Cuando Dios creó a la MUJER, estaba trabajando hasta tarde en el sexto día...
Un ángel vino y preguntó: ¿Por qué gastar tanto tiempo en ella?
El Señor respondió:
-¿Has visto todas las especificaciones que tengo que conocer para darle forma?
Ella debe funcionar en todo tipo de situaciones.
Debe ser capaz de abrazar a varios niños al mismo tiempo.
Tener un abrazo que pueda curar cualquier cosa, desde una rodilla raspada hasta un corazón roto.
Ella debe hacer todo esto con solo dos manos.
Ella se cura a sí misma cuando está enferma y puede trabajar 18 horas al día.
EL ÁNGEL quedó impresionado
-¿Sólo dos manos?... ¡Imposible!
¿Y este es el modelo estándar?
El ángel se acercó y tocó a la mujer.
"Pero la has hecho tan suave, Señor ".
"Ella es suave ", dijo el Señor,
"Pero la he hecho fuerte. No puedes imaginar lo que ella puede soportar y superar."
"¿Puede pensar?" preguntó el ángel...
El Señor respondió. "No sólo puede pensar, puede razonar y negociar."
El ángel tocó sus mejillas...
"Señor, parece que esta creación se está filtrando! Le has puesto demasiadas cargas".
"Ella no se está filtrando... es una lágrima" El Señor corrigió l Ángel...
-¿De qué sirve?" preguntó el ángel...
El Señor dijo:
-"Las lágrimas son su forma de expresar su dolor, sus dudas, su amor, su soledad, su sufrimiento y su orgullo.
Esto causó una gran impresión en el Ángel,
-Señor, eres un genio. Pensaste en todo. Una mujer es realmente maravillosa.
El Señor dijo:
-"De hecho, ella lo es".
Ella tiene fuerza que asombra a un hombre.
Ella puede manejar problemas y llevar cargas pesadas.
Ella tiene felicidad, amor y opiniones.
Ella sonríe cuando siente ganas de gritar.
Ella canta cuando tiene ganas de llorar.
Llora cuando está feliz y ríe cuando tiene miedo.
Ella lucha por lo que cree.
Su amor es incondicional.
Su corazón está roto cuando un familiar o un amigo muere, pero encuentra fuerza para seguir adelante con la vida."
El Ángel preguntó:
- "¿Así que ella es un ser perfecto?"
El Señor respondió: No. Ella solo tiene un inconveniente...
A menudo olvida lo que vale.
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CARTA AL LADRÓN.
ESU EMMANUEL G.
PRESENTE
www.esuemmanuel.tumblr.com
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A usted, desvergonzado ladrón:
Por medio de la presente me atrevo a hacerle saber lo que he estado sintiendo gracias a los constantes robos de los que he sido víctima, en cualesquiera de los sitios web que menciono, de su mano.
Me he visto afectado, tremendamente, por la falta, ya no de moral — porque eso parece estar ausente en usted —, sino de integridad y decencia humanas, pues ha sido capaz de tomar como propio lo que no es suyo ni lo será por más que lo intente.
Si bien es cierto que yo soy el autor, el creador y la fuente de todo lo vertido en ambos sitios web, también es verdad que usted es un vil e ignorante descerebrado, falto de alma y de espíritu, que requiere tomar lo que no es suyo para sentirse especial. Sépase que, para hacer lo que usted hace, cualquiera mueve las manos, pero, para crear contenido — quemarse las pestañas, estudiar y leer en las madrugadas, en vilo e insomne, mientras se siente en el alma el ardor de la locura, la desazón de la melancolía, la congoja de la ansiedad, el arrebato de la alegría y la osadía del amor — no cualquiera lo hace. De hecho, somos muy pocos los que nos atrevemos a salirnos de los estándares para romper los paradigmas y crear algo nuevo; algo que nadie más ha podido hacer ni hará, menos los de su linaje, obviamente, ya que usted viene de un árbol podrido, de una rama infecunda, tal es así que depende fervientemente de nosotros los creadores, porque no sólo a mí me ha robado ni me robará, lo ha hecho con otros que, al igual que yo, nos arriesgamos a producir contenido original.
