Tumgik
#porque ya la había subido así a otros sitios
hobidess · 2 months
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Al final, perdimos...
Roier corría lo más rápido que podía, era oficial, iba a morir pronto y no sabía de qué forma, tuvo que dejar a su esposo atrás para poder comprarse un poco más de tiempo. Si iba a morir, no dejaría que los demás se quedarán con sus cosas, había luchado demasiado por obtener todo lo que tenía y no se lo daría fácilmente a los del equipo azul. 
No sabía cuando, como, ni donde, no sabía siquiera si lo iban a matar de verdad. De cualquier manera prefería ocultar todo lo que tenía, Cellbit le daría un mejor uso, le ayudaría de ahora en adelante. 
Porque ahora no estaría él para ayudarle a tener una buena armadura…
“Yo te ayudo a conseguir una mejor armadura y una mejor arma…”  “Pero que no lo sepa tu equipo…”
Había tantos planes entre ambos, querían hacer tantas cosas juntos, pero simplemente no se podía. ¿Había algo que no los dejaba ser felices? Primero sus hijos y ahora él ¿qué sería de Cellbit? 
No quería siquiera pensar en el infierno que pasaría su esposo, no era justo, no era justo que su esposo sufriera otra pérdida. No era solo su esposo, también Jaiden y Foolish, los dejaría solos, ya no podría bromear para aligerar el momento, ya no podría hacerlos felices, ya no podría protegerlos…
“Gatinho… Sé que estarás desesperado por buscarme, para cuando encuentres este libro, yo ya me habré ido. No sé lo que me deparé, no sé si voy a morir, no sé si tal vez solo me llevaran a otro lugar, o tal vez estoy exagerando y simplemente me pusieron en tu grupo y todo esto no tendría sentido, porque no tiene sentido que nos maten a todos ¿no es así?  Lo siento… debí haber hecho mejor las cosas, debí haber matado a esos culeros desde el principio, debí haber intentado ganar.  Si no muero mañana, si me llevan a otro lugar, ten por seguro que volveré a ti, porque así lo prometimos ¿no es así? Así como te fui a rescatar la primera vez, así lo volveré a hacer, nos volveremos a encontrar, no me olvides Cellbit porque yo no te voy a olvidar.  Eu te amo Atte. Guapito.”
Dejó finalmente el libro en el cofré junto a todas sus cosas y lo enterró, sabía que Cellbit lo encontraría, tenía que hacerlo. Porque habían prometido encontrarse justamente en ese sitio al día siguiente, tendrían una cita, una en la que conseguirían más diamantes e incluso encantarían cosas, tenían todo planeado. 
— Mierda… - susurro en voz baja mientras sentía las lágrimas bajar por sus mejillas - No quiero dejarlo, no quiero maldita sea  — Objetivo encontrado…
Hola, este es un pequeño hc, un pequeño fic, un pequeño one-shot(? como ustedes quieran llamarlo. Lo hice hace tiempo por el purgatorio en el QSMP, lo había subido a twitter pero ahora lo subo aquí para compartirlo nada más :D
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behindhereyes05 · 1 year
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CAPITULO 12
Hablemos de mi condición y mi autoestima, cuando era niña tuve que participar en gimnasia rítmica y fue ahí donde me di cuenta de que no era igual a mis compañeras, yo estaba usando short cuando me di cuenta que yo era la única que tenia mas vellos que las demás, ese momento, alguien vio mis piernas e hizo un comentario feo, de lo cual me puse triste pero luego se me paso porque era niña y estaba mas enfocada en jugar.
Después de un tiempo, tenia 10 años cuando decidí comprarme una crema depilatoria y procedí a depilarme mis piernas, era la primera vez que lo hacia y me sentí tan bien ya que se veían "bonitas" sin ningún tipo de vello.
Fue pasando el tiempo y empecé a utilizar la rasuradora ya que era mas rápido que usar una crema, mas que todo cuando tenia que usar falda en el colegio, pero no solamente tenia vellos en las piernas si no también en los brazos, me acuerdo que le pregunté a mi mamá del por que yo era así y en ese momento ella me dijo que quizás sea hereditario ya que mi papá era muy velludo.
En la secundaria me molestaban algunas personas con respecto a mis vellos de mis brazos, me decían del por que no me depilo, yo me depilaba mis piernas pero mis brazos no los tocaba porque consideraba que no era necesario hacerlo. Para ese entonces yo había subido de peso, estaba mas gordita, considero que eso afecto mi autoestima, ya que también me molestaban por eso. Muy aparte de que mi ciclo menstrual era irregular, me salió mucho acné y mi cuello se empezó a oscurecer como si estuviera sucio.
Cuando cumplí 16 años fui al hospital a chequearme y ahí descubrí mi condición, tenia el "Síndrome del ovario poliquístico" (SOP) , yo nunca había escuchado de eso, para mi era todo nuevo, la ginecóloga me dijo que tenia que bajar de peso para así recetarme pastillas anticonceptivas ya que me iba ayudar a regular mi periodo también fui al Endocrinólogo y me dio una lista de alimentos que tenia que comer y que si o si tenia que hacer ejercicio ya que en ese entonces pesaba 89 kilos, estaba con obesidad.
Justo estaba en mi adolescencia, tenia muchas inseguridades y varias crisis existenciales, estaba con ansiedad en ese momento, tenia una pésima alimentación, comía demasiados carbohidratos, y para remate me aislé de tal manera que solo salía para sitios puntuales y hasta considero que me dio ansiedad social.
Así que poco a poco me fui dando cuenta que todo lo que estaba haciendo no era bueno para mi, así que decidí dar el primer paso que era hacer ejercicio, mi alimentación también fue mejorando hasta que llegué a pesar 75 kilos, durante varios años tuve ese peso, no subía ni bajaba y era por lo mismo que había épocas que no hacia ejercicio.
En estos últimos años considero que he sido mas constante a raíz de eso también mi ciclo menstrual fue regulándose sin necesidad de tomar pastillas anticonceptivas (menos mal que no tomé eso), ya no me siento tan cansada como antes.
Actualmente salgo a correr en las mañanas, hace poco fui a pesarme y resulta que estoy pesando 65 kilos es algo increíble, estoy muy orgullosa de mi ♥, todos estos años que han pasado han valido la pena sinceramente. El hecho de bajar de peso es bueno pero algo que también me pone muy feliz es que mi autoestima esta en otro nivel, me siento mas segura, he aprendido a quererme muchooo <3
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wingzemonx · 2 years
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Resplandor entre Tinieblas - Capítulo 116. Una buena persona
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Resplandor entre Tinieblas
Por WingzemonX
Capítulo 116. Una buena persona
Ese lunes en la mañana, Mark se encontraba listo para partir a Davidson desde temprano, y sin necesidad de que alguien fuera a despertarlo o a echarle una mano. A diferencia de su primo Damien que tenía mayor reticencia a volver a la escuela tan pronto, Mark de hecho se encontraba un poco más impaciente por emprender el camino. Claro, no era que el mayor de los primos Thorn fuera precisamente el estudiante modelo, ni tampoco que le tuviera un “cariño” particular a la academia militar. Y ciertamente estar en casa resultaba mucho más cómodo. Y aun así, siempre le había encontrado un encanto particular a libertad que daba el vivir lejos de casa, y lejos de su padre y su madrastra.
Claro, pocos llamarían “libertad” el estar encerrado en aquel sitio en donde tenían siempre que comportarse, y donde les tenían puesto el ojo todo el día. Pero Mark sentía que se había acoplado bien al ritmo de Davidson. Además, había encontrado muy buenos amigos ahí, y siempre había contado con la compañía de su primo Damien. Y por más complicada que se pusieran las cosas, si estaban juntos había forma de sobrellevarlo.
Eso incluía su pequeña suspensión del semestre pasado.
De hecho había sido en ese lapso de tiempo, en el que estuvieron encerrados y castigados en casa, en el que se dio cuenta que de hecho sí extrañaba la academia, a sus amigos, e incluso las tediosas ceremonias. Eso, o quizás había surgido en él una necesidad apremiante por recuperar la confianza de sus padres y maestros por aquel horrible incidente que tanto había lastimado a Charles Powell, a pesar de que todos insistían en que no había sido culpa de nadie.
Cuando bajó a la planta baja de la mansión, ya traía su uniforme puesto, su maleta en una mano, y en la otra sujetaba su teléfono, el cuál revisaba distraídamente. Había subido la noche anterior algunas fotografías de su fin de semana largo, entre ellas algunas de la cena de Acción de Gracias de los Thorn, y revisaba los comentarios y las reacciones de la gente; todos muy positivos. Mark siempre había sido bastante sociable. Había en él un “algo” que lo hacía fácil de tratar, y en especial de querer. Una cualidad que algunos, como su tía Marion, dirían que era muy propia de un Thorn.
—Mark, ¿ya están listos? —escuchó de pronto que alguien le hablaba cuando ya estaba prácticamente en el vestíbulo. Al alzar su mirada, observó a su madrastra, Ann Thorn, aproximándose hacia él con una radiante sonrisa—. Murray ya los está esperando en el auto.
—Yo sí estoy listo —respondió Mark guardando el teléfono en su bolsillo—. Damien… no sé qué tanto se está arreglando. Quizás no quiere que se acaben tan pronto las vacaciones.
Ann se aproximó al muchacho con cautela, parándose justo delante él. Pasó entonces su dedos por los cabellos rubios y brillantes de Mark, acomodándolos como solía hacerlo seguido con su primo y él.
—Siempre me ha encantado lo apuestos que se ven con estos uniformes —señaló Ann con orgullo, acomodándole también el nudo de su corbata.
—Como adornos de pastel, ¿no?
—No bromees. Aun así, siempre he creído que esto de las escuelas militares sólo para hombres es tan anticuado y poco natural.
—Davidson es una gran academia. No cualquier chico termina su escuela intermedia sabiendo cómo disparar de manera correcta un rifle.
—Sí, eso definitivamente será algo que impresionará a las chicas. Porque, admítelo, no te molestaría ir a una escuela donde hubiera algunas lindas jovencitas, ¿o sí?
Los labios de Mark dibujaron una escueta sonrisa, y sus mejillas se pintaron de rojo. El comentario al parecer le había provocado la suficiente pena como para voltearse hacia otro lado para disimularlo.
—Sólo un semestre más y veremos entonces, ¿sí? —susurró Ann con tono de complicidad—. Adelántate al auto, yo iré a ver qué hace tu primo.
Mark asintió, y tras acomodarse mejor su maleta al hombro, se dirigió rápidamente a la puerta, mientras Anna iba hacia las escaleras.
Si Mark tuviera que definir en aquel entonces qué opinión o relación tenía exactamente con Ann, hacerlo le resultaría ciertamente… complicado. Era la segunda esposa de su padre, y por lo tanto su madrastra; eso lo tenía bastante claro. Además de que se había casado con su padre cuando él tenía tres o cuatro años. Eso implicaba que había estado ahí con él durante casi toda su vida; mucho más que su madre biológica, a la que apenas y recordaba. Le era casi imposible retomar algún recuerdo de su infancia en dónde la hermosa mujer de cabellos oscuros y labios rojos no estuviera presente.
Y aun así, le era muy difícil poder verla como una verdadera figura materna. No la odiaba ni nada parecido; de hecho hasta podría decir que le tenía aprecio. Pero quería pensar que el sentimiento que le debía inspirar una madre verdadera debía ser más que sólo eso. Pero, ¿qué sabía él de madres en realidad?
Al salir por la puerta principal, vio el vehículo negro en el que Murray los llevaría a la academia. Pero también se sorprendió al notar un taxi color amarillo estacionado detrás de éste, del cual se estaba justo bajando su pasajero. Al reconocer a aquella persona, Mark se apresuró a bajar los escalones de la entrada para ir a su encuentro.
—Tía Marion, qué sorpresa —exclamó el muchacho con fuerza para llamar la atención de la mujer mayor. Ésta alzó de inmediato su mirada hacia él, y una amplia sonrisa desbordante de alegría adornó su rostro.
—Mark —exclamó la mujer, inclinándose hacia el muchacho para rodearlo en un cariñoso abrazo, y también darle un rápido beso en la mejilla—. Qué gusto haberte alcanzado antes de que te fueras. Pero qué grande estás.
—No exageres, tía —rio el chico—. No hace tanto que nos vimos.
—Para mí se sienten como si hubieran sido años —suspiró la tía Marion con algo de melancolía—. Ayúdame a subir estas escaleras, ¿quieres?
—Claro, permíteme.
Marion se agarró firmemente del brazo de Mark, y ambos comenzaron a subir paso a paso los escalones hacia la puerta principal.
—Mírate —masculló Marion mientras avanzaban—, te has vuelto la viva imagen de tu abuelo. Todo un Thorn.
—Gracias, tía.
Al llegar al final de las escaleras, dos sirvientes iban saliendo, por lo que Marion no perdió tiempo en indicarles que trajeran su equipaje. Estos se apresuraron a obedecer la indicación sin chistar.
Marion miró justo entonces de reojo hacia el interior de la casa, y en ese momento todo su humor pareció cambiar de golpe.
—Ese primo tuyo… ¿sigue aquí también? —musitó despacio, con voz árida y desdeñosa.
—¿Damien? Sí, está arriba, pero ya baja. ¿Quieres saludarlo?
—¿Tú qué crees? —soltó Marion con desdén—. ¿Cómo se ha portado?
—Bien, Damien siempre se porta bien.
—No es lo que he escuchado…
Mark no tuvo que preguntarle directamente a qué se refería. La tía Marion nunca había tenido muy buena opinión sobre Damien, pero ésta parecía haber ido a peor tras el incidente de Powell y su suspensión. Para Mark aquello no era justo, pues para él no había sido culpa de ninguno de los dos.
Marion suspiró con pesadez, y recorrió su mano por sus cansados ojos. A Mark siempre le había parecido una mujer tan fuerte, pero últimamente cada vez que la veía le parecía un poco más cansada. Era algo que incluso un chico de trece como él podía notar.
—Escúchame bien, Mark —pronunció Marion abruptamente, girándose hacia él y tomándolo sutilmente de sus brazos con ambas manos. Alzó además su rostro, haciendo que sus profundos ojos azul grisáceo se enfocaran fijos en los suyos—. No puedes permitir que ese mequetrefe te vuelva a meter en problemas, ¿oíste? No dejes que te maneje ni te manipule.
—Él no hace tal cosa, tía Marion —espetó Mark con tono defensivo—. Damien no es cómo tú crees.
—A veces me temo que pudiera ser peor. Pero él no importa. Tú, y sólo tú, eres el futuro de nuestra familia, Mark. —al pronunciar aquello, se permitió alzar una mano y recorrerla lentamente por el rostro del muchacho. Éste permaneció quieto, sintiendo las sutiles caricias de aquellos dedos delgados, y un poco fríos—. Nunca lo olvides. Y mientras más pronto hagas distancia con ese buscapleitos, será mejor. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —respondió Mark con voz neutra, más que nada para complacerla y terminar con esa conversación de una vez. Sabía que no importaba lo que le dijera, no la sacaría de su postura.
Igual para Marion eso bastó. Sonrió complacida, y se inclinó de nuevo hacia él para abrazarlo.
—Ese es mi muchacho —susurró despacio cerca de su oído—. Todo lo que hago, es por ti, Mark. Sólo por ti…
* * * *
Esa sería la última vez que Mark hablaría con su tía Marion. Durante la mañana siguiente, su padre les habló para avisarles a Damien y a él que la habían encontrado sin vida en su habitación de la mansión. Algo del corazón, al parecer.
Mark quedó en shock al escucharlo, tanto que tuvo que sentarse de inmediato en la silla que tenía más próxima. Damien, por su parte… bueno, él no reaccionó demasiado a la noticia, casi como si ésta en realidad no le hubiera sorprendido en lo absoluto. Pero al menos, si acaso tenía alguno de sus usuales comentario hiriente para dicha ocasión, fue lo suficientemente consciente de qué tan afectado se encontraba Mark como para guardárselo; de momento.
A pesar de que sólo llevaban un día de regreso en la Academia, ambos recibieron un permiso especial para asistir al funeral y acompañar a su padre. Murray fue a recogerlos al día siguiente y los llevó de regreso a la mansión. Para ese momento ya deberían haber comenzado los preparativos para cerrar la mansión durante el invierno, pero evidentemente la situación retrasaría los planes de sus padres un poco. Y en lugar de tener ya los muebles cubiertos, las ventanas cerradas, y las habitaciones clausuradas, la mansión se encontraba en modo de luto.
Cuando Damien y Mark arribaron, vistiendo sus uniformes negros para la ocasión, no les sorprendió ver la mansión casi repleta de personas. La mayoría amigos y conocidos de su padre, pero claro también de la difunta. Marion Thorn había apoyado con los años a prácticamente toda obra de caridad que existía en Chicago y sus al rededores, además de ser una activa fomentadora del arte y la cultura. Así que por obvias razones, mucha gente le tenía aprecio.
Justo al entrar a la casa, se encontraron de frente con una fotografía grande enmarcada de Marion, coloca sobre un caballete, rodeada de varios arreglos de flores que tenían prácticamente invadido el vestíbulo. Mark reconoció la foto; era de hace dos o tres años, cuando había salido en la portada en una revista. Estaba arreglada y muy sonriente.
—Casi parece una persona feliz —murmuró Damien con ligera sorna al contemplar la fotografía. Mark no respondió nada.
Mientras avanzaban por la casa, las personas no tardaron en acercárseles para saludarlos, y en especial para darles sus condolencias. Mark no estaba en lo absoluto de humor para eso, pero sabía que era el comportamiento que se esperaba de él. Era un Thorn, después de todo.
Si alguien estaba más afectado por la repentina muerte de la tía Marion, ese era su padre. Aunque como hombre de negocios y tiburón social que era, Richard lograba mantenerse calmado, y sostener lo mejor posible las pláticas que las diferentes personas intentaban entablar con él. Pero Mark se daba cuenta de que no estaba como siempre. El dolor estaba ahí en el centro de todo. Habría también algo de culpa debido a cómo terminó su última plática con Marion la noche anterior, pero de aquello Mark nunca se enteraría, y quizás sería mejor así.
Pasadas sólo un par de horas, el mayor de los primos Thorn ya se sentía exhausto, por lo que se dirigió a una de las salas de estar del otra ala, que al parecer se encontraba mucho menos concurrida, y se dejó caer de sentón en uno de los sillones. Cerró un instante los ojos, y pasó sus manos lentamente por su rostro. Su cabeza le dolía un poco. Siempre escuchaba a los adultos quejándose de sus dolores de cabeza, pero no era algo con lo que él estuviera identificado… hasta ese momento.
No supo cuánto tiempo estuvo ahí sentado, pero en efecto sentía que la quietud y el silencio le estaban haciendo bien. El encanto se rompió un poco al percibir los pasos de alguien contra el suelo de madera, aproximándose hacia él desde la puerta de la sala. Al abrir sus ojos y virarse hacia esa dirección, vislumbró a su primo Damien, que caminaba hacia él con dos tazas humeantes en sus manos.
—¿Café? —pronunció extendiéndole una de las tazas—. Hay como cuatro cafeteras encendidas a lo largo de la casa, y cada ciertos minutos alguien se sirve. Al parecer en este tipo de situaciones a la gente le gusta tomar café. Pero si alguien pregunta, es chocolate, ¿de acuerdo?
Remató su comentario con un discreto guiño de su ojo, y una modesta sonrisa.
Mark contempló la taza con curiosidad, como si le resultara complicado reconocer lo que era. Su mano terminó por moverse sola, estirándose para tomarla.
—Gracias.
Sostuvo la taza con ambas manos y dio un pequeño sorbo del líquido caliente. No sólo le quemó un poco la lengua, sino que además sintió que su sabor penetrante le impregnaba la boca entera. No había sido una primera impresión muy agradable. Y, aun así, continuó bebiéndolo poco a poco.
Damien avanzó hasta sentarse en el sillón a su lado. Cuando pasó justo delante de él, Mark logró ver que colgado al cuello traía una de sus cámaras fotográficas nuevas; la que había comprado justo ese fin de semana, sino se equivocaba. Se preguntó cómo no la había notado en cuanto se le acercó, si era tan grande. Quizás en verdad estaba cansado.
—¿Qué haces con eso? —inquirió curioso, señalando a la cámara con un ademán de su cabeza.
—No sé —respondió Damien encogiéndose de hombros—. Sólo sentí deseos de tomar algunas fotos.
—¿Te parece que sea apropiado?
—Quizás no. Pero… —se estiró al frente para dejar su taza en la mesa de centro delante de ellos, y así poder sostener la cámara con ambas manos y poder inspeccionar en su pantalla trasera las fotos que había tomado. Todas de personas presentes ahí en la casa, con rostros alargados y tristes, o a lo mucho intentando forzar una amarga sonrisa en sus labios—. Hay algo fascinante y especial en poder capturar las emociones fuertes de la gente en un instante específico. Y en estos momentos hay mucho de ello por aquí. ¿Ya te había hablado de eso?
Al alzar su mirada de la cámara y mirar de regreso a su primo, se dio cuenta de que el mismo semblante apagado del resto de la gente estaba igualmente presente en el joven Mark. Pero a diferencia de los demás, ese era un rostro que no le apetecía capturar.
Damien apagó la cámara y la apartó, colocándola sobre el sillón a su lado.
—Oye —pronunció justo después con mayor prudencia. Mark se volvió a mirarlo, teniendo quizás que poner bastante esfuerzo para lograrlo—. No tiene caso que finja; ambos sabemos a la perfección que la tía Marion y yo… nunca nos llevamos bien. Y es probable que eso nunca hubiera cambiado. Pero ella te quería, de verdad. Eso siempre lo dejó bastante claro. Así que… está totalmente bien que te sientas mal.
—Gracias, Damien —masculló Mark, asintiendo levemente. No estaba seguro si esas palabras lo hacían sentir mejor o no, pero las agradecía. Sabía que no debía ser fácil para él habérselas dicho.
Ambos se quedaron ahí sentados uno junto a otro, bebiendo en silencio de sus tazas de amargo café. Mark incluso sentía que comenzaba a tomarle el gusto.
—¿De casualidad recuerdas algo del funeral de mis padres? —pronunció Damien de pronto, tomando un poco desprevenido a Mark.
—Vagamente. Recuerdo haber conocido al presidente y a la primera dama.
—Sí, yo igual. Pero fuera de eso, no recuerdo mucho más de aquella época, excepto lo que mi tío me ha contado. Pero este aire tan deprimente me está trayendo algunos confusos… y no muy agradables recuerdos…
A Mark le resultaba curioso que Damien comenzara de pronto a hablar de sus padres. En todo el tiempo que llevaba viviendo con ellos, muy rara vez los mencionaba, y le parecía que en los últimos años había sido incluso menos que eso. Pero no podía culparlo; él tampoco hablaba mucho de su madre biológica.
Mark miraba pensativo a la pared de enfrente mientras meditaba en todo ello, y bebía con cuidado de su taza. Ambos habían sufrido aquellas pérdidas siendo bastante jóvenes. Así que, de cierta forma, ¿no sería la muerte de la tía Marion su primer acercamiento real a la muerte?
