Aquí las inversiones son inciertas y a menudo requieren grandes cantidades de capital. Las agencias gubernamentales están asumiendo esta fase inicial costosa y arriesgada, a menudo en el contexto de la industria de la guerra. En una etapa posterior, luego se transfieren al sector privado, se privatizan literalmente. Para dar algunos ejemplos recientes, ese fue el caso con la PC, Internet, el algoritmo de Google, las redes inalámbricas, la tecnología de pantalla táctil, GPS, microchips, biotecnología, nanotecnología y muchos otros productos o sectores rentables. El financiamiento inicial de Apple provino de una compañía de inversión del gobierno de los Estados Unidos.
(2) En todos los países en los que gobernaron los socialdemócratas ayudaron a dar forma a las políticas neoliberales. En Reino Unido Blair lanzó la “Tercera Vía” entre el capitalismo y el socialismo, e hizo un pacto con el ultraderechista Berlusconi. En Alemania Gerhard Schröder, el líder de los socialdemócratas, presentó el modelo de salarios bajos que inició una espiral de disminución salarial en toda Europa. En Bélgica los socialdemócratas son en parte responsables del deterioro del poder adquisitivo, las malas condiciones de trabajo, los recortes en la seguridad social y la atención médica, y el empeoramiento de los sistemas de pensiones.
Hasta ahora los Verdes no han gobernado mucho y donde lo hicieron, no han cambiado el curso de las políticas neoliberales. En Alemania han defendido con entusiasmo el modelo de bajos salarios. Durante su única participación gubernamental en Bélgica (1999 a 2004) los Verdes lograron producir solo cambios menores. En el Parlamento Europeo los Verdes han respaldado casi por completo las medidas neoliberales, como el Six Pack y, por lo tanto, son en parte responsables de las drásticas políticas de austeridad en la UE.
(3) Para una versión más elaborada de tal modelo alternativo, ver ‘Otra economía es necesaria y posible’ y ‘Crisis del Capitalismo’.
(4) El cálculo para una familia media se basa en la hipótesis plausible de que el ingreso disponible de los hogares es un 70 % del PIB. Utilizamos el producto mundial bruto: 136 billones de dólares en 2019. Esta cifra, expresada en dólares PPA [Paridad del Poder Adquisitivo], tiene en cuenta unas diferencias de precios entre países para los mismos bienes o servicios y expresa el poder adquisitivo real. Hemos convertido esta cifra en euros según el método de cálculo del Banco Mundial: para Bélgica 1 dólar PPA equivale a 0,808 euros. Fuentes: https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_countries_by_GDP_(PPP); https://data.worldbank.org/indicator/NY.GDP.MKTP.PP.KD; http://www.worldometers.info/world-population/world-population-by-year/; https://data.oecd.org/conversion/purchasing-power-parities-ppp.htm.
(5) Se estima que se trata de 350.000 a 1.3 millones de virus. Fuente: The Economist.
(6) Se podría definir la planificación económica como la capacidad de imponer objetivos decididos democráticamente para el desarrollo económico sostenible. Hay diferentes grados y niveles de planificación. La planificación debe ponerse en práctica de manera cualitativa, es decir, en relación a las necesidades humanas vitales, y en que se debe evitar la aplicación de una planificación burocrática.
(7) "Geciteerd in een Interview, Solidair", julio-agust de 2020, p. 31.
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houseofrisingsun · 7 years
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Sean salió del Pat's O'Brien en búsqueda de aire fresco. En el interior del local la gente aún abarrotaba el pub y bebían, bailaban y cantaban ebrios tras una noche que los primeros rayos del amanecer en el horizonte comenzaba a dejar atrás. Sean sentía las piernas flácidas, por eso buscó el recio punto de apoyo que le daría cualquier de las columnas que conformaba el porche del bar. Miró lánguidamente a ambos lados de la calle. No pasaban coches y las únicas voces procedían del interior del Pat's. Estaba borracho. No sabía en qué medida ni hasta que punto, pero lo estaba. Había intentado beber conmedido sabiendo sus limites hasta que Dallas apareció, le acusó de pervertido (como mínimo) y a eso le siguió un intercambio de golpes que le había dejado la cara dolorida y la boca sabiéndole a sangre. Así que a partir de eso decidió anestesiar el dolor y convertir el sabor de su boca en algo más dulzón, lo que no le costó demasiado tras varias copas y chupitos. Recordaba vagamente varios episodios de haría unas horas como algo muy lejano, como algo que le había ocurrido a otro y no a él. Colocó un cigarrillo entre sus labios e intentó encenderle, sin éxito. La piedra del mechero parecía no funcionar, no provocar la chispa para que la llama saliera, y su vaivén debido a la falta de equilibrio tampoco ayudaba demasiado para prender el cigarrillo. — ¿Te echo una mano con eso? Shannon apareció a su lado. No sabía cuando tiempo llevaba ahí observándole, pero parecía que el suficiente como para saber que tenía serios problemas para encender el cigarrillo. —Déjame —se ofreció la chica, arrebatandole el cigarrillo y el mechero. Apoyó el cigarro entre sus propios labios y le encendió a la primera. Tras darle una profunda calada, soltó el aire y le pasó el cigarro de nuevo a Sean, quien le aceptó con un movimiento de cabeza.—Gracias. ¿Te vas ya?—Sí —afirmó la mujer haciendo un gesto con el pulgar por encima de su hombro—. Hay un tipo ahí dentro que ha empezado a desnudarse. Creo que eso es un buen indicador de que la noche ha acabado aquí —sonrió y miró a Sean de arriba abajo, viendo su estado algo perjudicado—. ¿Quieres que te acerque a El Refugio? Sean se frotó con parsimonia la frente y rodó los ojos. Debería de avisar a Brenna de que se iba. Al fin y al cabo había acudido con ella y con Megan allí; y tras la pelea con Dallas se había mostrado muy preocupado por él. Pero no quería cortarla la fiesta si ella aún estaba ahí dentro divirtiendose. Él ya había tenido suficiente. —Está bien —acepto finalmente Sean encogiéndose de hombros.—¿Necesitas ayuda? —preguntó Shannon al percatarse que cuando el cazador echó a andar, no podía seguir una buena linea recta, si no que iba dando pequeños tumbos de un lado a otro.—No, estoy bien. Te aseguro que estoy bien —alzó una mano afirmando lentamente con la cabeza.—Pareces un adolescente. Te tomas un par de copas y ya estás borracho perdido.—Han sido más de dos, creeme. Y no estoy acostumbrado a beber tanto, aunque no lo creas... Caminaron hasta un Toyota Prius blanco en el que Sean se dejó caer en el asiento del copiloto. Se sentía bien tomar asiento en una superficie tan mullida. Recostó su cabeza contra el resposacabezas y cerró los ojos por unos instantes. El coche arrancó sin hacer ruido alguno y se alejaron del pub. —¿Eléctrico? —preguntó Sean abriendo los ojos y mirando hacia el frontal del coche.—Híbrido —respondió Shannon lanzandole una rápida mirada.—Vaya, no está mal para una cazadora... Aunque aún no me has dicho lo que eres... —se lamio el labio inferior y la miró con cierta diversión. Shannon sonrió y negó con la cabeza. Avanzaba demasiado rápido por las estrechas calles del barrio francés aunque Sean no se percataba de ello. Al igual que tampoco se daba cuenta de las constantes miradas que la mujer lanzaba por el espejo retrovisor, comprobando dar esquinazo a ese molesto Dodge que parecía una sombra siguiendo a Sean allá por donde fuera.De pronto, el móvil de Sean sonó. Le costo más de lo debido localizar de qué bolsillo exactamente procedía el sonido y, cuando dio con ello, comprobó entre decepcionado y molesto que era Claire quien llamaba. No tenía ánimo en esos momentos para encarar una reprimenda por haber pegado a su novio. Sean rechazó la llamada y en un acto inconsciente lanzó el móvil sin mirar hacia el asiento de atrás, soltando un resoplido cansado. —¿Era la chica por la que os habéis peleado ese tío y tú? —preguntó Shannon mirando al frente y manejando el volante con ambas manos—. A tu edad y con líos de faldas... —se mordió el labio inferior para no estallar en risas ante la mueca indignada de Sean.—No es eso. No es para nada eso. Solo ha sido....un malentendido.—Pues ese malentendido casi te mata.—No exageres. No ha sido para tanto.—Si solo pudieras verte el rostro comprobarías que sí es para tanto.—Bah. Sean se acomodó en el asiento del copiloto, hundiéndose un poco más. Miró por la ventanilla y comprobó que estaban dando demasiado rodeo para ir a el Refugio. —¿Estás saliendo con esa chica, entonces? —preguntó Shannon, cortando el hilo de pensamientos de Sean.—¿Claire? ¡No! Ya te he dicho que fue un malentendido. Su novio es un imbécil posesivo que...—No me refiero a ella —le interrumpió la pelirroja—. Sino a la morena. La que te ha acompañado toda la noche.—¿Brenna? No, no estamos saliendo. Es solo una amiga.—¿Sabe ella que es solo una amiga? Sean se la quedó mirando muy serio aunque el brillo de sus ojillos delataba su estado de embriaguez. —¿A qué te refieres?—Creo que le gustas.—¿Qué dices? No. No digas gilipolleces, Shannon.—No son gilipolleces. Solo te digo lo que veo y esa chica está loca por ti. Solo hay que ver como te miraba.—Era el alcohol. Ahí dentro estábamos todos muy perjudicados. Menos tú, que por lo que parece no te ha afectado ni el olor a ron malo. ¿Adonde vamos, Shannon? Estás alejándote de el Refugio. No se va por aquí.—Pensé que querrías un poco de intimidad —ante el ceño fruncido de Sean, ella añadió—. Me he percatado de que te sigue un Dodge desde hace casi una semana. ¿Has cabreado a la policía? ¿Te has tirado a alguna de sus mujeres, también?—Eso no tiene gracia, Shannon —le reprochó Sean y miró por su espejo retrovisor, viendo que nadie les seguía.—Les he perdido dos manzanas atrás. Es fácil perder a cualquiera entre tanta callejuela estrecha. Esta ciudad es perfecta para eso.—Estás acostumbrada a dar esquinazo a la poli, por lo que veo. ¿Eso es parte de tu trabajo? Shannon no dijo nada. Alzó levemente la barbilla y agarró con mas fuerza el volante, apretando el pedal del acelerador. Sean vio que se alejaban del barrio francés y, por ende, de El Refugio —Shannon, ¿donde vamos?—Relájate, ¿vale? Déjate llevar.—No me gusta dejarme llevar. No vamos a El Refugio, ¿donde vamos, Shannon? Había algo raro ahí, y si su mente no hubiera estado tan nublada, se hubiera percatado nada más entrar en el coche. Necesitaba llamar a Brenna. Avisarla. —Necesito mi móvil —balbuceó Sean estirando su cuerpo entre los dos asientos delanteros para buscar el teléfono en la parte de atrás. Pero se encontró con que el petate con todas las cosas de Shannon estaban ahí—. ¿Ibas a abandonar la ciudad ya y...? Un pinchazo en el cuello silenció sus palabras. Un líquido caliente se coló en su torrente sanguíneo y Sean se desplomó en su asiento cogido por la sorpresa y la confusión. —Relájate, Sean. Será mejor para todos. Pero todas las alarmas del cazador saltaron en su mente abotargada y lenta. Estiró una de sus piernas y golpeó con la suela de su bota la cabeza de Shannon que rebotó contra el cristal de su lado. El coche perdió por unos instantes el control y Sean se abalanzó sobre el volante. Ambos luchaban por hacerse por el control el auto que daba bandazos de un lado a otro de la carretera. Si hubiera habido transeúntes a esa hora, se los hubieran llevado por delante por que avanzaron varios metros por la acera hasta que Sean sintió que la presión de sus manos le fallaba, que la visión se le desenfocaba y que su boca se quedaba tan seca como una piedra. Shannon le propinó un codazo para sacarlo de encima suyo y tomar el control del Prius. Sean cayó rendido y sin poder  mover ninguna extremidad de su cuerpo. Un silencioso letargo comenzó a hacer mella en él obligandolo a que cerrara sus párpados. La oscuridad lo invadió todo.
