Works in Progress
Snuffles & Son - Sirius raises Harry and opens a shop that specializes in repairing cursed artifacts and places protection wards on family heirlooms. One day, an Unspeakable from the Department of Mysteries walks in with a cursed artifact from his cousin's confiscated Gringotts vault, requesting Sirius's assistance.
Rage Against The Dying Of The Light - In a universe where James and Lily Potter survive Voldemort's attack on Halloween night. Most of wizarding society is enjoying newfound peace after a decade of war, except the young heroes who fought the war learn you can never really go back to the way things were before
Be Not Afraid Of Greatness - A collection of Frank Longbottom stories
completed fics and one-shots under the cut
Marauder's Era/Jily
Unresolved Questions Of Wizard Cosmology - Ten-year-old Sirius and his father take a trip to the British Magical Observatory.
Those Whom The Gods Love Die Young - Once upon a time, four boys entered an ancient magical forest in Scotland. They loved life, the forest, and each other very much. Together, they become beasts of the woods and grow to understand the forest more than anyone else who had entered the magical realm before them.
Tree Cutting - Every Gryffindor in the tower heard Walburga's howler calling Sirius a filthy traitor. Lily knows what it feels like when someone you love calls you nasty names.
Career Advice with James F. Potter - Lily Evans is stressed about her career advice meeting but luckily James Potter is willing to share his expert advice on the matter.
A Decent Bloke - In the Hogwarts library, James Potter eats an apple while Lily Evans works on a History of Magic essay.
Perspective - Lily asks James about the Sacred Twenty-Eight. Lily also learns how soft James Potter's hands are.
Light Is The Most Glorious - James takes Lily on a journey around Hogwarts the night before the Christmas holidays.
Does Permanent Mean Forever? - It is James Potter's seventeenth birthday, and to commemorate the occasion, he proposes to the gang that they go out and get tattooed.
Your Friend, James - It is the summer before their 7th year, and Lily and James spend the entire holiday writing letters to each other as their relationship slowly changes from friends to something more.
Rumor Has It - Severus doesn't believe the rumors that Lily finally agreed to go out with James Potter.
A Happy Thought - The 7th-year Defense Against the Dark Arts Class learns the Patronus Charm. James is shocked to learn what Lily's Patronus is.
A Promise - James sees no problem that they are only seventeen and have yet to meet each other's parents.
Hold On To The Memories, They Will Hold On To You - Lily Evans is ready to spend New Year's Eve alone in her bedroom until James Potter flies in and offers her a midnight ride.
A Miraculous Christmas Moment - A married Lily and James Potter wander around a London Christmas Market. James misses celebrating Christmas in Godric's Hollow.
Comfort and Joy - Baby Harry helps James decorate the Christmas Tree.
Querencia - The time Lily, James, and Harry spent as a family in their little house in the West Country was far too brief, but it was overfilled with love, laughter, and, above all, life.
Jily Challenge Fics
Three Lemons and a Dragon - Once upon a time there lived a Prince named James who had to save his father's Kingdom by getting married. One day an older woman gifts him three lemons that will lead him to his true love.
Erasmus Lovegoods’s Guide to Brewing Love Potions -At the start of every school year, the Ministry of Magic distributed leaflets to all students taking potions classes regarding the regulations and legality of highly controlled potions.
I'll Meet You After Dark - An Alternate Universe where the Statute of Secrecy hasn't been enacted yet. Tensions between the magical and non-magical communities are high.
My dog said I can't go out with you - Lily had been waiting patiently for James to ask her out for the first Hogsmeade weekend of the term. Sirius insists she turn James down so Sirius can hang out with her instead. (it's all part of Sirius' greater matchmaking plan)
Lighting Era
Goodbyes and Surprise Greetings - Ginny's brothers have abandoned her at the Burrow while they go to school or leave the country. But then she gets a surprise visitor.
The Past is a Bucket of Ash - Over burnt photographs, Harry had a late-night chat with Sirius about his family history.
The Parting Glass - The last full moon, Moony and Padfoot spend together.
Next Gen
We're Going On A Hippogriff Hunt -Two young boys go on a hippogriff hunt in the woods behind their house. Teddy hopes James doesn't figure out he knows nothing about hippogriffs.
Tethered - Teddy and Vic discover the isolated and deserted Hogwarts boathouse to be the perfect place to be alone together.
Am I To Suffer This Constant Stream of Interruption? - Teddy Lupin and Victoire Weasley go on their first official date. James Sirius Potter is now a third-year at Hogwarts and is able to visit the village.
