Tumgik
#Y se inclinó a mí
emisario1423 · 1 year
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analisword · 2 months
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high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem! Reader)
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Capítulo 1: https://www.tumblr.com/analisword/742694471701037056/high-infidelity-enzo-vogrinc-x-fem-reader?source=share
Capítulo 2: https://www.tumblr.com/analisword/742809931904925697/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 3: https://www.tumblr.com/analisword/742966287515402240/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 4: https://www.tumblr.com/analisword/743085967194390530/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 5: https://www.tumblr.com/analisword/743445192395423744/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
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—No quiero interrumpirte, pero me pregunto si ya comiste algo—Alana fue sacada de su concentración de golpe, giró la cabeza tan bruscamente hacia la puerta que su cuello dolió, Enzo estaba apoyado sobre el marco de la puerta con las manos dentro de los bolsillos. 
Alana tuvo que respirar profundamente al verlo, nunca se acostumbraría a verlo y a su implacable belleza. 
Llevaba una simple camisa interior blanca y unos jogging grises, aún así, lucía jodidamente bien. 
—Hola—saludó Alana felizmente, miró la hora en su celular y quedó perpleja, eran ya las 9 de la noche y efectivamente, no había ingerido bocado en todo el día—. Mierda, se me fue el día. 
—Entonces fue un día bastante productivo, ¿eh?—sonrió Enzo. 
—Sí, es mágico este lugar—exclamó Alana cerrando su computadora, ahora que se había dado cuenta que no había comido nada en todo el día, moría de hambre. 
—Sos mágica—la corrigió—. Vení a comer, traje pizza—dijo moviendo la cabeza, su estómago rugió al escucharlo y lo siguió hasta la sala. 
—Soy vegano—explicó él mientras abría la pizza—. Pero están deliciosas. 
—Tengo tanta hambre que así sea pizza hecha de cartón, la comería—dijo Alana tomando una rebanada. 
—Te dije que eras libre de abrir el freezer—dijo Enzo con tono apelativo. 
—Honestamente me olvidé de comer algo—respondió ella para después darle una mordida a la pizza, tal como Enzo había dicho, estaba deliciosa.
—Tengo que alimentarte para que ese cerebro tuyo siga funcionando—dijo él. 
—¿Cómo te la pasaste tú?
—Ehh, tuvimos que repetir la misma escena unas treinta veces porque al director no le parecía nada, pero al final terminó saliendo.
—Debe ser agotador—exclamó Alana arrugando la nariz. 
—Lo es—dijo él riendo—. Aún no me acostumbro, en teatro lo hacés una vez y ya está.
—¿Te gustaría volver a hacer teatro?—preguntó Alana con genuina curiosidad. 
—Acá no, en Uruguay sí—dijo—. Es más underground allá, nadie te termina viendo y a veces hasta terminas perdiendo plata, pero es auténtico. 
—Eres Enzo, gente irá a verte—dijo Alana rodando los ojos. 
—Sí, supongo—dijo él riendo y bajando la mirada, Alana inclinó la cabeza. 
—No te gusta mucho la fama, ¿no?
—Es complicado, claro que me gusta que mi trabajo sea reconocido, lo que no me gusta es tener a gente hinchándome las pelotas cada que salgo.
—Auges del oficio—exclamó Alana elevado los hombros. 
Al parecer Enzo tampoco había omado bocado en todo el día porque comía con un poco de desesperación, Alana sintió lindo que el chico hubiera esperado hasta tarde para comer con ella, terminaron la pizza en silencio y cuando lo hicieron estaban tan llenos que se tiraron en el suelo con las manos sobre las barrigas. 
—¿Cómo se tomó Sebastián cuando le dijiste que estás escribiendo de nuevo? ¿o pensa que vas por ahí vendiendo drogas?—preguntó Enzo después de que estuvieron varios minutos tirados viendo el techo, Alana se giró para observarlo mejor, sus ojos la miraban detalladamente y la luz cálida que emanaban las lámparas de la sala hacían que estos se vieran más claros de lo normal. 
—Creo que lo de las drogas le hubiera resultado mejor—dijo ella negando con la cabeza—. Dijo que estaba decepcionado de mí—confesó tímidamente. 
Enzo la miró como si le hubieran crecido dos cabezas del cuello y dobló el codo para apoyarse sobre su mano, estaban acostados sobre una alfombra bastante esponjosa, aún así la posición del chico parecía bastante incómoda. 
—¿Vos estás jodiéndome?—preguntó él con tono de incredulidad—. ¿Quién en su santo juicio estaría decepcionado con vos por escribir? Es lo que más te gusta.
—Pues él—respondió Alana—. Vaya—dijo ella un poco más tranquila—. No es por el mero hecho que esté escribiendo, es porque lo estoy haciendo al mismo tiempo que él, él quiere que esté completamente entregada a su libro. 
Enzo arrugó la nariz al escucharla, ella regresó la mirada al techo, ahora que contaba la situación en voz alta, se daba cuenta de lo patética que era.
—Alana…
—Sé lo que vas a decir—lo interrumpió—. Sé que no está bien y creéme que odio esta situación, detesto que Sebastián sea así de inseguro…
—Pero…—la interrumpió ahora él a ella. 
—Pero, supongo que tendremos que solucionarlo eventualmente, no sólo es mi novio, es la única persona que tengo aquí—dijo ella volviendo a mirarlo, Enzo la miraba a ella con una expresión que no pudo descifrar. 
—Vos sabés que eso es mentira—respondió Enzo apretando la mandíbula, Alana tragó saliva en seco, definitivamente sabía que podía contar con el actor, podría decir que era su único amigo en la ciudad, pero sabía a ciencia cierta que Enzo no se quedaría para siempre en Sevilla, probablemente volvería a Uruguay apenas terminara de filmar la película, o se mudaría ahora a otro país durante meses, probablemente Estados Unidos o Inglaterra, para después repetir la rutina una y otra vez, Alana apretó los labios ante la idea, ¿seguirían frecuentándose una vez él se fuera?
¿Al menos seguirían conversando ante la distancia?
La idea la puso nostálgica, de pronto todo el desorden que había en su mente después de intentar construir un nuevo mundo para la historia que comenzaba a escribir había desaparecido, así como el pensamiento de tener que volver a casa más tarde donde lo más probable es que Sebastián volvería a estar de insufrible. 
—Eh…perdona si dije algo que no debo—carraspeó Enzo al notar que ella no decía nada.
Alana rodeó su cintura con sus brazos y hundió su cara en el hueco de su cuello aspirando su olor, no tenía idea lo mucho que había necesitado abrazarlo hasta que lo hizo, el cuerpo de Enzo se tensó al principio por el acto afectivo tan repentino, pero en seguida suspiró y entrelazó ahora sus brazos contra el cuerpo de Alana. 
—Gracias por estar aquí—murmuró ella—. Gracias por alentarme a volver a escribir y por prestarme tu casa—hundió más su cara en el cuello del chico y él apretó más su agarre. 
—Hey, no tenés nada que agradecer—dijo él—. Yo sólo quiero que vos seas feliz—acarició su cabello suavemente, Alana cerró los ojos, le apetecía tanto quedarse ahí durante horas, dormir con él, el suelo nunca se había sentido tan cómodo nunca, de pronto los brazos de Enzo eran la cama más cómoda que podía existir. 
¿Pero qué mierda estaba pensando? 
Alana alejó  el rostro lentamente, Enzo lo tomó entre sus manos, ella suspiró y volvió a cerrar los ojos, podía sentir su aliento y el de Enzo mezclándose deliciosamente, no podía abrir los ojos, no podía hacerlo porque sabía que si lo hacía se encontraría con los labios de Enzo tan cerca a los de ella que no podría resistirse, de pronto los dedos de Enzo comenzaron a bajar por su cuello, tan largos y firmes pero suaves al mismo tiempo, no sabía qué se escuchaba más fuerte, si su propia respiración o la de Enzo, no podía salir del trance, sabía que haría una estupidez si se quedaba en esa posición un segundo más, de pronto sintió algo húmedo en su cuello.
Enzo había depositado un beso ahí, y aunque había sido suficiente para que ella mordiera su labio inferior patéticamente, también fue suficiente para que saliera del hechizo que él había aplicado sobre ella, Alana puso ahora sus manos sobre el pecho de Enzo y lo apartó un poco.
—Alana…
—Nuevamente gracias por todo—respondió ella—. Pero tengo que irme—Enzo la miró apenado y asintió levemente, Alana depositó un beso en su mejilla y salió prácticamente corriendo del departamento, Enzo no tuvo la intención de seguirla, Alana sabía perfectamente el por qué. 
No tardó mucho en llegar a su departamento, se quitó los zapatos y sus pies tocaron el frío suelo de la sala, a comparación del departamento de Enzo, el que ella compartía con su novio estaba casi siempre frío porque el chico adoraba las temperaturas bajas, no había alfombras en el lugar, no lámparas cálidas, no muebles que impedían que el frío aire que se colaba de las calles por la ventana le rozaran peligrosamente la nuca. 
Alana se tocó el cuello, aún podía sentir los labios de Enzo sobre su piel, podía sentir sus manos y si se concentraba mucho, aún podía olerlo.
—Hola—la voz de Sebastián la sacó de sus pensamientos bruscamente, ella apartó la mano de su cuello rápidamente, cruzó los brazos sobre su pecho, como intentando borrar las huellas invisibles de Enzo sobre ella. 
—Hola. 
—Te preparé algo de cenar—informó—. Tu platillo favorito. 
Una ola de culpabilidad la invadió, su platillo favorito no se podía conseguir fácilmente, sabía que para prepararlo Sebastián había tenido que recorrer al menos tres mercados diferentes para conseguir los ingredientes traídos desde México. 
—He cenado ya y estoy llenísima—respondió, era verdad, el botón de su pantalón de mezclilla estaba haciendo lo posible para no romperse, su vientre estaba pesado e hinchado por las cuatro rebanadas de pizza vegana que había comido—. Pero gracias, mañana me lo desayuno. 
Sebastián asintió y parpadeó varias veces, Alana lo conocía tan bien, lo conocía de tanto que sabía que él hacía eso cuando tenía ganas de llorar. 
—Quiero pedirte disculpas por el dolor de cabeza que te he estado dando últimamente—dijo él acercándose a ella—. Soy un idiota, y si estamos aquí es gracias a ti. 
Alana sabía que se refería a cuestiones de dinero, pues aunque Sebastián haya sido el que recibió el trabajo, no hubieran podido sustentarse para mudarse a España sin el dinero que Alana ganaba. 
—Y lamento que hayas llegado al extremo de tener que alquilar una oficina para sentirte cómoda para escribir. 
Las imágenes de ella y Enzo en la supuesta oficina invadieron su mente. 
—Le diré a Maricia que consiga a alguien para que revise lo que yo vaya escribiendo—informó. 
—No tienes que hacer eso—replicó Alana. 
—Los dos sabemos que no quieres seguir leyéndome, Alana—dijo él—. Y eso está bien, sé lo agotador que es, yo mismo no quise volverte a leer después de tu primer libro y nunca me diste un mal rato por ello, incluso cuando sí era mi trabajo hacerlo.
—Lamento que leernos nos incomode tanto—dijo ella, lo decía en serio. 
—Esas cosas pasan—dijo.
¿Pero por qué ella sí quería que Enzo la leyera?
¿Por qué se había sentido tan triste cuando Enzo no indagó o pidió leer lo que ella había escrito hoy?
—Sí—mintió—. Esas cosas siempre pasan.
—Quiero que esto siga funcionando—dijo él tomándole las manos. 
Alana asintió, no podía echar su relación a la basura. 
Sin embargo, cuando Sebastián la besó, Alana no pudo evitar imaginarse que era Enzo el que lo hacía. 
Y se odió a sí misma por no sentirse ni un poco culpable al respecto. 
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caostalgia · 1 year
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—Hazlo. —No me provoques, Mason, que después de todo lo que me han hecho pasar... —Apreté el arma—. Después de arrebatarme a mi familia, no lo dudaré. —Estás dudando ahora —comentó Mason—. Dispara. Esos ojos de colores diferentes que me habían parecido fascinantes cuando los vi por primera vez estaban cargados de un brillo que me indignaba. «¿Todo es un juego para ti, Mason?». Apreté el arma con rabia mientras lo observaba acercarse a mí. —¡Aléjate! ¡Mason, aléjate de mí! Él me sonrió. —No vas a dispararme, bonita. —No estés tan seguro. Se acercó hasta que me obligó a presionar el arma contra su pecho. Inclinó su rostro hacia el mío y me susurró: —Entonces dispara. —No tienes ningún jodido aprecio por tu vida. —Mi vida... —suspiró—. Quisiera decir que temo a la muerte, pero ¿por qué habría de hacerlo? El cese de la existencia es simplemente el final de este juego perpetuo al que llamamos vida.
Ariana Godoy. (2022) Fleur. Mi desesperada decisión.
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gyummigon · 2 months
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miedos nocturnos | beomgyu
beomgyu x lector
୨୧ palabras: 984 ୨୧ género: romance, un poco de angustia ୨୧ resumen: prácticamente una conversación con beomgyu sentados en columpios a las dos de la mañana. ajá, no sé cómo resumir esto.
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—¿Cuál es el punto de esto?
El escenario nocturno que los rodeaba no era tan romántico como hubieras esperado de una salida insensata a las dos de la mañana, la coherencia de tus pensamientos era cada vez más consumida por tu necesidad de dormir, te sentías mareada tras balancearte en el columpio por quién sabe cuánto tiempo y, para bien o para mal, Beomgyu estaba en una de esas facetas taciturnas en la que te trasmitía la serenidad y seguridad de poder cerrar los ojos y no desear abrirlos.
Tu voz soñolienta interrumpió los suaves tarareos provenientes de la garganta de Beomgyu. El chico inclinó la cabeza para mirarte y estiró las comisuras de su labios en una sonrisa.
—Dijiste que me necesitabas —explicó con voz apaciguada, como si fuera el razonamiento más lógico y resolviera hasta el ultimo espacio en blanco de tu pregunta. Dejaste escapar un suspiro que terminó convirtiéndose en una risa. En el fondo tampoco era una sorpresa, este era Beomgyu, con su comportamiento espontáneo y generalmente inexplicable.
—Beomgyu, sí, digo cosas así todo el tiempo, lo sabes. ¿Era tan necesario encontrarnos a esta hora de la noche? Tienes que levantarte temprano mañana.
Beomgyu hizo un mohín con sus labios y se encogió de hombros. Su cuerpo era ridículamente grande a comparación del columpio, por lo que solo tuvo que inclinarse un poco para abrazar su piernas.
—Buscar tiempo para dormir no es complicado —susurró.
—¿Y qué sí lo es? ¿Permitirme dormir temprano?”
No se molestó en responder a eso. En cambio, él suspiro con cariño y, tras otro largo silencio, dijo:
—Solo me faltabas tú esta noche.
Mordiste el interior de tu boca al escucharlo, pero no pudiste reprimir la risa nerviosa que escapó de tu boca.
—Beomgyu, eres un tonto —dijiste y golpeaste sin mucha fuerza su hombro. La sonrisa de Beomgyu se agrandó al escucharte y, antes de que alejaras tu mano, la tomó tu mano entre sus dedos y deslizó la calidez de las yemas de sus dedos por tu piel.