***
Los recuerdos de la noche anterior aparecieron como fogonazos de luz cegando su mente. Un puñetazo de Dallas directo a su mentón. La sonrisa de Brenna al acertar con el dardo en el centro de la diana. Shannon prendiendo su cigarro y devolviéndoselo humeando. El coche perdiendo el control. El pinchazo en su cuello.Despertó.Sentía la cabeza como un nido de pájaros. Todos piando. Todos picoteando en algún rincón. El estómago se resentía por la cantidad de alcohol ingerida y la garganta  le raspaba como la lija cuando Sean tragó saliva intentando humedecer su lengua, sin éxito. Abrió los ojos desorientado, sintiéndose en una postura incómoda. Quiso bajar los brazos pero las correas que le sujetaban por las muñecas al cabecero de la cama se lo impidieron. Un tirón seco que le hizo espabilar rápidamente. No estaba en su habitación, y mucho menos en El Refugio. Al mirar alrededor se encontró con un espacio abierto que se asemejaba a una nave, pero no tan grande. La estructura  de hormigón estaba desnuda, sin acabar. En las paredes que delimitaban la enorme estancia, habían hecho huecos para unos ventanales que nunca llegaron a instalar y por ellos pudo advertir como la maleza rodeaba el lugar, llegando a  invadir y entrar por alguno de ellos. La mayoría de las paredes habían sido decoradas por grafitis y por todo el suelo había cascotes de ladrillos y pedazos de hormigón desprendido. El lugar estaba definitivamente abandonado desde hacía tiempo y, por lo que pudo intuir Sean, bastante apartado. En mitad de alguna zona despoblada, puede que en la zona que arrasó el huracám Katrina y que, tras años de promesas de reconstrucción de zonas comunes, solo quedaron los esqueletos de decenas de edificios como ese.Tras analizar su entorno, Sean se paró a evaluar su situación. Estaba atado a una cama desprovista de colchón. Su cuerpo reposaba sobre un somier de alambres y muelles metálicos que arañaban su espalda desnuda a cada pequeño movimiento que hacía. Le habían dejado puesto únicamente los pantalones. Sus tobillos, al igual que sus muñecas, estaban fuertemente atadas con correas a las cuatro esquinas de la cama. No tenía mas heridas a simple vista que las que le había provocado Dallas horas atrás y que ahora, con los efectos del alcohol desapareciendo rápidamente, las sentía más que nunca ardiendo sobre su cara.A un lado había una mesita y lo que vio no le tranquilizó en absoluto. Reconoció unas pinzas unidas con cable a una batería del tamaño de una caja de zapatos. También había un par de cubos llenos de agua. Alzó la cabeza todo lo que pudo para ver qué mas había sobre esa mesa cuando Shannon le habló.
—Tranquilo, no habrá necesidad de usar nada de eso si colaboras.
Shannon se acercaba a paso tranquilo hasta la posición de Sean. La mujer debió de entrar por uno de los huecos de los ventanales pues no había puertas como tal. El cazador la miró asombrado y, a la vez, decepcionado. Con ella y consigo mismo. Sobre todo con él mismo.
—¿Qué es todo esto, Shannon? —Mi trabajo —anunció desapasionadamente la pelirroja, sentándose en el larguero de la cama, mirando a Sean sin sentimiento alguno en la mirada—. ¿No querías saber a qué me dedicaba? Mi trabajo me ha traído hasta aquí. ¿No es curioso el destino? —Curioso no es la palabra que utilizaría en este caso.—Lo sé. Yo tampoco —hizo una leve pausa en la que pareció reconsiderar la situación pero no hizo nada al respecto, simplemente volvió a mirar a Sean—. Mi cliente solo quiere una cosa de ti y me ha contratado para que la consiga. Cueste lo que cueste. Y si fueras otro no te daría la oportunidad que voy a darte ahora así que por favor, Sean, reconsidera mi petición antes de decir que no y ahórranos pasar un mal rato a ambos.—¿Mal rato? Soy yo el que está atado a una cama. No tú.—Pero eso puede cambiar si aceptas lo siguiente. Sean, mi cliente quiere que le cedas la propiedad de El Refugio y que declares ante todos los cazadores su legitimidad como propietario de la casa.—¿Cómo?—Lo que has oído.
Sean se la quedó mirando sin poder creerse sus palabras. Ahora todo comenzaba a tener sentido. Los asesinatos inclusive. El cazador desvió la mirada hasta el techo y se humedeció los labios, sintiéndolos igual de secos que su lengua.
—¿Fuiste tú la que mataste a esos cazadores? —preguntó pero sabía la respuesta de antemano.—Mi cliente me pidió mandar una señal. A ti y a los otros. Era el prólogo a la historia principal, que en este caso, eres tú.—Me están acusando a mí por esos asesinatos. Me puede caer la pena de muerte si consiguen pruebas contra mí.—Lo sé. Y lo siento. No esperaba que llamase la atención del FBI.—¿Que no esperabas que llamase la atención del FBI? ¡¿Y que esperabas, Shannon?! —bramó Sean  intentando aproximar su rostro al de ella pero le fue imposible por las ataduras, así que dejo caer de nuevo su cabeza contra el somier de alambre que rechinó ante el golpe seco.—Esperaba que eso allanase el camino para que, cuando llegara este momento, pudieras decir que sí y no tuviera que haber mas muertos.—¿Es eso lo que vas hacer, Shannon? ¿Matarme si digo que no?
La chica hizo un mohín y largó un suspiro de pena. Negó con la cabeza y se fijo en los tatuajes que adornaban los brazos y el torso del cazador.
—No será tan fácil para ti, me temo. Mi cliente espera que en un plazo de tres a cinco días, te convenza para que firmes el traspaso de propiedad.—¿Convencerme? —Sean soltó una risa seca y sin alegría alguna ante las palabras de Shannon—. Vas a torturarme para hacerme cambiar de opinión.—No si aceptas, Sean. ¿Aceptas?—No.—Siento oír eso, entonces.
Shannon se puso de pie y rodeó la cama hasta llegar a la mesita. Pulsó un botón de la batería que se encendió emitiendo un suave zumbido. Con absoluta serenidad, agarró las dos pinzas y las enganchó a ambos lados de la cama, en los largueros.
—¿Desde cuando eres así, Shannon? ¿Cuando te convertiste en una mercenaria sin sentimientos? —le dijo Sean viendo como iba y venía preparando aquello, ajena a que era a él a quien iba a torturar. A él. Al muchacho con el que había crecido, al chico con el que habían compartido confidencias y la más absoluta de las pasiones juveniles hacía muchos años en la triste y amarga Dublín—. Tú no eres así. ¡Escúchame, Shannon! Vamos, no tienes por qué hacer esto. Dime quien es tu cliente, lo arreglaremos. Si te tiene amenazada puedo protegerte. Puedo ayudarte a salir de lo que sea que estes metida. Pero no lo hagas. No eres así. Tú no.—¿Y como soy, Sean? —quiso saber ella con cierto tono distraído, ajustando  la intensidad de corriente de la batería, viendo la aguja que mostraba el dial de potencia—. Por que la vida da muchas vueltas y hasta tú no eres quien solías ser —se giró a mirarlo con frialdad e indiferencia—. Te has convertido en tu padre —sentenció Shannon cogiendo uno de los cubos de agua que estaban totalmente llenos.—Eso no es verdad. Sabes que no es cierto. Mi padre era un monstruo y me he asegurado todos estos años de no seguir sus pasos.—Siento comunicarte que has fallado.
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Shannon derramó la mitad del cubo de agua a lo largo del cuerpo de Sean cuyos músculos se tensaron ante la baja temperatura del liquido. Aunque sabía que lo que venía a continuación no iba a ser mejor, tal y como comprobó al cabo de diez segundos. Shannon se acercó de nuevo a la batería y rodó una pequeña ruletita hacia la derecha. La tensión se incrementó y la corriente salió disparada por el cable hasta las pinzas, transmitiendolo a toda la estructura metálica de la cama donde reposaba el cuerpo de Sean, quien recibió la sacudida eléctrica en cada poro de su piel gracias al agua que hacía de un inmejorable conductor eléctrico. Las descargas se prolongaron a lo largo de media hora hasta que Shannon se quedó sin agua en sus cubos. Se disculpó como quien tiene que abandonar una fiesta antes de tiempo y dejó a Sean a solas. El cazador respiraba con dificultad y aún no se había recuperado cuando el ciclo comenzó de nuevo. Agua, descarga, sacudida. Agua, descarga, sacudida. Shannon no dijo nada en ese periodo de tiempo, ni tan siquiera su rostro hizo alguna mueca cuando, tras dos horas de descargas, arrancó un grito de desesperación de Sean que reverberó a lo largo de la estructura de hormigón perdiéndose en mitad de la nada tal y como estaban.