¿Qué puede usted saber de eso? Definitivamente nada, porque en su casa no le enseñaron, ya no a respetar, sino a ser libre. A usted le cortaron las alas recién lo parió su madre y, conforme fue creciendo, en lugar de alimentarle el alma para hacerlo consciente del poder creativo que lleva en las entrañas, le hicieron creer que no sirve, que jamás logrará ser alguien en esta vida si no roba, si no mata, si no viola, si no arrebata de los demás lo que usted no tiene permitido crear. Tan lamentable es su vida y su existencia que es un “Don Nadie”. Su madre lo parió sólo con una finalidad: ser una copia de otros, una sanguijuela, una piraña, un ave de rapiña, un dependiente de los ganadores. Usted necesita sentirse como un ganador, pero sin hacer el mínimo esfuerzo y colgándose las medallas ajenas ¡Qué patético y mediocre es ser usted! Y ni preguntarle si no le da vergüenza tal verdad, porque sé que no la tiene, no sabe de eso, porque, insisto, no le enseñaron.
No me atrevo a decir que sea usted un ser humano, ya que un ser humano tiene la capacidad — de hecho, nace con ella — de ser creativo. Usted, simplemente, es un parásito traído al mundo por otro parásito; seres nulos de energía propia, dependientes de la energía de otros para existir o, mejor dicho, para sobrevivir, ya que lo que usted hace no es vivir y lo hace gracias al robo del aliento divino de los que creamos. ¡Qué triste es ser usted! No puede ni tiene la capacidad de darle algo de valor al mundo, porque tiene que tomarlo de otros para sentirse valioso y satisfacer su falta de espíritu. Mire que yo, como sea que me robe, si decido dejar de publicar lo que escribo, usted, definitivamente, dejará de subsistir, porque sin mí, que soy la fuente, no tendrá cómo alimentarse, mientras tanto yo, que no dependo de nadie, sino de mi propia voluntad, fuerza y motivación, seguiré creando libremente en mis libretas y, quizás, nadie más que yo pueda leerme. No importa, con tener la satisfacción de crear, me basta. Aquí es donde radica la satisfacción del creador, mientras la suya dependerá siempre de éste, a lo que me lleva a confesarle que usted no es libre, sino un esclavo de sus propias limitantes, las cuales heredó de su madre y de las que jamás se podrá deshacer. Usted está marcado por la nada, la eterna flojera, el perpetuo vacío y la inmunda ignorancia. Es cuando me topo con seres como usted que abogo por el aborto, porque, un ser que nace con el solo propósito de mamar de los otros su energía no merece respirar. No ayuda a nadie con eso, sólo quita el aliento, el aire, el respiro a los que lo necesitamos para crear, para ser, para vivir y, por consecuencia, darle algo valioso al mundo. ¿Soy duro? ¿Lo soy? Creo que sólo le hago ver la realidad de su vida (si así se le puede llamar a lo que se supone está haciendo en este mundo). Más duro es tener que alimentar a sanguijuelas como usted de manera gratuita. Se preguntará que qué me gano al decirle sus verdades si, al cabo, seguirá cometiendo la fechoría de robar. Bueno, pues, me es grata la satisfacción que me da escupirle en la cara, nada más.
Usted seguirá robando, porque ése es su destino, para eso nació y, aunque quiera cambiar, no lo hará; le es imposible hacerlo. En sus genes tiene la marca de la maldad, de la brutalidad, de la inconsciencia, de la ignorancia, de la falta de alma, y de éstas nadie se cura. Sin embargo, yo, a diferencia de usted, seguiré creando, produciendo, escribiendo y publicando porque en Mí yace la fuente de la creación. Soy el agua, la tinta, el mar, el cielo, la tierra, el fuego, el viento… el éter… la fuerza de la vida haciéndose palabra y acción en cada escrito que hago y en cada paso que doy. Usted seguirá siendo un “Don Nadie” que roba y se satisface recibiendo los aplausos de quienes, como yo, no necesitamos de eso para sentirnos satisfechos.
