Hoy van 365 días desde que no estás, llevo contándolos todo este tiempo. No hay día en el que asumir tu pérdida sea fácil, no creo que lo haya nunca.
El universo me obligó a borrar las conversaciones, los audios y el registro de llamadas, pero al menos me dejó la música y las fotos, que es a lo que todavía me aferro. Me aferro a esa sonrisa un poco torcida y a la primera canción que compartimos.
A veces se me olvida que no estás, me despierto y mi cerebro me manda la orden de escribirte, y luego el golpe duele más. Porque quererte sigue siendo un tanto desgarrador y un tanto masoquista.
¿Sabes? Tu número está dado de baja, estoy segura que desde hace meses, pero antes de quedarme sin conversaciones todavía podía escribirte. El universo también me quitó eso. Y no es justo, porque ahora solo me quedan los poemas y las cartas.
La gente dice que debo pasar página, que ya está bien de llorarle a un fantasma, pero es que no saben lo que yo te quería y lo que me duele todo esto. No lo entienden y a veces siento que ni yo puedo hacerlo. Me hundo en un amor que me hace daño y en una pena interminable, no avanzo.
A veces, me asomo a la ventana y miro las estrellas. Allí estás tú, en la sonrisa de la luna creciente y en el brillo de la luna llena. Estás en las cordilleras de la izquierda y en el griterío de la derecha. Estás en las flores, en las espinas, en la tierra. Estás por todos lados y así, es imposible seguir.
El otro día recordé nuestro primer San Valentín: la llamada, las risas, la sorpresa, el que me descubrieras, la carta interminable, el amor. Luego pensé en el siguiente: la distancia, el tiempo, los enfados, los reproches, el amor innegable que seguía ahí. Al final, recordé el amor que siempre nos tuvimos y que nunca murió, ni siquiera ahora.
También estuve pensando en nuestras únicas navidades juntos, fuiste lo más bonito de aquel diciembre. Tu risa fue el mejor villancico y tu sonrisa la mejor iluminación, ni siquiera Caballero podía competir contra ti. Me gustaría volver a vivir esas noches interminables donde las anécdotas no tenían fin.
También pienso mucho en los sueños que teníamos, siguen siendo los más bonitos. Pienso en las metas que nos habíamos puesto, en las promesas que no cumplimos, en el amor otra vez. Nunca dejo de pensar en el amor.
Al final, supongo que me paso las horas, los días y los meses pensando en ti y todo eso que fuimos. En la vida que deberíamos tener y que no tenemos, en qué 2023 sin ti ha sido difícil, porque era nuestro año.
Ojalá sobrevivirte fuera más fácil o tuviera un manual de instrucciones, pero la pena es eterna y yo te voy a querer siempre niño estúpido. Ojalá te hubiera dicho una última vez lo tanto que te quería. Porque ahora solo son palabras susurradas al viento que no tienen respuesta.
Te echo de menos Andrés, siempre voy a hacerlo, pero espero que con los años sea menos difícil. Te quiero, en esta vida y en las que vendrán.
Descansa estrellita,
yo seguiré luchando un poco más,
gracias por ser mi Boulevard,
Tu Weigel.
No sé cómo empezar, como ordenar este torrente sin control de sentimientos. Ha pasado un tiempo desde que escribí para ti, lo siento por eso, mereces todos mis escritos.
Y aunque no te escriba o no te dedique todas mis letras no dejo de pensarte, no puedo. Recuerdo tus sonrisas, aunque en mi mente no tengan esa magia que tú tenías. Y tu voz ahora solo es un murmullo, lejano y distorsionado. No logro recordar tu timbre exacto y no me atrevo a escucharlo. Echo de menos tu voz cantandome cada tanto. A ti te echo todavía más de menos.
Tengo tu cumpleaños en el calendario, 30 de noviembre, ahora también es tu aniversario. Aniversario de dolor, de pérdida. Nunca podré olvidar la fecha.
Conozco personas a diario, pero no son tú y no puedo engañar a mi corazón, no aún. Solo hacia 2 años que nos conocíamos y el tiempo no fue suficiente, nunca lo es. Al menos, no para mi. Teníamos tanto que hacer y tantos sueños que cumplir. Ahora solo son recuerdos lejanos de lo que un día quisimos para nosotros.
No sé cómo olvidarte, como hacer que pare de doler tu marcha. No creo que pueda hacerlo alguna vez, eras tan único A... Fuiste mi sonrisa, todavía lo eres.
Cada vez que termino un libro te recuerdo con más fuerza, ya no estás para escuchar mis podcast hablando de ellos y duele, duele mucho. Cada detalle lo hace.
¿Recuerdas el libro que quería escribir? Siempre estuviste ahí, apoyándome, dándome esperanza y ahora, que no estás; ya no puedo seguir, ya no puedo escribirlo. Ibas a estar en mi dedicatoria, prometo que si algún día consigo seguir, lo estarás. Ahí y en todos mis logros. Aunque ya no estés para verlos, aunque ya nunca te vuelva a escuchar.
No tuvimos el tiempo que merecíamos y aún así, tú y yo en el universo, siempre en el universo. Porque cuando veo el cielo te busco entre las estrellas, pensando en que tú también me ves allá donde estés.
No todo es triste, pero si doloroso. Ojalá estuvieras en todas mis meteduras de pata, aunque sea egoísta de mi parte. Y no puedo soltarte, ni a ti ni a tu recuerdo. Hubo tantas cosas que no pude decirte... Lo siento por eso, y por todo.
Y te echo tanto de menos A. Pero un día dejaré de hacerlo o, al menos, eso me gusta creer. Mientras, te seguiré buscando en el firmamento cada noche que pueda. Quizá en otra vida bailemos nuestra canción, espero que si.
Y te amo, mucho. Creo que nunca dejaré de hacerlo. Siempre vas a estar en mi mente, no podría ser de otro modo. Espero poder enamorarme de nuevo. No como lo hice de ti, eso es imposible. Pero si de una forma bonita y duradera, como tú habrías querido. Al menos eso espero.