𝗔𝗖𝗧. 𝗫𝗜 — 𝗖𝗥𝗜𝗠𝗘𝗡 𝗣𝗘𝗥𝗙𝗘𝗖𝗧𝗢.
Conteo de Palabras: 795.
Proyecto: 𝗟𝗮 𝘁𝗲𝗿𝗻𝘂𝗿𝗮 𝗰𝗮𝗻𝗶́𝗯𝗮𝗹.
Tags: N/A.
Valor: N/A.
Fecha: 2021.
Advertencia de Contenido: Descripción de violencia.
El sonido del agua corriendo resuena por la habitación, quizá por la casa entera. Es acompañado en un ritmo irregular por el otro sonido, mucho más molesto, de los platos rozandose entre sí.
Nunca me ha gustado como suena la vajilla cuando se toca entre sí.
Hoy no hay música acompañando la actividad. Tengo la cabeza sobrecargada para un ruido más.
No puedo dejar de pensar en ella y sé que conversarlo no hará ninguna diferencia. Ya lo he intentado, ya lo hice anteriormente. Nunca obtuve un buen resultado.
Pensándolo bien, se me debería dar más crédito por la estratégica forma en que actué la primera vez con el simplón acto de manipular partes de una historia en la que sólo era un personaje secundario, haciendo lo que tenía que hacer para convertirme en el principal.
Nunca me gustó ser segunda o vivir bajo la sombra de nadie.
Por otro lado, tenía que reconocer a este nuevo conflicto; reconocerle que había sabido hacerse su lugar de una manera tan delicada que me dejaba con pocas opciones para hacerla mostrar quién realmente era.
Quizá debía llamar a Lucas y preguntarle qué opinaba al respecto, aunque primero tenía que terminar de limpiar los pesados platos que sólo ponen en peligro la poca tolerancia que mis nervios son capaz de manejar en este instante.
Un choque más entre ellos y probablemente termine rompiendo la vajilla entera; podría ser terapeutico y ahorrarse problemas, aunque hasta yo sé que eso no es cierto.
El problema es mío a un nivel tan profundo que quizá alguien debería cortarme una mano o el brazo entero. No podría hacerlo yo pero en parte también creo que no es mi culpa que jamás me ha gustado la gente hipócrita, falsa.
Había en ellos algo que parecía invitarme a querer cortar su rostro por la mitad, obligándolos a mostrar su verdadero ser aunque fuera un poco, por un momento.
Podría hacerlo con este cuchillo… Siempre fue mi favorito de cualquier forma.
Sí, creo que podría hacerlo.
Podría usar a mi favor lo idiotamente desesperada que se encontraba de meterse entre ambos al estar fingiendo querer ser mi amiga, sacando ventaja de lo mucho que quería fingir estar de mi lado cuando sabía que a mis espaldas hablaba con él sobre la malísima idea que era seguir juntos.
No estoy segura de si es la idea de crear toda una trampa para deshacerme de ella como quien se deshace de una rata o el agua fría que corre del grifo lo que me hace sentir un escalofrío en el cuerpo. Tampoco me detengo a pensar si está bien o no lo que quiero, lo que deseo.
No sería la primera vez que lo hago, aunque podría ser la última y qué mejor manera de darle la espalda a deseos tan oscuros que con la satisfacción de que pude alejarla para siempre de mi vida, mis planes, mi pareja.
Creo que sería mejor si le digo que tiene que ver con él, a fin de cuentas, le encanta escuchar sobre su existencia. Podría llamarle y decirle que hay algo que conversar, que hay algo que sucedió, pedirle apoyo y auxilio. Casi puedo ver su cara iluminandose por estar jugando a la heroína mientras ella también piensa como apuñalarme por la espalda aunque de una manera bastante diferente a cómo yo espero poder hacerlo, partiendo porque lo haría de frente.
Mis ojos se desvían hacia el cuchillo que ahora se encuentra apoyado en el escurridor… No, no puedo hacerlo con él. He pensado muchas veces en lo cómodo que es, en lo adecuado que sería para una situación así sin creer que en algún momento las ideas se concretasen más ahora que estoy aquí, a un par de mensajes de deshacerme de la persona más molesta que he conocido en mi experiencia humana, me doy cuenta que no vale la pena perder la cómodidad de un utencilio por alguien así.
Por otro lado, quizá no tenía que deshacerme de él… Nadie tendría qué saber para qué más fue utilizado mientras hiciera lo que sabía debía hacer después, aunque… Pensándolo… Habían otras alternativas.
El ruido de la puerta anuncia que la libertad de convivir tranquilamente con deseos tan oscuramente íntimos ha llegado a su fin y me apresuro a enjuagar los últimos cubiertos antes de dejarlos sin cuidado alguno acompañando a mi favorito.
Cierro la llave y me veo en el reflejo de la ventana que hay sobre el fregadero… «Paciencia», me digo mentalmente.