A Wonderful Idea - Vic planned a very grown-up date for her and Teddy. Too bad Teddy can't ice skate.
It's All About The Timing - James Sirius Potter has wanted to ask Ellie Longbottom out since he was twelve years old. Unfortunately, he can never get the timing right.
Know Your Roots - Albus Potter is unsure if helping Uncle Neville repot moonwort plants is part of detention or a lame attempt at godfather and godson bonding. It might be both.
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Os dejamos aquí la entrevista completa que nos hizo Iker Cortés para los medios del grupo Vocento. Ésta, en concreto, está sacada de El correo.
José Luis Moro
Músico y creativo publicitario
«El mundo se ha ahorrado un abogado malísimo»
«Soy un talibán de la rima consonante y no soporto las canciones de más de tres minutos y pico», afirma la voz nasal de Un Pingüino en mi Ascensor
José Luis Moro, en las oficinas de Pingüino Torreblanca. José Ramón Ladra
Iker Cortés
Madrid
Jueves, 20 de julio 2023
José Luis Moro (Madrid, 58 años) es uno de los responsables de Pingüino Torreblanca, una de las agencias de publicidad más creativas e interesantes de nuestro país, pero también es el alma y la nasal voz de Un Pingüino en mi Ascensor, la banda que facturó el disco más rentable de 1987 -solo se utilizó un teclado Yamaha para su producción- y que aún comparte con Mario Gil. «Me sorprende que haya gente que siga viniendo a los conciertos y que sigamos haciendo sold-outs en Madrid», afirma quien publicó su último álbum, 'Hace sol y es viernes', en diciembre del pasado año.
-¿Se ve más como el líder de Un Pingüino o como el responsable de Pingüino Torreblanca?
-Joder, es que soy bastante bipolar y me cuesta verme en una sola faceta. Para mí es un poco todo lo mismo. Es verdad que a menudo en mi vida profesional publicitaria mucha gente no me reconoce porque, de alguna manera, debo ponerme una fachada diferente a la musical. Pero, bueno, me veo como José Luis Moro, un tipo que hace diferentes actividades lúdicas en su vida.
-¿Cuándo empezó a interesarse por la música?
-Primero empecé como fan de los grupos a partir de los años 79 y 80, que fue cuando descubrí que existía una alternativa a la radiofórmula y a Los 40 Principales y pasé, de la noche a la mañana, de escuchar a José Luis Perales, que me sigue gustando, a escuchar a Alaska y los Pegamoides, Aviador Dro y a todos los grupos de aquella época que descubrí tanto en la radio, primero en Onda 2, que era la emisora que empezó a poner todos aquellos grupos, luego en Radio 3 y también en televisión con 'Popgrama'. Y luego, en paralelo a eso, en casa siempre hacíamos obras de teatro y musicales en Nochebuena y una de las cosas que hacíamos era cambiar las letras de las canciones. Primero empecé a cambiar las letras de las canciones de misa, porque yo iba a un colegio de Jesuitas, y luego ya me fui animando y empecé a poner letras diferentes a canciones variopintas. Recuerdo canciones de Eurovisión y de lo que empezaba a escuchar. Juntando aquellas dos cosas, llegó un momento en el que dije: «Yo quiero hacer canciones, yo quiero ser como esos grupos que me gustan tanto» y que cuando los empecé a ver en el escenario me gustaron más todavía. Yo había dado clases de acordeón, que era tradición en mi familia, pero no me gustaba nada. Tenía una querencia por los teclados y di clases de piano pero era malísimo, suspendí primero de solfeo… Y cuando tenía 14 años, mis padres me metieron en unas clases que hacía Yamaha y con eso aprendí que con tocar un poquito y un ritmo que ponía el teclado se podía hacer música.
-¿Había alguien con gen artístico en la familia?
-Gen artístico había porque mi abuelo por parte de madre era arquitecto, pero fue fotógrafo aficionado y pionero de la fotografía después de la Guerra Civil. Y mi madre siempre ha sido una persona muy creativa, que nos inculcó un poco la idea de que la creatividad era divertida. Luego de mis hermanos, sí tengo dos hermanas que una es fotógrafa (Sofía Moro) y otra que es pintora (Teresa Moro).
-¿Era buen estudiante?
-Sí, siempre he sido un tío bastante responsable, no se me dio mal. De hecho, terminé la carrera de Derecho en ICADE y luego tuve la suerte de encontrar otros caminos para evitar dedicarme al Derecho y el mundo se ha ahorrado una abogado malísimo.