***
Afuera había anochecido hacía tiempo. Shannon había colocado una serie de velas por la zona alumbrando fantasmagóricamente la escena arrojando sombras amarillentas a las paredes pintorrejeadas de grafitis y firmas sin sentido alguno. A Sean le zumbaban los oídos. Sentía las articulaciones agarrotadas por haber recibido tantas descargas seguidas e intuía que su espalda estaba en carne viva por removerse contra los alambres y muelles. El silencio inundaba el ambiente. De pronto, Shannon entró en su campo de visión. Volvió a tomar asiento en el larguero y se quedó mirando a Sean, con la barbilla apoyada en su puño y el codo clavado en su rodilla.
—Querías que fuera a la universidad —comentó como si estuvieran recordando viejos tiempos en una terraza frente a unas cervezas—. Llegaste a proponerme la idea de escaparnos juntos cuando cumpliéramos la mayoría de edad, ¿recuerdas? Fue bonito guardar esa esperanza. Al menos durante un tiempo.—Aún podemos huir juntos —le respondió Sean con voz ronca, en un intento de llevarse a Shannon a su terreno.—No hay nada de lo que huir, Sean —le indicó Shannon mirándolo con compasión. Apoyó una de sus manos sobre su pectoral derecho y acarició con la punta de sus dedos el tatuaje de rezaba 'Padre Fiero' en la base de su cuello—. ¿Acaso es lo que haces tú? ¿Huir? ¿Por eso te encierras en ese refugio con todos esos cazadores? Yo creo que eso es más esconderse. Siempre fuiste muy cobarde, de todos modos.—Shannon, no puedo ceder la casa a cualquiera. El Refugio es muy importante. ¿No te preguntas si no por qué armar todo este revuelo si fuese una simple propiedad? No puede caer en las manos equivocadas. Mi labor es muy importante y no la cederé a cualquiera.—Eso ya lo veremos.
La pelirroja se colocó a horcajadas de Sean y acarició de arriba abajo con ambas manos sus abdominales. Sean no sabía qué iba hacer así que intentó convencerla de que aquello no era buena idea.
—El Refugio en malas manos puede causar mucho caos, ¿es eso lo que quieres? ¡Podría matarte!—Yo ya estoy muerta, Sean —declaró mirándole a los ojos mientras sacaba de su bolsillo un puño americano que se encajó en su mano derecha.
Entonces sin añadir nada más, empezó a propinarle puñetazos en la parte izquierda de su casa. Uno tras otro, sin darle respiro. Las molestias que podía sentir hasta entonces por los golpes causados por Dallas pasaron a segundo plano cuando perdió la visión del ojo izquierdo. El párpado se le hinchó, la ceja se la partió y el pómulo se le unía en una gran masa de carne y piel sangrante cubriendo todo el globo ocular. En uno de los golpes directos a su sien perdió el conocimiento.
***
Era de día. Shannon le dio de beber un poco de agua que su estómago recibió con un rugido ahogado. Sentía toda la parte izquierda de su cara adormecida e inmóvil, pero al mismo tiempo le ardía cuando intentaba mover los labios o simplemente acompañar al parpadeo del ojo derecho, puesto que el izquierdo se encontraba totalmente desaparecido bajo ese tétrico hinchazón.Ya no quería hablar con Shannon. Ella había dejado su punto totalmente claro y Sean estaba demasiado cansado como para hacerla ver lo contrario. Además, tenía que guardar fuerzas para lo que aún estaba por venir.
—Sé que eres duro, Sean —le dijo ella acercándose de nuevo a la cama con un cuchillo en su mano—. Por eso sé que podrás aguantar todo lo que te eche y un poco más. Al final, las palizas diarias que te daba tu padre han servido para algo.
Soltaba todo aquello sin sentimiento, como quien informa al otro de que va a llover o qué hora es. Al no escuchar respuesta por parte de Sean, prosiguió con su labor de intentar convencerlo de aceptar la propuesta de su cliente. Utilizando la punta del cuchillo, abrió sendas aperturas entre la marca de las costillas que se dibujaban en sus costados. Lo suficiente para que fuesen profundas, no tanto como para que llegasen al pulmón. Sean emitió pequeños gruñidos al sentir esos cortes. El corazón comenzó a latirle muy deprisa como respuesta al dolor que iba a sufrir a continuación. Ayudándose de esos cubos con agua que ya había utilizado el día anterior, añadió al agua un kilo de sal, removió y se los echó a Sean. El agua con la sal penetró en los cortes del cazador provocandole tal escozor que Sean apretó los dientes hasta hacerlos chirriar. El último cubo no solo fue hacia sus costillas, si no también a su rostro. Eso le hizo gritar loco de dolor. Creyó sentir como el agua junto a la sal entraba hasta su cerebro atravesándole la inflamación de su rostro. El estómago se le revolvió y vomitó en dos secas arcadas el agua que había bebido minutos antes, acompañado de bilis verdosa que cayó por la comisura de sus labios cuarteados.
—¿Vas a aceptar ahora, Sean? —preguntó Shannon, agarrando un trapo para limpiar ese vómito de los labios de Sean. Éste entreabrio el ojo derecho, miró con desprecio absoluto a la pelirroja y musitó entre labios.—Que te jodan.
***
Había perdido por completo la percepción del tiempo. Ahora afuera estaba nublado y no podía juzgar por la escasa claridad si era primera hora de la mañana o por la tarde. Pasaba largos periodos inconsciente intercalados por otros tantos de tortura. Shannon no había mostrado nada nuevo, volviendo a las descargas una vez más donde el cuerpo de Sean oscilaba, temblaba y tiritaba sobre la cama como una hoja al ser empujada por el viento. Hasta ese momento. Sean despertó y lo primero que se percató fue que ya no estaba en la cama, si no que colgaba de unas cadenas del techo y sus tobillos estaban unidos por unos grilletes. Rozaba con las puntas de los pies el suelo y desde su posición podía ver la cama, confirmando sus sospechas de que su espalda estaba en carne viva al comprobar que los alambres y los muelles del somier estaban manchados de sangre. Apenas podía levantar la cabeza de su pecho. Cuando Shannon se acercó a él, tuvo que agarrarle de la mejilla y alzarle el rostro. Le miró con preocupación, por primera vez desde que esa pesadilla había empezado.
—Esa hinchazón no tiene buena pinta. Está infectada —dijo en relación al bulto que se había formado en su cara donde había golpeado con el puño americano. Se hizo de nuevo con el cuchillo y lo clavó desde encima de donde se suponía que debía estar su ceja hasta la mitad de la mejilla. Aquello se abrió como un enorme grano y supuró pus y sangre que le entró en la boca a Sean, quien escupió directamente al rostro de Shannon sin miramientos. La mujer, sorprendida por aquel 'ataque', le propinó un sonoro tortazo en la mejilla sana a Sean quien dejó caer su rostro de nuevo sobre su torso—. ¿Aceptas traspasar la propiedad de la casa a mi cliente? —preguntó una vez más Shannon, dirigiéndose hacia la mesa de los horrores.—No —respondió casi en un susurro inaudible Sean. Su garganta estaba tan seca que solo intentar hablar le suponía un esfuerzo atroz.
Shannon regresó a su lado blandiendo en su mano un látigo de varios ramales. El final de cada ramal acababa en una punta de acero que arrancaba brillos en su superficie pulida.
—Sean, te lo voy a volver a preguntar por la amistad que un día nos unió. ¿Aceptas la propuesta de...?—Cállate —le pidió Sean en un tono mucho mas débil de lo que le hubiera gustado. En vez de una orden, sonó como un ruego ahogado—. Acaba con esto.—No puedo, Sean. No hasta que aceptes.—No voy a aceptar.—Está bien.
Shannon desapareció de su campo de visión. Y hubiera preferido que no desapareciera. El látigo chasqueó en el aire cuando lo abatió en su dirección, mas concretamente contra su espalda. Los ramales se extendieron por toda su piel y las cabezas puntiagudas de acero se clavaron cuan dardos en su piel que, cuando Shannon tiró para desclavarlos, se llevaron parte de la poca piel que quedaba y mucho más de musculo. Sean gritó y se intentó desarramar pero era imposible. Los latigazos se seguían uno tras otro y la agonía se estaba convirtiendo en algo imposible de soportar. Perdió el conocimiento varias veces pero lo recuperó todas ellas cuando el látigo volvía hacer contacto en su espalda.
***
La noche dio paso a un nuevo día. Sean no sentía ni las manos ni los brazos. Seguía colgado del techo y podía presentir la sangre resbalando por su cuerpo empapando su pantalón, tanto la que procedía de su espalda —que era abundante— como la que se escapa en pequeños hilillos por entre los cortes de sus costillas.Escuchó un eco de voces. O tal vez eran imaginaciones suyas. Se perdió de nuevo entre la inconsciencia hasta que sintió unas bofetadas en su rostro obligandolo a salir de las sombras.
—Eso es, despierta. ¿Estás con nosotros, Sean?
El aludido enfocó todo lo que pudo su ojo derecho porque no podía creerse a quien tenía delante. ¿Cual era su nombre? No lo recordó de primeras. Le costaba ubicarse; pensar en cualquier otra cosa que no fuera el dolor que sentía en cada poro de su piel. De pronto lo recordó. Samhain. Aquel desgraciado que le había ofrecido una suculenta  cantidad de dinero haría semanas por El Refugio, estaba delante de él, sonriente.
—Eres un animal, Sean. ¿Te lo habían dicho antes? Cualquiera no llegaría hasta donde has llegado tú. Pero tú... —le apuntó reiteradas veces con el dedo índice, casi con orgullo desmedido—. Tú eres de los duros.—No ha aceptado su oferta, señor —esa fue Shannon hablando desde algún punto. Sean no hizo ni el esfuerzo de ubicarla. Le daba igual.—Por supuesto que no, ¡nadie dijo que esto fuese fácil! —se echó a reír y dio una palmada seca. Entonces, apoyo una de sus manos sobre la nuca del cazador y le obligó a que le mirase a los ojos—. Estoy acostumbrado a que las cosas se resistan, ¿tú no, Sean?
No respondió. Porque estaba demasiado ocupado desengañándose de que lo que veía fuera cierto. Pero no sabia si por fruto de la tortura, deshidratacion o cansancio, le estaba pareciendo ver el mismísimo infierno en la mirada de Samhain. Y lo peor es que las puertas estaban abiertas para atraparle, ahogarle y no dejarle salir nunca más.
