Tumgik
#apenas tiene unos días el bicho
elisabetsosa97 · 1 year
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☁️🌈Relato de Nube Arcoíris #1: Will ayuda a un niño perdido en un centro comercial🌈☁️
La curiosidad me puede y cojo de la butaca que está a mi lado una revista del corazón desfasada (Brad Pitt y Angelina Jolie están en su mejor momento según leo en portada) para echarle un vistazo mientras en la peluquería suena una música que tiene más años que yo.
—Te vas a quedar calva de tanto que te tiñes el pelo, enana —bromeo.
—Quién sabe, a lo mejor me da por raparme.
Bajo la revista a mi regazo.
—¿Tú? ¿Raparte? Eso tengo que verlo yo.
Ella me golpea en el hombro con un puño y me río por no llorar porque ha pegado fuerte.
—¿Estás segura que no quieres apuntarte a boxeo? —comento, sobándome la zona.
Ella pone los ojos en blanco.
—Si ibas a estar en plan bromista conmigo mejor te hubieras quedado en el piso.
Me encojo de hombros.
—Sabes que me aburro cuando me quedo solo. Además, te recuerdo que voy a ser yo quien te compre las velitas para concentrarte con los trabajos.
Sophie pone morritos y sonrío porque con ese simple gesto me está diciendo «no sé qué haría yo sin ti» aunque ella prefiera chupar un limón antes que reconocerlo.
Apenas hablamos un poco más porque la peluquera se acerca a nosotros para decirle a Sophie que es su turno y le digo que me avise por mensaje cuando haya terminado antes de marcharme de la peluquería para hacer nuestros recados. Hay bastante gente y eso que no hay días de fiesta cerca, pero al menos se puede caminar sin chocar con nadie.
Salgo de la tienda de artículos para el hogar cargado con tres velas de las grandes y un globo terráqueo en miniatura para mi escritorio, todo en la bolsa de tela que me llevo a todas partes. Saco el móvil de mi bolsillo para ver si la enana me ha avisado, y justo en ese momento me entra una llamada que cojo de inmediato.
—¡Hola princesa! —contesto, con una sonrisa imborrable en la cara.
—Madre mía, ni que estuvieras esperando la llamada.
La risa de Liss hace que se me suba el calor a las mejillas. No mentiré, la echo de menos. Y eso que hacemos videollamada todas las semanas y nos llamamos en cuanto podemos, pero todavía no me acostumbro a las relaciones a distancia. Aunque esa nostalgia se esfuma en cuanto escucho su voz.
—¿Cómo estás?
—Aburrida, para qué mentir. Ayer di positivo en COVID y tengo que estar un par de días encerrada en mi cuarto.
—¿Estás bien?
—Sí, sí, es como un catarro fuerte, —escucho cómo se suena la nariz al otro lado de la línea—, pero estoy mucho mejor que cuando me dieron los primeros síntomas. Era peor que una gripe.
—Te entiendo perfectamente, que Sophie y yo pillamos el bicho en la primera ola. Al menos a ti te cogió con todas las vacunas puestas, pero igualmente descansa y bebe mucha agua, ¿vale?
—Que sí, que sí, que ahora el Paracetamol es mi mejor amigo. Oigo gente de fondo, ¿dónde estás?
—En un centro comercial. Fui a acompañar a la enana a teñirse el pelo en la peluquería y en lo que la atienden yo estoy haciendo unos recados. 
—A ver con qué nos sorprende esta vez.
De pronto algo me llama la atención más allá de la voz de mi novia y del ruido de la gente: es un sonido que apenas se oye pero igualmente destaca dentro del ambiente así que lo sigo.
—¿Will?
Casi brinco del susto cuando Liss me habla.
—Perdona, es que creo que he oído algo y no sé el qué…
Cuanto más cerca estoy del sonido más claro lo escucho. Busco con la mirada de dónde viene hasta que, acurrucado entre una maceta y un banco, veo a un niño de por lo menos seis años que por la forma en la que se agitan sus hombros y su cabeza escondida entre las rodillas parece estar llorando.
—Princesa, ¿te parece bien si hablamos luego?
—¿Qué ocurre?
—Acabo de ver a un crío y creo que está perdido. Después te cuento.
Espero que mi novia se despida para cortar la llamada y me acerco al escondite. No me extraña que nadie se diera cuenta, es un niño bastante pequeño y es un buen sitio para ocultarse.
—Hey —le llamo con la voz más suave posible mientras me arrodillo delante de él.
Levanta un poco la cabeza y me mira con las mejillas mojadas y los ojos un poco enrojecidos. Inclino la cabeza a un lado.
—¿Dónde están tus padres, campeón?
El crío niega con la cabeza.
—¿No sabes dónde están? ¿Quieres que te ayude a buscarlos?
Sorbe los mocos y vuelve mover la cabeza en un gesto negativo.
—Mamá dice… —se pasa la manga de su camiseta por la nariz—... que no puedo hablar con desconocidos. 
—Tu madre es muy lista diciéndote eso y tú también eres listo al hacerle caso. Oye, ¿quieres un pañuelo? No es plan que te llenes de mocos la ropa. —Saco un paquete de pañuelos de papel del bolsillo y le tiendo uno—. Toma.
El crío duda por unos segundos pero acaba cogiendo el pañuelo y se suena.
—¿Cómo te llamas?
Me mira con sus ojos oscuros y luego agacha la mirada, arrugando el pañuelo de papel con sus manitas. Parece más relajado.
—Carlos.
—Vale, Carlos, si no quieres que te ayude yo puedo avisar a uno de seguridad para que busque a tus padres, ¿te parece bien?
La duda vuelve a asomarse por los ojos de Carlos, que abre la boca una o dos veces, como si lo que fuera a decir no estuviera bien.
—Tranquilo, puedes hablar conmigo de lo que quieras sin miedo. —Me siento con las piernas cruzadas—. Si necesitas otro pañuelo me lo dices.
—Es que… —Encoge más las piernas—. Los guardias me dan miedo.
—¿Y eso?
Carlos aprieta los labios antes de hablar.
—Una vez uno le gritó a mi papá. Y… —vuelve a sorber por la nariz—... levantó el palo negro ese diciéndole cosas muy feas... cosas como «saltamuros». ¿Me das otro pañuelo?
—Claro.
Mientras se lo doy tengo que disimular la rabia que me da lo que me cuenta. Algo me dice que a la familia de Carlos les tocó el segurita racista de turno.
—¿Qué quieres hacer entonces? —le pregunto cuando él se suena—. No puedes esperar a tus padres para siempre. A lo mejor ellos te están buscando pero como estás tan bien escondido no pueden encontrarte. Y tampoco es bueno que estés solo.
Carlos agacha la cabeza una vez más y yo espero pacientemente a su respuesta.
—¿Me prometes que me ayudarás a encontrar a papá y mamá?
—Si me dejas sí. Yo siempre cumplo lo que prometo. —Le extiendo la mano, sonriendo—. ¿Trato hecho?
Me hace gracia la forma en la que abre mucho los ojos. No es la primera vez que un crío flipa con lo grandes que son mis manos. Acaba estirando la suya y me la estrecha.
—Trato hecho.
—Estupendo. —Lo ayudo a salir de su escondite y me pongo en pie—. Por cierto, me llamo Will.
—¡Hala, qué alto eres!
Ahí ya no puedo aguantar la risa.
—¡Eso es porque mi padre también era altísimo y a mí me dieron de comer muy bien! Venga, ¿vamos? No te separes de mí.
Recorremos el centro comercial en busca de los padres de Carlos hasta que llega un punto en el que se cansa de tanto caminar y lo subo a mis hombros. De esa forma ganamos los dos: él no tiene por qué andar y yo lo tengo más fácil para encontrar a sus padres.
Por fin, tras un buen rato buscando Carlos actúa de vigía de un barco pirata, señalando a una pareja que reconoce como sus padres. Nos acercamos a ellos y dejo que se reencuentre con ellos entre abrazos, besos y lágrimas de parte de los dos adultos desesperados porque no encontraban a su hijo, mientras me lo agradecen como locos. Carlos me abraza y me da las gracias antes de despedirse con una enorme sonrisa en la cara y llevándose mi paquete de pañuelos.
Cuando pierdo de vista a la familia me da por mirar el móvil y veo en la pantalla como seis mensajes de Sophie desde «Ya he terminado» a «¿dónde estás? estoy fuera de la pelu desde hace un rato», pasando por mil y un emoticonos de gatitos enfadados. 
De camino a la peluquería le mando un audio disculpándome por no mirar el móvil y diciéndole que la invitaba a una pizza y de paso le contaría mi breve aventura con Carlos.
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juegaelgallego · 3 months
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Empleado del mes
1.
A los doce minutos del segundo tiempo Víctor Gómez tiene la posibilidad de hacer otro gol ─ya marcó dos, de cabeza─ y asestarle un golpe definitivo al local. Recibió una nueva asistencia de Vocos, que ya le había lanzado el centro en el primer tanto, aprovechó la falla en el cierre del joven zaguero Puglisi, y ahí va Víctor Gómez de frente hacia el arco de Caputo. Quedan mano a mano. El arquero se apresura en achicar el espacio de definición. Gómez tiene varias opciones. Eludir a Caputo parece arriesgado, al veterano delantero, corpulento, no lo caracteriza la gambeta. Parece imponerse la definición a uno de los palos: ajustar la mira, abrir el pie derecho y rematar seco al rincón. Víctor Gómez elige una tercera posibilidad. Desbordado de confianza por los dos tantos que convirtió ─el segundo, apenas unos minutos antes de este momento─ el delantero ensaya un lujo. Coloca su pie derecho en la base de la pelota y la empala por sobre el cuerpo de Caputo. La cuchara que tira tiene buena altura, supera al arquero sin el riesgo de que se vaya por arriba del travesaño, pero parece abrirse demasiado hacia la izquierda. Se crea un instante de suspenso: el estadio de la liga mercedina queda en mute. Incluso Caputo, monumento a la resignación, apenas gira su cuerpo para ver, los pies clavados sobre el pasto, el recorrido de la pelota. La apuesta de Gómez puede transformarlo en el jugador de la fecha en la categoría, acaso en todo el Ascenso: un hat trick, goleada de visitante por parte de uno de los candidatos, los flashes sobre el hombre que luce la camiseta número 7. Pero no. La pelota pega en la base del palo derecho de Caputo, vuelve al centro del área y el Bicho David no consigue acertarle al arco en el rebote. Víctor Gómez sale de cuadro. Las cámaras se quedan con David, tumbado en el suelo y agarrándose la cabeza.
Nadie en Mercedes puede anticipar lo que pasará veinte minutos después.
2.
Deportivo Español tuvo el receso más largo de su historia. Pasaron ¡116 días! entre la última fecha del anual 2023 y su debut en el Apertura 2024. Desde octubre comenzó a reclutar jugadores para el nuevo plantel. Se desprendió de buena parte de los mariscales del fracaso ─veintidós futbolistas abandonaron por la puerta de atrás el equipo: gracias por nada─ y comenzó una incorporación por goteo. La premisa de Manuel Maddoni, que sumó a su rol de “gerenciador” el de la dirección técnica─ fue tener un plantel corto. No sólo no sucedió ─las llegadas terminaron siendo 17, incluyendo cuatro jugadores que rubricaron en la última semana─ sino que en los últimos días se dio a conocer que la conducción táctica quedó en manos de Maddoni, pero no Manuel, sino Gabriel, su hermano. La larga lista de incorporaciones se explica por las razones habituales: muchos son jugadores “del cuerpo técnico”, algunos no cobran, otros directamente pagan por estar; y se verá en el futuro si los “inversores” hacen negocio con el tan mentado capital humano del plantel. Nada que no suceda en otros clubes, por supuesto, aunque en este caso la jactancia del culto al orden y el mear agua bendita dejaron a los conductores en un claro fuera de juego.
3.
Mercedes arrinconó a Español en tres minutos de furia y consiguió dos goles; el primero, una carambola en el área chica y el segundo, un golazo de tiro libre. El partido terminó 2 a 2. El empate dejó en la visita una sensación más dolorosa que las que traen las derrotas categóricas ante rivales que son superiores de punta a punta. Español había encontrado un gol en una jugada aislada al final del primer tiempo cuando ninguno de los equipos se había siquiera aproximado a las áreas rivales. Oro en polvo cuando se notaba que trataba de hacer pie en el debut: muchos jugadores nuevos, un rival desconocido, césped en malas condiciones, 36 grados de temperatura. Además, un sistema novedoso de tres defensores, con Bale sufriendo la posición de volante por derecha, y un doble cinco ─Nahuel Gómez y el planta permanente Vocos─ con capacidad creativa pero escasa marca (¿por qué no jugó Palisi?). Español padeció la banda derecha y los huecos gigantes en el centro del campo ante un rival limitado y enjundioso que se reforzó con jugadores de Luján para hacer pie en la nueva divisional. El equipo de los Maddoni tiene mucho por mejorar, algo obvio tratándose de una primera fecha de un torneo que tiene cincuenta.
Víctor Gómez, mientras tanto, se debe estar preguntando por qué resignó el premio al empleado del mes y quiso ya calzarse el traje de superhéroe antes de chequear si era de su talle.
Primera C 2024 ─ Torneo Apertura - Fecha #1 ─ Estadio de la Liga Mercedina ─ 03/02/2024
Mercedes 2 ─ 2 Deportivo Español
(*) Con la crónica del primer partido oficial del año damos la bienvenida a la novena temporada de Juega el Gallego.
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bookishnerdlove · 1 year
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BALL - Capítulo 158
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Un ser muy nuevo. Y esa existencia es definitivamente una persona que no existe. Iris dio un paso atrás debido al horror y los escalofríos. "Todos, salgan." Elena inclinó la cabeza ante la orden de Iris. Llamó a Iris en un tono tranquilizador. "Alteza." Una sonrisa avergonzada llenó el rostro de Elena. Iris negó con la cabeza ante la cara del anciano. "Si soy una Reina, debería ser escuchada. Salte. Si no crees que soy una reina, puedes quedarte aquí " declaró Iris. La sonrisa desapareció lentamente del rostro de Elena. Miró a la reina por un momento. Pudo ver una espina afilada en el rostro de la reina. Como la primera vez que se vieron, o incluso más que entonces, ella cerró completamente la puerta de su corazón. Podía ver lo que estaba pensando. Hasta cierto punto, es un malentendido… pero era cierto hasta cierto punto. Elena reconoció a Iris como la propia Iris. Es la propia Iris quien no reconoce a su propio yo. Iris ya ha cambiado. Ella era una larva y se convirtió en mariposa. ¿Quieres volver a ser una oruga? Desafortunadamente, no importa cuán buena maga sea, el tiempo no se puede retroceder. No puedo creer que las mariposas quieran afirmar que son larvas sin saber que son mariposas. Es realmente lamentable. Pero pronto lo entenderá. A diferencia de Rosemary, es una mujer sabia y noble. Elena no tenía dudas. Así, el día del juicio, ese mismo día. En la sala del tribunal de Letare, se reunió una gran audiencia. Parecía que todos los nobles llamados la nobleza de Letare se habían reunido. Por supuesto, los tres hombres de la familia Seora eran la excepción. Todavía estaban cumpliendo con sus deberes sagrados. Lo triste fue que el cadáver de la bestia también se pudrió. Con el paso del tiempo, el lugar se fue convirtiendo en un infierno. La vida era un infierno, no solo para los hombres de la familia Seora, sino también para las mujeres, cómo Margaret Seora. Después de salir de casa por primera vez en mucho tiempo, era realmente afortunada de que ahora fuera invierno. Llevaba una capucha negra y se alejó tambaleándose. No tenía fuerza en sus piernas. Por temor a que otros vieran su rostro, ni siquiera podía levantar la cabeza y solo miró hacia arriba para ver las ramas desnudas de los árboles de la calle Era una rama delgada, débil y moribunda como la suya. Incluso la corta distancia para bajarse del vagón y caminar hasta la sala del tribunal fue difícil. Estaba sin aliento. Las escaleras eran particularmente difíciles. Apenas subió las escaleras sin barandilla, un paso a la vez. La gente la empujaba de vez en cuando, y cada vez ella casi se caía hacia atrás. Cada vez que se daba cuenta. Ella misma se estaba muriendo. La desesperación era oscura y profunda. No podía creer que se estuviera muriendo porque es vieja. ¿Tiene sentido morir de viejo a los 26? Pero ella estaba a la vuelta de la esquina. A ese ritmo, mañana o pasado mañana. No se podía garantizar su propia vida. Y no quería vivir más. ¿Cómo podía vivir más con esa cara y ese cuerpo? Margaret se estrechó las manos, sosteniendo la daga en su pecho. Nunca he matado a nadie. “Te dije que me mataras, pero no me mataste. Acabo de hacer una solicitud. Yo no maté a nadie”. Pero esta vez, va a suicidarse. ¿Quién matará a la reina? Era imposible encontrar a alguien para matar a la reina que recibió el favor del rey y el amor del pueblo. Hacía falta mucho dinero y conexiones, y Margaret no las tenía. “Eres como un bicho. No voy a dejarte ir…” Mientras Margaret murmuraba y luchaba por subir un escalón más, una horda de capas negras la abofeteó. Eventualmente tropezó y cayó unos pocos escalones. “¿Qué es eso?” Marqués Kirtlan Samaine, un hombre en medio de la multitud que la había golpeado, frunció el ceño y miró hacia atrás. Una anciana andrajosa se estaba temblando y mirándolo fijamente. “¿Debería matarla?” Preguntó el escolta que estaba de pie detrás del marqués. Conocía bien la crueldad del marqués de Samaine. El Marqués de Samaine era el tipo de persona que mataría a una anciana rápidamente en este caso. No importa cuántas personas pasaban sin embargo… “No, solo vámonos.” Tuvo suerte de que el Marqués de Samaine perdonara su vida al darse la vuelta. No tenía ganas de ver sangre ahora. Estaba interesado. Tenía mucha curiosidad por ver quién era la otra chica con la cara de Raylan. No quería empañar su mente con sangre. Fue una sensación inofensiva después de mucho tiempo. “Hay una presa mejor.” Pero él era un ser humano dañino y ese punto no cambiaría. Porque ha sido así desde que nació. Pero dos horas más tarde se retorcía y reía en la ruidosa sala del tribunal. Solo hubo una persona que rió, pero su risa no se destacó en varias reacciones. El hombre que ríe, el Marqués Kirtlan de Samaine. La señorita Margaret abrió la boca porque se quedó sin palabras incluso en medio de un temblor. La Duquesa Elena de Setang, cuyo rostro estaba terriblemente endurecido. Y frente al ‘marido’, que una vez más se dio cuenta de que la siniestra corazonada nunca se equivoca y el ‘padrastro’ que se cubrió la cara con las manos e inclinó la cabeza. Iris, sentada en el asiento de los testigos, preguntó. “¿Por qué debería elegir entre una reina y un mago?” “¿Por eso se celebró el juicio?” El juez avergonzado tartamudeó. “Wow, mi reina, su Alteza. Le informaré del propósito de este juicio. En este juicio…” “Juez, ¿Que elegirás entre un hombre y un juez? “ preguntó Iris. Era una cara genuinamente curiosa. El rostro del juez se contrajo. Entonces se abrió la puerta del juez y entró precipitadamente una mujer. “Oh, siento mucho llegar tarde. Soy Ruth Da Rossa, abogada de Iris Elaine, también conocida por Rosemary de Letare.” “¡Oh, esa persona!” Un fuerte grito surgió de la audiencia al costado de la Torre. Ruth miró hacia allí y sonrió ampliamente. “Oh. Hermano mayor. Mucho tiempo sin verte. ¿Han pasado 10 años? Subiste más de peso. ¿No necesitas perder algo de peso? Ah, y no puedes gritar en la sala del tribunal. No son modales.” Un cuerpo pequeño y un físico medio. No, la dama, de la que se podría decir que era un poco gordita, tenía una impresión muy agradable, pero claramente mostraba que no era una persona normal. Un tono rápido de ensayo ante la voz fuerte y resonante que sale de un pequeño cuerpo como un gorrión. A pesar de que tenía una pronunciación que es completamente diferente por ser de Da Lutaer. Ella era realmente famosa, la mejor abogada del continente. Era Ruth Da Rossa. Sí, Iris había contratado a su abogado a voluntad. Y ella declaró oficialmente. ¿Por qué no puedo ser ambas? El juicio ahora estaba siendo atrapado en el vórtice de un torbellino de profundidad desconocida. Kirtlan Samaine se inclinó y siguió riendo, dejando su cuerpo sobre su bastón. "Oh dios. ¿Eres ese tipo de mujer? Oh Dios mío. Es como…" “Se parece a Raylan”. Los ojos de Kirtlan brillaron cuando levantó la cabeza. Ruth Da Rossa. Atrás Novelas Menú Siguiente   Read the full article
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burakrevista · 2 years
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La hiena. Valeria Verona
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Hace un calor de esos que deforman el horizonte. Estoy tirada en la tundra caliente, el abdomen desgarrado, las tripas al sol. Un arbusto espinoso me raspa la planta de los pies cuando se mece con la brisa ocasional, leve como un soplido. Allá viene la hiena, con sus ojos taimados, de bicho tramposo, esa mirada que esconde lo siniestro. La veo venir. Siempre la vi venir, pero antes podía correr o esconderme. Ahora no puedo. Mi cuerpo destrozado apenas sobrevive, lucha en terreno árido y ardiente. Solo mi mente resiste. Los niños se fueron, tomados de la mano, a pedir ayuda a alguien de la tribu. No saben que hoy la hiena viene por todo. Son niños, no saben o eligen no saber, porque saber duele. Solo espero que no sean testigos de lo que está por suceder.
La bestia llega con la cabeza gacha, se acerca despacio y en silencio, porque a pesar de verme abatida, es cautelosa. No confía ni en su propia sombra, como buen animal cleptoparásito. Camina en ronda alrededor de mi cuerpo desgajado, me huele, me vigila. Siento su respiración hedionda cada vez más cerca. Con su gran pata callosa, tantea mi tórax, mi abdomen. Mi indefensión la envalentona e hinca sus dientes filosos en mis vísceras. Comienza a masticar, despacio. No se apura. ¿Para qué? Tiene todo el tiempo del mundo.
Por el rabillo del ojo, descubro que mis hijos han vuelto sin ayuda y observan en silencio el banquete que se está haciendo la hiena conmigo. No gritan, no se asustan, solo observan, como el público expectante al matador antes del estoque. Quisiera gritarles que huyan, que la hiena los va a dañar, los va a engañar, pero mi voz es interna. Es mi mente la que habla. Ya no tengo lengua.
Los niños se toman de la mano de nuevo. La hiena hunde su hocico en mi organismo deshecho, saca lo que queda de intestinos, se come el hígado, desparrama el epiplón, desgarra músculos y membranas con sus incisivos. Tiene la cara cubierta de sangre, disfruta de su festín, lo saborea. Tantos años de acecho han dado sus frutos: hoy es su día. Cuando siente que ya está satisfecha, levanta la cabeza y posa su mirada en mis hijos. Se acerca a ellos con la lentitud del que se sabe triunfador. Entre mis párpados caídos, me parece ver que conversan. No oigo nada, solo el ruido del silencio.
Los niños me lanzan una última mirada. Creo distinguir vestigios de lástima en sus ojos. O tal vez de compasión. En cualquier caso, se dan vuelta y caminan hacia el oeste, allí donde ahora comienza el ocaso. Tres sombras se pierden en el horizonte, los tres en fila, uno junto al otro. Siento el olor a sangre en la tierra regada y, todavía, las espinas me rayan los pies.
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Valeria Verona
facebook.com/valeverona
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bloodwithpeachmilk · 2 years
Note
holi ¿Como te encuentras el día de hoy? 💕 Espero que bien.
Te quería pedir un headcanon/drabble:
Los slashers (Específicamente Thomas, Vincent o RZ!Michael) reaccionando al reader coqueteandoles pero a lo lejos (sin contacto físico, tampoco verbalmente), como pequeñas sonrisas coquetas, pequeños guiños o miradas de arriba hacia abajo.
(Reader femenino o No-Binario 🖤)
Thomas + Vincent + Michael x Coqueto de Lejos ! Reader
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No he dormido y no quería dejar esto sin contestar, así que deseo que sea de tu agrado de verdad. 😩 Hice pequeños blurbs ya que no me salieron bien los hcs, de hecho inicie con un blurb donde Thomas, Vincent y Michael están en una relación poliamorosa y van a este cafe donde reader es meserx y les coquetea descaradamente, pero la solté, si deseas esa versión, no dudes en pedirla. 💖 Y me encuentro decente, gracias por preguntar, espero que estés bien. 💖
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Advertencias
Solo tú siendo unx pequeñx descaradx para nuestros chicos. Lector afab y no binario, pronombres neutros y se menciona que tiene pechos en alguna parte. Hay insinuaciones de obscenidad en el de Michael, pero no pasa nada. Sin beta. Todo es un gran au.
Palabras: 925.
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⸙͎۪۫ Thomas Hewitt
Thomas se encontraba en la tienda de conveniencia de la familia, mamá Mae le había pedido ayuda con algunas cajas y él como su buen hijo, no dudó al momento de hacerle caso.
Todo se encontraba tranquilo en el lugar, hasta que noto tu presencia. Te conocía de sus épocas escolares, siempre te veía lanzando sonrisas en su dirección y suaves saludos con la mano, en su momento se sintió ilusionado, pero luego tuvo que salir y perder el poco contacto que tenía contigo.
