#fiore de lys | Explore Tumblr Posts and Blogs

archivorpg-yc · 1 year

Photo

ㅤ

LEVI NEILSON & Lucianna De Fiore.

HIDIN’ IS NOT THE SAME AS LYING?

Marzo 2022, martes 15.

LUCIANNA

⠀⠀⠀Para Lucianna resultó ser más fácil de lo esperado el tener el «permiso» de Dante para viajar sin él a Roma, considerando que él era casi un perfecto controlador con tal de mantener la fachada de su matrimonio intacta. Sin embargo, ella asumía que su esposo estaba tan harto de ella como ella de él al nivel de quererla lejos, aunque fuera por unos días. Lo que sí es que recordó lo reincidente que fue al preguntar con quién iba y en dónde estaría, mirándola inquisitivo detrás esas gafas negra Prada. No sabía si era por temor a que le fuera infiel —cosa improbable, dado que él no la amaba y viceversa— o que pudieran fotografiar a la esposa del abogado más célebre de Milán, deambulando sola por las calles color crema de Roma. Ella lo calmó, recordándole que allí vivía la hermana de su madre, la única, además de su hermana mayor, Alessandra, que sabía la realidad del trato entre ellos. Perfecta mentirosa ella, pues bien sabía que viajaba a la Ciudad Eterna para conocer a un chico que había visto en una aplicación no precisamente de citas, pero sí para conocer personas nuevas. Y ni cómo culparla, después de tener que fingir una felicidad que no sentía desde mucho antes de casarse con Dante Bulgheroni. En picias palabras, Lucianna se había alejado de sus amigas en Venecia, de sus amigas de su antiguo trabajo en la agencia. No quería responder preguntas sobre Francesco, su ex novio y casi esposo infiel. Y ahora mucho menos de Dante, su nuevo esposo al cual nadie había visto cerca de ella hasta el día que la noticia del casamiento se filtró en la prensa… Así que no era sorpresa alguna que ella estuviera parada en el aeropuerto, esperando a un tal Levi… ¿qué apellida tenía? Merda! ¿Cómo no se acordaba siquiera de eso? Muchas veces ella no perdía la cabeza porque la tenía pegada. En fin, de vuelta a Lu, allí estaba vestida con un vestido de tirantes suelto largo color blanco, un cárdigan sobre sus hombros y sandalias de piso, con tiras de cuero alrededor de sus tobillos, mirando por encima de todas esas cabezas a alguien que se pareciera al chico barbón de la foto…

LEVI

Salir de la ciudad nunca es cosa tan sencilla como comprar un vuelo y avisar a tus conocidos que te vas por algunos días, y menos para un hombre como Levi Neilson, que es responsable por una vida más aparte de la propia. Con lujo de detalle, exigencia y precisión, Levi tiene una plática con los abuelos de su sobrina, y les pide que para el domingo en la noche estén de vuelta en Oregón ya que Claire tiene escuela el lunes, y les hace saber también que su niñera de toda la vida se encargará de ella durante la semana. Es entonces cuando puede poner en marcha su plan, dirigirse al aeropuerto, y abordar el avión que, pasadas las horas correspondientes, lo llevan hasta Roma. Al bajar del avión es domingo por la mañana, diez u once, y Levi siente que el estómago le duele por hambre. Va directamente hacia la salida de la terminal ya que sólo lleva consigo un amplio equipaje de mano y una mochila negra colgada en la espalda, y toma con su mano libre su iPhone en busca de señal, y de que el 5G le responda, pero no tiene mucho éxito. Lo único que le queda es confiar en que Lucianna De Fiore, la mujer a la que vería, haya visto el último mensaje que dejó en el chat de su conversación, en el que Levi especificó su vestuario: jeans y una camiseta, todo de negro, y un par de vans negros con blanco. Sus brazos están descubiertos ya que Roma lo recibe con un clima veraniego, por ende sus músculos son notorios tanto como los tatuajes de su brazo izquierdo, y por tanto, la chaqueta de cuero negra que llevaba puesta en un principio, ahora va sobre la maleta que carga con su brazo derecho. Pasados unos minutos, el “estadounidense” mira a Lucianna, inconfundible con su altura, su natural belleza, y sus grandes ojos, y se acerca a ella por uno de los costados. —Debo admitir que esperaba ver un letrero en tus manos que dijera mi nombre, y que ya había un taxi esperando por mí. —Su voz es gruesa, y varonil. Cuando llama su atención él le regala una amplia sonrisa y le guiña el ojo—. Finalmente en vivo y en directo, aquí me tienes.

LUCIANNA

De la nada escucha una voz grave a su lado y ella se sobresalta. Se gira brusca hacia su derecha y allí está él, el mismo chico de la foto. No, corrección: es un hombre en toda la extensión de la palabra. Definitivamente no le hizo justicia, piensa de inmediato. Sus ojos pasan de la sorpresa a la admiración mezclada con atracción instantánea. Le gusta lo que ve, mucho. Y está feliz de no haber sido víctima de un catfish. Al instante, repara que es muy diferente a ella, eso sí. Ella se ve angelical con su ropa mientras que él tiene la pinta de un motociclista rebelde sin causa. Sus tatuajes deberían de tener mil historias por contar. También nota que trae poco equipaje. ¿Alguien práctico o pocas pertenencias? Es imprudente que se pregunte eso siquiera. Deja de distraerse en sus pensamientos y centra su atención como debe en su ¿amigo? ¿Sí es su amigo? Sonríe de todas maneras, ladeando la cabeza. Su voz le agrada, tiene la misma soltura para dirigirse a ella como en los mensajes de hacia, literal, dos días. —¡Y en verdad me sorprende que sí estés aquí! Eres un aventurero ¿verdad? No es… muy común que alguien cruce el océano para conocer a otro alguien en cuestión de horas —puntualiza ella, con su marcado acento italiano al hablar en inglés—. Benvenuti a Roma —dice entusiasta, y se atreve a darle un beso en cada mejilla, tal y como es la costumbre.

LEVI

Levi la mira con cierta diversión en los ojos al sentirse observado, pero no dice o hace nada al respecto, más que empezar a sonreír cada vez más, plasmando la expresión de sus ojos en el resto de su rostro. Hasta que ella habla, él elimina la sonrisa y hace una mueca un tanto pensativa mirando hacia cualquier otra dirección. Tiene algo que admitir, pero duda si debe hacerlo o no, sobre todo porque la alegría de la italiana es bastante (comparada con la que él había imaginado causar). Pero tiene que decir la verdad, suficientes cosas hay ocultas en su vida como para sumarle más. —Sí soy un aventurero —contesta y vuelve a mirar esos ojos acuosos—. Eso es correcto y completamente innegable. Pero la razón por la que accedí tan fácil a cruzar el océano para encontrarme contigo, es porque tengo asuntos pendientes en el continente, y decidí aprovechar toda la situación. Fuiste la excusa perfecta, pero —acentúa con un tono amigable y sincero—, lo digo de la mejor manera posible. Ella es alta, sí, pero aún así Levi le sigue sacando como quince centímetros por lo menos, así que al saludarse inclina un poco la cabeza. El perfume de la italiana le envuelve rápidamente, y lo encuentra agradable. Dulce y refrescante a su vez. —¿Qué nos depara el día? —pregunta, y mete el pulgar de su mano libre en el bolsillo de su denim negro—. ¿Algún desayuno? ¿Alguna actividad que involucre sol y piscinas? Ando un poco acalorado —admite. Con la mano con la que sostiene su equipaje indica el camino hacia la salida, y comienzas caminar con calma para salir de ahí finalmente.

LUCIANNA

Después del saludo, ella no pasa por alto aquello que ha explicado Levi sobre la verdadera razón para estar en continente europeo. —No me ofendo. Al decir verdad tiene mucho más sentido que vengas por algo de mayor premura que una desconocida con una vida… rara —admite alivianada, encogiéndose suave de hombros—. Me alegro haber sido la excusa, aún así. «Como en todo…» piensa de repente, en referencia a todo lo que ha sido su vida después de años. Menea con la cabeza, suspira para sus adentros y mejor piensa en mejores escenarios, como en… el día no planificado que tiene para su invitado. Observa su ademán y ella sale con él del aeropuerto, dejando a toda esa gente y ruido detrás. Una vez fuera, Lu siente el golpe de calor tras haber estado en el interior con aire acondicionado. En serio ya se empieza a sentir cada vez más la pronta llegada de la primavera en el Mediterráneo. No duda en quitarse el cardigan, acomodándose el cabello suelto sobre su espalda semidesnuda. Al final, se gira a Levi. —¿Sinceramente? No podemos hacer mucho fuera, dado… lo que tú ya sabes —pone los ojos en blanco y alza la mano izquierda, moviendo el anular con esa argolla de platino. Luego añade, bajando la mano—: Pero… podemos hacer uso de la casa de mi tía Adela, es una belleza. Está algo lejos de aquí, en las afueras. Es una villa.

LEVI

—Hmmm. —La expresión ronca sale desde la profundidad del pecho masculino. Levi permite que una sonrisa coqueta se sitúe en sus labios, y aprovechando que están de pie en la acerca, al borde de la línea de autos que constantemente suben y bajan pasajeros, la vuelve a mirar con lujo de detalle. —Así que esa es tu verdadera intención —comienza a decir y alza la mano que sostiene su equipaje, doblando el brazo al costado de su rostro de tal manera que su puño queda rozando la curva entre su cuello y su hombro, y la maleta colgando por su espada como si no estuviera cargando más peso que el de una bolsa de mano femenina—. Llevarme directamente a una villa a las afueras de la ciudad. —Una sola carcajada abandona su boca—. Ya te he descubierto, pero no te culpo, si yo fuera tú, quisiera irme conmigo también, para tenerme para mí solo. —Al finalizar la oración Levi tiene cierto gesto dudoso en el rostro, pues no está seguro de qué tan bien pudo haberse escuchado—. Por suerte, yo te sigo a donde quieras, siempre y cuando me garantices que la villa de tu tía tiene piscina —advierte. De ninguna manera a ignorado el tema de su anillo, o de que se encuentra casada, pero no haya mucho que decir al respecto. Tiene claro que ella goza de libertad y que, mientras sean discretos, pueden hacer lo que quieran, así que prefiere no destacar algo que cree, Lucianna busca distraerse, excepto cuando pregunta—: ¿Tomaremos un taxi entones, o tu esposo millonario nos ha provisto el transporte? —bromea, aunque no del todo.

LUCIANNA

Ella nota que Levi la ha escaneado, y se siente bien por ello. En casa, hasta donde ella sabe, apenas y Dante sabe de qué color es su cabello. No lleva ni diez minutos en compañía de Levi, y ya se siente encantada con su presencia, no sabe si por ego por lo que estar con alguien desconocido representa, que no es para nada feo. Por un momento se imagina que ambos estén nadando en la piscina de la villa. De nuevo se deja llevar y se obliga a volver al presente. Ella lo escucha atenta ahora sí, y suelta una carcajada por su pregunta. Entonces saca del interior de su bolsa de mano —porque claro que traía, pero es tan distraída que ni la mencionó— las llaves de una camioneta BMW serie 6, que precisamente está aparcada a pocos metros de ellos. Tintinea las llaves, juguetona sin aras de presumir. Ella no es así. —¿Tú qué crees? Estar casada tiene sus ventajas… —contesta sin tapujos, demasiado cínica para su gusto, pero es que para ella no está casada realmente. No lo ama, él tampoco a ella. No los une nada más que el dinero. —Y sobre lo otro… Ya veremos si realmente esas son mis intenciones, o sólo pretendo ser una excelente anfitriona —retoma el penúltimo comentario de Levi, guiñándole un ojo—. Estás a mi cargo y hay que cuidarte. Se atreve a extender una mano y pellizcarle una mejilla; la barba tupida del rostro tan varonil raspa sus dedos sutilmente. Acto seguido, pasa a su lado, en dirección a la camioneta, pero se detiene, mirándole sobre su hombro. —Andiamo, amore —enfatiza con un movimiento de cabeza, sonriendo con amplitud.

LEVI

Es muy pronto para tener un veredicto final, pero aún así Levi piensa en Lucianna como una persona de humor morboso tanto como inocente. Una mezcla un tanto extraña que resulta agradable, porque él está disfrutando de que ella hable de su matrimonio como si fuera algo tan irrelevante. —Me imagino que las tiene —musita en referencia a las ventajas de estar casado—. Aunque claro, esas ventajas sólo vienen sí estás casado con alguien adinerado, sino … —está de más decir que al final su tono es burlón. «Sino, es algo trágico» piensa. Sin más espera, camina en dirección a la deslumbrante camioneta escuchando las palabras que la italiana pronuncia. —Sé cuidarme solo, bastante bien diría yo —se defiende, pero bastante lejos de sonar, valga la redundancia, a la defensiva—. Pero ya veremos si yo pretendo ser un buen huésped, o ser un mal intencionado —añade—. Aunque bien, mis intenciones fueron claras al comienzo, belleza. —El inglés la mira de reojo, y poco después se encuentra abriendo la puerta del copiloto para subir al vehículo.

LUCIANNA

Antes de subirse a la camioneta, alcanza a ver la cabeza de Levi por encima del techo de la camioneta al otro lado de ésta, y sonríe de lado, aunque se ha puesto algo rubicunda. Sí, es que ella es bastante valiente para hablar y plantarse ante los demás, pero en el fondo sigue siendo la misma niña dulce de papá, a la que la reñían sus padres y su hermana mayor por ser demasiado inocente para su propio bien. Levi, a ojo de buen cubero, es muy distinto a ella, más de lo que sus estilos de vestimenta y físicos dejan ver, empero ella no juzga. Una vez dentro los dos, como siempre, a su olfato llega el aromatizante a manzana y canela del auto. Un aroma reconfortante para Lu. Entretanto, pone su bolsa de mano en el asiento trasero al suyo, procede a colocarse el cinturón de seguridad, pisa el freno y presiona el botón de encendido de la BMW, en seguida sonando fuerte el artista que ha sido el amor de su vida desde que tiene memoria: Luis Miguel. De inmediato baja el volumen, pues se ha espantando de lo fuerte que ha cantando él en los altavoces. —¡Lo siento! —lo mira de reojo, riéndose a la vez que sigue nivelando el volumen—. Suelo escuchar música muy fuerte. De fondo se escucha «El Día Que Me Quieras». —¿Quieres conectar tu móvil al estéreo o…? —ofrece, picando el icono de Bluetooth en la pantalla táctil del tablero.

LEVI

—Geez! —el hombre exclama en cuanto el sonido retumba en el interior del vehículo sacando un pequeño susto de él mismo—. No te preocupes —dice después, exhala y ladea el cuerpo hacia los asientos traseros para acomodar su mochila y su maleta en los asientos. Una vez que él también está acomodado abrocha el cinturón de seguridad y apoya su antebrazo izquierdo en el espacio que hay entre el piloto y copiloto. La voz del cantante sigue sonando en un volumen bajo, pero Levi no es capaz de reconocerlo, por tanto cuando Lucianna ofrece el control de la música, se siente tentado a aceptarlo. —De acuerdo, de acuerdo —repite y levanta su trasero del asiento por un momento para sacar el móvil del bolsillo del pantalón. Lo activa, se conecta a la camioneta, y empieza a buscar en su reproductor musical. —Esto es muy diferente a lo que venías escuchando. Muy diferente —especifica viendo su pantalla—, y de hecho creo que ni siquiera es un género que escuches, aunque puede que te esté juzgando mal, pero siempre hay una primera vez, ¿no? —alza la cabeza para verla, y en eso su pulgar presiona el botón de play del celular para que "My type" de Saint Motel se reproduzca. El viaje empieza. Mientras Lucianna conduce, Levi mira por su ventanilla y se abstiene de hacer comentarios de la ciudad, no porque no tenga alguno en la boca, sino porque en realidad no es su primera vez ahí; lo que sí es cierto es que han pasado más de diez años, fácilmente, desde su ultima vez. —¿Haces cosas así a menudo? —De la ventanilla, el inglés (que habla el idioma con el claro acento del este de Estados Unidos, y no como un autentico inglés) pasa a mirar a la castaña, y ladea su cuerpo para apreciarla con mayor comodidad—. Conocer gente desconocida, invitarlos a tu ciudad, y llevarlos a villas apartadas de la ciudad —explica—. ¿O soy el primero? —cuestiona pero sus ojos color miel, entrecerrados, parecen dudarlo.