«El día que convencí a mi padre para que me comprara un teclado me dijo: 'Que sepas que te lo compro porque sé que la música para ti es un hobby y nunca te vas a dedicar a esto'. Me siento un poco culpable»
-¿Qué tal se lo tomaron sus padres cuando descubrieron que lo de la música se convertía en algo serio?
-Bueno, hay un momento muy divertido. Teníamos un órgano de esos de mueble con el que no se podía hacer nada, así que insistí mucho a mi padre para que me comprara un teclado portátil. El día que lo convencí, me dijo: «Bueno, que sepas que esto te lo compro porque me he dado cuenta de que la música para ti es un hobby y nunca te vas a dedicar a esto». Me siento un poco culpable de los derroteros que luego cogió la cosa (ríe). Yo tenía entonces 16 o 17 años.
José Luis Moro, con su keytar. José Ramón Ladra
-¿Trataron de frenarlo?
-Es que como ya casi había acabado la carrera... El primer disco salió cuando estaba acabando cuarto de carrera, en el año 87, y el segundo, en el año 88, en mi último año, y fue cuando empezó un poco a eclosionar y empezaron a salirme cosas. Y luego, es que fue muy corto, porque en realidad yo me dediqué a la música en verano del año 88, y en septiembre del año 89 me tuve que ir a la mili, con lo cual, aquello interrumpió bastante todo, pero sí que hubo preocupación en mi casa porque les parecía que aquello no iba a ningún lado.
-¿Y por qué Derecho?
-Porque no se me ocurrió otra cosa. A mí me gustaba mucho la historia, pero aquello no iba a darme de comer. Mi padre era abogado y me entró un acceso de pragmatismo y decidí que era una cosa útil que hacer.
-¿O sea que es un tipo práctico?
-No demasiado, pero en ese momento por alguna razón pues decidí ser un poco responsable. En ningún momento se me ocurrió la posibilidad de estudiar Publicidad, porque la verdad es que luego es una cosa a la que me he dedicado y me habría encantado estudiarla, pero no se me ocurrió que eso existía en aquel momento.
-¿De dónde salió un nombre como el de Un Pingüino en mi Ascensor?
-No tiene una explicación. Yo quería un nombre que no fuera el mío propio porque bajo ningún concepto quería sonar a cantautor, que era una cosa detestable en aquella época, y quería un nombre que no se supiera muy bien lo que era porque en el fondo yo quería ser un grupo, pero no me había salido. Y al final salió Un pingüino en mi Ascensor, que en aquella época esos nombres poco peculiares se llevaban mucho. Yo estaba superenamorado del nombre, me parecía maravilloso, hasta que me inscribí en el concurso Pop Rock Villa de Madrid en el año 86. Todos los grupos que se habían inscrito tenían que ir al Ayuntamiento porque pasaban lista para ver quién se había presentado y en qué día te tocaba actuar y tal. Ibas al Ayuntamiento y estaba lleno de gente rara, de grupos de todo tipo, porque además no había categoría, y se cruzaban heavies, punkis… El caso es que salía un funcionario, un señor mayor con la lista, y empezaba a pasar lista. Y yo pensé ya verás cuando escuchen mi nombre y empezó a decir bandas como Falos Halógenos, Percebes Benz. Y pensé que mi nombre era una puta mierda (ríe).
José Ramón Ladra
-¿Se ha reconciliado con los cantautores?
-Bueno, nunca he sido muy de cantautor, salvo Javier Krahe, que es un ídolo, y algún personaje peculiar a los que no consideraría cantautores. Hay personajes como Tiny Tim, un canadiense que es un marciano. Hay un tío que descubrí hace poco que se llama Tom Lehrer, que era un matemático que en los años cuarenta tocaba ragtime y hacía canciones y además tuvo una carrera musical supercorta, porque luego decidió dejarlo. Y este tío tiene una canción se llama 'Envenenando palomas en el parque', y el tío canta que le gusta la primavera, porque es la época más feliz del año, porque puedo ir con mi novia a hacer lo que más nos gusta, que es envenenar a las palomas del parque. Es como un delirio.
-De familia acomodada, estudió en ICADE, pero sin embargo a Un Pingüino en mi Ascensor nunca se le metió en el terreno de los grupos pijos ¿o sí?
-Ha habido de todo, pero sí, sí. Alguien nos dijo una vez que éramos demasiado pijos para los indies y demasiado indies para los pijos y es una frase bastante certera, porque es verdad que en aquella época no llegábamos a sonar demasiado en Los 40 Principales, pero tampoco en Radio 3. Nadie sabía muy bien dónde ponernos, pero sí hubo cierta corriente que nos encajó en el mundo donde podían estar Hombres G o grupos de la época. Pero como siempre hemos sido un poco provocativos y disruptivos, pues tampoco acababan de entenderlo bien.
