AGRICULTORES Y AGRICULTORAS DE LAS CHINAMPAS DE XOCHIMILCO MANIFESTAMOS:
En los últimos años un reducido grupo de agricultoras y agricultores de las chinampas de Xochimilco ha mantenido la tradición de seguir sembrando maíz nativo cumpliendo la “cuenta ceremonial del maíz”. Los procesos de gentrificación, la falta de estímulos para la agricultura, el crecimiento de la zona conurbada y factores diversos han provocado la desaparición de las chinampas, que lentamente se van transformando en campos de futbol y centros recreativos para el turismo.
Para la Ciudad de México, la importancia de Xochimilco y sus chinampas es fundamental, porque guardan el último remanente de un gran sistema de lagos que proviene de la época prehispánica. Se trata de uno de los sistemas sostenibles de ecotecnología agrícola, reconocido mundialmente, que se degrada paulatinamente. Pero junto con la pérdida del humedal lacustre también se diluyen los valores y fortalezas culturales de sus comunidades.
Los Agricultores de las Chinampas de Xochimilco alzamos la voz para continuar en nuestro empeño de conservar el humedal y la cultura que lo forja desde raíces muy profundas. El próximo domingo 12 de febrero realizaremos la ceremonia de selección de la semilla en la montaña del Cuailama, Xochimilco.
Consideramos que, a través de la evolución del maíz, hemos obtenido nuestro principal alimento físico y espiritual, creando una forma de pensar que logró unir a los pueblos de Mesoamérica y el continente americano.
Por ello, nos proponemos enviar a diferentes partes del mundo la semilla que mantiene el alma del origen de la creación, y sumando su contenido educativo, científico y cultural busquemos unir a los pueblos del mundo.
Al mismo tiempo, apoyamos las propuestas de organizaciones campesinas, ambientalistas, de consumo, de académicas y académicos, de investigación en defensa de la agricultura campesina y la alimentación, que están en permanente defensa de nuestros maíces nativos y por el reconocimiento de México como centro de origen.
Reconocemos y valoramos las diversas investigaciones científicas que muestran el daño que ocasiona a la salud y al medio ambiente, tanto el consumo de productos ultraprocesados, como el herbicida glifosato y los organismos genéticamente modificados (OGM).
Apoyamos también el decreto del Gobierno de México que ha modificado temporalmente el arancel aplicado a las exportaciones de maíz blanco harinero, buscando la necesidad de garantizar abasto suficiente y el consumo del maíz de nuestros campos a precios justos.
Exhortamos al Gobierno de la Ciudad de México a que revise y vigile el uso de suelo y crear las condiciones ambientales, educativas y económicas para recuperar en su totalidad las chinampas de Xochimilco y ampliar las zonas de siembra de las mismas.
Exhortamos a la Secretaria de Educación Pública a incorporar la tradición cultural histórica de la ciencia matemática mesoamericana a los contenidos del Nuevo Modelo Educativo, ya que con su interpretación será posible darle él sentido científico de las matemáticas a nuestros saberes tradicionales.
Reconstruyamos, conjuntamente, la calidad de vida y bienestar para todo ser vivo.
Exhortamos a la población mexicana y del mundo a mantenerse alerta y continuar defendiendo la soberanía nacional y alimentaria, y el alma de nuestra planta sagrada: el maíz.
¡Por la recuperación de nuestras chinampas!
¡Por el derecho a la alimentación sana y justa!
¡Por el rescate de nuestra tradición cultural histórica de la ciencia matemática mesoamericana!
¡Por nuestra milpa y nuestro maíz sagrado!
Agricultores y Agricultoras de las Chinampas de Xochimilco
Central Campesina Cardenista
Innovadora de Esfuerzos para el Apoyo Solidario (IDeas)
ANAHUACALMECAC AC (Indigenous Resurgence Academy)
de Los Angeles, California
Tlazocihualpilli Arte y Cultura Autóctona
Grupo de Danza Azteca Xochiquetzal
Colectivo Yanahuana de San Antonio, Texas
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¿Por qué es importante la cuenta del maíz?