LUCIANNA

Al poco rato que él conecta su bluetooth, suena una música muy, muy diferente a la suya, y sí tiene razón, ella nunca ha escuchado esa canción, pero sí el género. Empieza a seguir el ritmo moviendo los hombros al compás, luego toma camino, en dirección a Olgata, un barrio repleto de villas y mansiones en las afueras de la Ciudad Eterna. Hay algo de tránsito, considerando que es domingo. Para hacer más llevadero el trayecto, Lucia despega una mano del volante y presiona el botón encima de su cabeza para abrir el quemacocos. La canción sigue, y la visión del día es... muy optimista, demasiado diferente a sus últimos meses y semanas. La relajación que siente la hace suspirar y esbozar una media sonrisa. —Oye, esa canción está buena. Casi tanto como a ti puede te esté gustando Roma, aunque... No te veo como turista primerizo —apunta, entornando sutil la mirada a la vez que desvía o un segundo la vista del camino para observar a Levi, quién posee una tranquilidad inesperada para un recién llegado. Allí está, apoyando un poco su espalda contra la puerta de copiloto, lo que a ella le da un plano frontal de su agraciado rostro. Entonces se ríe ante sus preguntas, regresando los ojos al camino. Un mechón juguetón cruza su rostro por el viento y ella lo posiciona detrás de su oreja. —¿La verdad? —lo ve de reojo, alzando una ceja—, no, nunca he hecho algo así. Digamos que... no soy el tipo de mujer que aparento y que posiblemente esperas que sea —enfatiza su sonrisa, dedicándole una fugaz mirada—. Así que sí, eres el primero. Siéntete especial —finaliza, con una mueca juguetona mientras observa ahora por el espejo, poniendo la direccional para girar a la izquierda. Lucianna conoce Roma como a la palma de su mano, así que será cosa de nada tomar un atajo que los lleve pronto hacia Olgiata.

[…]

La entrada hacia la villa es un sendero repleto de árboles en ambos lados. Está casi desolado en los alrededores de no ser por otras viviendas que se ven a lo lejos. Definitivamente están en las afueras. El paisaje está repleto de campos, viñedos, todo de tonos verde y amarillo. Los neumáticos de la camioneta hacen crujir a esas pequeñas piedrecitas de la terracería conforme avanzan hasta una pequeña cuesta, donde el camino va perdiendo árboles hasta toparse con una enorme casa de piedra y tonos claros desvaídos, de tejas marrón rojizo y centenares de jardines y áreas verdes. Pareciera que pertenece a la naturaleza que la rodea. Desde allí se observa un balcón con una enredadera destacando el verde contra el alabastro de la piedra. Es un tanto parecida a la casa de Lorenzo Bartoloni, uno de los personajes principales de Cartas a Julieta, qué es, además, una de las películas favoritas de Lucianna, por cierto). Lu se atreve a mirar de reojo a Levi en busca de su reacción antes de tomar la glorieta con una escultura de La Minerva al centro de la preciosa fuente de piedra. Y entonces mientras buscaba la reacción de él, ella se percata que estar allí no es nada del otro mundo, cosa que le da nostalgia de su antiguo yo, cuando la opulencia la ponía casi de rodillas. Con su nueva vida, francamente la villa de la tía Adela es austera en comparación a la mansión de Dante. Finalmente aparca frente a la entrada principal, y mira Levi. —Si no estás muy seguro de estar aquí aislado con una desconocida, aún estás a tiempo de salir corriendo —bromea antes de quitarse el cinturón de seguridad, cerrar el quemacocos y apagar el motor. Silencio salvo los cánticos de pájaros y el chapoteo del agua de la fuente que traspasan amortiguados las paredes de la camioneta. Ella pestañea y con una especie desconocida de nervios en el estómago, se gira sobre su asiento lo suficiente para mirarlo de frente. —Ascolta, non dervi… —se detiene un momento, pues se da cuenta que estuvo a punto de empezar a hablar en italiano. Sonríe excusándose, carraspea y prosigue ahora en un cantarín inglés—: Tal vez pudiera parecer raro que estemos aquí solos, considerando que no nos conocemos… y que muy posiblemente pudieras creer que te estoy secuestrando aquí alejado de la civilización —hace una pausa para reírse, en seguida volviendo a la seriedad—, pero tal vez pasemos el mejor fin de semana de nuestras vidas. Solo… tenme paciencia ¿de acuerdo? Nunca en la vida he hecho esto, pero ya estás aquí y debe significar algo. Lo observa a detalle una vez más, admirada de lo atractivo y varonil que es y exhala, sacudiendo un poco la cabeza.

LEVI

«aunque... No te veo como turista primerizo» ... Estando casi seguro de que Lucianna podría volver a sacar el tema más adelante, en ese momento lo único que Levi hace es sonreír con una suave expresión de diversión, dejando sin resolver aquel apunte: es cierto después de todo; no es su primera vez en Roma, pero mejor dejar pasar todo lo que tenga que ver con el tema «y actuar un poco más como si los paisajes me asombraran» piensa. Minutos más tarde no tiene que actuar: está sorprendido, maravillado, y absolutamente encantado con la casa que está justo frente a ellos, y que combina muy bien con todo el verde de su entorno, como si fuera la pieza mágica que completa el rompecabezas. El espacio es rústico, clásico, y aunque ni siquiera se ha bajado de la camioneta, puede empezar a sentir el ambiente hogareño en cada rincón. Sus ganas de recorrer cada espacio no faltan: se imagina, incluso, por la noche, caminando en los jardines co una copa de vino en la mano, o tal vez una fría cerveza, ¿por qué no? con el calor, absolutamente, la prefiere. Toda una serie de planes se ejecutan en su cabeza, hasta que la voz femenina lo saca de su pequeño trance y hace que él voltee a ver a la mujer de la que se había olvidado por unos segundos: y sí, se siente mal por eso. Le sonríe, y ríe después del comentario que hace, pero como respuesta Levi comienza a quitarse el cinturón de seguridad, y abre la puerta de la camioneta para bajar pronto. —Yo no salgo corriendo, Lucianna De Fiore —dice—. Tal vez la casa es tuya, y el vehículo, pero seamos sinceros —para entonces está con los vans sobre el piso, la mano derecha sosteniendo el marco de la puerta abierta, y el frente de su cuerpo viendo hacia el interior de la camioneta—, es a ti a quién debería preocuparle más estar aislada con un desconocido que mide casi dos metros, ¿no? —pregunta, enarca las cejas, y sigue oyendo lo que ella, gentilmente, añade. Le parece adorable que ella piense que él pueda considerar si quiera esto como un "secuestro" verdaderamente. En todo caso, él insiste, sería al revés: ella se ha adentrado a la cueva del lobo por su propia cuenta, y en el camino fue tomada de la mano del mismo depredador. —Relájate, preciosa —dice al fin—. Si estás dispuesta a pasar el mejor fin de semana, lo vas a pasar. Tú tienes el poder para crear los momentos, todo está en la actitud —retrocede un par de pasos, pronto a cerrar la puerta de la camioneta—. Tendré paciencia, aunque no sé exactamente para qué me la estás pidiendo, pero la tendré, creo —sonríe ampliamente, y aunque su voz es bastante gruesa y suena seria, la sonrisa le da suavidad a todos sus gestos y expresiones—. ¿Vas a bajar o tu verdadero plan es dejarme varado aquí solo? —bromea. Cierra la puerta, abre la de atrás y saca sus pertenencias, mismas que vuelven a colgarse en su hombro y espalda. El aire que respira es puro, fresco -pero el rastro caluroso está presente en la humedad del ambiente-, y hay una paz tan increíble que está dispuesto a disfrutar durante los días que estén ahí. —Y bien, ¿alguien espera dentro o sólo seremos caperucita y el lobo? —su tono vuelve a ser un tanto juguetón, pero su sonrisa maliciosa dice lo contrario.

LUCIANNA

Lo escudriña con la mirada. Lo que le ha planteado, volteando su pregunta en su contra… bien, sí le ha puesto en qué pensar. Pero ¿él le haría daño? ¿No había dicho que su humor era raro? Tal vez era broma. De cualquier forma ya estaban allí, y no podría juzgarlo por sus tatuajes ni su vestimenta. Al final soltó una risa después de relajar el semblante. Tras ver que Levi ya ha descendido, Lu tuerce un poco el cuerpo para alcanzar su bolsa de mano de los asientos traseros, y se apea una vez la consigue, cerrando la puerta de un portazo a la vez que activa la alarma de ésta con el control. Entretanto, la penúltima pregunta de él queda respondida cuando Ludovica, una mujer de cuarenta y pico de años, el ama de llaves, les da la bienvenida desde su posición en la puerta principal de pesada madera. Lu le dirige en seguida a su acompañante una mirada que dice «¿eso responde a tu pregunta?», acto seguido añadiendo: —No me vas a comer ¿o sí? —inquiere, sabiendo que su pregunta puede acentuar la malicia juguetona en la sonrisa de Levi. Relame sus labios y esboza una mueca socarrona—. Andiamo, lobo. Quiero enseñarte la casa. Señala con el mentón hacia la casona, guiñándole el ojo.

LEVI

La gran puerta de abre revelando la presencia de un tercero. La ama de llaves parece contenta de recibir gente, y Levi no puede culparla en absoluto. Pensar en cómo sería pasar los días tan lejos de la población simplemente es desesperante para alguien, Levi, que ama la ciudad, su ruido, su movimiento, y todo lo que la conforma. Ella, la ama de llaves, les da la bienvenida y el inglés agradece asintiendo y mostrando media sonrisa, pero luego pone su atención en Lucianna. La pregunta está tan cargada de malicia e intenciones subidas de tono, y casi sin pensar Levi decide responder a esa mínima provocación, importándole menos que no fueran solo ello dos. —Por supuesto que te voy a comer —contesta, acto seguido bufa acompañado de una carcajada y se adentra a la residencia siguiendo a la joven—. Es el platillo principal lo que me animó a estar aquí en un principio —agrega y al ir tras ella, aprovecha pasear la mirada color miel por las cuevas del cuerpo de la italiana. Su mirada se detiene en su culo, y después en sus largas piernas. —¿Hay piscina? —anhela saber, y su mirada se eleva a la altura de sus cabezas.

LUCIANNA

Ludovica saluda a Lucia y a Levi una segunda vez cuando ellos cruzan el umbral. El recibidor de la casa es enorme, de tonos claros, con una mesa de centro repleta de flores y adornos color dorado. Frente a ellos está la escalera doble con barandal de hierro forjado negro, y en medio de esta se alcanza a ver la sala de estar con la pared de cristal detrás de esta. A los lados están las demás habitaciones, como la cocina, el comedor… La casa es enorme, rústica por dentro, pero con cierto aire de elegancia. El aromatizante ambiental de lavanda hace buen complemento. Ludovica aguarda a cualquier instrucción con las manos juntas a la altura del regazo, y justo cuando Lucia está a punto de preguntarle por su tía y la disponibilidad de las habitaciones, Levi la distrae. —Así que al final sí fue viniste por mí —juguetea con él, mirando sobre su hombro, pillándolo muy atento en un punto muy específico de su cuerpo. Él es un descarado, puede notarlo. Le ha importado nada que no están solos. Pobre Ludovica. Al final Se da la vuelta por completo y arquea las cejas, soltando una carcajada. —¿Para qué quieres la piscina si ya desde aquí me has visto el culo? —suelta sin más, esbozando media sonrisa. Ludovica, por su parte, frunce el ceño. Lu no la ha visto, mejor así. Sin embargo, de haberla presenciado sabría el por qué de esa cara: la acusa de infidelidad, pues medio ltalia sabe que ella no es una mujer soltera Lucianna, ajena a las reacciones del ama de llaves, continúa, esta vez dirigiéndose a la mujer, que hábilmente ha cambiado su actitud. —Necesito que dejes un par de toallas en los camastros, protector solar y… —se vuelve hacia Levi—, ¿quieres algo de tomar?

LEVI

La sonrisa en el rostro del hombre es enorme y un tanto mordaz. Reprime una risa al oír la acusación de Lucianna que habla sobre lo que de verdad ha impulsado a Levi a estar en Italia hoy, y sin decir ni una palabra al respecto (para explicar que el motivo principal seguía siendo sus asuntos sin resolver) se da media vuelta y empieza a recorrer el espacio que tiene, admirando los detalles y estructuras de la casa. —Quiero la piscina porque tengo calor —contesta como si fuera obvio, y bufa una carcajada—. ¿O creías que era porque te quería ver con la menor cantidad de ropa posible? —cuestiona y se da la vuelta hasta quedar frente a donde ella se encuentra—. Porque ahora que lo mencionas, si es así, la piscina se ha vuelto petición de urgencia. Sella los labios, sujeta la correa que permanece en su hombro, de la bolsa de viaje de piel, y luego desvía la atención hacia la ama de llaves. Internamente Levi sonríe al suponer que la mujer pueda sentirse incómoda. Es inevitable preguntarse de qué lado está ella: si del lado de Lucianna, o del lado del esposo. ¿Le rendirá cuentas a él? ¿Tendría que estar preocupado de que en menos de dos días alguien esté tocando la puerta para correrlo? Divertido: eso sería divertido. —Cerveza si tienes. Sino un vino tinto estaría ideal. Ludovica se retira para hacer todo lo que se le ha encomendado. Solos, el inglés vuelve a enfocarse en su acompañante. —¿En dónde puedo dejar todas mis cosas? Y darme una rápida ducha, y luego cambiarme. Llevo puesta esta ropa desde ayer, y quiero ponerme más cómodo, por supuesto —dice.

LUCIANNA

Después que Levi responde y Ludovica se marcha con sus juicios bien infundados, los cuales Lucia no notó por estar pendiente de su nuevo amigo, aventura o lo que sea que fuese o se convirtiese en algún futuro, ellos dos están solos. Ella le sonríe con amplitud, cosa común en ella cuando alguien le agrada. —Tienes tu propia habitación, que en realidad fue la mía cuando vivía aquí. Acompáñame —insta y señala hacia la planta alta con la cabeza y en dirección a la escaleras dobles. En el preciso instante que estaba a mitad del camino, su móvil vibró dentro de su bolsa. Se detuvo y dirigió una mirada de advertencia a Levi tras ver el nombre de su esposo en la pantalla. Poniendo los ojos en blanco, atendió, hablando en italiano. —¿Dónde estás? —demanda saber Dante, como si fuera su comandante. La sangre se le va a los pies por un momento, pero domina sus nervios al segundo, con maestría. —Donde te dije que estaría —mira de reojo a Levi. Silencio en la línea. Un gruñido. —¿Por una vez en tu vida no puedes contestar decentemente? —¿Por una vez en tu vida puedes saludar? —responde cínica, sonriendo con malicia. —Entonces ya estás en casa de tu tía. Y cuelga la llamada. Lucianna mira con extrañeza el teléfono, frunciendo los labios. Sacude la cabeza. —Dios, dame paciencia… Susurra para sí misma antes de seguir subiendo las escaleras hasta llegar a la primera planta, donde los esperan dos pasillos no muy largos, iluminados por un tragaluz. Todo el piso huele a lavanda. La habitación de Levi está del lado izquierdo, la segunda puerta. —A todo esto ¿tú no tienes novia? —inquiere una vez abre la puerta, quedándose apoyada contra el marco con los brazos cruzados. Se le ve molesta, afectada por esa llamada. La chispa de antes se ha ensombrecido.

LEVI

—Te acompaño, claro que sí —contestó. La mujer lo llevó derecho a unas escaleras dobles. Inevitablemente, Levi se dedicó a admirar, por centésima vez, cada acabado y detalle de la construcción, inevitablemente, ya que todo aquello era algo que le apasionaba: la arquitectura. Fue hasta media escalera que la parte sexual de su mente le recordó lo que tenía enfrente: el trasero de la italiana que se contorneaba cada vez que subía un escalón. Lo miró, reservándose una sonrisa ganadora, y sólo advirtió que ella había cogido su celular en mano, por la media vuelta que dio y la mirada que le lanzó. En silencio el inglés se cruzó de brazos. Sus bíceps se remarcaron, y las costuras de las mangas cortas de su camiseta le ligaron la piel. Curioso, el muchacho enarcó una de sus cejas y en cuanto adivinó que se trataba del esposo, asintió con una sonrisa ladina de diversión, y desvió la mirada hacia la planta baja visible desde esa altura. Su oído, sin embargo, se mantuvo atento a esa conversación tan extraña, y para cuando le colgaron a la joven, él ya la miraba de vuelta. —Tienes un esposo encantador —dijo con el sarcasmo claro en su tonalidad. Decidiendo no preguntar nada acerca de la llamada, dio un paso hacia arriba creyendo que seguirían subiendo, pero aquella nueva pregunta lo frenó y le sacó una carcajada—. No. Claramente no tengo novia —respondió y separó los brazos a los costados de su cuerpo—. De tenerla, no estaría aquí. O tal vez sí, si los tríos te gustan —bromeó y le guiñó un ojo. Acto seguido, Levi tuvo el atrevimiento de terminar de subir el escalón, de modo que Lucianna quedó solamente un peldaño más arriba. Frente a frente, él puso su mano izquierda en la cintura de la italiana, y apretó suavemente los dedos en torno a su cuerpo. —¿Crees que tu esposo decida hacerte una sorpresa visita? —quiso indagar. Sus ojos se entrecerraron al mismo tiempo que su mano descendió hasta llegar al costado del muslo femenino, entonces le plameó un par de veces como indicación de que siguiera subiendo.

