jealous? you don't even exist to me
Okey, este es Crowley siendo un comemierda.
+18, Crowley being a asshole. Jealous, cruelty, body shaming.
El demonio entró a sus anchas a la nueva cafetería que abrieron frente a la Bookshop de Aziraphale. Para alguien que vivía en su auto, con sus plantas y apenas logrando conseguir dinero, Crowley no le haría asco a una taza de café (con seis shots de expresso en él, gracias), o a pasar tiempor con Aziraphale.
Los demonios se reirían si alguna vez se enteraran de su necesidad por el ángel. No tenía otros amigos, no podía hacer otros amigos, y sin duda alguna, Aziraphale era uno de las pocas personas—seres, que lo entendía. Era su fiel amigo, su más antiguo vínculo.
— ¿Cómo está tu aman. . . amigo? El exhibicionista.
Crowley, quién no había prestado atención a la mujer, giró repentinamente su cabeza en dirección a Aziraphale.
— ¿Amigo exhibicionista? — preguntó en un siseo.
La boca del estómago comenzó a arderle. Sentía el fuego subiendo por el esófago humano de ese cuerpo, la bilis arremolinándose en la parte baja de su garganta, y la ponzoña cayendo de sus colmillos. Su lengua, se movía inquieta, esperando.
— Él no, no-quiero decir, él, Ga-Gabe no es. . . ¡Ya no está desnudo!
Gabe.
El nombre quemó como agua bendita en su boca. De sólo pensarlo, quería vomitar, quería generar caos y mandar a la mierda a todos los humanos. Pero en primer lugar, lo que más deseaba, era agarrar a su rubio compañero, bajarle los pantalones y cogérselo ahí, en medio de toda esa carne pecadora, para que recordara quien era y cuál era el trato.
El ángel era suyo, y de nadie más. Y jamás se atrevería a compartir algo tan preciado.
Cuando la mujer trajo de regreso sus platillos, Crowley, con la vena marcada en la sien, comenzó.
— ¿Gabe te coje tan bien como yo, ángel?
El rubio casi se atragantó con esos pastelitos de mierda.
— Te ahogas con esa mierda, y no con mi polla. ¿Qué sucede Aziraphale? ¿El Bentley no es lo suficiente cómodo para tu bonito culo?
— Querido, cuida tu lenguaje, por favor. Déjame explicarte.
¿Explicacoines? No, ya era tarde para eso.
— ¿Para qué, ángel? Yo también puedo cogerme al primer idiota que vea, ¿sabes? No necesito andar rogándote como una zorra en celo. Esa sueles ser tú.
Los ojos de Aziraphale se cristalizaron mientras dejaba el tenedor a un costado del platillo.
— Más que zorra, diría que eres una vaca. Lástima, — las lágrimas del ángel caían por sus mejillas, brillando cristalinamente. Crowley suspiró. — me gustaba tanto marcarte y amasarte. Pero parece que Gabe, puede hacerte mejor.
Se levantó de la mesa y tiró los últimos billetes que cargaba consigo.
— Adiós, ángel.
Crowley no se fue directo al Bentley, sino que entró a la librería.
Gabe, Gabe, Gabe. Ese idiota se lo pagaría. ¡Mostrarse frente a Aziraphale! Había que ser cabrón.
Se encargaría de él primero. Necesitaba calmarse si quería volver arrastrándose a su Ángel, como la serpiente asquerosa y cruel que era.
— Oh, Gabe. ¡Sal a jugar!
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