Esta cuenta es una réplica de la búsqueda del orden del universo, que durante 214 años emprendieron en peregrinación los antiguos mexicanos hasta llegar a Tenochtitlan.
El 12 de febrero, en la primera veintena de Atlacuallo, inicia con la ceremonia de presentación de la selección de las semillas. Y concluye en su cosecha el 29 de octubre, en la décimo tercera veintena de Tepeilhuitl. Es decir, transcurren 13 veintenas, equivalentes a 260 días.
Los solsticios de invierno y verano, así como el equinoccio de primavera determinan estas fechas:
Solsticio de invierno (21 de diciembre) 52 días después: 12 de febrero
52 días antes: 29 de octubre
Solsticio de verano (21 de junio)
52 días después: 13 de agosto
52 días antes: 29 de abril
Equinoccio de primavera (21 de marzo)
40 días después: 29 de abril
Para demostrar ampliamente esta asociación matemática de la cuenta ritual, del Ser Humano, con la cuenta ritual de gestación del Maíz, desglosamos estas fechas con sus significados:
Primera: 12 de febrero
Ceremonia de selección de la semilla. Para solicitar la lluvia necesaria para los granos de maíz seleccionados que se almacenan para la siembra.
Segunda: del 29 de abril
Ceremonia. Se inicia el ritual de siembra del maíz en los centros ceremoniales, se conduce al maíz como un ser personalizado en Chicomecoatl a las chinampas de Xochimilco Tenochtitlan.
Tercera: 13 de agosto
Ceremonia, primer corte del maíz.
Cuarta: 29 de octubre
Ceremonia de la cosecha del maíz.
En la cuenta del maíz no hay solo símbolos ancestrales, hay un saber científico que tenemos el derecho de conocer e integrar a nuestra vida diaria. Estos conocimientos no nos anclan al pasado, nos dan más herramientas para comprender el presente y construir un mejor futuro para nuestras comunidades.
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Maíz, oro comestible y cultura
Por Jaime Luján
Sumergido en un caldo de res y verduras, un trozo de mazorca con tres filas de maíz. Ese ingrediente amarillo que en Centroamérica llaman “elote” y que aparece como una constante en sus platos, principalmente en la pupusa, es considerado como la carne de los humanos según el libro sagrado quiché Popol Vuh.
En La Ceiba, una de las nueve pupuserías de Madrid, un grupo diverso de comensales pellizcaban la masa de la torta, invitados por la iniciativa intercultural de Tetuán Alimenta y ajenos a las leyendas de esta cultura, a la que nos acercamos a través de la mesa.
El maíz es un elemento frecuente en la mitología de la zona mesoamericana. Conocido como “el oro mexicano”, en el mencionado Popol Vuh aparece en el relato maya de la creación de los seres humanos, en el que los dioses Kukulkán y Tepeu buscaban una especie que pudiera adorarlos. Tras varios intentos, usando maíz blanco para la figura y rojo para la sangre, crearon a cuatro hombres sabios. Tan inteligentes eran que los dioses les debilitaron los sentidos para que estos siguieran venerándolos, lo que los convirtió en los primeros humanos. Por su parte, los aztecas creían que al principio las personas solo se alimentaban a base de raíces y la caza, hasta que el dios Quetzalcóatl, utilizando su ingenio, se transformó en una hormiga para cruzar las altas montañas que separaban a la población del maíz; y así entregarle este cereal al pueblo. Este mito explica cómo la cultura maya evolucionó del nomadismo al sedentarismo y la agricultura.
Sin embargo, lo cierto es que fueron los campesinos indígenas de Mesoamérica los que crearon el maíz tal y como lo conocemos hoy en día. Según especialistas como Abel Muñoz Orozco, este cereal surge tras varias generaciones de selección de granos de la planta teocintle por parte de la población, hace unos 9.000 años. De hecho, el maíz solo puede reproducirse mediante intervención humana, ya que la mazorca para que sus granos germinen necesita ser desgranada con las manos. A su vez, el maíz ha sido el protagonista de la alimentación, agricultura y economía de esta zona. Esto establece un vínculo en especial en el que, sin maíz, los indígenas no serían los mismos; y sin indígenas, el maíz no existiría tal y como lo conocemos.