¡Ah, qué bien se siente decirle que usted jamás saldrá de su pocilga de mediocridad! Mientras yo, escritor nato y poeta (y sí, lo digo con todo el bendito orgullo que me da serlo), continuaré bendiciendo a mis ojos con mis creaciones a expensas de mi cansancio, mi tiempo, mi salud, mi dinero y mi vida.
Sin más por el momento, me despido con una satisfacción tremenda por decirle lo que siento y saberlo escribir, cosa que usted, en la vida, podrá experimentar ¿verdad?
Esu Emmanuel G.
Autor, Escritor, Poeta y Ser Humano.
Carta al ladrón. © 2023 by Esu Emmanuel G. is licensed under Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International. To view a copy of this license, visit Creative Commons
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FARO VERDE
→ Otto Hightower x fem!OC (ft. Daemon Targaryen)
✦ Sinopsis: El matrimonio con el Príncipe Targaryen parecía perfecto hasta que enfrentó la terrible realidad, ¿en que manos caerá su dañado corazón?
✦ Advertencias: Engaño / Angst / Confort / Diferencia de edad.
✦ Palabras: 2704
✦ Pedido: Si, de Wattpad.
✦ Nota: ¡Comentarios, likes y reblogs son muy apreciados! ♡
La congoja que inundaba la habitación pesaba en el pecho de quienes eran testigo del sufrimiento ajeno, los escasos presentes guardando silencio mientras la única mujer explicaba qué la tenía tan mal.
—Por favor —suplicó, desesperada arrodillándose y agarrándole las manos—. No puedo seguir con él, no cuando me traicionó así.
—¿Estás segura de tus acusaciones? —preguntó con el entrecejo fruncido en negación e incomodidad.
—¡Los encontré juntos! —exclamó, enseguida respirando más fuerte—. Daemon y la Princesa me han clavado un puñal por la espalda, siempre los he tenido en alta estima... ¿Cómo pudieron hacerme esto?
Viserys apretó los labios y tragó con dificultad.
—Lo que estás pasando es desgarrador, pero has consumado el matrimonio... ¿Quién aceptará tu mano en tales condiciones?
—No necesito volver a casarme, ¡solo no quiero estar con él! —explicó frustrada y atemorizada de que no anulara la unión—. ¿De verdad debo seguir a su lado mientras folla y embaraza a Rhaenyra?
La crudeza de la realidad provocó que los integrantes del Consejo Privado intercambiaran miradas y Viserys deseara desaparecer.
—Ciertamente es un panorama desfavorable —interrumpió Otto Hightower.
Ambos se enfocaron en él y la joven intentó limpiar las lagrimas que no paraban de caer.
—Explícate —ordenó el Rey esperando que su reflexión lo guiara mejor.
—La señorita ha realizado sus deberes de esposa con suma excelencia, no hay razón para que el resto la avergüence cuando regrese a la soltería. En cambio, Daemon ha quitado la virtud de Rhaenyra sin estar en nupcias y eso podría significar un problema para su imagen como heredera al trono —manifestó—. Además, con el mayor de los respetos, la inconsistencia del Príncipe es de publico conocimiento y dudo que su nuera vaya a ser la parte condenada en caso de aprobar el divorcio.
Viserys inspiró profundo y ella ganó esperanzas, a los segundos Mellos tomando palabra.
—Conozco gente que estaría gratamente interesada en incluir tan excepcional dama a su linaje, además que resolver ésta cuestión nos permitirá avanzar al problemático enlazamiento entre Daemon y Rhaenyra.
