El caso Flagstad: acoso y cancelación de una diva
[La soprano Kirsten Flagstad (1895-1962) / KIRSTEN FLAGSTAD MUSEUM]
Fórcola edita en castellano una biografía de Kirsten Flagstad, una de las más grandes cantantes del siglo XX
En Hamar, su villa natal, una ciudad de poco más de 30.000 habitantes situada en la orilla oriental del lago Mjøsa, el mayor de Noruega, existe desde 1985 un museo dedicado a Kirsten Flagstad (1895-1962), la más importante cantante noruega de la historia, pero la relación de la artista con su país no fue siempre sencilla. Ingeborg Solbrekken había tratado ya su caso en trabajos anteriores aparecidos en las dos últimas décadas, y en 2021 amplió su mirada con la publicación de una biografía que ahora edita en castellano Fórcola. Merced a un exhaustivo trabajo de investigación en los archivos oficiales de Noruega, Solbrekken penetra hasta los más nimios detalles de un caso aleccionador, analizando las circunstancias que condujeron al acoso sufrido por la soprano durante años tanto en Noruega como en Estados Unidos.
Hija de una pianista a la que siempre sintió distante, Kirsten Flagstad carecía de la ambición de su madre, y por eso cuando en 1920, con 24 años, da a luz a una niña sólo piensa en quedarse en casa, cuidar de su hija y hacer feliz a su marido. Pero las cosas no van bien, termina separándose de su esposo y cantando en funciones de opereta, en las que a menudo tenía también que bailar ligera de ropa. En 1926, el Teatro Casino de Oslo decide por sorpresa programar algo más serio y escoge el Fausto de Gounod. La Margarita de Flagstad es un triunfo que sobrepasa fronteras y en 1928 es contratada por una compañía de Gotemburgo, que solía ofrecer cuatro grandes títulos de ópera por temporada: debutó en otoño de aquel año con El cazador furtivo de Weber causando auténtico pasmo entre el público y la crítica.
[Kirsten Flagstad. La voz del siglo
Ingeborg Solbrekken
Traducción de Lotte K. Tollefsen. Edición y notas de Javier Jiménez
Madrid: Fórcola, 2023. 479 páginas. 34,50 €]
De un día para otro la cantante se hace famosa. Aida y Tosca asentaron su reputación, y cuando incluyó fragmentos de Wagner en algunos conciertos con orquesta, su futuro artístico pareció quedar sellado. En 1929 el Teatro Nacional de Oslo le ofrece un Lohengrin que causó sensación (diecinueve salidas a saludar). Conoce entonces al que será su segundo marido, Henry Johansen, un magnate de la madera, viudo y padre de cuatro hijos, que le garantiza una vida cómoda. Se casan en el verano de 1930 y ella vuelve a pensar en la retirada. Acababa de cumplir 35 años.
Sin embargo, el destino le tenía preparado un camino bien distinto. La mujer tímida y chapada a la antigua, que se distraía haciendo solitarios de naipes, se prepara Isolda en seis semanas para una función que le piden en Oslo. La repercusión es tal que enseguida le ofrecen una audición para Bayreuth, donde debuta en 1933 con una 9ª de Beethoven, la llaman de Bruselas para cantar Sieglinde, vuelve a Bayreuth en el 34 para mayores empeños y en enero de 1935 desembarca en Nueva York para convertirse en la gran wagneriana de su tiempo, primero del Metropolitan y después del mundo entero.
Son años de una actividad frenética, que la llevan continuamente de América a Europa en todos los roles relevantes de Wagner: Brunilda, Elsa, Elisabeth y, sobre todo, Isolda, el rol que la marca absolutamente y que cantará 188 veces en escena entre 1932 y 1954.
Pero se interpone la guerra. Johansen se ha afiliado en 1933 a la Unión Nacional, el partido ultraderechista de Vidkun Quisling, quien cuando Noruega es atacada por la Alemania hitleriana en abril de 1940, da un golpe de estado y encabeza un gobierno títere supervisado por los invasores. Flagstad tuvo que cancelar su previsto viaje de Nueva York a Noruega de aquel mes y se refugió en el trabajo. Pasan los meses, su marido se impacienta y le pide encarecidamente que regrese: la diva lo hará (vía Lisboa-Madrid-Barcelona-París-Berlín-Estocomo) en abril de 1941.
Empieza entonces una historia que parece sacada del guion de una película actual de temática woke. Un diplomático noruego, convertido en embajador en Washington, que había sido desairado varias veces por la cantante, reacia a participar en sus recepciones, y a través de él diversos ministerios del país, con el apoyo de sectores de la prensa amarillista tanto en Noruega como en Estados Unidos, montaron una campaña de desprestigio de la artista, que se encarnizó al terminar la guerra y alcanzó el culmen de los desatinos cuando la policía noruega utilizó a dos antiguos agentes de la Gestapo para difundir la existencia de un (absolutamente ilusorio) entramado económico antipatriótico que habría dirigido Johansen (quien en 1941 no sólo había abandonado el partido sino que, sin dejar de hacer negocios con los alemanes, empezó a financiar a diversas organizaciones de la resistencia) y en el que Flagstad habría participado.