Hoy aquí frente a él, te veías deslumbrante como la primera vez que te vio. Tu cuerpo era abrazado por unos pantalones cortos y un pequeño top que resaltaba tus pequeños y lindos pechos, estabas distraídx con los refrescos, hasta que no lo fuistes.
Tu mirada se posó en la suya y un leve pánico inundó su sistema, ya preparado para que lo llamaras por ser un bicho raro. Su sorpresa fue grande cuando le diste una de tus características sonrisas, la cual parecía algo coqueta y para rematar, lanzar un beso en su dirección.
En su mente se liaba toda una batalla y podía sentir como la sangre corría a sus mejillas, no podía despegar su mirada de ti y sabía que si el tío Charlie lo viera, le diría que quitara la cara de idiota, pero no podía, no cuando estabas coqueteando con él y él estaba ahí parado…¡Estaba ahí parado!
Apenas tuvo tiempo de volver a tierra, cuando tomaste un refresco de cherry cola y te dirigiste a la caja. Tuviste una pequeña charla con su madre, quien se iluminó como una bombilla y volteo a verlo. Tú igual, moviste tu mano en despedida y saliste del lugar sin decir nada y una sonrisa triunfal.
No despegó su vista de la dirección en la que te fuiste, ni cuando tu figura desapareció del panorama. Esperaba no perder su oportunidad de nuevo.
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⸙͎۪۫ Vincent Sinclair
Vincent rara vez salía de casa, no importa cuanto tratará su madre de animarlo a salir más allá de asistir a la escuela o con ellos, nunca se animo. Pero era verano y todos estaban afuera divirtiéndose, hasta Bo, aunque recordaba claramente que estaba castigado.
No tuvo tiempo de detenerse más en esos pensamientos, antes de que Trudy lo sacara de su habitación y lo empujara contra Lester y Bo, la clara orden de salir y tomar algo de vitamina C.
Pasearon un rato por Ambrose, hasta que terminaron en la alberca pública. Había pocas familias, la mayoría abarrotado por adolescentes huyendo de casa. Y en una esquina, estabas tú, tú y tu grupo de amigas, vestias un bonito traje de baño de una sola pieza y quizás la falta de tratar de ser sexy fue lo que lo hizo distraerse en ti.
Cosa que agradece, porque si no, no hubiera sido capaz de ver el guiño que mandaste en su dirección y como te acomodabas contra la camilla de la piscina, era una posición lo suficientemente cómoda para verse inocente, pero él lo sabía mejor, como tratabas de resaltar las parte de tu cuerpo que lo tendrían pegado a ti y más cuando vio la sonrisa descarada que le lanzabas al voltear para ver si estaba concentrado en ti.
Podía escuchar las burlas del Bo, pero él simplemente estaba estático, le gustaba, le gustaba demasiado lo que veía y se sentía molesto de no poder plasmarlo en un dibujo, eras una obra de arte y quería conservar este momento para siempre. No sé sentía apenado, se sentía agradecido porque le dieras este pequeño espectáculo a él y solo a él, que a pesar de la multitud, se sentían sólo ustedes dos.
Estaba decidido a hablarte mañana, cuando sabía que irías a la pequeña tienda de música del pueblo.
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⸙͎۪۫ RZ ! Michael Myers
Habías crecido en la casa junto a la de Michael, de niños siempre se comunicarían a través de las ventanas de su habitación con sus cuadernos y en su adolescencia no dudarían en arriesgarse por unos huesos rotos al cruzar a la habitación del otro.
Todo había sido un juego de niños en ese entonces, él te consideraba su mejor amigx y tú lo considerabas el tuyo. Pero ahora, ahora eran mayores y cuando se veían podían reconocer lo que antes en su inocencia infantil les daría asco, se gustaban y consideraban que estaban calientes.
Solo que Michael no se atrevería a dar ese salto, él pensaba que con sentirlo y aceptarlo mentalmente era suficiente para que fueran algo. Así que tenías que ser quien se lanzará, metafóricamente, a tomar el riesgo.
Michael sabía que eras unx coquete desde que te conoce, al principio lo atribuyó a lo amigable que eras como niñx. Y ahora siendo mayores, podía ver que lo mantuviste de forma intencional. Pero ello no lo preparó para el espectáculo que estabas dando solo para él.
Ahí, frente a tu ventana y dándole la espalda, estabas desvistiéndote, prenda por prenda y de forma lenta. Se sentía nervioso, no por la vergüenza, sino por el gordito de su pene que estaba a nada de convertirse en una erección a toda regla. Quiso sentirse mal creyendo que no lo notaste, pero cuando tus panties desaparecieron dándole la visita a suave trasero y volviste a levantarte para darle una mirada de reojo…
Estaba encendido, no dudo en abrir su ventana e intentar nuevamente sus saltos de adolescencia, todo mientras tu risa alegre llegaba a sus oídos y corrías hacia tu cama. Era claro que no dormirías y ahora tendrían todo claro sobre ustedes.
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elmundodeflor · 3 years
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levihan - oneshot
Título: Libertad
Cantidad de palabras: 2792
Resumen: Sasha era una de las reclutas más cercanas a Hanji, y el dolor de su muerte saca a la luz emociones que ya no puede seguir ocultando. Como suele ser costumbre, Levi casualmente está allí para escucharla.
Comentarios: Holaaa! Estuve una eternidad para escribir este oneshot jajajajajajajajajj. Agradeceria MUCHIISIMO sus likes/reblogs/comentarios o feedback. Como siempre, amo escribir a mis hermosos Levihan. Ojala a ustedes tambien les guste leerloss! <33
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10 días después de la muerte de Sasha…
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La lluvia caía torrencialmente sobre sus cabezas y la niebla se agolpaba en espesas nubes que empañaban su campo de visión. Sus exhalaciones no eran más que un vaho helado condensándose en el aire, y Levi pensó que, tal vez, el lúgubre paisaje a su alrededor era casi tan gris como su estado de ánimo.
Llevaban un rato no muy largo cabalgando de regreso al cuartel y, por suerte, ya estaban bastante próximos a llegar. Los chicos habían ido al cementerio a visitar a Sasha, y él y Hanji habían decidido pasar justo después. No se habían quedado mucho tiempo, sólo el suficiente para dejarle un ramo de flores y dedicarle unas cuantas palabras. El camino de vuelta, hasta el momento, había transcurrido en un silencio tan absoluto que a Levi le pesaba en el pecho. La imagen del montón de lápidas, una al lado de la otra, todavía estaba impresa a fuego en su memoria. Una y otra vez, habían tenido que soportar perder mucho más de lo que habían ganado. Sin embargo, aun cuando todo estaba a punto de romperse en mil pedazos, quería obligarse a creer que todavía tenían opciones, cartas que jugar. Se negaba a bajar los brazos. Menos aún después de todo lo que habían tenido que sacrificar para que Paradis viera la luz del día.
Se detuvieron únicamente en cuanto divisaron la silueta del cobertizo emergiendo de entre la bruma. Levi bajó de su caballo de un salto y Hanji hizo lo mismo. Una expresión sombría torcía apenas hacia abajo las comisuras de sus labios, ensombreciendo el castaño de sus ojos.
- ¿Crees que algún día podremos mirar con la frente en alto a todos nuestros compañeros caídos? - le preguntó de repente. Sus pensamientos eran una maraña en su cabeza y su voz apenas un susurro lastimero que se perdía en el repiqueteo de la lluvia.
Levi abrió la boca, sorprendido, e inmediatamente la cerró apretando los dientes. La sensación de dejavú quemaba en la punta de su lengua, inminente e irreparable.
-No empieces a hablar como él…- escupió, de mala gana. Ni siquiera necesitaba mencionar su nombre.
Hanji lo observaba con el ceño levemente fruncido.
-Dime, ¿qué rayos quieres que haga entonces? ¿Qué otra opción me queda? – gritó, repentinamente fuera de sí. La ira brotaba a borbotones desde su interior, como si alguien hubiese destapado de golpe el recipiente que hasta el momento la había mantenido encerrada dentro. - ¡Estoy cansada! ¡No puedo más! ¡Estoy harta de toda esta mierda!
Levi lo sabía. La había visto desplomarse dormida sobre pilas interminables de documentos sin firmar en su escritorio, le había preparado el té a altas horas de la madrugada y le había advertido entre murmullos que estaba trabajando demasiado. Había notado los círculos oscuros formándose en torno a su mirada y cómo la curiosidad que antes encendía sus pupilas había ido consumiéndose hasta no ser nada más que cenizas. Muy a pesar del dolor, había tenido que presenciar de primera mano cómo la presión moldeaba y deformaba a la persona más cercana a él, transformándola poco a poco en sólo el rastro de quien solía ser.
-Hanji…- intentó. Las palabras se atascaban en el fondo de su garganta, incapaces de aflorar a la superficie. Con el correr de los años, se había jactado de hallar siempre un consejo medianamente útil que darle. No obstante, no tenía ni idea de cómo consolarla esta vez.
Ella dejó escapar un sollozo.
-No, Levi. - lo cortó en seco, de nuevo en voz baja. Las lágrimas silenciosas que empapaban su rostro se camuflaban con las gruesas gotas de lluvia. – Soy una pésima comandante, ¿no te das cuenta? Si Erwin estuviera aquí, estoy segura de que Sasha no se hubiera ido y…
Se detuvo, ahogada en un llanto que parecía haber tomado el control de su cuerpo. Levi quería decirle que nada de todo esto era su culpa, que estaba haciéndolo lo mejor que podía. Mierda, quería correr hasta ella y abrazarla con todas sus fuerzas; la suficiente para hacer que todas sus piezas rotas volvieran a unirse. ¡Se sentía tan idiota quedándose allí parado! Sin embargo, era totalmente incapaz de moverse.
-Hanji…- volvió a intentarlo. Un nudo le estrujaba el estómago.
Ella lo contempló unos segundos, secándose los ojos con el dorso de la mano. Su pelo caía chorreando por sobre su cara.
-Déjalo así, Levi. - le pidió. - ¿Tienes idea de lo difícil que es esto para mí? Lo único que quiero a estas alturas es…
- ¿Qué? ¿Qué quieres?
Su mirada gris la interrogaba impaciente, fría como el acero. Hanji presionó sus labios en una fina línea, relajando su expresión solamente para suspirar. El eco de su respiración se fundía en la niebla.
-Nada, olvídalo. Es una estupidez. - repuso, avergonzada. De pronto, sus mejillas ardían teñidas de rosado y Levi, que no tardó en notarlo, clavó sus ojos en los de ella aún más insistente que antes.
-No, ahora vas a tener que decírmelo. - exigió. - ¿Qué quieres, Hanji?
Ella sollozó una vez más. El vestigio de otra lágrima comenzaba a resbalar por su rostro, que de golpe se había tornado de un color rojizo más notorio e intenso. Era evidente que estaba enfadada, que había llegado a su límite y se sentía a punto de estallar. Sus puños apretados a ambos lados de su cuerpo y sus nudillos poniéndose blancos eran el más claro indicio de aquello.
- ¡Quiero olvidarme de toda esta puta guerra y escaparme contigo, Levi! - exclamó entonces, casi sin aliento. - Maldita sea, ¡eso quiero!
.
Tenía la mirada perdida en las formas que dibujaban las vetas de la madera en el cielorraso. Su mente lo ahogaba en un mar de preguntas sin respuesta, arrastrándolo más y más profundo conforme transcurría el tiempo. Hacía tres horas que Hanji le había dicho que quería vivir con él, que lo quería a él, y aquello lo había tomado tan desprevenido que no había sabido cómo mierda reaccionar. Podía jurar que hacía tres horas el planeta entero se había detenido, tan así que ni siquiera estaba seguro de cómo o por qué su corazón seguía latiendo.
Se incorporó sobre el colchón, mareado y aturdido. Un nudo se apretujaba con fuerza en su estómago, dándole la impresión de estar a punto de vomitar. Hanji lo quería, lo amaba. Y él, ¿la amaba a ella? Escondió la cabeza entre sus manos y tironeó de los finos mechones de pelo entre sus dedos. No tenía ni la más mínima idea de qué era el amor. El sólo hablar de ello le revolvía las tripas, lo ponía ansioso.
-Tch. - maldijo entre dientes, con la mandíbula tensa. Quizás había sentido algo remotamente semejante por su madre, cuando le acariciaba el cabello después de bañarlo o le contaba historias antes de dormir. Tal vez incluso también lo había sentido por su tío Kenny, en los días en que le conseguía una ración extra de comida en el cuchitril que era la ciudad subterránea. Quizás lo había sentido por sus primeros amigos, Farlan e Isabel, aquella tarde en que se prometieron que irían a explorar la superficie, y luego lo había sentido por su primer escuadrón, cuando entre todos hubieron exterminado a un titán que había querido atacarlos. Lo había sentido también por Mike, por Nanaba, por Moblit y por Erwin. ¿Pero Hanji? Lo que sentía por ella no tenía precedentes, no se comparaba a nada que hubiese sentido antes en su vida. ¿Eso era amor?
Levi pensó que quizás fuera lo cálido y agradable de su sonrisa, o la forma en que podían comunicarse sin siquiera usar palabras. Que tal vez fuera que a ambos les causaban gracia los mismos chistes, o lo poco que le molestaba escuchar sus charlas interminables. Quizás fueran las ganas irrefrenables que tenía de protegerla antes de partir en alguna expedición importante, o aquel miedo irracional que lo azotaba ante la posibilidad de que algo malo pudiera ocurrirle.
Suspiró. Pese a que el suelo aún giraba fuera de control bajo las plantas de sus pies, se levantó de la cama y tomó asiento en la silla que daba a su ventana. En su escritorio se apilaban unos cuantos documentos que ni siquiera había tenido la decencia de mirar, y refunfuñando los hizo a un costado bruscamente.
Afuera la niebla comenzaba a disiparse, exponiendo a la vista una pequeña porción del patio trasero del cuartel. Recordaba una noche en que se había encontrado a Hanji sentada allí, estudiando un insecto que había atrapado en su mano. Levi le había dicho que era un asco, que se dejara de estupideces, que se había hecho tarde y que debía volver a la cama. No obstante, ella lo había invitado a sentarse a su lado, como solía hacer siempre.
“Es una luciérnaga”, le había explicado, enseñándole la diminuta luz verde que se encendía intermitente en la cola del bicho. Levi había abierto mucho los ojos, entre fascinado y sorprendido; jamás había visto nada igual.
“Supongo que no están tan mal”, confesó, encogiéndose de hombros, y Hanji se rió con ganas. El sonido de su risa llenaba todo el lugar, y entonces Levi había creído que sus ojos achinados brillaban casi tanto como el verde en el insecto.
Desde el primer día, Hanji había sido su puerta al mundo exterior. Había estado allí para mostrarle las plantas más bellas, los seres vivos más asombrosos, las constelaciones y paisajes más inmensos. Había estado allí para ayudarlo con su caligrafía, o para aportarle datos curiosos hasta sobre las cosas más banales y aburridas. Levi no solía hacerle muchas preguntas; se conformaba con ser su oyente, con tratar de memorizar sus teorías locas incluso cuando era incapaz de comprenderlas. Porque desde el primer día, Hanji lo había hecho ver los mil y un colores del atardecer, escuchar el murmullo del agua en los arroyos y apreciar el perfume de las flores. Con ella, todo se sentía nuevo y excitante. Con ella, la libertad de la que durante tanto tiempo había sido privado se sentía a sólo un pestañeo de distancia.
Sonrió de manera casi imperceptible. Los músculos antes agazapados de su abdomen iban relajándose a medida que la bruma del recuerdo se esclarecía. Tal vez los años que había pasado en la oscuridad de la ciudad subterránea le habían demostrado que la vida era cruel. No obstante, ahora, recorriendo la superficie con Hanji había llegado a entender que también podía ser irreparablemente hermosa. Porque, después de todo, ya no quería conocer una vida o un mundo sin Hanji Zoe en él.
Al fin y al cabo, era cierto que no había peor arrepentimiento que no haber amado. Y él, ¿la amaba?
La pregunta volvía a repetirse en su cabeza, sólo que ahora sí estaba seguro de la respuesta. En realidad, siempre lo había sabido.
“Oh, mierda.”
 .
 .
Debía confesar que el suave repiqueteo de la lluvia contra la ventana era una música de fondo bastante agradable ahora que estaba obligada a terminar de leer unos cuantos documentos antes de su reunión con Pixis. La escasa luz natural que ingresaba al cuarto, por el contrario, no estaba ayudando demasiado.
Suspiró, acomodándose los anteojos que comenzaban a resbalar por el puente de su nariz. Llevaba ya un largo rato haciendo su mejor esfuerzo por concentrarse en las estrategias, terminologías y protocolos que se detallaban impolutas en el papel frente a ella. No obstante, el rostro de Levi se le venía a la mente cada vez que intentaba enfocarse en alguno de los párrafos.
Hacía apenas tres horas le había dicho que lo quería y, desde entonces, era como si el tiempo hubiese dejado de correr. Cada segundo que pasaba hundida en la incertidumbre era una puta agonía. El silencio que crecía intimidante en la habitación vacía la acechaba desde las sombras, amenazando con dejarla sorda.
-Maldita sea…- exhaló, sosteniendo el peso de su cabeza entre las manos. A este paso, nunca tendría los reportes firmados. ¿Con qué cara iba a mirar a los altos rangos en cuanto tuviera que encontrarse con ellos?
La puerta abriéndose de golpe la trajo de vuelta al mundo real, esfumando de pronto la nube de sus preocupaciones.
-Levi…- murmuró, en un hilo de voz apenas audible. Las palabras colgaban de la punta de su lengua, flotando inconclusas en el aire. Hubiese esperado cualquier cosa menos verlo justo allí, parado frente a ella.
Él no dijo nada. En su lugar, atravesó el cuarto dando zancadas y pegó sus labios a los de Hanji sin darle tiempo siquiera a reaccionar. El beso era apresurado, desprolijo, desesperado, pero no importaba.
Las manos de Hanji se aferraban a los hombros de Levi, mientras que las de él se ahuecaban en torno a sus mejillas, profundizando el beso más y más conforme transcurrían los segundos.
El flash de un relámpago iluminó fugazmente la penumbra de la habitación, y Levi pronto sintió ese mismo impulso eléctrico erizarle la piel. Sus manos ahora bajaban hambrientas hacia el pecho de Hanji, descansando allí en la redondez de sus senos. El estallido de un trueno camuflaba los suaves gemidos que involuntariamente escapaban de la boca de ella, aún contra la suya. Era como si se derritiera entre sus dedos, desarmándose entera con cada una de sus caricias.
-Levi…- repitió, entre jadeos, casi sin aliento. Él continuaba tocándola, repartiendo pequeños besos húmedos aquí y allá; sus labios, su mejilla, su mandíbula, su cuello. - No creí que… volverías…- un beso más.
Ambos caminaron torpemente hacia atrás, cayendo finalmente sobre lo blando del colchón; uno encima del otro.
-Estúpida cuatro ojos. – gruñó él. Una media sonrisa le adornaba el rostro. – Jamás te dejaría sola. Lo sabes, ¿verdad?
Hanji se rió, y permitió que Levi apartara con dulzura un mechón de pelo que cubría parcialmente su frente. Sus piernas se enredaban instintivamente alrededor de su torso musculoso, atrayéndolo hacia ella todo cuanto era físicamente posible. Levi contuvo la respiración.
-Yo…- comenzó a hablar, balbuceando nervioso. Hanji lo calló con otro beso, y entonces las palabras parecieron deshacerse en la punta de su lengua, muriendo incineradas en el calor de la unión de sus cuerpos.
Quizás no era necesario que lo dijera en voz alta. Después de todo, nunca había sido demasiado bueno para expresar sus sentimientos. Quería pensar que, tal vez, dentro del océano de las posibilidades infinitas, sólo bastaba con las sábanas hechas un desastre y la ropa de los dos en el suelo. Con el sudor resplandeciéndole en la frente y el sonido de él fundiéndose en ella de nuevo y de nuevo.
“También te quiero, idiota.”, murmuró para sí, justo antes de disolverse y derrumbarse vacío en su interior.
Ella posó sus labios un segundo en la punta de su nariz, aun intentando recobrar la compostura. Sus ojos castaños se achinaban en una sonrisa amplia, probablemente la más genuina en mucho tiempo. No lo había escuchado, pero lo sabía. Sí, lo sabía.
.
-Respecto de lo que dije antes…- susurró. Sus dedos trazaban el surco de sus abdominales en una caricia delicada y extensa, casi como una cosquilla. Levi la besó en la coronilla, sosteniéndola firme entre la calidez de sus brazos.
-No hace falta que me lo expliques, cuatro ojos. - le aseguró. Su voz grave sonaba un tanto rasposa. – Te conozco, sé que no podrías estar fuera de la acción por mucho tiempo. Yo tampoco puedo.
Ella lo observó en silencio. Su cabello negro caía apenas revuelto por sobre su frente y el gris en sus iris resplandecía juguetón bajo los primeros destellos de la noche. Era consciente de que tenía razón, de que ninguno podría perdonarse el haber abandonado a todos cuando más los necesitaban. Debían mantenerse fuertes, más aún ahora. Incluso aunque aquello significara dar sus vidas en el camino.
-Es cierto... – reconoció. Una sonrisa tímida comenzaba a asomar en las comisuras de sus labios.
Levi la abrazó aún con más fuerza. Afuera seguía lloviendo y el mundo parecía estar a punto de derrumbarse. Sin embargo, allí, desnudo y con Hanji a su lado en la cama, por fin se sentía en calma, en casa.
-A lo que venga, nos enfrentaremos juntos. – repuso, en un tono que oscilaba entre lo serio y lo dulce. Sus ojos se clavaban en los de ella, suplicantes. Si bien nunca había dudado de sus capacidades como soldado, lo cierto era que de la mano de Hanji se sentía invencible, como si nada malo pudiese pasarle.
Ella asintió con la cabeza y se acurrucó en su pecho, casi escondiendo la cabeza en el hueco de su hombro.
-Juntos. - repitió contra su piel, en un murmullo apenas audible.
Al fin y al cabo, eran todo lo que el otro tenía.
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teresabilba · 3 years
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Imagina Loki
No pertenezco a ningún sitio. No soy nada, sólo una mota de polvo que flota en la atmósfera anhelando un hogar que nunca podrá encontrar...
Me tumbé en mi cama pensando en estos oscuros pensamientos... mi mente era un abismo que amenazaba con tragarme. Mis rodillas estaban acurrucadas contra mi pecho, mis brazos envueltos, temblando como un tímido vicio alrededor de ellos. Apenas podía respirar. Respiraba profundamente tratando de calmarme, pero en lugar de eso, se me atascaba en la garganta, doliéndome el pecho. Sentía que me ahogaba, o me hundía, o me ahogaba, o las tres cosas.
Lágrimas de desesperación y soledad rodaban por mis mejillas, y mis ojos ardían de un rojo intenso por la sal de mis lágrimas... un océano en cada gota.
Llamaron a la puerta, un suave golpecito, y la voz apagada de Loki flotó a través de la puerta hacia mí: "Amor mío, ¿estás bien? ¿Puedo entrar?"
No estaba bien, y aunque cada fibra de mi ser anhelaba que me abrazara, no quería que me viera así: débil y rota.
"Por favor, no lo hagas". Me ahogué, mi voz vaciló, traicionándome.
Oí el pomo sonar cuando sus elegantes dedos se cerraron alrededor de él, la puerta crujió al abrirse. 
Resoplé, tratando de contener el flujo de lágrimas que caía por mis mejillas.
Loki se acercó a mí, en silencio, y los muelles del colchón chirriaron cuando se desplazó a la cama que estaba a mi lado.
"Teresa, háblame, por favor, cuéntame qué ha pasado. ¿Quién ha hecho daño a mi palomita?", preguntó, con su voz como una suave y delicada caricia... una fría compresa en los nervios expuestos. Quería apoyarme en ese consuelo.
"Loki..." Me quedé en blanco, incapaz de hablar. Me ardía la garganta por las palabras que había retenido y por las emociones que amenazaban con consumirme.
Loki no me presionó más, sino que me rodeó con sus brazos, con su cuerpo pegado al mío, con el calor que irradiaba. Su cabeza se apoyó en el pliegue de mi cuello y me respiró lentamente.
"Ya estoy aquí, Teresa. Tienes que contarme lo que ha pasado, palomita". Su mano apartó el pelo de mi cara y lo alisó detrás de mi oreja.
Besó la tierna carne detrás de mi oreja, y susurró, sus labios rozando mi sensible piel: "Cuéntame, quiero ayudar".
"Loki... yo... me siento tan rota, tan rechazada y tan sola". Sollozaba, las lágrimas caían frescas por mi cara.
"Shhh, shhh", su áspera mano ahuecó suavemente mi cara como si fuera una delicada muñequita de porcelana, hermosa pero rompible. Volvió mi cara hacia él, y yo cerré los ojos como una niña pequeña, pensando que tal vez no sería capaz de ver el dolor y la sombra rota de una persona frente a él.
El pulgar de Loki frotó mi mejilla, limpiando mis lágrimas.
"Mírame, Teresa", hizo una pausa, "por favor".
Mis labios temblaron y abrí los ojos vidriosos, asomando a través de las pestañas húmedas y saladas.
"Te veo. Veo el dolor que te desangra, cada día, consumiéndote. Veo el dolor que amenaza con ahogarte y hundirte. Veo las emociones que anhelan volcarte para hacerte naufragar y estrellarte contra rocas afiladas y ominosas. Sé que deseas rendirte, pero no podría soportar vivir sin ti. Quédate por mí". Sus ojos me atravesaron, escudriñaron en lo más profundo de mi alma. Pude ver la pequeña criatura asustada y triste que era, reflejada en sus ojos. No había mentido, me vio.