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meardenlosojos · 3 years
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Flores muertas
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Bienvenida al cementerio de las flores marchitas Reina de primavera, te hemos seguido toda tu vida y finalmente estás aquí, donde perteneces. Tus pétalos al fin han caído por completo ¿eh?, se han marchitado. Estamos seguros de que este lugar es más confortable para tu estado. No necesitas aguantar más el revólver que te suele apretar en la cien, ese maldito revólver que no dispara, solo se queda ahí, hiriendo. Disparó y te llevaste una grata sorpresa. Reina de primavera, ese agradable olor a rosas frescas inundó tu mente, se inyectó la suavidad del pétalo en tu sensible cerebro. Ahora caes en medio del campo del olvido, reinando entre la nostalgia que cada flor al borde de la agonía representa, cada recuerdo. El recorrido empieza aquí mi alteza, hay que visitar cada recóndito espacio en el que se esconda la desesperanza, la sequía que le quitó todo rastro de vida a las lúgubres flores que yacen en el campo que ahora será tu reino. Despierta preciosa reina, que tu pálido rostro se pierde en medio del cementerio, en medio de la muerte solitaria que sufren las pequeñas orquídeas, marchitas y rotas. Es hora de la ceremonia, corre a ponerte el pomposo vestido de cadáveres, flores muertas por la primavera azul que arrasó este nuevo año; úsalo como escudo para toda la melancolía que te traerán las intensas margaritas. Finalmente estás con tus iguales, marchitas flores que se rindieron y solo buscan tranquilidad en este campo muerto.
Lo primero y último que recuerdo fue haber caído por aquella ventana del sanatorio, antes de eso todo es borroso, bastante confuso, hasta llegaría a pensar en que fue un sueño, ¿Sabes qué? Creo que un sueño logró colarse en mis memorias. Si, de seguro fue un sueño.
Un agradable olor a rosas me despierta. Lentamente abro los ojos y me encuentro con una lluvia de pétalos. Flores que alguna vez fueron bellas y coloridas, pues así se ven cuando comienzan a caer, pero que ahora han muerto, tal vez gracias a la sequía que les ha brindado el desértico campo en el que viven. Agarró algunos pétalos con la palma de mi mano y éstos se deshacen de inmediato, convertidos ahora en polvo de memorias pasadas. Luego de divagar un poco por ese prado con vibras nostalgicas para mi ser, que aunque nunca lo había visto sentía que estaba lleno de momentos ya vividos, toqué mi cabeza, no sé por qué no lo había hecho en todo ese tiempo. Sangre. Agujero. Espinas. Definitivamente eso era un balazo. ¿Me maté?. En ese momento me pude haber descontrolado, pero en realidad fue grato para mi saberlo, tal vez luego se convertiría en un martirio descubrir los pasos hacia mi muerte, pero entonces era una niña desmemoriada.
Un lago, extrañamente con flores vivas y de variados colores, los pétalos cubrían en su totalidad el calmado lago. Corrí hacia allá, salté y me sumergí en lo que al parecer era un lago de flores recién nacidas, gracias a primavera. El lago es infinito, así como la muerte. Que agradable eternidad para la pequeña niña de la botánica, los libros y las lloviznas. Gran final para la nena que aludía a la muerte.
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itmnewsok · 6 years
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¡BRUNO MARS ARRASÓ EN ARGENTINA!
Bruno Mars llegó este 25 de Noviembre a Argentina para presentar su último disco “24K Magic” en el Estadio Único de La Plata, colmado de fanáticos ansiosos por, finalmente, verlo cantar, bailar y tocar sus más grandes éxitos.
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El cantante ya se había presentado en nuestro país, el 21 de enero año 2012, de manera gratuita en el segundo festival consecutivo de la “Fiesta de la P” organizado por Personal que tuvo lugar en Mute Club de Mar, Mar del Plata, logrando una convocatoria masiva. El exitoso productor y compositor llegó, por primera vez a Argentina, para presentar su primer trabajo discográfico “Doo-Wops & Hooligans”, el cual hizo que este despegará con su carrera musical, encabezando las listas más importantes alrededor de todo el mundo con sus singles “Just the way you are”, “Grenade” y “The Lazy Song”. Nadie imaginaba que, 5 años, 10 meses y 4 días más tarde, Bruno Mars regresaría a suelo Argentino para volver a enamorar al público, que una vez, supo enamorar, aquella vez.
Muchos son los motivos del porque un artista como Bruno Mars (32) causa sensación en todo tipo de audiencias, a lo largo y ancho del mundo, hasta el punto de lograr agotar cada concierto que realiza pero su carisma y versatilidad vocal a la hora de salir al escenario a hacer lo suyo, son dos ingredientes, que hacen que sus presentaciones sean una verdadera fiesta.  
¡Hora de la verdad!
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Las coronas del 24K Magic Tour en las pantallas y el telón blanco anunciaban que ya no había vuelta atrás, era la hora...Bruno y los Hooligans ya estaban listos para salir a escena a deslumbrar al público Argentino y hacer de, otra noche en Buenos Aires, una inolvidable y gigantesca celebración. Las agujas del reloj marcaban las 21 horas y 25 minutos cuando, el cantante de origen Hawaiano, apareció en el centro del escenario, saludando a sus fans: “¡Argentina!”, con gorra de béisbol y jersey rojo, pantalones cortos y zapatillas azules.
El recital comenzó con “Finesse”, acompañado de un show de fuegos artificiales que supo mantenerse a lo largo de la noche, dándole poder a cada golpe rítmico y tempo de relevancia en las canciones más conocidas del artista, manteniendo a todos los presentes anonadados de una forma abismal durante todo el concierto. Un recurso eficaz que hizo que la audiencia viviera la experiencia como una verdadera fiesta pocas veces vista.
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Cuando parecía que los motores ya se habían encendido, “24K Magic”, el hit que le da nombre al último disco del artista, empezaba a sonar, haciendo saltar y cantar, de principio a fin, a todos los presentes, para darle paso a una seguidilla de sus más grandes éxitos tanto de su más reciente trabajo discográfico como “Perm”, “Chunky” y “That’s What I Like”, acompañado por los Hooligans y  las coreografías que identifican a las canciones en su último álbum.
Así también como las baladas románticas “When I was your man”, “Calling All My lovelies” aunque, sin lugar a dudas, “Versace on the floor”, se coronó como el momento más épico de la noche, con un Estadio colmado de linternas encendidas mientras, el público, cantaba la canción al unísono acompañando al cantante generando una asombrosa energía mágica.
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Los clásicos y más rotundos hits de Bruno no se hicieron esperar y cuando “Runaway Baby” y “Marry you” empezaban a ser cantadas por el protagonista de la noche, la audiencia, enloqueció para saltar de un lado al otro mientras las canciones que, una vez, sonaron en suelo Argentino, volvían a entonarse para hacer delirar al público presente.
Como un amago de despedida, Bruno Mars, cantó los exitosos y reconocidos singles de sus álbums “Unorthodox Jukebox” y “Doo-Wops & Hooligans”, “Locked Out of Heaven” y “Just The Way You Are” para la cual, en la última mencionada, el artista menciono que ‘significaría mucho para él y su grupo que la cantaran lo más alto que pudieran’ para, así cerrar, casi dos horas de show en el Estadio Único de La Plata.
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“Uptown Funk” fue la canción seleccionada para culminar una noche sublime de la mano de Bruno y los Hooligans que lo acompañaron toda la noche para cantar, bailar y tocar los más grandes hits del artista proveniente de tierras Hawaianas que supo agotar su primer show propio y lo trajo, nuevamente, a nuestro país.
¡DNCE hizo furor en Argentina!
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La banda dance – rock compuesta por Jack Lawless, Cole Whittle y JinJoo Lee, aunque liderada por el ex miembro de Jonas Brothers, Joe Jonas, formada en el año 2015, supo arrasar con su presentación de 20 HS a 20.30 HS en la apertura del concierto en el Estadio Único de La Plata, dejando la energía en lo más alto para la llegada del protagonista de la fecha, Bruno Mars.
DNCE sorprendió y llegó al escenario con una entrada triunfal logrando hacer gritar al público desde un primer instante. La banda abrió su presentación con su conocida canción “Kissing Strangers” e hizo cantar y bailar a todos desde que entraron a escena hasta abandonar el escenario que fue testigo de una verdadera revolución en el público que esperaba por el compositor de 32 años que se presentaba esa noche como acto principal.
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Como era de esperarse, sus más destacadas canciones como “Cake By The Ocean” y “ToothBrush” también sonaron, acompañadas de sus más recientes hits “Body Moves”, “Pay my rent” e inclusive, la banda, preparó un medley de “DNCE” seguida de “Wannabe” de Pussycat Dolls y “Oops I Did It Again!” de Britney Spears, clásicos que supieron, una vez, traspasar todas las fronteras por lo que, la audiencia Argentina acompaño, sin problemas alguno, a la banda estadounidense.
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HISTORIA UNIVERSAL - LA REBELIÓN DE ESPARTACO -
Espartaco nació en el 113 aC. en Tracia, en la actual Bulgaria, y pasó a la historia por ser el líder de la III Guerra Servil o Guerra de los Esclavos entre el 73 aC. y el 71 aC.
Espartaco sirvió en las tropas auxiliares como apoyo a las legiones romanas para ayudar en la defensa de Macedonia contra los getas, una tribu bélica que habitaba en lo que ahora es el sur de Rumanía.
La expansión de Roma por Tracia, provocó el descontento de Espartaco, el cual decidió no ayudar más en las tropas auxiliares. Fue capturado y posteriormente condenado a la esclavitud por deserción, una de las peores condenas para un hombre libre.
Fue condenado como esclavo, dada su fuerza física, a trabajar en las canteras de yeso. Pero el destino le tenía reservado otro propósito. Léntulo Batiato, un lanista que acaudillaba gladiadores para exhibir al pueblo de Capua, le compró para ver si tenía aptitudes como luchador de la arena.
Pronto demostró su grandeza en los combates, pero a pesar de las victorias que parecían solo divertir a los romanos y no a los esclavos, no perdió las ganas de anhelar su libertad.
Así fue como, en el año 73 aC., Espartaco, junto a varias decenas de gladiadores, abandonaron el ludus donde eran entrenados para la arena. Entre aquellos luchadores se encontraban los galos Enomao y Crixo y el celta Gannicus.