Bebió un sorbo más de su taza, y escuchó casi al mismo tiempo los pasos de alguien más en la puerta; algo más tímidos y discretos que los de Damien. Mark se giró de nuevo a la entrada de la sala, esperando ver a alguien que hubiera ido a buscarlos. Lo que vio, sin embargo, lo dejó bastante… perplejo.
Había alguien de pie ahí en el arco de la puerta, en efecto. De estatura baja, complexión delgada, con un gorro rojo de tela en la cabeza del que se asomaban algunos mechones oscuros y ondulados, una gruesa chamarra azul y guantes. Y su rostro, al principio cuando Mark recién lo vio  le pareció que era… blanco, muy blanco; anormalmente blanco. Pero tras unos segundos, la forma se volvió más clara y se dio cuenta de que aquello no era su rostro, sino… ¿una máscara? Una totalmente blanca, de algún material flexible que se pegaba totalmente a su verdadero rostro, simulando de una forma casi mórbida sus facciones y expresiones.
Y a pesar de los segundos que habían pasado, aquella persona no se había movido ni un poco en ese lapso, como si fuera algún tipo de estatua que se había materializado de la nada. Pero no era el caso, pues tras los huecos de aquella máscara, en efecto se asomaban unos ojos muy reales, que miraban fijamente hacia ellos sin siquiera pestañear.
—¡¿Qué demonios…?! —exclamó Mark cuando le fue posible reaccionar, levantándose de un salto del sillón, y retrocediendo con aprensión hacia el otro extremo de la sala.
La persona en la puerta reaccionó también al oír el pequeño grito de espanto de Mark, sobresaltándose y alzando sus brazos al frente, temeroso.
—Lo… lo siento… —susurró una voz apagada y suave desde atrás de la máscara—. No quería asustarlos…
Damien se levantó en ese momento del sillón, y observó de forma inquisitiva a la curiosa aparición en la puerta. Dejando de lado lo inusual que su apariencia podía parecer en un inicio, era fácil ver que era un chico, de su misma edad, algo pequeño y escuálido. Y, que de hecho, parecía estar más nervioso por ellos que ellos por él.
Y tras sólo unos segundos de reflexión silenciosa, Damien reconoció esa manera de pararse; esa característica postura de borrego tembloroso.
—¿Charles? —cuestionó aún algo escéptico, dando unos pasos hacia él—. ¿Charles, eres tú?
Al escuchar ese nombre, la mente de Mark igualmente se aclaró. Y aunque no logró reconocerlo por completo, ciertamente logró relacionar a la misteriosa figura delante de él con su viejo compañero de pelotón, Charles Powell.
El muchacho tomó aquellas palabras como una invitación para poder ingresar a la sala, por lo que comenzó a avanzar hacia ellos con pasos tímidos y cortos, juntando tanto sus manos enguantadas delante de él que sus dedos se apretaron entre ellos de forma nerviosa.
—Hola Damien, Mark —pronunció el chico una vez que estuvo más cerca, y ambos chicos Thorn pudieron al fin reconocer la voz de su compañero, sonando a través de aquella máscara cuyos labios permanecían inmóviles en su sitio—. Me da mucho gusto verlos. Digo… no quiero decir que me dé gusto lo que pasó. Yo… lamento lo de su tía, de verdad.
—Gracias, Charles —pronunció Damien despacio con voz tenue.
—Sí, gracias por venir, viejo —le secundó Mark, intentando ser un tanto más amble. Incluso tuvo el reflejo de aproximarse para darle un abrazo, pero se arrepintió a medio camino, teniendo ya los brazos extendidos.
Aunque fuera en realidad Charles el que estuviera debajo de esa máscara y esas capas gruesas de ropa, aun así una parte de él se sentía incómodo de aproximársele más de la cuenta. Pero ya había dado el paso, e incluso Charles había ya también alzado los brazos; sería muy incómodo para ambos retroceder ahora. Con eso en mente, Mark avanzó la distancia que los separaba y terminó rodeando a su viejo amigo en un pequeño y rápido abrazo. Resultó no ser tan malo como creía, aunque le sorprendió un poco sentir que debajo de ese grueso abrigo, el cuerpo del muchacho se sentía más delgado y pequeño de lo que recordaba; casi como si no hubiera nada ahí en realidad.
Una vez que se separaron, Charles se viró hacia Damien con la intención de también abrazarlo a él, pero éste lo detuvo con un gesto de su mano y de su cabeza, indicándole de la forma más educada posible que estaba bien así. Charles bajó los brazos y retrocedió. La máscara podía ocultar su verdadero sentir, pero Mark igual percibió su decepción.
—¿Viniste solo? —preguntó Mark.
—No —respondió Charles rápidamente—. Mi madre… ella está por ahí —murmuró inseguro, señalando fugazmente hacia la entrada de la sala.
No sonaba muy convincente, aunque tampoco había por qué suponer que estaba mintiendo.
—Y… ¿cómo has estado? —inquirió Mark justo después—. ¿Cómo sigues de… lo que pasó?
Esperaba no ser imprudente con su pregunta, pero lo más lógico era pensar que esa máscara (o lo que fuera) y esas ropas tan abrigadoras, considerando que no hacía tanto frío, debían de ser para ocultar sus quemaduras; las que había causado aquel penoso y desagradable incidente. A Damien, Mark y un par más les había costado una suspensión, y a Chuck Harrison la expulsión. Pero a Charles le había costado mucho más que a cualquiera de ellos.
Como fuera, Powell no pareció molesto u ofendido por la pregunta, sino de hecho pareció emocionarse un poco.
—Bien, mi tratamiento va muy bien. Dicen que quizás pueda volver a la escuela el siguiente semestre.
—¿En serio? —exclamó Mark, sorprendido—. Eso sería grandioso. Qué bueno, Charles. Me alegra mucho escucharlo.
—Gracias, Mark. Espero con ansías… poder volver pronto con ustedes, chicos.
Mientras decía eso, la atención del muchacho se centraba especialmente en Damien, como si ansiara sobre todas las cosas escuchar qué diría. A Mark esto no le extrañó. No dudaba de que le alegrara escuchar sus buenos deseos, pero ni una centésima de lo contento que se pondría de escuchar esas mismas palabras del menor de los primos Thorn.
Charles se había pegado a Damien prácticamente desde el primer día de clases. Lo seguía a todas partes, hacía todo lo que él le pedía, le hacía caso en todo lo que decía, y le creía cualquier cosa que le dijera. Lo idolatraba a niveles ciertamente exagerados, y Mark nunca había entendido por qué con exactitud. Sólo sabía que a varios les parecía incómodo ver cómo se comportaba cuando estaba con Damien, siempre intentando de alguna forma llamar su atención o impresionarlo. Mientras que Damien, por su lado, fue justamente esa actitud lo que más le fastidiaba de Charles Powell. Intentó varias veces quitárselo de encima sin mucho éxito, hasta que ocurrió el incidente del butano.
Durante ese rato, Damien había permanecido en silencio, ecuánime, y algo indiferente ante la presencia del muchacho. Aunque no del todo. Desde que vio su máscara y supo que se trataba de Charles, una fracción de interés se había asomado en sus ojos. Una fracción de interés como por la que Charles había estado rogando por tanto tiempo.
—Sí, eso sería genial —comentó Damien rápidamente, secundando un poco lo dicho por su primo—. Charles —pronunció justo al momento, señalando con un dedo a su propio rostro—. ¿Por qué no te quitas eso un segundo?
La sugerencia alarmó visiblemente tanto a Charles como a Mark. Incluso debajo de su máscara, fue evidente que el primero mostraba bastante reticencia, incluso dando un paso hacia atrás de forma aprensiva.
—Damien… —masculló su primo despacio, aproximándosele un poco para poder susurrarle al oído que eso no sería adecuado. Damien, sin embargo, se adelantó más hacia Charles, prácticamente esquivándolo.
—Sólo un segundo —añadió con una sonrisa astuta—. ¿Qué pasa, Charles? —Estiró en ese momento una mano hacia él, colocándola suavemente sobre su brazo izquierdo—. ¿No lo harías por mí?
El muchacho guardó silencio, virándose levemente hacia otro lado, como intentando huir de la penetrante mirada de Damien. Era claro que no quería hacerlo, pero… como todos siempre decían, Charles Powell siempre hacía lo que Damien Thorn le pedía; sin importar qué.
Con algo de inseguridad en sus movimientos, alzó sus manos y se retiró con cuidado su gorro de tela, dejando a la vista la cabellera oscura que cubría su cabeza, salvo en una sección específica en el costado izquierdo donde no había más cabello, sólo una mancha rosada que se extendía desde la máscara hasta atrás, como la pronunciada entrada de un hombre mayor.
Justo después tomó entre sus dedos el material elástico de la máscara desde la parte inferior, y comenzó a deslizarla lentamente hacia arriba. Ambos jóvenes Thorn contemplaron en silencio como aquel material similar a goma se iba despegando de su piel, dejando al descubierto poco a poco lo que ocultaba debajo.
—Oh, Dios —masculló Mark con asombro, quizás un poco más alto de lo que se proponía. Su reacción no le enorgullecía, pero… aquella imagen era algo que simplemente nunca había visto en su corta vida.
Las quemaduras abarcaban casi por completo la mitad izquierda de su rostro, extendiéndose por su piel como una voraz mancha rosácea sin forma ni orden que amenazaba con devorárselo entero, aunque Mark supiera que eso era imposible. Se hacía presente desde el interior de su gruesa chamarra y suéter, subía por su cuello y su barbilla, engullendo una parte de la comisura de su labio que parecía ya no ser parte de su boca en realidad. El parpado izquierdo caía agotado sobre su ojo, inmóvil y totalmente desconectado de su compañero del lado derecho, lo que hacía que se preguntara si aún había algo debajo de éste. De su oreja sólo quedaba un escaso vestigio de que alguna vez estuvo ahí. Y por último, justo como se vio cuando se retiró el gorro, una parte del lado izquierdo de cabeza estaba desprovista de cabello, en donde el fuego lo había alcanzado.
En un extraño contraste, el costado derecho de su rostro se veía totalmente bien, como siempre lo habían visto hasta antes del incidente. Con su piel lechosa, su temeroso y pequeño ojo azul oscuro, y su lacio y brillante cabello castaño oscuro. Pero esto más que ayudar a transmitir un poco de normalidad, extrañamente hacía todo lo contrario. Esa discordancia entre ambos lados le resultaba a Mark un tanto incómoda.
Y ese era sólo su rostro. La peor parte muy seguramente se la había llevado el resto de su cuerpo, en especial su mano y brazo izquierdo, el punto justo en dónde había iniciado el fuego para luego propagarse rápidamente ante los ojos impotente de los chicos presentes.
Mark había oído rumores de lo mal que había quedado, pero sólo hasta verlo de frente pudo ser consciente de lo realmente grave que había sido todo aquello. Si así se veía, no podía ni imaginarse el dolor que debía de sentir. Y también hacía que se preguntara si no sería quizás demasiado optimista de parte de Charles creer que podría volver a la escuela el siguiente semestre.
Mientras todas esas cosas pasaban por la cabeza de Mark, y se hacían la mayoría evidentes en su propio rostro, Damien permanecía de hecho bastante inexpresivo. A diferencia de su primo, ni siquiera parecía haber reaccionado la gran cosa. Aunque su mirada se encontraba bastante fija en el muchacho delante de él, recorriendo centímetro a centímetro aquel singular rostro, y en especial cada uno de los surcos y figuras que formaban las quemaduras. Charles sentía la mirada de Damien sobre él como un nuevo calor que le escocía la piel, y lo ponía cada vez más nervioso. Tenía evidentes deseos de volver a ocultarse tras su máscara, pero no lo haría; no hasta que Damien se lo permitiera.
El silencio en el que se había sumido la sala comenzaba a resultar más que incómodo. Mientras Mark intentaba pensar en algo que decir para animar a su antiguo compañero, Damien se giró de repente hacia el sillón, avanzó unos pasos y tomó la cámara que había traído consigo al entrar a la sala. Y ante la mirada confundida de los otros dos muchachos, se viró hacia Charles con la cámara en mano, la alzó delante de él, y enfocó el lente directo hacia su visitante, en un encuadro del pecho para arriba.
—Sonríe, Charles —indicó Damien con un tono juguetón desde detrás de la cámara.
Mark estaba anonadado. ¿Le iba a tomar a una foto? ¿De verdad? Ni siquiera había tenido la delicadeza de preguntarle si acaso estaba bien que lo hiciera, sólo tomó la cámara y lo dio por hecho. Cualquier otra persona de seguro le hubiera metido la cámara a la garganta de un puñetazo… pero no Charles Powell. Él haría todo lo que Damien le pidiera, aunque fuera algo que desde el fondo de su corazón no deseara en lo absoluto.
Así que, en lugar de negarse o decirle algo, Charles se limitó sólo a obedecer. Se quedó quieto en su sitio, y sonrió. Aunque fue en realidad sólo la mitad de una sonrisa convencional, pues el extremo izquierdo de su boca apenas y se movió.
Damien tomó al instante la foto, y quizás un par más por lo que Mark alcanzó a escuchar. Las revisó justo después en la pantalla lateral, y por el brillo en su rostro pareció bastante conforme con el resultado.
—Gracias por venir —pronunció de pronto, colgándose la cámara de regreso al cuello y comenzando a avanzar hacia la puerta de la sala—. Disfruta los bocadillos, ¿quieres?
—Gracias, Damien —le respondió Charles, sonando de hecho genuinamente agradecido. Comenzó rápidamente a colocarse de nuevo su máscara y gorro, notándose de hecho un poco desesperado al hacerlo—. Estoy muy feliz de haber podido verte, aunque fuera en estas circunstancias…
—Sí, es terrible —le respondió Damien escuetamente, permitiéndose darle un par de palmadas reconfortantes en su hombro al pasar a su lado—. Si nos disculpas, tenemos que ir a ver a mi tío.
Y sin más, se dirigió directo a la puerta sin mirar atrás. Mark se sintió un poco perdido, sin saber si debía seguirlo o no, aunque al final lo cierto es que la idea de quedarse solo con Charles no le resultaba muy atrayente.
—Gracias por venir Charles, en serio —masculló Mark, procurando sonar lo más amable posible, para después disponerse a seguir a su primo—. Espero en verdad que podamos verte en la escuela pronto.
Charles lo despidió con un ademán de su mano, agradeciendo sus buenos deseos.
Ya en el pasillo, Mark se apresuró para alcanzar a Damien, que ya se había alejado varios pasos. Cuando estuvo ya a su lado, notó que sujetaba su cámara entre sus manos, observando fijamente la pantalla trasera en la cual se proyectaba una de las fotos que le había tomado a Charles. Y al echar un vistazo rápido a su rostro, Mark se sintió un poco confundido, por no decir incómodo, al ver esa sonrisa casi de satisfacción que lo adornaba.
—Qué triste —susurró despacio sin apartar sus ojos de la cámara—, ni así se le ha quitado un poco lo patético. Mejor se hubiera quemado un poco más, y quizás así podría al menos inspirar algo de simpatía.
Mark se inquietó enormemente al escuchar tal comentario, y en especial por la forma tan casual y despreocupada con la que lo había dicho.
—No hablas en serio —espetó Mark con severidad, deteniéndose de golpe a mitad del pasillo.
Damien igual se detuvo al oírlo, y se viró hacia él. Y al parecer sólo hasta que vio la expresión casi de espanto en el rostro de Mark logró ser del todo consciente de que (quizás) sus palabras estaban un poco fuera de lugar. O, que al menos, eso era lo que su primo opinaba.
—No, claro que no… lo siento —masculló despacio, intentando de seguro sonar sincero pero no logrando su cometido del todo—. Pero oye, su máscara es bastante cool, ¿no crees?
Mark no respondió nada, y el deseo de estar solo le volvió con bastante fuerza. Así que comenzó a andar con paso apresurado, rebasando a Damien y dejando claro con su paso que no deseaba que lo siguiera. Él pareció respetar su deseo, quedándose de pie en su sitio y sólo observando cómo se alejaba.
Aquel pequeño roce, choque de ideas, o diferencias de sentido de humor no duraría mucho. Al final de cuentas eran familia, y no había pequeño malentendido que pudiera sobreponerse a eso. O, al menos, en eso confiaba Damien.
— — — —
Las primeras nieves de la temporada llegaron unas semanas después como habían previsto, anunciando la inminente llegada del invierno. Sin embargo, el siguiente mes estuvo lejos de ser más tranquilo para la familia Thorn.
La repentina muerte de la tía Marion resultó ser sólo el primero de una serie de incidentes que comenzaron a ocurrir en torno a ellos, la mayoría bastante extraños e incluso inexplicables, y que igualmente resultaron en el fallecimiento inesperado de alguien. Pero pese a todos estos trágicos sucesos, Mark y Damien lograron terminar de forma adecuada su semestre, y presentar cada uno de sus exámenes. Teddy ya ni siquiera se atrevía a mirarlos, mucho menos dirigirles la palabra o meterse con ellos. Parecía como si algo en verdad se hubiera roto dentro de él. A Mark aquello lo tenía un poco pensativo, pero al menos gracias a eso todo era un poco más pacífico en la Academia.
El jueves 20 de diciembre, su padre y Ann fueron a recogerlos personalmente a la Academia, y se fueron todos juntos hacia su casa de invierno en Twin Lakes. Un tiempo lejos de la ciudad, de las preocupaciones y de la gente, era justo lo que los cuatro ocupaban para quitarse de encima los malos momentos por los que habían pasado. Y aunque de seguro cada uno tenía su mente ocupada con algo, hicieron un intento para disfrutar lo más posible esa primera noche  juntos. Así que se sentaron en los sillones de la sala de estar de la casa del lago, vieron una película animada que Damien había elegido, comieron palomitas, y la pasaron bien. Las preocupaciones del mes anterior quedaron rápidamente atrás.
—¿Y bien?, ¿qué les pareció? —preguntó Richard una vez que la película había terminado.
—Está bien, supongo —respondió Damien, encogiéndose de hombros—. Pero no es How to Train Your Dragon.
—Mira nada más —exclamó Mark con falso enojo—. Tú eras quién más quería verla, pero siempre tienes que estar buscándole cualquier "pero" a todo, ¿verdad?
—Perdón por ser un poco exigente.
—Pues a mí me gustó —opinó Ann—. Muy apropiada para ambientarnos en la época, ¿no creen? ¿Vemos otra?
—Por mí está bien —secundó Richard—. Pero primero comamos algo que no sean palomitas, ¿les parece?
—Prepararé unos emparedados —Propuso Ann, parándose del sillón—. Me ayudas, ¿Damien?
—Seguro.
Mark y Richard igualmente se pararon, aunque el muchacho rubio se dirigió a encender las luces de la sala, mientras que Richard se encaminó a la terraza a encender uno de sus puros. Sin embargo, antes de que el Sr. Thorn abriera la puerta de cristal de la terraza, el sonido de un vehículo acercándose por el camino de tierra frontal se hizo presente, llamando al instante la atención de todos. Los cuatro se quedaron quietos en sus sitios, mirando disimuladamente hacia la puerta de entrada.
No esperaban a nadie, y era de hecho ya bastante tarde como para una simple visita casual. Y con el precedente de los sucesos de los días anteriores, el primer pensamiento de todos fue que aquello no podía traer consigo buenas noticias.
Damien fue el primero en reaccionar y se dirigió a la ventana a un lado de la puerta para echar un vistazo al exterior. Los demás aguardaron en silencio, hasta que pudiera darles alguna seña de lo que veía.
—Creo que es el Dr. Warren.
Richard suspiró con pesadez; difícil determinar si era por alivio, o de hecho todo lo contrario.
—Si hubiera pasado algo en el museo, de seguro te hubiera hablado por teléfono para avisarte —mencionó Ann, intentando tranquilizarlo.
—No creo que haya hecho el viaje hasta aquí a mitad de la noche sólo para saludar, ¿o sí? —espetó Richard con aspereza—. Lo siento… Por favor, háganlo pasar a mi estudio. Ahí lo atenderé.
—Richard, es nuestra primera noche familiar en un mes —señaló Ann intentando sonar calmada.
—Lo sé, lo sé. Descuida, lo atenderé rápido. ¿De acuerdo?
Sin esperar respuesta, Richard se retiró a la habitación que habían acondicionado como su estudio, perdiéndose de sus vistas por el pasillo.
Mark observó toda aquella escena en silencio desde su posición a un lado del interruptor de las luces. No era ningún tonto; él sabía muy bien que su padre había estado intentando actuar como si todo estuviera bien, pero era obvio que todo lo que había ocurrido lo tenía muy, muy afectado. La muerte de la tía Marion, la de su amigo Bill Atherton, los trabajadores de Thorn Industries en aquel accidente en la planta… Él mismo se sentía raro de tener que estar ahí y fingir que todo estaba bien, como si no hubiera pasado nada.
Tal vez hubiera sido mejor quedarse en Chicago.
El timbre sonó en ese mismo momento.
—Yo le abriré —señaló Damien rápidamente y se dirigió a la puerta, mientras Ann se retiraba también en dirección a la cocina. Quizás a preparar los emparedados, o quizás simplemente estaba bastante molesta por la interrupción.
Damien abrió la puerta con una amigable sonrisa. Del otro lado se encontraba Charles Warren, el curador del Museo Thorn. Mark se paró discretamente detrás de Damien para ver al recién llegado. No pasó desapercibido para él que en cuanto notó quién le había abierto, el rostro del Dr. Warren se tornó un tanto… intranquilo.
—Hola, Damien… No pensé encontrarlos aquí. Creí que llegarían hasta el fin de semana…
—Hola, Dr. Warren —saludó Damien con tono afable—. Terminamos antes nuestros exámenes, así que nos largamos temprano de ese lugar. Supongo que viene a ver a mi tío, ¿no?
—Sí… ¿Se encuentra aquí?
—Lo espera en su estudio —se adelantó Mark a responder—. Déjeme lo guio hacia allá.
—Gracias, Mark —contestó el Dr. Warren, y entró rápidamente sacándole la vuelta a Damien.
—Por aquí, sígame —le indicó el joven rubio y ambos comenzaron a caminar por el pasillo. Mientras se alejaban, Damien tuvo siempre su vista fija en ambos.
Richard aguardaba en su estudio como lo había dicho. Para cuando Mark y el Dr. Warren arribaron, ya se había servido un trago de su reserva personal, y al parecer ya iba a la mitad de éste.
—Charles, qué sorpresa verte por aquí —murmuró Richard, esbozando la sonrisa más sincera que le era posible—. Pasa, ¿te preparo un trago?
—Sí. Gracias, Richard —murmuró el Dr. Warren con un pequeño pero apreciable temblor en su voz.
Richard se dirigió en ese instante a la licorera, tomando un vaso y sirviendo en éste un poco de lo mismo que él estaba bebiendo.
—Los dejaré solos —indicó Mark, dirigiéndose de regreso al pasillo.
—Sí, adelante, hijo —le respondió su padre—. Dile a Ann que voy un minuto.