LUCIANNA

Los ojos de Lucia se abrieron de par en par con el descarado comentario de Levi, durando apenas unos segundos la sorpresa en su cara para darle paso a la picardía mezclada con diversión. Una parte suya suspiró aliviada de que él no tuviera novia, pues a diferencia de ella, eso significaría que él sí amaba a alguien y ella contribuiría a la infelicidad de otra mujer. Con Dante era otro el caso. Entretanto, él se había adelantando un escalón por arriba del suyo, lo que la hizo mirar hacia arriba ligeramente echando la cabeza atrás para observarle mejor. Había recobrado la chispa. —¿Por qué? ¿Lo quieres saludar? —preguntó ella de regreso, ladeando una sonrisa y aguantando un ápice la respiración por esa mano sobre su el costado de su muslo, a pocos milímetros de su cadera. Acto seguido cogiéndola para juguetear con los dedos de Levi entre sus manos. ¡Era atrevido el tipo! Aquel era el primer contacto entre ambos desde que se conocieron hacia poco menos de tres horas, y pensar en el tiempo fue… extraño cuando ambos actuaban con naturalidad, tomando en cuenta que eran de mundos dispares. Él tenía un marcado acento inglés, ella acento italiano. Levi parecía una persona despreocupada, ella con tendencias al perfeccionismo aún con su vestido suelto lleno de flores estampadas.. Al cabo de unos instantes, le soltó y siguió subiendo las escaleras, no sin antes detenerse a decir: —Tal vez permita que toques algo más que mi muslo si te apresuras —guiñó un ojo, viéndolo sobre su hombro cubierto por mechones ondulados color castaño y el tirante de su vestido.

LEVI

Levi permitió que Lucianna le tomara de la mano. Sus dedos se aflojaron permitiendo que ella los manipulara, hasta que se soltaron. Él volvió a sujetar las correas de su equipaje, y empezó a seguirla -nuevamente- hasta que pasaron dos escalones de distancia. —¿Por quién me tomas? —cuestionó un poco airado, envuelto en una exageración ficticia—. Yo he venido aquí a pasarla bien, y a meterme a la jodida piscina que me va a bajar el calor, acompañado de la preciosa italiana que muy educadamente me ha metido en la casa de su esposo. ¿Qué pensaría de mí tu señor si le falto el respeto bajo su propio techo con nada más y nada menos que su mujer? —Al acabar una sonrisa sardónica le decoró el rostro desvergonzado. Una vez que estuvieron en la planta alta y se encaminaron a la habitación que a él respondía, Levi dejó caer su bolso viajero y su mochila en el piso, a un costado de la cama, y dejó sobre ésta su chaqueta de cuero que venía cargando. Liberado del peso del viaje, ladeó la cabeza de un lado a otro y simultáneamente movió los hombros y los brazos: el cuello y la espalda le tronaron, y aliviado, el muchacho se giró sobre los talones para volver a ver a Lucianna. —¿Nos damos una ducha? —propuso, sin más, y colocó sus manos en sus caderas de modo que sus brazos quedaron en jarra. La observó esperando la reacción, y por supuesto, la respuesta—. ¿O dejarás que me duche yo solo y te veo en la piscina? —La pregunta fue seria, pero sus ojos destellaban de diversión. Una parte de él no esperaba un sí inmediato por parte de su anfitriona, pero valía -totalmente- la pena intentarlo.

LUCIANNA

—Jamás te metería en una casa de mi esposo. A decir verdad estás en casa de mi tía Adela, la hermana mayor de mamma —abordó Lu a Levi, retomando el último comentario de éste antes de entrar a la que en el pasado había sido su habitación—, Dante no tendría por qué venir aquí… hasta donde yo sé, pero juzgando lo último que dijo… —dejó la frase inconclusa, pasándose los dedos entre el cabello mientras miraba a Levi estirarse, recargándose ella contra el marco de la puerta con los brazos cruzados. Un ligero crujido provino de alguna parte del cuerpo del hombre y ella se estremeció involuntariamente, algo normal en ella cada que escuchaba como una articulación de alguien tronaba. Dejando de lado aquello, Lu se permitió comérselo con los ojos, en especial a la manera tan deliciosa en que las costuras de la camisa de manga corta se apretaban en torno a a esos bíceps tan trabajados, anchos, varoniles. ¿Qué se sentiría ser tomada por ellos en la ducha como él había sugerido, ella quedándose como tonta observándolo con las mejillas coloradas y la respiración atorada en la garganta? Tuvo que despabilarla un ladrido en eco proveniente de la planta baja. Era Benny, el cachorro de golden retriever que su tía había adquirido hacía menos de dos semanas. Ludovica lo regañó en italiano por ingresar a la casa sin permiso, seguramente llevándoselo fuera, a su pequeño patio. De vuelta a la planta alta, en esa habitación, Lucianna tuvo una explícita imagen mental de ella y él bajo el chorro de agua en forma de cascada, manoseándose, de él enjabonándole los pechos y… —Eso no se pregunta, sólo llévame —respondió en automático, sin ganas de pensar nada.

LEVI

Levi dejó ver en su rostro una ancha sonrisa que apareció de la nada. La respuesta que De Fiore dio le agradó en sobremanera. Fue una grata sorpresa, porque definitivamente, no se lo esperaba. Decidido a actuar antes de que pudiera cambiar de idea, asintió lentamente de manera aprobatoria y satisfactoria, y con calma se dirigió hasta ella. Estiró su brazo izquierdo, pero en lugar de tocar a la mujer, tocó el borde de la puerta y la empezó a mover para cerrarla. —Más vale prevenir, no vaya a ser que la ama de llaves de pronto se asome y te encuentre siendo la esposa del año —agregó bromeando, y después puso el pestillo—. O peor aún, un perro nos interrumpa. Levi sintió que después de eso hubo más privacidad. Su total atención se enfocó por completo en Lucianna y sin previo aviso le tomó una de las manos con firmeza tirando de ella para que la mujer se le acercara. La soltó suavemente cuando la distancia entre ambos cuerpos quedó inexistente. Levi sintió el roce de sus pechos contra su torso, y sin esconder el deseo, su cabeza se inclinó hacia abajo dejando que su mirada se perdiera en el escote del vestido. Sus manos le acariciaron los costados de su cuerpo, empezando por la curva de su cintura, bajando por sus caderas, hasta llegar a sus muslos donde muy apenas las yemas de sus dedos rosaron. La mirada café de Levi subió lentamente, buscando los ojos azules de la mujer. —Para empezar, no necesitarás el vestido —anunció. Los dedos del hombre comenzaron a corrugar la tela que se acumuló en la palma de sus manos, y cuando tuvo suficiente vestido sujetado, lo levantó para ir desnudando el cuerpo femenino, haciendo que la prenda saliera por sobre su cabeza. El vestido cayó al suelo a espalda de Lucianna, y aún sabiendo que la mujer estaba solamente en ropa interior, para él, el inglés no se detuvo a admirarla: llevó su mano derecha hasta el cuello delgado y alargado de la joven, lo envolvió dejando de lado la brusquedad, e inclinó la cabeza sobre la de ella haciendo que sus labios se unieran. Leví la comenzó a besar con la necesidad cargada. Le atrapó el labio inferior entre los suyos, y con su mano libre rebuscó la curva de su cintura, descendiendo hasta su cadera, dirigiéndose hacia su culo. Al cabo de unos segundos su palma zurda tomó un glúteo de Lucia, y lo estrujó encajando los dedos en la suavidad de su carne, provocando que al mismo tiempo todo el cuerpo de ella se presionara contra él.

LUCIANNA

Al cerrarse la puerta detrás suyo, Lucia se percibió a sí misma como una presa frente a un depredador, con un poder de encantamiento innegable. Inmovil permaneció, observando por el rabillo del ojo hasta el momento que él retornó a su primera posición frente a ella. Silencio, mucho. El pecho de Lucia subía y bajaba rítmicamente. ¿Qué haría? ¿En verdad estaba encerrada con un perfecto desconocido? Es que eso era lo que la instaba a continuar: nunca había hecho algo parecido y justo cuando su vida había dado un vuelco, se sentía con la necesidad y el poder de experimentar lo que fuera… Por eso y más, no fue ilógico que no chistara cuando Levi la tomó de la mano, y tirando de ella hasta hacerla chocar contra él. Percibía la respiración del hombre contra su cara, su aroma a colonia y el de su propio aliento. ¿Qué vería él en ella, además de una evidente ingenuidad? Pasó saliva, erizandose su piel ante la inspección de esas manos en su cuerpo, como si quisiera conocerla y a la vez lo hiciera mientras le observaba el escote con descaro. ¿Qué número de mujer era ella en la vida de él, para que tuviera tanta soltura y cinismo? No quería pensar en eso, esto era nuevo para Lucia en muchas formas. Su corazón empezó a latir apresurado cuando vio la intención de éste de despojarla del vestido. —No me digas… —contestó con juguetón sarcasmo y un poco de nervios instantes antes que comenzara a subirle la tela poco a poco. Ella alzó los brazos una vez llegó a sus costados y sacudió la melena cuándo estuvo fuera de la prenda, quedándose en lencería a juego color blanco. Sus pezones y aureolas rosadas podían verse a través del delicado encaje del sujetador, así como su depilado monte de venus a través de las diminutas bragas. Esperando que se deleitase con la vista, se llevó una sorpresa cuando le besó con tanto ahínco que le sacó el aire. Tardó en reaccionar, pero una vez lo hizo, inclinó la cabeza al lado contrario, permitiendo que sus labios resbalasen contra los ajenos en sonoros chasquidos húmedos… Sus manos cobraron vida y se fueron directo a la hebilla del cinturón del tipo, haciéndolo tintinar con lo rápido que buscaba desabrocharlo, seguido del botón del jean una vez que lo consiguió, dejando hasta el final el zipper. No podía creer lo que estaba sucediendo, casi era como un sueño, una fantasía sexual. Cuando le tomó por uno de sus glúteos, ella pegó un respingo y sonrió contra la boca de Levi, rompiendo el beso no sin antes succionarle el labio inferior, dejándolo levemente hinchado. —Desde que llegaste no has hecho más que verme el culo… ¿Te gusta lo que tocas? —ronroneó, disfrutando de lo rico que se sentía que estuviera amasándole esa porción de piel.

LEVI

La erección de Levi comenzó a crecer bajo la tela del bóxer gris. Tenía el miembro tan apretado y acalorado (como el resto de su anatomía), que la acción de la italiana al aflojarle el pantalón le trajo un alivio exquisito. Él correspondió soltándole el cuello y posando ambas manos en su trasero completo, amasando la suavidad de su piel con las palmas. Ella sonrió, y él lo hizo de vuelta soltando una ronca carcajada debido al comentario final. —Me gusta lo que estoy tocando, definitivamente —aceptó. Sus manos se deslizaron de regreso a sus caderas, y en el camino los dedos índices del hombre estiraron el delgado elástico de tela de sus bragas. Al llegar al frente de su cuerpo, Levi agarró las manos de la mujer y las hizo apoyarse contra su abdomen marcado, bajo la tela de su camiseta negra. —Vamos, no tengas miedo de tocar —murmuró con un atisbo de diversión, con el rostro a escasos centímetros de distancia del contrario, y los ojos color avellana fijos en los colores mar—. Puedes disfrutarme en su totalidad —añadió juguetón, sonrió y envolvió sus manos en las muñecas de Lucianna guiando aquellos suaves dedos en ascenso por su torso. A los pocos segundos la dejó por su parte, y él tomó los extremos inferiores de la camiseta; levantó los brazos y se la sacó por la cabeza dejando a exposición su tronco desnudo, musculoso, y libre de vello. Los tatuajes de su brazo izquierdo fueron más claros también. —Diablos, mujer —exclamó una vez que se tomó el tiempo de admirar su casi desnudes—. Estás deslumbrante —admitió. Sus ojos la repasaron desde la cabeza, el cuello, sus senos que desde el interior de esa tela transparente parecían suplicarle por algo de atención, y siguió hasta sus caderas, su pelvis … y luego, de repente, la miró a los ojos fijamente, pero Levi tenía la mirada oscura, y el apetito sexual había incrementado con una gran velocidad. —Joder —susurró para sí mismo, y volvió a tomarla de los costados del cuello solamente para volver a besarla: un beso más intenso, apasionado, y hambriento. Su cuerpo, de casi dos metros, empezó a juntarse al de ella haciéndola caminar hacia atrás, en dirección al baño, y justo al atravesar el marco de la puerta, el hombre se detuvo, succionó el labio inferior de Lucianna, y se tomó un par de momentos para continuar en ese beso: su lengua pidió permiso para colarse en el interior de la boca femenina, y al conseguirlo acarició la lengua ajena. Se separó de ese beso poco a poco, pero sin dar tiempo a que ella dijera algo, la hizo darse media vuelta y la tomó de las caderas para mantener su cuerpo firme al él presionar su pelvis contra el trasero redondeado. Su erección, aún oculta, buscó acomodarse entre sus nalgas, y las manos de Levi ascendieron por la parte frontal de su cuerpo hasta llegar a sus pechos. Los acunó con sus manos, y los apretó con la fuerza suficiente para que estos se vieran todavía más voluptuosos. Los labios masculinos rozaron uno de los hombros de la italiana, y luego el roce fue sustituido por los vellos de su barba. Se dirigió hasta su cuello, aspiró el dulce aroma de su fragancia, y lentamente la comenzó a besar acercándose a la parte trasera de su oreja. Su mirada, sin embargo, se mantuvo baja, teniendo una clara visión de aquellos pechos en sus manos. Los volvió a apretar y cuando logró que uno de los pequeños pezones rosados se saliera de la tela, no tardó en hacer que dos de sus dedos lo pellizcaran con suavidad, estirándolo para que al soltarlo su teta diera un respingo.

LUCIANNA

Orgullosa, ronroneó de placer apenas él manifestó lo mucho lo que le gustaba estar tocando su trasero. Si bien ella no era el tipo de mujer que vistiese provocativa para presumir su cuerpo, le satisfacían sus buenos genes y las reacciones que provocaban en el sexo opuesto. —Sírvete, que hay de sobra —contestó en divertida arrogancia, obviamente uniéndose a su buen humor. Sus carnosos labios humedecidos y perlados por el previo beso se estiraron en una sonrisa. Ahora bien, sin vergüenza alguna, luego de su comentario sobre poder disfrutarlo, Lucianna dejó que él colara sus manos bajo la camiseta oscura, deleitándose con la suavidad de su piel así como la dureza de sus músculos. Sus yemas percibieron un marcado abdomen así como un trabajado pecho. Pff, relamiéndose la boca antes de morderse el labio, presionó allí, acariciándolo suavemente, queriendo arrancarle la ropa, en ningún momento rompiendo el enlace de sus miradas tan contrastasen, pero con una expresión en común: el deseo. Sin embargo, instantes después, Levi se le adelantó y ahora sí pudo verlo semidesnudo de la cintura para arriba, con el jean desabrochado, asomándose el elástico de su bóxers. Maldita sea, qué visión... Se imagino repasándolo con la lengua, acariciándole con los pezones allí conforme bajaba hasta su pelvis, liberándolo luego para llevarlo a su boca, dándole sexo oral. Se removió acalorada, sin darse cuenta que había deslizado sus manos de sus pectorales a su espalda alta, dejando las manos separadas, con las yemas firmes contra su carne. Ambos se estaban comiendo con los ojos, excitándose visualmente. No supo quién fue primero si él o ella, pero el punto es que chocaron entre sí, atrayéndose de nuevo en un violento como lascivo beso. Levi la cogía del cuello, ella lo empujaba hacia sí misma en la misma postura que antes. Labio a labio, ella los deslizaba apasionada, famélica. Su sabor era adictivo, su calor necesario. Entonces él comenzó a avanzar y ella, sin soltarse ni del beso ni de su cuerpo, caminó de espaldas hasta que chocó contra una puerta emparejada que se abrió. A posteriori, supo que estaba dentro el baño por el eco sonoro de sus respiraciones contra los azulejos blancos del baño y el aroma a desinfectante. El ósculo pausó un segundo y una mordida aconteció, fue dolorosamente deliciosa. Alejó sus palmas de la espalda masculina y las llevó a sus mejillas, con esa barba haciéndole cosquillas en las manos. Abrió los ojos para verlo, jadeante... ¡Pero es que él no daba ni permiso que ella pudiera pedir o decir algo, cosa que le encantaba! ¿Cuánto más podría soportar sin desfallecer por la lujuria contenida de esa lengua ahora colándose en su cavidad bucal? Explorándole a la vez que se unía en una danza erótica breve, pero intensa, tanto que las sensaciones viajaron hasta su entrepierna, empapándola más, ella gemía de placer. Lucianna estaba tan excitada que el clítoris le palpitaba, su sexo casi dolía por la necesidad de ser estimulado. De repente la soltó y la giró a su antojo, aferrándose a sus caderas para pegarla a su pelvis. Sentía esa erección aprisionada a través de la tela en medio de sus nalgas. Pasó saliva, entretanto estirando su brazo derecho para posicionar su diestra contra la cabeza de Levi mientras que su otra mano la había llevado ya a su sexo, empezando a acariciarlo por encima de la braga mojada. Era justo y necesario... Había una mezcla de emociones y sensaciones sucediendo en su fisonomía a la vez, una tras otra y por encima, una más intensa que la otra. Por un lado, él había acogido sus tetas y apretó tan fuerte —sin hacerle daño— que un pujido escapó entre sus labios henchidos de tanto beso, y por el otro, sentía su respiración contra su garganta, su barba raspándola, poniéndola a flor de piel. Era imposible no estremecerse ni removerse, mucho menos dejar escapar una risa embotada de placer por las cosquillas que él provocaba. Decidió mirar abajo y qué morbo atestiguar a su pecho derecho rebotar cuando salió de su sujetador, acto seguido notando cómo era retorcido hasta ponerse duro, más grande y sensible. Fue allí cuando coló sus dedos en medio de su coño empapado tras hacer a un lado su braga, deleitándose con la ricura de su toque, resbalando en medio de sus labios vaginales, casi pudiendo escucharse cómo se tocaba...