—Ya lo sé. —Estiró su mano y tomó la soga de tu columpio para jalara hacia él, por un momento pensaste que te besaría, pero se limitó a contemplar tus ojos de cerca—. Sé que en ningún momento quisiste estar en el columpio a estas horas —dijo, y su voz no podía sonar más sincera—, sólo… estaba un poco asustado y quería un poco de tu protección.
Inclinaste la cabeza hacia la suya y cerraste los ojos cuando el soplo de su aliento golpeó tus labios. En ese momento no quisiste nada más, solo tenerlo cerca.
—¿Asustado de qué?
—Asustado de mí, de ti, de ser tuyo, de no serlo —confesó en un pequeño susurro—. Es demasiado para procesar, todos estos cambios… Estamos creciendo y eso me aterra. Tú, los chicos, incluso mis padres, todos a mi alrededor parecen adaptarse; fácil o no, pero lo logran. Siento que yo sigo en el mismo lugar, a la deriva, nada me complace, nada me hace sentir completo. Me aterra que llegue el momento en el que mi insatisfacción nos separe, que yo me quede atrás mientras tú avanzas e inevitablemente tengamos que decir adiós.
Te tomaste unos segundos para digerir sus palabras, sin evitar sentirte conmovida ante su sinceridad y la ternura de su voz. Nunca consideraste que aquellos sentimientos fueran albergados por Beomgyu, a pesar de ser consiente de su sensibilidad y su apego por las pequeñas cosas, hasta entonces fuiste ignorante de aquellas inquietudes.
—Beomgyu... —fue lo único que pudiste decir, no estabas preparado para esa conversación, mucho menos a esas horas de la noche y en las circunstancias en la que se encontraban: estúpidamente sentados sobre dos columpios que apenas sostenía el peso de sus cuerpos—. Estoy aquí, no me iré a ningún lado sin ti.
Levantando un brazo y rodeando su cuello con él, lo atrajiste a ti y dejaste que su cabeza descansara sobre su hombro.
—Así que vine a ti esta noche. —Sus manos viajaron a tu espalda para abrazarte, tan suave como sus palabras—, porque puedo aguantar todo el día sin dormir, pero no puedo soportar la idea de estar lejos de ti.
—Cariño…
—Estoy hablando demasiado, lo sé —rió torpemente—. Pero eres tan perfecta y yo tan desordenado. Quiero ser bueno para ti, quiero verte caminar con orgullo a mi lado. No quiero decepcionarte.
Suspiraste y tomaste su mentón para hacer que sus ojos te miraran. Ante la cercanía de su rostro y el tuyo, de sus labios y tus labios, no quisiste hacer nada mas que besarlo. Él pareció pensar lo mismo.
—¿Podrías escúchame un segundo?
—¿Podrías besarme?
Reíste y sacudiste la cabeza.
—Escúchame antes.
Beomgyu, sin soltar la soga del columpio, presionó un poco su cabeza contra tu hombro y se estiró para poder besarte en el cuello.
—Te escucho —murmuró y acomodó un poco más contra ti, su mano se posó en tu abdomen, justo en el borde de tu sudadera.
—Deja de distraerme, intento decir algo inteligente, ¿bien? —te quejaste, aunque no pudiste sonar lo suficientemente seria—. Quiero… quisiera hallar la forma más útil para convencerte de que estoy contigo, cada paso que tú das es un paso que yo doy, y si tú retrocedes, yo lo hago contigo. No hay manera de que crecer nos separe porque, si te soy sincera, el paso del tiempo solo me hace estar más segura de que eres el hombre del cual yo quiero caminar a su lado.
Un silencio se extendió entre los dos por unos segundos, hasta que Beomgyu lo interrumpió con un beso, el contacto de sus labios contra los suyos fue breve y te soltó casi al instante, vacilante, como si dudara en hablar o seguirte besando. Su cara se puso seria, pero en el fondo de sus ojos se percibía una sonrisa.
—Joder, cállate o terminaré proponiéndote matrimonio aquí mismo.
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© gyummigon | todos los derechos reservados. prohibida copia o adaptación
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Kit a Ty
Ty,
Necesito alguien con quien hablar y no quiero que sean Julian o Emma. O Jem o Tessa. Así que tendrás que ser tú. Lo que significa que nunca podré enviar esto y tú nunca podrás leerlo. Lo quemaré en el jardín cuando termine de escribirlo para no tener la tentación de enviarlo.
Los jardines de aquí son realmente excelentes, por cierto. Supongo que ya lo sabes desde que estás aquí. Hay un antiguo invernadero georgiano, y un pequeño estanque con lirios y ranas y bancos para observarlas, y un jardín amurallado, y es muy agradable pasear por aquí con Mina. Nunca había tenido una hermana o un hermano, ya lo sabes, pero estar con Mina me hace darme cuenta más de lo que sentías por Livvy. Aún siento algo por Livvy, supongo. No estoy diciendo que te perdono. Sólo que tal vez te entiendo más.
Por supuesto, la mansión Blackthorn sigue en proceso de restauración y hay hadas por todas partes. Son brownies, por lo visto, y aunque no están haciendo nada realmente interesante (desbrozar y cargar carretillas de tierra y lo que sea), no puedo dejar de mirarlos. Apenas he visto hadas desde... bueno, desde que nos enfrentamos a ellas. Supongo que no me había dado cuenta de lo estricta que era mi separación de ellos. Hasta ahora.
Debería alejarme de ellos, porque cada vez que me acerco lo suficiente para que me hablen, hacen algo que me asusta. La primera vez que Round Tom me vio, dio un pequeño salto en círculo, hizo unos gestos raros en el aire y se inclinó hacia mí. Yo me di la vuelta sobre mis talones y me marché en otra dirección como si acabara de recordar que se me había olvidado algo.
Y entonces el General Winter, el de Kieran, estaba allí ayudando (Julian dice que está allí para mantener a todos los trabajadores a raya ya que tienen miedo del General pero no de Round Tom) y sabía que yo era el Primer Heredero. Al igual que los Jinetes.
Los Jinetes cuyos caballos hice desaparecer. O algo así. No sé si alguna vez regresaron. Nadie parece saberlo.
Intenté fingir que tampoco había oído al General Winter, pero estábamos al aire libre y habría sido demasiado obvio. Así que cuando se dirigió a mí como Primer Heredero todo lo que se me ocurrió decir fue: 
—Él mismo. O al menos eso me han dicho.
—Si te lo han dicho—dijo—, entonces es verdad, ya que nosotros no mentimos.
Quise decir “amigo, trabajé en el Mercado de las Sombras de Los Ángeles durante años. Las hadas hacen todo tipo de cosas sospechosas.”
En lugar de eso me limité a decir: 
—En realidad no sé qué debo hacer al respecto.
El general Winter me miró con aire pensativo y dijo: 
—No hace falta que haga nada todavía. De hecho, en este momento podría ser el curso de acción más sabio. Porque las cosas son extrañas en Mundo de las Hadas.
—¿A qué te refieres? —comenté.
—Hay disturbios —dijo lentamente—. Rumores se arremolinan sobre la Corte Seelie. Y la Madre Hawthorn camina de nuevo.
Antes de que pudiera preguntarle qué significaba todo eso, Round Tom se acercó corriendo. 
—Primos. 
Había olvidado que las hadas a veces se dirigían así unas a otras, y me dio un pequeño escalofrío, como si estuviera diciendo, eres uno de los nuestros.
—He encontrado algo. Venid conmigo, por favor.
Nos llevó hasta uno de los grandes plátanos de sombra. A poca distancia del tronco había un enorme agujero y, al otro lado del árbol, dos caballetes sobre los que se balanceaba un ataúd.
Al menos, creo que era un ataúd. Estaba realmente destrozado, medio podrido, agrietado por todas partes, cubierto de suciedad. Obviamente era lo que había salido del agujero.
—¿Una tumba? —dijo el general Winter cuando nos acercamos, pero Round Tom negaba con la cabeza.
—No habríamos perturbado una tumba—dijo Round Tom—. Pero ninguna yace enterrada aquí. Sólo magia, de un tipo oscuro y poderoso —Dio un paso atrás—. Mira dentro.
Me acerqué. Había un montón de cosas al azar dentro del ataúd. Parecía... bueno, ¿sabes cómo enterraban a los antiguos faraones egipcios con todas sus pertenencias? Supongo que era así para un Cazador de Sombras, excepto que las pertenencias eran una combinación extraña. Estaba sucio, se caía a pedazos y, en su mayor parte, no era más que chatarra: papeles, pequeños frascos, trozos de tela y la empuñadura de una espada sin hoja, ese tipo de cosas.
—¿Cuántos años tiene?—dije, y Round Tom sacó una botella de licor. La etiqueta estaba bastante descolorida y rasgada, pero era una etiqueta impresa, de estilo victoriano. Me pregunté si Jem o Tessa adivinarían de quién podía ser.
—¿Dijiste que aquí había magia?— dije.
—Magia oscura—dijo Tom el Redondo con gravedad—. Magia salvaje.
—¿La maldición?—dijo el general Winter.
La expresión de Tom se aclaró y se encogió de hombros. 
—Tal vez no. En realidad es de naturaleza mucho menos demoníaca que la maldición de la casa. Pero al emanar del pie de un árbol anodino era digno de exploración. Hay dos objetos que pueden ser de interés.
Limpió parte del desorden y reveló una vaina. Era una vaina muy bonita. Bueno, creo que esa palabra no le hace justicia. Una vaina deslumbrante. Necesitaba un poco de limpieza, pero era obviamente hermosa y, estoy seguro, valiosa. Era de acero pero cubierta de incrustaciones de oro por todas partes en forma de hojas y pájaros. También tenía algunas runas, así que sin duda era de un nefilim.
—Bonita—dije.
—Es más que bonita— dijo el general Winter—. Es claramente obra de la propia Lady Melusine. ¿Ves cómo no se ha deteriorado en absoluto?
Round Tom puso cara de importancia. 
—Y sin embargo es la menos interesante de las dos piezas—dijo,y con un gran gesto dramático que claramente había practicado con antelación, apartó todos los trastos a un lado en el ataúd, dejando…
—¿Eso es... un arma?—dije.
—Una de esas armas mundanas, sí—dijo Round Tom. La levantó como si fuera a dispararse, aunque estaba oxidada y cubierta de suciedad. Era un revólver. No se parecía en nada a los revólveres de un millón de películas de gángsters o del Oeste ( aunque si fuera a enviarle esto a Ty tendría que explicarle lo que era una película del Oeste).
En cualquier caso, la gran diferencia era que esta pistola estaba cubierta de grabados, runas y palabras, y obviamente era mágica (lo que significa... bueno, en realidad no importa).
—Pero los nefilim no usan armas de fuego—dije.
—Nunca lo han hecho—asintió el general Winter. Cogió el arma con una sorprendente familiaridad y apuntó a lo largo de ella en dirección a un árbol cercano. Intentó disparar y sólo hizo clic; el cilindro ni siquiera giró.
—Probablemente esté oxidada—dijo Tom. El general Winter me la dio para que la mirara. No soy lo bastante bueno con las runas como para conocer ninguna de las que había en él. Apunté al mismo árbol, un poco en broma, un poco sólo para sentir lo pesada que era, y apreté el gatillo, y hubo un enorme ¡BANG! y un montón de astillas de madera explotaron del árbol.
Mi brazo retrocedió por la fuerza del disparo. Y todos nos quedamos mirando. Me zumbaban los oídos, pero me pareció oír que Round Tom le decía algo al general Winter. Estoy bastante seguro de que las palabras Primer Heredero estaban ahí.
Ciertamente, cuando volví a mirarlos, a Round Tom y al general Winter, sus expresiones eran cautelosas. Lejanas.
—Tal vez deberíamos llevar este objeto adentro y ver si los otros nefilim reconocen algo al respecto— dijo rotundamente el General Winter.
—Estoy seguro de que sólo sirve para los cazadores de sombras—le dije al general Winter, pero él se limitó a lanzarme una mirada algo preocupada y no dijo nada—. En fin. Yo la llevaré
Sentí que el general Winter y Round Tom me observaban mientras corría por el césped y entraba en la casa. Jem y Tessa estaban sentados en un sofá del salón, viendo a Mina colorear con lápices de colores en un papel de carnicero.
En el momento en que entré con la pistola en la mano, ambas parecían totalmente sorprendidas. Tessa se puso en pie y se interpuso entre Mina y yo. Me dije a mí mismo que se interponía entre la pistola y Mina, pero aun así me sentí fatal.
—¿Qué...?—dijo Jem, poniéndose de pie, pero no terminó la frase. Se quedó mirándome a mí y a la pistola.
—Round Tom la encontró en el jardín —dije—. ¿Es un arma para los nefilim? —Sentí que se me tensaba la voz—. Los nefilim no usan armas.
—Hace mucho tiempo, Christopher Lightwood intentó crear un arma que los Cazadores de Sombras pudieran disparar—dijo Tessa. Seguía mirando la pistola.
—Estaba en un ataúd —dije—. Con un montón de otras cosas. Una espada rota y una vaina de lujo.
—Me preguntaba qué había hecho él con ella— dijo Jem. ¿Él? ¿Quién era él?
Jem y Tessa intercambiaron una mirada.  
—El arma era de mi hijo James —dijo ella. Me sentí un poco mal. Tessa casi nunca hablaba de sus hijos con Will—. Él era el único que podía usarla. No se disparaba en manos de nadie más que en las suyas.
—Yo la disparé—dije.
Los dos parecían atónitos, y no en el buen sentido. 
—Eres muy especial, Kit—dijo Jem—. Eres el Primer Heredero. Aún no conocemos el alcance de ese poder en ti.
—O tal vez sólo sea que tiene sangre de hada— dijo Tessa.
Podría haber dicho que definitivamente no era sólo sangre de hada porque el General Winter no podía usar el arma y él no sólo tiene sangre de hada, tiene un cuerpo completo de hada con órganos de hada y todo. Pero no dije nada. Sólo sentí una extraña sensación en el estómago. Dije que guardaría el arma y no la usaría, y Jem y Tessa parecieron pensar que eso era lo mejor que podía hacer, y Mina dijo "¡Arma!" y entonces me sentí como la peor persona del mundo.
Así que ahora es tarde y estoy despierto escribiéndote esta carta que voy a quemar en cuanto la termine, porque no puedo dormir. Porque no quiero ser la única persona en el mundo que puede disparar un arma mágica. No quiero que el General Winter se ponga tenso cuando estoy cerca, como si yo lo fuera a superar. No quiero nada de esto. Tuve cinco minutos en los que pensé: "Genial, he encontrado esta pistola tan chula y apuesto a que tiene una historia detrás, me pregunto si me la dejarán conservar o si tiene que ir a un museo o algo así". Y entonces la disparé y descubrimos que hay otra cosa extraña en mí.
Buenas noches, Ty. Nunca enviaré esto y nunca lo leerás.
Kit
Texto original de Cassandra Clare ©
Traducción del texto de Niloa Gray ©
ATENCIÓN: no se permite hacer Drives ni PDFs de “Los Secretos de Blackthorn Hall” por Copyright. Cualquier infringimiento va contra la ley.