Los gladiadores que escaparon junto a Espartaco se refugiaron en el Monte Vesubio. Desde allí comenzaron a reclutar a otros esclavos y a saquear viviendas y carros de suministros. Espartaco no solo se conformaba con la libertad, sino por la lucha de todos aquellos que no merecían el yugo de la esclavitud. Por eso no huyó en un principio, y luchó por la esperanza de liberarse de la opresión.
Claudio Glabro fue el enviado para combatir a Espartaco, con el fin de aplastar la rebelión. Ordenó cortar sus abastecimientos, acampando a los pies del Vesubio. Pero Glabro descuidó su campamento, pues estaba demasiado pendiente en cercar a los rebeldes. Una noche, los romanos fueron atacados por sorpresa y fueron derrotados.
Glabro huyó por poco junto a unos pocos de sus soldados. Los hombres de Espartaco se equiparon con las armas romanas de los caídos. Aquella derrota supuso la alarma en Roma y la obtención de adeptos a las filas rebeldes. La suerte tampoco se puso del lado del pretor Varinio, que también perdió combates contra las tropas de Espartaco.
El líder rebelde consiguió finalmente reunir un ejército de setenta mil esclavos, con los que arrasó Campania y pasó a cuchillo a todos los romanos que se encontraron por el camino.
Fue entonces cuando, en el año 72 aC.,  los cónsules Gneo Cornelio Léntulo y Lucio Gelio Publícola fueron enviados por el senado romano junto a veinte mil hombres del ejército profesional para poner fin a la rebelión. Pero las tropas esclavas de galos y germanos dirigidas por Crixo no se rindieron. Querían llegar a la mismísima ciudad de Roma y no tomar la decisión de huir al norte junto a los esclavos que sí querían hacerlo con Espartaco. Pero a pesar de su valentía, los esclavos acabaron derrotados cerca del Monte Gargano por las legiones de Publícola.
El propio Crixo yació en combate. Léntulo había decidido perseguir a Espartaco en su huida, de manera que Publícol les cortaba la retirada. La decisión de Espartaco fue atacar a ambos cónsules por separado, para evitar que ambas fuerzas les atacasen desde los dos frentes. Espartaco venció y continuó su marcha hacia el norte. Durante el trayecto venció a los diez mil legionarios de Craso Longino en las afueras de Mutina.
El camino hacia la libertad estaba a poco tiempo de cumplirse, pero una decisión de última hora provocó un giro inesperado. Espartaco, probablemente extasiado por las victorias, decidió prestar atención a las súplicas de sus hombres de ir hacia Roma.
El senado romano, atemorizado, otorgó la voluntad de acción a Marco Licinio Craso, que contaría con diez legiones para enfrentarse al contingente rebelde. El primer contacto con Espartaco se produjo en la región del Piceno, donde sus hombres fueron derrotados y abandonaron la batalla. Pero Craso era un hombre férreo, y decidió aplicarles el castigo de la decimatio(ver post relacionado imprecindible sobre la Decimatio) con el fin de disciplinar a los cobardes.
Craso pagó a los piratas cilicios, en ese momento aliados del líder rebelde, con el fin de evitar que llegasen esclavos sicilianos a apoyar a Espartaco. También ordenó construir un foso junto a una empalizada para sitiar a los esclavos, que estaban asentados cerca del estrecho de Mesina. Pero su estrategia no salió como quiso y los hombres de Espartaco consiguieron eludir el paso para ir hacia Lucania.
Roma contaba ahora con las legiones veteranas de Pompeyo, debido a que la guerra en Hispania había terminado. Y también coincidió con la llegada de las tropas del procónsul de Macedonia a través del mediterráneo.
Además, unos treinta mil hombres decidieron seguir a Gannicus para enfrentarse al poder romano, una decisión que les debilitó, porque fragmentó la unidad rebelde y sufrieron la derrota cerca del Monte Soprano.
Finalmente, en el río Silaro, se puso fin a la III Guerra Servil (71 a.C). La superioridad numérica y estratégica de las legiones aniquilaron a los rebeldes. El propio Espartaco murió en combate. Los que no consiguieron escapar fueron crucificados, con el fin de demostrar a los esclavos el precio por desafiar a Roma. Revista Historia.
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etherealwxrld · 7 years
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             세 번째 행동 ; third act.                                                  21.07.17.                          — a trip to the past.      Winwin no estaba esa noche en su habitación, otra vez la luna iluminaba a través del ventanal las telas perfectamente tendidas en su cama. Yuta refunfuñaba cada cinco segundos mientras andaba en círculos frente a él, llevaba el teléfono junto a su oreja y parecía contener el desespero mientras rechinaba los dientes. Johnny se limitó a observarlo silenciosamente desde su respectivo espacio, los incisivos se clavaban en su labio inferior para no hacer notar la preocupación que de a poco aumentaba. Se removió en el colchón de un Doyoung que esa noche no dormiría ahí y pegó la espalda en la pared, encendió la pantalla de su celular y suspiró, devolviendo a Yuta una mirada exhaustiva mientras arrugaba el ceño.      — 2:09, Yuta. ¿Cuánto más planeas esperar al mocoso?   — Ni siquiera contesta las llamadas.   — Comprendo que estés preocupado, pero�� Ah, olvídalo.      Lo hacía, podía comprender las razones por las cuales Yuta estaba tan agotado cuando de Winwin se respecta, incluso las de él para no responder el teléfono desde el primer llamado. Ambos eran un cúmulo de emociones y sentimientos tan similares que le sorprendían sus faltas de optimismo, aunque irónicamente era lo que él más necesitaba. Johnny y Yuta cruzaron sus miradas por segundos que parecieron eternos, hasta que finalmente aquel prosiguió con ponerse su abrigo azabache.      — Iré yo. Quédate aquí por sí regresa.      Johnny asintió y acató lo que sí bien pareció una exigencia, en realidad era un favor. Lo último que escuchó de él fue el descuidado azote de la puerta, provocándole un gruñido por lo escandaloso que resultó. Por su cabeza sólo pasaban insultos hacia el japonés hasta que algunas preguntas se avecinaron y quizás hasta lo aterraron un poco. ¿Y sí alguien escuchó? ¿Qué les diría cuando preguntaran lo que ocurrió? Oh, John Seo siempre metiéndose en los líos que no necesita.      Los minutos pasaron volando y al menos habría sido una hora ya desde que Yuta salió de la residencia. Los párpados de Johnny pesaban tanto que trascendió su noche de guardia estando en los brazos de Morfeo. Sus sentidos se apagaron desde que su mejilla golpeó las tersas almohadas, llevándolo a no darse cuenta de cuando finalmente su presencia estaba hecha a base de tenues ronquidos.      No sabía a ciencia cierta en dónde estaba ahora, pero tal fue hace un par de semanas que la misma esencia lo rodeaba esta vez. Sus pies se movían con inquietud en un recinto cuyas paredes teñían de un tenue color blanco, recorría un pasillo que parecía jamás marcar un fin por más que avanzara mediante él; era algo irracional desde su mirar. Una destellante luz que no mostraba su punto de emisión se mostró en la escena, haciendo de Johnny un chico curioso ante ello que al final optó por detener su paso. No tenía la menor idea de lo que pasaba, no hasta que una ráfaga de viento arrasó con todo ese escenario y lo transportó a otro completamente distinto, pero había algo familiar y extraño en él; sentía su entorno tan real que le causó un fuerte escalofrío.      Era un parque; uno pequeño y aparentemente solitario pese a mostrarse como si fuese el medio día. Dio una vuelta lenta en su lugar, su mirada era cautivada por cada pequeño detalle que lucía increíblemente ameno, pero no lograba recordar. ¿Había estado ahí antes? Probablemente sí.      Todas sus preguntas se vieron resueltas cuando un sollozo detrás de él llamó su atención, haciendo que ambos ojos se extendieran como platos antes de dar la media vuelta y encontrarse con un pequeño infante de aproximadamente diez años. Yacía balanceándose sin ganas en el columpio carmesí, las lágrimas se le escapaban incluso sí deseaba esconderlas tras su destacado hipar. Lo sabía ahora, Johnny se quedó sin palabras al verse frente a él mismo de hace aproximadamente diez años atrás, llorando otra vez por la inestabilidad emocional que antes poseía. Difícilmente se compadeció de la escena y caminó en silencio al columpio vacío que estaba al costado del niño, no evitó una sonrisa tras notar que su figura era demasiado grande ya para sentarse en uno, pero el chico cesó sus sollozos tras darse cuenta de su presencia. Estaba asustado, lo observaba despectivo.      — No te asustes, niño. — Se apresuró Johnny a pronunciar con el tono nada compareciente que tanto lo caracterizaba.      — ¿Quién es usted, ajusshi? — Bramó el niño, limpiándose avergonzadamente las lágrimas con el antebrazo de su suéter.      Johnny frunció su ceño, dudó su respuesta y no supo sí ofenderse porque su “yo del pasado” lo había llamado “ajusshi”, pero comprendió la posible inocencia y cuán directo podía ser desde entonces. Un bufido salió entre los labios del mayor, su mirada se fijó en el suelo durante algunos segundos, mostrándose enternecido la próxima vez que llevó su mirada a él, a pesar de que se sentía tan impotente y extraño, un aire de nostalgia invadió su alrededor.      — Debes estar pasando por tiempos difíciles ahora, pequeño. Esos problemas… Por favor, no cometas algo tonto, en unos años existirán otros más importantes que atender. Serás un gran chico para entonces sí resistes un poco más. Debes ser un chico bueno y no te dejes llevar por tus impulsos. Haz tus quehaceres, ¿Quieres? No te conviertas en la basura que soy yo ahora. Sí es posible, toma otro camino. — Sus palabras se escuchaban pesadas, la mirada desconcertada del niño le indicó que estaba asustándolo, creía que en cualquier momento aquel se echaría a correr, pero no fue así; sin embargo, él siguió observando, atento. — John Seo, sé fuerte, por favor.      — Ajusshi, ¿Cómo sabe mi nombre?…      El momento se esparció como la pólvora tras haber derramado un par de lágrimas, entonces despertó. Volvió a la realidad exaltándose, su respiración era irregular y Yuta estaba ahí, desesperado por tranquilizarlo. Winwin sostenía un vaso con agua y tendiéndole una pastilla que quizás serviría para calmarle los nervios. Él volvió a cerrar los ojos, siguiendo las indicaciones del castaño mientras intentaba mantenerse al tanto de lo que pasó. Sólo había sido un sueño; uno inconcluso, uno tan efímero que lo consumió por horas.