Paso mis manos húmedas por mi cabello tanto para refrescarme como para sacarme a mí misma del espacio mental en el que estaba para volver a la realidad actual pero, en algún lugar de mi cabeza, me hago una nota mental:
«Debo visitar a Gabriel».
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Hands to myself | Esteban Kukuriczka.
Sumario: mañanas tranquilas con tu novio.
Warnings: sexo explícito (+18), fingering, sexo desprotegido, dirty talking.
Notas: cómo argentina, me parece preocupante la falta de fanfics que hay de este hombre xx.
Créditos: esta inspirado en la canción de Selena Gómez, las imágenes del principio no me pertenecen y las encontré en pinterest, sin embargo, el collage fue hecho por mi.
1.3k words.
La suave brisa bonaerense inunda el amplio cuarto, jugueteando con mis mechones, desperdigados en las almohadas. El sol empieza a colarse sin consideraciones por las ventanas entreabiertas, obligando a mis cansados parpados a perforar mi sueño.
Los fuertes brazos anclados en mi cintura me atraen aún más cerca del hombre dormitando a mi lado, su rostro anidado en mi cuello, su dulce y varonil aroma inundando mis fosas nasales, envolviéndome en su calor corporal.
“Buenos días, Tebi”- Murmuro suavemente, cubriendo sus hombros con delicados besos para despertarlo.
“Buenos días, preciosa”- Responde, despegándose de la somnolencia y serpenteando sus extremidades con las mías.
Hinco mis dientes seductoramente en su piel descubierta, salpicándolo con pequeñas marcas rojas en contraste con su tez pecosa. Ansiosa, deslizo mis piernas sobre las suyas, posicionándome a horcajadas sobre su regazo.
“¿Andamos cariñosas esta mañana?”- Socarrón, amasa la desnudez de mis caderas entre sus palmas, causando que nuestros sexos se rocen firmemente. La burlona fricción no está ni cerca de ser suficiente para calmar las llamaradas que empiezan a asentarse en mi estomago bajo.
“Dale, amor, ¡por favor te pido!”- Ruego impaciente, tratando de replicar sus movimientos. Su agarre me mantiene estática en mi lugar, sin permitirme mover.
“¿Por favor qué?”- Finge inocencia mientras las puntas de sus dedos empiezan a dibujar entramados sobre mis costillas, trepando hacia mis pechos.
Atrapa mis pezones entre sus yemas, jugueteando con ambos a la vez, hasta sentir como se endurecen ante sus atenciones.
“Tocame, te necesito…”- Aclaro sin aliento.
Con una sonrisa ladina, acerca su boca hacia el derecho, provocando el montículo con la lengua hasta empezar a succionarlo con urgencia. Me enredo en su cabello, tirando de el con ferocidad, ganándome un gimoteo de satisfacción de su parte.
Separándose de mi abusado busto, observa mis ojos con cierta malicia impresa en los suyos al tiempo que me restriega contra su palpitante centro. Una creciente erección se hace notar bajo la ropa interior que nos separa.
“Mira lo que me haces”- Acentúa su punto al embestir mi coño cubierto con su pulsante miembro. Mi boca se entreabre ante el placer repentino- “Me pones tan duro.”
“Tebi, no puedo más”- Susurro cuando su mano baja por mi estomago hasta hallar mi intimidad, desliza mi tanga por mis pantorrillas para así estimular el clítoris en premeditados movimientos circulares. Creo enloquecer ante sus ralentizadas caricias
Asienta su toque errante en mi humedad, sus yemas buceando entre mis jugos. Retira sus dedos índice y corazón, para luego sorberlos ruidosamente, lamiendo mi reluciente excitación.
“¿Quién te tiene así de mojadita? Mh?”- Pregunta orgulloso, sabiendo perfectamente que el es el causante.
Reanuda sus ministraciones en mi núcleo, colándose por entre mis labios para penetrarte con dos dígitos. Mis orbes fijos en sus movimientos, aun desconcertada por lo obsceno de su accionar.
Rápidamente acelera sus movimientos, curvándose para golpear la esponjosa cavidad. Su longitud roza todos mis puntos sensibles, acercándome a un inexorable crescendo. Sumergida en el disfrute, lo único que escapa mis cuerdas vocales son quejidos de satisfacción, entrelazados con gemidos nombrándolo.
“Contestame, nena. ”- Reclama, forzando el contacto visual al aprisionar mi mandíbula en su agarre.
“Vos, Kuku, ¡solo vos!”- Contesto, hundiendo mis uñas en la tersura de sus bíceps, marcando lunas crecientes para la posteridad. Una sonrisa engreída tiñe sus delicadas facciones al notar mi estrechez aspirándolo, signo de mi orgasmo aproximándose a pasos agigantados.
Meciéndome sobre sus largos dedos, comienzo a percibir las avasallantes olas de mi culminación; la presión en mi vientre amenazando con explotar, la euforia difuminando todo a mi alrededor, centrándome solo en el rostro de mi novio cercano al mío.