"Palomita, qué resistente eres, ni siquiera lo sabes", me instó, convincente. "¿Has oído alguna vez la historia de la serpiente cornuda?", me miró momentáneamente antes de continuar. "La serpiente cornuda es una bestia mitológica muy popular en muchas culturas nativas americanas, que me parece formidable y cautivadora a la vez. A primera vista, es un villano, un presagio de muerte y destrucción.
"Curiosamente, la serpiente cornuda nació de una figura de la oscuridad que violó a su propia madre..."
Le miré con horror en la cara, su mano se levantó haciéndome callar, "espera un momento, palomita, paciencia".
"La serpiente cornuda odiaba su existencia, sintiendo que era un bicho raro, una bestia, un monstruo no querible, y por supuesto, sus habilidades de muerte y destrucción validaban lo que sentía de sí mismo.
"Pero lo que es evidente para mí, es que él no eligió cómo vino a este mundo. No eligió su creación ni el método de su concepción. No tuvo ningún control sobre ello.
"Ahora déjame decirte cómo es; está enjoyado, es una serpiente gigante hermosa y temible de contemplar, colmillos del tamaño de mi brazo, ojos que amenazan con hipnotizarte y controlarte... como los tuyos", dijo, su dedo se deslizó sobre mi ceja.
"Tiene unos cuernos gigantescos en forma de espiral, un medio de defensa contra el peligro y las amenazas percibidas. De hecho, la característica más fascinante de su apariencia, son sus alas.
"Ahora bien, algunas tribus nativas americanas creían que hay un inframundo, un mundo medio y un mundo celeste.
"Cada bestia de la creación tiene su lugar en uno de estos reinos, pero no la serpiente con cuernos. La serpiente cornuda es especial, ya que puede viajar a cualquiera de los reinos.
"¿Lo entiendes?", preguntó, sus dedos encontraron los míos y se enlazaron con ellos.
Asentí, "creo que sí".
Y continuó, "porque la serpiente con cuernos puede tener su hogar en cualquier lugar.... Realmente no pertenece a ninguna parte.
"¿Pero puedes entender lo crítica y crucial que es su vida? Puede hacer lo que le plazca. Puede ver a los muertos, ayudar a los vivos, comunicarse con ambos... Es realmente una criatura de resistencia y poder..."
Su mirada volvió a mi rostro, escudriñándolo, "igual que tú, pequeña paloma. Eres mucho más fuerte de lo que crees, me mantienes con los pies en la tierra y completa.
"Ahora, sécate las lágrimas, y sabe que eres mía", sonrió.
El talón de mi mano limpió los océanos, y respiré profundamente, mi cuerpo se giró para mirarlo completamente. Enterré la cara en su pecho, respirando su olor a cuero y a pino, con una sonrisa surgiendo en mis labios. Me abrazó, y mientras hablaba, escuché sus palabras retumbando en su pecho, "tienes mi corazón en la mano, tú no ves tus alas pero yo sí, palomita... yo sí".
Levanté los ojos, buscando su rostro familiar y reconfortante, y mi pequeña mano subió lentamente por su pecho hasta acariciar su escultural mandíbula.
"Loki", su nombre escapó de mi boca como un susurro.
En respuesta, me miró, con la preocupación grabada en su rostro.
"Necesito sentirte... Por favor", le supliqué, con las lágrimas amenazando con salir de mis ojos.
Él sonrió, con conocimiento de causa, y asintió.
Me quitó la ropa, sosteniendo mi mirada mientras la desabrochaba.
Cuando me liberé de la ropa, entrecerré los ojos y me cubrí los pechos con los brazos, cruzando las piernas.
Su mano recorrió ligeramente mi brazo, haciéndome cosquillas en la piel.
"No te escondas de mí, palomita", me susurró al oído.
Mi propia agitación emocional no me hacía sentir muy atractiva, aunque deseaba estar con él por completo. 
"No me siento atractiva ahora mismo, Loki, lo siento". Dije en voz baja.
"Hmm..." una pausa, "quiero mostrarte algo, Teresa. Cómo te veo". Retiró mis manos, sacando mi piel de su escondite. 
"Abre los ojos, mira cómo toma forma tu mundo, pequeña paloma". Hice lo que me pedía, observándole, mientras sus ojos se cerraban y su ceño se fruncía de concentración. 
Y allí, nacido de su concentración, un mundo de colores voló desde él. Al principio se extendió lentamente, hasta que se extendió a nuestro alrededor: un campo siempre verde, un mar de hierba y altos árboles de aspecto solitario que se balanceaban en lo alto. Los pájaros volaban desde sus ramas, entonando sus lúgubres cantos, y el sol brillaba a través de las hojas, filtrándose hasta el suelo del bosque en un brillo dorado e hipnotizante. 
Era increíble y demasiado real. Mi pelo estaba enredado y jugaba a algún juego íntimo con la hierba que coronaba mi cabeza. 
Solté una risita, mis dedos agarraron las briznas de hierba y se sumergieron en el suelo húmedo, zumbando con vida.
"¿Qué te parece, Teresa?" preguntó Loki, estudiando mi rostro con atención, tratando de leer mis pensamientos. 
"Nunca he visto un lugar tan puro y lleno de vida". Mis dedos se enroscaron en la tierra, "tan lleno de vida".
"¿Así es, Teresa?... De todos los lugares en los que he estado, mientras he vivido, este es mi lugar favorito para estar. Nunca he estado en un lugar tan cautivador en toda la creación". Terminó, sus ojos revoloteando a su alrededor y asimilando todo. 
"¿Dónde estamos?" Pregunté, con curiosidad.
"Teresa, esto no es un lugar, en realidad, es lo que veo cuando te miro a los ojos". Me miró, inocentemente, como un niño que dice la única verdad que ha conocido. 
Me quedé sin palabras, "Loki..."
Su mano se cerró alrededor de la mía y tiró de ella hacia arriba, estirándola hacia las copas de los árboles. Abrí los dedos mientras los rayos de sol coquetos bailaban con las yemas de mis dedos, calentándolas y bañándolas en su brillo mágico. 
"¿Ves lo hermosa que eres, palomita?"
La risa brotó de mí y giré la cabeza para mirar a Loki. Me había observado con una pequeña sonrisa en los labios. Me mordí el labio, mis manos agarraron el cuello de Loki mientras lo atraía hacia mí. Cuando cayó en mi abrazo, mis manos peinaron su pelo, calentado por los rayos del sol.
Respiré contra sus labios: "Te quiero, Loki", y él sonrió mientras me besaba.
Deslicé mis manos hacia abajo, por debajo del cuello de su camisa, para posarlas sobre su piel. Quería que su piel estuviera tan desnuda y libre como la mía. 
Leyó mi señal y continuó besándome mientras se quitaba la ropa. 
Puse mi pierna sobre su cadera y me puse encima de él, a horcajadas. 
Me observó atentamente, apenas respirando, mientras yo agarraba su dura longitud, dirigiéndola hacia mis empapados labios. 
Cuando entró en mí, un suspiro escapó de sus labios, y su pecho se levantó del suelo de hierba del bosque. 
Empecé a mover mis caderas eróticamente, mis labios empapados tirando de su longitud, y de vez en cuando el aire siseaba entre sus dientes. 
Me senté a horcajadas sobre él, separando más las rodillas para poder abarcar más. A medida que subía y bajaba, mi líquido empezó a cubrir su saco hasta que también se mojó. 
Puse mis manos detrás de mí, para que descansaran sobre sus rodillas, soportando mi peso. 
Sus dedos alrededor de mi cintura comenzaron a apretarme, podía sentir la excitación burbujeando dentro de él, y podía sentir su longitud creciendo dentro de mí. 
Sonreí, complacida por cómo respondía a mi cuerpo.
Loki se rió, negando ligeramente con la cabeza. 
Entonces me levantó de las rodillas y me hizo girar para que quedara tumbada debajo de él.
Él tenía el control entonces, pero en mi apuro seguí moviendo mis caderas contra él, mis dedos arañándolo con necesidad. 
El ritmo con el que se movían sus caderas empezó a provocar un orgasmo en mi interior. Mi cuerpo era suyo y los cantos que salían de mis labios eran sólo para él. 
Cerré los ojos, concentrándome en el placer que se acumulaba y brotaba entre mis caderas, una sensación arremolinada que crecía en mi interior.
Cuando mi orgasmo amenazaba con su dulce liberación, Loki bombeó más profundamente dentro de mí. Con una mueca de determinación en su rostro, su cuerpo comenzó a sufrir espasmos mientras el orgasmo lo desgarraba, y verlo en su éxtasis me llevó al límite para unirme a él.
Mientras yacíamos entrelazados y embrujados el uno con el otro, el paraíso que Loki había creado retrocedió en un lento goteo, hasta que las paredes, el mobiliario y la cama fueron lo único que quedó a nuestro alrededor. 
Su voz penetró en el silencio. "Teresa, he vivido toda mi vida y no he encontrado a alguien como tú. Tú, palomita, eres el amor de mi vida. Cuando nací no pasé por el sol y gané aliento. No, pasé junto a tu estrella, me acerqué demasiado y fui maldecido con un anhelo y una nostalgia que nunca pudo ser satisfecha hasta que estuve en tus brazos. Nunca he amado hasta ti". 
Le sonreí, mis brazos rodeando su cuello mientras suspiraba contenta: "Loki". Su nombre sería para siempre un aliento anhelante en mis labios.
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sweetandcrime · 3 years
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“Sunshine”, XXX.
Llegó septiembre y es increíble cómo, repentinamente, todo parece estar en su lugar. El aire se respira fresco, el cielo parece más azul, excepto cuando se oscurece para dar aviso de una pronta lluvia; Yeoryang-myeon está sumamente activo, se prepara para la temporada de cosecha nuevamente. El otoño está llegando y parece que trajo consigo a Matsumoto Kazuki, otra vez.
Hace un par de semanas que volvió, pero a Lee le sigue causando cierta sorpresa volver a verlo. A veces, cuando no está metiendo sus narices en los libros de la universidad, o dando órdenes a los trabajadores de su finca -como todo un niño mandón-, pasa a saludar y a llevar bocadillos para Lilian y su familia. Kyuho tiene mucho trabajo como para detenerse por demasiado tiempo, pero el chiquillo se las arregla para ir a buscarlo por toda la granja y lo saluda con el entusiasmo de quien ha echado de menos a un viejo amigo. Esa familiaridad con la que se desenvuelve lo hace sentir… tranquilo.
Kazuki sigue siendo un tonto delicado, que de vez en cuando se sobresalta cuando ve un bicho entre las plantas, que respinga cuando se le acercan las gallinas, y que hace pucheros cuando se le raspa el calzado. Todavía se sigue poniendo ropa y perfumes caros, y usa maquillaje de vez en cuando. Pero también lo ha visto cargando bidones de agua, costales de granos, arrastrarse por la tierra para alcanzar y arrancar la hierba; a veces llega montado en su caballo, montado en la bicicleta que le obsequió Seokjin, y otras lo ve paseando con su Mustang, como una celebridad. Y también ha notado otros detalles que pueden pasar desapercibidos para quienes no lo conocen, como que su acento ha ido cambiando y ahora suena más como un granjero común y no como un heredero de la ciudad. Su risa es más fuerte y recurrente también, qué curioso; es como si, finalmente, se sintiera libre para expresar su alegría. Bien por él, piensa, se ha ido ganando poco a poco esa armonía de la que ahora goza.
El chico ha trabajado duro, a Lee le consta. El tiempo ha ido pasando y Kazuki se ha ido moldeando a la forma de la gente de Yeoryang-myeon, y aunque en ocasiones lo ve frustrado, agotado, el chiquillo tiene la suficiente energía como para alegrarle los días a Lilian con sus ocurrencias. Y aunque a veces no le haga mucha gracia verlo saludar a Taehyung cuando se lo encuentra por la calle, o cuando visita su tienda, tiene que reconocer que el chico ha sido listo al tomar su distancia sin ser descortés y sin dar explicaciones. A veces se llega a preguntar si es por aquella conversación que tuvieron en navidad, ¿será por consideración a él y el desagrado que siente por aquel sujeto?
El tiempo ha ido pasando rápido, sí, y muchas cosas han cambiado. Lee no tiene nada de qué quejarse, salvo de lo extenuante que es ser la cabeza de la granja, pues Seokjin decidió dedicarse de lleno a la construcción de su cabaña, donde eventualmente, residirá con su futura esposa. Le gusta esa calma de la que goza su entorno, todo parece estar en perfecto equilibrio.
Hacía un largo tiempo que no experimentaba tal calma, una que no trae consigo recuerdos dolorosos, ni pensamientos grises, sino… plenitud, nada más.
—Nayoung-ah —Lilian entra a la cocina, con un cesto lleno de sábanas recién descolgadas del tendedero. La cocinera corre hacia ella, para evitar que siga cargando.
— ¡Señora Jie! Le he dicho que usted no tiene que hacer esto, para eso estoy aquí, déjeme llevar eso arriba.
—Hija —gentilmente la llama—, quiero que me ayudes a preparar la habitación de visitas, por favor.
— ¿Habrá huéspedes?
 —Kazuki se quedará a dormir con nosotros esta noche. Ese pobre muchachito… no debería andar por aquí tan tarde, ¡pero quién puede hacerlo entrar en razón! No aprenderá la lección hasta que vea una serpiente en su camino.
—Con lo delicado que es, probablemente moje sus pantalones —murmura ella, sonriendo discretamente, pues Lilian no la ha escuchado. Sale de la cocina, para cumplir con su tarea.
Kazuki no es que le caiga mal, no tiene nada en su contra, pero tampoco es santo de su devoción. Desde el día que lo vio llegar, Nayoung piensa que es tan sólo un niño rico al que le compraron un terreno en el pueblo, para quitarse un simple capricho de millonario excéntrico. No le agrada ese tipo de gente, le recuerda a aquellos por quienes su familia tuvo que vender su granja y moverse de pueblo, un par de años atrás. Además, tampoco le agrada mucho la forma en que revolotea alrededor de Kyuho, como un niño pequeño y ruidoso que exige atención.
Cuando Lee entra a la casa, casi todas las luces están ya apagadas. Lilian se ha ido a dormir y al único que encuentra en su camino, es a Kazuki, dormido sobre la mesa del comedor. Hay libros por doquier, hojas arrugadas, cuadernos, lápices de colores. Se asoma en silencio y alcanzar a ver un par de bocetos en los que seguramente estuvo trabajando hasta tarde. Se ha estado esforzando hasta el cansancio en un proyecto personal del que en ocasiones ha hablado entre charlas, algo sobre maquinaria agrícola. Se ha tomado muy en serio eso de ser un campesino dedicado. A Kyuho se le escapa la sonrisa. Es apenas un jovencito, le queda demasiado camino por recorrer y conocimiento que adquirir, pero ha tenido un buen comienzo y se le notan las ganas de crecer. Tiene potencial.
 En Yeoryang-myeon, muy poca gente alcanza un grado académico superior al básico, después de todo, no les hace mucha falta para el estilo de vida que llevan en el campo. Quienes aspiran a algo más que eso, terminan yéndose a la ciudad. Él jamás tuvo aspiraciones de tal calibre, es un hombre nacido y criado entre ganado, siembra, y trabajo que requiere más fuerza física y maña, que capacidad intelectual. Pero ahora que ve a Kazuki andar de aquí para allá, leyendo, escribiendo, dibujando y haciendo anotaciones de todo lo que aprende, se pregunta si él habría sido tan buen estudiante como ese niño.
—Hey —le susurra, tocando suavemente uno de sus brazos—, mocoso. Despierta.
Lo oye emitir un quejido y se acomoda en la superficie de madera, con la cara pegada al libro abierto. No tiene intenciones de levantarse, al parecer.
—Kazuki —lo llama entonces—, es demasiado tarde. Sube a dormir.
—No quiero —balbucea, negándose a abrir los ojos siquiera. Probablemente ni siquiera sabe con quién está hablando—. Tengo mucho sueño.
—Como quieras. Te dejaré durmiendo sobre la mesa —masculla entre dientes. De pronto, lo ve alzar los brazos con toda la pereza del mundo.
—Llévame.
— ¿Huh?
—Arriba —murmura—, llévame, no quiero pararme.
Kyuho chasquea la lengua.
—Eres un idiota —le propia un suave golpe en la nuca—, levántate ahora mismo. Estás demente si piensas que voy a subir las escaleras contigo a cuestas, niño.
Cuando Nayoung se asoma por uno de los pasillos, envuelta en una gruesa bata de dormir, lo primero que ve es a Lee cargando a Kazuki en brazos, al estilo nupcial. Sorprendida, se acerca inmediatamente.
— ¿Le sucedió algo?
—Sólo se quedó dormido —responde él, ya de camino a las escaleras—. Vuelve a descansar, Nayoung. Y apaga las luces, por favor.
Ella asiente y después de desearle buenas noches, espera a que él suba para apagar las luces de la planta baja.
La noche es fresca, tranquila y silenciosa. Lee ingresa a la habitación de huéspedes y de camino a la cama, oye a Kazuki bostezar. Tiene toda la intención de depositarlo en la cama, pero antes de poder hacerlo, el chico aprieta sus brazos alrededor del cuello del rubio.
— ¿Qué haces? —susurra, como si procurara no ser escuchado por alguien más.
—Dijiste que no me cargarías, pero lo hiciste —contesta, soltando una risita traviesa. Oye a Kyuho resoplar.
—Debí dejarte ahí, para que te estropearas el cuello.
—Gracias —murmura, adormecido—. Hueles a tierra y a hierba —añade, sin todavía soltarlo, y Lee comienza a sentirse tenso. Quizá nervioso, mas no incómodo—. Y a sudor, deberías darte un baño.
—Púdrete, Kazuki. Estuve trabajando todo el maldito día —y con estas palabras, dichas entre dientes, con todo el reproche, simplemente abrió los brazos y dejó caer al menor en la cama; de no haber estado tan cansado, seguramente lo habría aventado como a un saco de papas. Por supuesto que Kazuki despertó inmediatamente, asustado. Su reacción fue cerrar el agarre con fuerza y de esa manera, se llevó a Kyuho consigo. Cayeron los dos en la cama.
Kazuki comenzó a reír mientras Kyuho maldecía y se levantaba inmediatamente. Se sacudió la ropa, en lo que el chico seguía riendo, como haría un niño satisfecho por su travesura. A la luz de las velas de aquella habitación, reconoció que Matsumoto tenía una sonrisa encantadora.
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ochoislas · 3 years
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«Limpio» dicen, como si la pobreza fuera algo que depura. Nosotros —quiero decir mi padre, mi madre y yo— llevamos ya unos cuantos años prácticamente sin ingresos, y puedo dar fe de que no es así en absoluto: habitaciones vacías por las que corre un viento frío y puro, vida frugal, y todo ese cuento. Más bien lo que me evoca la pobreza es algo tibio, pringoso y sórdido que se te queda pegado; desorden y cargazón nauseabunda. No tiene nada de tonificante ni de sobrio.
Padre era en su tiempo militar de profesión pero, quizá por ser oficial veterinario, logró librarse de la acusación de crímenes de guerra. Ya hace cuatro años que volvió del Pacífico Sur y en todo ese tiempo casi no ha puesto un pie en la calle. Por lo visto tuvo ciertas experiencias bastante intimidantes durante su confinamiento, porque todavía teme que le caigan a palos. Madre, que es una persona más resuelta y sociable, se podría pensar que sabría desenvolverse mejor en estos tiempos. Y de hecho llego a montar un negocio menudeando con sacarina, pero la empresa fracasó pronto cuando los vecinos descubrieron que se les había estado vendiendo un género dudoso a un precio abusivo. Su buen nombre se echó a perder para siempre, por lo que parece, pues los vecinos siguen mostrándose recelosos cada vez que tienen algún trato con ella, como es el caso cuando le toca el turno de colaborar con el racionamiento local de alimentos. Madre está ahora terriblemente acomplejada, y sea lo que sea que haga no tiene confianza alguna. Lo que más nos tiene preocupados es cómo maneja el dinero, claro. Parece que ya no es capaz de sumar y restar, y cuando va a la compra le entrega el monedero al tendero para que coja la cantidad exacta. A ese punto ha llegado. Y luego está mi enfermedad también. Cogí espondilitis tuberculosa mientras servía en el ejército y todavía no me he curado. Paso la mayor parte del día tirado en la cama, digamos que cuidándome.
El desbarajuste al que puede llegar una familia que ha perdido la capacidad de valerse por sus medios es menester verlo para creerlo. Abran un cajón de nuestro aparador de té y encontrarán —sin duda con ojos como tazas— un serrucho. Pues está ahí porque a madre se le ocurrió pensar, en uno de sus momentos malos, que se trataba del cepillo para sacarle virutas a la mojama. Por su parte padre atesora y guarda con celo todo lo que se le antoja útil, como si estuviera aún en el frente. Amontonados de cualquier manera en los anaqueles escalonados junto a la alcoba decorativa hay chirimbolos tales como su sierra de veterinario, bisturíes, cascos de vidrio, semillas de plantas raras, sus charreteras, hilo caqui liado en una bobina de cuero, y más por el estilo. Una vez que este torbellino de desechos se traga sus pañuelos y calcetines —y hasta las camisas y calzoncillos— no hay manera humana de extraerlos. No hace falta que les diga que hay telarañas por toda la casa: en los marcos de las puertas, el techo, los cables eléctricos, y donde a ustedes se les ocurra. Y no son de las ordinarias, sino que tienen prendidas como motitas finas y fofas de algo blanco, como las flores que le salen al moho. Son pelusas de conejos de angora, para ser exactos. Les tengo que decir que a mi nunca me han gustado mucho ni los gatos. Nunca he entendido a la gente que adora a esos bichos insolentes que vienen y frotan sus cuerpos peludos contra ti y apestan la casa con sus meados. Pero los he llegado a apreciar bastante después de conocer a los conejos.
Todo empezó cuando uno de los antiguos oficiales subordinados de mi padre, que ni mi madre ni yo conocíamos, se dejó caer un día a ver al general, como todavía lo llamaba. Entonces no fuimos conscientes, pero en aquella breve visita se las compuso para meterle a padre una extraña idea en la cabeza. A la mañana siguiente padre salió de casa vestido con mayor decoro de lo habitual. Nuestra reacción a tan inesperado acontecimiento no estuvo exenta de cierto aciago presentimiento, aunque fue fundamentalmente optimista. ¿Habría encontrado un trabajo bien pagado? «Cuando se arregla todavía impone ¿no es verdad?», dijo madre. Asentí gravemente, recordando que en el pasado, siempre que iba a ocurrir algo importante, fuera un ascenso o un traslado ventajoso, salía exactamente igual que ahora: de punta en blanco y sin decir ni pío. Pero ¡ay! nuestro optimismo era del todo infundado. Padre volvió aquella noche abrazado a un cajón enorme y sin el reloj que trajo de Singapur. Alguien se lo había birlado de la muñeca expuesta viniendo a casa. Pero a lo que vamos: fue entonces cuando esas asquerosas criaturas entraron en nuestras vidas. Igual que el hombre auténticamente nefario tiene cara de ángel, aquellos conejitos, fueran machos o hembras, eran para comérselos vistos allí acurrucados tímidamente y muy quietecitos en el suelo, con sus ojos rojos brillando en la luz eléctrica. No les digo que yo mismo exclamé, por mis pecados: «¡Qué lindos!». Madre les trajo algo de pan y cada vez que alargaba un pedacito uno de ellos estiraba cautelosamente el cuello y luego de pronto lo arrebataba y gazapeaba con su presa hasta un rincón del cuarto. Nos divertían y animaban aquellas vivas criaturillas con sus cuerpos blancos y puros. Su presencia parecía iluminar toda la casa. Padre estaba muy ufano, claro está: «En seis meses nos reportarán ocho mil yenes al mes». A madre se le pintó una cara como la del niño al que le sacan una piruleta de la manga: «¡Santo cielo!», dijo, con la desdentada boca abierta. Y padre procedió a exponernos su plan: la producción de lana de un año sería tanto, que hilada equivaldría a tantos kilos, que a su vez daría no sé cuantos metros de tela... y así. Madre entró en tal paroxismo de euforia que empezó a reír sin control. ¡Qué va!, gritaba exaltada, padre se estaba quedando corto; ¡tanto paño seguro que nos valía más de ocho mil al mes! Era como si ya viera los montones de hilo y de tela.
Por el rabillo del ojo vi una bolita negra rodar por el suelo. Mirando alrededor vi que  había muchas más iguales por todos lados. «¡Qué poca vergüenza!», no había otra forma de expresarlo. Cada vez que daban uno de sus brincos otra bolita salía disparada de su horcajadura. Ni se cohibían lo más mínimo, ni apretaban... y así una y otra vez. Yo miraba sus rostros inexpresivos y sus cretinos ojos rojos de mirada vacua y presentía lo peor.
Al día siguiente padre empezó a trabajar como un desesperado. Estaba más imposible que nunca cuando trabajaba, eso lo sabía ya. En realidad era lo que más me irritaba de él. Para él trabajar era levantar el césped del jardín y rebinar la tierra cuando hacía buen tiempo, por ejemplo, o, si hacía malo, confeccionar cajas de varias formas y tamaños, no se sabía para qué. Ninguna de esas actividades reportaba un beneficio tangible, si de eso se trataba; y si era por afición, tampoco tenía ningún sentido. Lo que más me desconcertaba era el ahínco que le ponía. Medio oculto en una tolvanera de polvo —pues vivíamos en la costa de Kugenuma, famosa por sus recios vientos y mar brava— blandía la azada emitiendo un grito estridente y enloquecido cada vez que la descargaba. Era como mirar a un loco haciendo un baile interminable y el espectáculo me colmaba de angustia por la soledad y esterilidad de su esfuerzo. Caerían dos gotas y todo sería otra vez un un arenoso aguazal donde no iba a crecer nada. «¡Estás perdiendo el tiempo! —le gritaba yo desde mi cama y a través del porche—. ¡Para ya! ¡Mira cómo estás poniendo la casa de arena!» «¿Qué has dicho? —replicaba gritando, desencajado, con la azada detenida en alto sobre la cabeza—. ¿Y qué si es una pérdida de tiempo?»