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Kit a Ty
Ty
Necesito a alguien con quien hablar y no quiero que sea Julian o Emma. O Jem o Tessa. Así que tendrás que ser tú. Lo que significa que nunca podré enviar esto y nunca podrás leerlo. Lo quemaré en el jardín cuando termine de escribirlo para no tener la tentación de enviarlo.
Los jardines aquí son realmente excelentes, por cierto. Supongo que lo sabes desde que estás aquí. Hay un antiguo invernadero georgiano, y un pequeño estanque con lirios y ranas y bancos para verlos, y un jardín amurallado, y es muy agradable caminar por aquí con Mina. Nunca antes había tenido una hermana o un hermano, ya lo sabes, pero estar con Mina me hace darme cuenta de cómo te sentías acerca de Livvy. Todavía lo siento por Livvy, supongo. No estoy diciendo que te perdono. Solo tal vez te entiendo más.
Blackthorn Hall todavía está siendo restaurado, por supuesto, y hay hadas por todas partes haciendo los trabajos. Son brownies, aparentemente, y aunque no están haciendo nada tan interesante, desmalezando y llevando carretillas de tierra y lo que sea, no puedo dejar de verlos. Apenas he visto hadas desde entonces, bueno, desde que estábamos en esa batalla con ellas. Supongo que no me di cuenta de lo estrictamente que me mantenían separado de ellos. Hasta ahora.
Realmente debería mantenerme alejado de ellos, porque cada vez que me acerco lo suficiente como para que me hablen, hacen algo para asustarme. El constructor jefe, este tipo Round Tom, ni siquiera es tan redondo, honestamente, de todos modos, la primera vez que Round Tom me vio, hizo una pequeña cosa en la que saltó en círculo e hizo algunos gestos extraños en el aire, y luego se inclinó en mi dirección. Me di la vuelta sobre mi talón y me fui en la otra dirección como si acabara de recordar que olvidé algo.
Y luego el General Winter, como el General Winter de Kieran, estaba allí ayudando, Julian dice que está allí para mantener a todos los trabajadores en línea ya que tienen miedo del General Winter pero no a Round Tom— y sabía que yo era el Primer Heredero. Como lo hicieron los Jinetes.
Los Jinetes cuyos caballos hice desaparecer. O algo así. No sé si alguna vez regresaron. Nadie parece saberlo.
Traté de fingir que tampoco escuché al General Winter, pero estábamos a la intemperie y habría sido demasiado obvio. Así que cuando se dirigió a mí como Primer Heredero, todo lo que se me ocurrió decir fue: "Ese soy yo. O al menos eso es lo que me han dicho".
"Si te lo han dicho", dijo, "entonces es cierto, ya que no mentimos".
Quería decir amigo, trabajé en el Mercado de la Sombra de Los Ángeles durante años. Las hadas hacen todo tipo de cosas extrañas. En cambio, simplemente dije: "Realmente no sé qué se supone que debo hacer al respecto".
El general Winter me observó con esta mirada pensativa en su rostro y dijo: "Todavía no necesitas hacer nada al respecto. De hecho, en este momento ese podría ser el curso de acción más sabio. Porque las cosas son extrañas en Faerie".
"¿Qué quieres decir?" He dicho.
"Hay disturbios", dijo lentamente. "Los rumores se arremolinan sobre la Corte Seelie. Y Madre Hawthorn camina de nuevo".
Por lo tanto, podría preguntarle qué significaba algo de eso, Round Tom vino corriendo. "Primos". (Había olvidado que las hadas a veces se dirigían entre sí así, y me daba un pequeño escalofrío, como él estaba diciendo, eres uno de nosotros). "He encontrado algo. Por favor, vengan conmigo".
Nos llevó a uno de los grandes plátanos. Un poco lejos del tronco había un enorme agujero, y luego al otro lado del árbol había dos caballos de sierra a través de los cuales equilibraban un ataúd.
Al menos creo que fue un ataúd. Estaba realmente destrozado, medio podrido, agrietado por todas partes, cubierto de tierra. Obviamente era lo que había salido del agujero.
"¿Una tumba?", Dijo el general Winter mientras nos acercábamos, pero Round Tom estaba sacudiendo la cabeza.
"No habríamos perturbado una tumba", dijo Round Tom. "Pero ninguno yace enterrado aquí. Solo magia, de un tipo oscuro y poderoso". Dio un paso atrás. "Mira adentro".
Me acerqué. De hecho, había un montón de cosas al azar dentro del ataúd. Parecía que, bueno, ¿sabes cuántos viejos faraones egipcios fueron enterrados con todas sus pertenencias? Era así, supongo que para un cazador de sombras, excepto que las pertenencias eran un surtido extraño. Estaba sucio y se estaba desmoronando y en su mayoría solo basura: papeles y pequeños frascos y trozos de tela y la empuñadura de una espada sin hoja, ese tipo de cosas.
"¿Cuántos años tiene?" Dije, y Round Tom lo alcanzó y sacó una botella de licor. La etiqueta estaba bastante descolorida y rasgada, pero era una etiqueta impresa, en un estilo victoriano. Me pregunté si Jem o Tessa tendrían alguna idea de quién podría ser.
"¿Dijiste que había magia aquí?" He dicho.
"Magia oscura", dijo Round Tom con seriedad. "Magia salvaje".
"¿La maldición?", Dijo el general Winter.
La expresión de Round Tom se aclaró y se encogió de hombros. "Tal vez no. En realidad, es de naturaleza mucho menos demoníaca que la maldición en la casa. Pero emanando del pie de un árbol poco notable, llevaba a cabo una exploración. Hay dos elementos que podrían ser de mayor interés".
Limpió parte del desorden y reveló una vaina. Era una vaina muy bonita. Lo siento, eso realmente no lo captura. Una vaina muy muy bonita. Necesitaba un poco de limpieza, pero obviamente era hermoso y, estoy seguro, valioso. Era de acero pero cubierto de incrustaciones de oro por todas partes en forma de hojas y pájaros. También había algunas runas en él, por lo que definitivamente fue de un Cazador de Sombras en algún momento.
"Bonito", le dije.
"Es más que 'agradable'", dijo el general Winter. "Es claramente obra de la propia Lady Melusine. ¿Ves cómo no se ha deteriorado en absoluto?"
Round Tom parecía importante. "Y, sin embargo, es la menos interesante de las dos piezas", dijo. Con un gran gesto dramático que claramente había practicado antes de tiempo, empujó toda la basura a un lado en el ataúd, dejando:
"¿Eso es... un arma?" He dicho.
"Una de esas armas mundanas, sí", dijo Round Tom. Lo recogió como si pudiera estallar, aunque estaba oxidado y cubierto de tierra. Era un revólver. No se veía diferente a los revólveres de un millón de películas de gángsters, o westerns, supongo que, si realmente le estuviera enviando esto a Ty, tendría que explicar qué era un western.
De todos modos, la gran diferencia fue que esta pistola estaba cubierta de grabados, runas y palabras y obviamente era mágica af(1). (Lo que significa ... oh, no importa lo que signifique).
"Pero los cazadores de sombras no usan armas", dije.
"Nunca lo han hecho", estuvo de acuerdo el general Winter. Tomó el arma con una sorprendente cantidad de familiaridad y avistó a lo largo de ella en dirección a un árbol cercano. Intentó disparar y simplemente hizo clic: el cilindro ni siquiera giró.
"Oxidado cerrado, probablemente", dijo Tom. El general Winter me lo entregó para que lo mirara. No soy lo suficientemente bueno con las runas como para conocer ninguna de las que estaban en él. Lo apunté al mismo árbol, como una broma, como para sentir lo pesado que era, y apreté el gatillo, y hubo un enorme BANG y un montón de astillas de madera explotaron del árbol.
Mi brazo se relajó por la fuerza del disparo. Y todos nos quedamos mirando. Mis oídos zumbaban, pero pensé que escuché a Round Tom decirle algo al general Winter. Estoy bastante seguro de que las palabras Primer Heredero estaban allí.
Ciertamente, cuando los miré de nuevo, en Round Tom y General Winter, sus expresiones estaban limpias. Cerradas.
"Tal vez deberíamos llevar este artículo adentro y ver si los otros Nefilim reconocen algo al respecto", dijo el general Winter rotundamente.
"Estoy seguro de que solo funciona para los cazadores de sombras", le dije al general Winter, pero él solo me dio una mirada preocupada y no dijo nada. "De todos modos. Lo traeré".
Podía sentir al General Winter y a Round Tom observándome mientras corría por el césped y entraba en la casa. Jem y Tessa estaban sentados en un sofá en el salón, viendo a Mina coloreando con crayones en un papel de craft.
En el momento en que entré sosteniendo el arma, ambos parecían completamente conmocionados. Tessa se puso de pie y se movió entre Mina y yo. Me dije a mí misma que estaba parada entre el arma y Mina, pero todavía me sentía terrible.
"Qué...", dijo Jem, de pie, pero no terminó la oración. Simplemente me miró a mí y al arma.
"Round Tom lo encontró en el jardín", le dije. "¿Es esta una pistola para cazadores de sombras?" Podía sentir que mi voz se apretaba. "Los cazadores de sombras no usan armas".
"Hace mucho tiempo, Christopher Lightwood intentó crear un arma que los cazadores de sombras pudieran disparar", dijo Tessa. Todavía estaba mirando el arma.
"Estaba en un ataúd", le dije. "Con un montón de otras cosas. Una espada rota y una vaina elegante".
"Me pregunté qué hizo con él", dijo Jem. ¿Él? ¿Quién era él?
Jem y Tessa intercambiaron una mirada. "El arma pertenecía a mi hijo James", dijo. Me sentí un poco enfermo. Tessa casi nunca hablaba de sus hijos con Will. "Él era el único que podía usarlo. No dispararía en las manos de nadie más que en las suyas".
"Lo disparé", le dije.
Ambos parecían aturdidos, y no de una buena manera.
"Eres muy especial, Kit", dijo Jem. "Eres el primer heredero. Todavía no sabemos el alcance de cómo funciona ese poder en ti".
"O tal vez es solo que tiene sangre de hadas", dijo Tessa.
Podría haber dicho que definitivamente no era solo sangre de hadas porque el general Winter no podía usar el arma y no solo tiene sangre de hadas, sino que tiene un cuerpo completo de hadas con órganos de hadas y todo. Pero no dije nada. Simplemente sentí una sensación extraña en mi estómago. Dije que guardaría el arma y no la usaría, y Jem y Tessa parecían sentir que era lo mejor que podía hacer, y Mina se acercó y dijo "¡Pistola!" y luego me sentí como la peor persona de la tierra.
Así que ahora es tarde y me levanto escribiéndote esta carta que voy a quemar cuando termine, porque no puedo dormir. Porque no quiero ser la única persona en el mundo que pueda disparar un arma mágica. No quiero que el general Winter se enderece cuando estoy cerca como si lo superara. No quiero nada de esto. Tuve cinco minutos en los que pude pensar, oh, claro, encontré esta pistola de aspecto genial y apuesto a que hay una historia detrás de ella, me pregunto si me dejarán guardarla o si necesita ir a un museo o algo así. Y luego lo disparé al instante, solo otra cosa que es extraña sobre mí.
Buenas noches, Ty. Nunca enviaré esto, y nunca lo leerás.
Kit.
Texto original de @cassandraclare ©
Traducción del texto @carstairsa ©
@secretsofblackthornhall
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kamas-corner · 6 days
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—Gracias, hermano —dijo Tyrion—. Me has salvado la vida. —Tenía… una deuda contigo. —La voz de Jaime era extraña. —¿Una deuda? —Inclinó la cabeza a un lado—. No te entiendo. —Mejor. Hay puertas que están mejor cerradas. —Cielos —dijo Tyrion—. ¿Por qué, hay algo muy feo al otro lado? ¿Será que alguien hizo alguna vez un comentario cruel sobre mí? Trataré de no llorar. Dime de qué se trata. —Tyrion… «Jaime tiene miedo.» —Dime de qué se trata —insistió. —Tysha —dijo en voz baja su hermano, apartando la vista. —¿Tysha? —Sintió un nudo en la boca del estómago—. ¿Qué pasa con ella? —No era ninguna puta. No le pagué para que se acostara contigo. Nuestro padre me ordenó que te mintiera. Tysha era… lo que aparentaba. La hija de un campesino, nos la tropezamos en el camino por casualidad. Tyrion oía el sonido quedo de su respiración siseante a medida que el aire le salía por la cicatriz de la nariz. Jaime no le miraba a los ojos. Tysha. Trató de recordar cómo era. «Una niña, apenas una niña, tendría la edad de Sansa.» —Era mi esposa —graznó—. Se había casado conmigo. —Nuestro padre dijo que fue por tu oro. Era una plebeya y tú un Lannister de Roca Casterly. Lo único que quería era tu oro, así que al fin y al cabo era como una puta, de manera que… de manera que en el fondo no era una mentira y… y me dijo que te hacía falta una buena lección. Que así aprenderías y me darías las gracias… —¿Que te daría las gracias? —dijo Tyrion con voz ahogada—. La entregó a sus guardias. A un barracón entero de guardias. Me obligó a… mirar. «Sí, y no sólo a mirar. Yo también la tomé… era mi esposa…» —No sabía que iba a hacer aquello. Tienes que creerme. —¿De verdad? —rugió Tyrion—. ¿Por qué tengo que creer nada de lo que me digas? ¡Era mi esposa! —Tyrion… Lo abofeteó. Fue un simple sopapo de revés, pero puso en él todas sus fuerzas, todo su miedo, toda su rabia, todo su dolor… Jaime estaba en cuclillas, en equilibrio precario, de manera que el golpe lo hizo caer de espaldas. —Sí… Me imagino que me lo he ganado. —Te has ganado mucho más que eso, Jaime. Tú, mi querida hermana y nuestro amante padre, sí, no hay manera de sumar todo lo que os habéis ganado. Pero os lo pagaré, podéis estar seguros. Un Lannister siempre paga sus deudas.
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mishimamiravenecia · 8 days
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(Español / English)
After a night full of stories there was daybreak and Marco Polo said to Kublai Kan: "Sire, now I have told you about all the cities I know". "There's only one left you never talk about". Marco Polo bows his head. "Venice," said the Kan. Marco smiled. "And what other city did you think I was talking about?". The emperor didn't flinch. "And yet I've never heard you say her name". And Polo said: "Every time I describe a city, I say something about Venice". "If I ask you about other cities, I want you to talk about them. And about Venice when I ask about Venice." "In order to distinguish the qualities of other cities, I have to start with one city that remains implicit. For me, that city is Venice", replied Marco Polo.
Italo Calvino, Invisible Cities.
*****
Tras una noche llena de historias amaneció y Marco Polo dijo a Kublai Kan: "Señor, ya te he hablado de todas las ciudades que conozco". "Sólo queda una de la que nunca hablas". Marco Polo inclinó la cabeza. "Venecia", dijo el Kan. Marco sonríe. "¿Y de qué otra ciudad creías que te hablaba?". El emperador no se inmutó. "Y eso que nunca te he oído decir su nombre". Y Polo dijo: "Cada vez que describo una ciudad, digo algo sobre Venecia". "Si te pregunto por otras ciudades, quiero que hables de ellas. Y de Venecia cuando te pregunte por Venecia". "Para distinguir las cualidades de otras ciudades, tengo que partir de una ciudad que permanece implícita. Para mí, esa ciudad es Venecia", respondió Marco Polo.