El espacio quedó en silencio y todos aguardaron la decisión final, el Rey mirándola y tomándola de la mano.
—¿Estás segura?
—Si.
Viserys inspiró profundo, le dio un apretón y asintió resignado.
—Queda en paz, porque tu matrimonio ha terminado.
La liviandad fue inmediata y por un segundo creyó que colapsaría de alivio.
—Gracias, muchísimas gracias.
Borrando los restos húmedos en ambas mejillas, pidió disculpas por la actitud bochornosa que enseñó y abandonó el salón de reuniones luego de una pronunciada reverencia. Caminó a su habitación con una gran mezcla de emociones, pero le alegraba pensar que no estaba perdida a vivir junto un hombre que no la apreciaba.
—¿Qué hacías allí?
La voz del Targaryen le congeló hasta los huesos, pero la furia y el dolor borbotaron su sangre y evitaron que volteara a verlo.
—Déjame, no quiero nada contigo.
—¡Alto! —gruñó, en un par de zancadas logrando agarrarla del brazo.
Forzada a detenerse, lo miró con un enojo imposible de esconder.
—Suéltame.
—¿Qué hablaste con mi hermano?
—La idea de mantenerme con un infiel tan retorcido es inaguantable, así que corté nuestra relación —contestó entre dientes, en secreto deseando ser capaz de destrozarlo hasta que nada quedara de él.
—¿Pediste la anulación? —preguntó incrédulo, por largos segundos olvidando como pestañear—. ¿Estás demente? No conseguirás nada mejor que un Targaryen.
—¿Qué importa? Prefiero la soltería antes que sigas haciendo un bufón de mí.
—Rhaenyra fue algo del momento, ¿abandonarás nuestra relación por eso?
—Te respeté y adoré, pero preferiste quebrar mi confianza y eliminar nuestro futuro… Jamás tendré segundos pensamientos, ¡eres basura!
Daemon la tomó de los hombros y acortó la distancia, la oscura mirada que cargaba hablando por sí sola.
—Si me abandonas nunca volveré contigo, incluso si suplicas tirada en el suelo.
—Preferiría morir —aseguró liberando todo el veneno que cargaba.
—Arrepiéntete —ordenó encajando la mandíbula.
—Incluso si amenazas con tirarte desde tu lagartija roja, en la vida regresaré contigo.
—¡No olvides con quien estás hablando!
—¡Un degenerado pervertido! —respondió, nuevamente intentando liberarse—. Es turno de Rhaenyra de soportar tus caprichos, ¡ahora soy libre!
Daemon perdió cualquier gramo de decencia y empezó a llevarla a una zona desolada, ella pensando en gritar cuando oyó la inconfundible marcha apurada de los guardias del castillo. Torció el cuello y apreció como un grupo de cuatro hombres armados trotaban en su dirección, por lo que Daemon frunció el ceño y aguardó a descubrir que querían.
—El Rey solicita su presencia —anunció Ser Harrold.
—¿Por qué?
—Sabrá una vez que lo vea.
Torciendo el rostro en una mueca que que preocuparía a más de uno, el Targaryen soltó a la femenina y enfurecido los siguió. Desaparecieron por unas escaleras y ella jadeó expulsando el aire que guardaba gracias al miedo y la tensión. Colocó una mano en el pecho y trató de soportar el agobio, pero sus piernas flaquearon y debió apoyarse en uno de los muros.
—¿Señorita?
Exaltada volteó y enfrentó a la Mano del Rey, el cual tenía las palmas juntas y le miraba de forma indescifrable.
—Señor Hightower, ¿necesita algo?
—No realmente, pero atestigüe el encuentro con Daemon y me preocupé por su bienestar.
—El divorcio fue aceptado, pero es una situación difícil —confesó con una sonrisa amarga.
—Solo puedo imaginar la deslealtad que sufre.
—Concluyo que no actuó con intención de favorecerme, pero agradezco sus palabras hacia el Rey, ayudaron enormemente a conseguir la separación.