LEVI

Levi tenía el cuerpo de Lucianna a su merced, y ante ello se sentía completamente afortunado. Desde el momento en el que la vio, supo que existía una atracción física por ella. Se sintió tentado, y mentiría si dijera, alguna vez, que jamás se la imaginó desnuda en el aeropuerto. Lucianna era bella, y tenía una figura capaz de llamar la atención de cualquier hombre, incluido él en esa circunstancia. El olor de su perfume lo tenía embriagado; no podía dejar de besarle la piel delicada del cuello y de la parte trasera de su oreja. Sus manos volvieron a hacer de las suyas y le dieron un apretón más a sus grandes pechos, llevándose de encuentro entre los dedos al pezón erguido que se asomaba por sobre la tela de encaje, no obstante, su mano derecha descendió por su estómago hasta llegar a su vientre. El sonido húmedo de los dedos femeninos masturbándose le hicieron agua la boca. El antojo inmenso por probarla incrementó, pero se obligó a sí mismo a mostrar algo de paciencia, por mucho que eso le desesperara. —No te detengas —dijo contra su oído, con una voz rasposa y ronca, y un aliento caliente. La mano de Levi se posicionó lentamente encima de la mano de Lucía, e intercaló sus dedos largos y anchos entre los de ella. El calor, la tibieza y la humedad de los labios vaginales lo recibieron de la manera más cálida, y mostrando su agrado, presionó para hacer que los dedos medios de ambos lograran abrirse paso entre los pliegues de sus labios. —Quiero oírte gemir, Lucianna —volvió a decir contra su oreja, y rosó los dientes en el lóbulo de la misma. El inglés tenía el cuerpo caliente y la respiración pesada. Sus yemas se comenzaron a mover trazando círculos, y cuando fue él quien sintió el clítoris duro contra su dedo, lo movió más rápido, pero sin dejar que ella retirara la mano de ahí mismo. Su mano izquierda liberó el pezón del agarre, y fue a dar a la espalda de la muchacha para desabrochar el sujetador. La tela cayó hacia abajo, y el tirante se deslizó hasta quedar atorado en la muñeca de la mano que estaba ocupada junto a la de Levi. —Joder, Lucianna … —El sonido de su sexo ocupaba las cuatro paredes del baño, y hacían eco de la manera más exquisita. Fue una difícil decisión haber elegido retirar la mano del interior de las bragas de la castaña, y haber dado un paso atrás para romper todo tipo de contacto físico. —Entra en la ducha, abre la llave del agua fría —una pausa vino en ese momento, y el índice zurdo de Levi se alzó entre los dos—, tiene que ser el agua fría —reiteró con seriedad, y con una ceja enarcada—, y tienes que decirme, antes de que sea muy tarde, si te estás cuidando de alguna manera —cuestionó. En la espera, Levi la miró a los ojos con un deseo carnal excesivo, y comenzó a desvestirse por completo, transpirando una confianza en sí mismo que podía ser casi intimidante. Cuando su erección quedó liberada, su verga dura apuntó hacia ella, pero la mano de Levi la tomó del tronco y se empezó a masturbar con lentitud haciendo que apuntara hacia arriba.

LUCIANNA

«No te detengas» escuchó en su oreja, haciéndola suspirar en medio de una sonrisa por la lascivia que destilaba esa voz tintada de candor. Obediente ella hizo caso, excitándose con sus propios jugos mojando sus dedos largos y delgados. Separo un poco más las piernas para tener mayor entrada, queriendo probarse a sí misma de lo lubricada que se encontraba. —¿Te gusta que me toque? —jadeó en voz suave, con tintes de inocencia, al final interrumpiendo una risa por una caricia a su clítoris que ella hizo. La respuesta a su pregunta llegó tan pronto Levi, inesperadamente, se coló entre sus toqueteos, entrelazando sus dedos con los suyos. Ella contuvo la respiración, cerrando los ojos. Levi seguía estimulado su pezón también. No había vivido cosa igual... Mm, abría la boca obscenamente, dejando entrever su lengua... Y vaya que gimió cuando se lo pidió, dando un pequeño brinco cuando sus dientes repasaron su oreja. ¡Ay, por todos los benditos cielos...! Jamás en su vida pensó que estaría siendo la protagonista de tremenda escena con alguien que apenas conocía, que además era guapísimo. Esta era una nueva forma de experimentar su sexualidad... y atraída, se seguía entregando más y más. Los dedos de Levi estaban mojados de ella... Quería metérselos a la boca, que él deslizara los suyos en su vagina, cogiéndosela con la mano. —Sí, sí, tócame... —gimió ante el nuevo frenesí de las yemas de él contra su parado clítoris. Los muslos le temblaban allí de pie. Cerró más fuerte la mano que tenía detrás de la cabeza de él, jalándolo hacia ella, pero tuvo que dejarlo ir cuando le sintió moverse, luego deslizándose su sujetador hasta la muñeca de la mano que estaba masturbándola. Era demasiado... y eso que aún no habían comenzado. Lo que pasó después la dejó un tanto frustrada, pues había estado a casi nada de llegar al orgasmo de lo encendida que se encontraba, a la tal grado que todo su cuerpo estaba rosado, y una suave capa de transpiración se había formado ya donde Levi también había respirado. El sujetador cayó cuando alejó su mano de su coño y no tardó en sacarse las estorbosas bragas, quedando ya completamente desnuda ante él. A posteriori, se dio la media vuelta, jadeante. —¿Y por qué agua fría? ¿Eso no baja la fiebre? —inquirió un tanto extrañada, tratando de respirar más acompasada—, y no te preocupes, tomo la pastilla, así que... —encogió un hombro. Estuvo a punto de ir a la ducha como le había pedido para seguir con la situación aún sin obtener respuesta, pero en seguida atestiguó a Levi deshacerse del resto de sus prendas, liberando ese apetecible como imponente miembro apuntando hacia ella ella... Y bueno... Lucianna terminó de rodillas, con la punta de su verga a la altura de la barbilla a la vez que ella lo miraba a través de sus largas pestañas. Ese color de ojos azul inocente, para entonces era más oscuro. Él seguía sosteniéndola del tronco, así que ella abrió la boca, y estirando el cuello lo suficiente para poner sus labios carnosos a la altura justa del glande lleno de líquido preseminal, ella le dio una lamida seguida de otra. Finalmente se hizo un poco más al frente y acunó tan apetecible como redondeada porción de carne en medio de sus labios, chupándolo muy despacio, sin dejar de verlo desde su posición.

0 notes

onlywished · 3 years

Photo

working on coloring some ocs i never got around to doing to, so heres fiore de lys <3

(they/her)

Twisted from the mirror from Beauty & the Beast, Fiore is the egotistical yet often outshined no. 3 Magicam model

Unique Magic: “Reflection” - summons a reflective magic construct that can reflect weaker magic and acts like a shield until shattered by stronger magic

#twst oc #twst wonderland oc #twisted wonderland oc #twisted wonderland #twst #art #fiore de lys #theyre one of vesps cousins-

40 notes · View notes

egheneto · 4 years

Text

OPHELIA - JOHN EVERETT MILLAIS

John Everett Millais è stato uno dei principali esponenti del Preraffaellismo, un movimento artistico britannico del XIX. Il nome della scuola si vuol riferire all’arte prima di Raffaello Sanzio, accusato di aver "inquinato l'arte esaltando l'idealizzazione della natura e il sacrificio della realtà in nome della bellezza", permettendo così gli sviluppi dell’accademismo, arte accademica e ufficiale, falsa e vuota.

I Preraffaeliti tentano di unificare tra loro i concetti di vita, arte, e bellezza a favore di un’arte che miri al recupero del rapporto diretto con la natura e dell’estrinsecazione dei sentimenti secondo i dettami romantici. I temi di maggiore ispirazione sono colti in ambito biblico ma soprattutto letterario, dalle pagine della Divina Commedia o dalle opere di William Shakespeare.

Ophelia è un perfetto esempio di tutto ciò.

Ophelia è un dipinto olio su tela (76.2×111.8 cm) realizzato nel biennio 1851-1852 ed appartenente alla collezione della Tate Gallery di Londra.

La tela si ispira al personaggio di Ofelia, uno dei protagonisti femminili dell'Amleto di William Shakespeare.

Il momento raffigurato dal pittore è tratto dalla settima scena del IV atto della tragedia shakespeariana, in cui la regina Gertrude ricorda la morte della giovane Ofelia, impazzita a seguito dell’omicidio del padre avvenuto per mano dell’amato Amleto e successivamente annegata nel fiume mentre era impegnata a intrecciare ghirlande di fiori.

C’è un salice che cresce di sghembo sul ruscello e specchia le sue foglie canute nel fluido vetro. Con esse ella intrecciava ghirlande fantastiche di ortiche, di violacciocche, di margherite, e lunghe orchidee rosse a cui i pastori sboccati danno un nome più basso, ma le nostre fredde vergini chiamano dita di morto. Lì mentre s’arrampicava per appendere ai rami penduli i serti d’erba, un ramoscello maligno si spezzò, e giù i trofei verdi e lei stessa caddero nel ruscello querulo. Le vesti le si gonfiarono intorno, e come una sirena la sorressero un poco, che cantava brani di laudi antiche, come una che non sa quale rischio la tenga, o come una creatura nata e formata per quell’elemento. Ma non poté durare molto: le vesti pesanti ora dal bere trassero l’infelice dalle sue melodie a una morte fangosa.

Per il soggetto del suo dipinto, Milais decise di utilizzare come modella Elizabet Siddal, futura moglie dell’amico Dante Gabriel Rossetti, anch’egli esponente della scuola dei Preraffaelliti. Milais fece immergere la ragazza in una vasca da bagno riscaldata con delle candele. Prima di procedere con la realizzazione dell’opera, comunque, il pittore realizzò diversi studi preparatori, anche delle singole parti del corpo.

L’opera raffigura una bellissima Ofelia che, caduta nel ruscello, è distesa a fior d’acqua, abbandonandosi completamente alla corrente e a quella che sarà la sua morte, con le mani aperte e I fiori in una mano che vanno disperdendosi.

Nel dipinto, tutto l’interesse è riposto sull’elemento naturalistico: la vegetazione è ripresa dal vero ed ogni dettaglio è reso con impressionante rigore e precisione, a testimonianza di un rapporto profondo con la natura.

Tuttavia, si tratta di una fabbricazione apposita per la scena dipinta, poiché le specie floreali scelte dall’artista non fioriscono tutte nello stesso periodo dell’anno. Sono state scelte, infatti, per la loro valenza simbolica.

AGGIUNGI FOTO

I fiori bianchi, probabilmente ranuncoli, simboleggiano ingratitudine oppure superficialità.

Il ramo di salice piangente inclinato verso il capo di Ofelia rappresenta l'amore non ricambiato.

Le foglie di ortica che crescono a lato del salice simboleggiano il dolore, che l’ha condotta alla morte.

Le margherite che galleggiano vicino alla mano destra della figura esprimono la sua l'innocenza.

Le rose galleggianti vicino alla guancia di Ofelia sono simboli di gioventù, amore e bellezza.

La ghirlanda di violette che circonda il collo di Ofelia è un'allusione alla castità ed alla precoce morte della fanciulla.

L'olmaria (regina dei prati) sottolinea la futilità della morte della fanciulla.

I nontiscordardimé al margine del fiume esprimano la propria valenza simbolica nella loro stessa denominazione.

La viola galleggiante sulla veste di Ofelia simboleggia la riflessione.

L'adonide a lato della viola sottolinea il dolore che sta lacerando Ofelia, dolore espresso anche dalla presenza della fritillaria, tra il corpo ed il margine del fiume.

Infine, il papavero è il simbolo del sonno e della morte.

La raffigurazione del paesaggio comprende anche alcuni animali, tra I quali un pettirosso, che veglia silenziosamente sulla morte della ragazza, e persino un teschio, esplicito richiamo alla morte.

La malinconica follia di Ofelia è resa molto felicemente. Il volto della fanciulla non dà segno di paura o di rimpianto, ma mostra solo la stanchezza di una pazzia lacerante. Ofelia è pronta a lasciarsi andare, a diventare parte dell’acqua su cui si è posata e della natura che la circonda e l’accoglie.

I colori coinvolgono prevalentemente le diverse tonalità di verdi e marroni, andando a creare un’atmosfera sommessa e fiabesca. Comunque, brillano in modo vivace e lucido, permettendo ai più piccoli dettagli di emergere sullo sfondo e rendendo la scena armonica.

-----

Il personaggio di Ophelia ha ispirato qualsiasi genere di opera, dai quadri, alle canzoni e ai film, per il suo carattere tragico di fanciulla casta e pura, vittima delle circostanze e del fato.

John William Waterhouse, anch’egli appartenente alla scuola dei Preraffaelliti, realizza nel 1894 un bellissimo dipinto, che raffigura la giovane seduta su un tronco sulla riva di un fiume, con fiori sul grembo e tra i capelli che la fondono con la verde natura circostante.

Ancora prima, nel 1844, Eugène Delacroix realizza un’opera dal titolo “Death of Ophelia”, che trasforma la figura di Ofelia in quella di una donna simbolo del romanticismo, con la sua sessualità innocente ed interrotta.

Prima nel 1852, e una seconda versione nel 1863, anche Arthur Hughes realizza la propria versione della fanciulla e ne cattura la dolcezza e la delicatezza, non solo nei colori ma anche nella morbidezza delle linee.

Nel 1870 Arthur Rimbaud dedica alla figura di Ophelia una poesia

Sull'acqua calma e nera, dove dormono le stelle, come un gran giglio ondeggia la bianca Ofelia, ondeggia lentamente, stesa fra i lunghi veli… – Dalle selve lontane s'odono grida di caccia.

Son più di mille anni che la triste Ofelia passa, bianco fantasma, sul lungo fiume nero. Son più di mille anni che la sua dolce follia mormora una romanza alla brezza della sera.

Il vento bacia i suoi seni e dischiude a corolla i grandi veli cullati mollemente dalle acque; i salici frusciando piangono sulla sua spalla, sull'ampia fronte sognante si chinano le canne.

Le ninfee sfiorate le sospirano intorno; ella risveglia a volte, nel sonno di un ontano, un nido da cui sfugge un piccolo fremer d'ali: – un canto misterioso scende dagli astri d'oro.

O pallida Ofelia, bella come la neve! Tu moristi fanciulla, da un fiume rapita! – I venti che precipitano dai monti di Norvegia ti avevano parlato dell'aspra libertà;

e un soffio, sconvolgendo le tue folte chiome, all'animo sognante portava strani fruscii; il tuo cuore ascoltava il canto della Natura nei gemiti delle fronde, nei sospiri delle notti;

l'urlo dei mari in furia, come un immenso rantolo, spezzava il tuo seno acerbo, troppo dolce ed umano; ed un mattin d'aprile, un bel cavaliere pallido, un povero folle, si sedette muto ai tuoi ginocchi!

Cielo! Amore! Libertà! Qual sogno, mia povera folle! Tu ti scioglievi a lui come la neve al sole: le tue grandi visioni ti strozzavan la parola – e l'Infinito tremendo smarrì il tuo sguardo azzurro!

III

– Ed il poeta dice che ai raggi delle stelle vieni a cercar, di notte, i fiori che cogliesti; e d'aver visto sull'acqua, distesa fra i lunghi veli, la bianca Ofelia ondeggiare come un gran giglio.

Sur l'onde calme et noire où dorment les étoiles La blanche Ophélie flotte comme un grand lys, Flotte très lentement, couchée en ses longs voiles… – On entend dans les bois lointains des hallalis.

Voici plus de mille ans2 que la triste Ophélie Passe, fantôme blanc, sur le long fleuve noir. Voici plus de mille ans que sa douce folie Murmure sa romance à la brise du soir.

Le vent baise ses seins et déploie en corolle Ses grands voiles bercés mollement par les eaux; Les saules frissonnants pleurent sur son épaule, Sur son grand front rêveur s'inclinent les roseaux.