Italo Calvino, Las ciudades invisibles.
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tetha1950 · 6 months
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¿Por qué damos gracias?
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Porque Jehová es Dios grande, el gran Rey sobre todos los dioses. En su mano están las profundidades de la tierra y las alturas de los montes son suyas. Salmo 95:3-4
El salmista está hablando acerca de los motivos básicos por los que todo el mundo debería dar gracias y alabar a Dios. Esto se aplica no sólo a los creyentes, sino a todas las personas. Cada persona tiene la responsabilidad de alabar a Dios. En Romanos 1, el apóstol Pablo dice que una de las acusaciones que hace Dios en contra del pueblo es “ya que, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias” (Romanos 1:21a). No reconocieron la relación que tenían con Él. A mí me sorprende continuamente que las personas puedan ser tan ciegas ante el hecho de que no son, como se imaginan con frecuencia que son, criaturas independientes que se abren su propio camino en la vida. Nosotros damos por sentado todas las fuerzas que nos mantienen vivos y hablamos de manera jactanciosa de que somos personas auto suficientes, de manera afectada en la vida, como si no hubiese nadie a quien tuviésemos que reconocer como la fuente de nuestra fortaleza y de nuestro poder.
El Dr. H. A. Ironside acostumbraba contar acerca de una experiencia que tuvo una vez en un restaurante. Pidió su comida, y justo cuando se disponía a comer, un hombre se acercó a su mesa y le dijo: ―¿Le importa a usted que me siente a su mesa?
El Dr. Ironside le dijo que estaba bien, así que el hombre se sentó. Como era su costumbre, el Dr. Ironside inclinó su cabeza y pronunció en silencio una palabra de gracias al Señor antes de comer. Cuando levantó la cabeza, el hombre le dijo: ―¿Tiene usted dolor de cabeza?
―No, no lo tengo ―le contestó Ironside.
El hombre le volvió a preguntar: ―En ese caso, ¿hay algún problema con su comida?
Ironside le dijo: ―No, ¿por qué?
―Bueno ―dijo el hombre―, le he visto ahí sentado con la cabeza inclinada y pensé que a lo mejor estaba usted enfermo o que algo no estaba bien con su comida.
Ironside contestó: ―No, sencillamente estaba dándole las gracias a Dios, como lo hago siempre antes de comer.
El hombre dijo: ―Oh, usted es uno de esos, ¿verdad? Yo no doy gracias nunca. Me gano mi dinero con el sudor de mi frente y no tengo que dar las gracias a nadie cuando como. ¡Así que empiezo a comer en seguida!
El Dr. Ironside dijo: ―Sí, usted es como mi perro. ¡Eso es lo que él hace también!
Esta pequeña historia sugiere que cuando las personas no le dan gracias a Dios, se están portando como animales irracionales. Tal es la base de esta apelación hecha por el salmista: sin importar cómo nos sintamos o cómo pueda ser nuestra actitud respecto a Dios, estamos limitados, como criaturas que dependemos de Su amor y gracia, al menos a darle gracias como nuestro Creador. El Salmo 96:8 dice: “Dad a Jehová la honra debida a su nombre”. Dios merece siempre nuestra gratitud, no sólo cuando nos apetece mostrarla. Es algo que deberíamos hacer por amor a Su nombre. Sin duda haría una gran diferencia en nuestra adoración si recordásemos que la alabanza no es algo que sencillamente refleja nuestros sentimientos pasajeros, sino algo que deberíamos hacer sencillamente porque Dios nos creó y nosotros no podemos vivir un solo momento sin Él.
Señor, te doy gracias porque Tú eres tan merecedor de la gloria. Perdóname por darte por sentado a Ti y todo lo que Tú haces.
Aplicación a la vida:
 ¿Llega nuestra gratitud más allá del “gracias a Dios que es viernes”? ¿Nos mueve a sentir una profunda gratitud a Dios Su carácter y bondad, Su misericordia y Su amor hacia nosotros?
(Ray Stedman).
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melanievoragine · 2 years
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Hotter than hell
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Alban
—La mejor maldita noche de mi vida —declaramos al unísono, adormilados.
—Por favor intercambiemos números al despertar —dije, y todos nos echamos a reír.
—Lo haremos —respondieron Dom y Tris.
—Sobre la silla dejé una sudadera mía y una de Derian para que mañana se abriguen antes de marcharse.
Dom se giró y se inclinó hacia mí, llevó una mano a mi mejilla y demandó mi boca una vez más, extendiendo la despedida que, en realidad, yo no quería tener, porque la química había sido increíble.
—A dormir, idiotas —nos ordenaron Tris y Derian al unísono, aunque con diversión.
Sonreímos en medio del beso y volvimos a girarnos para acurrucarnos con nuestros novios. Sin embargo, fiel a mi impulsividad y a mi nula habilidad para guardar para mí ciertas cosas, sentí la necesidad de hablar, sabiendo que si no lo hacía, por la mañana me arrepentiría.
—Si en medio de la noche queremos una segunda ronda, ¿podemos?
—Mientras no sean ruidosos —respondió Derian.
—Exacto —dijo Tris, ya sonando soñoliento.
Quizás había pasado una hora o dos, no lo sabía, pero estaba seguro de que mientras el tiempo transcurría y Derian y Tris dormían, al igual que yo, Dom no lograba apagar su mente. Lo sentía inquieto y por el ritmo de su respiración sabía que seguía despierto, mientras que a mí me cosquilleaba la piel por seguir tocándolo y disfrutar su cuerpo por las horas que nos restaban.
Solté un suspiro y cuidadosamente salí de la cama. Sonreí al escuchar sus pasos tras de mí cuando me dirigí a la cocina para beber un vaso de agua. Todos nos habíamos acostado desnudos, por lo que, cuando me giré y lo vi, necesité solo segundos para sentir que la imagen comenzaba a abrasar mi cuerpo.
Caminó hacia mí, me acorraló contra el mueble y atacó mis labios con desesperación, mientras mi corazón enloquecía al tener una nueva dosis de él.
Sin la necesidad de hablar, supe que ambos considerábamos que la urgencia por volver a sentirnos era demasiado grande como para iniciar un nuevo juego previo, por lo que solo me giré, empujé mi culo hacia él y abrí uno de los cajones en donde guardábamos condones con Derian.
En segundos arremetió contra mi cuerpo con una lentitud deliciosa, apropiándose de cada rincón de mi interior. Con una mano en mi barbilla me hizo girar la cara hacia él para besarme mientras volvíamos a fusionarnos.
—No quiero quitarte las manos de encima —susurró en mi oído, y con su lengua recorrió desde mi cuello hasta mi hombro.
Recargué mi cabeza en el suyo, gimiendo despacio.
—Podemos seguir hasta que debas marcharte.
Mordió su labio inferior en medio de una sonrisa y se perdió en mí. Aumentó la velocidad y la profundidad de sus movimientos, y sus manos recorrieron mi pecho, mi abdomen y mis caderas.
Abandonó mi cuerpo para voltearme hacia él y besarme con una pasión que me mareó y me hizo pensar que acabaría cayendo de rodillas solo por la debilidad que me provocaba el hecho de que su lengua buscase con tanta urgencia la mía.
Caminamos hasta el sofá, se sentó conmigo sobre él y no pude evitar el volumen alto de mi voz cuando se enterró en mí con fuerza.
—Muévete —susurró con una sonrisa que pude reconocer gracias a la luz que se filtraba por el ventanal.
—¿Así? —Subí y bajé una y otra vez, sonriendo al verlo afectado por lo que provocaban mis caderas.
—Sí.
—¿O más lento? —Ralenticé mis movimientos, haciendo que tardara mucho más en hundirse por completo, algo que noté que lo desesperó.
Clavó sus dedos en mi culo y con la otra mano en mi nuca me acercó a sus labios para tomar todo lo que quería de mí.
—Más rápido —ordenó antes de morder mi labio inferior para luego saborearlo.
Obedecí, luchando contra mis ojos que querían cerrarse debido a la intensa ola de placer que me envolvía. Necesitaba observarlo, memorizar cómo sus labios se entreabrían cada vez que tocaba mis límites, cómo sus ojos me devoraban. Sin embargo, cada vez que no lo lograba, me consolaba saber que no importaba cuánto se perdiera mi mirada, porque mi piel lo recordaría todo y el espejo me mostraría al día siguiente todas las huellas que aquel músico estaba dejando en mí.
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a-pair-of-iris · 10 months
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Más ladra que muerde (1/4)
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AO3
A los cinco, Manuel tuvo que ponerse firme.
Habían llegado niños nuevos al salón. Manuel se percató de eso en el instante que atravesó la puerta de la mano de su profesora, si bien aún no era muy bueno con las caras, al final del año anterior ya podía recordar a todos sus compañeritos; por eso llamaron tanto su atención los cinco extraños -tantos como los dedos de una manito-. Solo dos de ellos se parecían a animalitos; el niño tenía orejitas y cola peluda, y la chica estaba más cubierta de escamas, con cola como de lagartija; los otros tres nuevos eran super normales y aburridos como él y la mayoría de la clase.
No tardó en decidir que le gustaban más las orejas de su nuevo compañero, pues le recordaban a los perritos del vecino, igual que las de la profesora, pero el pelo del niño era más oscuro. Aunque ahora sabía que no debía intentar tocarlas como el año pasado. La profe y sus papás le explicaron que la gente no se acariciaba como a las mascotas, aunque pudieran convertirse en perritos grandes, o tuvieran alas de pájaro o cualquier otra cosa chistosa. Era una pena, pero no quería molestar a nadie, así que ya no estiraba las manos hacia la cara de su profe cuando le daba besos de despedida, ni agarraba a los mellizos Sánchez de las alas para que le prestaran atención.
Bueno, Manuel lo intentaba, y si él lo entendía, él, que le lloraba casi todos los viernes a su papá porque no tenían un perrito como los vecinos; no sabía porqué al resto le costaba tanto entender lo mismo.
- ¡Son tan suaves! ¡Qué lindo eres! -chilló Andrea, quien estaba junto a sus dos otras amigas en un rincón.
Manuel no solía jugar mucho con ellas porque las encontraba gritonas, y siempre se molestaban unas con otras por algo. Este día, sin embargo, no podía evitar mirarlas de vez en cuando, mientras correteaban al niño nuevo con las orejitas por todo el patio, y ahora que estaban en la sala. La profe apenas se había ido a acompañar a la niña-lagartija al baño, y en cuanto estuvo fuera, Andrea y su grupito se amontonaron alrededor del niño para tocarle todo el pelo.
- Uhm, gracias… pero, ya no quiero… -El niño-perro dio un paso al costado, y sacudió la cola lejos de la mano de una de ellas, justo para terminar cerca de los dedos de otra, que sin pena ni culpa le pellizcó una de sus orejas. El quejido suave del niño, y sus reclamos igual de suaves para que dejaran de tocarlo, lograron que Manuel se levantara y dirigiera sus pasos hasta aquel rincón, aunque no soltó el libro gigante de cuentos que llevaba una tarde intentando leer solito.
- Basta, que lo molestan -dijo en cuanto estuvo cerca. Las niñas se voltearon a verlo, pero en vez de alejarse, se apretujaron aún más, creando una pared humana alrededor del niño-perro.
- No es cierto, le estamos dando cariño, a mí me gusta cuando mi mamá me hace cariño -le contestó Andrea, con la seguridad de quien no sabe que no tiene idea de nada.
- Te gustará porque es tu mamá, pero él no quiere que lo toquen a cada rato –contestó Manuel.
Las orejas del chico se elevaron en su dirección, igual que su cola, pero no hizo nada más que mirarlo y se mantuvo callado.
- ¿Y tú qué sabes? ¡No eres su amigo! -Andrea se colgó del brazo del niño, y este se inclinó en sentido contrario, pero siguió sin decir nada.
Manuel entrecerró los ojos.
- ¡No le tiras las orejas a tus amigos! ¡Ni siquiera preguntaste si quería jugar contigo! -gritó en respuesta. Comenzaba a molestarse en serio, incluso sentía sus cachetes inflarse en los pucheros que su madre nunca tomaba en serio.
- ¡Sí quiere! ¿Verdad que te gusta jugar con nosotras? -Andrea finalmente se dirigió al niño, de quien se aferraba del con las uñas. Este la miró algo asustado, con ojos grandes y la boca hacia abajo, pero no dijo nada, como parecía ser su costumbre. Pronto el niño-perro cambió de enfoque, y se volteó a mirar a Manuel con ojitos grandes y lastimeros, pero tampoco dijo nada. Quizás era mudo a ratos.
La puerta al principio de la salita se abrió, y entró la niña-lagartija seguida de la profesora. Andrea comenzó a llamarla, con la sola intención de decirle que Manuel las estaba molestando, pero estaba preparado para defenderse esta vez. Estaba seguro que habría salido bien y la profe le habría dado la razón, si es que la niña a su derecha no hubiera elegido ese preciso instante para volver a meterle mano al niño nuevo. La vio cómo estiró la mano y, con más fuerza de la necesaria, apretó la cola del niño-perro y jaló.
El aullido que este dio asustó a todo el salón, y para Manuel, en especial, fue como si hubieran pateado a su propio cachorrito. La profesora no pudo dar más que dos pasos en la dirección del grupo cuando, de un segundo al otro, Manuel sujeto con ambas manos su gran libro ilustrado, y girando medio cuerpo se lo estampó al centro de la cara a la otra niña.
La manito del niño-perro sobre su muñeca lo calmaba un poco, pero no del todo, así que seguía agitando las piernas sobre la silla gigante de adulto junto a la oficina de la directora. Las uñas del chico, Francisco -al fin había abierto la boca para decirle su nombre-, eran un poco más largas de lo normal, y se enterraban en la tela de su cotona, aunque no hacían más que apretarle un poco la piel. Es más, solo se sentían como un pinchazo suave, así que aún no encontraba alguna razón para decirle que se las quitara de encima.
Le parecía que Francisco, -Fran-, estaba mucho más nervioso que él, quizás nunca había tenido reunión privada con ninguna directora. No eran la gran cosa.
Los dos dieron un salto cuando la puerta al pasillo se abrió, y por esta entró la profesora seguida de otra mujer. Era una señora con las mismas orejas de Fran, y avanzó al doble de velocidad hacia ellos, abriendo los brazos en cuanto estuvo cerca.
- Oh, bebé, ¿Estás bien? ¿Quieres que nos vayamos? -le preguntó al niño sentado a su lado.
En vez de lanzarse contra ella como todos esperarían, Fran se aferró aún más fuerte al brazo de Manuel, esta vez rodeándolo con ambas manos y sujetándose a su cotona con todos los dedos. Hasta dio otro de esos gemidos lastimeros de cachorro.
- ¡No! -aulló Fran, pegándose como un pulpo al costado de Manuel.
- Bebé, ¿Qué tienes? -preguntó la señora, un poco asustada.
- ¡Me estaba defendiendo, mami! ¡No podemos dejarlo solo! ¡La profesora va a volver a tratarlo mal!