La llegada de los conejos lo pertrechó de una nueva manía. Comenzó a hacerles cajas. Las clasificó como cajas de cría, de cebo, de ejercicio y todo así, y cada nuevo modelo resultaba más ingenioso que el anterior. Todas las ideas que había pergeñado anteriormente haciendo cajas inútiles las pudo aplicar ahora; pero eran tan peregrinas que aunque nada más se tratara de levantar la tapa de una, sólo él sabía cómo hacerlo. Toda la casa retumbaba sin parar con el ruido del serrucho, el cepillo, la gubia y el martillo. Aquella energía inútil me trepanaba el cráneo y saturaba mi cerebro sin dejar sitio para nada más.
Nunca se me había ocurrido pensar antes en qué clase de ruido haría un conejo; ahora descubrí que se trataba de un chirridito así como uuh uuh. Me resultó un sonido muy decepcionante; y, como cuando escuché por primera vez la voz del emperador en la radio, me dejó una especie de vacío dentro. Aquel gritito extraño y superfluo tenía que escucharlo yo continuamente, pues por miedo a los ladrones o a los perros callejeros padre había colocado las cajas en el armario del pasillo, a apenas un metro de mi cabecera. Por lo visto los conejos duermen de día y de noche se activan. Acostado en la oscuridad me llegaban sonidos de diversa índole de modo irregular pero continuo. Tan pronto eran sus dientes royendo la madera como sus pies zapateando en el piso, luego sus cacas o su pis cayendo por el sistema de desagüe (que era un artilugio notable hecho de hojalata y dispuesto de modo que el culo del nervioso conejo nunca podía esquivarlo).
Una noche típica mía tras la llegada de los conejos consistía en despertarme a media noche con una pesadilla en la que indefectiblemente una gran rata se había metido en mi cama y me estaba royendo los pies o la cabeza. Estar despierto es peor que dormir, porque ahora me hostigan los trasgos de verdad. Desde las puntas de los dedos de mis pies, envueltos en la cosquillosa guata de la cobija, repta un extraño hormigueo por mis piernas hasta ir a agazaparse en la parte enferma de mi espinazo. Cualquier cosa que tenga encima empieza a ahogarme. Primero me saco el corsé de yeso, luego la camiseta interior y me rasco la espalda, todo en vano. Lo único que consigo rascándome es que el picor se meta más adentro. Desesperado por hacerlo salir me hinco los dedos entre las costillas del pecho, empujando todo lo que puedo. Como en respuesta a mi agonía los animales empiezan a armar más barullo que nunca. Mientras, en el cuarto contiguo, se desarrolla un dueto de ronquidos entrecortado por gritos imbéciles y balbuceos.
Padre relincha de repente... se está riendo. Grita: «¡Dámiche!». Desde que volvió de la guerra siempre dice eso durmiendo y por fin he averiguado que lo que significa es: «¡Dame cheche!». Él era el menor de nueve hermanos y parece que estuvo mamando hasta la primavera en que cumplió trece. En un principio pensé que no estaba dormido y todo era un subterfugio enrevesado para convencernos que no era apto para trabajar. Pero ya no lo creo, porque he visto con qué envidia me mira cuando me bebo mi ración por convalecencia de leche en polvo. Así que su sueño recurrente es muy real, originado a la vez por un ansia inmediata y por la añoranza de los goces de la infancia. La obsesión materna de padre no me choca lo más mínimo, si es eso de lo que se trata. De hecho lo encuentro muy chistoso. La imagen de padre chupando de la teta de la abuela es grotesca, ya, pero al fin y al cabo siempre he tenido debilidad por el esperpento. Lo que no significa que su grito de ¡dámiche! en mitad de la noche no me sobresalte igual que antes. Que la palabra en sí sea un jeroglífico y haya tenido que descifrarla yo, aunque lo haya logrado, lo vuelve todo aún más insidiosamente siniestro.
Reducido a un manojo de nervios por aquella serenata en la oscuridad, empiezo a imaginar que mi cuerpo está a punto de desintegrarse tanto por dentro como por fuera. El ruido se vuelve insoportable y trato de taparme la cabeza con la cobija, pero todo lo que consigo es arrancarle puñados de algodón del relleno mientras sigue pillada en mis piernas. La comezón de mi columna no para de empeorar. Es algo que siento desprenderse, como burbujeantes gases de ciénaga, de los residuos de mi caótico cuarto —pelusas, guiñapos, papelillos llenos de mocos— y que va calando mi cuerpo. En un intento desesperado por contener el picor que no puedo alcanzar, me crispo entero. Vuelvo a escuchar a los conejos gimotear en el armario: uuh uuh. «¡Qué gritito tan insulso —pienso— para unas criaturas que meten tanto ruido!»
Yasuoka Shōtarō
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myhelaxavier · 3 years
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Chicos Universitarios
3/8
Armie pasó más tiempo en el baño de lo estrictamente necesario la mañana siguiente, se demoró más tiempo en afeitarse, lavándose a fondo en la ducha, pasando una cantidad innecesaria de tiempo en el retrete; no es como si alguien más necesitara de los servicios de higiene, el chico al otro lado del pasillo pasa todas las noches en la casa de su novia, y la única otra persona en su lado del pasillo es una chica.
Pero cuando Timmy llegó dando tumbos, con cara de sueño, al interior del baño, alrededor de las once, se encontraba solo.
– Buenos días – Murmuró mientras se inclina sobre el lavabo por un trago de agua, lleno sus palmas con alrededor de quince tragos antes de levantarse y deslizar el dorso de su mano por la boca húmeda – Sin resaca – Sus labios se curvaron en lo más cercano a una sonrisa que había visto a Tim reunir por la mañana – Buena suerte, supongo – La risa caída y fácil termino por tensarlo con fastidio.
— Sí… anoche te escuche – Sus palabras sonaron más molestas de lo que había previsto, no es que las actividades nocturnas del chico habían sido lo suficientemente intensas como para mantenerlo despierto toda la noche; negó con la cabeza – Timmy, lo siento – Cuidadosamente revisó la expresión del niño, preguntándose si ahora él cree que es un loco pervertido, pero para su sorpresa notó las suaves mejillas fuertemente sonrojadas.
– Oh, Dios mío – Los espesos risos chocolate cubrieron sus ojos, pero puede notar la mortificación en sus palabras, se siente jodidamente mal ahora que puede ver otra versión de Timmy, nervioso, delgado, parecía más pequeño y tal vez un par de años más joven – Yo no... No traje a nadie durante la noche, lo prometo.
Sus palabras sólo lograron confundirlo más, ¿Qué quiere decir Tim con eso? Él niño pudo haber estado masturbándose solo, pero en realidad había escuchado a más personas dentro de la habitación, su mente tardo un momento en reconocer de lo que Tim había estado haciendo anoche, golpeándolo como un destello cegador; sus propias mejillas se ruborizaron, trago duramente antes de susurrar – ¿Porno? - No sabe por qué se siente tan sorprendido, después de todo, sus amigos y ex compañeros de habitación, pasaron la mitad de sus horas de “estudio” viendo esos videos, nunca entendió realmente lo que encuentran de excitante en ver aquellas imágenes, nunca descubrió en que debería de enfocarse y por lo general siente más pena por las chicas de lo que logra excitarse.
— Sí, ummm… porno – Timmy rodó los ojos, sus esponjosos labios se torcieron en una pequeña sonrisa, incluso dejó escapar una risita curiosa – Lo siento, usare mis auriculares la próxima vez.
Puede decir que no se siente incómodo de ninguna manera, lo cual es agradable, no es como si no se hubiera encendido al escucharlo, en una reacción completamente natural de su cuerpo – No te preocupes por eso – Adoptó una actitud más relajada – Por lo menos no había ninguna de esas falsas chicas con pechos de plástico orgásmicas – Tomó su cepillo de dientes y pasta dental, preparándose para salir del baño; pero cuando asintió con la cabeza en un adiós al niño, él está de pie con la boca abierta, como si estuviera confundido.
— ¿Chicas orgásmicas? – Timmy ladeó la cabeza, como si estuviera analizando sus palabras.
— Sí – Respondió mientras encogía de hombros, nunca había hablado sobre el porno con sus amigos, pero por alguna razón sentía que con Timmy no tiene que preocuparse por sonar como un bicho raro – Tienes que admitir, que suena bastante falso cuando las chicas porno comienzan a hacer todos esos ruidos desagradables – Se estremeció, añadiendo un poco de drama para el efecto, a cambio el niño parpadeó, tiene la frente fruncida en un momento de pensamiento – Sí, completamente asqueroso; no está seguro lo que significaba ese aspecto, pero Tim no parece molesto o enojado ni nada, así que se encaminó rumbo a la puerta.
— Estaba pensando… ¿Quieres ir a buscar algo para desayunar? Estoy pensando en aventurarse fuera del campus – Hay algo raro en la voz del niño, pero piensa que se debe a que Timmy está cansado.
— Claro, eso sería genial – Respondió con una pequeña sonrisa para después salir del cuarto de baño, al pasillo, parpadeando en un intento por acostumbrase a la luz solar, la cual se filtra por las ventanas; había permanecido demasiado tiempo en el oscuro cuarto de baño.
Sólo le tomó unos minutos tomar un par de vaqueros limpios, una de sus camisetas a cuadros y su par de deportivas blancas, para estar completamente vestido, Timmy estuvo listo unos minutos después,  creía que al niño le podría tomar un poco más de tiempo estar listo, como si tuviera algunas cremas o tratamientos especiales para aplicarse en su lechosa piel, pero para el momento en que llamó a su puerta, encontró al niño tan desaliñado como lo había estado en el baño, con un suéter gris demasiado grande para ser de su talla, un par de pantalones negro y botas estilo militar; los rizos húmedos que se pegan a sobre su frente y mejillas, luciendo más adorable de lo que un hombre debería tener permitido.
— ¿Estás listo? – Timmy mantuvo su distancia, recargándose en el marco de la puerta, como si lo hiciera sentirse incómodo ver el interior de su habitación.
— Claro – Deslizó su billetera en el bolsillo trasero de sus pantalones al igual que su celular, pensó en invitar al niño y mostrarle el interior, pero, en realidad, no tiene nada, excepto por la pequeña cama y las estanterías, no tiene un televisor o algún reproductor de música.
– ¿Caminaremos? – El pasillo está vacío, pero un estremecimiento de nervios lo recorrió al darse cuenta que esta es la primera vez que Timmy y él salen juntos, bueno, fuera de sus habitaciones o el baño.
— Por ahora tengo un auto, supongo que tengo que usarlo antes que mi hermana reclame su derecho de hermana mayor – Bajaron por las escaleras, Tim dirigió el camino hasta la planta baja; parecía como si estuviera corriendo fuera del edificio, y no tiene idea del por qué lo hace.
— ¿Entonces ella tendrá el auto? – A pesar que es casi abril, el clima aún es frío por la mañana, cerro su chaqueta mientras seguía el ritmo, el niño desaceleró al cruzar la calle que separa el campus del sistema de carreteras; no hay ningún estacionamiento de estudiantes cerca a los dormitorios, excepto por el lote reservado para los profesores de la tercera edad, otros estudiantes con autos aparcan en las calles laterales del barrio.
— Sí – Timmy sonrió, hay algo más en su expresión, un poco de un guiño, si no lo supiera, podría pensar que Tim está coqueteando con él, por supuesto que no podría ser el caso, teniendo en cuenta que él no es gay — Es una tontería para mí mantener a la bestia aquí, con lo mucho que pago en gasolina y tickes de estacionamiento, pero sólo la tendré por unos meses más, así que no puedo soportar a renunciar a ella aun – Se detuvieron frente a un auto europeo envejecido, el acabado en cromo se resquebrajaba fuera de los detalles, pero tiene asientos de cuero que podrían haber sido de primera línea en sus mejores años.
Timmy abrió su puerta y luego se inclinó sobre el asiento delantero para girar la cerradura para que pudiera entrar; cuando se acomodó en el lado del pasajero, el chico bajo su mirada, como si estuviera avergonzado.
– Las cerraduras eléctricas no han funcionado por un tiempo, lo siento – Él le sonrió al ver los gestos nerviosos de Timmy, nunca pensó que se preocuparía por las características del auto
– No te preocupes, al menos tú tienes un auto – Tras la muerte de su madre, su padre tomo las llaves de su auto negándose a devolverlas, tenía la extraña idea de que saldría del campus a todo tipo de fiestas descontroladas y sería un inconsciente como para conducir borracho, realmente no le importa estar atrapado en el campus la mayor parte del tiempo, siempre tenía alguna actividad por hacer.
— Sí, finalmente – El niño dijo cuando el motor encendió, y condujo fuera de la plaza de aparcamiento, no podía adivinar cómo se las había arreglado para estacionar en paralelo en un espacio tan estrecho.
Cuando llegaron a la intersección donde el camino más pequeño conduce a uno más grande, pulsó las direccionales, aunque no hay nadie más a su alrededor; tomó la curva antes de dispararle una amplia sonrisa – Apesta no ser capaz de obtener una licencia hasta los dieciocho años en Nueva York – Con un movimiento astuto de su mandíbula, dijo – Tus muchachos en caimán probablemente conducen a los doce años – Tim imitó un mal acento de la isla.
Soltó una carcajada ante sus palabras – Idiota – Fue muy divertido como el niño hizo esas estúpidas imitaciones, algunas palabras fueron acertadas, pero otras son simplemente tontas – Y sí, conseguí mi permiso a los quince, pero mi padre apenas me otorgaba permiso para tomar la camioneta –
— Oh, lo siento, por supuesto que no – Tim rio, obviamente burlándose un poco más, sus labios tiemblan, como si tratara de detener a su inteligente boca de decir lo siguiente que se encuentra en su mente, sus ojos brillaron con risa antes – Los chicos finos tiene su propio chofer – Burbujeó hacia fuera.
— Cretino – Golpeó el brazo de Timmy en un golpe falso, no puede dejar de sonreír. Peter puso su otra mano en el volante por lo que podría frotar su brazo, fingiendo estar herido.
– Wow…. Bastante duro para un chico de golf.
Inclinó la cabeza hacia atrás, pretendiendo estar indignado a pesar de que apenas puede contener su risa – Jodidos neoyorquinos, pensando que lo único en el mundo es el béisbol.
Ellos se burlaron él uno del otro el resto del viaje en coche, con simulacros de tonterías terminando en cosquillas en el momento en que Timmy aparco frente la cafetería. Es uno de esos lugares que tienen toda clase de alimentos para el desayuno, junto y por alguna razón, también sirve comida italiana y tailandesa, ya había estado allí antes, cuando el entrenador los llevó a festejar después de ganar el pase para Playoff.
— ¿Este lugar está bien golf? – Al parecer, Timmy no dejaría en paz el apodo, aunque para su jodida suerte, es ridículamente adecuado, su padre le había enseñado a jugar golf desde los doce.  
— Sí, siempre y cuando tenga panqueques lo suficientemente grandes – Siguió a Tim fuera del auto, por las escaleras y al interior del comedor; el lugar está organizado en una serie de cabinas con cojines de plástico color rojo y las mesas tienen acabado de metal envuelto alrededor de los bordes.
Una de las camareras les hizo un gesto hacia la parte delantera del lugar, donde puede ver que hay algunos otros clientes, a medida que se acercaban a las mesas y pasando por la sección de postres, su estómago se hundió.
Sobre el borde de las cabinas, puede ver las cabezas y los rostros de parte de su equipo de fútbol, sus viejos compañeros Zander y Guillian, estaban sentados con Josh y algunos de los otros chicos, no está seguro de si habían estado fuera toda la noche o se habían despertado temprano para el desayuno, pero lo primero le parece lo más probable; por desgracia, si habían estado de fiesta hasta la mañana, es muy probable que todavía estén ebrios; tomó el brazo de Timmy con más fuerza de la que quería.
– Hey Timmy, ¿quieres ir a otro lugar? – Sólo tuvo tiempo de ver al niño inclinar la cabeza con confusión antes de que viera una figura ascender de la cabina por encima del hombro de Tim, Guillian parpadeó frente a ellos, con los ojos inyectados en sangre.
– ¡Hey! – Levantó un dedo para señalarlos, deseó con todas sus fuerzas poder fundirse en un charco en el suelo y poder llevar a Timmy con él — ¡Hey, Hammer! ¿Quién es tu amigo allí?
Sintió al niño ponerse tenso de espaldas a Guillian, vio como el miedo, la ira, y entonces una fría resignación brilló en los ojos verdes, por un instante, se preguntó si Tim iría directo a la mesa de los chicos, y ser desagradable con ellos hasta avergonzarlos y dejarlos en el silencio, sin embargo, él niño se mantuvo firme, centrando su mirada en él.
– ¿Quieres salir de aquí Armie?
No lo sabe, su intestino se retuerce ante la idea de salir huyendo del lugar, nunca había estado en una jodida situación vergonzosa, ni siquiera en las prácticas de fútbol, pero tampoco pretende hacer una escena, respiro profundamente antes de ver a Timmy con simpatía – ¿Te importa quedarte?
El niño tiro de uno de sus rizos para después acomodarlo detrás de su oreja – Son tus amigos, no me importa realmente – La suave y cálida voz se había vuelto repentinamente fría, y la forma en que inclina la barbilla en un obvio acto de no me importa una mierda, pero no le importa cualquier cosa que Timmy haga para protegerse a sí mismo, cualquier cosa está bien para él, vio por encima del hombro del niño y saludó fríamente.
– Hey, chicos – No está seguro si debe tocar el brazo de Tim, o incitarlo a avanzar, pero el niño pareció captar la idea, sin tenerlo en cuenta continuo a su lado mientras avanzan — Tarde noche, ¿eh? – Asintió con la cabeza hacía la mesa – Nos vemos en la práctica más tarde chicos – Trató de no detenerse en la mesa mientras pasaban frente a ella, pero Josh se colocó de pie como pudo en la incómoda cabina, entendiendo la mano para golpear su hombro.
– Hey, hombre ¿Cómo estás?
No quiere mandar a la mierda a su amigo, por lo que se forzó a detenerse y estrechar su mano – Todo está bien…. Sólo ocupado – Se siente mal, por tener a Timmy al lado suyo, de pie y en silencio, por lo que agregó rápidamente – Él es Timmy Chalamet, vive al lado de mío… En DeJardin.
La mesa de jugadores estudio a Tim con suspicacia obvia, y por un momento sintió la necesidad de dar vuelta y mirar al niño igual que ellos ¿Timmy parece homosexual para un observador casual? se había acostumbrado al esponjoso cabello rizado y la ropa a la moda, colorida y brillante que suele usar, él se había acostumbrado a la presencia suave, pura y hermosa del niño, tomándola como algo plenamente normal.
— Uh, sí… Lo conocemos – Josh dijo con una mirada de disgusto en su rostro, la expresión de Zander es ilegible, pero un par de los otros chicos en la mesa están riéndose detrás de sus puños.
El calor subió a su rostro, dio un apresurado adiós antes de cruzar los pasos restantes para alejarse de la mesa, Tim se sentó en su frente suyo cuando llegaron a su mesa, el niño se deslizo lo suficiente en el asiento para que su cabeza quedara por debajo del stand.
– Bueno, eso pudo ser peor – Timmy dijo con sarcasmo.
Por su parte, aun no descubre cómo sentirse acerca de lo que acaba de suceder, descartando a Josh, la mayoría de los chicos en el equipo son bastante abiertos, o eso es lo que pensaba, después de todo, están en una Universidad liberal ¿Por qué alguien iría allí si no se siente cómodo con los estilos de vida alternativos?
– Lo siento por todo eso – Dio un largo suspiro, mientras intenta obtener la calma que no siente, en su mente, imaginó la sexi música de rap que a Tim le gusta escuchar mientras está estudiando, abrió su menú y decidió fingir que ambos se encuentran en la intimidad de sus dormitorios – Josh puede ser un idiota a veces – Lo dijo en una voz lo suficiente baja para que los chicos a unas pocas mesas de distancia no pudieran escuchar.
— Si, siempre hay uno en cada grupo – Tim retiró el cabello de sus ojos, analizando su propio menú.
La camarera llegó y vertió café en las tazas. Fortalecido por la cafeína, trató de entablar una conversación, pero parecía que cada vez que Timmy se relajaba lo suficiente como para conseguir hablar y continuar la conversación; una palabra o una frase llegaba de la mesa de su equipo de fútbol — …Jodido… Despreciable … Maricón … Desviado… —  No sabe de lo que están hablando; puede ser cualquier cosa, pero es difícil de creer, después de la mirada que Josh le había dado a Timmy y a él, se pellizcó el puente de la nariz, deseando poder ignorarlos mejor.
– Normalmente no son tan imbéciles – Quiere extender su brazo a través de la mesa y tocar la mano de Timmy, echa de menos estar en la intimidad del auto, donde puede darle golpecitos juguetones al niño en el brazo o tal vez darle un poco más de lucha, cualquier cosa para conseguir sacar esa mirada fría del pequeño rostro – Es sólo que Josh es un estudiante de mayor grado y los chicos sólo lo siguen, tratando de conseguir su estúpida aprobación – Eso es lo mejor que puede explicar, los chicos no son homofóbicos, incluso Zander creció en San Francisco y fue a la Marcha del Orgullo una vez con su tío homosexual.
— No me molesta – Timmy habló apenas por encima de un susurro, los brillantes ojos verdes, ahora lucen completamente vacíos y apagados, una parte del niño se cerró, y su rostro es aún más pálido, como si estuviera muerto por dentro, quiere jodidamente matar a los chicos por comportarse como unos cretinos.
– ¿Seguro que no quieres irte?
Su comida llegó y Timmy se comenzó a comer con una tranquilidad calculada, entre bocado y bocado, respondió – Nop, estoy bien – Su mirada parpadeó, pudo distinguir un destello de dolor desgarrador – Seguro saldrán pronto, además, no quiero tener que pasar por delante de ellos de nuevo.
— Muy bien – Entendió todo lo que le había costado a Timmy decir eso en voz alta.
Mantuvo su rostro sereno y firme, no permitirá que su propia irritación se añadiera a las molestias del niño – Ummm… ¿Cómo están tus wafles?
Tim le dio una respuesta sin entusiasmo, pero no parecía ignorar su mal humor.
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Es tarde cuando escuchó a Armie volver a su habitación el jueves siguiente; reconoció el sonido del hombre pisando fuerte al lado, pero no está seguro de si Armie intenta sonar lo más ruidosos posible por alguna razón o si simplemente está borracho.
— Hey, Armie – Había estado dejando atrás su forma de ser extra amigable desde su desafortunada cita.
Aunque, por supuesto, realmente no había sido una cita, había estado completamente desilusionado pensando sobre eso, pero, independientemente, su primer intento de interactuar fuera de sus habitaciones había resultado en un completo desastre, y desde entonces había buscado sentirse de vuelta en equilibrio.
— ¡Hey, Timmy Tim! – El volumen y la cadencia de la voz del hombre le confirmo que se encuentra alcoholizado – ¿Buenas noches?
Observo su libro de filosofía abierto sobre su cama, maldijo al profesor que había establecido el examen para el viernes; los exámenes de la mayor parte de las clases iniciaron a principios de esa semana y parecía que todo el campus había comenzado con las celebraciones anticipadas post-examen – Sólo estoy preparándome para el examen de mañana.
— Oh, Timo lo siento, lo había olvidado, apesta que aún te quede uno.
— Sí – Cerró su libro marcando la página y lo dejó a un lado, su visión se volvió un poco borrosa por pasar varias horas repasando los diferentes autores.
— Deberías desahogarte – Le respondió el chico a través de la pared.
Su voz es diferente, más tranquila e incierta, no entiende completamente a qué se refiere, por lo que respondió lo primero que proceso su mente – Sí, tengo un par de fiestas en fila para mañana por la noche – Al lado, escucho algo moverse y después el sonido de la puerta de Armie abriéndose, aun así, los golpes en su puerta lo sorprendieron y él levantó la vista – ¿Sí? Entra.
Sabe que es Armie, pero eso no le impidió evitar tener la sensación de mareo cuando lo vio de pie en la puerta de su habitación, un rubor se instaló en las mejillas del hombre, pero no puede decir si se debe al frío exterior o si se siente avergonzado; su cabello rubio parece brillar bajo las luces del pasillo — ¿Puedo entrar?
Él parpadeó sorprendido – Sí, claro, adelante – Apiló sus libros y papeles en el suelo al lado de su cama; para después arrastrase hasta el otro extremo de la cama.
El único otro lugar para sentarse es una silla, su pulso se descontrolo cuando se preguntó que elegiría el hombre para sentarse; estuvo a punto de tragar su lengua y comenzar a balbucear cuando Armie eligió acomodarse a su lado, el hombre reboto como un perro labrador feliz sobre su cama, puede oler la cerveza y el sudor sobre él hombre, pero bajo eso puede sentir, la rica y masculina esencia de Armie que siempre deja atrás en las duchas.