Les nénuphars froissés soupirent autour d'elle; Elle éveille parfois; dans un aune qui dort, Quelque nid, d'où s'échappe un petit frisson d'aile: – Un chant mystérieux tombe des astres d'or.

Ô pâle Ophélie! belle comme la neige! Oui, tu mourus, enfant, par un fleuve emporté! – C'est que les vents tombant des grands monts de Norwège T'avaient parlé tout bas de l'âpre liberté;

C'est qu'un souffle, tordant ta grande chevelure, À ton esprit rêveur portait d'étranges bruits; Que ton cœur écoutait le chant de la Nature Dans les plaintes de l'arbre et les soupirs des nuits;

C'est que la voix des mers folles, immense râle, Brisait ton sein d'enfant, trop humain et trop doux; C'est qu'un matin d'avril, un beau cavalier pâle, Un pauvre fou, s'assit muet à tes genoux!

Ciel! Amour! Liberté! Quel rêve, ô pauvre Folle! Tu te fondais à lui comme une neige au feu: Tes grandes visions étranglaient ta parole – Et l'Infini terrible effara ton œil bleu!

III

– Et le Poète dit qu'aux rayons des étoiles Tu viens chercher, la nuit, les fleurs que tu cueillis; Et qu'il a vu sur l'eau, couchée en ses longs voiles, La blanche Ophélie flotter, comme un grand lys.

In ambito cinematografico, Lars Von Trier cita più volte Ofelia nel film Melancholia, del 2011. Kristen Dunst, nella scena iniziale, si lascia trasportare malinconica dalla corrente di un fiume, tra le mani dei fiori, le vesti zuppe dell’acqua che la accoglie. La stessa bocca socchiusa, lo stesso sguardo privo di paura.

→ QUADRI E FILM

3 notes · View notes

lucentaire · 5 years

Text

somewhere during all this running, fighting, meeting up with others to fall back into some kind of formation, she had lost her glasses. it had probably happened earlier, but it was not until she wanted to take them off to clean them in a quiet moment that she noticed. huh. it did not matter anyway. she was no longer ten and struggling to control her eye magic; these days, she mostly wore glasses out of habit and because it seemed to keep others . . . calm. and it was not like she minded that they all thought that a bit of wire and glass was sufficient to de-fang her.

and maybe she should stay away from others and see if she could pick off some stragglers as she checked up on the --- general situation. stretching her arms, she conjured her wings and almost idly pushed herself up into the air, quickly gaining altitude and a better overview over the city.

in the distance, she saw a familiar blur of dark colours --- bixlow. so he was fine. she sighed, relief briefly taking some of the weight off her shoulders, before she reminded herself that this war was still costing this country and its mages too much. she had heard whispers, had heard names she knew, perhaps not personally but from the papers, and if the hushed mutterings were true, not all of fiore's mages would see the next day.

if she had ever been any good at lying to herself, she would say that she did not know how to feel about it, but the truth was that she knew exactly what she was feeling: anger. this had been their guild's goddamn war the moment makarov had decided not to tell anyone, not even the council, what sort of threat was lurking on the other side of the sea. to hear that blue pegasus was mourning their dead made her grit her teeth and swallow down bile, and not just because master bob had opened his doors to their team after makarov had decided that his secret mission was more important than the well-being of his guild.

the raijinshuu had been lucky --- blue pegasus had taken them in and there had been jobs aplenty for them because they --- and especially laxus --- had long made a name for themselves. no one might know all details, but the mystique around their team had never been an obstacle, quite the opposite. but others? mages who were no dragon slayers or titanias or special in some other way? she had talked with some of the others and more than one had mentioned financial struggles in the last year.

makarov liked to call himself a father to his guild, but she could do without a father who recklessly endangered the livelihood of his children because he valued some guild secret higher than the safety of the entire country.

she was still seething as she balanced on a chimney, dark eyes lingering on the streets below. it was time to get to work, to find someone she could fight and stop before this situation escalated even further. the others could have the glory of fighting the dragon, of fighting the spriggan twelve --- there were enough other foes for her to take care of. this war was not about glory or some other nonsense, this was about mitigating the consequences of some very bad decision.

and --- evergreen knew about bad decisions. in retrospective, there had been some very bad decisions regarding the battle of fairy tail, but that she had made mistakes then did not mean that she had somehow forfeited the right to point out the absolute madness of . . . this.

‘‘ target found: carena harlowe. ’’

she turned her head, dark eyes meeting blue and before the smirk had reached the corners of her mouth, the other mage was stone, her face still silently screaming words she had not been able to say. oh shit. this was not elegant or noble, to straight up petrify a foe, but her stone eyes had never been intended for heroic use. it was something she used to quickly gain an upper hand and this was a war and she would not mess around and give every foe a fair fight. fair fights in a war were heroic nonsense, anyway. so perhaps, she was not exactly hero material. she was no figure of valour that could be propped up as inspiration for the tired and weary.

but even so, she did not care. they could build statues of scarlet, put her on literal pedestal the same way they had put her on metaphorical ones, and she would not care as long as this war would not take the people she loved away from her. and at the same time, she would do whatever it took to make her way back to them. she had promised them that she would be fine, and she had every intention to keep her promise.

even if this meant that more mages would have to crumble to dust. war was hell.

for only a few seconds, she let herself sigh in relief when she saw fresh runes written over stone --- freed was fine, probably using the current state of widespread confusion to refresh some of the runes and to take care of those who had already been trapped. for only a moment, she felt relief. then, the world around her was torn to pieces and the blow to her chest caught her entirely off guard and sent her flying into what had probably been a church. before the war, at least.

the graceless impact broke at least two of her ribs and almost, she would have wasted precious time on a scream. instead, she bit her lip until it was bloody as she unfolded her wings and --- in a manoeuvre that demanded more luck than skill --- got out of the next blow's range. up in the skies, she let out the breath she had sucked in when pain had shot through her side and brushed aside hair --- matted by sweat and blood --- that was falling into her eyes. this, she deduced, was a mage who was stronger than the cannon fodder she had petrified with a single look. and it was someone who was prepared if the lacrima-infused glasses were anything to go by.

this would be a difficult challenge, and unlike some, she was not seeking the battlefield for worthy opponents. unlike some, she had not forgotten that this was a fight for survival, not for personal glory.

still --- unbidden, a laugh forced its way past her lips and she shook her head. a mess, this was a mess. her ribs were hurting and she was . . . glad that she could still move her arms, but she was laughing. because unexpectedly, there was an upside to this, to having been separated from everyone else. she could not count on anyone's support, there would be no one coming to her rescue. all she had were her own skills, was the magic she had worked on for years. she did not need anyone to rush to her rescue, she would be all right without anyone holding her hand.

dust was only settling slowly around her and breathing hurt as she waited for a good moment to strike. for a second, she had the time to miss the fan she had lost somewhere in town, missed the way it could briefly hide what spell she had cast --- the fight ahead would not be easy, and it was such a shame that she could not use all her usual tools. somewhere in the back of her head, she could almost hear freed mocking her thoughts as excuses. she scoffed. it was intolerable enough when he actually did it, it was even worse when she imagined it.

like she had expected, this fight was much harder. there was no moment of surprise for her to grasp and turn into the moment that changed the character of the clash, but she was holding her own. barely. she was not outmatched, per se, but she was at a disadvantage --- she was only learning about her foe's magic as the fight went on, but he had come prepared. she was not gaining any ground and this, she decided, demanded more drastic decisions. whatever alvarez knew about her, they could only know what was, in some way, public knowledge, but there was still more she could do.

in her palm, the air hissed as --- with a blinding flash of light --- a chain appeared.

for a moment, it flickered, but she willed it to be strong enough, forced her magic to last a little longer. she was getting tired. she had not had to petrify this many people in a single day since that one disaster of a mission all those years ago, but --- she would last a little longer. she had to last longer, or else all the people she had petrified and not turned to dust would be free. and she would not do alvarez the favour of releasing the troops who had walked into the traps freed and her had placed all over town. everyone was growing weary, but the people who were pretty little statues elsewhere would not be tired at all.

the pacing of the fight changed immediately and now, it was her who dictated it. instead of having to dodge every rock he sent her way, she was not on the offensive, slashing through the stone and finally, finally pressuring her opponent to move backwards. she liked this much better, especially when there was finally the opening she had waited for. casting a somewhat clumsy right-handed burst of explosive glitter, she lunged the second after the ensuing dust cloud had become dense enough to conceal her movement.

she did not miss her target and finally her physical strength was useful for more than just heightened endurance as the chain slung itself around the other, pressing his arms to his body. with an almost impatient yank, she sent him flying into the next wall but, admirably, he forced himself back to his feet. not that it still mattered, but if he wanted to save face, that was fine by her.

‘‘ this isn't in my reports, ’’ the other mage wheezed as she tightened the chains around him. almost, she would have grinned, but all she mustered was an echo of a smile that was nearly comprised of pity. of course this had never been in any reports. their entire team was keeping their aces to themselves, all torn between hope that they would never have to reach this deep into their chest of tricks and frustration because no one would ever know what they were capable of, truly capable of, unless they were pushed too far.

she liked to think that in a world where her guild master had not made one bad decision after the other, she would not have had to reach this deep into her box of tricks, that she could have spent today sitting in a little café, sipping tea while she watched bixlow get up to all kinds of mischief. but --- she did not live in this better world where cities were not being laid to waste.

every fibre of her body ached as she approached the man, but she did not let it show as she kept her shoulders squared and the slightly sardonic smile on her lips bright. ‘‘ never trust a report you haven't verified yourself, ’’ she said sagely. another yank and he was on the ground again, looking up to her as she took off his glasses. ‘‘ good night. ’’

her eyes burnt in protest --- she was overusing her stone eyes but she could not stop now. for a moment, she allowed herself a moment of respite --- she let her eyes close and leaned against a wall, her hands clinging to her knees, as she focused on her breathing and waited until in her ears, her blood was no longer pounding. then, she pushed herself to stand straight and to head back towards the fights that were still happening in the city.

she was almost out of magic, but that did not matter. the war was not yet over and she was not done yet.

#i. —— ( she didn't lose herself in the light but found herself amidst the fireflies / drabble )#ii. —— ( there's a time and a place to die‚ but this isn't it / war arc )

1 note · View note

reseau-actu · 5 years

Link

Un demi-millénaire après sa mort en France, au château du Clos-Lucé, Léonard de Vinci, génie universel qui fut à la fois artiste, ingénieur et humaniste, incarne presque à lui seul la période foisonnante de la Renaissance. Lacunaire et énigmatique, sa vie demeure une légende.

Evoquer Léonard de Vinci (1452-1519), c'est d'abord exprimer son affliction: sur les dizaines de peintures et de fresques qu'il a réalisées, une quinzaine seulement sont parvenues jusqu'à nous. Certaines ont disparu, d'autres ont été détruites, beaucoup sont restées inachevées ou incomplètes. Mondialement connu pour La Joconde, La Cène ou sa figuration de L'Homme de Vitruve, le maître fut aussi un inventeur prolifique, un ingénieur et un architecte de génie. Un esprit de la Renaissance par excellence, à la fois poète, musicien de talent, naturaliste, sculpteur, humaniste et scientifique.

Ses carnets, comme le célèbre Codex Atlanticus, remplis de dessins, de diagrammes, de descriptions scientifiques, techniques et anatomiques, enrichies de réflexions sur les sujets les plus variés, laissent entrevoir un corpus si foisonnant qu'il semble sans limites. Aucun sujet ne l'arrêtait ou ne le rebutait et il passait aisément d'une étude anatomique à un projet de fête grandiose organisée pour l'un ou l'autre de ses (nombreux) protecteurs.

Comme Michel-Ange, Léonard préfère les lumières du grand monde et les cours des puissants aux bas-fonds et à l'anonymat des ateliers où s'étiolerait son appétit féroce de création et d'innovation

Tour à tour au service de Ludovic Sforza, le duc de Milan, des Vénitiens, du prince César Borgia, de Julien de Médicis et enfin du roi de France François Ier, il conçoit, réalise et imagine les machines les plus diverses, depuis le scaphandre de plongée jusqu'à l'ancêtre des orgues de Staline en passant par l'escalier à double révolution très probablement construit sur ses plans au château de Chambord. Comme son contemporain Michel-Ange (1475-1564), Léonard préfère les lumières du grand monde et les cours des puissants aux bas-fonds et à l'anonymat des ateliers où s'étiolerait peut-être son appétit féroce de création et d'innovation.

Tout ou presque interroge et intrigue, à commencer par sa naissance illégitime et sa vie privée, toujours mystérieuse - il n'a eu aucune descendance et plusieurs auteurs posent la question de son homosexualité. Mais aussi son goût pour la dissimulation et le secret, illustré notamment par l'utilisation de l'écriture spéculaire dans ses carnets rédigés en toscan et écrits de la main gauche. Une technique graphique inversée, «en miroir», qui rend illisibles ses manuscrits à tous ceux qui en ignorent la clé.

Pendant ses premières années, son oncle Francesco et son grand-père Antonio da Vinci ont sans doute joué un rôle primordial dans sa formation, en l'éveillant aux choses de la nature et en encourageant ses extraordinaires capacités d'observation et de mémoire. Pourtant, il ne reçoit qu'une éducation assez sommaire. Doué en arithmétique, il n'étudie ni le grec ni le latin, qu'il apprendra seul et beaucoup plus tard. Et, lorsqu'il rejoint Florence, vers 1462, où son père vient d'obtenir une charge notariale, le jeune Léonard est loin de posséder le savoir nécessaire pour espérer franchir un jour les portes de l'université.

Curieux de tout et insatiable

Entré comme apprenti chez le peintre et sculpteur Andrea del Verrocchio, l'un des plus célèbres artistes de la ville, il assimile très vite les techniques de l'art pictural et du dessin, tout en se familiarisant avec la chimie, l'élaboration des couleurs, la métallurgie et la fonderie du bronze, la gravure et la sculpture. Curieux de tout, insatiable, on lui attribue alors l'invention d'un système de grue qui aurait contribué à faciliter l'installation de la grande sphère dorée installée au sommet de la coupole du Duomo, la cathédrale Santa Maria del Fiore, de Florence.

Dans l'atelier, où défilent d'autres artistes comme Sandro Botticelli, Le Pérugin ou Domenico Ghirlandaio, des mathématiciens, des philosophes et tout ce que Florence compte de lettrés, Léonard écoute et s'imprègne. C'est sa forme de tête et sa plus grande force. Mais c'est aussi une malédiction. Car son imagination est si féconde qu'il se contente parfois d'esquisser les choses et de passer d'un projet à l'autre sans le réaliser. Peu à peu, Verrocchio le laisse terminer quelques tableaux dont Le Baptême du Christ dans lequel il aurait peint un des anges.

La première œuvre qui peut lui être attribuée avec certitude date de 1473

En 1472, à l'âge de 20 ans, il est enregistré dans le «Livre rouge» de la guilde de saint Luc de Florence, où s'inscrivent les artistes peintres de la ville. La première œuvre qui peut lui être attribuée avec certitude, un dessin fait à la plume et à l'encre représentant un paysage de Santa Maria della Neve, date de 1473. Dans le sillage de Verrocchio jusqu'en 1476, Leonard de Vinci ne cesse de perfectionner son trait et pousse dès lors, selon Matthews Landrus, spécialiste de l'histoire de l'art italien et chercheur à l'université d'Oxford *, «la technique du sfumato, cette impression de brume qui baigne ses œuvres, à un point de raffinement jamais atteint avant lui».

C'est de cette époque que datent La Madone à l'œillet et L'Annonciation, un tableau de l'atelier de Verrocchio, mais attribué à Léonard de Vinci, exposé aujourd'hui à la galerie des Offices de Florence. Vers l'âge de 26 ans, il quitte son maître et poursuit seul sa carrière. En 1481, le monastère de San Donato lui commande la fresque de L'Adoration des mages, mais il ne la termine pas, comme s'il ne voulait pas gâcher l'image parfaite qu'il avait en tête. Seul demeure aujourd'hui un dessin monochrome qui témoigne de l'extraordinaire complexité de cette œuvre mort-née.

La liste de ses machines donne le tournis

A la fin de l'année 1482, il est à Milan au service de Ludovic Sforza. Peintre admiré, il veut être désormais reconnu comme ingénieur et urbaniste. Dans la longue lettre qu'il adresse à l'homme fort de Milan, il évoque son projet de construction d'un gigantesque cheval de bronze destinée à «la gloire immortelle […] de l'illustre maison des Sforza» et lui fait part de son expertise dans les arts de la guerre et des armes. La liste de ses «machines» donne le tournis.

Pêle-mêle, Léonard propose au «More» des plans de ponts transportables, «des méthodes qui permettent de détruire n'importe quelle forteresse ou place forte», divers canons révolutionnaires, des chars d'assaut, «véhicules couverts, sûrs et imprenables, capables de pénétrer au milieu de l'infanterie et de son artillerie», des engins de travaux et de terrassement dignes de ceux utilisés de nos jours par les troupes du génie et des machines de siège à système toute plus complexes les unes que les autres… Flatté, Sforza, qui a besoin de renforcer son arsenal militaire pour assurer sa suprématie dans le contexte des incessants conflits avec les autres cités-Etats de la péninsule, se laisse convaincre et Léonard de Vinci finit par être porté sur la liste des ingénieurs milanais.