Un silencio rotundo se impuso en la habitación por un instante. La mujer siguió perpleja durante dos pestañeos, aunque casi al instante se volteó y fulminó a la profesora con la mirada. El pelo de las orejas y la cola se encresparon y unos pequeños colmillos se asomaron entre los labios de la madre de Fran. En cambio, las orejas y cola de la mujer más joven se agacharon en respuesta, acabó dando un paso atrás y esquivando la mirada de la otra.
- ¡Golpeó en la cara a su compañera! ¡Toda la clase comenzó a espantarse! Tenía que regañar a Manuel, esa no es forma de resolver los problemas.
La verdad le había parecido un poco exagerado, el cómo sus compañeros empezaran a correr y gritar por toda la habitación después de escuchar la cachetada que le plantó con el libro a Mariana. De igual forma, Manuel recibió el regaño con la mayor calma que pudo -ya le incomodaba un poco llorar en público-, aunque se rehusó de lleno a disculparse cuando Mariana acabó de llorar. Y por eso estaban donde estaban, incluyendo a Fran, que por nada del mundo quería soltarlo, lo cual le parecía justo, después de todo; se había metido en problemas defendiéndole el trasero.
- ¿Y qué problema fue el que necesitaba resolver solo? Si se puede saber -El pelo erizado de la madre de Francisco se quedó donde mismo, y un tenue gruñido se colaba entremedio de cada palabra que pronunciaba.
- Bueno…
- No pararon cuando Fran les dijo que no quería que le metieran mano -contestó Manuel con toda seguridad, pues había escuchado en la tele a alguien usando las mismas palabras. Debió expresarse bien, pues la madre de Francisco comenzó un pandemonio al que su madre le metió más leña cuando al fin llegó.
Nadie se fue muy contento ese día, a excepción de Manu y Fran, quienes decidieron serían mejores amigos desde entonces. Aunque al principio a Manuel le pareció que era pura conveniencia, pues en cuanto entraba al salón, Fran se le colgaba al brazo y ya nadie se atrevía a rozarlo siquiera, asustados de que Manuel comenzara a usar los libros grandes que tanto le gustaban para ir a golpearlos. Sin embargo, pronto ni le importó, porque Fran se le enroscaba a un costado para la siesta y los mantenía calentitos, además que lo ayudaba a juntar las silabas que aún le costaban cuando se acomodaban para leer; ganar-ganar, siempre quiso un perro de mejor amigo.
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analisword · 2 months
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high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem Reader)
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Antes de iniciar les quiero agradecer mucho por el apoyo que le han estado dando a la historia, significa mucho para mí, ¡gracias! les traigo capítulo RE cursi, que ya hacía falta jaja.
Capítulo 14.
Decían que la calma venía después de la tormenta, y eso nunca se había sentido tan real. 
Las siguientes semanas después del incidente se habían sentido como un verdadero abrazo al corazón, Enzo tenía el poder de hacer que los días pasaran más rápidos, durante esos días, tanto Alana como él decidieron silenciar sus celulares y disfrutar de su nueva rutina sin escuchar al mundo exterior. 
Enzo al fin había vuelto a filmación de la película y Alana había vuelto a escribir, nuevamente no se veían mucho durante el día debido a sus trabajos, pero las noches eran para ellos, veían películas o leían hasta tarde, se habían propuesto a aprender a cocinar, por lo que ahora  el servicio a domicilio de comida rápida no era tan recurrente, pero la comida seguía siendo igual de deliciosa, las costillas de Alana habían sanado bastante bien, aunque no podía decir lo mismo de la herida de su frente. 
—En verdad odio como se ve—dijo Alana viéndose en el espejo del baño mientras Enzo terminaba de cepillarse los dientes, era domingo y acababan de despertarse hace apenas unos minutos, tiempo atrás le habían quitado los puntos de la frente, dejando una línea morada e irregular como cicatriz 
—El doctor dijo que tardaría un tiempo en terminar de sanar—le recordó Enzo una vez se terminó de enjuagar la boca.
—De todas formas quedará la marca cuando termine de sanar—dijo tristemente mientras se inspeccionaba la frente, juraba que entre más se veía al espejo, más imperfecciones le encontraba. 
—Sos hermosa, no me gusta verte así de triste por eso—dijo Enzo tomándola de la cintura, no era la primera vez que Alana se quejaba al respecto. 
—Si tú estás cansado de escucharlo, yo también estoy cansada de decirlo, pero en verdad no soporto verme al espejo—suspiró para después girándose sobre sus pies y luego hundir su cara en el hueco del cuello de Enzo, Alana siempre había sido una chica bastante segura de sí misma, para nada se consideraba Miss Universo, pero era consciente de que tenía lo suyo, sin embargo, entre el peso que había perdido durante su sanación y la horrible cicatriz que marcaba su rostro, le resultaba difícil sentirse linda, incluso si Enzo se encargaba de recordarle cada día lo bella que era. 
—No estoy cansado de escucharte—dijo Enzo suavemente—. Simplemente me frustra un poco que tengas que lidiar con eso. 
—Me gustaría que hubiera una forma de simplemente hacerla desaparecer—respondió alejándose un poco de él, el chico protuyó los labios, lo cual era signo de que estaba pensando en algo. 
—¿Qué estás ideando en esa retorcida mente tuya?—preguntó Alana riendo. 
—Bueno, tal vez no hay forma de desaparecerla en si, pero sí de ocultarla. 
—No me voy a hacer flequillo—respondió Alana rápidamente como si le hubiera leído la mente, la última vez que había utilizado flequillo fue cuando iba en secundaria y lo había odiado absolutamente. 
—¡Pero si se te vería re lindo!—dijo Enzo riendo.
Alana inclinó la cabeza y se lo pensó un poco, entre usar flequillo y tener que andar por la vida con esa línea en la frente, quizá sí prefería usar el flequillo, además, un cambio de look le vendría bastante bien. 
—Me convenciste—dijo elevando los hombros.
—Wow,  fue fácil—rió—. Sólo quiero que vos te sientas bien, hasta calva te verías linda—dijo él buscando algo entre los cajones del baño. 
—¿Qué buscas?
—Las tijeras, mi vida—dijo él con tono de obviedad. 
—¿Me lo vas a cortar tú?—preguntó Alana horrorizada. 
—Obvio, soy un excelente peluquero. 
—¿Cuándo has cortado el cabello de alguien?—preguntó Alana llevando las manos hacia sus caderas.
—Nunca, pero no creo que sea muy difícil, ¿no?
Alana lo miró no muy convencida, estaba loca si permitía que Enzo le tocara el cabello, pero entonces pensó que sólo serían unos cuantos centímetros, no podía salir tan mal, ¿cierto?
—Si me terminas cortando más de lo adecuado, me comprarás una peluca—lo amenazó mientras se sentaba sobre la tapa del retrete.
—Del color que vos querás—dijo él emocionado, se veía bastante feliz por cortarle el cabello, quizá si no hubiera sido actor, ser estilista hubiera resultado su carrera soñada. 
Entre los dos se pusieron a ver un tutorial en YouTube, ciertamente no parecía algo muy difícil de hacer, aunque sí debían tener cuidado, Alana cerró los ojos cuando Enzo acercó las tijeras a su cabeza y lo dejó hacer su magia, en menos de 10 minutos, el chico había terminado de hacer su trabajo. 
—Ya podés abrirlos—dijo él. 
Alana primero abrió un ojo y luego el otro. 
—¿Tan mal se ve?—preguntó ella con miedo al notar que el chico la veía estupefacto. 
—Te ves preciosa—respondió él—. Miráte en el espejo. 
Alana se paró y se observó.
—Enzo—dijo sorprendida—. Mi amor, lo hiciste increíble, me encanta—dijo emocionada, su cabello caía sobre su frente de manera adecuada, aún podía ver sus cejas, pero la cicatriz de su frente había sido difuminada perfectamente. 
—No puedo creer que me hayas dejado cortarte el cabello—dijo incrédulo y peinando otros mechones. 
—Cuando termines de filmar tu película, yo seré la que te lo corte a ti—respondió ella—. Te raparé dormido. 
—Sí te creo capaz—dijo él. 
Desayunaron escuchando música y se terminaron de alistar, Enzo se había encargado de traer las cosas de Alana a su departamento hace un par de semanas, Sebastián se había mudado con unos amigos, el antiguo departamento había sido puesto nuevamente a renta, ninguno de los dos tenía intención de volver a ese lugar, así como Alana no tenía la intención de volver a ver a Sebastián en su vida, desgraciadamente el chico estaba libre después de pagar la fianza, pero al menos había conseguido una orden de restricción que le impedía acercarse a su ex novia. 
Enzo y Alana habían salido un par de veces en público para chequeos en el hospital, la gente aún no entendía qué tipo de relación había entre ellos dos y debido a que ninguno confirmaba nada aún, la gente especulaba que era meramente una amistad.
 Les gustaba la privacidad que tenían en el departamento, aunque estaban conscientes que eventualmente tendrían que salir y enfrentar al mundo, claro que querían mantener su relación privada, pero no secreta,  ese día al fin había llegado, Alana no creía sentirse capaz de seguir más tiempo encerrada en el departamento, necesitaba al menos salir a caminar e ir a tomar algo y quería sentirse libre de poner besar y abrazar a Enzo cuando le apeteciera. 
—Vamos por un café y caminar un rato en el parque, ¿te parece?—preguntó Enzo, en realidad llevaban días planeando su salida, sin embargo, hasta hoy Alana se había sentido preparada para hacerlo. 
Cuando salieron del departamento Alana no pudo evitar sentirse nerviosa, no era raro que le tomaran fotografías a Enzo en la calle o se le acercaran para pedirle autógrafos, sabía que estar a un lado del actor implicaba captar un montón de atención y reflectores, sabía que por el medio en el que ambos se envolvían, su relación estaría en boca de muchas personas, sin embargo, una vez que Enzo entrelazó los dedos con los de ella, todos sus miedos se fueron, estarían bien, todo iba a estar bien. 
La caminata hacia la cafetería fue bastante tranquila, Alana notó que algunas personas con grandes cámaras les tomaron fotografías desde lejos, Enzo y ella se limitaron a pretender que no estaban ahí, una vez que tuvieron sus cafés, procedieron a caminar hacia el parque. 
—Acá fue la segunda vez que nos vimos, ¿te acordás?—preguntó Enzo, Alana asintió con nostalgia, era loco pensar lo mucho que habían cambiado las cosas en los últimos meses, apretó la mano del chico con afecto. 
—Me quedé dormida en la banca—dijo ella negando con la cabeza.
—Vos te podrías quedar dormida en cualquier lado—dijo él depositando un beso en su mejilla. 
Conversaron de varios temas, sobre los recientes capítulos que había escrito Alana para su novela, sobre como Enzo sí se cortaría el cabello una vez terminara las filmación de su película, iban dando su tercera vuelta a la manzana cuando Alana escuchó un débil maullido. 
—¿Escuchaste eso?
—¿Qué cosa?
—Como un gato, pero no veo ninguno—dijo ella inspeccionando el lugar con la mirada, entonces lo volvió a escuchar, Enzo hizo cara de lástima. 
—Ay, está llorando el pobre. 
Alana soltó la mano de Enzo y corrió hacia el arbusto de donde procedía el chillido, había una caja con un gato muy pequeño y flaco. 
—Ay no, me muero—dijo ella agachándose—. ¿Quién lo habrá dejado aquí?—preguntó con miedo a cargarlo por lo frágil que lucía. 
—No debe tener más de un par de semanas—añadió Enzo de cuclillas, era un pequeño gato naranja que muy apenas podía abrir los ojos.
—No lo podemos dejar aquí, tenemos que llevarlo al veterinario—dijo Alana—. Siempre he querido un gatito—mencionó sútilmente. 
—Vos te lo querés quedar, ¿cierto?—preguntó Enzo directamente, Alana lo miró con ojos suplicantes, aún no habían entablado bien la situación en la que se encontraban, pero Alana llevaba semanas viviendo en el departamento de Enzo y ninguno tenía planes de cambiar eso—. Yo también siempre he querido uno—dijo él al notar que la chica no decía nada, Alana sonrió mostrando todos los dientes y se le lanzó encima de él en un abrazo. 
—Gracias, gracias, gracias—dijo rápidamente. 
—Anda, tenemos que llevarlo al veterinario para revisar que todo vaya bien y ponerle sus vacunas. 
Alana tomó al pequeño gatito y se lo llevó a su pecho en lo que Enzo pedía un taxi hacia la veterinaria más cercana.
—Siempre dije que a mi primogénito le pondría Mateo, así que ese será su nombre—dijo Enzo acariciando la cabeza del pequeño gato mientras hacían fila en la veterinaria, Alana rió al escucharlo. 
Sin embargo, Enzo tendría que esperar un par de años más para hacerlo, pues el gato terminó siendo gata. 
—Esto es un desastre—dijo Enzo dramáticamente—. ¿Cómo le pondremos entonces? Mateo estaba genial. 
Alana rodó los ojos al escucharlo, se encontraban de vuelta al departamento sentados en el suelo, con un arenero, un montón de juguetes y una pequeña No-Mateo  investigando el lugar, el veterinario les informó que no tenía más de 3 semanas de nacida, tendrían que alimetarla con biberón y toda la cosa, no había estado en los planes de ninguno tener una mascota pronto, pero en las pocas horas que llevaban con la gatita, se había ganado su amor por completo. 
—No tengo idea—bufó Alana mientras tomaba a la gata para que no se metiera debajo del sillón. 
—Vos sos la escritora aquí, debes ser buena con los nombres—dijo Enzo mientras preparaba la fórmula del biberón. 
—¿Qué hay de Matilda? Suena parecido a Mateo—sugirió, Enzo arrugó la nariz al escuchar el nombre. 
—No, no—dijo él. 
—¿Mafalda?
—Amor, sos pésima en esto—replicó él. 
—¿Felicia?
—Basta—dijo él riendo—. ¿Qué te parece Zola?—sugirió, Alana arqueó una ceja al escucharlo. 
—¿Zola? ¿Por qué la encontramos sola?—bromeó. 
—No, boba, Zo porque así termina mi nombre, La porque así inicia Lana, ¿entendés? Zo-La, Zola. 
—Zola, me gusta—dijo ella.
Jugaron un par de horas más con Zola hasta que se quedó dormida en la pequeña cama que le habían comprado, Alana sabía que ella sería la responsable de cuidarla durante el día, nunca había tenido una mascota antes debido a que en México sus padres no la dejaban y en su antiguo departamento las mascotas no estaban permitidas, se encontraba algo nerviosa, aunque feliz por la nueva aventura que le esperaba.
—Amor—murmuró Enzo una vez volvieron a recostarse en la cama, ambos se encontraban agotados, habían pasado un montón de tiempo en la veterinaria y preparando al departamento para Zola. 
—¿Sí?—preguntó ella escuchando con atención.
—No sé si lo notaste, pero nos tomaron un montón de fotos hoy—dijo él acariciando su espalda—. Ya vi algunas y bueno, se re nota que tenemos algo. 
—No lo creo, fui bastante discreta—dijo ella arrugando la frente, Enzo hizo una mueca y le mostró una fotografía sacada de Instagram, en ella se mostraba a un Enzo saliendo de la veterinaria con Zola entre sus brazos, Alana se encontraba agarrando su trasero, ella abrió dramáticamente la boca ante la imagen. 