Mark asintió y salió del estudio con paso tranquilo.
A él indudablemente le preocupaba también qué era lo del Dr. Warren había ido a decirle a su padre. Esperaba que no se tratara de alguna otra muerte, y fuera sólo algún problema en el museo que ocupara de su decisión o conocimiento. Pero, ¿qué pudiera ser tan serio como para no decírselo por teléfono?
Bien, al final él era sólo un chico de trece años; no estaba del todo en sus capacidades intentar adivinar lo que preocupaba a los adultos. Sólo podía confiar en que fuera lo que fuera, su padre podría encargarse de ello, y podrían después volver a su amena noche de películas.
Mark había puesto ya un pie en la sala de estar, cuando se le ocurrió preguntarse si el Dr. Warren se quedaría para cenar, o incluso si pensaba pasar la noche ahí. Era algo tarde para que se regresara o Chicago, ¿o no? Quizás lo educado sería preguntarle, para el menos decirle a Ann que le prepara también un emparedado. De nuevo, quizás no era responsabilidad de un chico como él atender ese tipo de cosas, pero por algo lo habían criado para ser educado y servicial con la gente. “Esas son cualidades propias de un Thorn”, le diría su tía Marion.
Le sorprendía un poco lo mucho que la extrañaba, a pesar de que cuando estaba con vida no solía verla la mayor parte del año.
Como fuera, decidió volver al estudio y preguntarle al Dr. Warren si gustaba que le hicieran un emparedado. Era lo más que podía hacer, suponía.
Sin embargo, cuando estaba ya a unos cuantos pasos de la puerta semiabierta, llegó justo en el momento para escuchar parte de la conversación que su padre y el Dr. Warren estaban teniendo…
—Richard, ¿cómo murieron tu hermano y su esposa en Londres exactamente? —exclamó la voz del Dr. Warren. Y al oírlo, Mark se detuvo en seco en su sitio.
«¿El tío Robert?, ¿el padre de Damien?» pensó Mark, un tanto perplejo. ¿Por qué le estaba preguntando a su padre al respecto?
Hasta donde Mark sabía, su tía Katie había fallecido de las heridas derivadas de un accidente en su casa; había caído de las escaleras o algo así. No era tampoco que le hubieran compartido demasiados detalles. Y de la muerte de tío sabía aún menos. La parecía haber oído a su padre en alguna ocasión mencionarle a otra persona que fue en un accidente de auto días después de la muerte de su tía, pero no estaba seguro.
Como fuera, ¿por qué aquello sería del interés del Dr. Warren como para ir hasta ahí a mitad de la noche? En especial por qué había ocurrido ya hace siete años.
—¿Por qué quieres saber eso? —cuestionó la voz de su padre tras unos largos segundos de silencio.
Mark se aproximó un poco más a la puerta, lo suficiente para intentar asomarse sólo un poco al interior. Su padre y el Dr. Warren estaban de pie en el centro del estudio. Éste último bebió un largo trago del vaso que le había servido su padre. Se veía nervioso, incluso más de lo que parecía en la puerta.
—Llegó una caja al museo esta tarde —pronunció de pronto, al parecer más envalentonado por el trago—. Era de Carl Bugenhagen.
—¿El arqueólogo? —pronunció Richard, un tanto confundido—. ¿No había desaparecido?
—Fallecido —le corrigió el Dr. Warren—, sepultado vivo en la excavación en Israel. Su cadáver fue encontrado prácticamente aferrado a esta caja de la que te hablo.
—¿Y por qué la mandaron al museo?
—No sé, creo que al parecer ya había dado instrucciones de que se enviara a Chicago junto con las demás reliquias obtenidas de la excavación, pero se había traspapelado con el resto de los embarques; no estoy seguro. Pero Richard, escucha: lo importante es que dentro de la caja venía esta carta que Bugenhagen escribió para ti.
El Dr. Warren introdujo en ese momento su mano en el interior de su abrigo, sacando de un bolsillo interno un pedazo de papel blanco doblado, y lo sostuvo delante de él para pudiera verlo.
—¿Para mí? —exclamó Richard, dudoso—. Si creo que sólo llegué a hablar con él en persona una vez hace como quince años. ¿Qué quería?, ¿fondos adicionales o algo así? Si ese fue el caso, debía haberlo hecho por medio de la fundación; yo de poco le hubiera ayudado. ¿Y qué tiene que ver todo eso con Robert y Katie? —insistió notándosele ya un poco impaciente.
El Dr. Warren vaciló. Avanzó hacia el escritorio, se tomó de un sólo trago todo lo que quedaba en su vaso, y lo colocó entonces sobre éste. Se talló la cara con una mano y luego se giró directo a Richard, con mayor decisión reflejada en su rostro.
—Necesito que seas honesto conmigo, Richard —exclamó el curador con extrema seriedad—. ¿Tú hermano murió realmente en un accidente?
—¿Por qué me sigues cuestionando eso? —contestó Richard, defensivo—. ¿Qué importancia tiene la muerte de Robert en esto?
—¡Por qué Bugenhagen en esta carta dice algo totalmente distinto! —espetó el Dr. Warren de pronto, alzando de golpe la voz, así como extendiendo la mencionada carta hacia Richard—. Él describe que esa noche, Robert tomó a Damien, lo llevó a una iglesia e intentó apuñalarlo, pero fue abatido a tiros por la policía de Londres. ¿Es eso cierto?
«¡¿Qué?!» pensó Mark totalmente atónito por lo que escuchaba, siendo casi como un grito ensordecedor en su cabeza. ¿Qué el padre de Damien había intentado matarlo? ¿Había acaso escuchado bien?
Richard igualmente había quedado pasmado al oír aquello. Por unos segundos se quedó totalmente en silencio, observándolo con sus ojos pelones y azorados. Cuando logró reaccionar, extendió su mano, prácticamente arrancándole la carta de las manos al Dr. Warren.
—¿Ese hombre puso eso en esta carta? —murmuró despacio, con tono aparentemente sereno pero que claramente ocultaba detrás de una fuerte exasperación a punto de explotar.
—Puso más que sólo eso, Richard —señaló el Dr. Warren—. Dice además que fue justo él quien le entregó las dagas a Robert para que matara a Damien con ellas…
—¡Cállate! —exclamó Richard con dureza, y rápidamente se dirigió a la puerta del estudio.
Mark rápidamente se movió hacia un lado, pegando su espalda a la pared en un vago intento de ocultarse. Creyó por un momento que quizás lo había descubierto, pero en lugar de asomarse a verlo, simplemente cerró de golpe la puerta del estudio. Muy seguramente temía que lo que su repentino visitante estuviera diciendo llegara a oídos de ellos, sin darse cuenta de que en realidad ya había ocurrido.
Consideró rápidamente sus opciones. Una parte de él le pedía que se fuera de ese sitio, pero otra más fuerte deseaba saber más… Con cuidado se aproximó hacia la puerta y pegó su oído a ésta, intentando escuchar lo más posible de su conversación. Por surte las paredes y puertas de esa cabaña en el lago no estaban hechas precisamente para mantener la discreción de sus ocupantes.
—Te prohíbo rotundamente le repitas algo de eso a nadie, ¡a nadie! —escuchó a su padre pronunciar con un arraigado tono de amenaza en cada una de sus palabras—. ¿Me escuchaste bien, Charles?
—No puede ser —pronunció el Dr. Warren justo después, incrédulo—. Entonces, ¿es verdad? ¿Robert intentó matar a Damien y la policía lo mató? Richard, ¿cómo pudieron ocultar algo como eso? Tú que siempre te has jactado de ser tan honesto y justo…
—¡No te permito que me cuestiones! —exclamó Richard con ofuscación—. Hice lo que tenía que hacer para proteger a mi familia, el buen nombre de mi hermano, y en especial a Damien. ¿Eso fue lo que Bugenhagen puso en esta estúpida carta antes de morir? ¿Quería confesar haber sido cómplice de Robert para asesinar a su propio hijo?
—No, Richard. La carta no es una confesión, sino una explicación detallada de por qué tu hermano hizo lo que hizo.
—¿Explicación? ¿Qué explicación puede darle ese viejo loco a lo que ocurrió?
Hubo silencio, y Mark temió que hubieran comenzado a susurrar y ya no fuera capaz de oír. Pero tras un rato, la voz del Dr. Warren se hizo una vez más presente.
—Richard, te pido por favor que me escuches con cuidado. Tú me conoces bien; soy una persona racional, pero lo que estoy por decirte es algo totalmente irracional. En su carta, Bugenhagen indica que Damien no es en realidad hijo de Robert y su esposa. Afirma que el verdadero niño murió, y fue remplazado con él para ser criado como un miembro de la familia Thorn.
—Eso es absurdo. ¿De dónde sacó una idea tan…?
—Eso no es lo más grave, Richard —le interrumpió el Dr. Warren con pesadez—. Bugenhagen además señala a Damien como el hijo de Satanás; la Bestia del libro de las Revelaciones. Menciona que tu sobrino es el Anticristo, y que por eso le dio a tu hermano unas dagas especiales que son las únicas armas que pueden matarlo.
—¿Qué? —exclamó Richard perplejo, soltando casi de inmediato una aguda risa burlona—. ¿Qué estupideces estás diciendo? ¿Estás borracho?
—Escucha, sé que suena ilógico, y lo pensé demasiado antes de venir aquí y molestarte con esto. Pero mientras más lo pensé y lo analicé, más señales se hicieron evidentes de que algo no está bien con tu sobrino.
—¿Qué señales evidentes? ¿De qué rayos estás hablando?
—Las muertes, Richard —lanzó el Dr. Warren con exasperación—. Todas las muertes que ocurren a su alrededor por su sola presencia. Tu hermano, su esposa, el embajador anterior a Robert, sus dos niñeras. ¿Sabías que todo el hospital en el que nació en Italia se quemó? Todo eso viene en la carta, y pude comprobarlo todo antes de venir. Y no podemos ignorar todas las demás muertes que han ocurrido justo en estos momentos: Joan Hart, Atherton, Pasarian, tu tía Marion. Richard, tu hermano y Bugenhagen estaban seguros de esto. ¿Por qué otro motivo Robert habría intentado hacer lo que hizo?
—Mi hermano estaba enfermo —espetó Richard con firmeza—. No soportó la muerte de Katie, culpó a Damien por ello, y dejó que su rabia lo dominara.
La manera en la que había pronunciado aquello sonaba tan mecánico y artificial, como si fueran palabras que se hubiera repetido tantas veces en esos años hasta memorizarlas, pero que en esos momentos comenzaban a carecer de sentido.
—Y Bugenhagen, hasta donde sabemos, podría haber estado igual de loco y senil —añadió justo después, intentando darle mayor peso a su argumento.
—Richard, yo conocí a Bugenhagen y no estaba loco —contestó el Dr. Warren—. Tenía algunas creencias extrañas, pero era un hombre sensato. Sé que no habría hecho esto sin tener un motivo.
—Por favor…
—Bien, de acuerdo. Olvídate de la religión, del anticristo y todo eso. Debes admitir que han estado pasando cosas muy extrañas, y de alguna forma relacionadas con Damien. ¿No has notado realmente nada raro en él? ¿Algo que te haga aunque sea un poco considerar la posibilidad de que ese chico podría ser un peligro para ti, para Ann o para Mark?
No hubo una respuesta inmediata. Y aún desde el otro lado de la puerta, Mark pudo percibir claramente la indecisión de su padre. ¿Era que acaso él sí había visto algo en realidad? ¿La idea le había llegado a cruzar en algún momento? ¿A él también…?
—Lárgate de aquí, Charles —pronunció Richard tras unos instantes—. Vete antes de que pierda la calma. Y no quiero volver a oírte decir ninguna de esas locuras, o acabaré contigo. Si te atreves a hacerle algún daño a mi familia, sepultaré tu carrera, tu reputación, y tu nombre. ¿Está claro?
—Es justo por tu familia que hago esto, Richard. Si tú no los protegerás, alguien deberá hacerlo.
—No te atrevas…
—En la caja también venían las dagas —le interrumpió—. Las dagas que Bugenhagen le dio a tu hermano, y las que afirma que son la única arma que puede matarlo.
—¿Y qué piensas hacer con ellas exactamente?
—Yo… realmente espero que tengas razón… y no las necesitemos…
Mark pudo escuchar claramente los pasos del Dr. Warren aproximándose a la puerta, por lo que .se apresuró a alejarse por el pasillo, logrando apenas doblar en la esquina un segundo antes de que la puerta se abriera y el curador saliera disparado del estudio. Mark logró ver desde su escondite como se dirigía a la puerta con pasos apresurados. Su padre no lo siguió; quizás se estaba tomando un poco para digerirlo todo. Y la verdad era que él también lo necesitaba.
¿Qué era todo eso que acababa de escuchar? Enterarse de que su tío había muerto intentando matar a Damien ya era suficientemente impactante, pero escuchar sus supuestos motivos…
¿Damien? ¿No era hijo de su tío? ¿No era en realidad su primo? ¿No era un Thorn…?
¿Y era en realidad El Anticristo?, ¿el hijo de Satanás?
Su familia nunca había sido del todo religiosa, así que no estaba muy enterado de esas cosas, más allá de lo que habían oído o visto en algunas películas o series. Pero como fuera, era simplemente absurdo; como sacado de alguna mala novela.
Pero había algo que Mark no podía simplemente ignorar. Como bien el Dr. Warren había dicho, sí habían estado ocurriendo cosas muy extrañas últimamente. Y no sólo la muerte de la tía Marion y las otra personas, sino otros sucesos de los que quizás ni su padre ni Ann estaban enterados. Como aquel día en el que Damien respondió todas aquellas preguntas en clase, afirmando que simplemente las había sabido; como si pudiera saberlas por qué el profesor las sabía, así lo había descrito.
¿Y lo que le había hecho a Teddy en el patio? Lo había obligado a doblegarse de terror en el piso con tan sólo mirarlo. ¿Qué le había hecho en realidad?
¿Y el suicidio del Sgto. Goodrich? ¿No había ocurrido poco después de que Damien y él tuvieran esa discusión en su oficina?
Y también estaba lo de Charles Powell. Todos repetían, él incluido, que sólo había sido un accidente. Pero, en realidad, Mark sí había llegado a pensar que quizás no lo había sido del todo. Como Teddy había dicho, Damien estaba harto de tener a Charles siempre pisándole los talones intentando complacerlo. Y había sido justo Damien quien había encendido el fuego en la mano de Charles; eso era algo que sólo los que estaban presentes lo sabían. ¿Podría de alguna forma haber hecho que el fuego se propagara y lo quemara de esa forma? ¿Podría él tener de alguna forma ese… poder?
No lo habían dicho abiertamente, pero tras todo lo ocurrido, la posibilidad de que a su primo le estuviera ocurriendo algo “sobrenatural” le había cruzado por la mente. Pero eso no significa que hubiera podido hacer algo para lastimar, o incluso matar, a toda esa gente, ¿o sí? Él era una buena persona…
O, quizás, no del todo.
No podía dejar de pensar en esos comentarios que hacía a veces, sin darse cuenta de lo mal o incorrecto que sonaban hasta que él se lo señalaba. Como lo poco que le importaba lo que le había pasado a Charles, hasta incluso bromear con ello.
No podía creer que se tratara de un demonio, el Anticristo ni nada así. Pero, ¿y si sí era algo que resultaba peligroso? ¿Y si era algo malvado? ¿Y si había estado de alguna forma detrás de todas esas muertes y sucesos?
Su primo, con el que había crecido como si fueran hermanos… ¿Podía en verdad ser cierto…?
Aunque, si lo que Dr. Warren decía era verdad, entonces ni siquiera era su primo en realidad; no era un Thorn.
Todo aquello era demasiado confuso y angustiante para su joven mente. Comenzó a sentir una fuerte opresión en el pecho, y el inminente deseo de ponerse a llorar. Pero no podía dejarse derrumbar de esa forma; no frente a su padre, Ann, y mucho menos frente a Damien.
Estaba bastante sumido en sus propios pensamientos, pero logró reaccionar cuando percibió a su padre saliendo del estudio apresurado. En su mano sujetaba la carta que el Dr. Warren le había entregado y de la que tanto habían comentado durante su plática.
Cuando estuvo seguro de que ya se había alejado lo suficiente, salió de su escondite y se dirigió con paso más calmado hacia la sala de estar. Si tenía suerte, no se cruzaría con nadie, y podría ir directo a las escaleras, subir a su habitación y encerrarse. Necesitaba calmarse, necesitaba pensar, y decidir qué hacer a continuación. ¿Ignorar todo aquello como la locura que su padre señalaba que era?, ¿o encarar a su primo para que le dijera la verdad?
¿Era acaso eso otra de esas obligaciones que un chico de trece no debería encargarse por su cuenta? ¿O había algo en sus manos que pudiera hacer…?
Había logrado avanzar libremente hacia la escalera. Sin embargo, en cuanto colocó un pie en el primer escalón, lo escuchó:
—Hey, ¿a dónde vas? —pronunciaba con curiosidad al reconocible voz de su primo.
Mark se sobresaltó, nervioso y casi petrificado, pero logró girarse lo suficiente hacia un lado para ver de dónde provenía aquella pregunta. Damien estaba de pie a un par de metros de él, sujetando en cada mano un plato con un emparedado, y algo de papas fritas como acompañamiento. Le sonreía de forma despreocupada, casi inocente.
—¿Qué no vas a ver la película? —le cuestionó con un ligero reproche.
—No, lo siento… —respondió Mark rápidamente, manteniendo lo mejor posible la calma—. Creo que estoy cansado. Me iré a acostar.
—¿Cansado? —masculló Damien con escepticismo—. Apenas es el primer día de vacaciones, ¿y ya te quieres ir a acostar temprano? Pareces un anciano.
—Sí… ¿qué te puedo decir? —le respondió Mark con un susurro, encogiéndose de hombros y sonriendo escuetamente.
La sonrisa despreocupada de Damien se fue dilatando en ese momento, y en su lugar observó a su primo con cierto recelo. Mark recordaba que tras lo ocurrido en la clase de historia, le había mencionado algo sobre saber lo que la gente pensaba o sentía… ¿Acaso se había dado cuenta de que le estaba ocultando algo? ¿Podría ver en él todas las dudas y miedos que le estaban surgiendo tan claro como había visto las respuestas a aquellas preguntas…?
Damien comenzó a avanzar con cuidado hacia él. Mark se quedó quieto en su sitio, resistiendo el deseo de correr despavorido escalera arriba. Nunca había sentido tal sensación de miedo o inseguridad con una persona, mucho menos con su (supuesto) primo…
Damien se paró frente a él, lo contempló en silencio unos instantes, y luego le extendió uno de los platos que traía consigo.
—Al menos come tu emparedado —le propuso con aparente amabilidad—. Con papitas, como te gusta.
Mark observó el silencio el plato, y forzó a su mano derecha a alzarse y tomarlo entre sus dedos.
—Gracias —pronunció rápidamente, y luego subió unos escalones más hacia el segundo piso. A mitad del camino, Damien volvió a detenerlo con su voz.
—¿Todo está bien, Mark? —pronunció el joven al pie de la escalera.
—Sí, claro —le respondió virándose hacia él, y volviéndole a sonreír de la misma forma que antes—. Buenas noches.
—Buenas noches.
Mark subió apresurado el último tramo de escalones sin mirar atrás, logrando su cometido de llegar a su cuarto y encerrarse en éste. No vería de nuevo a su primo, ni a nadie más, hasta la mañana siguiente.
FIN DEL CAPÍTULO 116
Notas del Autor:
En la serie de Damien del 2016, las quemaduras de Charles sólo abarcaban su cuerpo y no su rostro, pero como pudieron ver en esta historia decidí cambiarlo un poco para jugar con la caracterización de este personaje. Pese a que se usará bastante la base de lo mostrado en la serie, mucho de lo que veremos a partir de aquí será más mi propia interpretación de él. Más adelante veremos más, así que espero les resulte interesante.
La parte final del capítulo es un complemento de los sucesos que ya se habían contado en el Capítulo 67, solamente que ahora desde la perspectiva de Mark, y en especial colocando esa conversación entre Richard y Charles Warren que no habíamos visto en aquel entonces (e igualmente inspirada en la película Damien: The Omen II pero con sus respectivas diferencias).
Este flashback terminará en el siguiente capítulo, y creo que muchos recordarán lo que ocurría al día siguiente de esto. Y si no, en el siguiente capítulo lo verán.
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terroramarillo01 · 4 years
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“Feeling Blue” — 03, 2018.
Para abrir pongo una de la que me siento orgullosa 💛
Tanto que la subí para el #WacomAtrévete. Pero entre cansancio, gente apurándome para terminar y otras cosas ni siquiera escribí lo más importante del dibujo en la presentación 🤦‍♀️
Fue una manera de... digamos, traspasar como me sentía en ese momento al papel. No solo por la expresión y la idea en general, sino traspasar como me sentía a nivel físico. Fue una manera de expresar eso también mediante el color, lo que puse tenía un sentido a nivel interno. Todavía hoy la miro y me evoca un recuerdo de como me sentía físicamente en ese momento, hace más de dos años. Por eso me frustra no haberlo escrito, pero pues ya qué, me desahogo aquí xd
Por favor no reposteen sin preguntar. Si les gusta me sentiré muy halagada de que lo compartan uwu
🚫 Please DO NOT: repost without permission / use without permission / copy / trace / etc.
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nothesc · 4 years
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Finde en Zaorejas. Un fic Damira.
Amira se va de fin de semana a Zaorejas con Cris, Joana y Dani. Basado en el finde que pasaron los cuatro en Zaorejas antes de la temporada 3 y que vimos en chats y stories.
Podeis leerlo en ao3
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-Vale, Dani dice que mis padres no vienen hasta después de cenar así que podemos subir a mi casa si quieres, que en la azotea hace mazo de frío – Cris le dice a Joana guardándose el móvil en el bolsillo tras leer el mensaje de su hermano.
Joana y ella llevan saliendo ya unos cuantos meses pero Cris todavía no está lista para contárselo a sus padres y, aunque podría llevar a Joana a casa con la excusa de que es una amiga, prefiere evitar forzar un encuentro entre su novia y sus padres por si acaso. Por eso, no es hasta que Dani le asegura que sus padres no están en casa y que no tienen pensado volver pronto que las chicas deciden subir a casa de Cris.
-Deja el abrigo ahí si quieres – le indica Cris a su novia señalando el perchero al lado de la puerta.
-¡Hola! – saluda Joana a Dani una vez que entran en el sofá.
-Ey, ¿qué pasa? – le devuelve el saludo Dani a su cuñada con una sonrisa.
-Nos vamos a mi cuarto a ver una peli, ¿vale? – informa Cris a su hermano.
-Yo me voy a mi cuarto eh, me preparo un sándwich rápido y os dejo el salón si estáis más cómodas en el sofá. – dice Dani dirigiéndose a la cocina.
Cris mira a Joana y le pregunta con la mirada qué prefiere hacer. La verdad es que ver la película en el portátil de Cris es más incómodo que verla en la tele del salón, por lo que sin necesidad de decir nada ambas chicas coinciden en quedarse en el salón y se sientan en el sofá.