Pourtant, à cette époque, le Florentin n'a encore rien inventé de révolutionnaire et s'est probablement inspiré des traités publiés à l'époque, comme celui de Roberto Valturio, l'ingénieur militaire du prince Sigismond Malatesta, seigneur de Rimini, le De re militari de 1472. Un livre au succès populaire, qui rassemble une large part des connaissances techniques du XVIe siècle.

Mais, comme au temps de son apprentissage dans l'atelier de Verrocchio, Léonard se gorge littéralement de savoir et, tout en continuant à peindre des œuvres de commande et à noircir des centaines de pages, finit par acquérir la plupart des notions d'ingénierie qui lui faisaient défaut à son arrivée à Milan. En quelques mois, il devient un véritable expert en artillerie et, appuyé cette fois sur des bases solides, donne libre court à son imagination. Au point que son projet d'arbalète géante, dont il dessine des dizaines de versions, est aujourd'hui encore un modèle d'étude d'ingénierie, tant en termes d'échelle et de proportions qu'en mécanique et en calcul de résistance des matériaux.

Du char d'assaut au sous-marin

Jusqu'à la fin de sa vie, Léonard de Vinci invente et perfectionne sans cesse de nouveaux procédés techniques. Il améliore et développe des horloges, des métiers à tisser et d'autres procédés industriels, des grues et de nombreux autres outils, au point de se détourner peu à peu de la peinture. Il repense l'urbanisme de son temps et propose des plans de cités idéales, tout en s'intéressant à l'aménagement hydraulique et au génie civil. Même si, parmi les nombreux appareils qu'il dessine, certains existent déjà à son époque, l'histoire a fait de lui le précurseur de nombreuses machines modernes comme le bateau à roues à aubes, l'hélicoptère, le véhicule à chenilles, la machine à tisser, les scies hydrauliques, le sous-marin ou le char d'assaut blindé, le parachute, le sous-marin et peut-être même la bicyclette…

Curieusement, même s'il en esquisse un prototype, il ne s'intéresse pas vraiment à l'imprimerie qui commence pourtant à révolutionner la diffusion des connaissances depuis l'apparition du premier livre européen imprimé avec des caractères mobiles, en 1451, par Gutenberg: la grammaire latine de Donatus. En 1505, il étudie plutôt le vol des oiseaux et rédige le codex de Turin dans lequel il note ses observations et expériences à la manière d'un graphomane.

Puis, il se remet à peindre sous la pression, sommé de finir La Vierge aux rochers et sa fresque inachevée de La Bataille d'Anghiarisur le mur est de la salle du Grand Conseil du Palazzo Vecchio de Florence. L'original de son incroyable automate en forme de lion, capable de marcher et dont le flanc s'ouvrait pour révéler des lys, a été perdu. Mais un double, conçu au château du Clos-Lucé en 2009, montre le haut niveau de connaissance en mécanique qu'il avait atteint.

Cependant, plus il avance, plus il bute sur la difficile question de la «force motrice» susceptible de faire se mouvoir ses créations. Soumis aux bras des hommes, au vent, à l'eau, à l'énergie solaire, à la force d'inertie et au contrepoids, Léonard enrage et pousse encore plus loin sa réflexion et son goût pour la science pure.

Un lien mystérieux avec La Joconde

Lorsqu'il s'installe en 1516 au manoir du Cloux, comme se nommait alors le château du Clos-Lucé, à l'invitation de son nouveau protecteur, François Ier, Léonard de Vinci a 64 ans. La légende veut qu'il ait traversé les Alpes à dos de mulet, serrant dans ses bagages trois de ses toiles majeures: Saint Jean Baptiste, La Vierge, l'Enfant Jésus et sainte Anne et La Joconde, qu'il ne cesse de reprendre et dont il refuse obstinément de se séparer. En dépit d'une abondante littérature, le lien intime qui l'a uni à cette œuvre est resté l'une des plus grandes énigmes de sa vie. Installé à quelques pas du château d'Amboise, la demeure du roi de France, le «premier peintre, premier ingénieur et premier architecte du roi» est la coqueluche de la cour qui s'émerveille de ses projets et s'amuse pendant les réceptions et les fêtes somptueuses qu'il met en scène.

Mais un nouveau projet l'obsède. Il veut bâtir un gigantesque palais à Romorantin, à la fois cité idéale de la Renaissance et nouvelle capitale du royaume. Le chantier implique de relier la Sauldre au Cher et de creuser des canaux? Qu'à cela ne tienne, François Ier est convaincu et les travaux préliminaires commencent. Mais tout s'arrête en 1519. Malade depuis des mois, Léonard de Vinci meurt le 2 mai à l'âge de 67 ans. La tradition raconte qu'il s'est éteint dans les bras mêmes du roi qui, éperdu de chagrin, fera bâtir Chambord en utilisant une partie des plans de Romorantin.

Selon les historiens, sur les dizaines de milliers de documents laissés par Léonard de Vinci, les deux tiers ont probablement disparu ou ont été perdus, vendus, éparpillés, cédés, égarés

A sa mort, son élève préféré, Francesco Melzi, dépositaire de son testament, reçoit l'ensemble de ses manuscrits, carnets et documents. A lui de faire publier son œuvre. Melzi poursuit le travail commencé avec son maître et rassemble par thèmes les feuillets. Mais son fils Orazio, qui en hérite à son tour en 1570, les vend et les disperse. Selon les historiens, sur les dizaines de milliers de documents laissés par Léonard de Vinci, les deux tiers ont probablement disparu ou ont été perdus, vendus, éparpillés, cédés, égarés…

Tout comme sa tombe supposée dans la collégiale Saint-Florentin d'Amboise, détruite avec d'autres bâtiments entre 1806 et 1810 par le propriétaire du château, Roger Ducos, ancien conventionnel devenu dignitaire sous le premier Empire, qui n'avait pas les moyens de l'entretenir. Une sépulture introuvable qui ajoute encore une atmosphère de légende à la vie mystérieuse d'un des plus grands hommes de la Renaissance.

* Léonard de Vinci, de Matthews Landrus, Gründ, 160 p., 24,95 €.

Chronologie

- 15 avril 1452: naissance dans le petit village d'Anchiano, en Toscane. Léonard est le fils illégitime de Ser Piero da Vinci, notaire descendant d'une riche famille florentine et d'une paysanne Caterina di Meo Lippi.

- 1462-1473: après ses débuts comme apprenti dans l'atelier du peintre Andrea del Verrocchio, l'un des plus célèbres artistes de son époque et protégé de Laurent de Médicis, il réalise, entre 1472 et 1473, son premier grand tableau: L'Annonciation.

- 1481: première commande majeure connue pour réaliser un retable de L'Adoration des mages, destiné à l'église de San Donato, à Scopeto.

- Entre 1481 et 1483: il arrive à Milan et se met au service de Ludovic Sforza comme peintre, ingénieur militaire, architecte, urbaniste, décorateur de théâtre et ordonnateur de fêtes.

- 1493-1495: réalisation de La Cène destinée à orner le réfectoire de l'église Santa Maria delle Grazie, à Milan.

- Février 1499: après la chute de Ludovic Sforza, chassé par les troupes de Louis XII, roi de France, il quitte Milan pour Mantoue puis s'installe à Venise.

- 1502: il est appelé par le prince César Borgia, duc de Valentinois et fils du pape Alexandre VI, avec le titre de «capitaine et ingénieur général».

- 1503: Léonard de Vinci commence La Joconde et travaille sans cesse à sa finition jusqu'en 1515.

- 1505: il écrit le «Codex sur le vol des oiseaux», dans lequel il imagine notamment des machines volantes.

- Septembre 1513: Léonard de Vinci part à Rome et travaille pour Julien de Médicis. Il écrit sur son «Traité de la peinture», réalise des études anatomiques et lance des projets de plus en plus en avance sur son temps.

- 1516: à l'invitation de François Ier, il quitte l'Italie pour Ambroise, où il devient «premier peintre, premier ingénieur et premier architecte du roi».

- 2 mai 1519: il meurt au château du Clos-Lucé à l'âge de 67 ans.

#léonard de vinci #la joconde #clos-lucé #actualité #culture

3 notes · View notes

le-fils-de-lhomme · 2 years

Text

I was looking at the appeals court decision and it appears the nurse repeatedly kept lying about De Veloz's gender and kept it up when told the opposite information by police.

0 notes

satyrykal · 6 years

Text

Sugar, Spice, and All Things Ice 6 and 7

Hi guys,

This is super late since Gratsulu Week 218 is over, but I was in exams and really wanted to finish! These are the sixth and seventh entries I wrote for Gratsulu Week 2018! This is a collection of interconnected one-shots in an alternate canon-verse, which is now COMPLETE.

Story excerpt below!

Cheers,

Satyrykal - 5/23/2018

6 – Family – Gratsulu Week 2018 Prompt “Pregnancy/Family”

Rated T.

Light streamed in from the windows, the blinds casting an alternating pattern of sun and shade before hitting the whitewashed walls. Natsu lightly held the oak banister as he made his way up the staircase. He had just come from meeting with Lisanna. They'd spent the morning lazing around the guildhall, devouring their weight in curry as they caught up… or at least he had, the youngest Strauss showed more restraint with her portion size.

His childhood friend had recently returned from a month-long expedition with Elfman and the Raijinshū, though it had been even longer than that since he'd seen her last. His own missions with his team took them to every corner of Fiore, and occasionally the surrounding nations as well. He loved spending time with his partners, he missed Lucy and Gray when they went off on their own, but it was also nice to do things as individuals every now and then.

He perked up a bit as he turned the corner, pulling his hands from his pockets to jog up the landing to the next flight of stairs. Happy might be back from his mission with Charle and Wendy by now. Something he was wont to do more often these days. Still, he couldn't help the curve of his lips as he broke out into a grin – he missed the smallest blue member of their little family.

He snickered quietly to himself as he considered the stories he wanted to tell Happy, sure that the exceed would appreciate his antics in a way that no one else could. He snorted to himself when he remembered the ire of townspeople on their last job.

What? It wasn't as if it couldn't be fixed. One tiny garden fire and leveling half of one unoccupied building was hardly cause for panic. Gray had rolled his eyes, Lucy had just sighed, but Happy… he knew Happy would laugh right along with him.

His little buddy had a sense of humor.

His thoughts dispelled as his steps slowed to a halt halfway up the steps to their floor. His fingers clenched around the rail as his eyebrows furrowed. Breathing deeply, he could pick up the scent of salt water lingering in the air.

Was someone crying?

His frown because more pronounced.

He inhaled. Winter pine and night jasmine filling his senses as he shifted his weight, canting his head to one side. Both his partners were home… did they get into a fight?

He knew they all loved each other, but they weren't perfect. If his suspicions were correct, it wouldn't be the first time one of them had quarreled with another. He ran his tongue across the sharp edge of his teeth, hesitant to enter their apartment. He'd be willing to hear them both out, but Natsu also knew taking sides was dangerous – especially if he didn't understand the context of the argument.

Unlike what some assumed when they'd all started dating, the three of them did not suddenly become a homogeneous unit. They retained their individualities. His relationship with Lucy did not mirror the one he shared with Gray – even if the reflection showed he loved them equally. Neither handled conflict in quite the same way, so speaking up in an dispute he wasn't a part of could potentially hurt one of them if he wasn't careful with his words…

…and Mavis only knew: words weren't his strong suite.

Natsu let out a long suffering sigh. A heavy tension in his step, he marched over to their unit and pushed open the door, padding into the living room on silent feet.

Click to read the complete chapter on Fan Fiction ^.^

7 – Aurora – Gratsulu Week 2018 Prompt “Fantasy”

Rated T.

A rocking chair sat in the corner of the room. There was an oak dresser pushed against the wall on the opposite side of the crib. A chest of toys, put away for the night, rested beneath a bay window, framed by snowy lace curtains. It was a small space, quaint with light cream walls – exactly what you'd expect of a baby's bedroom.

Well, almost.

The pièce-de-résistance was the midnight expanse painted across the ceiling. Hundreds of stars dotted the heavens, strings of constellations hanging above the nursery in brilliant gold flecks. Lucy beamed as she glanced up at it, her eyes tracing along the familiar shapes of the zodiacs.

It had been commissioned shortly after she'd had the baby, when it became apparent that their daughter was going to take after her mother. Her boys had come up with the idea together, taking it to Reedus in secret while their new town-home on the outskirts of Magnolia was being renovated. That has been a surprise too, when they'd dragged her to it instead of their canal apartment when she came home from the hospital.

Lucy's grip on the bundle in her arms tightened reflexively as she peered down at the small frame of her thirteen-month-old, cooing softly as she sat cross legged on the ground.

The little girl's pale, periwinkle night frock was hiked up to her chubby thighs, one sock dangling on her foot, while the other was lying abandoned on the cotton rug below them. A pudgy fist was jammed at her mouth as she sucked her thumb, a habit Lucy and Gray had tried to break her of. Natsu, finding it utterly adorable, had reversed all their hard work by encouraging her to do it more.

Lucy sighed at that. When she got older, their daughter would have both her fathers wrapped around her pinkies. Not that she could blame them, the toddler was like her very own fairy doll – all bright hazel eyes, and curls of fine platinum blonde hair. Though admittedly, she had been sleep-deprived for most of the past year, and had to deal with the trials and tribulations of diaper duty, teething, and crying fits for no discernible reason...but it had been manageable. Easy even, in comparison to the nightmare stories she'd heard from Levy about her twins.

She assumed it had to do with numbers. While Gajeel and the blunette had to juggle two rambunctious boys, she had the great fortune of sharing parenting duties with both her partners. Their daughter was as mild-mannered as Lucy had been at that age, though month by month, it became apparent that she had inherited a mischievous streak from her fathers. She credited that more to nurture than nature.

Speaking of which, she sincerely hoped that Gray and Natsu hadn't destroyed the kitchen in the time she'd left them alone. She'd prepped dinner earlier, but the boys had promised to clean up and put away the dishes. They had been placed under the strict supervision of Happy to not flood the sink because it doesn't matter if he started it Gray, you do not need to freeze the pipes!

She would rather be on bedtime duty anyway, enjoying the nightly routine she'd developed with her daughter when it was her turn to put the baby to sleep. After Lucy had published her first trilogy of novels, The Adventures of Iris, she'd begun dabbling with other genres. When she'd found out she was pregnant, she'd turned her attention to children's books and fairy tales. Nowadays, her daughter had become the unofficial sounding board as she read snippets of her drafts.

*Special thanks to MorriganFae for beta-ing this story!*

Click to read the complete chapter on Fan Fiction ^.^

Chapter 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

@gratsuluweek

6 notes · View notes

fuckyesbranco · 7 years

Video

youtube

Phoenix - J-Boy

Welcome back, Phoenix!!!!

Album:

Ti Amo, out June 9th.