—¡Ni siquiera recuerdo haber hecho eso!—dijo horrorizada. 
—Lo haces más de lo que vos crees, de hecho lo estás haciendo justo ahora—dijo él riendo, Alana se carcajeó al notar que era verdad, apartó su mano de Enzo pero él volvió a colocarla ahí. 
Después deslizó el celular por la pantalla y le mostró otra fotografía en donde salían besándose en la cafetería. 
—Bueno, supongo que ya todo el mundo lo sabe—dijo ella, podía imaginar la clase de comentarios que estarían en las redes sociales por haber pasado de estar en una relación con Sebastián a una con Enzo en poco tiempo, pero decidió no preocuparse mucho al respecto. 
—No puedo controlar que me pregunten o no por vos en las entrevistas, así que quiero saber con qué te sentís cómoda, es mi prioridad  que vos estés bien—dijo él acariciando su mejilla, tan comprensivo como siempre. 
—Bueno, ciertamente no quiero ser un secreto, pero sí quiero que tengamos nuestra privacidad—dijo repitiendo lo que ya habían establecido hace unos días—. Eso significa que debo de tener más cuidado con no tocarte el trasero saliendo del hospital con nuestra hija—bromeó refiriéndose a la fotografía de Enzo con Zola en manos.
—Vale, me agrada la idea—dijo él—. Ahora vuelvo, voy por agua. 
Alana se entretuvo unos minutos viendo la película a la cual no le habían estado prestando mucha atención hasta que Enzo volvió de la cocina, no llevaba un vaso de agua consigo, en cambio llevaba un ramo de tulipanes amarillos, las flores favoritas de Alana, ella se sentó rápidamente y le bajó a la televisión ante la imagen de él apoyando en el marco de la puerta con las flores y su pijama de cuadros rojos y azules. 
—¿Y eso?—preguntó nerviosamente, Enzo se acercó lentamente y se las entregó. 
—Tenemos que ponerle nombre a esto—susurró. 
Alana tragó saliva y sintió su corazón latir rápidamente ante las palabras de Enzo. 
—¿Puedo ser tu novio?—preguntó  nerviosamente, sus mejillas estaban rojas y sus manos estaban temblando, Alana sintió que se derretía ante la imagen—. Mi amor, te juro que iba a preguntártelo más romántico y toda la cosa, pero es que vos te ves tan linda ahora mismo, me muero, quiero que vos seas mi novia ya—habló rápidamente y la apretó contra él sin importar que ella aún estuviera sosteniendo las flores, Alana soltó una carcajada, Enzo se escuchaba mortificado por la falta de preparación en  la propuesta, pero a ella le pareció perfecta, no necesitaba de un cartel gigantesco o una cena costosa, aquí, justo en la cama abrazada de Enzo,con la luz de la luna que se colaba de la ventana y el ruido de fondo de la televisión, era más que suficiente. 
—Claro que sí—respondió ella. 
Enzo oficialmente era su novio, no podía sentirse más feliz al respecto. 
—Aunque mañana te toca preparar el desayuno, novio. 
—Está bien, novia. 
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rubimoon45 · 10 months
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EL RUIDO DEL RELOJ -Hobie Brown x Reader
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CAPÍTULO 7: Cosas de hippies
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CAPÍTULOS: PRÓLOGO, CAP1, CAP2, CAP3, CAP4, CAP5, CAP6,
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Verano del 2023, 10 de Agosto EN CASA DE HOBIE BROWN Hora: 16:21
Ese había ido a casa de Hobie sin ninguna razón. Esa fue la misma excusa que había tenido ayer... Y los días anteriores. Quizás el apartamento tuviera algo que la incitase a ir, a parte de ser un buen sitio para plasmar sus dotes artísticos. La calle entera estaba llena de graffitis.
Estaba tumbada en su cama mientras él trasteaba en el suelo con algunas cosas. Había revistas nuevas a su alrededor, y la misma pila de estas había cambiado de sitio. Khristina estaba boca abajo en la cama leyendo una. El estilo era diferente, con muchos colores y estilos caligráficos agresivos pero llamativos. No era una de las revistas que por ejemplo tendría su madre en el salón para cuando se aburriera, o las de ecologismo de su padre.
Estaban solos en la casa. La guitarra de Hobie estaba apoyada en la pared al lado del traje de superhéroe.
-¿Dónde está Gwen? -había preguntado al llegar. Fuera hacía calor y cuando tocó el timbre los altavoces estaban ardiendo. Hobie le había abierto igualmente vestido de negro y con el apartamento como la segunda morada del diablo.
-Haciendo cosas de chicas -se había limitado a responderle, y luego la había besado para llevarla a la cocina.
Hobie había cogido la fea costumbre de besarla en cualquier situación y luego no responder cuando se le quedaba mirando con sorpresa. En esos días, no habían hablado de ni de los ocurrido en el tejado porque aún era un tema reciente o su primer beso en el local donde solían tocar. Se habían dedicado a verse por las tardes en su apartamento y cuando a ella no le tocaba trabajar por los cambios en la administración que estaba pasando la jefatura de la cafetería y a quedarse hasta tarde. Sus padres no habían hecho ninguna pregunta, si es que sospechaban de que algo en la vida de su hija hubiese cambiado. Que lo dudaba.
-Pensaba que el punk había nacido en Estados Unidos -comentó, pasando de página y apoyando la cabeza en la otra mano.
-Clásico del pensamiento normi.
-Ni que te estuviese insultando.
-A mí no... -pero el grito sorprendido de Khristina, un poco más exagerado de lo que pensaba, lo detuvo.
Khristina se inclinó sobre el otro costado.
-¿Esta era Vivianne Westwood de pequeña? Mi madre dice que siempre ha sido así.
Khristina se siguió leyendo el artículo. Tenía el pelo recogido en una coleta que se abría por lo ancho de su espalda, como un abanico. Hacía calor, el suficiente como para que ella, que siempre llevaba el pelo por la cara, se lo recogiera. Iba en camiseta de tirantes y en unos pantalones abombados que había robado del armario de su madre. Resultaba que tenía la misma talla que ella cuando era joven.
La habitación estaba igual que los últimos días: a oscuras, con una poca luz entrando por las cortinas. No había visto la habitación a la luz de sol nunca, y esperaba no hacerlo. Quizás las cosas cambiasen al hacerlo. Aunque no sabía el qué, quizás uno de los pósteres o alguna cosa más. Llevaba días pensando en la posibilidad de que el piso estuviera así de oscuro por sus propias habilidades, las que la mordida de aquella araña pudiera haberle pasado; había leído algo de que las arañas eran ciegas y veían mejor en entornos oscuros, o algo así.
-¿Son telarañas de verdad? -le había preguntado cuando lo vio un día que había llegado a su casa al poco de que él lo hiciera, y lo viese con el traje aún puesto.
-¿Eso? Nah, un chisme que me ayuda -le dijo. Y había disparo un chorro grueso de telaraña contra la pared-. Pero hace cosas chulas.
-No voy a confiar en ti la próxima vez que me atrapes.
Lo había dicho enserio. Quitarse esa cosa era peor que luchar contra la pintura seca. Pero él solo se había dedicado a reírse y a tomarla de la muñeca para que entrase antes de que algún vecino empezase a cotillear. Y la había estado besando un rato más largo en el sofá.
Esa fea costumbre se extendía a todos los hábitos. Si por él fuera, podría haberse quedado a dormir en su casa solo para seguir besándola. A veces pensaba que la molestia que Hobie sentía cuando le decía que tenía que irse se alargaba hasta el día siguiente que e enviaba un mensaje preguntando si iba a pasarse por su casa o tenía que descubrir dónde vivía ella. Obviamente, prefería ir a un sitio que ella ya conocía que dejarlo entrar en su casa, a unas callas de donde estaban.
Khristina miró hacia su teléfono, tirado en la otra punta de la cama, y se estiró para agarrarlo.
Llevaba más tiempo de lo que pensaba al mirar la hora, y sus padres podrían castigarla si llegaba tarde a lo que ellos llamaban una reunión familiar de urgencia. Claro, que eran solo ellos tres y las noticias siempre tenían que ver con algo de la economía del hogar y las tareas. Pero esta vez lo habían dicho de una forma que parecía más urgente que tratar quién iba a lavar los platos después de comer y qué recortes se iban a hacer en casa.
-¿Vas a hacer algo esta noche? -preguntó de repente Hobie. Había dejado de jugar con lo que tenía entre manos y la miraba por encima del hombro en una mirada perezosa-. Mi grupo toca esta noche, por si quieres pasarte.
Khristina lo miró sorprendida. No habían hablado del grupo o de invitación espontáneas en lo que llevaban viéndose juntos. ¿Por qué sacar el tema ahora?
-Mis padres quieren hablar conmigo, y después voy a tener que hacer unas cosas -le respondió-. ¿Va a ir Gwen?
-Ni pajolera.
-¿Y eso qué significa?
-Estará besuqueándose con su chico maravilla o liándola con Pav contra los británicos. Son unos frikazos.
Khristina puso los ojos en blanco. Ese idioma en código morse la empezaba a enfadar, sobre todo a medida que avanzaba y la miraba como si fuera una tonta. Y no lo era. Khristina se bajó de la cama y empezó a ponerse los zapatos.
-¿Ya te vas? -preguntó esta vez.
-Sip, tengo que ir a besuquearme con un chico maravilla y luego atender unas cosas. Ya sabes, cosas de gente que trabaja.
No pensaba decirlo de la forma en la que salió, pero ya era tarde. Que sonase tan borde no estaba en sus planes. Hobie se había girado por completo hacia ella y le devolvía una de sus miradas perezosas y silenciosas. Khristina ya se había terminado de calzar cuando ambos se levantaron al mismo tiempo.
-Ten cuidado al volver a casa. Seguramente esta noche haya una manifestación contra la policía.
Khristina lo miró a los ojos. Él también se estaba calzando.
-¿Por qué?
-Tú ten cuidado.
Seguramente fuese el momento de ir a hacer alguna patrulla por la ciudad o sabe Dios qué conociendo a Hobie. Podría estar preparándose para dar otro concierto de los suyos, uno al que no podría ir. Tampoco es que le gustasen esos sitios, y menos con la violencia policial delos últimos días, pero le hubiera gustado acompañarlo. Praa verlo. Para estar con él. Incluso para besarlo aunque no fuese esa clase de tíos.
Mientras él recogía algunas cosas de la cómoda y se las guardaba en los diminutos bolsillos de los pantalones, Khristina lo observaba de reojo tímidamente. ¿Acababa de discutir con él? Siguiendo en silencio, vio cómo hacía el ademán de agarrar algo y más, pero al final lo dejaba ahí y se daba la vuelta.
Dándose cuenta de que ella seguía ahí, no se molestó en sorprenderse y se puso a su altura. Khristina pensó que iba a volver a besarla, pero le sorprendió el que echase la cabeza hacia delante junto con el peso de su cuerpo. De un momento a otro, Hobie estaba de pie encima de la cama y estaba luchando contra las cortinas y el cerrojo de la ventana. Cuando consiguió abrirla y la luz entró, así como los sonidos de la calle.
-Luego hablamos.
-Podría bloquearte.
Hobie arqueó una ceja retándola, pero no dijo nada. Simplemente se dignó a pasar una pierna por el alfeizar y a apoyarse en el muro. Khristina se aferró al bolso que colgaba del hombro. Con medio cuerpo fuera del edificio y medio cuerpo dentro, Hobie se pasó la mano por el los rizos gruesos y oscuros de su melena. No cabía duda de que tenía herencia africana, aunque su acento británico detonaba otra posible procedencia inicial. Sus rasgos, sobre todo el grosor de su nariz y labios carnosos, no eran los clásicos y "puros" estadounidenses.
-Cuando termines de besuquearte con ese chico dime cómo es ese tipo y si es un hippie frikazo de esos -empezó a decir, sonriendo con sorna, consiguiendo que Khristina se pusiera roja-. Yo también quiero conocerlo.
-Imbécil.
-Cierra la puerta cuando salgas.
-No me...
Pero Hobie ya se había ido, cerrando la ventana en el camino. Se quedó sola en esa casa oscura y llena de vergüenza. Khristina se mordió el labio, pero prefirió no pensar en ello más de lo necesario.
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EN CASA DE KRHISTINA SALVATORE Hora: 17:07
Su apartamento estaba unas calles arriba y a la derecha del bloque de Hobie, y en una zona residencial algo mejor. Siempre había vivido en el mismo apartamento desde que sus abuelos les prestaron dinero a sus padres para tener un sitio en el que vivir.
Se trataba de un tercero con ascensor, pero nunca lo cogía; no desde que era pequeña y se cansaba más rápido. Cuando era más pequeña había estado asustada del vecino del segundo, un señor no tal amable y que asustaba a los niños del edificio, pero ahora que estaba muerto y su mujer llevaba la casa las cosas habían cambiado. Cada vez que se quedaba sola en casa la mujer llamaba a su puerta preguntando si necesitaba algo. Siempre. Era una buena mujer, la recordaba con cierto cariño, más que a su esposo.
Eso no excusaba, sin embargo, que sus padres pasasen tanto tiempo fuera de casa. Incluso cuando era una niña, había periodos en los que se quedaba con sus abuelos, que venían desde la otra parte de la ciudad solo para cuidarla y vigilarla hasta que apareciesen. Una vez, temiendo que pudiera estar viviendo en el mismo edificio que unos padres que actuaban sin serlo, una de las vecinas había llamad a los servicios sociales. Khristina no recordaba mucho de eso, solo lo suficiente; estar sentada con una mujer negra que le hacía preguntas y luego le insinuaba dibujar a su familia, su vecina dándole de comer, ...
Ahora que tenía a sus padres delante, en su diminuta habitación guardando ropa del armario a una maleta pequeña, su madre se encargaba de demostrar lo contrario. O más o menos eso. Su padre doblaba la ropa la metía en la maleta, mientras que su madre la sacaba del armario, inspeccionaba y se la pasaba.
-¿Desde cuándo los abuelos tienen abogado? -preguntó en cierta parte sorprendida, pensando que era una locura que unas personas tan mayores como sus abuelos tuviera contacto con esa clase de élite.
-Desde que el banco les reclama más dinero del que han contribuido como ciudadanos.
Khristina, que siempre había pensado que sus abuelos maternos, que vivían en otro estado, eran las personas más irónicas del mundo. Literalmente, eran las personas más graciosas del mundo. Ahora comprendía por qué habían dejado que su hija se marchase a Nueva York a estudiar y aceptasen esa corriente pacífica y criticada en su tiempo. Y luego estaban sus abuelos paternos, que vivían en Brooklyn y la llamaban para cenar todos los findes de semana que podían.
-Entonces...¿Puedo hacer una fiesta?
-Ahora mismo, no -dijo su madre después de un rato de silencio. Khris supo que en otro momento hubiera aceptado, aunque con unas condiciones.
-Hagas lo que hagas, no tientes a tu suerte, cariño -indicó su padre, y Khris levantó las manos indicando que se rendía.
Su madre se acercó a la cómoda en la que tenían una foto de la familia, un dibujo hecho por Khristina cuando estaba en prescolar y un jarrón pequeño con una flor de plástico. Empezó a sacar ropa de los primeros cajones.
-¿A qué hora tienes la cita en el médico? Podemos acercarte de camino.