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cubaverdad · 7 years
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Y qué pasa si no eres comunista?
¿Y qué pasa si no eres comunista? Al parecer los militantes tienes más posibilidades de que la justicia se haga por ellos Viernes, junio 30, 2017 | Jorge Ángel Pérez LA HABANA, Cuba.- Ser comunista en Cuba puede resultar de gran utilidad, sobre todo cuando se tiene la certeza de que en este país todo comienza en la política y termina en idéntico lugar. Esa convicción me acompaña desde siempre, pero en estos días recibí una confirmación abrumadora. Todo comenzó tras mi regreso de Panamá, país donde hice una estancia de casi un mes y dónde, debo confesarlo, hice algo de eso que ocupa a cada cubano que viaja al país del virtuoso canal. Yo, como tantos paisanos, me preparé un itinerario de compras para los poquísimos ratos libres, y entré en las tiendas con ansias y con infinita curiosidad, y me detuve en vidrieras, y hurgué en los muchos anaqueles, y revisé los precios que advertían las etiquetas de todo lo que me iba seduciendo. Una y otra pieza me probé, y pensé en mi madre y en cada una de sus necesidades, y metí la mano en el bolsillo para comprar sus batas de estar en casa, sus chancletas para el baño, sus zapatillitas para el diario. Imaginé a mi madre echando a la basura sus trapos viejos y hasta me contenté creyéndola vestida con decoro. Y no me sentí abochornado cuando mis paqueticos marcaban ciertas diferencias con los muchos huéspedes de diversas latitudes que pernoctaban en el hotel. A ellos nunca los miré cargando esas bolsas de tiendas baratas con las que entré en algunas ocasiones, y que eran evidencia de que había tenido una tarde de compras. Me sentí como el más obstinado "pacotillero", pero fui feliz probándome una camisa, unos jeans…, y mirándome luego en el enorme espejo de mi habitación. Creo que fui feliz con cada cosita que fui juntando en la maleta y que luego me traje hasta Cuba, después de juntar los dólares que precisaban mis comidas. Mi lema de esos días fue: "Desayuna bien y luego aguanta". Y qué poco dura la felicidad en la casa del pobre. Llegué a La Habana el sábado y abracé a mi madre, le mostré cada regalo y fui muy feliz con sus reacciones, con el brillo de sus ojos, con el gesto de felicidad que me dejó ver después de que pusiera sus pies tan delicados en los zapatos nuevos. Muy poco dura la felicidad en la casa del pobre. Esa noche, después que me dormí, entró un ladrón, aún nadie sabe cómo, y arrasó con todo. Cada pieza se fue con el degenerado, y mi madre lloró desconsolada, y yo me contuve para que no me viera triste, pero luego flaquee y lloramos juntos. Tuve miedo, y viví una de las peores turbaciones que he sentido en mi vida, y lloré, lloramos, y entre lágrimas recibimos a la policía, dos horas después de que yo llamara por teléfono para advertirlos del robo, y entonces quisieron saber que se habían robado y de mil detalles, quisieron conocer de mi trabajo, y por qué viajaba, luego se interesaron en los detalles del robo, en el color de cada pieza perdida, y en sus precios, y también quisieron saber si sospechaba de alguien. Y más tarde vendría aquella interrogante que me dejó con la boca abierta. El investigador quiso saber si yo militaba en las filas del Partido Comunista de Cuba. Rotundo dije que no, y con la voz entrecortada quise saber qué aportaba esa militancia a su investigación. "Es una rutina, una pregunta más". Así dijo, pero yo no le creí, aunque no me aventuré a hacer ni la más mínima objeción porque temía que desatara su desprecio y lo hiciera desatender mi caso. Y finalmente apareció un perro de la brigada canina que siguiendo un rastro de olor salió a la calle, mientras una mujer joven quedó en la casa buscando huellas. Ya pasaron tres días y no supe nada del rumbo que tomaron las investigaciones. Varias veces he llamado y no consigo ninguna consolación, tampoco mi madre, a quien descubro llorando a escondidas, y la dejo suspirar porque qué otra cosa puede hacer una anciana a la que le robaron sus regalos tan esperados. Así que mi madre llora, y yo dejo que llore por esos zapatos que solo le duraron unas horas. Mi madre llora por sus batas de estar en casa, esas que ya no se podrá poner después del baño, y no quiere que yo me enter, y para colmo, ahora estoy escribiendo estas líneas en una computadora prestada, porque los ladrones se llevaron la mía, y me parece irónico que yo tuviera tanto miedo cuando me la llevé a Panamá, porque creí en la posibilidad de que a mi regreso a Cuba las autoridades me la secuestraran en el aeropuerto, como ya ocurrió a algunos cubanos. Ahora escribo en medio de una tristeza enorme, y con rabia, y lo peor es que no me asiste ninguna esperanza. No creo que aparezca algo y me siento más que indefenso; a fin de cuentas yo no soy un militante del Partido Comunista. Sin dudas en este país tan injusto y politizado viven unos cuantos ladrones. Quizá es por eso que lloro, y deliro, y hasta creo en la posibilidad de que alguno de esos perros de la brigada canina sea capaz de detectar a un ladrón en la piel de un comunista y no se atreva a denunciar a un "hombre tan ejemplar"… Esta Cuba da ganas de llorar, y yo no intento contenerme, y lloro, por mis trapos, por mi madre, por todo, y ojalá que algún lector conserve algo del optimismo que yo perdí hace tanto tiempo. Source: ¿Y qué pasa si no eres comunista? CubanetCubanet - http://ift.tt/2s8qe6s via Blogger http://ift.tt/2u7juH9
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latikobe · 7 years
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¿Y qué pasa si no eres comunista?
Patrulla de policía en Cuba (Diario Las Américas)
LA HABANA, Cuba.- Ser comunista en Cuba puede resultar de gran utilidad, sobre todo cuando se tiene la certeza de que en este país todo comienza en la política y termina en idéntico lugar. Esa convicción me acompaña desde siempre, pero en estos días recibí una confirmación abrumadora. Todo comenzó tras mi regreso de Panamá, país donde hice una estancia de casi un mes y dónde, debo confesarlo, hice algo de eso que ocupa a cada cubano que viaja al país del virtuoso canal.
Yo, como tantos paisanos, me preparé un itinerario de compras para los poquísimos ratos libres, y entré en las tiendas con ansias y con infinita curiosidad, y me detuve en vidrieras, y hurgué en los muchos anaqueles, y revisé los precios que advertían las etiquetas de todo lo que me iba seduciendo. Una y otra pieza me probé, y pensé en mi madre y en cada una de sus necesidades, y metí la mano en el bolsillo para comprar sus batas de estar en casa, sus chancletas para el baño, sus zapatillitas para el diario. Imaginé a mi madre echando a la basura sus trapos viejos y hasta me contenté creyéndola vestida con decoro.
Y no me sentí abochornado cuando mis paqueticos marcaban ciertas diferencias con los muchos huéspedes de diversas latitudes que pernoctaban en el hotel. A ellos nunca los miré cargando esas bolsas de tiendas baratas con las que entré en algunas ocasiones, y que eran evidencia de que había tenido una tarde de compras. Me sentí como el más obstinado “pacotillero”, pero fui feliz probándome una camisa, unos jeans…, y mirándome luego en el enorme espejo de mi habitación. Creo que fui feliz con cada cosita que fui juntando en la maleta y que luego me traje hasta Cuba, después de juntar los dólares que precisaban mis comidas. Mi lema de esos días fue: “Desayuna bien y luego aguanta”.
Y qué poco dura la felicidad en la casa del pobre. Llegué a La Habana el sábado y abracé a mi madre, le mostré cada regalo y fui muy feliz con sus reacciones, con el brillo de sus ojos, con el gesto de felicidad que me dejó ver después de que pusiera sus pies tan delicados en los zapatos nuevos. Muy poco dura la felicidad en la casa del pobre. Esa noche, después que me dormí, entró un ladrón, aún nadie sabe cómo, y arrasó con todo. Cada pieza se fue con el degenerado, y mi madre lloró desconsolada, y yo me contuve para que no me viera triste, pero luego flaquee y lloramos juntos.
Tuve miedo, y viví una de las peores turbaciones que he sentido en mi vida, y lloré, lloramos, y entre lágrimas recibimos a la policía, dos horas después de que yo llamara por teléfono para advertirlos del robo, y entonces quisieron saber que se habían robado y de mil detalles, quisieron conocer de mi trabajo, y por qué viajaba, luego se interesaron en los detalles del robo, en el color de cada pieza perdida, y en sus precios, y también quisieron saber si sospechaba de alguien. Y más tarde vendría aquella interrogante que me dejó con la boca abierta. El investigador quiso saber si yo militaba en las filas del Partido Comunista de Cuba.
Rotundo dije que no, y con la voz entrecortada quise saber qué aportaba esa militancia a su investigación. ”Es una rutina, una pregunta más”. Así dijo, pero yo no le creí, aunque no me aventuré a hacer ni la más mínima objeción porque temía que desatara su desprecio y lo hiciera desatender mi caso. Y finalmente apareció un perro de la brigada canina que siguiendo un rastro de olor salió a la calle, mientras una mujer joven quedó en la casa buscando huellas.
Ya pasaron tres días y no supe nada del rumbo que tomaron las investigaciones. Varias veces he llamado y no consigo ninguna consolación, tampoco mi madre, a quien descubro llorando a escondidas, y la dejo suspirar porque qué otra cosa puede hacer una anciana a la que le robaron sus regalos tan esperados. Así que mi madre llora, y yo dejo que llore por esos zapatos que solo le duraron unas horas.
Mi madre llora por sus batas de estar en casa, esas que ya no se podrá poner después del baño, y no quiere que yo me enter, y para colmo, ahora estoy escribiendo estas líneas en una computadora prestada, porque los ladrones se llevaron la mía, y me parece irónico que yo tuviera tanto miedo cuando me la llevé a Panamá, porque creí en la posibilidad de que a mi regreso a Cuba las autoridades me la secuestraran en el aeropuerto, como ya ocurrió a algunos cubanos.
Ahora escribo en medio de una tristeza enorme, y con rabia, y lo peor es que no me asiste ninguna esperanza. No creo que aparezca algo y me siento más que indefenso; a fin de cuentas yo no soy un militante del Partido Comunista. Sin dudas en este país tan injusto y politizado viven unos cuantos ladrones. Quizá es por eso que lloro, y deliro, y hasta creo en la posibilidad de que alguno de esos perros de la brigada canina sea capaz de detectar a un ladrón en la piel de un comunista y no se atreva a denunciar a un “hombre tan ejemplar”… Esta Cuba da ganas de llorar, y yo no intento contenerme, y lloro, por mis trapos, por mi madre, por todo, y ojalá que algún lector conserve algo del optimismo que yo perdí hace tanto tiempo.