-Tía me siento fatal – le comenta Cris a Joana
-¿Por?
-Pues por lo de Ami, me da mucha pena.
-¿Qué le ha pasado a Amira? – escucha Cris tras ella.
Cris se gira y ve a su hermano parado en mitad del salón con el sándwich en la mano, claramente escuchando la conversación.
-Pero ¿tú no te ibas a tu cuarto, cotilla? – dice Cris poniendo los ojos en blanco.
-A ver sí, pero tengo que pasar por aquí. – Se explica Dani - ¿qué le pasa a Ami? ¿Por qué dices que te da pena? ¿Le ha pasado algo?
Joana se muerde el labio para tratar de contener la sonrisa, nunca lo ha hablado con Cris pero desde que conoce a Dani siempre ha pensado que el chico siente algo por Amira, y muy disimulado no es.
-A ver, relájate que no le pasa nada. Solo que me dijo de quedar el finde y yo le dije que sí pero luego me acordé de que nos íbamos a Zaorejas y la pobre se ha quedado tirada. Solo está libre Ev que se irá de botellón y bueno…como que no le hace especial ilusión a Ami.
-Que se venga a Zaorejas – dice Dani antes de que su cerebro pueda siquiera procesar las palabras que está diciendo. Ve como su hermana lo mira con cara rara y enseguida pone en marcha un discurso para convencerla – A ver, que lo digo por Ami, para que no se quede en casa sola. Y en la casa de Zaorejas hay sitio de sobre. Papá y mamá no vienen seguro y a Toni y Óscar ni se les espera.
-¿Toni y Óscar? – pregunta Joana confusa, es la primera vez que oye esos nombres.
-Son mis hermanos mayores – explica Cris a su novia, después se vuelve hacia su hermano - ¿tú crees que Amira querrá venirse a Zaorejas con nosotros?
-Claro, ¿por qué no? Como cuando éramos enanos y se venía con nosotros siempre. Va, díselo verás cómo le mola la idea – insiste Dani.
Cris mira a Joana para ver qué opina. Su novia asiente, no podría estar más de acuerdo con que venga Amira. Tiene muy buena relación con todas las chicas pero al igual que lo es para Cris, Amira es especial para Joana.
-Bueno, vale, le voy a preguntar.
Cris saca el móvil y escribe a Amira contándole el plan pero, cuando su amiga no parece muy convencida, Cris no puede evitar fruncir el ceño.
-¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Qué te ha dicho? – pregunta Dani insistentemente, el sándwich aún intacto en su plato.
-Pues que dice que no sabe porque yo voy a estar con Joana y tú con tus colegas y como que no pega mucho.
Dani siente como las ilusiones que se había hecho en los últimos cinco minutos se le rompen de repente. La idea de pasar el finde en Zaorejas con Amira…y con su hermana y Joana, le gustaba mucho. Rápidamente trata de buscar una solución.
-Dile que sí que pega, que podemos hacer cosas juntos…yo qué sé mira una ruta por ejemplo, la del río, que ella no la ha hecho nunca ¿no? Va que seguro que le encanta.
-¿Tu idea para convencer a Ami de que venga es ofrecerle hacer senderismo? – pregunta Cris incrédula.
-Cris, no todos son tan flojos como tú.
-A que no le digo nada y te vienes de sujetavelas, listo – le reta Cris.
-A que me quedo en casa y te vas a patita a Zaorejas, lista – rebate Dani
-A ver, a ver, cálmense – interviene Joana – Cris yo creo que a Amira sí que le podría gustar la idea de el senderismo.
-Bueeeno, vale, se lo digo a ver.
-Va Cris, date prisa – dice Dani desesperado mientras mira el reloj. Ha revisado la mochila una veinte veces para comprobar que lo lleva todo y está deseando salir por la puerta, pero su hermana sigue desayunando con toda la tranquilidad del mundo.
-Dani tío relájate, no me estreses desde tan temprano. –le contesta Cris poniéndose mermelada en la tostada.
-Cris, son las 11:25 de la mañana, ¿tan temprano de qué? Y hemos quedado con Amira y Joana abajo a y media.
-Lo que quiere decir que tengo cinco minutos más para desayunar – dice Cris dándole un mordisco a la tostada – Además, ¿tú desde cuando te has vuelto tan puntual? Si mamá siempre tenía que sacarte de la cama a empujones para ir a clase.
Dani abre la boca para defenderse pero se da cuenta de que no sabe cómo contestarle a su hermana. Es cierto que hay una razón por la que quiere estar a su hora pero no se va a poner a discutirlo con ella.
-Mira, paso. Voy tirando. No tardes.
-Que sí pesado.
Una vez abajo Dani mira alrededor pero no ve ni a Joana ni a Amira, tal vez sí que se ha pasado un poco con la puntualidad.
-Pero, ¿qué ven mis ojos? ¿Un Soto siendo puntual?
Dani no tiene ni que girarse para saber de quién procede esa voz, la sonrisa que se le dibuja enseguida en los labios lo dice todo. Amira se acerca a él y se para en frente de él. Dani la saluda chocando el puño con el de Amira, tal y como llevan haciendo desde que son pequeños.
-Oye, que la que ha creado la mala fama de los Soto es mi hermana, yo soy muy puntual.
-Claro que sí, por eso siempre llegas el último a todas las fiestas.
-A ver es que uno necesita su tiempo para acicalarse – bromea Dani ajustándose la cremallera de la sudadera azul.
Amira se ríe y pone los ojos en blanco, Dani tiene la habilidad de siempre hacerla reír en apenas minutos. Dani sonríe al ver a Amira reírse, le gusta ser el motivo de su risa.
-Anda dame la mochila que la voy metiendo en el coche – dice Dani al notar como Amira va cargando con el equipaje.
Se acerca a ella y tras un poco de protesta por parte de Amira que insiste que no necesita ayuda, Dani coge la mochila y la coloca en el coche que tiene aparcado a unos metros de su portal. Junto a ella coloca la suya. Va a cerrar el maletero cuando ve llegar a Joana al final de la calle.
-Chicos lo siento que llegué tarde, el metro se paró – se excusa Joana soltando la mochila en el suelo al llegar a donde están Dani y Amira. Dani la recoge y la coloca en el maletero junto a las demás.
-Tranquila, si estamos esperando a Cris de todas formas – le dice Dani.
-Que ya estoy, pesado – escuchan a Cris decir. Cuando se vuelven hacia el portal la ven corriendo mientras se recoge el pelo en una coleta alta. – De verdad que prisas, que Zaorejas no se va a mover del sitio.
Acercándose al coche Cris deja su mochila en el maletero y lo cierra. Saluda a Amira con un abrazo y a Joana con beso rápido en los labios.
-Venga vámonos ya, anda. – dice Cris dirigiéndose a la puerta del copiloto.
-Oye Cris, deja a Amira delante mejor y te sentás conmigo detrás ¿no?
Cris la mira con el ceño fruncido, cada vez que Dani las ha llevado a algún sitio Cris siempre se ha sentado delante, pero no será ella la que se queje por pasar dos horas y media compartiendo asiento trasero con su novia. Encogiéndose de hombros Cris abre la puerta trasera y se sienta con Joana a su lado. Amira duda un poco ante la puerta del copiloto, por alguna razón le pone nerviosa pensar en pasar todo el viaje tan cerca de Dani.
-Ami – la llama Dani desde el otro lado del coche antes de entrar.
-¿Hmm? – murmura Amira distraída.
-¿Todo bien?
-Sí, todo bien – dice Amira sonriéndole a Dani. Él le devuelve la sonrisa y durante unos segundos solo se miran el uno al otro.
-Bueno, nos vamos ¿o qué? – grita Cris desde dentro del coche ganándose un codazo de parte de Joana, aunque no entiende muy bien por qué.
Una vez están todos dentro del coche, Dani sale del aparcamiento y pone rumbo a la carretera.
-Ami, pon música – le dice Cris desde el asiento de atrás a su amiga.
-Ni se te ocurra tocar la radio. Mi coche, mi música – advierte Dani a Amira.
-Venga ya tío, que tú música es una mierda – protesta su hermana.
-Todavía estoy a tiempo de dar la vuelta – bromea Dani mirando por el espejo retrovisor – que no que ya veréis que he preparado una lista de reproducción que flipas. Ami coge mi móvil  y conéctalo a la radio, hay una playlist que se llama Zaorejas.
Amira coge el móvil  que Dani lo ofrece y lo desbloquea. Por un momento lo único que puede hacer es mirar el fondo de pantalla. Es una foto de hace un año aproximadamente. Una foto de Amira, Cris y Dani. Amira recuerda a la perfección el día que se hicieron esa foto. Fue el primer fin de semana después de que Amira decidiera ponerse el hijab. Amira había ido a casa de Cris a enseñárselo y las dos habían subido a la azotea. Al poco tiempo Dani subió para decirle a Cris que era hora de almorzar. Amira recuerda cómo Dani se quedó un poco impresionado cuando vio a Amira pero no hizo ningún tipo de comentario, solo le preguntó que si se iba a quedar a comer. Antes de que Amira pudiera responder Cris le dijo a su hermano que sí y que ya iban a bajar pero que necesitaba primero un selfie con su amiga para inmortalizar el momento. Tras hacerse la foto con Cris, Dani dijo que él también quería salir en la foto, con el correspondiente cachondeo por parte de Cris llamándolo metomentodo. Su hermano pasó de ella y se colocó al otro lado de Amira de forma que ella quedara en el centro para la foto.
-Ami, vas a poner la música ¿o qué? – pregunta Cris sacando a Amira de sus pensamientos.
-Sí, sí perdona – dice Ami sintiendo cómo se le ruborizan las mejillas. Se atreve a aventurar una rápida mirada a Dani y por un momento le parece ver que él también se ha ruborizado, pero probablemente solo sea fruto de la calefacción. Tratando  de volver en sí, Amira conecta el móvil de Dani a la radio, reproduciendo la lista mencionada antes. En cuanto empiezan a sonar los primeros acordes de la canción Amira mira a Dani con incredulidad – Pero, ¿y esto?
-Os lo he dicho, he preparado una playlist que es la hostia – le dice Dani mirándola brevemente para sonreír.
Amira ríe y mira por la ventana, tarareando la canción que está sonando, Hijabi de Mona Haydar.
-Madre mía por fin, que viaje más largo – Cris casi ni espera a que el coche esté aparcado para salir de él.
-Cris por dios que han sido dos horas y poco – refunfuña Dani abriendo el maletero para sacar las mochilas.
-Pero sin comer, estoy que muerdo
-La verdad que yo podría comer algo ya también. Deben ser casi las 2 ¿no? - apoya Joana a su novia.
-Mi madre me ha preparado un par de tuppers con comida para que no tengamos que cocinar nada más llegar – dice Amira
-Ay si es que sabía que era buena idea que vinieras – Cris se abalanza sobre su amiga y le da varios besos en la cara.
-Pero tendrás cara, si la idea de que Ami viniera fue mía – suelta Dani casi sin pensar.
-¿Ah, sí? – pregunta Amira alzando las cejas
-A ver sí pero…-Dani trata de buscar una excusa que le salve de la humillación pero no encuentra ninguna.
-Estaba muy entusiasmado – añade Joana, enfatizando el “muy”
-Anda, vamos a entrar ya y a comer – Dani cierra el coche con la llave y se dirige a la casa antes de que ninguna de las chicas pueda decir algo más.
Una vez dentro los cuatro sueltan sus cosas cada uno en la habitación que se han asignado y se sientan a comer la comida que les ha preparado la madre de Amira.
-Uf, cómo me va a sentar la siesta después de esta comida – comenta Cris acariciándose la tripa
-Tía ¿en serio te vas a echar la siesta? – pregunta Amira incrédula – que vamos a estar aquí dos días
-Hombre a ver, es que si me hacéis madrugar no podéis ahora pedirme que no duerma siesta – trata de defenderse Cris, lo que provoca la risa de Joana que conoce a la perfección a su novia
-Pero si te has levantado a las 11 payasa – la acusa Dani
-Pues ya es una hora antes de lo normal, necesito mi hora de sueño. – girándose hacia Joana, Cris añade : ¿tú qué dices, amor? ¿Te renta siestecita?
-Me parece bien – dice Joana dándole un beso en la mano a Cris
-Pues yo creo que voy a acercarme a la jabonería, que mi madre me ha encargado un par de jabones de aquí que dice que son muy buenos – comenta Amira recordando lo que le dijo su madre.
-Yo voy contigo, que prefiero no estar aquí mientras estas dos “duermen la siesta” – dice Dani haciendo el gesto de las comillas con los dedos.
- Pero ¿cómo osas insinuar que nuestra intención es hacer algo más que dormir? – Cris se lleva una mano al pecho para hacerse la ofendida y todos ríen ante su performance.
-Un poco más y te llevas toda la tienda, tía – Dani le abre la puerta de la jabonería a Amira y ambos salen a la calle, ajustándose sus abrigos por el frío.
-Ya, es que huelen todos tan bien que no sabía cuál coger – admite Amira mientras revisa en la bolsa de papel que estén todos los que ha comprado.
-Buah mira toda la nieve que hay ahí.
Amira levanta la cabeza y sigue la dirección que le indica Dani. Al final de la calle se ve un tramo de campo en el que aún quedan bastantes resquicios de la última nevada. Amira sonríe cuando un recuerdo se le viene a la mente.
-¿Te acuerdas cuando de pequeños jugábamos a hacer muñecos de nieve?
-Pues claro tía – afirma Dani – que ganaba el que terminara antes.
-Y tú siempre hacías trampas – añade Amira.
-Y tú te enfadabas y acababas destrozando el mío.
-Es lo que merecías.
Amira y Dani se ríen al recordar las veces que jugaban de pequeños en Zaorejas. En un momento sus miradas se encuentran y los juegos quedan olvidados, en este momento solo existen ellos dos. Hasta que…
-¡El primero en acabar gana! – grita Amira echando a correr hacia la zona donde se encuentra la nieve mientras escucha como Dani le grita “tramposa” indignado.
-Daniiiiii – se queja Amira por quinta vez en los últimos tres minutos. – Para.
-No sé de qué me hablas – dice Dani haciéndose el loco.
-Que dejes de echarme nieve en el muñeco, eres un tramposo – protesta Amira. Desde que han empezado a hacer los muñecos de nieve Dani no para de tirarle nieve al suyo actuando como si no se diera cuenta.
-Pero ¿qué dices tía? Que yo no te estoy echando nieve. A lo mejor se me ha escapado un poquito. Mira como ahora, ¿ves? – Dani vuelve a repetir el movimiento que lleva haciendo desde que empezó, coge un poco de nieve y la tira en dirección a Amira, pero esta vez en vez de apuntar al muñeco de nieve apunta directamente a Amira que suelta un gritito de sorpresa. Dani enseguida se da cuenta de su error.
-Eres hombre muerto – dice Amira
Acto seguido Dani se levanta para intentar poner distancia entre los dos pero es tarde, la guerra de bolas de nieve ha comenzado. Y continua durante varios minutos en los que tanto Dani como Amira tratan de tirar al otro toda la nieve que pueden mientras esquivan la que reciben. Amira comete un error y queda totalmente expuesta a Dani, que tiene una bola de nieve preparada para lanzar. Tratando de poner distancia entre ellos comienza a andar hacia atrás sin darse cuenta de que tiene los muñecos de nieve a medio hacer detrás. Tropieza con ellos y cae de espaldas sobre las figuras, destruyéndolas por completo.
-Amiiii, siempre acabas destrozándome el muñeco – protesta Dani con voz de niño pequeño.
-Porque tú siempre haces trampas – contesta Amira sentándose y estirando la mano hacia Dani – Anda ayúdame a levantarme.
Dani suspira y se acerca a Amira. Cuando le da la mano Amira aprovecha el impulso para tirar a Dani al suelo y quedar ella de pie.  
-Serás…
Dani hace el intento de levantarse pero se resbala y vuelve a caer, provocando la risa de Amira que al final acaba contagiándosela a Dani.
-Vale, vale, estamos en paz – dice Amira aún riéndose. Se sienta al lado de Dani y juntos observan lo que queda de sus muñecos que no es más que dos montoncitos de nieve – Jo, con lo bonitos que nos estaban quedando.
-¿Y si hacemos uno juntos? Sería el muñeco de nieve superior.
Amira se ríe ante las palabras elegidas por Dani para referirse al muñeco de nieve, pero la verdad es que la idea no le disgusta.
-Ay por fin los encontramos, que los hemos buscado por todo el pueblo.
Amira y Dani se giran ante las palabras de Joana y ven como se acerca con Cris.
-Pero, ¿qué estáis haciendo? ¿Jugar con la nieve? – se ríe Cris.
-Mirad nuestro bebé – dice Amira entusiasmada señalando al muñeco de nieve que han hecho entre Dani y ella.
-Hostia Dani, cuando digo que quiero ser tía joven me refería al Toni dándome un sobrinito, no a ti y a mi mejor amiga.
-Mira que eres tonta de verdad – le dice Dani a su hermana negando con la cabeza.
Cris se ríe y se sienta junto a Amira y Dani para inspeccionar el muñeco.
-Vaya mierda de muñeco, si está todo deforme, seguro que nosotras podemos hacer uno mejor, ¿a que sí, amor?
-Eh, bueno, podemos intentarlo – se ríe Joana.
-Que no, que no, que el nuestro era mucho mejor. – discute Amira mientras entran en la casa.
-Pero ¿qué dices? Si el nuestro era super cuqui – protesta Cris
-Super cuqui y super enano, que medía 10 centímetros – comenta Dani cerrando la puerta y quitándose el abrigo.
-Daniel, el tamaño no importa, los chicos tenéis que meteros eso en la cabeza – dice Joana provocando la risa de Cris y Amira.
-Anda, me voy a dar una ducha caliente y a acostarme pronto, que mañana tenemos ruta – dice Dani evitando el tema.
-Tenéis, querrás decir.  – aclara Cris – porque yo no pienso ir.
-Cris tía…-protesta Amira
-Ami ni lo intentes, es una batalla perdida lo de esta chica. Joana, ¿tú qué haces? – pregunta Dani antes de entrar en el baño.
-Yo…- Joana mira de Dani a Amira y vuelta a Dani – yo me quedo con Cris.
-Pues parece que haremos la ruta solos.
La alarma del móvil de Amira la despierta de un salto. Con los ojos medio cerrados comprueba la hora, las 6 y media. Al principio se encuentra un poco desubicada, pero enseguida recuerda que están en Zaorejas y que Dani y ella quedaron ayer en salir a las 7:30 y Amira quería levantarse con tiempo para que le diera tiempo a desayunar. De repente escucha un ruido que proviene de la cocina y se da cuenta de que hay un olor raro en el ambiente, como a quemado. Exaltada se coloca el hijab con rapidez y sale de la habitación para ver qué está pasando. Casi que se sorprendería menos si se hubiera encontrado en la cocina con un loco pirómano. En su lugar se encuentra a Dani, concentrado en cocinar, o tratar de cocinar algo.
-¿Qué haces? – pregunta Amira en voz baja para no despertar a Cris y Joana que se acostaron más tarde.
-El imbécil por lo visto – dice Dani resignado – Joder tía es que quería hacerte el desayuno así en plan sorpresa, para que tuviéramos energía para la ruta, pero es que no sé qué hostias le pasa a la sartén que no le puedo dar la vuelta a las tortitas, se quedan pegadas.
Amira sonríe, Dani se ha levantado antes de tiempo para hacerle el desayuno y, aunque claramente la cosa no ha ido demasiado bien, lo que importa es el detalle. Amira mira al plato que hay al lado del fuego y ve los restos de tortitas deformes y quemadas.
-¿Le has puesto mantequilla o aceite a la sartén? – pregunta Amira. La cara de confusión y sorpresa de Dani le dice que ni siquiera se le había pasado por la cabeza, lo que hace reír a Amira – Anda, déjame a mí.
-Joder Ami, yo quería darte la sorpresa – dice Dani derrotado, haciéndose a un lado para que Amira pueda solucionar el desastre.
-No, si sorprendida estoy – ríe Amira que, al ver a Dani haciendo pucheritos se enternece – Ey, lo que cuenta es la intención. Además seguro que la masa está buenísima, solo necesitas un poquito de ayuda haciéndolas en la sartén.
-¿Cómo vas? – pregunta Dani girándose para mirar a Amira. Llevan andando más de dos horas sin parar.
-Bien – contesta Amira aunque con dificultad para respirar - ¿Queda mucho para el río?
-Unos 15 minutos más o menos. ¿Vas bien o quieres que paremos ya?
-No no, paramos cuando lleguemos al río.
-Perfecto – Dani le sonríe y vuelve a emprender camino, esta vez yendo un poco más despacio para que Amira le pueda seguir el ritmo.
Una vez que pasan esos 15 minutos prometidos por Dani, Amira da un gritito de emoción al divisar el río.
-Es precioso, madre mía – dice Amira admirando las vistas
-Te dije que te iba a gustar – contesta Dani, admirando también las vistas, aunque en su caso, no está mirando al río, sino a Amira sonreír. -¿Tienes hambre?
-Mucho – afirma Amira sentándose en una roca cercana al río.
-Pues aquí sí que no la he liado porque he traído…-Dani se sienta en frente de Amira y busca en su mochila hasta dar con la bolsa de la comida – sándwiches de atún
-¡Qué rico por favor! – Amira alarga la mano para coger el sándwich que le ofrece Dani y le da un mordisco.
-Y aún no te he enseñado lo mejor…- Dani hace una pausa dramática antes de sacar el paquete.
-¡Magdalenas! – dice Amira entusiasmada
-Y de las que te gustan.
-Jolín, gracias. Has pensado en todo
-A ver, es que soy el mejor, ¿para qué engañarnos? – bromea Dani
-Bueno, bueno tampoco te vengas arriba que aún tengo metido el olor a tortita quemada en la nariz.
Dani se ríe y mira a Amira, iluminada por el sol de media mañana, con el río y el bosque detrás está aún más espectacular que de costumbre. Dani no puede evitar sacar el móvil para retratar este momento.
-¿Qué haces? – le pregunta ella cuando lo ve apuntando con el móvil hacia su dirección.
-No te muevas, estás perfecta para una foto.
-Dani, por favor – dice Amira avergonzada, nunca le ha gustado mucho que le hagan fotos, y menos si para quien tiene que posar es para Dani.
-Va, venga, sonríe, que sales preciosa…o sea la foto, sale preciosa – trata de enmendar Dani
Amira sonríe y se muerde el labio inferior sin querer hacerse demasiadas historias por lo que ha dicho, o casi dicho, Dani. Dani le echa un par de fotos a Amira desde distintos ángulos hasta que esta se cansa y le dice de cambiar de posición. Ahora es Dani el que se agacha junto al río y Amira se coloca en frente para hacerle la foto. Algo detrás de Dani capta su atención.
-Dani, no te muevas – dice Amira casi en un susurro – que no quiero que lo asustes para que salga en la foto.
-¿Asustar a quién?