-En un rato. No importa, puedo ir sola. Alexia hoy no tiene entrenamiento.
En realidad, no lo sabía. Alexia siempre cambiaba de planes en el último momento, pero nunca respecto al baloncesto. Era capaz de ir con un pierna rota. Solo sabía que quería estar sola cuando llegase al hospital después del tiempo suficiente para haberse mentalizado ante las respuestas del médico. Había ido hacía unos días a que le sacasen sangre y a unas pruebas más con la excusa de que ya tocaba una analítica. La verdadera razón era aquella "alucinación", como lo llamaba ella a ese momento en el que la cara se le puso gris,
-Pero...¿te sientes bien? Es decir, mejor que hace unos días. No has vomitado ni nada por el estilo.
-Sí -respondió así a todo.
-Me alegro mucho -respondió su padre, metiéndose nuevo en la conversación y volviendo a lo suyo al poco tiempo.
Khris se cruzó de brazos y recostó el hombro contra el marco de la puerta. Estaba preocupada por lo que pudieran decirle. Si era una enfermedad mental, del palo de la esquizofrenia o relacionado, no podría seguir conduciendo y tendría que dejar el carné de conducir aparcado, nunca mejor dicho. Y si era física, lo mismo, pero también tendría que ver sus próximos planes de futuro...jodidos.
-Quizás sea el estrés del trabajo y de la universidad. Pronto vas a volver, ¿no?
Aquella inquisición le dejó claro que, por encima de ser su madre, seguía sin saber lo que realmente estaba haciendo su hija cuando salía de casa. Khris suspiró, pero dijo por rebote:
-Seguramente sea eso.
-Sí -su padre sonrió, y Khris se obligó a hacer lo mismo.
Pero realmente no había una respuesta clara. Lo único que estaba claro en todo eso, es que Hobie y ella estaban enfadados y que sus padres iban a dejarle la casa sola unas cuantas semanas.
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EN EL HOSPITAL
Hora: 17:49
Khristina se había roto una vez el tobillo. Lo había hecho jugando en el recreo con sus amigas, las anteriores a Alexia. No recordaba cómo, pero sí el espinazo de dolor y el ruido de su hueso por debajo de las risas de sus amigas pensando que estaba exagerando. Hasta que vieron que no lo estaba haciendo y empezaron a llorar con ella.
Sus padres habían estado con ella ates y durante el postoperatorio cuidándola, y sus abuelos habían ido desde Brooklyn a cuidarla. Fue el momento de familia que guardaba con más cariño, irónicamente al momento en el que estaban. Aunque sus abuelos de Minesota se hubiesen enterado una semana después para no atosigarlos a aparecer en el hospital montando un pollo y llamando a su nuero inútil.
Estaba sentada en el despacho de su médico de cabecera, esperando en silencio mientras veía los dibujos que los niños que se curaban gracias a él le regalaban pegados a la pared, cuando este apareció. Olía a limpieza y a lejía.
-Tus analíticas están bien. El azúcar un poco por encima de lo normal, pero lo demás podría decirse que está todo bien. Genial. No hay nada malo.
-¿Habría de haber algo malo?
-Cuando el paciente pide tanto una analítica de sangre... Sí.
Khris se puso roja, pero lo disimuló frotándose las manos y carraspeando la garganta.
El chico sonrió, y giró la pantalla con su expediente médico para que pudiera verlo. Para ella fue lo mismo que ver un cuadro abstracto explicado por el propio autor; números y letras mezcladas sin relación aparente.
-Tu expediente médico está impecable, a parte de esa ruptura de tobillo y las enfermedades leves que cogen los niños. Eres joven, estás sana. No tendrías que preocuparte por nada.
-¿Y si es mental?
-Si fuese algo mental el psicólogo de tu instituto hace dos años lo habría informado a tus padres y no estaríamos perdiendo el tiempo con eso -giró la pantalla de nuevo hacia él, y clicó en algún sitio que solo él pudo ver. Con una mueca en los labios, el médico que la atendía dijo-: Aunque quiero hacerte unas pruebas más. Tus hormonas... ¿Cabe la posibilidad de que estés embarazada?
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rookiemxwritergeek · 2 months
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Capítulo 7: La batalla final
La emboscada fue brutal, un súbito y letal ataque que dejó a varios de nuestros compañeros caídos. Yo misma fui capturada una vez más, convertida en prisionera en un giro amargo del destino. Aquella rebelión que habíamos luchado por mantener, parecía llegar a su fin en ese instante.
La guerra contra Camazotz, el implacable enemigo que había estado persiguiendo nuestra causa, parecía haberse inclinado en su favor. Sentía que había fallado de manera devastadora a mi gente y a nuestra lucha. La opresión y la derrota pesaban sobre mí, dejándome una sensación abrumadora de impotencia.
Mientras nos llevaban encadenados y resignados a un futuro incierto, un inesperado giro del destino cambió el rumbo de la tragedia. Un estruendo resonó en el aire y una sombra oscura se cernió sobre nosotros. Un águila gigante descendió con una fuerza impresionante, sus enormes alas agitando la arena y generando una tormenta que oscureció el panorama. Los guardias de Camazotz quedaron desorientados y derribados por esta inesperada interferencia.
Caí al suelo, herida y agotada, creyendo que mi destino estaba sellado. Pero mi desesperación se transformó en asombro cuando esa majestuosa águila reveló su verdadera forma, mi abuelo. Sus ojos reflejaban una determinación feroz mientras me miraba. En medio de la confusión, logré emitir un grito ahogado:
—¡Corran!
La distracción provocada por la transformación de mi abuelo permitió que la mayoría de los prisioneros escaparan, aunque yo no tuve la misma suerte. Camazotz, a pesar de su sorpresa, se regocijaba de tenerme aún en su poder, como si mi captura fuera el último clavo en el ataúd de la rebelión.
—¡Despierta, Nikté! Aún no es el momento de unirte a nosotros en el Micltan. Abraza tu destino, no luches contra él —sus palabras resonaron en mi mente, mezclando advertencia con un extraño eco de comprensión.
Reuniendo las últimas reservas de fuerza, logré ponerme de pie, mi determinación anulando el dolor y el agotamiento que me aquejaban. Camazotz y yo nos enfrentamos, sus ojos desprendían una confianza perturbadora. Era como si estuviera desafiándome a aceptar la realidad que él había trazado.
En ese momento, los testigos presenciaron un enfrentamiento épico, el bien y el mal colisionando en una lucha feroz. Aunque mi victoria parecía improbable, mi determinación y valentía se alzaron sobre la oscuridad. Finalmente, la balanza se inclinó a favor del bien, y mi victoria resonó como un himno de esperanza en medio de la desesperación.
Después de días de penumbra y desesperanza, la luz encontró su camino. La gente, animada por la visión de que el bien podía prevalecer, me eligió como nueva líder del continente. Aunque el título era un honor, no había espacio para la celebración. Era el momento de trabajar incansablemente, de reconstruir y sanar, de labrar un futuro mejor.
Así se inició una nueva era, una época de alegría, equidad e igualdad que el mundo anhelaba. Los cimientos de un futuro prometedor se cimentaron, y con cada paso hacia adelante, la leyenda que había sido profetizada comenzó a tomar forma: Nikté-ha, la mujer jaguar, quien había enfrentado la oscuridad y emergido como la encarnación viviente de la esperanza y el cambio.
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lovebatty · 6 months
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Diabolik Lovers: Haunted Dark Husband | Dark 07
Nota: Finalmente después de tanto tiempo pude terminar de escribir otra parte de la historia de estos dos amantes, se siente muy bien volver aquí. Hay mucho contenido que, como siempre, tengo pensado o empezado y espero de todo corazón que les guste mucho. Los quiero, muchísimas gracias. 🧚🏻‍♀️♡
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Pareja: Ayato Sakamaki & Romantic.
Advertencia(s): Manipulación, burla y mención de escorpiones ¡cuidado si les tienen fobia!
Temática: Lore principal.
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Romantic: (Este ha sido un día bastante aburrido... No sé qué hacer. )
Romantic: Um... debe haber algo que pueda hacer, estoy cansado de estar sentado tanto tiempo.
Ayato: ¿Y por qué sigues ahí, Chibimushi?
Romantic: ¡Ah! Bueno...
Ayato: ¿Mmm? Has estado sentado allí durante horas.
Ayato: ¿Qué? Tienes miedo de que alguien vea lo bajito que eres, ¿eh?
Romantic: ¡Ayato-kun—!
Ayato: Je. ¿Qué pasa? ¿Tu altura te está afectando? ¡Jaja!
Romantic: No es gracioso...
Romantic: Por cierto— Ayato-kun, ¿sabes si la cafetería todavía está abierta? Yo... quiero comer algo antes de la próxima clase.
Ayato: Bah. La cafetería lleva cerrada unas horas, Chibimushi. Deberías haber ido allí antes si tanta hambre tenías.
Ayato: Pero cuando abra, puedo traerte algo dulce si quieres.
Romantic: No es necesario, Ayato-kun, yo tampoco tenía tanta hambre. Me quedaré aquí, pero gracias.
Ayato: Vamos. Te consentiré un poco, así que te traeré algo dulce, ¿de acuerdo? ¡Ore-sama es todo un caballero después de todo!
Ayato: Ahora dime, ¿hay algo que deseas exactamente? Supongo que cualquier cosa le vendría bien a un Chibimushi como tú.
Romantic: U-um... está bien, aceptaré tu invitación.
Romantic: (Esto es muy extraño, Ayato-kun actuó demasiado amable... ¿Es este acto amable para pedirme algo a cambio? ¿Sangre, tal vez?)
Ayato se levanta de su asiento y mira fijamente a Romantic mientras está de pie en el salón de clases con los brazos cruzados.
Ayato: ¡Entonces! ¿Qué quieres, Chibimushi? ¿Dulces? ¿Helado? ¿Pastel? ¿Chocolates? Nómbralo y será tuyo.
Romantic: Quizás me gustaría un poco de pastel, me gusta mucho el de tres leches. ♡
Se rió sin dudarlo y se inclinó nuevamente hacia el chico, sonriéndole al mismo tiempo que le sacudía su cabello negro hasta dejarlo como un nido de pájaros.
Ayato: Realmente eres único, ¿no? Iré a buscar el pastel que quieres, ¿de acuerdo? No vayas a ningún otro lado.
Dicho esto, el vampiro miró hacia arriba, se dio la vuelta y caminó hacia el pasillo del salón de clases en busca del pequeño regalo, el ojos asalmonados totalmente atónito ante su extraño comportamiento.
Romantic: ¡No lo haré!
Romantic: (¿Es ésta otra bondad caprichosa...?)
*25 minutos después.*
Después de un rato, la puerta se abrió y Ayato volvió a entrar a la habitación; está vez parado frente a Romantic mientras que iba sosteniendo detrás de su espalda lo que parecía ser una caja blanca con la etiqueta ‘El Dulce Aroma’.
Ayato: Bien, bien. Aquí lo tienes.
Una pequeña sonrisa de oreja a oreja se le formuló en el rostro apenas le habló, ofreciéndole a su acompañante la gran caja de pastel que se había comprometido a comprar, mientras que mostraba los colmillos de fuera.
Romantic: ¡Guau!
Romantic: ¡Je-je! ♪ La caja es bastante grande para un pastel…
Ayato: Oh, te sorprendería lo grande que es este pastel, Chibimushi.
Ayato: Vamos, echa un vistazo.
Romantic: ¿En serio? Bueno, no me gustaría comerlo solo, ¿no te gustaría una rebanada, Ayato-kun?
Ayato: ¿Por qué iba a hacerlo? Te lo dí a ti. Por lo tanto, es natural que tú, como receptor, te lo comas.
Ayato: ¡Vamos, tuve la amabilidad de traértelo, así que date prisa y ábrelo!
Romantic: (¿Ayato-kun... no quiere pastel? Pero él ama la comida.)
Romantic: (Empiezo a creer que esto es sospechoso, y si es posible, me gustaría evitar tener que comer algo perjudicial para mí, ¿qué debería hacer?)
Romantic: (Esto ya estaba planeado...¿no es así?)
Romantic: Yo...
Ayato: ¡Ah, vamos! ¡Te estoy diciendo que lo abras ya!
Romantic: Ya voy, se paciente, por favor.
Ayato: Cállate. Es tu culpa por tardar una eternidad.
Romantic: ...
Romantic: ¡A-ah! ¡No—!
Romantic: (¡S-son... son escorpiones! ¡Hay escorpiones en el pastel!)
Ayato: Jeje, parece que te gustó mucho. Saltaste de la emoción.
Romantic: ¡Ayato-kun! ¡¿Tú—?!
Ayato: Sí, fui yo.
Ayato: Por un momento pensé en traerte sólo el pastel, pero no hay nada mejor que un complemento, ¿no es así?
Romantic: ¡...!
Romantic: (Lo sabía. Ayato-kun no podría ser tan amable. Realmente fui un verdadero estúpido...)
Ayato: ¡Jeje! No tienes remedio cuando estás así.
Ayato: Vamos, cómete uno de esos escorpiones. Seguramente estarán deliciosos también, ¿verdad?
Romantic: ¿Q-qué?
Ayato: No seas tímido, Chibimushi. Anda, aprovecha que están dormidos y dales un mordisco.
Ayato: ¿O tienes demasiado miedo para comer uno de éstos? No me digas que te asustan.
El joven luchó, tratando de quitar el escorpión de su vista. Sabía que no tenía muchas opciones a su disposición, pero aún así...
Romantic: ¡No, Ayato-kun! ¡No puedo hacerlo!
Ayato: Oh, claro que puedes. Sólo confía en mí.
Ayato: Anda, cierra los ojos y abre grande.
Romantic: (No quiero mirar... siento que podría morirme en este preciso instante del asco que siento.)
Romantic: ¡Nh—!
Ayato: Vaya, Chibimushi, realmente estás haciendo un desastre, ¿eh?
Romantic: (...)
Romantic: (¿Eh?)
Romantic: (...Espera, estos no son escorpiones.)
Romantic: (Estos son...)
Romantic: ¿Caramelos...?
Ayato: Así es. ¿Por qué tan disgustado? Ni siquiera te lo has tragado todavía. Puedo darte algo peor de comer, así que considérate afortunado.
Ayato: Esa cara tuya... estás totalmente sonrojado, je.
Romantic: ¡Ayato-kun! ¡No puedo creerlo! ¡Creí que eran de verdad!
Ayato: ¡Jajaja! ¿Cómo pudiste creer algo así? ¡Realmente eres idiota, Chibimushi! ¡Jaja!
Romantic: (Al final... sólo estaba burlándose de mí, otra vez.)
Romantic: (No puedo creer que me deje engañar, ¡yo nunca aprendo!)
Ayato: Ten.
El bermejo extendió un pequeño pañuelo blanco de uno de los bolsillos de su pantalón y se lo entregó al menor con cierto tono burlón.
Romantic: ...Gracias.
Suspiró, tomando el pedazo de papel para limpiarse la boca. Había hecho un total desorden.
Ayato: Ese es el Chibimushi que conozco.
Ayato: ¡Bueno! Me está dando hambre, vamos a terminar ese pastel tú y yo juntos, ¿de acuerdo?
Ayato: Asegúrate de disfrutar cada bocado.