¿Y qué pasa si no eres comunista?
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kiro-anarka · 4 years
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Después de repetirnos durante cuarenta años los dogmas neoliberales, la crisis financiera sacudió seriamente nuestra fe en ellos, pero al final se mantuvo el sistema. Esta vez es diferente. La coronacrisis y las medidas socioeconómicas para salvar el sistema hicieron caer, uno a uno, los dogmas neoliberales. Es hora de hacer algo nuevo.
Los dogmas caídos
"Vivimos por encima de nuestras posibilidades, no hay dinero"
Llevan años diciéndonos eso. La atención sanitaria era demasiado cara, los subsidios de desempleo demasiado generosos, los salarios demasiado altos y simplemente no había dinero para asuntos sociales o culturales. El déficit y las deudas del gobierno se tenían que reducir y por eso teníamos que ahorrar en todo.
Ahora, de la noche a la mañana parece haber dinero y parecen haber encontrado gigantescos botes de dinero. Hoy en día se gastan miles de millones de euros como si nada. Un déficit en el presupuesto de más de tres veces el 3 % acordado en el tratado de Maastricht o una deuda mucho mayor que el 100 % del PIB, de repente, dejaron de ser un problema.
"El mercado libre lo resuelve todo, el Estado es ineficiente"
Privatizar y desregularizar lo más posible, esa era la consigna. El Estado tenía que “adelgazar” lo máximo posible e intervenir lo menos posible (1). Para Bart De Wever, el presidente del partido más grande de Flandes, “el estado es un monstruo que aspira el dinero y lo escupe después”.
Durante la coronacrisis el mercado libre falló completamente. Quizás lo más notable fue el caso de los tapabocas. Al mismo tiempo vimos tanto un dramático retorno como la rehabilitación del gobierno público. Se hizo visible para todos que sólo el Estado puede controlar y superar una crisis de tal magnitud. Se nacionalizaron fácilmente en su totalidad o en parte sectores importantes de la economía. Según el Wallstreet Journal, las medidas de estímulo económico en los Estados Unidos son “el mayor paso hacia una economía de planificación centralizada que jamás haya dado Estados Unidos”.
"El capital y la empresa crean riqueza"
Son los empresarios los que crean riqueza. Gracias a su capital, coraje e innovación, crean empleo y aumentan la riqueza de un país.
Los confinamientos en los distintos países revelaron todo lo contrario en todas partes: son los trabajadores y su trabajo los que crean la riqueza. Cuando parte de la población activa se vio obligada a dejar de trabajar, el crecimiento económico se desplomó. Es el trabajo el que crea al capital y no al revés. El confinamiento también demostró que a menudo son los trabajos más esenciales los que están peor pagados.
"Lo que es bueno para los ricos es bueno para todos"
El coronavirus destruyó esta falacia por completo. Gracias a las medidas de apoyo, los súper ricos se benefician enormemente. Desde el 18 de marzo, los multimillonarios de los Estados Unidos ya han visto aumentar sus activos en una quinta parte, o sea 565.000 millones de dólares. JPMorgan, el banco más grande de los EE.UU., reportó las mejores cifras que jamás haya tenido en un trimestre. La compañía de inversiones Goldman Sachs registró un crecimiento del 41 % en comparación con el año anterior. Pero poco de ese “efecto de goteo” se nota. En todo el mundo cientos de millones de personas se ven empujadas a la pobreza extrema. En Bélgica aumentó el número de personas que van a los bancos de alimentos en un 15 % y esto es sólo el comienzo.
"La gente es egoísta"
El ser humano es capaz de hacer el bien, pero por naturaleza es malo. Está impulsado en primer lugar por el interés propio. Esto es lo que los gurús neoliberales nos han estado diciendo durante décadas. Al final, según ellos, esto es ventajoso porque el interés propio lleva a la competencia y eso es precisamente lo que impulsa nuestra economía.
La solidaridad espontánea y masiva que surgió durante la coronacrisis arrasó con esta cínica imagen del ser humano. Los jóvenes fueron a hacer compras para sus vecinos ancianos, miles de voluntarios hicieron tapabocas o se presentaron en los bancos de alimentos para ayudar. A pesar de la falta de equipos de protección, las enfermeras empezaron a cuidar de sus pacientes arriesgando su propia salud y, por tanto, sus vidas.
Ciertamente, había grupos a los que no les importaban las medidas de seguridad, pero esas eran las excepciones que confirmaban la regla. La coronacrisis muestra hoy más que nunca que el ser humano es esencialmente un súper colaborador, como lo describieron el autor belga Dirk Van Duppen y el periodista holandés Rutger Bregman. Wendy Carlin, profesora de economía, lo expresa así: “Habrá que actualizar finalmente el modelo del actor económico como amoral y egocéntrico”.
No repetir los errores de 2008
Todos los partidos tradicionales, incluidos los Verdes y los Socialdemócratas, han contribuido, o al menos han apoyado, la política neoliberal en los últimos cuarenta años (2). Las consecuencias de esta política antisocial se han hecho dolorosamente claras en estos últimos meses. En los centros de salud y los centros de atención a los ancianos, los ahorros y las privatizaciones costaron muchas vidas humanas. Además, las recetas neoliberales parecen ser totalmente inadecuadas para dar una respuesta firme al colapso económico.
Un enfoque similar al del período posterior a 2008 –imprimir dinero extra e insertarlo a la economía combinado con una política de austeridad– sería un gran error. Un nuevo dopaje financiero podría arruinar la ya gravemente debilitada economía. Los nuevos ahorros erosionarían aún más el poder adquisitivo y causarían una profunda crisis social y política.
Las advertencias del Financial Times son inequívocas: “Si queremos que el capitalismo y la democracia liberal sobrevivan al COVID-19, no podemos permitirnos repetir el enfoque erróneo de ‘socializar las pérdidas y privatizar los beneficios’ de hace diez años”. “El regreso a la austeridad sería una locura, una invitación a la agitación social generalizada, si no a la revolución, y una bendición para los populistas”.
La gran llamada para un cambio de paradigma
Está claro, el neoliberalismo ha terminado, es hora de algo nuevo. Excepto por unos pocos fanáticos, nadie quiere volver al mundo precorona. La crisis y las medidas que se tomaron han provocado muchas frustraciones y han radicalizado a una parte importante de la población activa. En los EE.UU. el 57 % de la población cree que su sistema político sólo funciona para los que tienen dinero y poder. La mayoría de los jóvenes menores de 30 años están a favor del socialismo. En Reino Unido apenas el 6 % quiere volver al mismo tipo de economía que antes de la pandemia. Sólo el 17 % cree que las medidas de estímulo deberían financiarse con nuevos ahorros.
El 70 % de los franceses piensa que es necesario reducir la influencia del mundo financiero y de los accionistas. En Flandes tres cuartas partes de la población creen que el dinero debería provenir de las grandes fortunas y dos tercios creen que los políticos deberían trabajar en una ambiciosa redistribución de la riqueza después de la crisis.
El mundo académico y cultural también está en esa longitud de onda. Tres mil científicos de 600 universidades creen que la sociedad debe cambiar radicalmente su rumbo y volver a poner a los trabajadores en el centro de la toma de decisiones. Doscientos artistas, incluidos Robert de Niro y Madonna, lanzaron un llamamiento al “mundo” para no volver a la “normalidad” de antes de la pandemia, sino para cambiar radicalmente nuestro estilo de vida, de consumo y economía.
Esta idea penetró hasta el mundo de los negocios. Klaus Schwab, fundador y presidente del Foro Económico Mundial (Davos) habla de un “gran reseteo del capitalismo”. Según él, la pandemia puso de manifiesto las deficiencias de un “viejo sistema” que había descuidado la infraestructura, la atención de la salud y los sistemas de seguridad social. “Si seguimos como hasta ahora, podría llevar a una rebelión.” En ese contexto los súper ricos están rogando en una carta abierta que se les aumenten los impuestos.
Según el Financial Times, debe haber “reformas radicales” sobre la mesa. “Los gobiernos tendrán que aceptar un papel más activo en la economía. Deberían ver los servicios públicos como inversiones y no como costos, y buscar formas de hacer que el mercado laboral sea menos inseguro. La redistribución de la riqueza volverá a estar en la agenda. Las políticas que hasta hace poco se consideraban excéntricas, como la renta básica y el impuesto sobre el patrimonio, deberían incluirse en la mezcla”.
Según este mismo periódico, la democracia liberal “sólo sobrevivirá a este segundo gran choque económico si se realizan ajustes en el marco de un nuevo contrato social que reconozca el bienestar de la mayoría por encima de los intereses de unos pocos privilegiados”.
La prestigiosa revista Foreign Affairs también habla de un “nuevo contrato social”. Su objetivo es “el establecimiento de un ‘estado de bienestar’ que proporcione a todos los ciudadanos los servicios básicos necesarios para mantener una calidad de vida decente”. Esto presupone “el acceso universal garantizado a una atención sanitaria y a una educación, ambas de alta calidad”. Lo que hasta hace poco solo lo pedía la extrema izquierda, se ha convertido en la corriente principal.
Una respuesta a cuatro crisis
Los desafíos a los que nos enfrentamos son muy grandes: El nuevo paradigma debe ser capaz de responder a por lo menos cuatro crisis (3).
1. Estancamiento económico
En los últimos veinte años la economía mundial ha experimentado tres grandes crisis: la crisis de las puntocom en 2000, la crisis financiera en 2008 y, en los últimos meses, una depresión tras una pandemia. Esto deja claro que el COVID no es la causa sino el detonante de la tormenta económica. Una economía sana debería en principio ser capaz de hacer frente a tal coronachoque, un país como China lo demuestra. Pero para la economía capitalista eso no parece ser el caso en absoluto. El crecimiento de la productividad casi se ha paralizado, las tasas de beneficio (porcentaje de la ganancia sobre el capital invertido) están disminuyendo constantemente y la deuda mundial ha aumentado hasta uno insostenible 322 % del PIB. Además, cada crisis no significa nada más que miseria para millones de personas. Esta crisis empujará una vez más a varios cientos de millones de personas a la pobreza. No puede seguir así.