Dani se gira hacia su derecha y pega un salto al ver a un pato a solo un metro de él en el río. Amira capta el momento con el móvil y se echa a reír, lágrimas llenando sus ojos.
-¡No tiene gracia tía! ¿No sabes que los patos pueden comerte un dedo? – dice Dani alejándose todo lo posible del río
-Pero ¿qué dices? ¿Cómo te va a comer un pato el dedo? Anda, flipao.
-He visto pasar mi vida por delante de mis ojos – exagera Dani llevándose una mano al pecho como si fuera a darle un infarto, cosa que solo hace que Amira se ría aún más.
-¡A cenar! – grita Cris desde el salón de la casa a Amira y Dani que están cada uno en su cuarto descansando tras la ruta.
Amira es la primera en salir, vestida con su sudadera amarilla y unos leggins negros. Dani sale al minuto, con su camisa gris, sudadera azul y pantalones grises.
-Chico a ver cuándo jubilas esa sudadera que mamá está harta de lavártela ya – comenta Cris mientras Dani se sienta en el sofá junto a Joana y Amira.
-Es mi sudadera favorita. ¿Te digo yo a ti algo de que vayas siempre en trenzas? – se defiende Dani
-Pero es que a mí las trenzas me quedan bien.
-A ver, haya paz – interviene Joana –dejá al pibe que se ponga lo que quiera. Y vos estás guapísima con tus trenzas.
-Lo sé – dice Cris dándole un beso a Joana.
-Bueno, y ¿qué habéis hecho de cenar? – pregunta Amira – que tengo un hambre.
-A ver, hacer, lo que se dice hacer…Hemos comprado unas pizzas en la panadería. – explica Cris abriendo las cajas que hay sobre la mesa del salón.
-Tía que se supone que hoy cocinabais vosotras, que nosotros hicimos la cena ayer – se queja Dani.
-Bueno, yo hice la cena ayer, tú cortaste la verdura – aclara Amira.
-Y sin mí nos hubiéramos comido la verdura sin cortar, es una labor vital en la cocina.
-Claro, claro – dice Amira asintiendo y riendo.
-Bueno a ver, que es una pizza. ¿De verdad le vais a decir que no a una pizza?
-Nunca – dice Dani dándole la razón a su hermana y cogiendo un trozo de pizza.
Una  vez han terminado de cenar, Cris mira la hora del reloj y se levanta de la mesa.
-Bueno ¿qué? Hoy se sale ¿no? – pregunta.
-Uf, tía yo paso, que estoy muerta después de la ruta.
-Amira tíaaaaaaaaaa, no puedes hacerme esto. Venga, un ratito solo – Cris hace pucheritos pero no parece que estén funcionando.
-Es que contigo nunca es un ratito solo, Cris. Y estoy super cansada. Lo siento – se disculpa Amira.
-Bueeeeno, vaaale. Y ¿tú qué? Que no has visto aún a tus colegas.
-Yo…-Dani mira de su hermana a Amira y vuelta a su hermana – yo paso también, estoy reventado.
-¡Venga ya! Si tú la ruta esa te la haces con los ojos cerrados. ¿Qué me estás contando?
-Pero Cris, dejalos, si los chicos dicen que están cansados, pues están cansados. Salimos nosotras y que ellos se queden aquí, juntos. – Joana adivinando las intenciones de Dani y echándole una mano.
-Pues vosotros os lo perdeis, waterparties. Me voy a cambiar. Amor, ¿salimos en media hora? – le pregunta Cris a Joana dirigiéndose a su cuarto con ella detrás.
Una vez que están solos en el salón Dani y Amira comienzan a recoger las cosas de la cena.
-Oye que si quieres salir no hace falta que te quedes conmigo eh, que no me importa quedarme sola. – comenta Amira.
-Qué va tía, si estoy reventadísimo. No se me apetece salir la verdad.
Amira asiente y sonríe, la verdad es que no le importa pasar la noche en compañía de Dani.
-¿Te apetece que veamos una peli cuando estas se vayan?
-Me parece bien – contesta Amira.
-Bueno pórtense bien, no hagan nada que yo no haría – se despide Joana de Dani y Amira media hora después. Cris ya está fuera esperando a su novia impaciente.
-¿Hacemos palomitas? – pregunta Dani a Amira una vez se han quedado solos.
-Hmm, vale venga sí.
Dani se levanta del sofá y se dirige a la cocina. Amira se da cuenta de que se ha dejado el móvil encima de la mesa.
-¡Oye Dani! ¿Puedo ver las fotos de hoy en tu móvil? – le dice Amira en voz alta para que se entere de la cocina.
-¡Claro! Están en la galería, pásatelas a tu móvil si quieres – Dani se soma por la puerta de la cocina y señala a Amira – pero no las borres.
-Prometido.
Amira abre la galería del teléfono de Dani y se pone a ver las fotos de esta mañana. Hay un poco de todo, fotos de paisajes, fotos de Amira con el río detrás, de Dani posando y luego asustándose del pato, selfies de los dos juntos etc.
-Esta me encanta, es que es buenísima, fantasía pura – le dice Amira a Dani cuando este regresa al saló con el bol de palomitas y se sienta a su lado.
Dani mira a su móvil en la mano de Amira y ve que se está refiriendo a la foto en la que sale saltando tras el susto que el dio el pato.
-Me la voy a poner de fondo de pantalla para alegrarme cuando esté triste – bromea Amira haciendo reír a Dani. –Hablando de fondo de pantalla…
Dani ve como Amira va a la página de inicio de su móvil y le muestra el fondo de pantalla que tiene puesto Dani en su móvil, la foto de él, Cris y Amira en la azotea.
-Me gusta mucho esta foto – comenta Amira, sin atreverse a mirar a Dani.
-A mí también, por eso me la puse – Dani mira a Amira y cuando esta levanta la mirada y sus ojos se conectan sonríe – Hemos pasado muy buenos momentos juntos, ¿verdad?
-Sí…- dice Amira casi en un susurro.
-Y este fin de semana está siendo genial, Ami. Hacía tiempo que no pasábamos tiempo juntos, los dos. Lo echaba de menos. Casi ni quiero volver mañana a casa.
Amira sonríe y Dani le corresponde. Durante unos segundos ambos se miran a los ojos, sin saber qué decir, en realidad no hacen falta palabras entre ellos. Cuando Amira siente que la tensión entre los dos es demasiada decide apartar la mirada.
-¿Ponemos la peli?
Dani abre los ojos y se despereza. Le duele un poco el cuello de tenerlo tanto tiempo en la misma posición. Lo primero que nota es que la tele está encendida con la película parada en la página de inicio. Lo segundo es a Amira. Está  durmiendo plácidamente a su lado, acurrucada bajo la manta, la cabeza ligeramente girada hacia él. Dani no puede evitar mirarla, está tan guapa, tan serena, tan en paz. Algo se revuelve dentro de Dani, un sentimiento que siempre aflora cada vez que mira a Amira, pero que ahora más que nunca late dentro de él. No es tonto, sabe perfectamente lo que le pasa. Lleva meses, tal vez incluso años, sabiéndolo. Está enamorado de Amira. Lástima que ella nunca se fijaría en él.
El sonido de la puerta lo saca de sus pensamientos. Se gira y ve a Cris entrar a trompicones, seguida de Joana que trata de sostenerla. Dani se levanta del tirón del sofá, como si acabaran de pillarle haciendo algo malo. Enseguida manda a callar a su hermana y señala con la cabeza a Amira, para indicarle que está dormida.
-Perdón, perdón – dice una Cris muy borracha – Pero habrá que despertarla ¿no?
-Si sigues chillando así seguro que lo haces – protesta Dani en voz baja.
-Venga, Ami, a levantarse – dice Cris dirigiéndose a su amiga pero Joana la para.
-Va Cris, vamos a dormir, Dani despierta a Amira, ¿verdad Dani? – dice una Joana cómplice
Dani asiente y le sonríe a Joana agradecido. Una vez que las chicas se han ido Dani se sienta en el sofá junto a Amira y dice su nombre varias veces. A la tercera vez Amira abre los ojos lentamente.
Amira tarda unos segundos en ajustar la visión a la oscura habitación, solo iluminada por la tele. Cuando sus ojos conectan con los de Dani algo se revuelve dentro de ella, un sentimiento que siempre aflora cada vez que mira a Dani, pero que ahora más que nunca late dentro de ella. No es tonta, sabe perfectamente lo que le pasa. Lleva meses, tal vez incluso años, sabiéndolo. Está enamorada de Dani. Lástima que él nunca se fijaría en ella.
-Hola – susurra Dani, sacando a Amira de sus pensamientos.
-Hola- dice ella sonriéndole.
-No quería despertarte pero vas a coger frío y…
-Gracias. Será mejor que me vaya a la cama – dice Amira levantándose lentamente del sofá.
-Sí, yo también, que mañana nos queda un viaje largo.
Dani apaga la televisión y enciende la luz del pasillo. Tanto él como Amira se dirigen a sus habitaciones pero se quedan parados en la puerta.
-Buenas noches, Ami – dice Dani.
-Buenas noches, Dani – contesta Amira y, antes de que Dani pueda desaparecer tras la puerta de su habitación añade – Yo también echaba de menos pasar tiempo juntos.
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mieltrabajos · 4 years
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Traducción: ¿Quién es el dueño? - LIPxLIP
Honeyworks ha subido unas mini-historias sobre la vida cotidiana de LIPxLIP (aquí el enlace al original (en japonés) ). Son cuatro en total:
❥  El paradero de la carne asada (trata sobre Ken y Aizou).
❥  ¿Quién es el dueño? (sobre Ken, Aizou y Yuujirou).
❥  Dos personas en el festival escolar (sobre Aizou y Yuujirou).
❥ ¡Apuntando a la heroína, Hiyori Suzumi! (sobre Hiyori).
-`��´-
Aizou, quien se despertó más temprano de lo normal en la mañana, bajó las escaleras sosteniendo a su gato negro.
Normalmente iba al baño tal y como bajaba, pero notó a que su hermano se estaba atando los cordones de su zapatilla en la entrada, y se detuvo pensando en porqué.
(¿No es muy temprano...?)
Generalmente, Aizou es quien sale antes de casa.
Mi hermano mayor, Ken, a menudo duerme hasta el último minuto, pero hoy ya se ha puesto su uniforme y parece estar saliendo. Además, se coloca una bolsa grande de Boston al lado.
Aizou gritó:
━¡Eh! ¿A dónde vas?
Mientras se molestaba, su hermano que se puso de pie, lo miró.
(¡Seguramente se irá a pasar la noche en otro sitio!)
Su hermano no salió de la casa desde que estaba en la secundaria, lo sabía.
━¿Qué está haciendo este tipo?
Mientras gritaba, empujó a Kuro con ambas manos. Los ojos de Kuro eran redondos y se parecía a los de un niño pequeño.
"Lo fui a recoger. Lo dejaste solo ... eso fue demasiado irresponsable. ¡Si vas a algún lado, siempre llévalo contigo! ¡Si no puedes hacerlo, traelo a casa desde el principio!"
Le tiró todo de una vez y miró a su hermano con todo su enojo.
━...Iré a un viaje escolar.
Luego, después de quedarse en un limbo por unos segundos, Aizou pronunció con una estúpida voz:
━¿Qué?
━Viaje escolar ━su hermano lo dijo y se puso la bolsa de Boston en el hombro.
Aizou lo miró por unos segundos mientras sostenía a Kuro con ambas manos. El sudor goteaba de su frente.
━… Es una excursión escolar… Si… no lo puedo evitar… ━este desvió sus ojos y suavizó su voz, distraído.
Cuando se golpeó la cabeza sin entender lo que su hermano decía, se le escapó sin pensar: ━¿Qué?
━¿Debo comprarte un pequeño llavero?
━¡Lo siento! ━Con el ceño fruncido trata de comprender a su hermano.
━Gracias por cuidar de Kuro. ━Mientras agita las manos, su hermano afloja alegremente la boca y sale de la casa.
Cuando la puerta se cerró de golpe, murmuró: 
━¿Qué está pasando?
(Es confuso ...)
Suspiró y se dirigió hacia la sala de estar, sosteniendo a Kuro en su pecho.
En el camino, dio la vuelta y miró hacia la puerta.
━¡Es por eso que me quedaré mañana también!
-`ღ´-
Al día siguiente, cuando se dirigió al aeropuerto con una bolsa de viaje y una bolsa de transporte que contenía a Kuroo, el gerente estaba esperando junto a Yuujirou, que había sido el primero en llegar.
━¡Es tarde! Siempre dices que llegas a tiempo.
La manager, con los brazos cruzados, da un sermón mientras le mira a la cara.
━Tomé un taxi, pero la carretera estaba llena de tráfico... lo siento.
━¿Por qué traes un gato o algo así? ━Yuujirou frunció el ceño cuando vio a Kuro que gritaba "miau" en su bolsa de transporte.
━¡No lo puedo evitar! ¡De repente el otro se va de viaje a la escolar...!
━¿No debería haber sido mejor dejarlo en un hotel para mascotas? ¿Normalmente es más común hacerlo? ━Preguntó la manager.
Yujiro dijo:
━¿Qué estabas pensando?
━¡No tuve tiempo!
━No he escuchado sobre cómo los gatos acompañan en tu trabajo. ¿Qué tan profesional es eso?
━¡Wow! ¡Que lo voy a cuidar bien, tendré cuidado para que no interfiera en el trabajo!
El gerente insta a que las dos personas empiecen discutir entre sí 
━¡Dense prisa! Estoy buscando un lugar donde pueda guardar sus cosas. ¡Si no llegamos a tomar este vuelo, llegaremos tarde a la grabación de radio!
Siguiendo a la manager, Yuujirou y Aizou comienzan a correr con las bolsas en sus manos.
-`ღ´-
Después de aparecer en la radio, se fueron a una estación de televisión para aparecer en un programa.
Mientras esperaba en la sala de espera, Aizou escuchó la canción que hoy cantaba, desde sus auriculares.
Detrás de eso, la manager habla con un miembro del personal de la estación de televisión.
(Viaje escolar... dónde estás... bueno... no importa)
Mientras pensaba vagamente de repente miró el sofá, a su lado.
Yuujirou sostenía una de sus mejilla con una mano, mientras pasaba su tiempo libre, moviendo una sardina seca para gatos frente a Kuro sentado en la mesa.
Aizou exhala con un suspiro y se lleva los auriculares al cuello.
━Tú... ¿por qué estás jugando con el gato? No los saques de su bolso.
━Porque estaba ya afuera.
Kuro se levanta e intenta atrapar a Yuujirou con ambas patas delanteras.
Tal vez estoy completamente absorto en ello, y mis ojos brillan intensamente y parece divertido.
En cierto punto me enoja cuando lo veo.
━Es agradable ... ¿No dijeron los profesionales que es grandioso a final? Siento que escuché ... ¿o fueron alucinaciones? ━Preguntó Yuujirou.
━¿Este gato, esta bola de masa?
━¿Cómo un dango? No le digas así a tu gato.
(El nombre de Kuro también era una descripción igual...).
Aizou recuerda la cara de quien le dio el nombre.
━ Está demasiado redondo. ¿No le falta un poco de ejercicio?
━Es lindo, así está bien él ━Aizo frunció el ceño con los auriculares puestos sobre su cabeza, para no enojarse.
(El dueño de Kuro no soy yo ... ¿por qué me molesta?)
Después de todo, no había ningún cambio en la irresponsabilidad de esa persona.
-`ღ´-
Shibasaki Ken, quien se detuvo en la tienda de souvenirs la cual estaba llena de turistas, estaba mirando alrededor de la tienda junto con Koudai. Parece que Kotaro, junto con su amiga de la infancia Hina, estaba eligiendo dulces para comprar para su familia en un lugar remoto.
Después de mirar la apariencia de uno, murmuró 
━Es malo que se moleste ━rió.
━Suertudo, ¿qué estás comprando?
━Es solo un regalo para mi familia ━Ken se detuvo frente al mostrador del llavero.
Cuando lo colgaron, Koudai también se detuvo.
━¿Un llavero...?
━¡Oye, este no esta mal! Es genial ━estaba feliz de mostrar el llavero que recogió.
━Eh ... bueno, no es tan bueno.
━¡No! Claro que lo es~ ━Ken se vuelve hacia el mostrador para pagar mientras gira el llavero enganchado en su dedo.
Kotaro, que había terminado de comprar, se acercó a Koudai, que lo estaba mirando.
━¿Qué está comprando Shibaken?
━Un llavero
━Bueno, ¿para una chica? ¿Para Takamizawa?
Después de ver a Kotaro con una mirada sospechosa, Koudai dirige su mirada hacia Ken, quien está pagando.
Cuando Ken recibió la bolsa de papel, se lo veía riendo con una sonrisa alegre.
━No creo que sea eso.
━Ya veo...
Kotaro ladeó la cabeza:
━¿Para quién será entonces?
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lilium025 · 4 years
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Indeleble (GF) 4
Resumen:Los Northwest se han mudado lejos de Gravity Fall a Miami Beach (Florida) tras el Raromagedón, pero no a todos los integrantes de la familia esta feliz con esta decisión. Después de 5 años de abandonar el pueblo, Pacifica decide regresar a sus raíces en busca de un poco de libertad y nuevos comienzos
.......................
Gravity Falls no me pertenece 
Capítulo 1 | Capítulo 2 | Capítulo 3
Capítulo 4 “La llamada del drama”
“A falta de amor…amigos y fiestas.”
Para el colmo del día, viaja con los gemelos en su coche de camino a su apartamento donde pasaría la noche hasta que encontrará un apartamento nuevo. No sabia en lo que estaba pensando Mabel cuando puso la idea de que fuera a dormir con ellos, pero definitivamente en mi no.
El pueblo se había modernizado un poco, muchos de los viejos negocios habían echo una reforma a sus establecimientos para atraer a los turistas mientras que algunos había mantenido su encanto como Greasy´s Diner.
El apartamento se encontraba en el segundo piso de un antiguo bloque de apartamentos que para acceder a el debías subir unas escaleras pues este no tenia un ascensor. Fue difícil subir la maleta pero al final llegamos a la puerta del apartamento sin caernos por las escalera con las cosas, Mabel encabezaba al grupo y abría la puerta del apartamento.
Era rosa, el apartamento era rosa. Las paredes estaban pintadas en un color rosa palo mientras que algunos muebles eran en tonos blancos y grises. Estaba bien pero parecía que había entrado a la casa de Barbie, Mabel saltaba de emoción por todas partes, el apartamento era abierto por lo que el comedor, cocina y sala de estar estaba unidos en una sola habitación mientras que un pasillo daba a los dormitorios y cuarto de baño. Y aun lado de la habitación había un pequeño balcón, suficiente para asomarse una persona o dos.
-Bueno...¿Y que os parece el apartamento?- pregunta Mabel esperando a nuestra respuesta. Dipper y yo nos mantuvimos en silencio un buen rato hasta que el pudo encontrar las palabras.
-Mabel, el apartamento es acogedor pero...- se callo en esto ultimo, mirando me con la mirada en busca de apoyo.
-Es muy llamativo- digo dejando mi mochila en el sofá y analizando la sala de nuevo en busca de un rincón que se allá salvado del color.
-Claro que es llamativo, para la nueva etapa en la que vivimos necesitamos vida, color para alejar las malas vibras- dijo Mabel saltando sobre el sofá y desordenando lo.
-No creo que necesitemos mucho color, creo que mis ojos no soportaran despertar con un color tan dulce- habla Dipper caminando con sus cosas a su habitación.
-Creo que no piensas bien, viajar te vuelve gruñón y cansado. ¡Deberíamos pedir la opinión de Pa-…!- Al instante me lance sobre ella, tapándole la boca con mi mano.
-¿Qué haces? Por casi se te escapa el secreto, no estoy lista para enfrentarlo con mi verdadera identidad. Y es mejor que no lo descubra o yo contaré también tu secreto- le amenazo acorralándole contra el sofá de una forma para nada sexual mientras le daba miradas amenazantes. Ella se suelta de mi agarre con eficacia y juego sucio (ha lamido mi mano).
-No me culpes a mi, no soy la que esta llevando una doble vida por no admitir sus sentimientos hacia un nerd encantador- dice saltando hacia la cocina.
-No me gusta, Mabel- digo caminando hacia mis cosas.
-¿Qué no te gusta?- pregunta Dipper saliendo del pasillo. Entonces miro a Mabel y luego lo miro a Dipper.
-No me gusta...el color de las paredes. Es demasiado para una sola habitación, ¿no crees?- digo actuando “normal”, a lo que el no se da cuenta porque se encontraba con la nariz metida en un libro. Nerd.
-Ajam- responde distraído. Yo miro negando con la cabeza a Mabel y ella me responde rodando los ojos, a lo que me rió.
-Entonces si no os gusta el color, siempre podemos ir a la tienda y comprar otro color de pintura- sugiere Mabel sentándose en el sofá con una coca cola en mano.
- Me parece bien- dice Diper otra vez sin prestar atención a lo que hablábamos. Harta por esa actitud dejada, cojo un cojín del sofá lo lanzo a su dirección que lo golpea en la cabeza.
- Auch, ¿porque eres tan cruel, Elise?- dice fingiendo un falso dolor y mirando me dolido.
- Soy así. Hemos ganado la revolución, se cambia el color de la pared- digo en tono victorioso mientras alzaba los brazos.
- Genial, mañana vamos y elegimos el color- dice Dipper alegre desapareciendo por el pasillo de nuevo.
-Creo que deberíais ir los dos juntos a comprar la pintura, sería una buena ocasión para estar a solas con él-sugiere Mabel sacando su móvil del bolsillo.
-No es buena idea, no creo que me vaya a quedar mucho tiempo con vosotros. Aun tengo que buscar un sitio para mi-digo sentándome al lado de ella de nuevo.
-Pacifica eso lo puedes hacer para después, disfruta el momento. Estas de vuelta en Gravity Falls y lo único que haces es calentarte la cabeza. Deberíamos ir a un bar a beber para celebrarlo- suelta Mabel mientras escribía algo por su móvil.- Listo, esta noche quedamos con los chicos a celebrar.-
-Mabel, ¿como piensas entrar a un bar? No tenemos la edad para beber, si estuviéramos en España, por ejemplo, a lo mejor si pero esto es America y la edad para beber es de 21 años- le digo a Mabel.
-No te preocupes Paz, tengo todo controlado, tu solo prepárate a las 8 para bajar.-
-¿No es muy temprano para beber?-
-Primero iremos a cenar algo con los chicos hasta las 11 cuando sea la fiesta en la cabaña del misterio- dice despreocupada Mabel.
-¿La fiesta sera en la cabaña del misterio? ¿Tendrán alcohol? ¿Eso es legal?-
-No pero nadie tiene porque saberlo- dice rápidamente Mabel corriendo a su habitación, dejando me sola en la habitación.
La idea de celebrarlo era buena pero no me gustaba pensar en como sería una Mabel borracha, seguro que sería la típica borracha feliz- pesada que esta siempre encima de la gente y la verdad es que no me gusta la idea de hacer de niñera. Creo que rechazaré la idea de Mabel y me acostaré temprano a la cama, en este caso el sofá.