Romantic: ¡Sí! Lo prometo...
—Monólogo—
Ayato-kun y yo no teníamos cubiertos durante la clase libre, así que nos comimos todo el pastel usando nuestras manos. Asegurándonos de no tirar nada al piso.
Para ser honesto, yo tenía muchas sobras en mi ‘plato’. No tenía bastante apetito en ese entonces, así que simplemente se lo di todo a él.
No porque no estuviera delicioso o porque quisiera despreciar el detalle. Sin embargo, la presencia de un escorpión, aunque sea de caramelo o incluso como adorno, me parece muy desagradable.
Tuve que comerme al menos cinco de ellos, y me imaginé sus piernas moviéndose cuando los mordí, o peor aún, sus aguijones clavados en mi lengua mientras masticaba.
Al final, parece que a Ayato-kun le gustó más el pastel que compró que a mí.
Fin del Dark 07.
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Emma a Bruce
Querido Bruce,
Lo siento, no he escrito mucho en ti últimamente. Hemos tenido tiempos ocupados por aquí.
El martes Julian y yo estábamos desayunando, ha sido agradable y soleado esta última semana, y la cocina era bastante alegre. Me he enamorado de los crumpets (1), y Julian es excelente para tostarlos sobre la estufa. Los estábamos tomando con miel y mantequilla cuando escuchamos un golpe en la puerta principal.
Julian saltó. Ahora, hace aproximadamente un día, recibimos un mensaje de Ty diciendo que venía con Ragnor a Blackthorn Hall. Parecía realmente preocupado de que Julian estuviera enojado, pero Julian no estaba en absoluto enojado. Estaba nervioso. Iba todo el día mirando distraído y chocando con cosas, así que cuando nos acostábamos por la noche le cogí la mano y le escribí en la palma de la mano, como siempre solíamos hacerlo, trazando cada letra. ¿-P-O-R-Q-U-E-E-S-T-A-S-P-R-E-O-C-U-P-A-D-O-?
Nos acurrucamos juntos bajo las sábanas. Me dijo que estaba preocupado porque solía ser la persona que cuidaba a Ty, y ahora había pasado más de un año y Ty se había estado cuidando a sí mismo. Dijo que solía saber todo sobre Ty, cuando se levantaba y cuando se iba a dormir, y lo que le gustaba comer y hacer, y ahora siente que le ha perdido la pista de alguna manera, como si tal vez se sintiera como si fueran extraños.
Le dije que nunca perdería la noción de Ty y que su relación siempre sería especial, que iba a ser diferente de lo que había sido porque Jules ya no tiene que cuidar de todos y fingir que no lo está haciendo. Él no tiene que llevar este gran peso secreto, y la responsabilidad siempre es un peso, sin importar cuánto ames a las personas de las que eres responsable.
Después de eso, me besó, y el resto, Bruce, no es asunto tuyo. Dios mío, te gusta entrometerte.
De todos modos, volvamos al desayuno y el golpe en la puerta. Era Ragnor, con un tono verde espléndido, como un prado inglés. Salió justo al lado de Julian y comenzó a inspeccionar las cortinas. Bueno, probablemente estaba inspeccionando algo mágico, como la maldición, pero para mí parecía que estaba examinando las cortinas y el papel tapiz. Tal vez esté pensando en decorar su propio lugar. O tal vez solo le estaba dando a Julian un tiempo a solas con Ty, porque Ty todavía estaba de pie en las escaleras, con una bolsa de lona sobre su brazo, luciendo adorablemente incómodo.
Quería correr y abrazarlo, pero me quedé colgado porque podía sentir en mis huesos que este era el momento de Ty y Jules. Jules estaba parado en la puerta mirando a Ty con la cara apretada y luego dijo: "Ven aquí", con una voz áspera y Ty dejó caer su bolsa de lona y corrió por las escaleras y Julian lo abrazó tan fuerte que pensé con seguridad que protestaría. Pero no lo hizo. Simplemente se inclinó hacia el abrazo. Jules se frotó la espalda y dijo: "Ty-Ty", y me perdí lo que sucedió a continuación porque mantenía los ojos muy abiertos y trataba de no parpadear. Es la mejor manera en que se evitar llorar.
Finalmente se soltaron el uno al otro, y le mostramos a Ty y Ragnor el primer piso, lo que se sintió un poco extraño, sabiendo que Ty ya había estado aquí hace dos años con Livvy. Creo que todos podríamos sentirlo, el elefante triste en la habitación. Julian seguía lanzando miradas ansiosas a Ty, pero Ty no parecía triste, en realidad, más pensativo. Finalmente, Julián le dijo que debía subir las escaleras y elegir un dormitorio. "Cualquier habitación! Hay mucho para elegir. Lo que quieras, puedes decidir cómo quieres decorarlo. Cualquier cosa que quieras hacer".
"¿Y dónde dormiré?" Ragnor dijo gruñón. "¿Sobre la chimenea?"
Ty ya se dirigía arriba con Julian. Le dije a Ragnor que podía dormir donde quisiera, aunque le recomendé el sofá de abajo si quería estar cerca del fantasma. Rupert todavía tiende a aparecer con mayor frecuencia en el comedor. Ragnor no se comprometió con esto, sino que solo entró en la cocina y comenzó a hacer té. Le ofrecí un crumpet para ser hospitalario y cuando Julian regresó abajo, Ragnor estaba goteando miel en el mostrador.
"¿Puedo ver el mapa de la líneas ley?" Preguntó Jules. "¿O estás demasiado ocupado atrayendo hormigas?"
"No hay hormigas", dijo Ragnor, alrededor de su crumpet. "No es la temporada". Se lamió los dedos, metió la mano en su chaqueta y sacó un enorme pergamino enrollado que, en primer lugar, no cabía en la chaqueta sin hacer algo de magia, así que nunca se diga que a Ragnor no le gustan los gestos dramáticos, incluso si dice estar por encima de ese tipo de cosas. Lo desplegó en la larga mesa del comedor y lo pesó con un candelabro y algunos libros a lo largo de los bordes.
Era un mapa del centro de Londres, es difícil perderse la forma distintiva del Támesis serpenteando por el medio, pero absolutamente cubierto de líneas en varias tintas diferentes: rojo, azul, verde, dorado. Y a lo largo de las líneas había símbolos astrológicos y flechas y números y un poco ocasional de griego. Apenas se podían leer los nombres de las calles.
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"¿Tu mapa de Londres está en griego?" Dijo Julián. "Además, ¿no vas a tener miel?"
"La miel es buena para el pergamino", dijo Ragnor. "Es un conservador. Y es copto".
"¿Tu mapa de Londres está en copto?" He dicho.
Ragnor lo consideró con cariño. "Lo es. Lo creas o no, es uno de los mapas de línea ley más legibles de la ciudad que he encontrado. Algunos de ellos son simplemente imposibles. Este es de la década de 1700, solo escribieron en copto para ser difícil. Los brujos son así".
Lo sé, quería decir, pero no lo hice, porque Ragnor nos estaba haciendo un favor.
"¿Está tu fantasma en marcha?" Dijo Ragnor. Había retirado un gran cristal de aumento y estaba mirando a través de él en pedazos del mapa.
"No estoy seguro", le dije. "¿Rupert? Tenemos un visitante que quiere conocerte".
No pasó nada.
"Así que va y viene", murmuró Ragnor, como para sí mismo. "Interesante." Sacó un pequeño cuaderno de cuero de su bolsillo y lo hojeó.
"¿Es interesante?" Dijo Julián. "Tal vez es tímido con la gente nueva. Antes de que apareciéramos, estuvo solo aquí durante cincuenta años más o menos".
Ragnor miró a Julian. "Mi hijo, hay llamadas telefónicas que no he recibido para regresar que son tan viejas".
"Bueno, deberías ser un mejor corresponsal", dijo Julian, cruzando los brazos. "¿Ves algo en el mapa?"
Ragnor se movió y regresó al mapa. Después de un rato se enderezó y dijo: "Está bien. ¿Quieres escuchar todos los detalles esenciales, o debería saltar directamente a la conclusión?"
"Conclusión, por favor", le dije.
"Pensé que sí", dijo Ragnor. Sonaba gruñón, sin ninguna razón que pudiera imaginar. ¡Ese es nuestro Ragnor!
"Teniendo en cuenta los diferentes tipos de líneas ley y las diversas intersecciones, nudos y rastros", dijo, "y asumiendo que los otros objetos están probablemente en el centro de Londres, ya que todos los demás lo han estado, y asumiendo que es probable que los objetos estén en lugares relevantes para el Mundo de las Sombras ..." Hizo una pausa y nos arqueó una ceja.
"Contigo hasta ahora", dijo Julian.
"Veo aquí y aquí como los próximos lugares de búsqueda más probables". Había producido un lápiz de algún lugar, y rodeó dos puntos en el mapa. "Aquí está la iglesia de Santa María Abchurch. Y aquí ..." Se alejó.
Julian se inclinó sobre el mapa donde Ragnor estaba apuntando. "¿Sí? Parece solo una calle de casas adosadas en el Soho".
"Bueno", dijo Ragnor, "érase una vez, durante muchos años, hubo un infame salón Downworlder en una de estas casas adosadas. El Infierno Ruelle, se llamaba. Era un nombre muy inteligente, ya ves, porque una ruelle es un nombre para una especie de recepción que las damas aristocráticas francesas solían tener en sus habitaciones, un poco como un salón, y también una ruelle es un callejón estrecho, como en el que está esta casa ".
"Además", dije seriamente, "rima".
"Bastante", dijo Ragnor. "No tengo idea de lo que le pasó. Los salones han pasado de moda durante mucho tiempo, pero a los Downworlders les gustan sus cosas anticuadas. Apostaría a que sigue siendo un club de algún tipo, probablemente tan escandaloso como lo fue en su día. El escándalo nunca pasa de moda, lo he notado".
"Vimos un playbill desde allí", le dijo Julian. "Se exhibió en la casa Herondale en Curzon Street".
Las cejas de Ragnor subieron. "¿Fuiste a la casa de Curzon Street? ¿Cómo es ahora?"
Así que Julian comenzó a contarle a Ragnor todo sobre nuestra visita allí, lo cual estuvo bien porque quería ir a ver a Ty. Había pensado que podría bajar las escaleras para ayudar o al menos observar a Ragnor, pero aparentemente encontraría algún lugar que le gustara y se había quedado allí. O alguna terrible magia oscura le había sucedido. Pero probablemente la primera.
Era fácil de encontrar, al menos, hay muchas habitaciones, pero no tantas, y, además, estas viejas paredes no hacen nada para bloquear el sonido, y pude escuchar su voz en una de ellas. El "dormitorio gris", como lo llamamos Julián y yo. Tiene una bonita vista del estanque de patos.
Supongo que estaba hablando por teléfono con alguien; Podía escuchar las pausas en las que escuchaba a la otra persona. Pensé que lo escuché decir: "Bueno, no tengo idea de por qué, pero no ha pasado tanto tiempo", en referencia a algo, y luego la puerta se abrió y salió de la habitación. Inmediatamente comenzó a verme de pie en el pasillo. "¿Emma?"
"Me acerqué para ver cómo estás", le dije. "Creo que vamos a conseguir algo de comida para llevar en un momento. ¿Es ese el dormitorio que te gusta?"
"Sí", dijo, mirando por encima del hombro a las ventanas altas. "Es una buena habitación, creo".
"¿Estabas hablando con tu hermana?" He dicho.
No dijo nada, se puso rojo, luego blanco. Me preguntaba si había dicho algo que se suponía que no debía escuchar, pero no podía imaginar qué. "No estaba escuchando", aclaré. "Simplemente asumí que era Dru".
"¡Oh!", Dijo. "Sí. Sí, estaba hablando con Dru. Ella ..."
"Probablemente quiera saber cómo son las habitaciones", le dije, tratando de tranquilizarlo. "Dru definitivamente querría el más gótico".
"Claro." Ty y yo empezamos a bajar. "Sin embargo, no soy un buen juez de lo que es gótico".
"Creo que la idea es 'lo más espeluznante posible'", dije, y llegamos a la cocina, donde Jules y Ragnor estaban esperando. Ty se relajó bastante rápido; resultó que todo lo que necesitaba era (a) un poco de té y (b) hablar con Ragnor sobre los detalles del mapa de la línea ley sin cesar hasta que llegó la comida y finalmente los detuvo. Bruce, te juro que en un momento Ragnor contó un chiste en copto y Ty se rió. Son duros allá en el Escolomántico Tal vez demasiado duros para mí. Pero no me malinterpreten, fue muy agradable tenerlos aquí. Me recordó que cuando este proyecto esté completo y todos los Blackthorn estén aquí y puedan hacerlo suyo, esta casa podría sentirse cálida y amigable nuevamente. Ni siquiera se sintió tan maldito mientras nos acostábamos frente a la chimenea jugando Clue (aquí lo llaman Cluedo) hasta que Ty se estaba quedando dormido.
Actualización: Domingo por la noche. Ragnor y Ty se fueron esta tarde. Fue realmente genial tenerlos aquí, fue bueno para Julian y para mí tener a otras personas aquí en la casa para hablar con otros que no fueran los constructores. Ty y Julian pasaron un montón de tiempo deambulando por los jardines, decidiendo qué estatuas antiguas están arruinadas de una manera decorativa y atractiva, y cuáles simplemente esta arruinadas. Vamos a tener que conseguir algunas estatuas nuevas cuando rehagamos el jardín, lo cual a Ty le entusiasmó mucho; piensa que deberíamos tener uno de Holmes sosteniendo una lupa, y uno de Watson.
¡Lo único extraño es que el fantasma Rupert estuvo desaparecido durante toda la visita!, y luego reapareció una hora después de que se fueron. Le mostramos el mapa y lo que Ragnor nos dijo, y él solo dijo que está seguro de que Ragnor tiene razón. Y resulta que habló con Ty en algún momento. Dijo que Ty es "amable con los fantasmas". Tal vez Ty le hizo un sándwich de fantasmas o le leyó un cuento de fantasmas antes de acostarse o algo así. Ty ciertamente no dijo nada al respecto.
Entonces, ¡eso es todo por ahora! Supongo que nos dirigiremos a St Mary Abchurch mañana por la tarde, y luego, dependiendo de cómo vaya eso, revisaremos esta casa adosada y veremos si todavía hay un club escandaloso del Soho allí. Aunque lo que Ragnor consideraría escandaloso podría no ser tan escandaloso para nosotros. ¡Supongo que lo descubriremos! ¡Por lo que sabemos, es solo la casa de un tipo y estará muy confundido al vernos!
Buenas noches, Bruce. Es agradable pensar en cómo será cuando todos los Blackthorns estén aquí y el lugar esté lleno de ruido y actividad. Es la primera vez desde que comenzamos que realmente he podido imaginarlo, incluso a través de la maldición. Mientras tanto, voy a meter una Polaroid de nosotros jugando Cluedo aquí entre estas páginas en caso de que quieras algo para ver más adelante.
- Emma
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Los crumpets son una especie de hotcakes, pero más esponjosos y llenos de agujeritos, son tradicionales de la gastronomía britanica
Texto original de @cassandraclare ©
Imagen de  @cassandrajp ©
Traducción del texto @carstairsa ©
@secretsofblackthornhall
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