Curiosamente, las manos vuelven a tender un puente entre el maíz y la población en el momento en el que los dedos trocean la masa de la pupusa, como pudieron observar los comensales de La Ceiba. Y es que estos también pudieron apreciar este lazo cuando los empleados respondían con orgullo y felicidad a sus preguntas relacionadas con los platos servidos, como el nombre del plato, qué ingredientes llevaba y cómo se comía. Es más, unos salvadoreños ajenos a la actividad se acercaron con un gesto curioso, que se transformó en alegría, al conocer la iniciativa de Tetuán Alimenta. Este cariño por la cultura de su propio país va ligado al sentimiento de identidad de grupo que se forma cuando en lugares, como el restaurante La Ceiba, dirigen su negocio a aquellos compatriotas que se encuentran lejos de su tierra por la emigración (el representante de la embajada salvadoreña y también comensal en la actividad Edgar Huezo Saavedra explicó que en España hay alrededor de 50.000 salvadoreños).
El valor cultural centrado en el maíz de la gastronomía salvadoreña, y en general la mesoamericana, ha peligrado desde que los castellanos en el s. XVI decidieron cultivar otras cosechas, como el trigo, en tierras donde antes solo se hallaba el maíz. En la actualidad, EEUU y China son los mayores productores de maíz y exportan a los países de Mesoamérica este producto, lo que hace menos competentes a los agricultores locales y más dependiente a la población de las grandes corporaciones. La producción del maíz transgénico cerca de las cosechas originales de EEUU puede hacer que estas desaparezcan por la contaminación genética, y con ellas ese valor de vitalidad, humanidad e inteligencia que las leyendas otorgaron al maíz.
Se puede establecer un paralelismo entre esta pérdida de soberanía alimentaria, que se inicia con la conquista de América, con la también pérdida cultural de la zona a manos de la misma; y que se intensifican con la llegada de la globalización. Esta situación deja visible ese vínculo existencial que pervive entre la agricultura mesoamericana y la cultura de la región, entre el maíz y las maneras de entender el mundo de la población indígena. Lugares como la pupusería La Ceiba se han convertido en focos de resistencia para que los salvadoreños, y en general mesoamericanos, puedan seguir disfrutando de este legado heredado de sus ancestros, a pesar de encontrarse lejos de su hogar.
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BLANCA MAÑANA DE DOMINGO
Blanca mañana de domingo viejo...
blancas cortinas y paredes blancas,
tras la ventana la nieve cayendo,
que baja despacio, entretenida,
y en la cocina que tengo debajo
una vieja revieja abriendo ma��z,
abriendo maíz, domingo temprano.
Gracias a la pequeña trampilla
abierta sobre el fogón en mi piso
la puedo espiar desde arriba,
fisgando cada movimiento suyo.
Y cada movimiento suyo es lento:
zarandea el perol adelante y atrás.
Oigo ya las cabrillas chascando.
Canta a Dios nacido, capilla blanca,
no escucho tu coro clamoroso,
sólo escucho el maíz que chasca.
Hasta que el chasqueo se para.
Pero ya —alabado— no escucho sólo,
pues solevado en aliento del fuego
sube el aroma como puro espíritu.
Sube el aroma mientras la nieve
sigue cayendo en el tiempo viejo.
*
WHITE SUNDAY MORNING
White Sunday morning long ago—
White bedroom curtains and white walls,
Beyond the window falling snow
That dillydallies as it falls,
And in the kitchen down below
An old old woman popping corn.
Popping corn on Sunday morning.
Thanks to the little register
Cut in my floor above her stove
I can look down and spy on her
And overhear her every move.
And every move she makes is slow.
Pushing the popper to and fro.
I hear the corn begin to pop.
O sing, white church, that Christ is born.
I do not hear your singing choir,
I only hear the popping corn
Until I hear the popping stop.
But now, praise be, I more than hear it.
For lifted on the breath of fire
The fragrance rises like pure spirit.
The fragrance rises while the snow
Is falling, falling long ago.
Robert Francis
di-versión©ochoislas
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