— Entonces ¿Tienes planes para ver porno esta noche? – El hombre hizo un gesto hacia su computadora portátil sobre su estante; Armie se estiró, recostándose sobre sus almohadas con naturalidad, como si no hubiera sugerido algo loco.
— Ummm… – No está seguro de cómo responder, no quiere avergonzarse en caso de que de alguna manera estuviera interpretando mal la sugerencia de Armie – ¿En serio?
— Timmy Tim, deberías ver tu cara – Armie le golpeó el brazo, con su clásica manera de lucha falsa como la que tuvieron en el coche, el hombre lo observa sus grandes ojos azules, toda ingenuidad y tentación – Vamos, no es gran cosa.
Inútilmente trató de cubrir su pánico con una risita – No todos los días alguien me pide una cita para ver porno – Espera que el hombre este demasiado borracho cómo para escuchar su voz temblorosa; desde el cumpleaños de Armie, hace un par de semanas atrás, sus amigos y compañeros de fútbol habían estado presionándolo para que bebiera más allá de su límite, normalmente ese acto le enfurece, no cree que sea bueno para Armie consumir grandes cantidades de alcohol, pero sólo por esa noche está agradecido, ya que probablemente el hombre no lo recordaría – Debiste comprarme un ramillete y rentar un traje lindo.
— Idiota – El hombre le dio un puñetazo en el brazo de nuevo, aunque esta vez fue menos que una bofetada y más un golpe, sonrió ante ese buen carácter, de chico de isla – Solía verlo con mis antiguos compañeros de habitación todo el tiempo.
Sonrió burlonamente – ¡Qué heterosexuales!
Armie ignoró su comentario sarcástico y utilizó su pie cubierto con un calcetín gris para apuntar hacía su computadora portátil, como si fuera demasiado perezoso para levantarse de la cama – Enciéndela, Timmy Tim, quiero ser sorprendido y asombrado.
— Está bien – Está lo suficientemente lejos para llegar a su ordenador.
Trató de distanciarse emocionalmente de las acciones que Armie insinúa realizar, a pesar de que su miembro ha comenzado a endurecerse y su piel se siente tan hormigueante que le preocupa trepar por el regazo del hombre si no se controla lo suficiente.
— Entonces… ¿tienes un sitio favorito o algo así? –  Armie respondió mientras se acurruca con las piernas cruzadas, sus ojos fijos en la pantalla, paso la lengua por los esponjosos labios, luciendo jodidamente sexy, su mirada azul es intensa, excitada y curiosa, maldición; creyó que su propio cuerpo estallaría en llamas al tener tan cerca el cuerpo del jodido Armie Hammer.  
Deseó estar borracho también, entonces tendría una excusa para inclinarse y besar los labios húmedos y rosados del hombre, podría tocarlo, acariciarlo quizás, y sin dudas ofrecer una mamada y en caso de que Armie lo rechazara, entonces podría culpar al alcohol al día siguiente; pero para su desgracia, está sobrio y es demasiado cobarde como para intentar hacer algo más – Sí, hay algunos que me gustan – Trató de sonar indiferente, aunque su mano tiembla mientras se esfuerza por usar la pantalla táctil – Algunos pueden ser bastante… asquerosos – Abrió un sitio que piensa, no asustaría al hombre demasiado; la ambientación es limpia, los chicos son jóvenes y guapos, la iluminación es buena, todos usan codones. – Así que, eh… ¿Qué quieres ver?
No puede ver al hombre mientras espera la respuesta, mantuvo los ojos pegados a la pantalla como si las imágenes en miniatura fueran las cosas más fascinantes que jamás había visto, pero escuchó con cada fibra de su ser lo que Armie responde — Uh... ¿qué quieres decir?
Confundido, volvió rápidamente la cabeza para encontrar el rostro de Armie a escasos centímetros de su rostro, el chico está observando la computadora, con el enorme cuerpo alineado con el suyo, pero no se tocan en ningún punto; a diferencia suya, que estuvo fingido estar interesado en la pantalla, Armie ve las pequeñas imágenes con los ojos muy abiertos como si estuviera aterrorizado y fascinado a la vez, la expresión rompió algo dentro de él, hizo su interior líquido y caliente, tragó duramente en un intento para calmar sus nervios – Bueno, hay videos de chicos masturbándose, algunos en los que dos chicos están haciendo mamadas…
— ¿Quieres decir que no todo es sobre follar el trasero del otro? – Armie explora la página, y cuando encontró lo que parecía buscar, lo señaló con el índice – Esos chicos parece que van a hacerlo.
Está señalando una vista en miniatura, donde un hombre se encuentra acostado sobre la espalda, extendiendo sus piernas, tecleó para agrandarla y vio que el agujero del tipo se veía húmedo con lubricante y el hombre que se agachó entre sus piernas rodo un condón sobre su miembro.
Su propia polla comenzó a latir desesperadamente cobrando vida y su cuerpo pasó de sentirse caliente a tengo que venir o moriré, arrastró una manta sobre su erección, pero está seguro que Armie puede ver la cosa saludando desde su entrepierna; se había puesto una pequeña camisa blanca sin mangas para ir a la cama, pero la sensación del calor que desprende el cuerpo del hombre, es tan jodidamente cercana que parece envolverlo, hizo que sus músculos se sintieran como si fueran a saltar lejos de su piel.
– Escucha hombre, debo irme a dormir.
Armie lo vio como si le hubiera robado su cachorro – Pero... Quiero ver – Se quejó con una mirada insistente – No me importa si tienes una erección, es totalmente normal cuando estás viendo este tipo de mierda – Gesticuló a la pantalla con un movimiento descuidado.
— Oh, Dios mío Hammer – Luchó contra una ola de risa histérica – Bien, por lo tanto ¿Estás diciendo que quieres ver a dos tipos follar? – Alzó las cejas, esperando que Armie explicara con más detalle a que se refería, no tiene idea de lo que está esperando ¿Armie está admitiendo ser gay? ¿O se lo cuestiona? ¿Quizas curioso? Pero para su mala suerte, Armie no dio más detalles, en su lugar, se limitó a asentir en ese sentido relajado.
– Sí, suena bien – El hombre se sentó con las piernas cruzadas, lo que hizo que su camiseta suelta se instalara en un charco en su regazo, se preguntó si Armie también trata de esconder una erección, pero fue entonces cuando se dio cuenta que está observando directamente la entrepierna de Armie, obligó a sus ojos a volver a la pantalla.
– Bien, lo reproduciré – Hizo clic en la imagen y esperó a que el vídeo cargara, cuando los dos actores aparecieron en la pantalla, totalmente desnudos y asumiendo ese modo de estrellas porno, encontró que no es la acción en la pantalla lo que lo hizo temblar, es la manera en la que Armie se movió casi imperceptiblemente más cerca suyo — ¿No lo encuentras repugnante? – él susurró.
Los chicos en la pantalla se comenzaron a besarse, frotando los brazos y el pecho del otro — No, es igual a cualquier otro porno, supongo – Armie se apoyó aún más cerca, y su aliento cosquilleó en su oído.
Cerró los ojos, sintiendo la tensión desesperada volando por el aire, está hinchado con deseo y aturdido de aguantar la respiración, su piel se eriza con sudor nervioso, no creía que su imaginación fuera mutua, pero no puede decirlo; una vez que trató de controlar el latido de su corazón y relajarse de una puta vez y para ver el maldito video, pero los besos de los chicos en la pantalla son más profundos, sus pollas aplastadas juntas, y simplemente no puede soportarlo más; sacudió la cabeza para despejar la vorágine de emociones y se volvió hacia Armie – Hammer, realmente tengo que ir a dormir, mi examen es en cinco horas – El sonrojo llego al rostro recién afeitado de Armie, la sombra carmesí, baja hasta la muesca de la clavícula que se muestra por encima del cuello de su camiseta azul, las pupilas completamente dilatadas y los labios muy húmedos; necesita salir de su habitación antes de comenzar a besar al hombre y aplastarlo sobre el colchón – En serio Armie, tienes que salir. – Sabe que suena molesto, pero no tiene ni puta idea de cómo decirlo de otra manera, necesita que Armie se vaya, con su jodido aroma, sus ojos inocentes y su cuerpo demasiado enorme y bueno para ser cierto.
— Oh, sí lo siento Timmy – El hombre salió de la cama, su tono pasó de ser jovial a algo torpe, los amplios hombros se hundieron– No quise interrumpirte.
— No te preocupes, sólo necesito dormir un poco – Le dijo a la espalda de Armie – Tal vez en otro momento podríamos... – Cerro la boca con fuerza, sin entender por qué había dicho eso, pero, al parecer, a Armie no le pareció raro, porque no se molestó en mirar hacia atrás.
– Buena suerte mañana Timmy Tim – Para después deslizarse por la puerta.
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la-chica-insomne · 3 years
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Retrospectiva insopniatica
Bueno, mi psicólogo me dijo que la mejor cura para mi insomnio era escribir el mar de pensamientos recurrentes que surgen a esta hora, así que bueno para quien sea que lea esto... espero estés cómodo y tomando algo caliente para disfrutar de una extraña lectura.
El primer pensamiento que llega a mi cabeza a esta hora son MIS ERRORES
Y lo pongo en grande porque estoy segura de que son muchísimos , al igual que todo el mundo , todos tenemos algún error que al recordarlo nos decimos “ porque lo hice?” , “ porque no lo hice?” “ porque no lo dije” “ porque lo dije” “ porque me cogí a esa persona?” “ Porque no me cogí a esa persona?!”
Son muchas las cosas que me atacan a estas horas , pero tratando de relatar brevemente algunas de ellas... creo que podría dejártelo en 3 pequeñas grandes cosas:
1-Mi cobardía:
Carajo no saben cómo me arrepiento de no haber dicho tantas cosas, si es cierto , me arrepiento de cosas que he dicho , pero son más las cosas que no dije las que me causan frustración. Nietzsche dijo una vez “ nos afecta más lo que no nos pasa que lo que nos pasa” de cierta forma... tiene mucha razón... estamos acostumbrados a derrumbar nuestro castillo de expectativas y sueños en base a miedos e inseguridades , pero no puedo culpar a nadie... duele intentarlo y fallar... pero no hacerlo es mucho peor.
A cuantos no nos pasó que estábamos enamorados , vueltos locos por alguien y por pensarlo de más, es demasiado tarde , luego ves a esa persona casada con alguien más , siendo feliz con alguien más o no haber podido decirle a un ser querido cuanto lo querías antes de perderlo para siempre , tenemos más palabras para los muertos que para los vivos y más arrepentimientos de desamor que victorias en el corazón y todo eso por la puta cobardía del que pasará si lo digo , cambiará todo? Perderé a esa persona por decirle lo que siento? Me arrepiento más de los besos que no di de los que pude dar. Tampoco diré que al día de hoy digo todo lo que pienso , porque es un miedo que todos tenemos , perder, nos guste o no, perder es el miedo más grande de las personas, no lo decimos o demostramos , pero nos aterra el futuro, el que pasará si mando todo al carajo y el resto que más da , arriesgarse es un juego de apuestas donde ganas o pierdes... aunque te aterre tirar los dados.
2-Lo Extraña que soy
Desde que era un pequeño ser de apenas unos años de vida la gente se encargó de recalcarme lo rara que era, yo no me consideraba rara , solo... diferente , recuerdo tender 6 o 7 años e irme cada recreo a la biblioteca del colegio a leer libros como Frankenstein, cuentos de Edgar Alan poe, poemas de Bendedetti y los libros que me recomendaba mi abuelo sobre amores en los tiempos de guerra y catástrofes naturales , recuerdo quedarme hablando con un perro que se colaba en el colegio y contarle todos los secretos prohibidos de mi mente extraña de infante y estoy casi segura de que a veces podía entenderme o al menos empatizar conmigo... recuerdo las sacadas de chucha de mis compañeros en Arica, diciéndome que era una “ plaga “ y una “ subnormal” una “ rara” y diciéndome que nadie nunca me va a querer... No entendía como unos niños podían ser más crueles que un adulto , si se suponía que ellos aún no debían conocer la maldad y no debía tenerles miedo...
Recuerdo que me quedaba casi todas las clases dibujando cosas en las orillas de mi cuaderno , las profesoras me quitaban el lápiz y yo sacaba el pan que me mandaba mi mamá para el almuerzo y me quedaba haciendo figuritas de pan con mis dedos , hasta las profesoras me miraban raro , era la niña con los problemas en su familia , que no prestaba atención a las cosas que decían en clase y se quedaba mirando la ventana y como se movían las hojas, suspirando por la nostalgia de ver a los pájaros volar y poder algún día convertirme un uno y migrar lejos de allí.
Cuando crecí nunca me interesó mucho ir a fiestas , hasta el día de hoy prefiero beber en buena compañia a estar rodeada de un mar de desconocidos regalando besos sin amor. Mis círculos siempre han sido pequeños y por alguna extraña razón siempre le he desagradado a un alto número de personas ya que diecen que es extraño que alguien sea tan feliz teniendo tanta mierda en su vida , y que esperan? Que marche con una lluvia de lágrimas en mi cara por la vida regando mi pena en cada flor que me tope? Eso es patético...
Comencé a escribir a los 15 años , historias de aliens que llegaban a la tierra para enseñarnos el verdadero sentido de nuestras vidas , componiendo canciones de desamor , cantándoselas a la luna , subiéndome al techo por las noches a hablarle a los astros para ver si alguno podía darme una señal... leyéndome a mi misma si soy un bicho raro, pero solo un poco...
Ya me acostumbré a no encajar , hasta me gusta a veces , encuentro gente que no encaja y logró encajar en pequeños rompe cabezas llenos de piezas que restaban , me gusta ser la pieza con algo roto... me gusta ser diferente , me gusta amar lo diferente , quizás ese sea el único amor que si me ha correspondido.
Y por ultimo y lo más grande , lo que más dudas y pensamientos ha generado en mi vida...en especial por las noches.
3- El AMOR
Siempre he pensado en el amor como la fuerza más poderosa en la tierra , el amor desde tiempos de antaño ha sido capaz de iniciar y terminar guerras , de dar vidas y de quitarlas, de cambiar completo rumbo de la vida de una persona.
Tanto el amor como el desamor son cosas tan fuertes que creo que ni todo el dinero del mundo puede ganarle a la fuerza del amor.
Desde niña siempre he dicho
“ Es una mentira que el amor está a la vuelta de la esquina , porque de ser así, nadie sufriría por amor “
Y creo que ese siempre ha sido mi caso, nunca he, ni me han correspondido , es triste decir que nunca has hecho el amor... solo has teñido noches divertidas , cogidas repentinas y besos apasionados con desconocidos que por un segundo te hacen sentir bien...
Como nunca me sentí como una mujer de mi edad cronológica , siempre me fijé en hombres como yo...
Extraños , desentendidos, que sabían lo que querían... pero ese algo nunca era yo.
Yo fui la otra mujer, la mujer para pasar el rato , el secreto que le ocultaron a sus señoras , la chica con la que tenías polvos en el trabajo y la mujer que te hacía sentir no tan solo pero no lo suficiente como para amarla
En fin , una larga y extensa lista de como yo nunca pude ser correspondida por el amor , sin embargo , amo el amor , y las grandes excusas siempre han sido las mismas...
 ♤ No creo estar lista para tener sentimientos tan fuertes
♤ Que dirá el resto si estamos juntos? Nos mirarán mal
♤ Me gustas... pero no lo suficiente para comprometerme a algo serio
♤ Estoy seguro de que puedes encontrar a alguien mejor que yo
Y mi favorita
♤ Creí que la estábamos pasando bien, no tenías que arruinarlo metiendo sentimientos en esto
Triste no? Mis amigos , mucho mayores que yo siempre me dijeron
“ Eres una pendeja muy madura para tu edad y un hombre no estará listo para eso”
Me habrán tratado de decir que nunca encontraré el amor? Puede ser, ya que siempre me termina gustando la persona que los padres dicen “ él te hará sufrir, créeme” , habitualmente termina pasando.
He intentado que me guste gente mas “ parecida a mi” según mi familia y amigos , o traducido , que este más cerca de mi rango etario , pero sin darme cuenta solo termino usándolos... porque no me interesa en lo más mínimo las banalidades que hablan y los pésimos intentos de un coqueteo iluso... A veces recuerdo a mi abuela diciéndome “ Bájate del árbol!” Cuando me subía a un árbol a leer , pero siempre llegaba mi abuelo a decirle
“ Todos necesitamos un lugar tranquilo para leer y su lugar no es aquí “ ... debería buscar el amor en las copas de los árboles? Quizás me enamoro de un pájaro o un volantin atrapado. Todas las mujeres de mi edad cuando piensan en un hombre “ ideal” o “ guapo” piensan en calugas, pectorales, bíceps, pelo largo y ondulado pero nada en la cabeza, personalidad engorrosa , predecible , superficial , materialista y dramática. Mi “ hombre ideal” no se parece en nada a eso... A mi en cambio...
Me gusta un hombre que sepa seducir , no coquetear
Que quiera desnudarme la cabeza primero , no el cuerpo
Que su biblioteca mental tenga libros y no storys de Instagram
Que como dijo Mary Shelley “ Sea un hombre o más que un hombre. Sea firme con su propósito y firme como piedra”
Que le importe más lo que siente que lo que pensaran de él
Que no le tenga miedo a los sentimientos y al más mínimo rastro de ellos salga huyendo
Que no le tema a dar un beso con los ojos cerrados y el corazón abierto
Y se... que el hombre que describí es tan real como las mentiras de tu ex...
Pero vale la pena soñar , a pesar de tener insomnio.
Creo que estás son las 3 grandes nubes que cubren el cielo de mi mente a la hora de dormir . Y ya son las 3 de la mañana , que como señal divina me dicen que debería acabar aquí , o transformaría esto en un libro. Ahora tienes un pedazo de mi en ti, así que cuídalo y no olvides...
Arriésgate,se auténtico y ama.
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un-pajaro-salvaje · 4 years
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"Por mi Estimado"
[One-Shoot]
Uruguay estaba en su habitación mirando al techo. Se sentía frustrado por más de una razón.
La principal era que la persona a la que más quería estaba siendo cortante y frío con él.
-¿Uruguay?- lo llamó su hermano mayor, Paraguay.
-¿Si?- respondió sentándose en la cama y agarrándose los pequeños rollitos de grasa que se habían formado al sentarse.
-Vamos a ir a la playa, aprontate- dijo sin entrar en la habitación y el oriental pudo oír como se alejaba.
Odiaba ir a la playa, por raro que eso sonara.
Odiaba la arena entre sus pies, era tremendamente desagradable a su gusto, y le traía muy malos recuerdos.
El sonido del mar lograba relajarlo, pero le daba dolor de cabeza si lo oía mucho tiempo.
El viento frío que no dejaba de soplar haciendo contraste con las altas temperaturas lo sacaba de quicio.
El resumen...
Odiaba la playa.
Pero debía ir.
Salio de su cama y se puso su traje de baño porque solo in imbécil rematado iría a la playa con ropa normal si va a estar ahí por horas, y se puso su remera de estampado tropical, un viejo regalo de Estados Unidos de cuando fue a Nueva York ese año.
Cuando salió de su cuarto pudo ver a Argentina saliendo del suyo con un olor a repelente tremendamente fuerte, por lo que supuso dos cosas: que los mosquitos se lo habían comido por la noche, o que había una cucaracha en algún sitio.
-¿Todo bien flaco?- preguntó riendo ligeramente al ver la cara de cansancio del mayor.
-No, los bichos de mierda me re comieron anoche...- gruñó para luego soltar un bostezo.- Espero no enfermarme puta madre...
-Vos tranqui- le sonrió y bajaron los dos al primer piso de su pequeña casa, en la cual se encontraban Paraguay y Guinea Ecuatorial echandose bloqueador entre ellos.
Otra cosa que Uruguay odiaba.
El bloqueador.
No le molestaba en si, pero como su piel era blanca como la nieve era difícil saber por dónde habían pasado el protector y por donde no, y muchas veces terminaba más rojo que Chile y con dolores insoportables por las quemaduras.
Tras prepararse salieron a la playa, que quedaba relativamente cerca de donde vivían, y Uruguay se sentó bajo la sombrilla mientras los demás corrían al agua.
-¿Uruguay? Que curioso, crei que no le gustaba la playa...- dijo Venezuela sentándose a su lado y sorprendiendo al menor, que no se esperaba a nadie.
-No me gusta, pero los cabeza de pija con los que vivo me obligan- suspiró y miró las olas.- Y hasta donde yo sabía a vos tampoco te gusta mucho el mar...
-Estoy en las mismas que usted -agarró un puñado de arena.- ¿Y cómo van las cosas?- le preguntó mirandolo con sus ojos grises.
-Depende de de qué estés hablando la respuesta que te puedo dar.- tosió un poco al sentir un fuerte olor a marihuana ser traído por el viento, y el venezolano no tardó en toser como él. Ambos odiaban las playas por eso también. La gente fumando.
-Supongo que me refiero al sentido amoroso y físico- lo miró con tranquilidad recostandose en una toalla.- ¿No era usted el que me lloraba porque lo estaban tratando feo?
-Ah...eso...¡Yo nunca te lloré!- le dió un golpe riendo ligeramente.
Eso era totalmente cierto.
Uruguay era de los pocos países que lloraban poco o nada en cualquier tipo de situación. Solamente un país lo vio llorar, y eso había sido hacia más de cien años.
-No si no...bueno, hable marico o le tiro arena literal
-Bueno, bueno, calmate...-suspiró y se sirvió un mate, haciendo una pequeña mueca por lo amargo que estaba al ser el primer sorbo.- En lo físico ando bien, estoy re mamado...ahre ojalá, ¡mirá esta panza!¡En nada me dicen a mi La Gorda!- suspiró.
- Mínimo no le dicen muerto de hambre- levantó una pierna y trató de tapar el sol con su pie.
-Supongo... y en el amoroso ando re cagado jaja, no me quiere dar pelota- rió un poco triste y luego miró al otro.- Pero me sorprende que no te moleste que me guste él...
-Ese chamo ya no es un carajito, puede hacer lo que quiera con su vida, al igual que el otro- se encogió de hombros y se sentó mirando al otro.
-Supongo...- suspiró- mientras tanto, yo dudó si la gente no se me acerca porque le tiene miedo a Paraguay o porque no soy interesante- suspiró más amargo que su mate.
-Ya chamo, cálmese- sonrió y miró al mar entornando la vista.
-¿No te trajiste tus lentes?- preguntó alzando una ceja.
-No, nadie con sentido común lleva sus lentes a la playa, lo reconocí solo porque su piel deslumbra pero mal- respondió suspirando- Veo un coño, apenas puedo ver su carita de Ángel bien...
-Maricon- sonrió y le dió un beso cariñoso en su mejilla, haciendo al otro sonreír.
-Solo por usted...- guiñó un ojo.
-Pero no homo
-No homo
Siguieron hablando un buen rato, levantándose y mirando a veces al mar y a veces a las dunas, de un modo bastante agradable para ambos.
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Eso duró hasta que Paraguay salió del agua con una aguaviva en las manos y se la tiró a los dos que hablaban con tranquilidad, haciendo que saltasen y huyeran de donde estaban, para luego volver enojados y perseguir al chileno riendo por media playa hasta que se cansaron.
-¡Bien loco!¡Al fin te movés!- rió el argentino mirando al uruguayo.
-¿Me estas diciendo gordo?- preguntó mirandolo ofendido.
-Si vos fueras gordito ya te hubiera hecho asado, ¿no crees?- sonrió.
-...¿estas diciéndome que sos caníbal?
-Este loco...- rodó los ojos.
-¿Eso es un si?- sugirió Colombia, que se acercaba al ver a Venezuela con ellos.
-¡No!¡No me comería a mi hermano!- gritó un poco fuerte y Paraguay puso una mano en su hombro.
-¿Eso fue doble sentido?- susurró con tono frío.
-¡No la puta madre!- trató de pegarle una piña al paraguayo.
-Igual no somos hermanos de sangre...- susurró el menor mirando como sus hermanos se cagaban a piñas.
-¿No lo son?¿Llevo vivo 200 años y nunca me enteré de eso?-Colombia miró al rayado con una mirada indignada y ojos increíblemente cansados. Se parecían a los de Venezuela en ese sentido, pero eran azul oscuro y no grises claro.
-Colombia, los países no nacemos de parto, creía que ya sabías eso- se sorprendió el venezolano.
-Pues no, nadie se molestó en decírmelo nunca y yo nunca me lo pregunté- respondió con algo de enojo mirando a los dos frente a él.
Siguieron discutiendo un rato hasta que llegaron Panamá y Ecuador a buscar a sus hermanos y volver a su hogar debido a que ya era medio día y el sol pegaba con fuerza increíble.
Uruguay y sus hermanos recogieron sus cosas y volvieron a su casa. Lo primero que hizo el oriental al poner un lie en la casa fue dirigirse a la ducha y poner su estimado Cuarteto de Nos a sonar mientras se sacaba la arena del cuerpo y se limpiaba la esencia marina. O eso fue hasta que descubrió con dolor la quemadura fuxia que tenía en el hombro.
Estaba disfrutando de lo más tranquilo hasta que Argentina aporreó la puerta gritándole que saliera.
-¡Flaco me estoy bañando!- le gritó el oriental molesto sacándose el jabón del cuerpo.
-¡Llevás media hora en el agua!¡Me vas a dejar con agua fría- respondió desde el otro lado de la puerta.
-¿Te acabás de bañar en el mar y me venís a decir que te molesta el agua fría?- el menor apagó el agua y miró a ver si había toallas.
-¡Vos salí!