2. Escandalosa brecha entre ricos y pobres
En el capitalismo la producción está dirigida únicamente a los beneficios de un pequeño grupo de propietarios privados y no funciona de acuerdo a las necesidades sociales o las oportunidades de desarrollo de la gran mayoría. Esto crea una escandalosa brecha entre ricos y pobres.
Con la riqueza que se produce hoy en día en todo el mundo cada familia con dos adultos y tres niños tiene un ingreso mensual potencial disponible de 4.100 euros (sí, lo has leído correctamente) (4). Sin embargo, una de cada tres personas de la población mundial no tiene saneamiento básico y una de cada ocho no tiene electricidad. Uno de cada cinco vive en una casa de contrachapado y uno de cada tres no tiene agua potable.
En Bélgica el 5 % de los más ricos posee tanto como el 75 % de los más pobres. En uno de los países más ricos del mundo un 20 % de las familias corre el riesgo de caer en la pobreza, una cuarta parte de las familias tiene dificultades para pagar los gastos médicos, un 40 % no puede ahorrar y un 70 % de las personas desempleadas tiene dificultades para llegar a fin de mes.
Estos no son excesos del sistema. Se derivan directamente de su lógica.
3. Las próximas pandemias
Desde principios del siglo pasado sabemos que casi todas las epidemias modernas son el resultado de la intervención del hombre en su entorno ecológico inmediato. Los mamíferos y las aves son portadores de cientos de miles de virus que son transmisibles a los seres humanos (5). Debido a la explotación de zonas naturales anteriormente inaccesibles cada vez hay más posibilidades de que estos virus se transmitan a los seres humanos.
Los principales expertos lo han estado advirtiendo durante más de diez años en respuesta al VIH, SARS, ébola, MERS y otros virus. En realidad, tuvimos suerte de que no nos hayan llegado otros virus más mortales. En 2018 los científicos de EE.UU. elaboraron un plan detallado para prevenir tales pandemias. Se estima que las pérdidas a causa del COVID-19 alcanzan los 12.500.000 millones de dólares. El costo del plan de prevención de 2018 era de apenas 7.000 millones de dólares.
Aún no se ha encontrado ningún financiador para el proyecto. No debería sorprender, porque esa investigación está en gran parte en manos privadas y no en interés público, sino con fines de lucro. Chomsky lo dice muy claramente: “Los laboratorios de todo el mundo podrían haber trabajado en la prevención de posibles pandemias de coronavirus. ¿Por qué no lo hicieron? Las señales del mercado no eran buenas. Dejamos nuestro destino en manos de tiranías privadas, que se llaman corporaciones y que no tienen que rendir cuentas ante el público, en este caso, la industria farmacéutica. Para ellos, producir nuevas cremas es más rentable que encontrar una vacuna que pueda proteger a la gente de la destrucción total”.
4. La degradación del clima
La búsqueda del máximo beneficio socava el sistema ecológico de la tierra y amenaza la supervivencia de la especie humana. Según la conocida escritora y activista Naomi Klein, el mundo se enfrenta a una decisión decisiva: o salvamos el capitalismo o salvamos el clima. Esta decisión es particularmente aguda en el sector de la energía fósil, que es el principal responsable de las emisiones de CO2. Las 200 empresas más grandes de petróleo, gas y carbón tienen un valor de mercado combinado de 4 trillones de dólares y obtienen unos beneficios anuales de decenas de miles de millones de dólares. Si queremos mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 2°C, estos gigantes de la energía deben dejar entre el 60 % y el 80 % de sus reservas intactas. Pero eso iría en detrimento de sus expectativas de ganancias y hundiría instantáneamente su valor en el mercado de valores. Por eso siguen invirtiendo cientos de miles de millones de dólares anuales en la búsqueda de nuevos yacimientos. Si se mantiene la política actual, en lugar de disminuir drásticamente, la demanda de combustibles fósiles habrá aumentado casi un 30 % en los próximos veinte años, sin que se vislumbre un pico.
Dentro de la lógica de las ganancias, el calentamiento global es imparable. Según The Economist, el portavoz de la élite económica mundial, el costo financiero es simplemente demasiado alto para combatir el calentamiento global.
En respuesta a la coronacrisis los gobiernos han tomado medidas sin precedentes. Habrá que tomar medidas igualmente radicales para hacer frente a la degradación del clima. “Si hay algo que la pandemia ha demostrado”, dice el Financial Times, “es el peligro de que se ignoren las advertencias de los expertos”.
Lucha por un sistema social diferente
¿Qué nos enseñan estas cuatro crisis? Que tendremos que repensar completamente nuestras políticas y nuestra economía. Para salir del actual estancamiento económico primero será necesario frenar los mercados financieros y romper el poder desproporcionado de las multinacionales. Para hacer frente a los problemas sociales la economía ya no debe centrarse en los beneficios privados de unos pocos, sino en las necesidades sociales de muchos. También debe haber una redistribución de la riqueza.
Para armarnos contra futuras pandemias la industria farmacéutica tendrá que hacer un profundo cambio de rumbo. Después de todo, la política climática es demasiado importante como para dejarla en manos de los gigantes de la energía y su lógica de beneficio. Hay que romper su omnipotencia de modo que haya espacio para una política climática responsable.
Para lograr todo esto tendremos que subordinar la esfera económica a la esfera política. Dónde y en qué se invierte, la distribución de los excedentes económicos, el comercio, las finanzas, etc., todo ello debe centrarse en las prioridades y necesidades de la comunidad actual y las de las generaciones futuras. Esta “planificación” (6) no implica de ninguna manera un control total del Estado, sino que la economía esté controlada por un órgano político (elegido) y no por propietarios privados. Significa que la lógica económica se subordina al Estado y no al revés.
Un sistema social diferente es necesario y urgente, pero no se logrará por sí solo. Las ideas correctas son importantes, pero no lo suficiente como para provocar un cambio. Hay enormes intereses detrás del sistema actual. Los que se benefician de este sistema nunca renunciarán voluntariamente ni estarán dispuestos a hacer concesiones, aunque haya capitalistas ilustrados que están convencidos de que tales concesiones son esenciales para preservar el sistema. Las organizaciones de empresarios incluso tratarán de aprovechar la situación de crisis para imponer una estrategia de choque.
La historia nos enseña que el tipo de sociedad y nuestro futuro dependerán de la batalla que libremos. Como dice el sociólogo Jean Ziegler, “no debemos ser optimistas, debemos movilizar a la gente” (7). Para que esta movilización sea poderosa tendremos que organizarnos con firmeza, porque el oponente está muy bien organizado. O como dice Varoufakis “si no logramos unirnos ahora, mi temor es que este sistema sólo profundice su cruel lógica”.
En cualquier caso, estos serán tiempos emocionantes y decisivos. Prepárate.
Notas:
(1) La retirada del Estado no se aplica a los principales monopolios, por el contrario. Debido a su gran concentración de poder, tienen cada vez más impacto en el sistema estatal. Utilizan el poder del Estado para fortalecer su posición competitiva y garantizar las máximas ganancias. Esto se hace de varias maneras. Las más conocidas son los contratos públicos, los subsidios y las tasas impositivas favorables. El gobierno también está llamado a explorar nuevos sectores o productos. Aquí las inversiones son inciertas y a menudo requieren grandes cantidades de capital. Las agencias gubernamentales están asumiendo esta fase inicial costosa y arriesgada, a menudo en el contexto de la industria de la guerra. En una etapa posterior, luego se transfieren al sector privado, se privatizan literalmente. Para dar algunos ejemplos recientes, ese fue el caso con la PC, Internet, el algoritmo de Google, las redes inalámbricas, la tecnología de pantalla táctil, GPS, microchips, biotecnología, nanotecnología y muchos otros productos o sectores rentables. El financiamiento inicial de Apple provino de una compañía de inversión del gobierno de los Estados Unidos.
(2) En todos los países en los que gobernaron los socialdemócratas ayudaron a dar forma a las políticas neoliberales. En Reino Unido Blair lanzó la “Tercera Vía” entre el capitalismo y el socialismo, e hizo un pacto con el ultraderechista Berlusconi. En Alemania Gerhard Schröder, el líder de los socialdemócratas, presentó el modelo de salarios bajos que inició una espiral de disminución salarial en toda Europa. En Bélgica los socialdemócratas son en parte responsables del deterioro del poder adquisitivo, las malas condiciones de trabajo, los recortes en la seguridad social y la atención médica, y el empeoramiento de los sistemas de pensiones.
Hasta ahora los Verdes no han gobernado mucho y donde lo hicieron, no han cambiado el curso de las políticas neoliberales. En Alemania han defendido con entusiasmo el modelo de bajos salarios. Durante su única participación gubernamental en Bélgica (1999 a 2004) los Verdes lograron producir solo cambios menores. En el Parlamento Europeo los Verdes han respaldado casi por completo las medidas neoliberales, como el Six Pack y, por lo tanto, son en parte responsables de las drásticas políticas de austeridad en la UE.
(3) Para una versión más elaborada de tal modelo alternativo, ver ‘Otra economía es necesaria y posible’ y ‘Crisis del Capitalismo’.
(4) El cálculo para una familia media se basa en la hipótesis plausible de que el ingreso disponible de los hogares es un 70 % del PIB. Utilizamos el producto mundial bruto: 136 billones de dólares en 2019. Esta cifra, expresada en dólares PPA [Paridad del Poder Adquisitivo], tiene en cuenta unas diferencias de precios entre países para los mismos bienes o servicios y expresa el poder adquisitivo real. Hemos convertido esta cifra en euros según el método de cálculo del Banco Mundial: para Bélgica 1 dólar PPA equivale a 0,808 euros. Fuentes: https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_countries_by_GDP_(PPP); https://data.worldbank.org/indicator/NY.GDP.MKTP.PP.KD; http://www.worldometers.info/world-population/world-population-by-year/; https://data.oecd.org/conversion/purchasing-power-parities-ppp.htm.
(5) Se estima que se trata de 350.000 a 1.3 millones de virus. Fuente: The Economist.
(6) Se podría definir la planificación económica como la capacidad de imponer objetivos decididos democráticamente para el desarrollo económico sostenible. Hay diferentes grados y niveles de planificación. La planificación debe ponerse en práctica de manera cualitativa, es decir, en relación a las necesidades humanas vitales, y en que se debe evitar la aplicación de una planificación burocrática.
(7) "Geciteerd in een Interview, Solidair", julio-agust de 2020, p. 31.
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