—Realizaba la función acorde a mi trabajo, pero debo admitir que… —dudó en terminar.
—¿Hm? —frunció el ceño y entrecerró los ojos.
—Usted es de la poca realeza con modales y sentido de la responsabilidad, así que apoyé el matrimonio con Daemon pensando que el Principe podría aprender y centrarse, pero ahora entiendo que fue un error. Una dama como usted no debe desperdiciarse en un hombre como él.
—Gracias —encogió los hombros, aunque fue incapaz de sonrojarse por la tormenta que pesaba en su corazón.
—Lamento si fue inapropiado —indicó de inmediato bajando la cabeza.
—Para nada.
—En todo caso, conozco una buena receta de té que Alicent solía pedir en sus momentos más difíciles. Si necesita ayuda o distenderse, puede contar conmigo.
—Aprecio la oferta, lo tendré en cuenta.
Utilizando saludos formales, Otto se retiró y la femenina quedó sola oliendo la estela de su perfume. Ligeramente ausente al procesar lo sucedido en el día, miró una puerta cercana y frotó los labios en ansiedad.
—¡Señor Hightower! —llamó de golpe, con prisa intentando alcanzarlo.
—¿Si? —frenó sorprendido con las cejas ligeramente elevadas.
—¿Tiene tiempo? Ahora sería un buen momento para degustar aquella formula especial.
—Por supuesto.
Interesada en compartir la tarde con alguien quien parecía reconocer lo que valía, lo acompañó al ala donde el Consejo Privado residía. La habitación era amplia y no enseñaba nada fuera de lo normal, y desde ese día se convirtió en un espacio habitual al disfrutar de la serena compañía de la Mano del Rey. Las diferencias con su exesposo eran abismales y estimaba el cambio de aire, especialmente cuando Daemon le enviaba cartas desde el exilio debido a la transgresión de límites con Rhaenyra.
Meses pasaron y los viajes a la recamara Hightower aumentaron significativamente, de a poco forjando una relación que terminó en sentimientos mutuos. Ninguno esperaba enamorarse del otro cuando procuraban mantener y resguardar el compañerismo ganado, pero señales fueron dadas y finalmente expresaron sus sentimientos.
La relación empezó suave manteniendo el carácter que desde un inicio los unió, con la excepción de que ahora incluía citas, regalos y un contacto más cariñoso e intimo. Viserys, al enterarse, otorgó su bendición y la Fortaleza Roja fue el centro de festividades cuando anunciaron la boda.
A decir verdad, al día de unión llegar, muchos temían la aparición del errático Targaryen. Los cielos fueron observados y la casa Hightower envió su propia gente para evitar interrupciones, pero la misma Rhaenyra, amarga y triste por la indiferencia de Daemon hacia ella, decidió volar y mantenerlo lejos de Desembarco del Rey.
El agasajo sucedió rodeados de alcohol, risas y baile, Otto encargándose de ganar la simpatía de sus suegros y hallando que estaban complacidos por su personalidad y posición. Tal vez no fuera un príncipe, pero era la Mano del Rey y el padre de la actual reina, aunque debido a eso la luna de miel fue corta al tener que cumplir con grandes obligaciones.
De a poco encontraron una cómoda rutina y la recién casada logró forjar una buena e inesperada relación con Alicent, quien la acompañó y ayudó enormemente con su experiencia cuando quedó embarazada. La gestación y el parto en sí no fueron fáciles, padre e hija encargándose de que tuviera lo mejor para que el evento pasara a salvo, sorpresivamente un segundo bebé siguiendo al primero y terminando el alumbramiento en mellizos de distinto sexo.
—¡Qué bendición! —exclamó la sirvienta más antigua de Otto.
—Ciertamente un milagro —coincidió preparando los brazos y recibiendo al recién nacido.
—¿Están bien? —preguntó la inaugurada madre entre ojos cansados.