-Ta, ta, ya va...- se puso a la cintura la única toalla que vio, que resultó tener estampado uno de los escudos de un club de fútbol, y salió del baño con todos los pies mojados. Argentina entró y cerró la puerta, haciendo que el oriental soltase un suspiro y caminaste a su cuarto.
-Oye...- Uruguay volteó a mirar y vió los ojos gris claro de Ecuatorial en los suyos.
-¿Si?- se volteó a mirar al menor, pero este apartó la vista y negó con la cabeza.
-No, nada- le sonrió y caminó a su habitación, dejando al oriental confundido en el lugar.
-¿No te vas a vestir?- le preguntó Paraguay subiendo las escaleras con un tereré en la mano y su bañador en la otra.
-¡Eso va para vos!- se alejó de su hermano nudista y se puso unas bermudas y una remera suelta que tenía, y luego se asomó al balcón que había en su cuarto y miró hacia el jardín.
De pronto se sintió inspirado y una sonrisa apareció en su rostro, volviendo a entrar a su habitación, y de ahí se sentó en su escritorio, tomando una pluma y una hoja y escribiendo con una tranquila sonrisa:
"Mi estimado:
Espero sinceramente que algún día tus ojos se posen en los míos con aquel cariño inocente que nos teníamos en antaño, y que de algún modo parece arruiné. Se que no estás en tus mejores momentos, amado mío, pero todo mejorará y ya lo verás. Yo también en su momento daba todo por perdido, tratando de sobrevivir a dos enormes potencias tratando de matarse a mis lados todo el tiempo, pero ahora soy un país que, si bien es poco reconocido, esta mucho mejor que las grandes potencias en muchos sentidos. Si yo pude salir adelante siendo la mierda que era, tú podrás también, así que no te angusties por eso.
Amor mío, de verdad deseo fervientemente que no te aflijas más por lo que sea que cause que tu sonrisa ya no sea la misma, que tus ojos no brillen, y que tur labios no me dirigan la palabra.
Se que nunca leerás estas cartas, pero en ellas al menos mi corazón puede descargar el peso que siente al verte todos los días, tan hermoso como la vez en que te conocí.
No se por que gasto tinta todos los días en ti, ni por qué me gasto pensando en alguien inalcanzable, pero mi corazón, de no existir estas cartas, estallaría de dolor y amargura, sumiendome yo en el más profundo de los pesares.
Espero que mi persona no te esté molestando, mi amado, porque de ser eso, me alejaré de ti, de tus hermanos, te los míos y de todos para vivir en soledad sin perturbar tu paz.
Espero que tengas una maravillosa tarde y, ojalá, vida.
Siempre tuyo
Uruguay."
Tras escribir eso releyó su carta con una sonrisa más nostálgica y luego caminó hacia su ropero y sacó una caja de zapatos en la que guardaba sus cartas a esa persona, las cuales nunca enviaría ya fuese por uno u otro motivo. Tras añadir su carta al montón, la volvió a guardar y se sentó en su cama.
Le dolía enormemente el hecho de no ser bueno usando la tecnología.
Era de esas personas que lo único que saben hacer en el teléfono es buscar una imagen y mandarla, y quizás mandar un mail, pero demorar horas en hacerlo. Era totalmente incapaz de mandarle a su amado un texto en celular. Lo único que él hacia en la pantalla era buscar cosas en plan de "Piolín de buenos días" y mandarlas a los demás deseando haberles aunque sea sacado una sonrisa.
¿Por qué le dolía tanto?
Por dos cosas.
La primera era que aquel que se había hecho dueño de su corazón prefería mil veces las cosas en pantalla, y la otra era que no le gustaban las cursilerías.
Trató de apartar su mente de aquellos pensamientos y sus ojos se posaron en una vieja pintura de quien sería su "Padre": el Virreinato del Río de La Plata.
Quizás no era un hombre particularmente guapo, pero por lo que recordaba que la gente decía de él, él era un hombre bastante generoso y comprometido, e incluso amigable y testarudo, pero nunca lo conoció en persona como para confirmarlo.
A su mente no tardó en volver el pensamiento de que su bienamado no quería saber ni que seguía vivo. Uruguay suspiró y abrazó su almohada, preguntándose que había hecho para que de golpe su amado dejase de prestarle atención y de "jotear" con él.
Tanto pensaba en aquello que le afligía que no se dio cuenta de que las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. No hizo nada por contenerlas, de todos modos, estaba completamente solo, y pensaba dejar de llorar en breve, pero entonces a Paraguay se le ocurrió la genial idea de entrar a buscar sus medias de sandías a la habitación de su hermanito, y abrió la puerta de una patada, haciendo que el oriental se sobresalta se y girase a mirarlo.
Los dos quedaron en silencio.
Paraguay se encontraba impactado al ver a su hermano con los ojos rojos y llorosos y su rostro húmedo, y Uruguay miraba con temor creciente al otro, tratando de cubrirse el rostro ni bien reaccionó, pero cuando lo hizo, el paraguayo ya corría a abrazarlo con preocupación al ver que su hermano, al cual no veía llorar desde la Triple Alianza, estaba en aquel estado.
-¿Que pasó?¿Que te hicieron?-le preguntó rodeandolo con sus fuertes brazos en modo cariñoso y protector, acariciando su rostro y haciendo que el menor correspondiese y morderse su labio inferior tratando de dejar de llorar.
-Nada...no es nada...- trató de sonreír cuando el contrario tomó so rostro entre las manos, pero sus labios se negaron a hacer el gesto y cerro los ojos con fuerza, dejando salir aquellas lágrimas con amargura.
-Nidi ni is nidi- Paraguay le abrazó de nuevo y el menor escondió su rostro en su hombro, soltando quejidos e tupidos por culpa del llanto.
Su dolor solo fue en aumento.
Le vinieron a la mente más cosas de las que necesitaba para estar triste en aquellos momentos, y sus ojos se desbordaron en lágrimas, y s habitación se llenó con sus llantos.
Todo aquel ruido terminó llamando la atención de los otros dos habitantes de la casa, que al ver al paraguayo abrazando al rioplatense y a este llorando de modo bastante amargo en su hombro, decidieron acercarse y unirse al abrazo.
De golpe un grito de dolor desgarrador resonó por toda la casa.
Uruguay comenzó a temblar y sus llantos ya no eran solo eso.
Soltaba gritos del dolor que sentía por todo.
Y es que hacia años que no derramaba una lágrima y mantenía su sonrisa calmada y cansada, pero al final, todo aquello que había estado sosteniendo sobre sus hombrose se cayó en él y terminó por arañar un poco la espalda del paraguayo inconscientemente, de lo realmente desesperado que estaba.
Tenía miedo.
Se sentía triste.
Tenía dolor e inseguridades.
Pero sentía sobre todo una necesidad de que lo calmaran.
No le gustaba ni un poco la fata de autocontrol que estaba presentando en esos momentos. Era como si su cuerpo eligiese por sí mismo el como moverse y actuar. No podía dejar de soltar llantos y amargo sollozos, no podía dejar de aferrarse a su hermano, no podía dejar de temblar, tiritar y tensarse cada dos segundos. Su mandíbula tiritaba y se sentía agotado, sus ojos ya le dolían de lo mucho que había llorado, y sus manos fueron aflojandonsu agarre, pero su dolor no se había ido.
Quizás ahora se sentía más calmado o tranquilo, pero sus lágrimas no iban a hacer que aquel en quien no dejaba de pensar le prestase algo de atención.
Aquel pensamiento le oprimió como plomo el pecho y un montón de lágrimas volvieron a inundar sus ojos.
Paraguay, Argentina y Guinea Ecuatorial abrazaban al rayado sin realmente saber que más hacer para calmarlo al ser tan poco habitual que el oriental se derrumbase de ese modo, y cuando notaron que se le estaba pasando de a poco y el cansancio le ganaba al resto de emociones, lo recostaron con cuidado en su cama.
-N-N-No me de-ejen...- sollozó al ver que tenían intenciones de dejarlo solo.
-Voy a buscarte algo para que tomes- le dijo Argentina saliendo de la habitación, y Guinea Ecuatorial le limpió con cuidado sus lágrimas.
Uruguay, por su parte, comenzó a sentir extremadamente pesadas sus piernas, luego los brazos, hasta que apenas se podía mover de lo agotado que había quedado.
Argentina le ayudo a tomar un vaso de jugo y poco tiempo después sus párpados ya no pudieron más y se cerraron, dejando que, en cosa de pocos segundos, el oriental se sumiese en un sueño tranquilo.
××××××××××ו×××××××××××
Me costó un puto mundo hacer este One-Shoot sin que Tumbr me borrase la mitad del borrador, pero se pudo ಥvಥ
Espero que les haya gustado porque puse sangre sudor y lágrimas en él ಥ‿ಥ
Sacaré una secuela de esto algún día, pero no será pronto :'D
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ponja · 3 years
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El hombrecito del azulejo
[Cuento - Texto completo.]
Manuel Mujica Láinez
Los dos médicos cruzan el zaguán hablando en voz baja. Su juventud puede más que sus barbas y que sus levitas severas, y brilla en sus ojos claros. Uno de ellos, el doctor Ignacio Pirovano, es alto, de facciones resueltamente esculpidas. Apoya una de las manos grandes, robustas, en el hombro del otro, y comenta:
-Esta noche será la crisis.
-Sí -responde el doctor Eduardo Wilde-; hemos hecho cuanto pudimos.
-Veremos mañana. Tiene que pasar esta noche… Hay que esperar…
Y salen en silencio. A sus amigos del club, a sus compañeros de la Facultad, del Lazareto y del Hospital del Alto de San Telmo, les hubiera costado reconocerles, tan serios van, tan ensimismados, porque son dos hombres famosos por su buen humor, que en el primero se expresa con farsas estudiantiles y en el segundo con chisporroteos de ironía mordaz.
Cierran la puerta de calle sin ruido y sus pasos se apagan en la noche. Detrás, en el gran patio que la luna enjalbega, la Muerte aguarda, sentada en el brocal del pozo. Ha oído el comentario y en su calavera flota una mueca que hace las veces de sonrisa. También lo oyó el hombrecito del azulejo.
El hombrecito del azulejo es un ser singular. Nació en Francia, en Desvres, departamento del Paso de Calais, y vino a Buenos Aires por equivocación. Sus manufactureros, los Fourmaintraux, no lo destinaban aquí, pero lo incluyeron por error dentro de uno de los cajones rotulados para la capital argentina, e hizo el viaje, embalado prolijamente el único distinto de los azulejos del lote. Los demás, los que ahora lo acompañan en el zócalo, son azules corno él, con dibujos geométricos estampados cuya tonalidad se deslíe hacia el blanco del centro lechoso, pero ninguno se honra con su diseño: el de un hombrecito azul, barbudo, con calzas antiguas, gorro de duende y un bastón en la mano derecha. Cuando el obrero que ornamentaba el zaguán porteño topó con él, lo dejó aparte, porque su presencia intrusa interrumpía el friso; mas luego le hizo falta un azulejo para completar y lo colocó en un extremo, junto a la historiada cancela que separa zaguán y patio, pensando que nadie lo descubriría. Y el tiempo transcurrió sin que ninguno notara que entre los baldosines había uno, disimulado por la penumbra de la galería, tan diverso. Entraban los lecheros, los pescadores, los vendedores de escobas y plumeros hechos por los indios pampas; depositaban en el suelo sus hondos canastos, y no se percataban del menudo extranjero del zócalo. Otras veces eran las señoronas de visita las que atravesaban el zaguán y tampoco lo veían, ni lo veían las chinas crinudas que pelaban la pava a la puerta aprovechando la hora en que el ama rezaba el rosario en la Iglesia de San Miguel. Hasta que un día la casa se vendió y entre sus nuevos habitantes hubo un niño, quien lo halló de inmediato.
Ese niño, ese Daniel a quien la Muerte atisba ahora desde el brocal, fue en seguida su amigo. Le apasionó el misterio del hombrecito del azulejo, de ese diminuto ser que tiene por dominio un cuadrado con diez centímetros por lado, y que sin duda vive ahí por razones muy extraordinarias y muy secretas. Le dio un nombre. Lo llamó Martinito, en recuerdo del gaucho don Martín que le regaló un petiso cuando estuvieron en la estancia de su tío materno, en Arrecifes, y que se le parece vagamente, pues lleva como él unos largos bigotes caídos y una barba en punta y hasta posee un bastón hecho con una rama de manzano.
-¡Martinito! ¡Martinito!
El niño lo llama al despertarse, y arrastra a la gata gruñona para que lo salude. Martinito es el compañero de su soledad. Daniel se acurruca en el suelo junto a él y le habla durante horas, mientras la sombra teje en el suelo la minuciosa telaraña de la cancela, recortando sus orlas y paneles y sus finos elementos vegetales, con la medialuna del montante donde hay una pequeña lira.
Martinito, agradecido a quien comparte su aislamiento, le escucha desde su silencio azul, mientras las pardas van y vienen, descalzas, por el zaguán y por el patio que en verano huele a jazmines del país y en invierno, sutilmente, al sahumerio encendido en el brasero de la sala.
Pero ahora el niño está enfermo, muy enfermo. Ya lo declararon al salir los doctores de barba rubia. Y la Muerte espera en el brocal.
El hombrecito se asoma desde su escondite y la espía. En el patio lunado, donde las macetas tienen la lividez de los espectros, y los hierros del aljibe se levantan como una extraña fuente inmóvil, la Muerte evoca las litografías del mexicano José Guadalupe Posada, ese que tantas “calaveras, ejemplos y corridos” ilustró durante la dictadura de Porfirio Díaz, pues como en ciertos dibujos macabros del mestizo está vestida como si fuera una gran señora, que por otra parte lo es.
Martinito estudia su traje negro de revuelta cola, con muchos botones y cintas, y la gorra emplumada que un moño de crespón sostiene bajo el maxilar y estudia su cráneo terrible, más pavoroso que el de los mortales porque es la calavera de la propia Muerte y fosforece con verde resplandor. Y ve que la Muerte bosteza.
Ni un rumor se oye en la casa. El ama recomendó a todos que caminaran rozando apenas el suelo, como si fueran ángeles, para no despertar a Daniel, y las pardas se han reunido a rezar quedamente en el otro patio, en tanto que la señora y sus hermanas lloran con los pañuelos apretados sobre los labios, en el cuarto del enfermo, donde algún bicho zumba como si pidiera silencio, alrededor de la única lámpara encendida.
Martinito piensa que el niño, su amigo, va a morir, y le late el frágil corazón de cerámica. Ya nadie acudirá cantando a su escondite del zaguán; nadie le traerá los juguetes nuevos, para mostrárselos y que conversen con él. Quedará solo una vez más, mucho más solo ahora que sabe lo que es la ternura.
La Muerte, entretanto, balancea las piernas magras en el brocal poliédrico de mármol que ornan anclas y delfines. El hombrecito da un paso y abandona su cuadrado refugio. Va hacia el patio, pequeño peregrino azul que atraviesa los hierros de la cancela asombrada, apoyándose en el bastón. Los gatos a quienes trastorna la proximidad de la Muerte, cesan de maullar: es insólita la presencia del personaje que podría dormir en la palma de la mano de un chico; tan insólita como la de la enlutada mujer sin ojos. Allá abajo, en el pozo profundo, la gran tortuga que lo habita adivina que algo extraño sucede en la superficie, y saca la cabeza del caparazón.
La Muerte se hastía entre las enredaderas tenebrosas, mientras aguarda la hora fija en que se descalzará los mitones fúnebres para cumplir su función. Desprende el relojito que cuelga sobre su pecho fláccido y al que una guadaña sirve de minutero, mira la hora y vuelve a bostezar. Entonces advierte a sus pies al enano del azulejo, que se ha quitado el bonete y hace una reverencia de Francia.
-Madame la Mort…
A la Muerte le gusta, súbitamente, que le hablen en francés. Eso la aleja del modesto patio de una casa criolla perfumada con alhucema y benjuí; la aleja de una ciudad donde, a poco que se ande por la calle, es imposible no cruzarse con cuarteadores y con vendedores de empanadas. Porque esta Muerte, la Muerte de Daniel, no es la gran Muerte, como se pensará, la Muerte que las gobierna a todas, sino una de tantas Muertes, una Muerte de barrio, exactamente la Muerte del barrio de San Miguel en Buenos Aires, y al oírse dirigir la palabra en francés, cuando no lo esperaba, y por un caballero tan atildado, ha sentido crecer su jerarquía en el lúgubre escalafón. Es hermoso que la llamen a una así: “Madame la Mort.” Eso la aproxima en el parentesco a otras Muertes mucho más ilustres, que sólo conoce de fama, y que aparecen junto al baldaquino de los reyes agonizantes, reinas ellas mismas de corona y cetro, en el momento en que los embajadores y los príncipes calculan las amarguras y las alegrías de las sucesiones históricas.
-Madame la Mort…
La Muerte se inclina, estira sus falanges y alza a Martinito. Lo deposita, sacudiéndose como un pájaro, en el brocal.
-Al fin -reflexiona la huesuda señora- pasa algo distinto.
Está acostumbrada a que la reciban con espanto. A cada visita suya, los que pueden verla -los gatos, los perros, los ratones- huyen vertiginosamente o enloquecen la cuadra con sus ladridos, sus chillidos y su agorero maullar. Los otros, los moradores del mundo secreto -los personajes pintados en los cuadros, las estatuas de los jardines, las cabezas talladas en los muebles, los espantapájaros, las miniaturas de las porcelanas- fingen no enterarse de su cercanía, pero enmudecen como si imaginaran que así va a desentenderse de ellos y de su permanente conspiración temerosa. Y todo, ¿por qué?, ¿porque alguien va a morir?, ¿y eso? Todos moriremos; también morirá la Muerte.
Pero esta vez no. Esta vez las cosas acontecen en forma desconcertante. El hombrecito está sonriendo en el borde del brocal, y la Muerte no ha observado hasta ahora que nadie le sonriera. Y hay más. El hombrecito sonriente se ha puesto a hablar, a hablar simplemente, naturalmente, sin énfasis, sin citas latinas, sin enrostrarle esto o aquello y, sobre todo, sin lágrimas. Y ¿qué le dice?
La Muerte consulta el reloj. Faltan cuarenta y cinco minutos.
Martinito le dice que comprende que su misión debe ser muy aburrida y que si se lo permite la divertirá, y antes que ella le responda, descontando su respuesta afirmativa, el hombrecito se ha lanzado a referir un complicado cuento que transcurre a mil leguas de allí, allende el mar, en Desvres de Francia. Le explica que ha nacido en Desvres, en casa de los Fourmaintraux, los manufactureros de cerámica. “rue de Poitiers”, y que pudo haber sido de color cobalto, o negro, o carmín oscuro, o amarillo cromo, o verde, u ocre rojo, pero que prefiere este azul de ultramar. ¿No es cierto? N’est-ce pas? Y le confía cómo vino por error a Buenos Aires y, adelantándose a las réplicas, dando unos saltitos graciosos, le describe las gentes que transitan por el zaguán: la parda enamorada del carnicero; el mendigo que guarda una moneda de oro en la media; el boticario que ha inventado un remedio para la calvicie y que, de tanto repetir demostraciones y ensayarlo en sí mismo, perdió el escaso pelo que le quedaba; el mayoral del tranvía de los hermanos Lacroze, que escolta a la señora hasta la puerta, galantemente, “comme un gentilhomme”, y luego desaparece corneteando…
La Muerte ríe con sus huesos bailoteantes y mira el reloj. Faltan treinta y tres minutos.
Martinito se alisa la barba en punta y, como Buenos Aires ya no le brinda tema y no quiere nombrar a Daniel y a la amistad que los une, por razones diplomáticas, vuelve a hablar de Desvres, del bosque trémulo de hadas, de gnomos y de vampiros, que lo circunda, y de la montaña vecina, donde hay bastiones ruinosos y merodean las hechiceras la noche del sábado. Y habla y habla. Sospecha que a esta Muerte parroquial le agradará la alusión a otras Muertes más aparatosas, sus parientas ricas, y le relata lo que sabe de las grandes Muertes que entraron en Desvres a caballo, hace siglos, armadas de pies a cabeza, al son de los curvos cuernos marciales, “bastante diferentes, n’est-ce pas, de la corneta del mayoral del tránguay”, sitiando castillos e incendiando iglesias, con los normandos, con los ingleses, con los borgoñones.
Todo el patio se ha colmado de sangre y de cadáveres revestidos de cotas de malla. Hay desgarradas banderas con leopardos y flores de lis, que cuelgan de la cancela criolla; hay escudos partidos junto al brocal y yelmos rotos junto a las rejas, en el aldeano sopor de Buenos Aires, porque Martinito narra tan bien que no olvida pormenores. Además no está quieto ni un segundo, y al pintar el episodio más truculento introduce una nota imprevista, bufona, que hace reír a la Muerte del barrio de San Miguel, como cuando inventa la anécdota de ese general gordísimo, tan temido por sus soldados, que osó retar a duelo a Madame la Mort de Normandie, y la Muerte aceptó el duelo, y mientras éste se desarrollaba ella produjo un calor tan intenso que obligó a su adversario a despojarse de sus ropas una a una, hasta que los soldados vieron que su jefe era en verdad un individuo flacucho, que se rellenaba de lanas y plumas, como un almohadón enorme, para fingir su corpulencia.
La Muerte ríe como una histérica, aferrada al forjado coronamiento del aljibe.
-Y además… -prosigue el hombrecito del azulejo.
Pero la Muerte lanza un grito tan siniestro que muchos se persignan en la ciudad, figurándose que un ave feroz revolotea entre los campanarios. Ha mirado su reloj de nuevo y ha comprobado que el plazo que el destino estableció para Daniel pasó hace cuatro minutos. De un brinco se para en la mitad del patio, y se desespera. ¡Nunca, nunca había sucedido esto, desde que presta servicios en el barrio de San Miguel! ¿Qué sucederá ahora y cómo rendirá cuentas de su imperdonable distracción? Se revuelve, iracunda, trastornando el emplumado sombrero y el moño, y corre hacia Martinito. Martinito es ágil y ha conseguido, a pesar del riesgo y merced a la ayuda de los delfines de mármol adheridos al brocal, descender al patio, y escapa como un escarabajo veloz hacia su azulejo del zaguán. La Muerte lo persigue y lo alcanza en momentos en que pretende disimularse en la monotonía del zócalo. Y lo descubre, muy orondo, apoyado en el bastón, espejeantes las calzas de caballero antiguo.
-Él se ha salvado -castañetean los dientes amarillos de la Muerte-, pero tú morirás por él.
Se arranca el mitón derecho y desliza la falange sobre el pequeño cuadrado, en el que se diseña una fisura que se va agrandando; la cerámica se quiebra en dos trozos que caen al suelo. La Muerte los recoge, se acerca al aljibe y los arroja en su interior, donde provocan una tos breve al agua quieta y despabilan a la vieja tortuga ermitaña. Luego se va, rabiosa, arrastrando los encajes lúgubres. Aun tiene mucho que hacer y esta noche nadie volverá a burlarse de ella.
Los dos médicos jóvenes regresan por la mañana. En cuanto entran en la habitación de Daniel se percatan del cambio ocurrido. La enfermedad hizo crisis como presumían. El niño abre los ojos, y su madre y sus tías lloran, pero esta vez es de júbilo. El doctor Pirovano y el doctor Wilde se sientan a la cabecera del enfermo. Al rato, las señoras se han contagiado del optimismo que emana de su buen humor. Ambos son ingeniosos, ambos están desprovistos de solemnidad, a pesar de que el primero dicta la cátedra de histología y anatomía patológica y de que el segundo es profesor de medicina legal y toxicología, también en la Facultad de Buenos Aires. Ahora lo único que quieren es que Daniel sonría. Pirovano se acuerda del tiempo no muy lejano en que urdía chascos pintorescos, cuando era secretario del disparatado Club del Esqueleto, en la Farmacia del Cóndor de Oro, y cambiaba los letreros de las puertas, robaba los faroles de las fondas y las linternas de los serenos, echaba municiones en las orejas de los caballos de los lecheros y enseñaba insolencias a los loros. Daniel sonríe por fin y Eduardo Wilde le acaricia la frente, nostálgico, porque ha compartido esa vida de estudiantes felices, que le parece remota, soñada, irreal.
Una semana más tarde, el chico sale al patio. Alza en brazos a la gata gris y se apresura, titubeando todavía, a visitar a su amigo Martinito. Su estupor y su desconsuelo corren por la casa, al advertir la ausencia del hombrecito y que hay un hueco en el lugar del azulejo extraño. Madre y tías, criadas y cocinera, se consultan inútilmente. Nadie sabe nada. Revolucionan las habitaciones, en pos de un indicio, sin hallarlo. Daniel llora sin cesar. Se aproxima al brocal del aljibe, llorando, llorando, y logra encaramarse y asomarse a su interior. Allá dentro todo es una fresca sombra y ni siquiera se distingue a la tortuga, de modo que menos aun se ven los fragmentos del azulejo que en el fondo descansan. Lo único que el pozo le ofrece es su propia imagen, reflejada en un espejo oscuro, la imagen de un niño que llora.
El tiempo camina, remolón, y Daniel no olvida al hombrecito. Un día vienen a la casa dos hombres con baldes, cepillos y escobas. Son los encargados de limpiar el pozo, y como en cada oportunidad en que cumplen su tarea, ese es día de fiesta para las pardas, a quienes deslumbra el ajetreo de los mulatos cantores que, semidesnudos, bajan a la cavidad profunda y se están ahí largo espacio, baldeando y fregando. Los muchachos de la cuadra acuden. Saben que verán a la tortuga, quien sólo entonces aparece por el patio, pesadota, perdida como un anacoreta a quien de pronto trasladaran a un palacio de losas en ajedrez. Y Daniel es el más entusiasmado, pero algo enturbia su alegría, pues hoy no le será dado, como el año anterior, presentar la tortuga a Martinito. En eso cavila hasta que, repentinamente, uno de los hombres grita, desde la hondura, con voz de caverna:
-¡Ahí va algo, abarájenlo!