Mientras estaba distraída pensando, no me había dado cuenta que Dipper había entrado a la sala y que me había dicho algo hasta que me toca el hombro.
-Elise, ¿estas bien?- pregunta preocupado mirando me.
-Si, estoy bien. ¿Porque preguntas?- le digo dando le una sonrisa nerviosa por la cercanía entre nuestros cuerpos.
-Porque te había preguntado si ibas a venir con nosotros a la fiesta, Mabel parecía tan emocionada que no sabía si te lo había dicho y cuando he venido a decirte, estabas en otro mundo. ¿En que pensabas?- pregunta enfrente mía.
-Estaba pensando también en la fiesta, en que me pondría y eso, ya sabes. - digo recostándome en el apoya brazos de forma cool.
-Ehhh…Si bueno, entonces nos veremos luego, Elise- dice volviendo a su habitación.
¿Ya sabes? Creo que las cosas se me han puesto difícil ahora que se que Mason es Dipper, estoy como tonta. No puedo pensar bien cuando estoy junto a el, debería llamar a Richard y avisarle que estoy bien, además de desahogarme.
Camino hacia el balcón y me asomo, era tarde y las calles se encontraban tranquilas. Por mi suerte, mi móvil tenía señal para llamar y marque el numero de Richard. Tuve que esperar unos minutos hasta que escuche un chillido al otro lado del teléfono, una manía que tiene él siempre que le llamo.
-¿Como estas, querida? Pensaba que te habían secuestrado o algo por estilo- dice directamente Richard.
-Hola, Richard. Estoy bien, he llegado sana y salva a Gravity Falls- digo alegremente.
-Entonces llegaste a tiempo a coger el bus de California a Oregon, me alegro de saberlo.-
-La verdad es que no lo pude coger y tuve que hacer auto-stop- confieso, esperando a su regañina.
-¡Ah…!¿Como se te ocurre montarte en el coche de un extraño?¿Qué hubiera pasado si hubiera sido un rarito o un asesino? Paz estas loca-
-No me he subido al coche de cualquier extraño, solo una familia y un chico- digo tranquilizándolo.
-La familia te lo paso por alto, pero el chico. ¿Acaso un chico que no conoces, no es un extraño? A no ser que el extraño estuviera muy bueno y entonces si, cuéntame perra.-
-¿Porque dices eso? Sabes que no soy una chica indefensa- digo nerviosa por su insinuación.
-Entonces era guapo- dice sacando en conclusión de mi evasiva.
-Lo era.-
-¡Lo sabia! ¿Le pediste el número? Dime que lo hiciste- dijo suplicándome por más cotilleo.
-No hizo falta que se lo pidiera- cortando le el royo.
-¡Entonces te lo dio el mismo! Claro que si, eres muy guapa y simpática, no como yo pero tienes tu encanto. Deberías de escribirle si el chico no te presta atención- dijo echándose flores con su voz de diva que solo le salia cuando hablábamos de chismes. Su punto débil.
-No hizo falta porque lo conocía.-
-¡Uhhhh! ¿Y tu desde cuando conoces un chico guapo, que no sea yo que viva cerca California u Oregon? No sera que lo conociste en alguna fiesta en la que no asistí, ¡te dije que no fueras a ninguna sin mi! pero te perdono si me cuentas más sobre el chico- chilla emocionado, dejándome sorda del oído momentáneamente.
-Lo conoces, te he hablado de él antes. Es el chico- digo esperando que captase la indirecta- directa.
-¿El chico?-
-El CHICO.-
- Amiga, date cuenta. Es el destino, ¿como fue el reencuentro? ¿Os lleváis bien, sois amigos o más que amigos?- La verdad es que ser un romántico era parte de su personalidad y un entrometido, por eso es que creo que soporto mejor a Mabel ahora y porque tengo la esperanza que haya madurado desde entonces.
-Fue bien...Genial. Estamos bien.-
-¿Qué hicisteis?- pregunta el sospechando de mi respuesta sincera.
-Yo nada. Me subí al coche, le salude y le dije mi nombre y ya. Lo normal- dije inocentemente, esperando que no siguiera preguntando pero era Richard y bueno, ya se sabe.
-Y para ti, ¿qué es normal?-
-Pos lo normal, decirle que me llamo Elise y ya.-
-¿Y él sabe que te llamas Elise, Pacifica?-
-¿No?-
Silencio. Eso siempre era un mal presagio.
-Entonces…, ¿qué mierda me estas contando, chica? Si no sabe quien eres como esperas a enamorarlo, las mentiras nunca son buenas y menos si quieres comenzar una relación con ese chico. Ahora mismo vas y le cuentas- me empieza a reñir mi amigo como si mi madre, aunque me molestaba lo que decía, sabia que tenia razón pero…
-No puedo contárselo, hemos pasado casi dos días juntos. Piensa que me llamo que soy una chica de clase media-baja. ¿Qué hay de malo en ser normal?- digo esperando que lo entendiera.
-Lo malo es que no eres una chica de clase media-baja, no te llamas Elise o al menos no es tu primer nombre y no eres normal. Eres Pacifia Northwest, una chica poderosa que no tiene miedo a destacar y que debería estar con alguien que si le valore por lo que es y no por lo que aparenta.-
Joder. Si no fuera gay, seguro que me hubiera casado con él.
- Tienes razón, debería decírselo pero ahora no puedo, voy a salir- digo excusándome de mi destino.
- ¿Con quién? ¿Con el chico?- pregunta Richard curioso de la novedad.
- Si y con su hermana.-
-¿Con su hermana?¿Es la chica que me dijiste que se parecía a mi pero que no tenemos nada en común? Ella es una hetero básica y yo un gay fashion diva- dice este desinteresado/ indignado, susurrando su sexualidad al final.
- Si, pero al parecer tenéis muchas cosas en común de lo que piensas. Bueno me tengo que ir a prepararme- digo dejando le esta bomba antes de colgar.
- ¿Como? Mañana me cuentas eso que has dicho y ponte sex- no le dejo terminar cuando cuelgo el móvil.
Entro en silencio a la habitación, donde se encontraba Mabel viendo una serie en el portátil, esta me mira al entra.
- ¿Qué hacías en el balcón?- pregunta mientras ponía en pausa el episodio.
- Estaba hablando por teléfono con alguien- digo caminado a la cocina a por algo de comida.
- ¿Con quién? Tu no tienes muchos amigos- dice curiosa posándose sobre el respaldo del sofá y mirándome con mirada de halcón.
- Yo tengo muchos amigos y estaba hablando con un chico- digo indignada, obvio que tenia amigos...conocidos con los que salir.
- ¿Con un chico? ¿Ya estas engañando a mi hermano con otro? ¿Como pudiste?- empieza a dramatizar Mabel, “desmayándose” sobre el sofá.
- Primero, baja la voz, no hace falta que tu hermano ni el vecindario sepa con quien hablo; segundo, no estoy saliendo con tu hermano- aclaro mientras me metía unos snack en la boca.
- Pero ya quisieras- dice ella saliendo de detrás del sofá de nuevo con una cara burlona. Eso si que dolió.
- No tengo tiempo para tus fantasías, tengo que prepararme para la fiesta de esta noche- digo dejando el snack y caminando hacia el cuarto de baño.
- ¡Ay, si! Yo te ayudo, tienes que estar rompedora, si queremos que Dipper se rompa el cuello para voltearte a ver- exclama persiguiéndome.
- ¡Mabel!- exclamo voltearme a verla.
-¡Elise!- exclama ella en broma mirándome.
-¡Chicas!- exclama Dipper sacando la cabeza por el pasillo. Ambas nos volteamos a verle confusa.-
Estoy con algo importante, necesito silencio para terminar- dice mirándonos a las dos. Entonces, Mabel y yo nos miramos y decididas sin necesidad de decir algo, lo miramos.
- ¡Nerd!-gritamos juntas y corrimos hacia el baño riéndonos. Hasta que me di cuenta que necesitaba ducharme y entonces eche a patadas a Mabel de este.
Esta noche, sera muy divertida, estoy segura.
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Hola, lectores. Quiero pedir perdón por tardarme mucho en escribir el capítulo o que algunas partes del capítulo me haya esforzado poco pero es que no me he sentido muy inspirada hasta entonces.
También quiero decir que la conversación con Richard a sido muy divertido escribirlo, Richard tiene una actitud seria con los demás pero cuando esta con Pacifica es diferente porque puede ser el mismo y soltarse la melena, para así decirlo.
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Hoshi Sakurai y Josy Kinoshita son la misma persona
Hola a todos ; soy Hoshi . He decidido crear esta entrada debido a que algo cuestionable ocurrió recientemente en una de mis cuentas de Wattpad. Les cuento: Ayer una usuaria me hizo saber que otro usuario había subido uno de mis primeros fanfics ( que publiqué en la plataforma de Amor Yaoi) en la página de Wattpad sin mi permiso así que decidí contactarlo rápidamente. Resulta que el chico fue comprensivo y decidió quitarla de inmediato pero me explicó que la había publicado porque supuestamente “la autora” le había dado permiso de hacerlo. No sé como o quien fue porque llevo muchísimo tiempo de no entrar a Amor Yaoi. En primera porque el sitio no me dejaba entrar, hasta ahora y con mucho esfuerzo lo conseguí.En segunda, porque la misma plataforma me impedía hacer cambios o correcciones en mis historias, me terminé cansando de ella así que me cambié a Wattpad.El punto es que con esto quiero aclarar algo: JOSY KINOSHITA fue mi primer seudónimo de artista. Somos la misma persona, pero actualmente ya no uso ese nombre. Este cambio se debió a un ciberacoso que sufrí por allá del 2015 , lo que me orilló a alejarme de todas mis antiguas cuentas o en su defecto eliminarlas - porque quienes se burlaban de mí conocían casi todas- e inicié de cero. Pero desde ya les digo que todo dibujo, fanfic, escrito que lleve este nombre en específico es de mi autoría y aun poseo cada trabajo en formato original que hice con este alias. También aclaro que mis actuales cuentas son las siguientes: *Facebook: Sakurai Hoshi Art (o sea la página, la antigua página de artista de Josy Kinoshita fue borrada, porque ahí es donde me llegaban más burlas) *Deviantart: www.deviantart.com/sakuraihoshi (aunque la cuenta llamada: www.deviantart.com/neniths AUN la visito de vez en cuando), *Twitter: SakuraiHoshi (Aunque AÚN visito la cuenta llamada : @JosyKinoshita, de vez en cuando) Wattpad: SakuraiHoshi y @SakuraiHoshiFanfics ( con mi alias de Josy Kinoshita tuve cuenta pero le cambié el nombre, es ahora la de Fanfics) Instagram: SakuraiHoshi y @SakuraiHoshipersonal ( las cuentas que llevaban el nombre de Josy_Kinoshita & @Ohpretty_josykinoshita) fueron eliminadas Tumblr: *hohisakurai-kawaiiartblog.tumblr.com y *hoshisakurai-personalblog.tumblr.com (Nuevamente repito, también sigo usando los Tumblr que llevan el nombre de Josy Kinoshita pero sólo para visitarlos de vez en cuando). Como sea espero que esto ayude aclarar el malentendido, y que si hay alguien que se esté haciendo pasar por mi usando mis antiguas cuentas o en todo caso que use mi antiguo seudónimo QUE SE DETENGA. Si ustedes saben de algo similar no duden en hacérmelo saber. POR FAVORPorque no considero justo que haya alguien afuera que se aproveche de la “ausencia de Josy” para hacerse pasar por mí o adjudicarse trabajos hasta el punto de dar permiso de usarlos. En todo caso creo que también crearé una carpeta aquí donde mostraré mis mejores trabajos de esa etapa para evitar que esto nuevamente pase o se confundan ( porque incluso hay gente que piensa que Hoshi es una “plagiadora” de Josy ). Sin más que decir, sólo les doy las gracias por llegar hasta el final de la nota.
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Viajando a la zona maya en auto pt. 8. Xcaret, Tankah, Akumal, Quintana Roo y Valladolid, Yucatán
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Había intentado visitar Xcaret dos veces sin suerte, una por no saber la ubicación de la caseta del Inah en la entrada del parque que ahí se encuentra y otra por no encontrar a ningún custodio. Ernesto ya había visitado el sitio mucho tiempo atrás, pero de todos modos accedió a visitarlo. Xcaret fue un antiguo puerto que se llamó “Polé”, y fue un punto importante de comercio y de paso hacia Cozumel; es uno de los sitios más bellos y extensos de la costa de Quintana Roo.
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El inicio del recorrido fue un tanto chusco porque llegamos hasta el estacionamiento y estaba tan lleno que dejamos el auto bastante lejos de la entrada del parque, los encargados no nos dejaron pasar caminando por el camino más corto para llegar y por ello nos perdimos por un rato y ya estábamos tomando rumbo hacia la salida; cuando llevábamos ya más tiempo del que esperábamos andando, revisamos nuestra ubicación y tuvimos que dar un gran rodeo de regreso.
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Una vez en la caseta del Inah, la encontramos vacía, con un letrero que tenía números escritos sobre una silla. Nos quedamos ahí parados y decidimos esperar hasta que a Ernesto le pasó por la mente que esos números podían ser los de un teléfono celular... los marqué en mi teléfono y la custodio me respondió que estaba en el sitio y saldría en unos minutos.
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La situación del sitio de Xcaret es bastante peculiar; ahí se construyó un parque comercial que utiliza la cultura maya como mercancía (aunque no sea más que apariencia), y se acordó que el Inah podría abrir los vestigios arqueológicos al público, siempre que los visitantes fueran acompañados por un custodio y no accedieran a otros puntos del parque.
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Así pude visitar por fin el lugar; caminamos primero hasta el grupo B, el cual no es muy espectacular y solamente tiene plataformas habitacionales; desde ahí seguimos hasta el grupo A, el cual tiene un par de templos miniatura y una gran plataforma con un edificio en el que reconocí decoraciones en forma de nicho con celosías de estuco que había visto en varios sitios cercanos a Punta Allen pero que no había encontrado en ningún punto más norteño.
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Luego de ello regresamos un poco y seguimos junto a la muralla que cruza parte del sitio, encontrándonos con el grupo D, el cual tiene un basamento piramidal de base oval que sostiene un templo miniatura; este tipo de edificios es escaso en la región, pero en Xcaret vimos algunos más.
Seguimos nuestro camino y llegamos al grupo C, con varias plataformas y un edificio en pie que se encuentra protegido por un techo de palma.
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Otra vez volviendo sobre nuestros pasos y luego desviándonos un poco, llegamos al grupo E, probablemente el más monumental, donde vimos tres basamentos de planta ovalada con sus templos superiores parcialmente conservados y algunos templos miniatura sobre plataformas muy bajas, también pudimos observar algunos restos de pintura mural azul.
A partir de ahí caminamos por un buen rato cruzando todo el parque y entrando a terrenos de un hotel contiguo, para finalmente llegar al grupo F, donde hay un par de pequeños templos sobre una plataforma baja. Ahí encontramos un estuche de cámara compacta abandonado que Ernesto recogió, el cual sería protagonista de un gran problema días más tarde.
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Todavía seguimos más allá y pasamos junto al grupo G, el cual conserva los arranques de los muros de una construcción colonial. Finalmente llegamos a la orilla del mar, la cual en ese punto es muy abrupta y se compone de piedra caliza, el color de las aguas es de un bello azul turquesa. Frente a ese paisaje idílico se encuentra un edificio muy sobrio sobre una plataforma baja que constituye el grupo H del sitio. Ahí estuvimos un rato tomando fotografías y luego nos dirigimos hacia la salida. Algo muy curioso que ocurrió fue que al regresar a terrenos del parque nos encontramos a mi primo David que estaba ahí junto con su esposa. Luego de saludarlo vimos varias maquetas bastante interesantes de sitios mayas conocidos y luego nos retiramos.
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Subimos al auto y tomamos rumbo a Tulum para después dirigirnos a Valladolid, pero antes paramos frente al sitio de Tankah, el cual visité con un permiso especial en 2014; el día anterior habíamos intentado fotografiar la estructura 12, que está junto a la carretera, pero un cuidador del terreno en el que se encuentra no nos dejó ni siquiera echar un vistazo desde afuera. Nos desquitamos entrando a una estructura del otro lado del camino que además conserva restos de pinturas murales y finalmente tomamos la fotografía que no nos permitieron desde el lado contrario de la carretera.
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Todavía paramos una vez más en el pueblo de Akumal para que Ernesto conociera el pequeño sitio que se encuentra ahí, aunque esta vez yo me quedé en el vehículo mientras él documentaba.
Nos retiramos definitivamente de Quintana Roo con una sensación agridulce por la horrenda privatización de los sitios que ahí se encuentran, aunque tuvimos bastante éxito en nuestros recorridos. Seguimos hacia Valladolid mientras caía un gran aguacero que dio paso a un doble arcoiris que no pude fotografiar por estar manejando. Quisimos visitar los cercanos cenotes de Dzitnup y cruzamos varias calles inundadas, pero la cantidad de gente ahí era tan enorme y los precios habían subido tanto que regresamos a la ciudad disgustados. Una vez en Valladolid visitamos el pequeño museo regional que tiene algunas piezas prehispánicas y de la guerra de castas y finalmente nos retiramos al hotel en el que teníamos reservación, encontrar dónde cenar fue un tanto difícil pero al final pudimos degustar algunos antojitos yucatecos.
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MIS LECTURAS PARA EL MARZO  ya abril  ASIÁTICO.
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hoy os traigo las lecturas que yo voy a realizar durante el marzo asiático hola a todos que tal bienvenidos un día más a la pecera hoy os traigo las lecturas que voy a realizar durante el marzo asiático las que voy a leer yo ya os dejé un vídeo con las recomendaciones del marzo asiático que os voy a dejar por un lado en la pantalla el enlace al vídeo y además os voy a dejar el enlace al vídeo
 de magrat porque cuando estoy grabando este vídeo no han subido sus lecturas las que ella va a realizar y la que os recomienda así que cuando tenga subido el vídeo también os lo voy a dejar por algún lado de la pantalla porque las recomendaciones de magras siempre hay que tenerlas muy muy cerca y bien apuntadas y bueno los libros que yo voy a leer van a ser tres porque deciros que ninguna de estas tres lecturas se va a realizar como lectura 
conjunta en el club de lectura de la pecera todo ha habido mucha gente que me ha preguntado por la iniciativa de más grato en la iniciativa es de magra si alguien quiere participar yo prefiero que participen con ella en el club de lectura porque hay mucha gente que le da de mejor ejemplo en lectura no le apetece la literatura asiática entonces yo voy a seguir mi orden más o menos elegido unos libros cortitos para leer en el club de lectura de la pecera y estas son las que yo voy a realizar como tengo dos lecturas para el club de lectura no me voy a 
cargar con muchos libros he elegido tres que no sé si me va a dar tiempo a leerlos pero bueno el primer libro que quiero leer que lo tenía pendiente del año pasado que no me dio tiempo en el marco asiático a leerlo y que de este año ya no pasa es el club de la buena estrella de a mitad yo quería haberlo leído el año pasado no me dio tiempo pero es que además en la feria del libro me compré esta edición súper bonita que han sacado que ha sacado planeta y no me pude
 resistir esta es la portada y esta es la sobrecubierta y nada tengo muchas ganas de leerlo trata de una generación de mujeres de china que se marchan a eeuu tienen hijas y el choque cultural ya que existe entre las madres y las hijas son tres madres tres hijas magras ajos tiernos le encanta pero vi una reseña de la obra del canal alma lectora que no le gustó tanto y yo me dio muchos gustos también del aura así que bueno estoy allí entre las dos entre más gracias ahora no sé si no sé no sé cómo me va a ir con este libro tengo muchas ganas de leerlo pero es que nunca tengo tiempo de verdad y esta va a ser este va a ser el primero ya me lo voy a quitar de encima ya este año de este año no pasa os voy a decir el número de páginas que tinas tiene 339 páginas bueno tampoco
 es tan largo pero bueno que este será el primero que lea y ya lo liquidamos y ya os cuento a ver que yo creo que me va a gustar pero bueno ya me ha dejado laura y con la incertidumbre y bueno a ver qué tal me va el siguiente libro que os traigo se trata de el corazón de llamado de aquí sin más aquí está es la escritora del quinteto de nagasaki que ha tenido mucho éxito yo tengo este libro desde el año pasado porque el año pasado me propuse no comprar libros en agosto y entonces en julio pues me abastecido y aquí lo tengo trata de un hombre que trabaja en una empresa japonesa y él exige muchísimo a sus trabajadores exige muchísimas horas muchísima dedicación no tiene tiempo para otra cosa que no sea su empresa pero de una manera muy abrupta pues se enamora de la recepcionista y a partir de aquí pues su vida ya no va a girar 
en torno a la empresa y hoy tengo muchas ganas de leerlo la escritora tiene reseñas fantásticas con el que intento de nagasaki que es un libro muy conocido así que bueno llevamos contar qué tal por cierto la escritora nació en japón pero vive desde el año 1991 en canadá pues nos lo había contado y este será el segundo libro que le hable y el tercer libro que voy a leer si me da tiempo será esta joya que me ha encontrado en una librería de segunda mano no me digas que no es bonito o sea aunque no lo lea detecto bonito hay que comprarlo es broma se trata de un jardín en balda poor de que me hice muy dura esta es la escritora de parte de la princesa muerta que es un libro que ya os he hablado muchísimo de él en el canal y que me encantó y esta es la 
segunda parte selma que es la protagonista de la otra novela de de parte de la princesa muerta tiene una hija esta es la historia de la hija que pasa que ella vale no lo voy a contar porque si nos tendría que contar el final de la otra parte la hija de selma es la historia de esta protagonista y bueno ya él nace en parís se marcha a otros sitios por ciertas circunstancias que no es bogotá porque se nos des trípode de parte de la princesa muerte y es que lo tenéis que leer tenéis que leer ese libro es una maravilla y este lo compré hace unos días en una 
librería de segunda mano tiene quinientos cincuenta y ocho páginas y no me pude resistir porque primero por la edición que que me molesta mucho el libro sea de aquí y me sienta fatal pero bueno no tengo otra cosa lo compré por reedición pero además por la historia y este será el tercero que lea si me da tiempo y luego me he quedado con las ganas con unas ganas tremendas de leer a pelé s book porque quería haber continuado con la saga de bueno la trilogía de la buena tierra pero no encontrado el segundo libro ni el tercero así que nada me queda con las ganas tengo dos libros de la misma escritora en 
casa si mediara tiempo lo leo pero bueno ya va a ser un esfuerzo tremendo leer este por tiempo así que bueno me voy a quedar este año con ganas de leer en el marzo asiático apple ese book o back y si no lo alega ahora lo mejor a lo largo del año si lo voy a leer porque es una escritora que me gusta muchísimo muchísimo cómo escribe así que nada y estas son mis lecturas elegidas para el
marzo asiático dejadme vosotros abajo en los comentarios si vais a participar en esta iniciativa si vais a hacerlo con qué libros vais a participar y cualquier recomendación que tengáis que no se hayan nombrado en los canales que vamos a participar también dejármelo abajo en los comentarios que les echó un vistazo para próximas ediciones y esto ha sido todo dejadme cualquier cosita duda queja o sugerencia en los comentarios que estoy encantada de leer os iré contestaros y nos vemos en el próximo post chao
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La vida es un misterio, por eso depende de nosotros mismos saber disfrutarla, vivirla como si no fuera a durar para siempre, pero al mismo tiempo como si no fuéramos a morir nunca. Eso es lo que he hecho yo, he disfrutado de los últimos días de verano, como nunca antes lo había hecho, pero ahora que se ha acabado, me gustaría que volviera a empezar. Por primera vez, vi la casa de Pray, la cabaña en la que vive, en la que residen sus mayores sueños, y allí la madrugada se nos volvió día. Durmió abrazada a mí, y aunque en un momento dado me pareció que estaba llorando, no le dije nada, solo esperé a quedarme dormido, pero no lo hice, no hasta que el sueño le alcanzó a ella, pero aún así, juraría que en ningún momento he estado dormido del todo. Hace un rato que me he despertado, y he tenido la tentación de despertarle para poder despedirme de ella, pero no lo he hecho, no porque le prometí que no lo haría, y eso sería como traicionarme a mí mismo. Le he mirado dormir, con los ojos llenos de lágrimas, y aunque me dijo que me llevara la sudadera gris que se me había quedado así el otro día, no lo he hecho, porque quiero que la tenga ella. Me he vestido casi sin hacer ruido y he salido de esa cabaña, sintiendo que mucho de mí se quedaba allí, en esa habitación donde habíamos hecho el amor toda la noche para siempre, y cuando me he subido a su bicicleta, y he empezado a pedalear para alejarme, me he dado cuenta de que ya jamás volveré a ser el que era. No sé cuántos metros he dejado ya atrás, pero lo que sí sé, es que sigo teniendo los ojos llenos de lágrimas, unas lágrimas que trato de contener, mientras la brisa matutina revuelve mi pelo y se me cuela por dentro de la piel, haciéndome sentir frío en el corazón. Quiero retroceder, pero sé que no puedo hacerlo, y no es solo porque he de volver a Londres con mis padres, sino por muchas cosas más. Estoy tan dentro de mis propios pensamientos, que paro en seco mi bicicleta, apoyando el pie derecho en el suelo con firmeza, cuando estoy a muy poca distancia de dar un golpe a una chica que se despide de alguien en la puerta de su casa, una chica vestida de uniforme que lleva una bonita mochila a su espalda. —Perdón. —Me disculpo con el corazón acelerado. —Lo siento, lo siento mucho, de verdad.