[Kirsten Flagstad junto a su segundo esposo, HenryJohansen / KIRSTEN FLAGSTAD MUSEUM]
En este punto la información de Solbrekken se vuelve minuciosa: cada telegrama, cada nota confidencial, cada reunión confirmada y con huella en los archivos es colocada en su sitio para desvelar la montaña de mentiras, tergiversaciones y falsificaciones con las que Flagstad fue primero obligada a permanecer en Noruega hasta 1946, todas sus propiedades ilegalmente bloquedas hasta 1950 y sometida a un acoso brutal en cada una de sus actuaciones americanas, pues la cantante decidió no rendirse y luchó por recuperar su carrera. Johansen había sido encarcelado tras la guerra y murió poco después en un hospital. Aún en 1953, el rey Haakon se negó a inaugurar el Festival de Bergen si tenía que ser en su presencia, y por ello sus recitales se programaron para el segundo y el tercer día del certamen. Una humillación que se quiso reparar –tarde y mal– cuando en 1958 fue nombrada directora de la nueva Ópera Nacional de Noruega, puesto que hubo de abandonar en enero de 1960, agostada por la enfermedad.
Sus pecados para tanto sufrimiento: una mezcla de ingenuidad, falta de formación intelectual y notoria incapacidad para entender los entresijos de la política y la diplomacia internacionales. Eso es al menos lo que se trasluce de toda la documentación que Solbrekken aporta para este ilustrativo estudio.
El editor Javier Jiménez completa la obra con un trabajo soberbio de anotación y añadido de archivos contextualizadores de audio y vídeo.
[Diario de Sevilla. 3-03-2024]
LA VOZ DE KIRSTEN FLAGSTAD
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Kirsten Flagstad debuted at the Metropolitan Opera on Saturday, February 2, 1935, as Brünnhilde in Die Walküre.
Throughout February, March, and April, she stayed at the Met to sing:
Brünnhilde in Die Walküre (five times)
Isolde in Tristan und Isolde (four times)
Brünnhilde in Götterdämmerung (once)
Elsa in Lohengrin (three times)
Elisabeth in Tannhäuser (three times)
Kundry in Parsifal (twice)
plus selections of Walküre and Tristan for three gala concerts
All in a span of eleven weeks, shortly before her 40th birthday.
No wonder Wikipedia says "Almost overnight, she had established herself as the pre-eminent Wagnerian soprano of the era."
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Discussion with my friends
Me: (post a picture of young Max Lorenz) Look! This Tristan looks so cute! With two big watery eyes.
My friends: OHHHHHHHHH––!
Me: (post a picture of Kristen Flagstad): What an elegant lady! She must be the queen of elves.
My friends: Exactly.
Me: (post a video of Franco Corelli): Awwwww––the Prince Charming of opera!
My friends: Oh man I can't resist that.
Actually most of they're not so familiar with operas, but good looks are popular everywhere.I hope they will have time to appreciate those beautiful voices.
I also hope no one will say something like "He sang like a Beagle" under videos of Jon Vickers. We Chinese Wagnerians have gotten a nickname for him: Mr. Brush, which means he had a rather rough voice. At first it was a negative nickname, but, now it contains no offense, we love his unique voice and outstanding interpretation after all.
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Top 5 sopranos <3
damn. i can't. im gonna try and not cheat but idk
1. Renata Tebaldi (duh)
2. Joan Sutherland (preferably young Sutherland, up to like mid-1960s when you could still somewhat hear actual words in her singing dkdhdndhn but i love her always)
3. Rosa Ponselle and Claudia Muzio (i love them both and they're kinda the same time period category but if I had to choose. yeah, Ponselle)
4. Marcella Sembrich-Kochańska and Luisa Tetrazzini and Nellie Melba (I CANT CHOOSE. they're my holy trinity of Ancient Goddesses of Coloratura - I'd say, objectively, Tetrazzini was the best when it comes to pure vocal technique, but Sembrich is the one closest to my heart so. Sembrich)
4. Edda Moser and Carol Vaness (they're THE Mozart sopranos. they never held anything back, always gave 100% of drama and full voiced singing, and that's THE ONLY WAY to sing Mozart. period. Moser ultimately wins because she's been with me from the very beginning, was one of my very first favourite singers, and she's ruined all Queens of the Night for me and her recording of Martern aller Arten makes me wanna scream and kill and maim like no other. I listened to her long before I even touched Tebaldi or Sutherland etc. and I'm very nostalgic about her. but Vaness is honestly so good too y'all, THE Fiordiligi and Vitellia, no one comes close to her in these roles, and also one of my two most favourite Donna Elvira-s actually).
5. Antonietta Stella (couldn't decide whether to put Nilsson, Flagstad or her but while I do think both N and F were Objectively better sopranos, I decided to go with my heart and my heart loves Stella forever and always. the problem with her is that, she either sings something absolutely wonderfully with a wall of huge, pure, beautiful, unrestricted sound, or she fucks up completely, rarely anything in between. but I just love her, I do, no matter what)
i feel so guilty for not including so many others of my favourites so im gonna mention them in the tags just to ease my conscience lol
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