El clímax se ve remplazado por un insoportable vacío cuando retira sus dígitos de mi calor, negándome la liberación. Un sollozo se cuela por mi expresión desahuciada, mis ojos alarmadamente abiertos cubiertos por una fina capa de lágrimas.
“No no no, por favor”- Lloriqueo en su oído, tratando de reganar el pasado contacto. Sus fuertes extremidades me aquietan por encima de su muslo, logrando que mis movimientos mueran lentamente.
“Tranquila, linda. Ahora te voy a coger, ¿sí?”- Pronuncia, apaciguando mis patéticos hipidos. Asiento frenéticamente, deseosa de sentirlo en mi interior.
Con un preciso movimiento, me enjaula bajo suyo, su largo cuerpo enmarcando al mío. Lo observo despojarse de sus calzoncillos, ardiendo al presenciar su desnudez absoluta.
Mis ojos merodean desde su esbelto pecho hasta los colorados vellos que trazan el inicio de su pelvis, gruesa y rebosante de líquido preseminal.
Casi ausente, permito que mi mano recorra su cuerpo, centrándome en su furioso pene. Con lánguidos movimientos, trazo su longitud, torciendo mi muñeca para proporcionarle el mayor placer posible.
“Me vas a matar, bebé”- Confiesa, acalorado y excitado. Sus rizos cobre empiezan a pegarse a su frente ante el esfuerzo físico, unas singulares gotas de sudor recorren su tórax.
Toma mis extremidades superiores entre sus garras para anclarlas sobre mi cabeza, dejándome completamente a su merced. Con un gesto busca mi consentimiento, el cual soy rápida en proporcionarle.
Su glande comienza a ingresar por mi núcleo, empujándose pacientemente dentro mío. Mas allá de la cantidad de veces que repitamos el procedimiento, jamás lograría acostumbrarme a la deliciosa manera en que me estira. El aire se condensa de sus suspiros de alivio al sentir su polla completamente en mi interior.
Así, inmóvil entre mis piernas, logro sentir cada una de sus vena latiendo dentro mío, las crestas y surcos que lo componen.
“Hace conmigo lo que quieras, Kuku, pero por favor movete”- Demando sin aire, todavía pasmada por la intrusión.
Ni bien las palabras me abandonan, Esteban retira su falo casi por completo antes de embestirme ferozmente. Su boca yace abierta, su cara contorsionada por el deleite, sus cejas arrugadas entre sí… La vista más bella del mundo.
Noto que mis caderas intentan acompasarse a su compás, encontrándolo a medio camino. Un frenesí casi inhumano apoderándose de ambos, obligándonos a acelerar el ritmo para satisfacer aquel deseo tan primal.
Su palma izquierda apresando mis muñecas fuera de su camino, la derecha se posa en mi abultada panza, advirtiendo la protuberancia que su pene delinea en mi vientre bajo. Un gemido nace de mi garganta al notar lo que ocurre.
“Así de profundo te estoy cogiendo, nena”- Gruñe en mi oído, su mano aún en mi estómago, sus penetraciones cada vez más hondas.
“Ay, Esteban, estoy tan llena”- Plaño frente a su boca, robándole un chape al notarme increíblemente mojada ante la imagen.
Vuelven a apropincuarse las primeras olas de mi culminación quemándome por dentro, consiguiendo desesperarme por concluir. Sin siquiera notarlo, mi voz se fuerza por vociferar el regocijo que me inunda, aumentando su volumen a medida que mi clímax me alcanza.
“Dios, me voy a venir”- Advierto, enloquecida por las sensaciones apoderándose de mí. El mayor se apresura, complaciendo mi pedido tácito.
Su boca busca de nuevo la mía cuando mi coño pulsa delirantemente su entrepierna, buscando conducirlo hacia su propia liberación.
“¿Ah sí? ¿Me vas a empapar la chota, amor?”- Cuestiona, sabiendo cuanto me gusta que me hable así de sucio.
Su nombre huyendo de mis labios como mantras, mis uñas anclándose en su espalda, marcándolo como propio.
Me entrego al orgasmo que me engulle, mi cuerpo retorciéndose espasmódicamente bajo su imponente figura, mi centro manchándolo con mi corrida al contraerse.
En la brevedad, aúlla desaforado pues su masculinidad pulsa hasta derramarse dentro mío. Su semen pintando mis paredes internas, colmándome por completo.
Se retira de mis cavidades con lentitud luego de venirse, procurando que sus espermatozoides permanezcan en mi interior. Selecciona mi ropa interior de las desechas sabanas, calzándomelas como si nada.
“Así no se escapa nada”- Murmura, regalándome un pico. Me fascino ante la idea de mantener su eyaculación así de cerca de mí.
Lo arropo contra mí, exhausta y saciada, con la intención de quedarme atrapada en sus brazos por un rato más. Recíproca mi voluntad, reposando su cabeza entre mis pechos y acariciándome delicadamente.
“Te amo”- Digo luego de unos instantes, observándolo maravillada.
“Yo te amo más”- Responde, presionando nuestras bocas en un beso descuidado.
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