Hoy he despertado con tanto sueño que quería seguir dormida. Me he acordado de las muchas veces en las que despertaba con esa sensación de seguir dormida, o de querer estarlo. Pero, esta vez, era diferente, porque el motivo era una fiesta de la que nos fuimos tarde, por mucho que hoy me haya levantado a la misma hora. Tengo una colección de fotos, una amiga más, dos deseos cumplidos y una divertida conversación con Ines y mamá durante el desayuno. Es de Ines de quien me despido desde la puerta de casa cuando, al cerrar esta recibiendo la brisa fría del primer día de otoño, escucho un chirrido. Uno que reconozco como el sonido de la rueda de una bicicleta siendo frenada deprisa. Cierro los ojos cuando noto un vuelco dentro de mi corazón y no puedo evitar echarme hacia atrás cubriéndome con los brazos. Es al oír una voz cuando abro los ojos y vuelvo a respirar. Al verte, recuerdo que ya te he visto por aquí muchas veces, pero nunca he hablado contigo. —Me has dado un susto increíble. —Confieso colocándome la mochila y sintiendo vergüenza por mi reacción. —No pasa nada...
La cara que pones y cómo te abrazas, me apena, por lo que lamento haber estado tan dentro de mí mismo mientras montaba en la bicicleta de Pray.
—Lo siento... —Digo de nuevo cuando te escucho decir que te he dado un susto increíble, pero después me dices que no pasa nada, y al ver tus mejillas sonrojadas, sonrío. —Soy un idiota. —Digo riendo con suavidad, mirando hacia otro lado tratando así de que las lágrimas que tengo en los ojos se me vayan, antes de volver a mirarte a ti. —Te acompaño a la escuela, así compenso un poco tu susto. —Me ofrezco con una sonrisa.
Trago saliva, aliviada porque solo ha sido un susto. Una carga de adrenalina de más para esta mañana que parece distinta a todas porque ya parece haber menos gente en el pueblo. Parece que te brillan mucho los ojos y me pregunto si es que tú también te habrás asustado. Niego con la cabeza cuando te llamas "idiota". —Solo ha sido un accidente. No pasa nada. —Río y, cuando te ofreces a acompañarme a la escuela para compensar que casi me atropellas, río. —Un poco más y no llego hoy. —Bromeo acercándome a ti. Me fijo en la bicicleta, que me suena, pero no me parece tuya. —¿Puedo saber a dónde ibas con tanta prisa? —Pregunto pensando que, por eso, casi a lo mejor tampoco habrías llegado tú a tu destino.
Río al escuchar tu risa, una risa dulce casi infantil, pero a la vez de chica mayor. Me muerdo el labio inferior con pesar por lo que dices de que un poco más y no llegas a la escuela hoy. Trago saliva bajando la mirada, manteniendo el equilibrio en la bicicleta de Pray, pero al ver que te acercas, levanto la cabeza de nuevo para mirarte sonriendo. —Claro, puedes saberlo. —Digo y me humedezco los labios. —Iba a casa de mi tía, la señora Collins. —Digo relajando un poco la pierna derecha aunque manteniendo el pie apoyado en el suelo-. Venía de por ahí lejos. —Digo mirando hacia detrás por encima de mi hombro, antes de volver a mirarte a ti.
Tienes una risa hermosa, unos ojos preciosos, una bonita piel y un pelo increíble. Pero casi me matas. O tal vez no. Pero ahí está la posibilidad entre tantas. Escucho tu respuesta con el ceño fruncido y miro hacia atrás cuando me dices de dónde venías. Me pregunto que hacías tan pronto por ahí y te miro intrigada tanto por eso, como porque seas el sobrino de la señora Collins.
—¿La... -estoy por decir "beata" cuando me doy cuenta de que eso lo usamos para hablar en casa y no está bien— ... señora Collins de la calle Fénix?
—Pregunto esperando que no te des cuenta de lo que iba a decir. Señalo la bici. —¿Me llevas ahí o prefieres ir andando?
Me doy cuenta de que vas a decir algo que no dices, cuando paras tus palabras volviéndolas silencio, pero después continuas, y yo asiento con la cabeza. —La misma. —Te guiño un ojo sonriendo, porque sé que ibas a decir algo que no me has dicho. Entonces señalas la bicicleta, y aunque barajo la posibilidad de subirte, me da miedo hacerlo, ya que no lo he hecho nunca, y no quiero volverte a dar un susto, por lo que sonrío bajándome de ella. —Mejor te acompañado andando. —Digo cuando ya mis pies han tocado el suelo, aunque mantengo la bicicleta agarrada por el manillar. Me acerco a ti con la bicicleta. —¿Qué tal estás empezando el lunes? —Pregunto porque a nadie o a casi nadie, le gustan los lunes.
Espero tu respuesta y sonrío cuando llega, aliviada de no haber metido la pata.
—¡No lo sabía! —Exclamo viendo cómo sonríes al bajar de tu bicicleta, que juraría que no es tuya. —Sabía que estaba por aquí el sobrino de la señora Collins y sabía que estabas tú, pero no me dí cuenta de que eras tú. —Te cuento cuando decides bajar de la bici para caminar a mi lado rumbo a la escuela. Te miro sonriendo mientras agarro con mis manos las asas de mi mochila, en mis hombros. —Bien. Tengo agujetas y estoy un poco cansada por la fiesta de ayer. Pero muy bien. ¿Y tú? —Pregunto con curiosidad.
Río cuando me hablas de la señora Collins y su sobrino. —Pues aquí me tienes. —Respondo y te guiño un ojo antes de ofrecerte mi mano derecha.  —Me llamo Walter, pero todos me llaman Walt. —Digo sintiendo mi corazón encogerse de nuevo cuando te escucho hablar de la noche de ayer, una noche en la que hubiera vivido para siempre. Sonrío cuando me dices que estás muy bien y yo asiento con la cabeza aunque me acabo encogiendo de hombros porque no tengo porqué mentirte. —Lo pasé muy bien anoche, pero estoy un poco triste... —Digo apretando los labios mirándote.
Río cuando tú lo haces, asintiendo con la cabeza. —Un placer conocerte. —Me das justo tu nombre, ofreciéndome tu mano, tal y como iba a hacer yo. —Yo soy Leven. —Doy un apretón a tu mano varias veces, mirándote con una sonrisa.
—Algunos me llaman Lev. —Me encojo de hombros. —Me alegro de conocerte. Te llamas como Walt Disney. —Digo como si no lo supieras. Eso me hace reír y, cuando suelto tu mano oyendo que lo pasaste bien pero estás triste, me siento mal. —¿Por qué?
—El placer es todo mío. —Sonrío y cuando me dices que eres Leven, me doy cuenta de que eres la hija de la dueña de Eco Godric's. Aprieto tu mano con suavidad dentro de la mía. —De acuerdo, Lev. —Digo y te guiño un ojo antes de reír por lo que me dices. —Sí, me llamo como Walt Disney. —Digo riendo porque me hace gracia la manera en la que me lo dices. Ríes y sueltas mi mano, con la que yo vuelvo a rodear el manillar de la bicicleta de Pray, empezando a caminar a tu lado, hacia la escuela, mientras te miro. —Porque dentro de un rato, me voy de aquí. —Te digo sintiendo un escalofrío bajo mi ropa al pensar en eso, un escalofrío que me hace tragar saliva. —Y sé que voy a echar mucho de menos este sitio. —Digo sonriendo, pero mi sonrisa es triste.
Walter y Leven
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aquietsecretplace · 4 years
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Eran poco más de las 12 del medio día cuando Danielle llegó a la ubicación que Alexey le había mandado. Más allá de que pasarían unos días en un parque nacional francés, no le había dicho dónde iban exactamente, por lo que le resultó una grata sorpresa encontrarse con una pequeña casita de montaña. Lo cierto era que se había esperado algún tipo de mansión multimillonaria con decenas de habitaciones y baños, no una pequeña casa de muros de piedra, tejado de pizarra y una terraza con un balancín. Se sentó en él y miró la hora, Alexey le había dicho que esperaba llegar sobre las dos de tarde, por lo que todavía le quedaban casi un par de horas de espera y, lo peor de todo, era que ella no tenía llaves para entrar en la cabaña. Tal vez no había sido tan buena idea correr tanto en la carretera, pero no había podido evitarlo, echaba mucho de menos la adrenalina que le producía la velocidad. Y por eso mismo prefirió esperar un poco antes de llamarle para avisarle de que ya había llegado. Estuvo dando una vuelta por la zona, disfrutando del olor a montaña y del sonido de la suave brisa en los árboles. Se respiraba paz. Volvió a la casa al cabo de rato y fue entonces cuando por fin llamó a Alexey. “Hola, preciosa” le saludó él al descolgar el teléfono. —Hola— respondió ella —¿Qué tal vas?— “Estoy terminando de tomarme un café, he tenido que parar a repostar justo antes de entrar al parque. ¿Y tú?” —Yo ya estoy aquí, este sitio es precioso, Alexey— “¿Ya estás estás allí? ¿Qué hora es?” preguntó él mirando su reloj, había calculado que llegarían más o menos a la vez. —Ay, no empieces, por favor...— se adelantó ella. “No voy a empezar nada” respondió él a la defensiva, aunque sí, su idea había sido regañar a Danielle “Y me alegra que te guste el sitio” añadió, luego guardó silencio un instante “¿Aunque sabes qué? Sí, voy a empezar y ni se te ocurre colgarme” Danielle resopló y por un momento estuvo tentada de hacerlo, de colgarle el teléfono, no le apetecía empezar sus vacaciones oyendo una charla sobre que no debía correr en la carretera y demás, pero no lo hizo. —A ver, empieza...— le dijo retadora, aunque ni de lejos se esperaba lo que le iba a decir Alexey. “¿Recuerdas que antes de ayer te dije que recogieses un paquete a mi nombre y no lo abrieses?” —Sí— respondió confusa. “Lo llevas, ¿verdad?” —Em... Sí— Danielle iba ligera de equipaje, su maleta la llevaba Alexey en su coche, pero aquel paquete sí que lo había llevado. “Vale, pues ve a por él y ábrelo” le ordenó. Danielle, sin intender muy bien de qué iba todo aquello, pero empezándose a hacer una idea, se levantó del balancín y fue hasta su moto. Abrió el envoltorio y no tardó en reconocer el logotipo de la caja, era de una marca de juguetes para adultos. Buscó la descripción del producto. —¿Una bala vibradora a control remoto? Pero ya tengo una...— “Sí, pero esta es más grande y potente … y quiero que te la pongas ahora mismo” —¿¡Perdona!?— respondió Danielle sorprendida, aunque en el fondo, una vocecita en su cabeza le había advertido ya que podía sospechar algo así —Estoy en medio de un bosque— “Sí, en una propiedad privada, no debería entrar nadie. Además, has cometido una infracción y por ello, como tu superior, debo castigarte” —Ni de coña, Volkov— le respondió tras una carcajada de incredulidad, y esperó a que él dijese algo, pero solo obtuvo silencio. Sabía que la estaba presionando, no le hacía falta ni verle la cara para saber que era parte de su táctica. “¿No?” Danielle dudó y al final suspiró, no podía negar que la simple idea de todo aquello le ponía. —Está bien— aceptó. Al otro lado del teléfono, Danielle escuchó una puerta de un coche cerrarse. —¿Alexey?— “Estoy aquí, estaba subiendo al coche, quiero llegar allí cuando antes” —Ah... vale— “¿Has sincronizado ya la bala con tu teléfono? Utiliza la misma app que la tuya” —No, ahora voy...— respondió ella mientras terminaba de abrir la caja, en efecto, aquella bala era más grande y gruesa que la que ella tenía. —Oye, entonces voy a tener que castigarte yo también cuando llegues aquí. Sabes que está mal usar el teléfono mientras conduces, ¿verdad?— le dijo mientras sincronizaba los dispositivos. Oyó que Alexey se reía. “Pues... supongo que sí” le dio la razón a ella “Pero ahora es mi turno y quiero que me cuentes todo lo que vas haciendo” —¿Eres consciente del lio en el que me puedo meter si alguien me ve? No va a haber Monarch que pueda tapar esto si llega a internet...— le avisó, todavía algo reticente. “Tranquila, nadie te va a ver” —Más te vale, porque sino te mato— le amenazó, tras eso suspiró y empezó a contarle —Acabo de recogerme el pelo en una coleta, y me he puesto los auriculares para tener las manos libres. Me estoy quitando las botas de la moto, me voy a poner unas deportivas... las estoy sacando de las alforjas... una... y dos... Y ahora me estoy quitando el mono y me voy a poner el abrigo...— “Danielle, por dios” protestó Alexey. —¿Qué? Hace frío y me has dicho que te cuente todo lo que hago, pues eso estoy haciendo— “Ya, pero no me refería a eso” volvió a protestar, casi con un tono infantil. —Vale, vale...— respondió ella, divertida, disfrutaba muchísimo cuando lograba sacar de quicio a Alexey —He vuelto al porche de la casa, hay un balancín... y...— dudó un momento —Y me acabo de bajar los pantalones hasta los tobillos... ¡Joder, qué frío está!— exclamó —El balancín es de metal y está muy frio, como coja frío y me ponga mala, no te lo perdono— le amenazó. Alexey pudo oír que Danielle respiraba hondo un par de veces, sabía que ella estaba dudando. “Cuando llegue allí te prometo que te voy a hacer entrar en calor” le prometió, pero para sorpresa de Danielle en la voz de él no había una lujuria desmesurada, sino más bien un toque de preocupación. —He encendido la bala— prosiguió y Alexey supo que era cierto porque oyó el leve sonido de la vibración —Tengo las piernas abiertas y he empezado a pasármela por los labios... entre los labios...— Danielle suspiró levemente —Contra el clítoris... aunque todavía no resbala bien— “Date tiempo” fue la única respuesta de Alexey. Y eso hizo Danielle, relatándole mientras tanto cómo movía aquella bala vibradora sobre su sexo. —Voy a meterla ya...— le informó. “¿Ya estás bien mojada?” —No sabes cuanto...— “Bien, pero apagala primero, a partir de ahora yo tengo el control. ¡Ah! Y ni se te ocurra subirte los pantalones hasta que llegues al orgasmo” le ordenó. —Me gusta más cuando me la pones tú...— comentó en un susurro, que pretendía ocultar un gemido —Ya está— “Bien, vamos a probarla entonces...” Danielle esperó expectante, volviendo a sentir el frío en su ya empapado sexo. —No siento nada... no hace nad...— un grito de sorpresa interrumpió las palabras de Danielle e hizo que Alexey soltase una carcajada —¡Ah, Alexey! No tan fuerte, por favor— le pidió apretando los dientes. “¿Por qué no? No has sido una buena chica, como superior tuyo es mi deber castigarte” le dijo él. —Ah... ¡cabrón!— le insultó, encogiéndose sobre sí misma. “Esa boca teniente” la reprendió, subiendo más la potencia y haciendo que Danielle volviese a gritar.
Para cuando Alexey llegó por fin a la cabaña, se encontró con Danielle sentada en el balancín con las piernas encogidas contra su pecho, tratando de sobre llevar como podía otro orgasmo más. Era el cuarto o el quinto al que llegaba y tenía hasta los pantalones humedecidos en su entrepierna, siguiendo las indicaciones del comandante, se los había subido después del primer orgasmo. —Y esto solo ha sido el principio de su castigo, teniente— le dijo él cuando llegó a su lado. [•][•]
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thedarkestnightrol · 5 years
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You’ll never walk alone
Las fiestas no eran lo suyo, y tampoco acudir a lugares con grandes aglomeraciones de gente, pero a pesar de todo ello, Keme había decidido asistir al cumpleaños de Steve. No le conocía demasiado, pero le admiraba. Así que debía aprovechar la oportunidad para poder conocerle. Sin embargo, la idea de disfrazarse no le gustó, y mucho menos de lo que iba: de soldado. Parecía que él mismo quería meterse en la boca del lobo. Quería pasarlo bien y disfrutar, olvidarse de todo lo que estaba acudiendo a su cabeza en los últimos días, pero un pellizco en el estómago hacía que no pudiera, y menos vestido de aquella guisa. Aprovechando que el lugar tenía una terraza, decidió ausentarse de la fiesta con una botella de licor, bebiendo ligeros tragos a morro para intentar apaciguar sus memorias.
En el momento en que alguien hizo el amago de abrir la puerta de la terraza, supo de quién se trataba. Quizá era su olor particular, o incluso el ruido que hacían los zapatos ante su forma de caminar. La mirada del americano bajó hacia la botella en cuanto Kala se sentó a su lado, y tomando aire despacio, giró el cristal por la barandilla un par de veces antes de comenzar a hablar.
— Te estás perdiendo la fiesta.
—Tampoco es la fiesta del año. — Ahora que estaba más cerca de él era como si el ruido en su cabeza se hiciera más fuerte, hasta hacerla suspirar. — Keme... Sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad? Quiero decir... Sé que no lo aparento y eso pero... ¿Qué pasó en Afganistán? Sé que te has salido por... los uniformes.
En el momento de pronunciar dicha palabra, giró la cabeza con el gesto descompuesto y el corazón martilleando bajo su pecho más rápido que nunca. De hecho, sus ojos se volvieron algo más cristalinos que de costumbre.
— ¿Y tú qué sabes de Afganistán?
—Sé que estuviste allí. Y que no te está dejando vivir en paz. Mira... Sé que eres fuerte, y no me refiero al dichoso gen X, sino a tu manera de ser. Pero nadie es irrompible Keme, y cargar algo tan pesado sobre los hombros puede romper a cualquiera. Créeme, sé de lo que hablo. Y no soportaría ver que te ocurre a ti. No intento meterme donde no me llaman, solo quiero... ayudarte a compartir esa carga.
Sus palabras cayeron como un jarro de agua helado sobre su cabeza. ¿Cómo podía saber que estuvo allí? Y lo peor, que era incapaz de olvidarlo y estaba perturbando su presente. El desconcierto era palpable en su rostro, quedando mudo con los ojos puestos sobre los ajenos. Sin mediar palabra, volvió el rostro serio pero a la vez triste hacia el horizonte, tomado la botella para dar un trago largo al licor.
— Te están esperando en la fiesta, Kala.
—No tiene que ser ahora, no tengo que ser yo. Solo busca a alguien en quien confíes lo suficiente cuando sientas que es el momento.
— Nadie lo sabe. — Aquella frase le salió de dentro. — Y no entiendo cómo tú lo puedes saber. ¿Me lo puedes explicar?
—No lo sé, simplemente lo supe. Y no se lo voy a decir a nadie si es lo que te preocupa. Ni siquiera lo hice a propósito solo... solo apareció en mi cabeza.
— ¿Tienes los poderes de tu padre o algo similar? El otro día me freíste el cerebro y ahora me entero de que has estado navegando por él sin avisarme siquiera.
—Estás de coña, ¿verdad? —reprochó, incapaz de hacer la vista gorda—. Yo jamás te haría daño, ni miraría en tu cabeza sin permiso. Y no, no soy telepática joder. Y espero que cuando se te pase la que lleves encima te des cuenta de la gilipollez que acabas de soltarme.
— ¿Entonces cómo cojones sabes tú que he estado en Afganistán, que he sido militar y que lo que pasó allí no me deja vivir en paz?
A medida que Keme seguía con las acusaciones más enfadada se sentía ella, de una manera que no podía controlar, hasta el punto de que la terraza comenzó a temblar.
—¡Te he dicho que no lo sé! — Alzó la voz sin poder evitarlo. —¿Crees que es fácil para mí? ¿Crees que esto no me asusta? ¡No sé qué está pasando! ¡Yo solo quería ayudarte! Y tú ahora no eres ni capaz de confiar en mí.
— Kala, Kala. Tienes que relajarte. — Se aferró a la barandilla donde estaba subido, mirándola. — Kala. Mírame. Tranquilízate.
Para aquellas alturas el suelo de la terraza y las paredes más cercanas comenzaron a agrietarse, sin ser capaz de controlar lo que hacía porque ni siquiera era capaz de pensar que pudiera ser cosa de ella. Pero por suerte la voz de Keme consiguió detenerla de golpe, haciendo que alzase la mirada hacia él con gesto desorientado, como si acabase de salir de un trance.
—Yo no... Solo quería... Solo quería que supieras que... — ¿Cómo era posible que hubiese salido a ayudarle y hubiesen acabado así? —Tengo que irme.