01 J-Boy 02 Ti Amo 03 Tuttifrutti 04 Fior Di Latte 05 Lovelife 06 Goodbye Soleil 07 Fleur De Lys 08 Role Model 09 Via Veneto 10 Telefono

Tour:

05-12 Miami, FL - Fillmore * 05-13 Orlando, FL - House of Blues * 05-14 Atlanta, GA - Shaky Knees Festival 05-15 Nashville, TN - Ryman Auditorium * 06-02 Philadelphia, PA - The Fillmore ^ 06-03 New York, NY - Governor's Ball 06-04 Toronto, Ontario - Field Trip 06-05 Chicago, IL - Aragon Ballroom ^ 06-07 Morrison, CO - Red Rocks ^# 06-10 San Francisco, CA - Live 105 06-11 San Diego, CA - 91x Valley View Casino Center 06-13 Phoenix, AZ - Marquee Theater ^ 06-14 Las Vegas, NV @ Brooklyn Bowl ^! 06-15 Los Angeles, CA - Hollywood Bowl ^ 06-21-25 Pilton, Somerset - Glastonbury Festival 06-29 Vilanova I la Geltrú, Spain - Vida Festival 06-30 Coulau, France - Garorock Festival 07-01 Montreux, Switzerland - Montreux Jazz Fest 07-06 Lisbon, Portugal - NOS Alive 07-07 Bilbao, Spain - Bilbao BBK Live 07-08 Hérouville-Saint-Clair, France - Festival Beauregard 07-09 Belfort, France - Les Eurockeenes 07-12-16 Dour, Belgium - Dour Festival 07-13 Aix-Les-Bains, France - Festival Musilac 07-14 Carhaix-Plouguer, France - Festival les Vieilles Charrues 07-16 Berlin, Germany - Melt! Festival 07-20-22 Wiesen, Austria - Out of the Woods Festival 07-22 Rome, Italy - Rock in Roma 08-06 Bandol, France - Lunallena Festival 08-11-12 Bali, Indonesia - Sunny Side Up 08-11-13 Jakarta, Indonesia - We the Fest 08-12-13 Kuala Lumpur, Malaysia - Good Vibes Fest 08-15 Manila, Philippines - Areneta Coliseum 08-17 Bangkok, Thailand - Moon Star Studio 08-18-20 Osaka, Japan - Summer Sonic Festival 08-18-20 Tokyo, Japan - Summer Sonic Festival 09-01 Stockholm, Sweden - Popaganda Festival 09-02 Laois, Ireland - Electric Picnic 09-24 Munich, Germany - Tonhalle 09-25 Cologne, Germany - Palladium 09-26 Hamburg, Germany - Grosse Freiheit 09-28 Luxembourg, Luxembourg - Rockhalle 09-29 Paris, France - AccorHotels Arena 09-30 London, England - Alexandra Palace

* with Whitney ^ with The Lemon Twigs ! with Mac DeMarco # with Miike Snow

#phoenix #music #tour #miike snow #mac demarco #the lemon twigs #whitney #live music #live

80 notes · View notes

desctumusica-blog · 7 years

Photo

Peticion 2/5

Phoenix - Ti amo (Album) Tracklist: 1.- J-Boy 2.- Ti amo 3.- Tuttifrutti 4.- Fior Di Latte 5.- Lovelife 6.- Goodbye Soleil 7.- Fleur De Lys 8.- Role Model 9.- Via Veneto 10.- Telefono

3 notes · View notes

camwallen · 7 years

Photo

TI AMO - PHOENIX 1. J - Boy 10/10 2. Ti Amo 9/10 3. Tuttu Frutti 8/10 4. Fior Di Latte 10/10 5. Lovelife 9/10 6. Goodbye Soleil 10/10 7. Fleur De Lys 9/10 8.Role Model 10/10 9. Via Veneto 10/10 10. Telefono 7/10 OVERALL PERCENTAGE 92%

#Ti AMo #Phoenix #Alternative #Pop #Album #Review #Album Review

1 note · View note

onlywished · 3 years

Text

i don't know when my tablets gonna let me Do Things again so have some twst ocs ive been making lately until then

who's based on what under the cut

Chelsey's (she/her) based on a background character from wander over yonder who was kind of emperor awesome's groupie?? in twst she's now just a wolf girl who finds fuckboys like lulutwstocs's aaron to take advantage of their money

Golshan (they/him) is the enchanted rose from beauty and the beast - their unique magic lets them heal people but they found out too late that it requires them to sacrifice their own health in turn. now they have a very fragile immune system they gotta always look out for

Fiore (they/she) is also from beauty and the beast as the enchanted mirror! lowkey theyre more based on a dream i had about the mirror where the mirror was also someone cursed who was incredibly vain and had to learn to see other peoples beauty instead of only their own. plot time ig

Lock, Shock, and Barrel are for the Sanduleak dorm even tho they're based on the nightmare before christmas characters. They all go by those nicknames because they just like having a matching theme-

#twst oc #chesley miles #fiore de lys #golshan blumenthal #art #shock oc #lock oc #barrel oc

14 notes · View notes

thejockass · 7 years

Text

GET TO KNOW THE CHARACTER:

LAYER ONE: THE OUTSIDE

Name: myles dillion fitzgerald.

Eye Color: blue/green

Hair Style/Color: freshman/sophomore year it was shaggy, junior/senior year its short and gelled up. brown.

Height: 5′11

Clothing Style: freshman/sophomore he was very skater, junior/senior he was able to blend in with the rest of the rich kids. always with a varsity jacket or his beat up leather one.

Best Physical Feature: his eyes.

LAYER TWO: THE INSIDE

Fears: his mother bailing. both a fear and a wish.

Bad Habits: monica de fiore, drugs, lying, stealing.

Ambition for the Future: his music. he wants to be a professional dj or open up his own nightclub. he’s been mixing his own music since 7th grade.

Biggest regret: no ragrets. he regrets being a backstabber. he has a conscious, he just doesn’t listen to it.

First Thoughts Waking Up: “fuck, i overslept again.”

What They Think About the Most: music and sex.

What They Think About Before Bed: how fucked up life is.

What They Think Their Best Worse Quality Is: myles would make a very good leader if he took charge but he always falls back. he could change the whole game if he had a little more confidence in himself.

Single or Group Dates: group. myles likes to be around a ton of people. when he’s alone things get dark inside his head. thats usually when he makes most of his music. which is fun for him but he’d rather be getting trashed with mon and q. thoughts are dangerous.

To be Loved or Respected: loved. he wants people to respect his music but love his person.

Beauty or Brains: beauty. brains doesn’t open up the vip lounge or get a hand down your boxers.

Dogs or Cats: dog. myles has a dog (tramp) that he found and saved.

Lie: haha, have you not met him?

Have scars/birthmarks: a scar on his eyebrow from a fight & knee from skateboarding.

Believe in Yourself: yes. he believes he’s going to make it with his music if he doesn’t die first.

Believe in Love: yes. he’s been in love twice. that’s not to say that both girls were aware.

Want Someone: younger myles wanted monica, older myles is happily married to vera.

Been on Stage: yes. for his music.

Done Drugs: who wants to know? yes. pills, coke, weed.

Changed Who You Were to Fit In: not really. he traded up his shaggy skater-look for a preppier/ frat boy-look, but it wasn’t manipulated or forced, he just grew up.

Favorite Color: black. yes, its a fucking color. the color black.

Favorite Music: house music; edm.

Favorite Animal: fox. they’re sneaky and sly.

Favorite Drink: mountain dew (soda) vodka (alcohol)

Favorite Food: diner food. hamburgers, fries & shakes.

Favorite Place: train.

Favorite Sport: basketball.

Favorite Season: summer.

Favorite Holiday: none. myles can’t remember a good holiday. probably once... it was thanksgiving and myles broke into school with monica and raided the lunchroom and got high. so...bc of that memory; thanksgiving.

Day Your Next Birthday Will Be: march 29th. / he’s a aries

Age You Lost Your Virginity: 14 to monica @hotbutwild

Does Age Matter: no. just dont be gross about it.

Best Personality: someone who’s fun. carefree & a little wild.

Best Eye Color: he doesn’t care. any eye color can be beautiful.

Best Hair Color: again, he doesn’t care.

Best thing to do With a Partner: go on a spontaneous adventure.

I love: (younger) music, drugs, sex, running away. (older) music, family, business, still runs away (mexico)

I hate: his sister, dad (for reasons they’re not around)

I feel: (younger) anxious, lust, arousal, joy, depression. (older) stress, love, anger.

I hide: the truth, the past.

I miss: (older) the days of hustling, he’s lost some of his muse and its because he doesn’t live the same adventurous life anymore.

I wish: (older) though he loves vera and jake, he does sometimes wish he could go back and save monica. everything she became, everything that went down between her and quinn, could potentially be his fault. he should have told her how he felt.

QUESTIONNAIRE FOR THE MUSE:

What do you look like? (Include body type, frame, hair, eyes, skin, age, and distinguishing features):5′11′, athletic, tan, hand-brushed hair, green eyes, stubble.

How do you dress most of the time?: (younger) skater/frat. (older) suit.

How do you “dress up”?: suit and tie.

How do you “dress down”?: (younger) tee, sweats, beanie. (older) tee, jeans.

What do you wear when you go to sleep?: (younger) naked or boxers. (older) pajama pants.

Do you wear any jewelry?: (younger) he wore (every day) a necklace that monica gave to him. he still has it, but its stored away.

In your opinion, what is your best feature?: voice. he used to sing to monica and play the guitar when they were stoned. now he plays the piano and sings to vera.

How many siblings do you have?: 1 older sister. who he’s not close to.

What is your father like?: his father was a financial planner who managed the accounts and investments of many Lakewood residents; he was extremely unreliable, immature and cowardly (e.g. stealing his client's money, borrowing money from dangerous men and failing to pay them back). he then skipped town and nobody has seen him since. myles was 12.

What is your mother like?: hardworking but impatient. she has no time to teach her son. whatever he learned up to 12 was what he had to work with. after her husband bailed, she had to get a job; two jobs, waitress at the grindhouse cafe and a room attendant at the crescent palms motel.

Where do you live? Describe it: Is it messy, neat, avant-garde, sparse, etc.?: a once beautiful home has been run into the ground, now barely hanging on by a thread. everything has been downgraded and the fitzgeralds live without many means. anything of worth had been sold.

Are you emotional, depressed, ect?: he keeps a lot inside. depressed? maybe. does he let it show? not really. the drugs help with that.

Would you consider yourself straight, gay, bi, or something else? Why?: straight. he’s never had an interest in other guys.

How ticklish are you? Where are you ticklish?: there are certain touches that will bring a ticklish grin to the boy’s lips. feet, thighs, balls, sides, neck.

What do you do when you are bored?: get stoned, fuck, listen to music.

What do you envy most?: nothing. if he wants something, he finds a way to get it.

#about #hotbutwild #for mentions

1 note · View note

double-croche1 · 7 years

Photo

[NEWS] Phoenix a annoncé son nouvel album ’Ti Amo’ pour le 9 juin !

Le morceau d'ouverture J-Boy a été dévoilé pour l'occasion : http://bit.ly/2oNgyvJ

La tracklist : 1. J-Boy 2. Ti Amo 3. Tuttifrutti 4. Fior Di Latte 5. Lovelife 6. Goodbye Soleil 7. Fleur De Lys 8. Role Model 9. Via Veneto 10. Telefono

L'album a été écrit, enregistré et mixé à la Gaîté Lyrique à Paris.

Le groupe se produira le 29 septembre à l’AccorHotels Arena.

A&B

0 notes

pangeanews · 4 years

Text

“Nello sgomento d’aver visto d’improvviso spalancarsi l’abisso”. Robert de Montesquiou, il maestro di Proust. Dialogo con Massimo Carloni

Fare di sé stesso un ‘personaggio’ non richiede una analisi interiore ma una strategia militare. La ‘società’, infatti, è la trasposizione, a palazzo, a festa, della guerra: semmai la ferocia, dove conta l’estro retorico, è più aspra, perché manca il cameratismo e il ‘bel gesto’, le alleanze sono ciniche, i tradimenti si consumano a freddo, con gelida goduria, la rabbia imbellettata – e in divisa: al posto della blusa da ussaro, l’eleganza del frac – non ammette prigionieri. Della ‘società’ parigina al bivio dei due secoli, il XIX e il XX – che a me pare, per spregiudicata brutalità e etica claustrofobica quella della corte giapponese dell’anno Mille, narrata con preveggenza proustiana da Murasaki Shikibu – Robert de Montesquiou fu il re, lo scriba, il boia. Eternato da Huysmans nel romanzo epocale À Rebours, icona mondana, idolo della moda, fotografato, sfottuto dai vignettisti, ammirato dagli artisti – leggendario il ritratto di Giovanni Boldini, dove pare un condor in doppiopetto –, James Abbott McNeill Whistler, nel quadro del 1891, carpisce di lui l’indole inquieta: il dandy crudele, il poeta poligrafo, il bulimico collezionista, il raffinato esperto d’arte, si sporge, serio, inappagato, da un quadro quasi totalmente oscuro, dove il cupo buio del fondo divora giacca, pantaloni, capelli. Finirà, come è ovvio, questo protagonista di un tempo perduto, martoriato, nella tenebra dei ricordi, in una screziata solitudine, cieco a tacere. Con Marcel Proust, piuttosto, conosciuto nel 1893, il rapporto fu d’elezione: il genio della “Recherche” vide in lui un modello, un maestro, il gemello capovolto. “Robert de Montesquiou avrebbe desiderato la gloria letteraria di Proust, e Proust avrebbe forse voluto, perlomeno durante gli anni della sua giovinezza, rappresentare il personaggio favoloso che fu Robert de Montesquieu”, scrive Élisabeth de Clermont-Tonnerre, in uno dei materiali pubblicati in appendice al carteggio tra Proust e de Montesquiou, pubblicato da Aragno come Il profumo imperituro del tempo. Lettere e scritti (1893-1921), autentica impresa editoriale (oltre 800 pagine che sono un inabissamento in quel ‘ritmo’ storico). Riguardo al carteggio, faccio parlare il curatore, Massimo Carloni, non alieno a imprese simili (sempre per Aragno ha curato il carteggio tra Charles Baudelaire e Charles-Augustin de Sainte-Beuve e le lettere che legano Proust a Paul Morand e alla principessa Souzo; per Adelphi, insieme a Horia Corneliu Cicortas, ha curato il carteggio tra Emil Cioran e Mircea Eliade). Per capire la maestria di Robert de Montesquiou – il ruolo da ispiratore –, invece, basta leggere Proust, in un articolo del 1905. Il “professore di bellezza” si ferma, si “inarca nel momento di pronunciare una parola… come nello sgomento d’aver visto d’improvviso spalancarsi l’abisso del passato schiudersi sotto quella parole, di cui solo l’abitudine ci dissimula le profondità, nella vertigine di avervi scorto la sua grazia nativa, pendente là come un fiore sul bordo d’un precipizio”. Qui, piuttosto, si scorge l’artico di una poetica. Robert de Montesquiou svelava, di una parola, l’abisso, e a quello – non al rude significato – dedicava la sua venerazione. La bellezza sosta sul precipizio, l’uomo è la creatura che cade. (d.b.)

Come s’incontrano Proust e Robert de Montesquiou e che importanza ha il “professore di bellezza” nella visione estetica, letteraria di Proust?

I due si conoscono nella primavera del 1893 a una soirée della pittrice Madeleine Lemaire, che nella sua casa-atelier raduna artisti, gente del bel mondo e regnanti di mezza Europa. In quell’occasione l’attrice Julia Bartet recita poesie di José de Hérédia e alcuni versi di Robert de Montesquiou, tratti dalla sua prima raccolta, Les chauve-souris [I pipistrelli]. Sedici anni separano Proust, poco più che ventenne, da Robert de Montesquiou, il conte di nobile lignaggio nelle cui vene scorre sangue merovingio. L’immagine di quell’incontro si fissa indelebile nella loro memoria. A tanti anni di distanza Marcel rimane ancora per Robert «il nostro giovanotto», mentre agli occhi eternamente fanciulleschi e deferenti di Proust, Montesquiou appare sempre una «persona adulta», «siderale». Avido di duchesse e di arte, Marcel trova in un sol colpo il «sesamo» che apre le porte del palazzo Guermantes e il mentore in grado di iniziarlo ai segreti delle Muse. Docile e ossequioso cortigiano del capriccioso conte Robert, Proust è tra i pochi a scorgere dietro l’odiosa maschera di decadente raffinato romanzata da Huysmans, al dandy elegante ed eccentrico che ispira schiere di pittori, un incomparabile «professore di bellezza», una miniera inesauribile di erudizione e salacità, ostentata nella sua pirotecnica conversazione e nella sua copiosa produzione letteraria. Guida estetica infallibile, nessuno come Montesquiou è in grado di discernere la bellezza con un occhio più sicuro e incantato. Al pari di Ruskin possiede in sommo grado due facoltà: vedere e sapere, che unite fanno di lui un magistrale «interprete d’arte», «le souverain des choses transitoires» come ama definirsi, la cui magniloquente conversazione suscita per contagio negli ascoltatori la brama di conoscere gli artisti da lui prediletti, sconosciuti ai più o dimenticati. Proust reputa riduttiva la definizione che il conte da di sé stesso e lo innalza incoronandolo «sovrano delle cose eterne». Principe dell’aggettivo inopinato, dell’immagine stupefacente, Montesquiou sa che solo l’arte può cogliere e salvare in una forma eterna il fluire inesorabile e malinconico del tempo, trasporre e comunicare la singolarità invisibile della vita interiore. Ammaliato dal personaggio, Proust sente istintivamente la stessa cosa, e aggioga il suo carro alla stella del conte per farsi traghettare nel paesaggio sognante del tempo ritrovato. Concordo con lo storico dell’arte Bernard Berenson, quando asserisce che Montesquiou non è solo uno dei «modelli» di Proust per Charlus, come sbrigativamente si sostiene, ma è il maestro che ne ha fecondato il genio che partorirà l’intera Recherche.

Una fotografia di Robert de Montesquiou inviata a Proust con il verso: “Je suis le souverain de choses transitoires”

Scelga dal magma epistolare una lettera, uno scambio che definisca, al di là della laccata convenienza, la natura del rapporto umano tra i due.

Il 1905 è stato per Montesquiou e Proust l’anno dei lutti inconsolabili. Nell’arco di pochi mesi entrambi perdono le persone più amate nella loro vita. Rispettivamente, Gabriel Yturri, segretario personale, amico fraterno e amante di Robert, e Jeanne Weil, madre di Marcel. Dall’epistolario si riproducono qui la lettera di Proust che risponde alle condoglianze del conte e la toccante, ispirata poesia che Montesquiou dedica all’amico.