Y el chico recibe en las manos tendidas el azulejo intacto, con su hombrecito en el medio; intacto, porque si un enano francés estampado en una cerámica puede burlar a la Muerte, es justo que también puedan burlarla las lágrimas de un niño.
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lubay-nue · 4 years
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Prohibido Enamorarse 2
Notas del cap:
 Pffff esté esta enorme pero me encanto y andaba gritando a cada rato XD… por cierto, esto lo mencionare en datos extras pero todos los countrys, si bien, hablan en sus respectivos idiomas, como se tratan de countrys, se pueden entender entre ellos, obviando por supuesto de las jergas de cada uno
 ¡A leer!
 2 - ¡ALV. Pa’ morir nacimos!
 -No mames, no mames, no mames, no mames, no mames-  no podía parar de repetir el tricolor agarrado a su asiento en el vehículo que conducía Azteca, hoy era por fin el día en que debían de tomar el avión que los llevaría a su destino en USA, México estaba hecho un manojo de nervios, su cabello estaba suelto y ligeramente humedecido, Azteca lo miraba por el rabillo del ojo, su sonrojo, su piel mas pálida ante su miedo, como parecía una bola aterrada de miedos y desconfianza mientras miraba a todos lados aterrado, Azteca tomo un hondo suspiro
 -Lo harás bien hijo, después de todo ya te enseñe lo más importante de ser hombre-  habla Azteca en busca de calmar al aterrado latino que solo lo mira unos segundos para cambiar su gesto preocupado, asustado (que tiene la pinta de que le va a dar una taquicardia y paro cardiaco ahí mismo) a uno molesto
 -¡Ho, si claro! ¡No hay pedo! ¡Ya sabes! ¡Después de todo, tu no vas a ser el que tendrá los pedos con las potencias!... te recuerdo que todos me conocen como una pinche mujer y no como hombre… pero claro, tú la tienes fácil, a ti al menos no te van a llover preguntas ni te van a ver con cara de bicho raro por fingir ser algo que no eres-  gruñe realmente encabronado el latino, Azteca afila su mirada molesto y México calla desviando su vista hacia el otro lado, negándose a ver a su padre que se muestra igual de enfadado
 En un silencio más pesado ambos llegan al aeropuerto viendo a su presidente sonriendo con ligeros nervios, después de todo, tuvieron que informar a último minuto lo que había pasado y, aunque el hombre se notaba claramente nervioso, no le quedo de otra que simplemente desearles lo mejor a los ahora ambos varones y despedirlos en el aeropuerto… el presidente iría después a la reunión…
 *El cielo nos ampare*  rezo en su mente el tricolor cuando el avión despego rumbo a Estados Unidos
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 Decir que estaba jodidamente acobardado seria poco en estos momentos, el latino estaba que se cagaba de los nervios y preocupación, su padre le había terminado de dar un rápido curso de que cosas hacían los hombres… como debían de orinar, como debían de cagar (¿Eso era diferente de una mujer?) que cosas era una mala idea hacer frente a los hombres, que cosas se podían hacer, que cosas debía de hacer para no morir en el intento… en fin… demasiada información que México ahora bato no sabía procesar… se quedo atascado con la primera indicación y ya no proceso lo demás…
 ¡Verga!
 Pero ahí estaba el pobre diablo, con un aura depresiva y de muerte, como si fuera una bruja a la que fueran a ahocar públicamente en un pueblo del diablo… no había mucha diferencia, solo que el concento de “el mundo” viendo, era… más literal…  ¡¡¡Era el puto mundo!!! Suspiro por milésima vez en el día, sobando sus sienes y su frente, sintiendo sus ahora alborotados cabellos semi largos (a la mitad de los pulmones) picar su rostro, gruño por lo bajo y tallo su rostro molesto, viendo al frente que por fin había llegado en el primer lugar que sería la cede donde sin lugar a dudas acabaría su vida misma
 *Okey México… te estás preocupando demasiado de las cosas… se mujer de huevos y ve por ellos como si no importara que tienes una salchicha colgando*  Trato de animarse, haciéndose reír a si misma/o al haberse albureado el mismo, trato de reír un poco pero sus nervios eran sorprendentemente mas; Azteca, quien veía a su ahora hijo, admitía solo internamente también estar preocupado por el mencionado; desvió su mirada hacia el camino, notando por fin el auto estacionándose y siendo el mencionado el primero en salir, luego, México quien seguía carraspeando cada dos por tres, mirándose a través del espejo y tratando de dar una sonrisa de confianza que era rota por su inseguridad casi palpable; Azteca tomo un hondo respiro y dejo de ver a su hijo para mirar la gran edificación, hubo un momento donde todo lo de a sus alrededores desapareció y solo fue él y el viento moviendo sus cabellos, tomo un suave suspiro y por fin, avanzo luego de ver a su hijo avanzando con paso robótico
 -Estamos jodidos si ese pendejo entra así de nervioso a la cede- se dice Azteca derrotado de ver el pánico de su único hijo, gira los ojos con fastidio y tantea entre sus bolsillos encontrando justamente lo que estaba buscando, un diminuto chile rojizo que parecía más un mini tomate rojo, sonrió malévolo y miro por última vez a su hijo quien parecía tambalear en su temor
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 -¡Hijo!-  llamo con fuerza Azteca deteniendo el avanzar de México hacia la puerta que sería la entrada a la sede; el latino, tan pálido, frio y rígido como se encontraba apenas medio abrió su boca al ver a su padre, siendo rápidamente callado por la mano de Azteca y algo entrando en su boca, el tricolor lo mastica notando que su padre no quitara la mano de su boca y, luego de estar masticando apenas dos mordidas, sus ojos se abren, su rostro pálido se vuelve carmesí y diminutas lagrimas salen
-Es para que te llenes de valor-  anuncia con una media sonrisa malévola, México comienza a toser un poco y mira con odio a su padre antes de entrar a la sala
 -Apenas me supo el picante- gruño por lo bajo, sintiendo ahora que su estomago quería rugir en pos del hambre, Azteca sonrió divertido dando una fuerte palmada al frente de su hijo para no solo empujarlo, sino darle ánimos; México gruño pero ahora, lo más importante, era clamar la picazón que había en su lengua… el tricolor estaba más que seguro que el chile que le había obligado a comer era ni más ni menos que un chile cascabel, uno de los mas picantes que había entre su hermosa gastronomía… pero joder! Le gustaba la salsa con algo más, no solamente así, simple y directa… aunque bueno, igual no se quejaba de su sabor… incluso se atrevería a decir que le supo dulce
 -Hola-  escucho una voz a su costado izquierdo, México apenas iba entrando cuando encontró a un country que rápidamente pudo reconocer… es decir, puede que como countrys, jamás se hubieran visto, pero era más que obvio quien era… USA, un country de bandera blanca a rayas rojas y un cuadro azul con cincuenta estrellas, lo que sorprende por primera vez a México es verle unos lestes oscuros que lo hacen ver como un “tipo malo” o de esos rokeros; no puede evitarlo y, con una gran sonrisa extiende su mano
 -¡¿Qué honda contigo raza?!-  grita alegre, el estadounidense lo mira unos segundos sin haber comprendido su anuncio, señalándose a si mismo confundido
 -¿Raza? ¿Me estas llamando un perro de raza? ¡¿Me estas llamando perro?!-  lo que comienzan como simples palabras se vuelven gritos molestos, México parpadea confundido y regresa la mano, cayendo en cuenta de su ultimo reclamo, que, para sumar cosas, atrajo la mirada de muchos, sonríe ligeramente nervioso, tratando aun de encontrar el picor en sus labios para hacerlo volver a la realidad y, con la máxima naturalidad que le permite el momento, habla lo más calmado puede
 -No, creo que me has mal interpretado colega; nosotros los mexicanos solemos llamarnos entre nosotros “Raza” o sea, amigos tan cercanos, misma familia para abreviar… si un mexicano te dice “raza” es porque eres cercano a él, un amigo o un primo, casi un hermano de la familia, aun si no tienen nada que ver sanguíneamente-  le responde, notando como, entre mas avanza su explicación el americano se calma y suelta una estridente risa al tiempo que eleva su mirada al cielo, México sonríe de medio lado… no sabía que USA era tan “fino” (mamon) para los apodos… aunque supondrá bien que tal vez debió de explicarse primero y no salir con sus modismos
 -HAHAHAHAHAHAHA ya entiendo, ya entiendo… somos amigos cercanos… está bien, encantado de por fin conocerte “raza”-  saluda por fin USA estirando su mano, México sonríe del mismo modo emocionado que hace unos momentos y, elevando su mano con fuerza, la empuja en una especie de golpe y manotazo, un saludo fuerte que había visto hacer a los hombres, seguido, jala a USA para darle un rápido abrazo y unas palmadas en la espalda
 -¡El placer es mío colega!- anuncia alegre el tricolor, USA, quien había sonreído en todo momento aun oculto tras los lentes, le regala una radiante sonrisa divertida que es interrumpida cuando un grupo de personas se acercan al par de countrys que comienzan a hablar más animadamente
 -Buenas tardes-  escuchan una voz, ambos giran las miradas encontrando a un country de bandera carmesí y estrellas, México sonríe emocionado aunque USA no, este solo afila la mirada al notar al acompañante del de bandera carmesí… incluso al mismo de bandera carmesí
 -¡Señor China! ¡Un placer colega!-  grita el latino abriendo sus brazos enormemente para darle un rápido abrazo, el country acepta con la misma velocidad el abrazo que recibe del tricolor, aunque no con la misma energía; ahora, lo mira con un rostro ligeramente triste apenas se separan del abrazo del latino
 -¿Acaso yo no soy también de “raza”?-  la pregunta confunde al tricolor, hasta que caer en cuenta que no suele ser muy callado cuando habla, es más, le gana a una bocina; lo que significa que seguramente todo el mundo habrá escuchado el problema con USA desde el principio, cierra un ojo como si estuviera siendo regañado y sonríe nerviosamente de lado
 -Una enorme disculpa, pensé que gustaría de que siguiera siendo educado con usted, no pensé que se molestaría-  anuncia el tricolor con una pequeña reverencia (que había visto gracias a algunos animes), el chino solo lo observa y sonriendo, toma con cuidado la cabeza del tricolor en una gentil caricia
 -Preferiría si me tomaras también como un buen amigo, México- sonrió el asiático haciendo sorprender levemente al latino que, sonriendo tonto y alegre, asiente efusivamente con una gran sonrisa alegre
 -¿Y qué hay de ti? ¿Piensas hablar o no comunista?-  la voz de USA, quien se había mantenido callado hasta ese momento, vuelve a sonar, con un comentario hosco; México deja de ver a China para ver a su amigo a su lado que mira del otro lado de China, justamente, encontrados (USA al lado izquierdo de México y otro country al lado igualmente izquierdo de China) México por fin puede encontrar a un country que si bien, reconoce, no sabe cómo tratar con el… internamente grita ahogado, todo un grito varonilmente gay
 *Ay virgencita, ¿Qué chingados hice yo para merecerme este castigo? Neta, te rezo todos los padres nuestros que quieras pero ayúdame… ¿Por qué me tenían que llegar de putazo los homofóbicos?*  se pregunta nervioso el tricolor sabiendo que USA y Rusia se están mirando con enfado, el tricolor traga suavemente, ahora, hasta China ha cambiado su gesto tranquilo con uno serio… esto apunta a problemas, se dice el latino; hasta que nota dentro de uno de sus bolsillos un chile, es que reacciona; ahora que nadie le está prestando atención da un mordisco a un chile jalapeño y rápidamente, luego de tragarlo, se pone en medio tanto de USA como de Rusia
 -Vamos, vamos colegas… es verdad que nuestros gobiernos puede que no se lleven bien… pero hey… este es un lugar para tratar de llevarnos bien… digo, sería tonto que apenas por vernos ya nos odiemos… y-ya saben… “amor y paz” es mejor el amor que la guerra… ¿Por qué no tratamos todos de llevarnos bien?-  pregunta ligeramente preocupado el tricolor tratando de ver tanto a USA como a Rusia quienes han dejado de verse con deseos de asesinarse y ahora lo miran a él fijamente… México se “felicita” sarcásticamente en la mente
 *¡Bien pendejo! ¡Ahora estas en la mira de tres potencias!*  se dice nervioso cuando nota la mirada de todos sobre su cuerpo, el latino baja sus brazos que hasta ese momento había mantenido levantados para evitar que ambos países se acercaran… pero, ahora que es el centro de atención, lleva una mano a su mejilla y con un dedo rasca la zona y sonríe nerviosamente
-Errr… deberíamos besarnos para romper la tensión ¿No les late?-  pregunta, maldiciéndose mentalmente al segundo siguiente por haber dicho semejante comentario delante de dos potencias y para colmo, homofóbicas… hasta donde sabe, USA está a favor de ellos pero eso no significaba que le fuera a eso… ho, mierda…
*Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda*  se dice avergonzado y sudando frio, hasta que el silencio pesado se corta con un carraspeo de parte del ruso que no había hablado en todo ese tiempo
 -No estoy interesado en hablar con un capitalista que solo mira por sí mismo; mi único interés es con ella-  anuncia seriamente el euroasiático haciendo tensar mas a México, por fin, su cuerpo gira automáticamente al contrario, haciendo que ambos se miren a los ojos fijamente, el latino traga en seco tratando de mantenerse lo más tranquilo puede en la situación en la que acaba de caer de lleno
 -Ehhh… ¿Conmigo?-  pregunta señalándose cual anime, Rusia asiente y afila la mirada de por sí sería que poseía, bajando unos segundos, escudriñándolo de pies a cabeza y hablando tal vez con un tono de enfado, o al menos es lo que ve el latino tricolor que siente ahora la boca seca y pastosa de tanto tragas su propia saliva
 -Si me disculpa el comentario, quisiera que habláramos en privado-  anuncia Rusia, México tiembla ligeramente y, viendo unos segundos a USA quien también se muestra molesto, México asiente rogando por qué no se pongan a pelear los que ahora ha definido como un par de pendejos con testosteronas peligrosas
 Al tiempo que Rusia señala el camino, desde atrás, China y USA siguen a la ahora pareja que caminan hasta una esquina de la enorme habitación donde casi no hay nadie y por fin, siendo el mexicano ligeramente acorralado contra la pared, Rusia rápidamente lo mira y comienza a hablar con un tono que el mexicano está seguro que es molesto
 -¿Por qué en tus cartas has dicho que eras una mujer cuando es claro que eres otro hombre como los demás?-  pregunta rápidamente sin desviaciones, México abre sus ojos y siente su piel ponerse pálida y fría… ¡Justamente lo que no quería que le preguntaran! Se grita mirando a todos lados, notando como detrás de Rusia se encuentran China y USA con ojos abiertos (bueno, solo USA, China tenía el gesto únicamente) por la sorpresa; México se dice que ha cavado su propia tumba sin saberlo, hasta que ve, mas al fondo, ligeramente, en la puerta de la entrada, a su padre Azteca viendo con aburrimiento todo lo que hay a sus alrededores… el miedo cambia a molestia de parte de México y vuelve la mirada, primero a los que lo están mirando a lo lejos y luego a Rusia que prácticamente esta a cosa de nada de colocar su mano en el muro para detenerlo
-Te he hecho una pregunta México-  demanda molesto el ruso, tal y como temía el mexicano, colocando una mano al lado de su rostro para amedrentarlo, sin saber cómo referirse al tricolor que, después de ver a sus alrededores, cambia esa pose intimidada a una seria, con un brillo guerrero y tal vez molesto
 -Escuche señor Rusia, de corazón, me disculpo. En ningún momento ha sido mi intención el faltarle el respeto o de burlarme de usted; pero, usted sabrá bien… el mundo en la actualidad es diferente a lo que nuestros padres pudieron conocer… en mis tierras, haber nacido con un sexo definido no significa que te sientas completamente cómodo o identificado con él; en mi caso, gusto de vestir tacones, faldas, tops… ropa femenina y gusto que la gente se refiera a mí como una chica y, como nuestros tratos eran directamente por medio de cartas… realmente no importaba mucho si fuera un hombre, una mujer o un mutante-  anuncia lo más tranquilo y civilizado posible, tratado de hablar lo mas científico posible, Rusia abre sus ojos al tiempo que hace su cuerpo ligeramente hacia atrás, los rostros sorprendidos de los que seguían escuchando parecen un poema para estas alturas, incluso la mirada sorprendida de Rusia quien, sin saber cómo reaccionar de primera instancia, solo desvía su mirada de México, viendo a lo lejos a quien temía encontrar… su padre, Urss viéndolo fijamente; Rusia desvía la mirada al suelo unos segundos y gruñe poco después, tomando de las ropas del pecho al mexicano y elevándolo un poco sobre las puntas de sus pies
 -¿Cómo te atreves a ofender a Rusia con tus asquerosos gustos tercermundista?-  la pregunta, colérica y llena de odio de parte de Rusia asusta a México… al menos hasta que llega el punto donde le llama tercermundista; es ahí, cuando el tricolor aguerrido, el guerrero sale, golpeando directamente en la unión del brazo y el antebrazo, logra acertar un golpe a la parte interna del codo logrando que Rusia doble su brazo y al tiempo, lo libere; esto permite al mexicano impulsarse desde la pared y empujar su dura cabeza hacia el pecho del contrario. Agradece la enorme diferencia de tamaños pues le ha golpeado directamente en la boca del estomago dando un poco de distancia
 El barbullo que había sonado desde que todos iban llegando, se frena de golpe cuando todo el mundo nota a Rusia dar pasos hacia atrás y tomando su pecho con dolor; el euroasiático mira con enfado a México quien, a su vez, se pone de lado, preparado para la batalla, con un mirar fiero y determinado, mostrando en sus dientes pequeños colmillos que parecen sobresalir como si de una serpiente se tratase
 -Ya sabes… colega… uno quiere llegar y llevarse la fiesta en paz, pero wey, en serio… vuelve a llamarme tercermundista y te juro, tu no la cuentas-  amenaza con fuerza, con una voz grave que hace a Azteca dejar de buscar con la mirada “aburrida” a España para ver a su hijo quien ahora, da pasos acercándose peligrosamente a Rusia y señalándose con su dedo pulgar directamente al pecho
-Vamos aclarando güerito poste de luz… NO estoy aquí para humillar a nadie, NO estoy aquí para ser el teatro de alguien, NO estoy aquí para andar por la vida con la cabeza gacha temiendo por represalias… ya te lo dije pendejo, MIS intenciones no eran burlarme de ti, de tu gente o de tu puto orgullo homofóbico de mierda…-  amenaza, notando como Rusia se planta de frente, determinado a no retroceder mas allá de lo que el golpe del mexicano ya lo hizo retroceder, ahora, ambos se miran directamente a los ojos, determinados, molestos y fieros como guerreros
-Te guste o no, lo aceptes o no… vete enterando pendejo… A MI ME CHUPA UN HUEVO SI ALGO DE MI TE PARECE! Y si no, allá esta la puerta; es lo suficientemente alta como para que tu enorme trasero carnudo pueda pasar sin problemas-  anuncia con fuerza y cólera, Azteca avanza rápidamente; sabe que cuando su hijo se pone de ese modo, posiblemente, después del monologo/reclamo, vendría una batalla de esas donde el latino se le olvida ser justo y donde ataca con la intención de desmadrar a su oponente
 Por otro lado, Urss también se acerca rápidamente a la situación junto a otros dos countrys mas que buscan parar la discusión, el latino no nota nada, solo mira a Rusia quien, también va cerrando sus puños y moviendo sus hombros listos para la batalla, el latino lo sabe, puede ver el brillo de Rusia que clama por una batalla y México, pre dispuesto a la putiza, ¡Claro que se la iba a dar bien y durita! Para que se fuera a dormir calientito a la morgue…
 -Eres un maldito y asqueroso tercermundista-  gruñe Rusia, nadie nota que ya han llegado Azteca y Urss para detener a sus respectivos hijos
 -He, al menos no soy un homofóbico de mierda-  gruñe el mexicano en respuesta… el silencio se vuelve pesado, pero se escuchan risas a lo lejos y una voz que grita también
 -¡¡¡¡Uuuuuuyyy!!!! ¡Que dice que eres puto!!!-  este grito saca un momento de su concentración a ambos países, notando a un country de bandera de tres colores, verde en todo el contexto con un cuadro negro cortado por líneas amarillas, México puede reconocerlo como Jamaica y de algún modo, su comentario hace a sus ánimos de pelear, bajar como si le cayera agua helada en la espalda
 -Pfff hahahahahaha ¡Wey! ¡No me ayudes! ¡Gracias!- grita el latino alzando la mano por sobre Urss para saludar a quien también le saluda del mismo modo
 -¿Qué sucede aquí Rusia?-  pregunta rápidamente Urss acercándose a su hijo y tomar su hombro, Rusia lo mira desviando la mirada casi al segundo con enfado, México, quien ha parado de reír y de mirar a su ahora, auto proclamado nuevo amigo “Jamaica” (por parte del mexicano) vuelve la mirada, ya no molesto, sino calmado y divertido; viendo ahora tanto a Urss, que ¡La puta madre! Es otra cabeza y media más grande que Rusia… México se dice que si no tiene cuidado, hasta se atraganta con lo que tenga en las piernas, aunque sabe de antemano que sacar un comentario así… es como ponerse una bala en la frente para hacerse un tercer ojo… ¡Pero con escopeta de bala expansiva!, aun así, el latino respira lo más tranquilo puede y se pone derecho
 -Hijo ¿Te encuentras bien?-  pregunta Azteca colocando también una mano en el hombro del latino que le sonríe divertido y algo preocupado una vez más, volviendo la mirada mas calmada tanto a Rusia como a Urss quienes lo miran fijamente
 -Miren, me disculpo con ambos… se… que debí de decir la verdad pero… ¿Qué quieren? Soy así… me gusta sentirme mujer, usar vestidos, lápiz labial, tacones… me gusta que me digan chica…-  toma un hondo respiro, ahora viendo la mirada sorprendida de Urss que cambia, al igual que la de su hijo, a una molesta y amenazante, México, sin embargo, aun sabiéndose visto de ese modo, baja un poco la mirada con una sonrisa tal vez rota
-Jamás trataría de ridiculizar a alguien… al menos conocen mi palabra, saben que lo que digo es de ley… jamás he faltado a ella, y con el corazón en el pecho, me disculpo por esta amarga sorpresa… pero, genéticamente, soy hombre… que gusta y piensa más como una chica-  el silencio vuelve, Azteca palmea suavemente la espalda de su hijo para darle ánimos; de pronto, al asunto caótico llegan Alemania y Nazi, viendo curiosos la escena en silencio
 -¿Entonces eres un hombre que se cree mujer? Hahahaha que asco- se burla Nazi; Alemania lo mira molesto, tratado de callarlo discretamente, hasta que Azteca hace acto de presencia por fin hablando, molesto por las acciones del otro y sus palabras
 -Al menos el no es un reprimido que le gusta algo tan obsceno como la tortura de las personas… o que tras una fachada de rectitud también ha violado y ultrajado a hombres y mujeres del bando enemigo-  gruñe Azteca en amenaza, viendo primero a Nazi, luego a Urss, ambos adultos, miran sorprendidos a Azteca quien también afila la mirada, México lo mira sorprendido y cierra sus ojos con un gruñido callado y maldiciéndose mentalmente
 -¿Y quién se supone que eres tú para comenzar?- pregunta primero Nazi, notando que ahora Azteca sonriendo superior y prepotente se pone delante de México, encarando directamente a Nazi
 -El que te va a enseñar lo que es bueno si sigues tratando infantilmente de humillar a alguien más aparte de a ti… después de todo, eres tan lindo como un tierno conejito al que se le deben de dar mimos y caricias… ¿Por qué no mejor calmas ese estrés y dices abiertamente a quien le tienes ganas?- sonríe malicioso Azteca notando un rostro sorprendido y rápidamente colérico de parte de Nazi quien, tan rápido se acerca para tomar de las ropas del pecho a Azteca, es interceptado por Urss quien lo toma de aquel modo, con brusquedad en su pecho, lastimando su piel a propósito y jalándolo para que se miren, Azteca, contrario a México, solo sonríe divertido
 -¿Qué? ¿A ti también te gustaría una buena cogida que te quite las ganas por unos días?-  pregunta divertido, Tomando de los costados de su ushanka a Urss y jalarlo contra su voluntad en un beso que el soviético saborea picante y dulce como el chocolate; lo aleja rápidamente con asco, Azteca ríe abiertamente, Nazi también iba a reír, pero es cortado por un par de manos cálidas que guían su rostro a un picoso beso dulce que comienza con una pronunciada mordida en el labio del alemán, seguido de la intromisión de una lengua a la boca ajena, en un reclamo rápido que es cortado de golpe cuando Nazi trata de dar un golpe que es fácilmente esquivado; ahora, solo hay un hilo que rápidamente se corta a la distancia creada por ambos countrys y un Azteca riendo divertido y malicioso
 -Maldito asqueroso-  gruñe Nazi limpiando la saliva y parte de su sangre ante la mordida del contrario, Azteca sonríe divertido de ver a ambos seres de gran tamaño viéndolo con cólera, Alemania mira la escena desde lejos, Rusia sigue viendo molesto a México y el latino solo mira a su padre palmeando su frente
 -Neta… ¿No podemos simplemente llevarnos como el chicle? Ya saben, solo masticarnos, medio tratarnos por las mierdas de la política y cada uno por su lado?… pienso que sería más sano que comenzar una guerra-  pide el mexicano jalando con su rostro hacia abajo con frustración, poniéndose ahora entre su padre y los otros dos countrys de rojo que le miran enfadado
 --------------