— No te vayas. — Se apresuró a decir, llevando una de sus manos sobre las ajenas como si eso pudiera retenerla allí. De hecho, se acercó un poco más a ella.
Pudo haberse hecho intangible para librarse del amarre con facilidad, como solía hacer en general, sin embargo se giró hacia Keme y le miró, terminando por echarse a llorar aunque lo odiase con toda su alma.
—Lo siento. No quería hacerlo Keme, no sé cómo pasó. Siento haberlo visto. No quiero que te vayas tú también. No volverá a pasar, ¿vale? No volveré a hacerlo.
En cuanto Kala comenzó a llorar, el corazón le dio un vuelco y terminó regresando una pierna al suelo de la terraza para quedar mirando hacia ella, acercando ambos cuerpos.
— Ya te he dicho que no me voy a ir a ningún sitio, que te queda Keme hasta keme muera.
Sus manos subieron hacia el pelo ajeno, acariciando este con suavidad aunque terminó desviándolas hacia sus mejillas para quitarle las lágrimas con los pulgares.
—Eso me ha kala-do hondo.
Trató de bromear también, aunque le estaba costando dejar de llorar. Ni siquiera cuando el mutante trató de retirar los restos de humedad de su cara, aunque sí logró hacerla sentir más tranquila, hasta llegar a hacerla reír por su comentario. El americano quedó mirándola en silencio con una sonrisa en los labios, ayudándola a recortar la distancia cuando esta decidió hacerlo para envolver su cuerpo con los brazos.
— Si alguna vez le contase a alguien lo de Afganistán, sería a ti.
—Cuando estés listo.
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Personaje implicado y dónde encontrarlo:
Kala ·  @brookskala
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porlapuertatrasera · 5 years
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DÍA 2 del #AnaPisaEslovenia
> Días que arrancan bien
El día ha arrancado bastante temprano. A las 5.50 abrí los ojos y ya era absolutamente de día. Intenté ignorar la luz y seguir durmiendo pero de repente recordé que seguramente tenía una vista alucinante desde el balcón de la habitación al lago que no había podido disfrutar la noche anterior.
Me levanté, abrí la puerta del balcón, pisé descalza el suelo de madera de la terraza y empecé el día sintiéndome súper afortunada. Hacía frío mañanero, ése que te pone el vello un poco de punto pero te da gustirrirín sentir en verano. Todavía quedaba un poco de bruma sobre el agua del lago pero los patos ya habían empezado el primer baño del día y graznaban sin parar. En el cielo quedaba alguna nube pero un sol que brillaba fuerte dejando reflejos sobre el lago auguraba un tiempo fenomenal para subir a la montaña.
Me di una ducha rápida y bajé a desayunar. Lo hice sentada junto a una ventana enorme con las mismas vistas al lago y me di un banquete de campeona. Huevos a la plancha, queso, salame y tomates; después zumo de naranja y frutas de esas que son feas porque son auténticas: fresas y uvas recogidas de la huerta del dueño del hotel.
> Las carreteras sin asfaltar hasta un sitio en el que podría haber vivido Heidi: el valle de Logar
Cuando ya tenía el cuerpo y la mente listas, puse rumbo al primer destino del día: el valle de Logar. No eran demasiados kilómetros (unos 50 creo recordar); sin embargo, el GPS del coche marcaba 1:35 minutos de trayecto. Fui atravesando infinitos campos sembrados de maíz hasta Kamnik, una de las localidades históricas al norte de la capital con un bonito centro medieval pero poco más con lo que entretenerse.
Seguí mi camino y de repente pensé que el GPS me estaba troleando. Venía de una carretera secundaria pero decente y de repente me había metido por una pista de tierra que atravesaba casas y campos con vacas sin parar. Pensé “tengo que haberme equivocado, no puede ser éste el camino hasta el valle”. Paré a preguntar y ¡sorpresa! El camino iba a ser así durante bastantes kilómetros.
Lo maravilloso es que los Alpes de Kamnic y de la Savinja te van acompañando como telón de fondo. El paisaje era perfecto: montañas enormes completamente verde y repletas de árboles, vacas que aparecían según me aproximaba a algún grupo de casas y casitas que salpicaban la montaña y se convertían en pequeños puntos blancos en mitad de las laderas.
Sin embargo, el camino se me hizo un poco pesado porque tenía la sensación de estar perdida y porque el traqueteo de las piedras y las curvas no me dejaba relajarme. Pasados unos kilómetros volví a una carretera decente que atravesaba pueblos de montaña de esos que se asientan a ambos lados de la carretera y te ofrecen café, comida, alquiler de bicicletas, excursiones a caballo y todo tipo de actividades de montaña.
Estaba en el que dicen que es el valle más verde de la Savinja Superior. Al fondo se ven los Alpes, que hacen de frontera natural con Austria. Dicen que esta zona ha sido la encrucijada de Eslovenia. Han pasado por aquí celtas, romanos, eslavos, los Habsburgo y los nazis durante la ocupación. De hecho, cuentan que ésta fue uno de los lugares más castigados durante la II Guerra Mundial y que muchos de sus habitantes fueron asesinados, deportados o enviados a campos de concentración.
Me olvido de ese capítulo tan feo de la historia observando el paisaje a ambos lados. Bosques, iglesias antiguas, casa tradicionales y las cumbres de los Alpes. Hay mucha gente trabajando la madera y leyendo después descubro que es precisamente una de las principales fuentes de riqueza y trabajo de este lugar.
Por fin veo la señal que indica “Logarska Dolina” a la izquierda y entro en el parque natural previo pago de los 7€ que te cascan por cada coche. La vista nada más entrar es alucinante. La carretera se aleja y parece diminuta a los pies de las enormes montañas; huele a hierba recién cortada y húmeda; los escasísimos turistas que hay ocupan la sombra de los árboles. Paro en un hotel que está en mitad de uno de los prados más fotogénicos de este valle glaciar y me tomó una limonada helada disfrutando de la vista antes de ponerme a disparar alguna foto.
Leo que Logarska Dolina está considerado uno de los más bellos escondites de Eslovenia y un paraíso para los que buscan aventura y actividades al aire libre. Hay varios hoteles dentro, casas de huéspedes y algún camping. Por los caminos se ve gente haciendo caminatas o que viene de un largo paseo en bicicleta.
Decido hacer alguna de las rutas que llevan hasta uno de los puntos más conocidos del parque: la cascada Rinka. Desde donde dejo el coche, llegar me costará unos 80 minutos. Disfruto mucho el camino y me sirve para relajarme y estirar las piernas. Voy cruzándome con gente, cada vez más y más cuando estoy a unos 15 minutos de la cascada. Muchos suben hasta aquí en coche para ahorrarse parte del trayecto.
Cuando llego, veo que me enfrento a la primera turistada del viaje. Vale… sí, es una cascada. Es alta y escupe agua. Pero después de los paisajacos que he visto por el camino, me resulta un engaño que una de las vistas más famosas del parque y la única que está llena de gente haciéndose fotos delante del cartel y con el chorro de agua de fondo sea ésta :P
> Los pastos de montaña de Velika Planina
Vuelvo al coche y cojo la carretera principal a la que acompaña a lo largo de todo el valle el río Savinja. De nuevo el GPS marca más tiempo que lo que sería lógico por los kilómetros, así que tiene pinta de que volveré a los caminos sin asfaltar de antes.
Esta vez lo llevo mejor. Después de unos 40 minutos con el traqueteo de las piedras, llego al aparcamiento más cercano a Velika Planina. Me quedan unos 60 minutos de camino desde aquí hasta lo alto de la montaña, donde están los pastos alpinos de Velika Planina.
Disfruto mucho el camino y de repente llego arriba del todo. Hay mucha calma y las vistas del valle desde aquí son impresionantes. El fuerte viento en la cara me recuerda que he llegado más tarde de lo que quería así que empiezo a recorrer los caminos que avanzan entre las casas tradicionales de pastores.
En estas praderas hay unas 60 cabañas donde granjeros tradicionales pastorean con su ganado entre junio y septiembre. Dicen que viven del pastoreo y de la producción láctea, pero lo cierto es que las casas tienen más pinta de hotel para turistas que han subido hasta aquí después de un largo trekking y se quedan a pasar la noche.
Todas las cabañas son réplicas. Las originales fueron destruidas por los alemanes durante la II Guerra Mundial. Aunque sea así, este lugar bien merece la caminata de subida y un largo paseo de media tarde.
> La llegada a Bled, el atasco y la cena mirando al lago
Por la tarde, pongo rumbo a Bled. ¡Por fin voy a pillar una autopista! Como Bled es la zona más popular del país después de la capital, se han encargado de que la conexión sea buena ;-)
He aprendido una cosa rápida: uno sabe que está llegando a Bled cuando el tráfico se vuelve denso y se convierte en atasco. Viniendo de Madrid, tampoco me parece demasiado grave tardar unos 15 minutos en entrar al pueblo pero el dueño de mi B&B no lo ve igual. Nada más bajarme del coche, me cuenta indignado que es que en agosto es una locura de coches y gente.
Dejo la maleta y, aunque estoy agotada, decido bajar hasta el lago a dar un paseo. Hay bastante gente paseando y agradezco todo este movimiento después de un día de mucho silencio. Desde la orilla, la vista hacia la isla y el castillo encaramado en lo alto de una roca son preciosas.
Busco un restaurante para cenar. Los que me han recomendado no dan al lago así que decido sacrificar la buena comida a cambio de cenar con vistas. En la orilla, todos los restaurantes parecen tener la misma carta horrible para turistas. Me siento en uno que recomienda la guía Lonely Planet con la esperanza de que sea la opción menos mala.
La carta se resume en hamburguesas, ensaladas y platos de pasta con setas que no puedo comer. Hago la típica turista eligiendo unos calamares fritos porque me parecen la opción más decente visto lo visto. Lo acompaño de una cerveza enorme y helada. A pesar de la comida, la cena es fabulosa. Estoy mirando al lago y he elegido un restaurante donde una pareja tocan el piano y el violín para nosotros.
Después de la cena, me doy otro paseo. Compro un helado de pistacho y veo cómo el cielo va mutando de azul a rosa y al final a negro hasta hacerse de noche. Hay mucho movimiento de gente y apetece quedarse bastante rato por ahí. Pero los mosquitos y el sueño empiezan a atacarme, así que vuelvo al hotel para descansar y estar mañana lista para conocer a fondo bien Bled.
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ashleygm · 5 years
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La primera cita ( Wigetta Fanfic). Amor de Tumblr. Capítulo 14.
Me acabo de dar cuenta que no les había subido aquí la parte anterior. Soy retrasada, perdón ah. ESTA PARTE VA ANTES DE LA QUE ACABO DE SUBIR AH.
Para ver todos los capítulos porque luego de dos años ya nadie se acuerda de esto.
Narra Guillermo.
Mientras caminaba lentamente hasta el sitio de encuentro, sentía como mi respiración se entrecortaba y los latidos de mi corazón eran tan fuertes, que era capaz de sentir el eco dentro de mis oídos. Me limpié unas veinte veces las manos sudadas sobre mi pantalón con temor a tenerlas completamente húmedas, cuando estrechara su mano entre las mías. Pocas veces había estado tan nervioso en mi vida. La ansiedad y el anhelo me apretaban el pecho y tenía miedo de despertar en mi cama, para darme cuenta de que todo se trataba de un simple sueño. Creí que aquella escena de película en la cual el chico se encontraba con su novio después de muchos años de estar en otro país, era simple ficción y recordé todas aquellas veces que les dije a mis seguidores que el amor por internet era una tontería; recuerdo escribir que jamás iban a poder verse y que se trataba de un simple intercambio, con el objetivo de obtener un poco de satisfacción sexual. Vaya ironía. A veces lo mejor era quedarte callado en lugar de pasar por hipócrita. Ante mis ojos se proyectaba el destino de nuestro encuentro. Mi cabeza se movió hacia los lados, pero no veía a mi chico por ningún lado. Admito que no era nada fácil, ya que lo había visto pocas veces a través de la pantalla y además mi ansiedad no me ayudaba en lo más mínimo. Salté con terror al sentir una mano posarse sobre mi hombro con delicadeza y quise darle un golpe en toda la cara, al culpable de semejante susto. -¿Qué pasa Willy? - preguntó soltando la risa- Deja de ignorarme macho. -¿Pero qué dices pringado?- cuestioné incrédulo- Ni siquiera te había visto. Una de las cosas que más amaba de él, era la capacidad que tenía de hacerme sentir cómodo en cuestión de segundos. -Que va tío, admite que te da vergüenza que vean a un chico tan guapo como tú, con alguien como yo- susurro con ternura ocasionando un sonrojo en mis mejillas. -No digas tonterías- reclamé avergonzado. Tenía unas ganas absurdas de lanzarme a sus labios, pero sentía que este no era el momento más oportuno para ello. El primer encuentro se dio por terminado y comenzamos a caminar por la acera de la calle, luego de llegar a un acuerdo silencioso. -¿A dónde vamos? - pregunté despreocupado. -¡A la playa!-respondió con tono melodioso, ¿A dónde vamos? ¡A la playa! -Dora la exploradora ¿en serio Vegetta?- dije soltando la risa - ¿Vamos al cine?- respondí con duda alzando los hombros para evitar darle importancia a su anterior número. Podía acompañarlo al fin del mundo sin dudarlo. Joder, ya me estaba volviendo cursi. -¡Genial!- exclama emocionado- Hay una película que me muero por ver desde hace semanas. -¿Cuál?- dije con curiosidad armándome de valor y tomando con rapidez su mano para entrelazar sus dedos con los míos. Él sólo me observó de reojo con cariño ante mi acción y estrecho mi mano con más fuerza. -Ya lo verás Willy, ya lo verás.
-*-*-*-*-*-*
-¡Ni loco tío!- gritó con terror al observar las boletas de cine que había comprado. -Oh vamos Willy, es una simple película y es la que cuenta con la hora más cercana- insistí - Puedo abrazarte todo lo que quieras cuando tengas miedo- agregué con un tono pervertido. -Sabes que odio las películas de terror Vegetta- negó aterrado. -Dame ese gusto, me lo debes- solicité con un puchero como si fuera un crío. -Eres un manipulador- susurro molesto y algo avergonzado, al notar que todas las miradas del lugar se encontraban sobre nuestra pequeña disputa. Algunos nos miraban con diversión, otros con ternura y claro está, no podían faltar aquellos que nos miraban con asco y fastidio al ver a dos chicos tan ruidosos tratando de entrar al cine. -Vamos rápido antes de que me arrepienta- solicitó resignado caminando hacia la sala que proyectaba la famosa película. No pude evitar sonreír y celebrar internamente la victoria. Desde el inicio de la película, tuve que morderme los labios para no reír a carcajadas. Willy se tapaba los ojos con sus manos y miraba la pantalla, a través del fino espacio que se colaba entre sus dedos. Saltó un par de veces cuando el sonido aumentaba en volumen y a veces utilizaba el recipiente de palomitas, con el fin de evitar ver cualquier escena. Era jodidamente tierno este hombre. Ni siquiera estaba prestando gran atención a la trama. Prefería ver con adoración al chico a mi lado y deseaba en el fondo de mi corazón, que este momento jamás terminara. No entiendo cómo puede vivir tantos meses sin su compañía y daba gracias al destino, por tenerlo finalmente a mi lado. Ya no había ninguna pantalla de por medio y podría llevar a cabo, lo que por tantos meses estuve deseando. Quité cuidadosamente el objeto entre sus manos y acaricié con suavidad sus mejillas, al notar el sonrojo sobre su rostro. Lentamente me acerqué hasta sus labios, dando por terminada la distancia entre nosotros. Finalmente pude sentir aquella textura, que haría pecar hasta a los más poderosos dioses. Sus labios se movían con sincronía sobre los míos y deje escapar un gemido, cuando sus dientes me mordieron con suavidad, para solicitar que abriera mi boca y así nuestras lenguas danzarán con rapidez. Esta era la emoción correcta. Por primera vez sentía aquellas chispas que tanto narraban los cuentos, mil mariposas volaban por mi estómago y una gran felicidad, recorrió todo mi pecho. Su boca sabía a menta de hierbabuena, palomitas y Coca-Cola, pero para mí eso era la gloria. No quería separarme de sus labios y mucho menos al comprobar, lo bueno que era besando. Lamentablemente tuvimos que respirar porque al dar un beso tan apasionado, es imposible no necesitar una bocanada de aire que te recuerde aquella maldita necesidad de oxígeno que requerimos todos los seres vivos. -Te quiero- susurré con cariño sonriendo al observar sus ojos iluminarse con emoción. -Yo también te quiero Samuel. Este era el mejor momento de mi vida y nada podría arruinarlo.
-*-*-*-*-*-*-*-*
Decidí acompañarlo al hotel en el que se estaba hospedando. No quise preguntarle a la recepcionista por el costo de la habitación, ya que estaba seguro que me iba a desmayar del terror con sólo escuchar la cifra. Mentalmente sume todos los gastos que estaba cubriendo Vegetta con esta visita y me sentí mal, al no poderle ofrecer mi apartamento, por miedo a que mi padre lo sacará a patadas. Seguramente todas las cuentas del día, le habían costado unos 700 dólares y no quería ni pensar, en todo lo que tuvo que trabajar para darse este gusto. En todo lo que tendría que hacer en las próximas semanas, para cubrir el dinero faltante. -¿En qué piensas ahora Willy? - preguntó con curiosidad acomodando su maleta al lado de la cómoda. -¿Cuánto te has gastado Vegetta?- cuestioné seriamente con el objetivo de resolver mis dudas y alimentar mis oscuros pensamientos. -Unos 500, 600 dólares, no tengo ni idea- contestó despreocupado. -¿Es en serio tío? - pregunté con horror- ¡Joder macho esto es demasiado caro y no vale la pena gastar tanta pasta! Su ceño se frunció con molestia y agarró con rapidez mi mano, consiguiendo lanzarme sobre la cama debido a su fuerza. Sus manos se posaron por encima de mi cabeza y sus piernas, se encontraban rodeando las mías. -Vendería mi alma al diablo, si con eso logro verte un sólo minuto de mi vida- susurro sobre mis labios para luego sellarlos con dulzura- Eres lo único que vale la pena en mi vida Willy, lo único por lo que vale la pena invertir algo de dinero. Mi corazón se derritió en mi pecho y le correspondí con rapidez, ignorando el escozor de mis ojos ante aquellas palabras. Se separó con suavidad y acarició mi mejillas con ayuda de la yema de sus dedos. -Quédate conmigo esta noche- rogó con deseo. -¿Qué?- pregunté sintiendo un vacío en el estómago y un anhelo en mi pecho. -Por favor....
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Carta a Benjamin (1)
Mi querido abuelo:
Han pasado casi seis meses desde que te fuiste, y no ha vuelto todavía. El otro día, cuando fui al psiquiatra, fui a visitarte para contarte que lo había hecho, que lo había conseguido... No había nadie en este mundo que tuviera más fe en mi que tú. Y por eso te lo conté, antes que a nadie...
 Las cosas han cambiado mucho desde que te fuiste. En la casa, poco a poco el olor a ti se desvanece, aunque hago lo posible para que permanezca ahí. Apenas abro los armarios... Como si ahí estuviera ese olor que le queda a tu ropa, ese olor que antes estaba por toda la casa. En Godric’s Hollow, la plaza ya no parece la mismo sin ti en ese banco, y Ralph se sienta solo a escuchar el sonido de la Plaza sin Tiempo. El señor Green sigue acertando con el tiempo, y Timothy, Gustave, y Horace, se siguen apostando años en el Rincón los domingos... Pero algunas veces, cuando he pasado por ahí y les he visto jugando, me he dado cuenta de que falta alguien. De que ahí está tu silla vacía, y un vaso de vino de más. Has dejado huérfano a este pueblo abuelo, pero aunque parezca que las cosas hayan cambiado mucho desde tu partida, algunas se mantienen siendo iguales. En la plaza el reloj sigue parado, y en la calle Winter sigue haciendo más frío que en ninguna... La señora Frey sigue quejándose de todo, el tío Max sigue diciendo que tu chocolate, es mejor que el de Willy Wonka, a Mathie le sigue sin gustar el chocolate... Porque esas cosas, no cambiarán nunca.
 Benjie nació en Diciembre. se parece mucho a papá. Le han llamado Benjamin Joseph, como tú y como la abuela... Yo estoy tratando de ser con él la buena hermana que tú querías que fuera para él, y estoy haciendo lo posible por no defraudarte.
 Puede que también tenga que contarte que en Octubre, después de tu partida, me topé con un abismo en ese camino que cada vez se hacía más difícil. Pero fue cuando caí por ese abismo cuando supe que era hora de tener que levantarse. No voy a perdonarme haberme querido morir, abuelo, pero de ese imperio de felicidad de la que solo quedó una pequeña sonrisa moribunda, he conseguido reconstruir poco a poco la felicidad que creí que sería una especie en extinción. Ahora, mi vida va a 7 miligramos de Fluoxetina... Esos 13 miligramos de menos, son 13 razones más para estar orgullosa de lo que estoy logrando, como si esos trece escalones que ya he subido fueran los más difíciles de esos veinte que tenía que subir, y la cima está cada vez más cerca, a solo siete de ese kilómetro cero donde empezarán mis nuevos mapas. 
 Ahora sé que Stephen no me engaña, ni me engañó nunca... Que solo me ocultaba cosas. Es la persona más especial que existe, aunque no sea la única persona en este lugar que es así de especial. Ahora sé más que nunca que me ama. Y Leven, tu Hannah, está bien. Cuido de ella, pero sobre todo, ella cuida de mí. En la tumba de Hannah no ha dejado de haber flores cada semana, tal como te prometí que haría, y a la abuela y a ti os llevo cada semana margaritas. 
 ¿Y sabes una cosa? Johann se casó ayer. Mi querido amigo estaba guapísimo con su traje de gala militar, no te imaginas lo hermosa que estaba Miryam, con ese cometa dentro de su vientre y ese precioso vestido. Me emocioné mucho cuando se dieron los votos, cuando se prometieron estar juntos para siempre, pero sobre todo cuando les vi pasar por debajo de ese arco de sables, cuando la dijeron “Bienvenida al Ejército”... Me acordé de ti y miré al cielo, porque estoy segura de que los viste, que viste esa lluvia de palomitas, todas las voces diciéndoles “Vivan los novios”, y porque estoy segura de que te habría encantado poder formar parte de ese día... Había un sitio vacío en un banco para la madre de Miryam... Seguro que tú estuviste cerca de ella, en otro banco, en otro mundo, desde ese mundo atemporal de mi sueño... 
 Mi querido abuelo... No sabes cuánto te echo de menos. Cada vez que veo una nueva cara en este pueblo, me pregunto si serás tú. Cada vez que escucho una nueva canción me pregunto si me hablará de ti. Cada vez que leo un nuevo libro, espero encontrarte en alguna página. Porque nadie se va de este mundo y porque volver es la segunda parte de una partida. He decidido que te escribiré cartas, abuelo, como tú hiciste a Hannah... Por si vuelves. Las cartas que escribiré por si vuelves... 
Vuelve, abuelo. Vuelve. 
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