—Perfectos, por el momento no hay nada de que preocuparse —tranquilizó Mellos observando que la beba respiraba acorde a lo deseado—. Tenga —indicó al inclinarse y entregarle la primogénita.
Momentos después la puerta se abrió y Alicent hizo acto de presencia, los empleados reverenciando mientras ella observaba a los protagonistas.
—¿Cómo se encuentran?
—Sin problemas —sonrió la femenina.
—Dos nuevos integrantes, informaré a Lord Hightower de la magnifica noticia —habló la Reina acercándose a la cama—. Descansa lo que debas, una vez que estés recuperada organizaré un banquete.
—Muy amable, gracias —asintió en afecto y ella le otorgó una pequeña caricia.
Otto intercambió breves palabras con su hija y luego fue a sentarse en el colchón, el matrimonio observándose y prácticamente diciendo todo con la mirada.
—Jamás imaginé ser padre a esta edad, pero formar una familia contigo es sumamente grato —confesó en voz baja evitando oídos curiosos.
—Se supone que traer hijos es mi deber, pero no se siente así cuando deseas tenerlos… Especialmente con el hombre que amas —contestó, la sensibilidad del momento provocando que se le humedecieran los ojos.
—Te amo —respondió mientras le sostenía la mejilla, su personalidad impidiendo que fuera más expresivo con gente alrededor—. Cuida de ti, yo me encargaré de velar por ustedes.
Apreciando la preocupación y dedicación, se enfocó en los mellizos que fueron enormemente celebrados, los hermanos de la regente consorte recibiendo numerosos regalos desde Antigua. Ropa, juguetes y joyas verdes circundaban las cunas en una clara declaración de a que casa pertenecían, el Principe Targaryen no soportando la noticia de aquellos nacimientos y quebrantando el destierro para buscarla.
Pocos sabían de su paradero desde el exilio y su aparición sacudió el pacifico mundo que la femenina logró construir, el hombre silenciosamente interceptándola en un corredor de la Fortaleza Roja.
—¿Es verdad? ¿Has engendrado la semilla de ese hombre?
—¿Qué haces aquí? —frunció el ceño en el proceso de retroceder, susto empezando a dominarla.
—¡Responde! —ordenó, desde el inicio no teniendo una pizca de simpatía—. ¿Te casaste y ahora das a luz?
—No te incumbe, no eres nadie en mi vida.
—¡Soy tu…!
—¡Exesposo! —finalizó la frase en pura exasperación.
Daemon se acercó y una vez más la retuvo agarrándola de los brazos, ella no pudiendo zafar incluso si lo intentaba.
—Te he escrito y enviado obsequios, abrí mis sentimientos y enseñé todo mi arrepentimiento, ¿cómo puedes hacer esto? Nuestro destino es estar juntos.
—¿Mi falta de repuesta no dio a entender que ya no me interesas? ¡No te amo, no te quiero y tampoco te deseo!
—¿Piensas que esa mierda Hightower puede satisfacerte?
—Es todo lo que he querido y más, tenemos una familia hermosa y cada día agradezco no haber quedado embarazada de ti —escupió con malicia esperando hacerle el mismo daño que él le hizo.
La confesión lo empalideció e provocó que aflojara el agarre, la femenina temiendo por el destello de locura que surgió desde la profundidad de sus pupilas.
—¡Daemon!
El grito los petrificó y torcieron la cabeza a ver como Rhaenyra se acercaba entre mejillas sonrosadas y ojos húmedos.
—No ahora... —suspiró el mayor.
—¿Por qué no avisaste que vendrías? —reclamó indignada tomándolo del brazo y acercándolo a ella, sin darse cuenta permitiendo que la mujer se liberara y generara una buena distancia.
—Regresé a comprobar cierta información, no a hacer sociales —respondió áspero vigilando su verdadero objetivo.
La Princesa miró a la chica y contorsionó la cara en resentimiento, pero se enfocó en el hombre.