A Robert de Montesquiou, poco dopo il 28 settembre 1905

Caro signore, Non so come potrò mai ringraziarvi di tante gentilezze. Quando sarò, non dico meno infelice giacché non lo sarò mai, ma meno gravemente malato di adesso, appena potrò parlare e alzarmi, verrò da voi. La vostra pietà verso il mio sconforto è una interpretazione nuova e magnifica del Car la feuille de lys est tournée au-dehors. Ed è in questi momenti che voi siete «più splendido di Salomone in tutta la sua gloria». Giacché «l’ordine della carità è al di sopra di tutti gli altri». La mia vita oramai ha perduto il suo unico scopo, la sua unica dolcezza, il suo unico amore, la sua unica consolazione. Ho perduto colei la cui incessante premura mi portava, in forma di quiete e tenerezza, l’unico miele della mia vita che ancora assaporo a tratti con orrore, in quel silenzio che ella sapeva far regnare così profondamente per tutto il giorno accanto al mio sonno, e che, grazie all’abitudine dei domestici da lei istruiti, sopravvive ancora per inerzia alla sua cessata attività. Sono stato abbeverato da tutti i dolori, l’ho perduta, l’ho vista soffrire, credo che abbia saputo che stava per lasciarmi, senza potermi fare quelle raccomandazioni che per lei, forse, era angosciante tacere; ho la sensazione di essere stato, per via della mia pessima salute, il dispiacere e la preoccupazione della sua vita. La stessa eccessiva smania di rivederla mi impedisce, quando penso a lei, di percepire quel che accade sotto i miei occhi, salvo da un paio di giorni due immagini particolarmente dolorose della sua malattia. Non riesco più a dormire e se per caso mi assopisco il sonno, più prodigo di dolore della mia coscienza desta, mi opprime con pensieri atroci che, perlomeno, quando sono sveglio la ragione cerca di dosare, e di contrastare quando diventano insopportabili. Una sola cosa mi è stata risparmiata. Il tormento di morire prima di lei e di sentire l’orrore che un tale evento le avrebbe procurato. Ma lasciarmi per l’eternità, sapendomi così incapace di lottare nella vita, dev’essere stato per lei un supplizio davvero grande. Deve aver compreso la saggezza dei genitori che prima di morire uccidono i loro bambini. Come diceva la suora che la curava, per lei avevo sempre quattro anni. Perdonatemi caro signore, Esiodo ha detto che gli infelici sono chiacchieroni e ben disposti a parlare delle loro pene. Ma tra tutti i dolori s’instaura una specie di fraternità. «Così il povero è fratello di Gesù Cristo». Non dimenticherò mai la vostra dolcezza, la vostra bontà, la vostra magnanima pietà. Il vostro profondamente grato, Marcel Proust.

Da Robert de Montesquiou, Les Paroles diaprées: cent dédicaces [Le parole iridescenti: cento dediche]

Per la copia di Marcel Proust

Nos deuils sont amis et frères: Vous pleurez Celle qui, longtemps, Éloigna les destins contraires De vos pas et de vos instants;

Moi, je pleure une âme profonde Mise, un jour, sur mes noirs sentiers Pour m’aider à porter un monde Sous l’assaut des inimitiés.

Mélangez vos larmes aux nôtres; Que j’ignore, en mes soirs chagrins, Si les pleurs sont miens, ou sont vôtres, Dont nos yeux furent les écrins.

[Amici e fratelli sono i nostri lutti: Voi piangete Colei che, per tanto tempo, Allontanò i destini contrari Dai vostri passi e dai vostri istanti;

Io, piango un’anima profonda Apparsa, un giorno, sui miei cupi sentieri Per aiutarmi a portare un mondo Sotto l’assalto delle inimicizie.

Mescolate le vostre lacrime alle nostre; Che possa ignorare, nelle mie tristi sere, Se i pianti sono miei oppure vostri, Di cui i nostri occhi furono gli scrigni]

Ritratto di Robert de Montesquiou del 1891 secondo James Abbott McNeill Whistler

Emil Cioran giudica le lettere di Proust “esasperanti fino all’impossibile, insopportabilmente complimentose, scritte da un mondano che voleva a tutti i costi occultare la propria vita”; al contrario, rilegge i due ultimi tomi della ‘Recherche’ “con un’avidità quasi convulsiva”. Come se vi fosse una distanza decisiva tra il Proust uomo ‘di società’ e lo scrittore. Ritiene che sia così? In che forma il rapporto con de Montesquiou entra nell’opera di Proust?

Riguardo al primo punto, rilevo una certa incoerenza nell’affermazione di Cioran, che va innanzitutto contestualizzata. Se non ricordo male, poco prima di quel passo, Cioran afferma: «Cercate la verità su un autore nella sua corrispondenza piuttosto che nella sua opera. L’opera è perlopiù una maschera, ecc.». Ora, Proust, nella sua critica al metodo di Sainte-Beuve, dice esattamente l’opposto: l’opera è il prodotto di un altro io, rispetto a quello che si manifesta nelle nostre abitudini, in società, nei nostri vizi, ecc. È un io più profondo e per comprenderlo sarebbe del tutto inutile cercarlo nella corrispondenza, nei documenti, nelle testimonianze dei contemporanei, è dentro noi stessi che dobbiamo ritrovarlo. Quindi, in un certo senso, Proust ribalterebbe l’affermazione di Cioran: «Cercate la verità su un autore nella sua opera piuttosto che nella sua corrispondenza. La corrispondenza è perlopiù una maschera…». Ma in fondo, non è quello che fa Cioran quando sostiene di aver letto e riletto Le Temps retrouvé, giudicandolo «quanto è stato scritto di più acuto e di più sconvolgente sull’ignominia di invecchiare», e di aver rigettato annoiato la corrispondenza del suo autore? Proust si complimenterebbe con lui: «ha fatto benissimo!». La «verità» sull’uomo Marcel Proust riveste solo un interesse aneddotico, biografico-letterario, mentre le «verità» che emergono dalla Recherche riguardano tutti e sono eterne, ognuno le può ritrovare dentro di sé. Proust sostiene che un abisso separa lo scrittore dall’uomo di mondo che esce in società, e così deve essere, è nella natura delle cose. Questo discorso, tra l’altro, rimanda alla concezione proustiana dei molteplici io che convivono in una stessa persona, e che si manifestano in diversi momenti nel tempo, in contesti e luoghi differenti.

Venendo al secondo punto, il rapporto con Montesquiou agisce a più livelli nell’opera di Proust. Il ruolo più evidente, ma meno interessante, è quello di modello che presta alcuni tratti al barone di Charlus. Un altro, più rilevante, è quello di maestro che con la sua pirotecnica conversazione, le sue intuizioni, il suo inesauribile bagaglio di aneddoti, la sua acutissima e complessa capacità percettiva, unita a una straordinaria erudizione, adorna l’intera Recherche. Per fare un solo esempio, Elisabeth de Clermont-Tonnerre, nel suo bellissimo libro di ricordi su Proust e Montesquiou, di cui ho tradotto il capitolo conclusivo nell’edizione Aragno, sostiene che senza la frequentazione del conte Proust non avrebbe mai potuto far morire Bergotte davanti al famoso lembo di muro giallo dipinto da Vermeer. Non dimentichiamo peraltro che Edmond de Goncourt asseriva che solo un individuo nato, nutrito e cresciuto nel faubourg Saint-Germain, com’era Montesquiou, avrebbe potuto scrivere un’opera che svelasse gli arcani di quel mondo nobiliare agonizzante. In un certo senso quindi, Proust ne ha raccolto il testimone, ricostruendo il côté de Guermantes e realizzando nella Recherche ciò che il conte non è riuscito a compiere.

L’ultimo ruolo, in contrasto con il secondo, è quello di cattivo esempio da non seguire. È risaputo che Proust imputava ai suoi maestri Ruskin e Montesquiou il «peccato d’idolatria», che è uno degli ostacoli al risveglio spirituale e al concepimento dell’opera. Benché sostenesse che tale infermità, nel caso di Montesquiou, riguardasse più il conversatore e l’esteta mondano che non lo scrittore e il poeta, nondimeno nella Recherche l’idolatria colpisce due célibataires de l’art: Swann e lo stesso barone di Charlus. Il processo di graduale emancipazione dal culto dell’immagine, dall’evanescente miraggio evocato dai nomi di paesi e di persone e il conseguente ripiegamento sulla risonanza interiore, intima, unica, che ogni impressione vissuta evoca nel Narratore, costituisce il percorso iniziatico che attraversa l’intera Recherche fino all’Adorazione perpetua che conclude il romanzo. Non è recandoci a Illiers-Combray che saremo più vicini allo spirito proustiano, ma riscoprendo l’Illiers-Combray dell’infanzia, che giace negli abissi della nostra memoria.

“Il più raffinato dei sensitivi”, “uno dei pochissimi poeti-pensatori del XIX secolo��, “prima di tutto un intellettuale”: così, sommariamente, Proust definisce l’opera di Montesquiou. Ecco. Mi dica di quest’opera, fino a che punto è invecchiata, se ha senso, valore, recuperarla e rileggerla, e di quell’uomo, curioso e a tratti inafferrabile.

Il giudizio ditirambico di Proust può apparire eccessivo a chi ha in mente la figura leggendaria di Montesquiou, fatuo principe dei decadenti, ispirata alla sua persona e amplificata dalle contraffazioni romanzesche e caricaturali di J. K. Huysmans, Jean Lorrain, Edmond Rostand e dagli stessi biografi proustiani, George Painter in primis. Tuttavia, pochi si sono presi la briga di esplorare la sua caleidoscopica opera letteraria, che comprende tra l’altro numerose raccolte poetiche, illuminanti scritti d’arte, pungenti note di costume, due romanzi e tre volumi di memorie. Proust riconosce in Montesquiou un epigono dello stile classico, secondo una linea di discendenza letteraria che va da Corneille e Racine, si ricongiunge a Baudelaire e d’Aurevilly, per terminare con la scrittura artistica di Edmond de Goncourt. Oltre che poeta prolifico, sicuramente troppo a mio parere, è stato anche un raffinato «interprete d’arte», un instancabile collezionista di reliquie mondane e artistiche, un geniale arredatore di stravaganti dimore, un inflessibile arbitro del gusto e dell’eleganza, l’incarnazione del dandy tratteggiato da d’Aurevilly e Baudelaire, insomma è stato l’astro più sfavillante della scena parigina tra i due secoli. Ecco, questo secondo aspetto della sua personalità, il voler assurgere a una sorta di capolavoro vivente sulla spinta d’un narcisismo esasperato, ha senz’altro offuscato la sua produzione letteraria. Di questa, la parte poetica, che comprende circa una decina d’imponenti raccolte, è indubbiamente la più consistente, ma anche la più datata e pletorica. Occorre subito precisare che, come ebbe a dire una volta Mallarmé, Montesquiou vive, respira, pensa esclusivamente in versi, e non può fare altrimenti, e questo fin dalla più tenera età. Ora, il problema è che in lui agisce una sorta di «Musa meccanica», spesso manierata e barocca, eredità del nonno a quanto pare, che porta a una proliferazione incontrollata dei versi, che l’autore ha l’ardire e la sfrontatezza di pubblicare interamente senza filtri. Ciò comporta che le poesie veramente pregiate – Montesquiou le paragona a dei bibelots d’art – e destinate a durare, siano sommerse e soffocate da una marea di chincaglieria. Bisognerebbe avere il coraggio e la pazienza di sfrondare il superfluo dalle sue copiose raccolte per conservarne l’eccellente, il raro e il bello, come suggeriva madame Clermont-Tonnerre. Ogni tanto qualche pepita riaffiora. Per esempio, il verso su Luigi XVI tratto dalle Perles rouges spiega tutta la Rivoluzione: Maladroit sur le trone et sous le baldaquin… Sì perché Montesquiou possedeva anche un irresistibile côté epigrammatico e satirico, che gli provocò nel corso della vita innumerevoli ostilità. In proposito una volta Proust gli scrisse: «Voi vi innalzate al di sopra dell’inimicizia, come il gabbiano sulla tempesta, e soffrireste d’esser privato di tale pressione ascendente». Montesquiou si compiacque di quell’immagine poetica, tanto da considerarla la più caratteristica consacratagli dai suoi contemporanei.

Giovanni Boldini eterna Robert de Montesquiou nel 1897

Come accennato sopra, Montesquiou amava definirsi un «interprete d’arte» anziché un critico. In effetti, al pari di Edmond de Goncourt, di cui si sentiva a buon diritto l’erede spirituale, da giovane aveva frequentato gli ateliers dei pittori, esitando per un po’ «tra i contorni e i caratteri», salvo optare definitivamente per la letteratura, pur continuando a consacrare all’arte numerosi studi e articoli, a collezionare opere e a ispirare schiere di artisti. Il suo stile di scrittura, d’altronde, è essenzialmente figurativo, pittoresco, tanto che si può parlare in molti casi di vere e proprie «trasposizioni d’arte». Proust, che lo aveva eletto suo «professore di bellezza», riteneva che nei suoi scritti d’arte troviamo una verità di giudizio, una sicurezza e qualità di gusto, una straordinaria acutezza dello sguardo, una sagacità nello scoprire nuovi talenti e nell’imporli al pubblico, superiori a quelli d’un Ruskin. Inoltre la sua prosa, che rifugge dall’astrazione d’un Fromentin o dai tecnicismi d’atelier d’un Goncourt, può vantare un vocabolario sterminato, che gli consente di ridipingere i quadri che descrive, con uno stile brillante, un’erudizione enciclopedica tali da provocare nel lettore un’impressione simile alla visione diretta. Le predilezioni artistiche di Montesquiou vanno a una pittura essenzialmente non realista, immaginaria, onirica, benché non disdegni i ritrattisti e i paesaggisti. A livello estetico, la sua sensibilità si forma sui maestri della critica d’arte francese dell’Ottocento, i vari Baudelaire, Gautier e Goncourt, in cui la bellezza è spesso associata al raro, al bizzarro, all’insolito. La lista degli artisti a cui ha dedicato conferenze, articoli e studi, molti dei quali furono suoi amici e conoscenti, comprende: Leonardo da Vinci, El Greco, Watteau, Ingres, Grandville, Gallé, Lalique, William Blake, Burne-Jones, Whistler, Böcklin, Chassériau, Constantin Guys, Paul Helleu, Madeleine Lemaire, Alfred Stevens, Rodolphe Bresdin, Aubrey Beardsley, Raffaëlli, La Gandara, Louise Breslau, Gustave Moreau, Albert Besnard, Giovanni Boldini, Sargent, Rodin, Troubetzkoy, László, Léon Bakst, Romaine Brooks, Sem, Chaplin, e, naturalmente, la pittura giapponese. Questa parte dell’opera è sepolta nei bassifondi delle biblioteche e merita di essere recuperata, unitamente ai ritratti letterari e mondani, consacrati a poeti, scrittori, attrici, nobildonne sideree oggetto della sua venerazione: Paul Verlaine, Marceline Desbordes-Valmore, Leconte de Lisle, Edmond Goncourt, Hello, Stéphane Mallarmé, Georges Rodenbach, Edmond Rostand, D’Annunzio, Raymond Roussel, Sarah Bernhardt, Eleonora Duse, Isadora Duncan, i Balletti russi, Ida Rubinstein, la contessa di Castiglione, Anna de Noailles, Lucie Delarue-Mardrus.

Infine vorrei sottolineare l’estrema modernità della figura di Montesquiou, attento a captare non solo le nuove correnti artistiche, ma anche i mutamenti nei costumi e nella moda, ad accogliere l’avvento del cinema. Basti considerare il culto narcisistico e compulsivo della propria immagine che fa di lui un precursore del selfie. Oltre a farsi ritrarre da artisti del calibro di Lepage, Carolus Duran, Blanche, Doucet, Whistler, Boldini, La Gandara, Besnard, Helleu, László, Troubetzkoy, si fece fotografare qualcosa come 189 volte… Solo la divina Castiglione, a cui dedicò un libro con prefazione di D’Annunzio, fece meglio di lui. Come lei, dopo aver esercitato per un ventennio il sacerdozio della bellezza, Montesquiou trascorrerà gli ultimi, amari anni della sua vita nella solitudine, vittima secondo Proust d’una «cospirazione del silenzio», recluso nella turris eburnea del Palais Rose. Rifugge il pubblico e l’obiettivo dei fotografi, preferendo non lasciare nessuna immagine di sé, al di là delle ultime opere pubblicate. L’epilogo desolante della sua vita, dal vago sapore proustiano, contribuisce a riconciliarlo con il lato notturno, lunatico del suo carattere, con la chauve-souris dei suoi esordi poetici, simbolo crepuscolare dalla doppia natura, mammifero alato condannato a fluttuare eternamente tra le tenebre e la luce, che a un tempo l’attrae e lo ferisce.

L'articolo “Nello sgomento d’aver visto d’improvviso spalancarsi l’abisso”. Robert de Montesquiou, il maestro di Proust. Dialogo con Massimo Carloni proviene da Pangea.

from pangea.news https://ift.tt/3kFG6c7

#Letteratura #main #Aragno #Francia #Lettere #libro #Marcel Proust #Massimo Carloni #Robert de Montes

0 notes