No te preocupes por los rechazos compadre, llevo 25 cigarrillos esta noche y cerveza ni te digo. El teléfono solo ha sonado una vez (número equivocado).
Hoy mi alma se siente en paz, después de muchos años, por fin siento que estoy con la persona adecuada, un hombre que se preocupa por mis sentimientos, que es amable, gracioso, caballeroso, que me acurruca cuando hace frío y que me toma la mano para darme valor. Que me impulsa a hacer lo que quiero y también me ayuda a terminar con las manías autodestructivas que de pronto me brotan, que canta conmigo en el coche y que siempre tiene las palabras adecuadas para hacer sentir mi corazón calientito. Que me cree super heroína capaz de todo, que mi intensidad no le parece abrumadora, que mi carcajada la vuelve gigante y que mi cursilería le queda pequeñita a la que tiene él, que ve novelas conmigo y me deja leérselas también, que chulea mis defectos y me hace sentir que son perfectos. Aplaude mis delirios de escritora y me da besitos en la frente cuando nos toca despedirnos, me hace probar comida extraña que termino amando y siempre me acompaña con un vino cuando quiero una cervecita, que con un abrazo siento que todo el mal me lo quita y cuando me besa hasta el cielo siente envidia.
Hoy tomé esa camisa que use ese sábado en la madrugada, esa que se impregnó del olor de tu cama, con olor a whiskey y cerveza, pero hoy, extrañamente ya no olía a ti, ya no olía a nada, pasé mi nariz por cada centímetro de la tela y no encontré rastro de ti, como lo hacia antes, mis lágrimas no tardaron en aparecer, calentaban mi interior y tu recuerdo, me daban el calor de un fierro hirviendo mientras recorrían mi rostro, trataban a la fuerza de cerrar esta herida que dejaste, me obligan a dejar de pensarte, a centrarme en la realidad y dejar de vivir de fantasías, pero lo único que hacen mientras caen es recordarme que tú no vas a volver. Jamás .