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ANTEROS (ἀντέρως)
“La flor ve en la abeja la propagación de su polen, la abeja en la flor la dulce comida para las larvas. En el acoplamiento de ambos organismos, cada uno ve en la disposición del otro ‘como en un espejo a sí mismo’ (Fedro, 255d). Cada uno de ellos ignora si su afirmación coincide con la afirmación del otro o si por el contrario le priva del futuro: -lo mata: cada uno sabe sólo que esto es bueno para sí y usa al otro como medio para su propio fin, como materia para su propia vida, al tiempo que él mismo es medio material para la vida del otro (...) -por la recíproca necesidad adopta la apariencia de amor. Pero el ἀντέρως no es el ἔρως; es una máscara de νεῖκος [pelea] “
Carlo Michelstaedter. Persuasión y Retórica II, III, 1910.
Platón usa la palabra ἀντέρως (antérôs) en un sentido muy distinto cuando describe en el Fedro el entusiasmo de los amigos o amantes verdaderos:
“No está escrito que el malo sea amigo del malo, ni el bueno no lo sea del bueno” (255b)... “Y semejante a un aire o a un eco que, rebotando de algo pulido y duro, vuelve de nuevo al punto de partida, así el manantial de la belleza vuelve al bello muchacho, a través de los ojos, camino natural hacia el alma que, al recibirlo, se enciende y riega los orificios de las alas, e impulsa la salida de las plumas y llena, a su vez, de amor el alma del amado. Entonces sí que es verdad que ama, pero no sabe qué. Ni sabe qué le pasa, ni expulsarlo puede, sino que, como al que se le ha pegado de otro una oftalmía, no acierta a qué atribuirlo y se olvida de que, como en un espejo, se está mirando a sí mismo en el amante. Y cuando éste se halla presente, de la misma manera que a él, se le acaban las penas; pero si está ausente, también por lo mismo desea y es deseado. Un reflejo del amor, un antiamor [Anteros] es lo que tiene” (Fedro 255d-e).
Anteros es contrafigura de Eros o, muy equívocamente, del amor correspondido, que surge en el ambiente de los gimnasios helénicos. Pausanias en su Guía viajera (VI, 23, 3) informa de que en una de las palestras de Atenas había un relieve con las figuras de Eros y Anteros, el primero con una palma que intentaba quitarle al otro. El mismo Pausanias (I, 30, 1) informa que en Atenas había un altar en honor de Anteros, ofrenda de los metecos, porque Timágoras, que era meteco o extranjero en Atenas, se enamoró del ciudadano Meles quien, despreciándolo, le mandó que se despeñase. Así lo hizo Timágoras, que obedeció por amor al desdeñoso amado. Cuando Meles lo vio muerto, se arrepintió tanto de su orden que se precipitó desde la misma roca. Los metecos tuvieron a Anteros por vengador de Timágoras.
Tal vez podríamos tener a Anteros, no tanto por una representación del amor correspondido, sino por una representación del amor despechado y del acto mismo de venganza por despecho. Incluso podríamos asociarlo a lo que hoy llamamos “chantaje emocional”, aunque Timágoras no amenazó con matarse, sino que se mató de verdad, a causa del “antiamor” de Meles...
(Fotos de una abeja megaquílida (Anthidiini) libando en lavanda. Loma de Úbeda, 17 de mayo del 2012.)
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