 Había tensión en todos lados, la habitación se había vuelto gélida y en silencios… dos potencias peligrosas se estaban poniendo contra un tercermundista, sin mencionar que, además de Alemania y de Rusia, estaban China y USA mirando la escena en silencio desde hacía rato, siendo un country que los demás no conocían, de larga cabellera azabache, quien se mostrara pre dispuesto a la batalla y al tricolor en el medio de todos tratando de poner calma y paz en la zona. El silencio se había vuelto insoportable para estas alturas, todos se miraban con intención de matarse y saltar a una batalla sangrienta, incluso alguien como Rusia, veía colérico al tricolor, hasta que, aquel que parecía más calmo, hace su primer movimiento
 -Estoy de a cuerdo con el señor México-  escucha una voz que no había escuchado, todos giran hacia el costado de Nazi donde sobresale Alemania con una pose seria y recta, estirando una mano hacia el latino y, aunque trata de sonreír, simplemente se aboca a dar un pequeño asentimiento con ese rostro serio, estirando su mano y esperando por que el tricolor comprenda lo que está haciendo
 -De corazón, un poco de paz-  pide el latino sonriendo suavemente, agradecido de alguien que le este apoyando en esta situación, Alemania sonríe por fin correspondiendo inconscientemente el gesto del contrario, Rusia se siente más molesto de observar la mano de ambos siendo estrechada y por fin, el silencio es roto por Alemania quien gira a ver a los adultos y a Rusia que estaban ahora a sus espaldas
 -Nosotros no podemos tomarnos a la ligera el pensar en crear una tercera guerra mundial, por favor, a las antiguas representaciones; les pido del modo más humilde que se tranquilicen; en este lugar, todo el mundo tiene el derecho de expresarse y ser como mas desee; después de todo ¿No es por esto por lo que todos estamos trabajando? Por un mundo igual, por un mundo donde ser uno mismo no sea sinónimo de muerte, sino de libertad y seguridad… ustedes dos, en su momento, también pelearon por la misma causa, ustedes, que son el presente, pelean por lo mismo. No veo el porqué este country no tenga derecho de expresarse tal y como es y cómo se sienta cómodo-  anuncia Alemania con voz suficientemente fuerte para llamar a todos quienes lo miran en silencio, México suspira suavemente aliviado, bajando la tensión de sus hombros y sonriendo para ponerse al lado de Alemania
 -Si mi persona les molesta, nosotros, el país de México, no deseamos perder las amistades y alianzas que poseemos entre todos. Si mi presencia significa una incomodidad para ustedes, podemos continuar con el comunicado directamente entre presidentes y cartas, sin la necesidad de que entre countrys, nos relacionemos-  anuncia el mexicano con una voz calma, Rusia está a punto de aceptar ver lo menos posible al mexicano pero algo nuevo sucede
 -¡Eso no va a poder ser efectuado señor México!- anuncia una voz infantil; la tensión es cortada cuando todo el mundo (incluso los involucrados) llevan sus miradas hacia la puerta donde, una organización que México y USA pueden reconocer como FBI carga entre sus bazos un niño pequeño de bandera azul y escudo blanco, de tres pares de alas blancas enormes pero recogidas, unos grandes ojos que miran fijamente la situación con “seriedad” y una aureola flotando que parecía ser olivos y otras plantas más, México parpadea y ahoga un chillido de ternura cuando ve al pequeño que no parecía tener mas de 7 o 9 años cuando mucho, siendo llevado por FBI como su perro guardián…
 -Se ve adorable con la corbatita y el traje-  anuncia Azteca riendo también, captando solo unos segundos la atención del grupo que estaba peleando pero sin dejar de ver al pequeño que se aleja de un suave salto de los brazos de FBI para comenzar a aletear con sus tres pares de alas, México lo asocia a un arcángel o un querubín pequeñito y le causa ternura… hasta que el pequeño llega delante de todos poniéndose en medio para crear distancia entre unos y otros
 -Una de las principales razones por las que se encuentran aquí como representaciones de sus propios países, es para poder llevar una sana convivencia con el resto del mundo, ustedes, los  countryhumans deben de tratarse entre todos para conseguir una paz más equilibrada entre el mundo; no pueden simplemente, por diferencia de ideologías alejarse o jurar una guerra-  anuncia rápidamente el niño con una  voz todavía más adorable a oídos de Azteca y México, el tricolor es el primero en carraspear y hacerse notar en el dialogo del pequeño alado
 -Ciertas son sus palabras pequeño ONU, pero, me temo que mi forma de ser, mi propia existencia resulta algo desagradable para los caballeros; quisiera evitar problemas recurriendo a nuestros anteriores métodos de comunicación, pienso, que sería un modo de mantenernos neutrales y no incomodar a ninguna de ambas partes “afectadas”- trata de hablar México
 -¿Y a ti quien te pidió tu opinión tercermundista?-  se escucha la voz de Rusia y México se encrespa un momento, tratando de no carraspear tan bruscamente y tomando un respiro, aunque claro, intentando mantenerse lo más calmado posible
 -Además, servirá para no terminar en una guerra por pendejadas- finaliza México desviando unos segundos su mirada hacia Rusia quien también gruñe, dejando de lado a ONU y llegando a México para tomarlo de su pecho otra vez y elevarlo, solo que esta vez México empuja sus piernas al frente logrando golpear otra vez el estomago de Rusia; esta vez, es turno de México para tomar por las ropas del pecho a Rusia y jalarlo hasta el, haciéndolo caer de rodillas; permite a México colocarse en una pose empoderada y así mismo, hacer que sus rostros rocen rápidamente
 -¡Sígueme jodiendo con puto tercermundista y te voy a dejar el culo como el agujero del ozono de la pinche follada que te voy a dar, que hasta me vas a pedir mas cabron! Tú y tu estúpido ego lastimado me está colmando los pinches huevos y créeme, no quieres que ahora YO te vaya a quitar tu tan poca hombría-  gruñe el tricolor, escuchando a lo lejos el llamado de su padre por su nombre, México desvía unos segundos su mirada de Rusia (quien también lo mira colérico) para ver a su padre que parece molesto, México solo acerca el rostro e Rusia al suyo y le da un rápido beso en los labios jalando poco después con su cuerpo para ayudarlo a ponerse de pie y quedar a un paso de distancia entre ambos
-Y no es una simple amenaza-  finaliza, notando la insistente necesidad de Rusia por limpiar sus labios como si fuera un niño pequeño, de esos que odian a las niñas y que acaba de recibir un beso por parte de una niña que no le gusta y ahora, con todas sus fuerzas limpia sus labios con el dorso de su mano y casi, todo su brazo; México quiere reír por el gesto tan infantil pero está más molesto, observando como Rusia se vuelve a colocar al lado de su padre quien también le manda volver a su lado para evitar una batalla y ONU, también, viendo con desaprobación los gestos de ambos
 -No deben pelear entre ustedes, estas juntas no son solamente para ayudarnos entre nosotros, sino para poder llevarnos bien, para evitar en todo lo posible la corrupción y por supuesto, guerras futuras que pueden ser rápidamente evitadas con un dialogo civilizado-  pide la pequeña organización, viendo molesto al mexicano que mira desafiante al ruso, siendo el latino quien sonría de medio lado divertido
 -Claro ONU, nosotros estamos a favor de hacer el amor y no la guerra… daremos amor a todos los que no lo pidan-  sonríe de medio lado haciendo enfadar a ambos euroasiáticos, Nazi también se muestra molesto y Alemania solo desvía la mirada a cualquier lado con un suspiro cansado y derrotado
 -El señor ONU ya ha llegado ¿Qué les parece que comencemos esta junta y demos fin a este espectáculo?-  llama China colocando una mano en los hombros tanto de Urss como de Rusia, USA coloca también su mano en México y por fin, cada uno se va por su lado, mas a fuerza que por gusto, siendo Azteca quien termine sentado al lado de su hijo, sonriendo divertido
 -Felicidades… no te fue tan mal-  escucho el susurro de su padre y México, simplemente dejo caer su cabeza en la mesa desando arrancarse sus cabellos y darle un putazo a su padre por haberlo metido en semejantes problemas
 Por otro lado, se encontraba Rusia desviando la mirada cada tanto, tratando de no ver a México pero de todos modos, era su mirada la que lo traicionaba y antes de que se diera cuenta, volvía su vista al tricolor; pese a que se encuentra pasando sus dedos sobre sus labios lo más discreto posible para que su padre no lo note… notando una picazón suave en ellos y la necesidad de beber agua; se pregunta unos instantes que rayos le hizo ese tricolor para que comenzaran a arderle sus labios de ese modo
 Notas finales:
 ¡No manches lo logre! Lol ¿Qué creen? ¡Volví a caer enferma! Y esta vez esta cabron… bueno, ya fui al médico y ya estoy recibiendo medicación XD pero we… estoy tumbada en cama, ahorita estoy apenas medio bien y estoy viendo si acabo esto (que lo más seguro es que si lo están leyendo es porque si lo pude acabar XD loool) como sea… pasemos a los datos extras XD que, yo ya estaba riéndome hahaha
 Datos extras:
 *México ama un chingo a su madre/padre pero wey, ella era mujer, toda su vida lo fue… es lógico que este en una crisis existencial si de pronto es hombre
*Azteca trato de enseñarle las cosas que supondría serian importantes para México ahora que sería hombre… digamos que México quedo traumado
*México ama y respeta un chingo a Mexica/Azteca pero también es cierto que cuando están enojados se hablan muy fuerte… igual, estaban entre mujeres y entre hombres, su mismo sexo… no era raro para ellos
*Azteca no lo demuestra mucho pero si está preocupado por México y sus nervios… pero esta mas decidido a la venganza que pasa a segundo plano la preocupación de México
*Según tengo entendido, los chiles cascabel, son unas madrecitas chiquitas y super picosas, sino, una disculpa XD
*¡Dato de mi familia! Bueno, siempre lo escucho… que si estas que te mueres de nervios o preocupación, comas un chile, así, sin nada; debido al picante te controlara los nervios y, supongo que lo demás será más psicológico porque a según te daba valor para hacer lo que tengas que hacer (en este caso, una exposición o hablar con mucha gente)… de ahí me baso para el asunto de que México coma chile en el medio de todo el problema XD
*…Errr… escribí esto antes de que me enterara de la WW3 XD así que… USA era amigo, no un pendejo XP… no, ya en serio… la idea era quitar el odio de USA dentro del fandom en español… quería que fuera un tipo más agradable (Y luego me entero de la WW3 ¬¬ pfff USA… no me estas ayudando cariño)
*Obviando de que México se volvió bato, China y Rusia ya iban tras suyo sabiendo que era mujer, pero se enteraron que es hombre XP y ahora ellos también están en shock
*…China se lo tomo un poco mejor que Rusia el saber que México era “afeminado”… ya vimos que Rusia no lo tomo nada bien ¬¬
*Azteca estaba buscando con la mirada a España para de una vez matarlo, pero aparece el problema con México y pum…
*Alguien me dijo de un tipo de interés romántico entre Nazi y Urss hacia México pero lel, lo hice hacia Azteca… y bueno, ya vimos que no empezó esto nada bien XD
*cuando estaba escribiendo la parte de la discusión de Rusia y de México yo me sentía de la chingada y estaba de “mierda, ¿ahora como lo saco de ahí?” y de pronto, que llega Azteca y Nazi para joder las cosas y pum, que pinche Azteca se burla, humilla y besa tanto a Nazi como a Urss
*Por cierto, el comentario de que uno se divierte con la tortura ajena era comentario hacia Nazi y sus campos de concentración, mientras lo de la violación del enemigo es algo que hizo Urss… según tengo entendido, así que ninguno era un santo y bueno… obvio que a nadie le gusta escuchar eso… si… Azteca ya se hizo dos enemigos peligrosos y tampoco parece importarle mucho
*ONU (porque se me antoja) es un niño pequeño porque, como organización, acaba de ser creada, por tanto, tiene el aspecto de un niño pequeño aunque en teoría, debería de tener el mismo nivel de madurez que cualquier adulto, en especial porque, aunque parece un niño, sabe perfectamente que tiene que hacer
*FBI es quien más lo cuida y custodia (Si, la ship de mi hermana, FBI x ONU) y si… de que le voy a hacer chistes pedófilos también se los voy a hacer!
*Como México comió dos veces chile, sin querer (de verdad, hasta se le había olvidado que había comido picante) termino enchilando los labios de Rusia con su beso rápido
*Nazi y Urss también se enchilaron con el beso de Azteca XD pero nadie dice nada porque dos “tercermundistas” los dejaron en vergüenza, principalmente a Rusia…
*Y bueno… seguido vemos que México no se lleva con USA y luego luego es bien amigo de Rusia… aquí las cosas son al revés ¬u¬ ya veremos cómo va pasando esto porque la verdad, ni yo lo sé XD muajajajajaja
 Bueno, por ahora es todo, ahora, les repito… me voy a tardar un poquito en avanzar porque ¡joder! Estoy enferma, no me siento bien… ni siquiera se si esto está bien corregido o que rayos… así que me voy a tardar en traer continuación de alguna de mis historias… paciencia gente… ahora si
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edicionesneutrinos · 3 years
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Título: Mark en el espacio / Día tras día
Autora: Mariana Suozzo
Poesía. Año 2020
Obras en tapa: S/t. Tinta sobre papel, 2019 y 2017. Juan Hernández
Esta edición doble faz contiene los libros Mark en el espacio, publicado por primera vez por editorial Huesos de Jibia en 2007 y agotado ese mismo año, y Día tras día, que tuvo una primera edición en 2009 por Colección Chapita y una segunda edición aumentada, en formato plaqueta, por Neutrinos en 2014. En sus respectivas primeras páginas, Ana Inés López, por un lado, y Miguel Ángel Petrecca, por otro, dan la bienvenida a lxs lectorxs, con la complicidad y la sana envidia de quien está por encontrarse por primera vez con estos poemas o por redescubrirlos. Petrecca considera que la brevedad de Día tras día, que “apenas alcanza para armar una plaqueta”, “no le impide ser uno de los mejores libros de poesía de los últimos años”; Ana Inés afirma que Mark en el espacio “es una joya única y particular de la poesía argentina del nuevo milenio y somos muches a los que nos alegra que se reedite después de trece años”. En esta edición podemos asistir a la confrontación o la complementariedad de por lo menos dos momentos de una obra desperdigada, en la que un libro se respalda en otro.
De Mark en el espacio, serie homónima:
I
Si en medio de la noche se dispersa el humo y en la cama hay bichos bolita o en el sueño arañas, si encendés la luz y todas las habitaciones de la nave permanecen oscuras el incendio puede pasar desapercibido en la luz de otros fuegos porque en el sueño hubo bichos y en la cama arañas y muchas veces encendiste la luz y todo permaneció oscuro pero nunca algo en tu habitación ardió entonces te desplomás como un fruto maduro sobre la cama sumido en vaya a saber qué sueño sordo y un poema increíble comienza a crecerte en el pelo se enreda cubriéndote por completo el cuerpo y de pronto se hace el día y otra vez la noche y luego el día y la noche sucesivamente, sin pausas te ves como un astronauta espiando por la escotilla la mirada fija en nada ¿quién otro ibas a ser? ¿el hombre araña? ¿la chica de la boletería? fruncís el ceño, torcés los ojos y te das cuenta: la alegría es una cosa extraña en tu paseo por el espacio le escribís a tu amante que continuás sintiéndote terriblemente solo.
De Mark en el espacio, serie "Escritos por la anécdota”:
I
Es posible que esta noche tome vino uno nunca sabe, puede venir una ola y taparnos a todos aun estando lejos de la costa el agua puede llevarnos junto a los demás sedimentos y devolvernos a una playa (en la que nunca hemos tomado sol) entonces deberemos aprender nuevamente cómo lucir un cuerpo dorado después de una tormenta las calles no pueden ser lo que eran ni una forma en la arena consigue recuperar su diseño cerca de la orilla, donde además de ser precisa el agua es inevitable.
De Día tras día:
Roberto
Soy muy joven para morir de angustia ya tendrías que haber arreglado el refrigerador que te llevaste de mi casa hace algunas semanas un dolor comenzó a estrujarme el alma por las noches, cuando intento el sueño mi heladera a punto de morir me persigue rengueando por la habitación cuando venía a visitarte pasé por la casa donde Leonardo solía vivir antes de mudarse a España su padre me dijo que él y su esposa se habían marchado ayer algo muy importante ha quedado sin ser dicho deberías comprender, estoy sufriendo me sentiría más aliviada si ya la tuviera conmigo sé que tu socio se fue de vacaciones estás solo y sin la camioneta las cosas se han puesto difíciles, este asunto se vuelve cada vez más importante supongo que no hay manera de que me traigan el aparato en los próximos días los que me rondan rumorean y yo sospecho que es totalmente cierto que como no le encontrás arreglo la abandonaste sin remordimiento junto a otras chatarras descompuestas soy una persona sensible, es verdad me había encariñado con aquella cosa blanca, resplandeciente, que me vendiste en octubre pero estuve pensando y tal vez deberías darme otra heladera esa que me mostraste de color marrón y congelador de ser así tendríamos que hablar del reintegro en dinero que me harías porque la otra tenía freezer. Roberto, esto no solo me quita el sueño también deteriora mi salud no me mires de esa forma y comprendé por qué un sábado por la tarde encendí una vela perfumada y me recosté para ver cómo el sol desaparecía entre los edificios de enfrente pensaba: esta es la primera gran pérdida que sufro desde que me mudé la vida en el departamento no es complicada ordeno las mismas cosas día tras día todo lo que hay adentro de mi casa tiene algo que ver conmigo y con el ambiente pero desde que dejaste alojado en la cocina aquel armatoste ocre, despintado algo luce verdaderamente mal reconozco que tuviste un lindo gesto aquello que sentí como un premio consuelo me ayudó a pasar lo peor del verano al menos pude conservar el agua fresca pero ya no puedo verla, mis ojos la esquivan como si ella cargara con la culpa, además me recuerda que para trabajar sos bastante lento son las siete, supongo por tu seña que ya querés bajar la persiana yo también debo partir unas amigas me esperan para ver un video sería tan feliz si aparecieses por mi casa casi como si no te esperase me darías una sorpresa al traerme algo blanco, brillante, otra vez resplandeciente.
Mariana Suozzo nació en San Justo, provincia de Buenos Aires, en 1982. Es sommelier y poeta. Actualmente vive en Ramos Mejía. Publicó los libros Mark en el Espacio (2007), Día tras día (2009; 2014) y Cuando la forma del día desvanece (2016).
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blogdelbebemoderno · 4 years
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Mi experiencia con la lactancia materna
La primera vez que me lo pusieron “piel con piel” la matrona me dijo que agarrase mi aureola con mis dos dedos en dirección a su boca y esperase “a ver si se enganchaba��.
El bebé lo hizo desde el minuto 0 y con una fuerza increíble. Al cabo de un rato lo puse al otro pecho e igual.
Cuando me lo quité del pecho izquierdo pude comprobar como me había hecho un moretón en la parte inferior del pezón bastante llamativo. Llegué a pensar que había mamado esa parte de la aureola y no el pezón en sí porque sino no me lo explico.
Lo gracioso de todo es que en otra toma me hizo lo mismo con la parte superior por lo que mi pecho izquierdo estaba ahora adornado con una bonita corona morada que dejaba con la boca abierta a las enfermeras y matronas del lugar.
Todas alababan como se enganchaba de bien el pequeñajo y me dijeron que tenía mucha suerte porque había muchos problemas con los recién nacidos para que se enganchasen.
Aún así le complementé el pecho con un par de jeringuillas con leche de fórmula.
Las tomas eran muy distanciadas pero me dijeron que siendo tan pequeño no debía de dejarlo más de tres horas sin darle el pecho y así lo hice.
Dolía mucho, me dolía más el izquierdo por los moretones y porque no me salía bien el pezón y el bebé hacía más fuerza.
Compramos pezoneras de plástico a ver si me aliviaba un poco pero era peor.
Me resigné a que doliera y el cambio de pecho era un descanso ya que el derecho apenas si me dolía.
Me decían que cambiara de postura para que se me vaciase el pecho más fácilmente y también para que sufriera menos el pezón pero el bebé sólo se enganchaba tumbado en brazos, de la manera tradicional.
En casa las tomas eran cada tres horas. El pediatra me dijo que no debía de darle el pecho en menos tiempo porque tienen que hacer la digestión y el bebé tenía que aguantar como sea.
Al principio bien pero luego aguantar era imposible. Las tomas se hicieron mucho menos predecibles y lo de cada tres horas quedó en el olvido.
Tomé una decisión y mi hombre me apoyo en ello sobre todo después de soltarme una de sus metáforas cargadas tanto de sabiduría popular como de surrealismos:
A ver… A ti que te gustan tanto los bichos: Tú te crees que los perros tienen un reloj en las patas y van mirando cada tres horas cuando darles la teta a los cachorrillos, mientras ellos esperan impacientes viendo Pocoyó?? A qué no? Pues eso.
Somos animales y cada bebé es un mundo y no puedes establecer un horario para todos como si todos fueran iguales.
Y así lo hicimos, a demanda. Y poco a poco se ha ido regulando hasta que hoy en día hace tomas de hasta cuatro horas.
Si bien es cierto yo que ya lo conozco veo que la teta no es solo alimento. Hay muchas veces que quiere mamar por puro consuelo y para dormirse.
Por consuelo es más complicado porque cuando estaba malo de la tripa quería mamar y claro, era peor. Porque no podía mamar y porque si lo hacía se ponía peor.
Y para dormir pues he notado que hay muchas veces que tiene sueño, mama para dormirse pero se putea porque sale leche. En este caso, a falta de chupete que lo odia por cierto, no ha habido manera de que lo quiera, le meto el dedo meñique y ya tan contento. Se queda dormido e incluso lo escupe al cabo de un rato.
Después de mes y medio el dolor de pezones cesó casi por completo. Cuando tiene algunos días que mama con más frecuencia por lo que sea si que se me resienten y me duelen un par de días pero nada comparable con antes.
El pezón izquierdo siempre fue el que más dolió e incluso se me abrió una pequeña grieta y ahí si que veía las estrellas.
Me sirvió mucho echarme Purelan como si no hubiera un mañana y mi propia leche. También ir con las tetas al aire por la casa siempre que podía. Poco a poco todo ha ido a mejor y el 95% de las ocasiones darle el pecho es todo un placer.
Me encantan esos momentos de intimidad que estoy casi convencida que los hubiera tenido igual con un biberón. Que quede claro.
Me mira muchas veces mientras mama y sonríe para luego seguir mamando. Me coge ya el pecho con sus manitas. Me busca cuando está en manos de otras personas y me reconoce y un largo etc que hace que muera de amor todos los días.
Si bien es cierto también tiene sus cosas malas, que ya sabéis que me encanta contarlas y no os ibais a librar con esto tampoco.
Al ser tu la única persona que le alimenta pues eres tú la que se levanta por las noches, eres tú la que tienes que estar disponible 100% las 24 horas del día para él aunque se queden cuidándole. Muchas veces no es solo hambre, sino sed o, como os he dicho antes, consuelo o sueño y solo te quiere a ti.
Es agotador aunque tenga que reconocer que me encanta que me necesite de esa manera. No siempre será así y quiero aprovechar el tiempo que dure al máximo sin pasarme claro. Todo en su justa medida.
También noto que al igual que logro calmarle antes que nadie también se pone más nervioso conmigo porque me huele y quiere teta casi siempre y tampoco puede ser eso.
A día de hoy creo que tengo la lactancia más que asentada y he tenido la suerte de no tener mastitis de momento ni ninguna otra complicación.
Creo que darle el pecho a demanda ayuda a que el pecho se vacíe por completo y a que se adapte a la demanda real del niño y cada niño demanda de manera diferente por lo que establecer unos horarios a todos por igual creo que es un error. Hablo desde mi propia experiencia que no tiene por qué ser la misma para todas.
Me hubiera gustado poder sacarme leche y una de las tomas de la noche que se la hubiera dado mi marido para que os voy a engañar. Estoy agotada y dormir del tirón me haría mucho pero bueno. El bebé ha decidido que tanto el chupete como el biberón me lo tome yo si quiero por lo que me tendré que aguantar.
Si bien es cierto que cuando empecemos con la alimentación complementaria me gustaría volverlo a intentar. Toma que me quite con dicha alimentación toma que usaré un sacaleches y a ver si hay suerte.
No tengo pensado establecer una fecha para quitarle el pecho. Trabajar desde casa es lo bueno que tiene, que no tengo problemas para seguir con ello el tiempo y la frecuencia que quiera.
Pero si que es cierto que no me gustaría que me pasara como a mi cuñada, por ejemplo. Que la niña con año y medio no es capaz de dormirse si no lo da el pecho unos segundos. Ya no es alimento… Es consuelo puro y duro y crearle esa dependencia, ya sea con la teta, con el chupete o con el dedo no creo que sea bueno.
También es cierto que todo es un proceso y que cada niño tiene su propio ritmo.
Mi opinión cambiará porque sólo llevo tres meses dándole el pecho.
Ya os iré contando como sigue todo.
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