—Apenas me envías cartas y sigues con tus aventuras nocturnas, ¿acaso ya no te atraigo? —preguntó en un estado completamente vulnerable—. Dijiste que me amabas y estaríamos juntos según nuestra tradición, ¿por qué la sigues buscando?
Daemon puso los ojos en blanco y respiró exasperado, la nueva dama Hightower decidiendo que ese era un drama que no le correspondía. Giró y se retiró con el mentón en alto, aunque debió recurrir al trote cuando oyó que la Targaryen tenía dificultades para mantenerlo con ella.
—¡Ser Criston! —llamó al verlo patrullar en un cruce de pasillos.
—¿Qué ocurre? —preguntó preocupado y olvidando las cortesías ante el claro estrés.
—Daemon ha regresado, está en el castillo —jadeó, las palabras encimándose por el apuro—. Pude escapar ante la intervención de la Princesa, pero es una amenaza para la Fortaleza Roja.
—Póngase a cubierto, daré aviso —asintió solemne escoltándola un par de alas antes de tomar otro camino.
Con angustia fue a sus aposentos y verificó la seguridad de los niños antes de encerrarse con las institutrices. Por seguridad bloquearon la puerta y aguardaron a noticias, las amables mujeres logrando tranquilizarla y distraerla mientras alimentaba o jugaba con los mellizos.
Las horas sucedieron y el atardecer se convirtió en crepúsculo, para ese punto el nerviosismo estando muy bien instalado incluso si ninguna hablaba de la cuestión. Intercambiaron miradas y una de las femeninas se levantó a encender las velas antes de que la noche cayera, en eso saltando y liberando sonidos de sorpresa cuando golpearon la puerta.
—¿Quién es?
—Ser Harrold —anunció potente a través de la gruesa madera—. El castillo es seguro, pueden salir.
Con un nuevo aire de esperanza, las damiselas destrabaron la puerta y observaron que la Mano del Rey también aguardaba.
—¿Cómo estás? —preguntó al acercarse y buscar alguna herida visible.
—Bien, no pudo hacer mucho —sonrió suave encogiendo los hombros y meciendo a la niña entre brazos.
Otto presionó los labios y observó al resto, quienes comprendieron que debían irse y darles privacidad.
—Viserys ha mantenido el exilio, no apreció el traspaso y el estado angustiado en el que halló a Rhaenyra —avisó en el proceso de sentarse a su lado.
—La Princesa cuestionaba el interés en mí y la indiferencia hacia ella… Daemon se ha convertido en un hombre imposible de entender.
—A pesar de que te has casado con él, he lidiado con el Targaryen más tiempo que tú —suspiró agotado de solo recordar todas las discusiones que tuvieron—. Una vez que posee lo que desea se aburre, la caza ha terminado y continua con otra, pero no soporta cuando lo conquistado se escurre de sus manos.
—Tiene sentido… Aún así quiero dejarlo en el pasado y mantener a cualquier dragón al margen de nuestra familia —confesó antes de verlo decidida—. Hoy nuevamente confirmé que eres lo que la vida guardaba para mí. No puedo predecir si será un camino fácil, Daemon terminó siendo un absoluto fracaso, pero no me arrepentiré de haberte elegido.
Otto la abrazó por la espalda y la acomodó contra él, lentamente acariciando su brazo.
—No soy perfecto, pero como mujer, madre y esposa te respetaré. Siempre he sido así y no cambiaré contigo.
Sonriendo pequeño y complacida, recordó como el Hightower siempre mantuvo en alto a su antigua pareja y no dudaba en saltar a defenderla si alguien la deshonraba. Quienes más tiempo trabajaban en el castillo sabían cada detalle, así que enterarse de aquel factor participó mucho a la hora de entregarse a él.
Gustosa bajó los parpados y se acurrucó, el beso que recibió en la cabeza sellando su amor hacía el hombre y la familia que formaron.
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