-En sus letras siempre ha estado muy presente el humor...
-A mí me abrió mucho la cabeza Alaska y los Pegamoides. Cuando yo descubrí 'Quiero ser un bote de Colón' recuerdo que mi sensación fue: «Joder, ¿se puede hacer una canción de esto?». Me pareció maravilloso porque yo hasta entonces había escuchado canciones más o menos convencionales. Lo más extraño que había escuchado, pues recuerdo que eran Javier Krahe, Joaquín Sabina, La Mandragora… Pero de repente aquello me abrió la cabeza, yo quería hacer cosas así, no me apetecía hacer canciones de amor y si las hacía no las iba a hacer de manera convencional porque eso no me divierte. Desde el principio hubo dos cosas que sí han sido mi tónica en la vida a la hora de componer y de escribir. Primero fue la rima consonante, que soy un poco obseso. A veces me la salto, aunque últimamente soy cada vez más talibán con ella y a veces me meto en líos grandes porque es imposible rimar y soy consciente que hay gente a la que le parece una estupidez. Y luego es verdad que no me gusta escribir sobre lo que escribe todo el mundo. Me gusta mucho contar historias, que no es una cosa muy usual en la música pop, porque al final necesitas mucho texto. Y tampoco me gustan las canciones largas. Me jode mucho. Cuando una canción pasa de tres minutos y pico y ya me siento un fracasado.
«A mí me abrió mucho la cabeza Alaska y los Pegamoides. Cuando yo descubrí 'Quiero ser un bote de Colón' recuerdo que mi sensación fue: 'Joder, ¿se puede hacer una canción de esto?'»
-El humor sigue siendo una asignatura pendiente en la música. Hay muy pocos grupos que lo incorporen en sus letras. Los Ganglios, Camellos, Carolina Durante...
-Bueno, hay una cosa que es una realidad y es que uno no triunfa dedicándose al humor. Hay una frase que dice alguien en un documental de los Sparks y es que el problema del humor es que nadie se lo toma en serio y eso es muy real. Pero en ningún área. No creo que lleguen a diez las comedias que han tenido un Oscar. Se considera siempre un arte menor, una cosa secundaria, y las canciones serias, el arte con mayúsculas, que es una cosa que detesto. Yo soy más de minúsculas. El humor se considera un divertimento, una cosa menor, el género chico. Nosotros hicimos una camiseta que ponía que éramos el género chico del pop. Es que a mí me encanta ese mundo. Hay una cosa que siempre cuento, que a mí me marca mucho la diferencia entre lo que es Un Pingüino en mi Ascensor y la música con mayúsculas: en la autobiografía de Los Beatles, Paul McCartney cuenta que cuando hizo 'Yesterday', le había salido una melodía en su cabeza, pero todo el rato le salía con una letra que era 'Scrambled eggs, Oh my baby, how I love your legs' que es algo así como 'Huevos revueltos, cómo me gustan tus piernas'. Y claro, él pensó que no lo podía hacer así que tardó muchísimo en rematar la canción porque esa letra no le valía hasta que encontró 'Yesterday'. Y yo siempre digo que habría dejado eso, me parece mucho mejor. Joder, es que 'Ayer' que es una puta mierda de letra. Pues esa es la gran diferencia. Con la letra de los huevos revueltos no habría ido a ningún lado y el tío le hizo una letra seria que a la gente le parece mucho mejor.
-¿Concibe la música sin humor?
-Pues hubo una época con el cuarto disco, 'La sangre y la televisión' (1990), me puse más serio y yo siempre digo que, a ver, no es el gran error porque al final uno en su carrera musical hace un poco lo que quiere, pero en aquel momento como que me encerré mucho en mí mismo y me entraron ganas de escribir cosas más serias y hay cuatro o cinco canciones que lo son y creo que no es lo que sé hacer. A partir de 'En la variedad está la diversión', que también tiene algunas canciones no diría oscuras pero sí más ininteligibles, retomé un poco lo que sabía hacer y ahí yo creo que me ayudó mucho la publicidad a entender un poco lo que soy como marca, qué es lo que tengo y qué es lo que realmente me hace diferente y, en el fondo, lo que me gusta. A partir del 'Piromanía' de 2004 sí que volví claramente al humor que es el mundo en el que me siento cómodo.
José Ramón Ladra
-Desde 'En la variedad está la diversión' hasta 'Piromanía' pasan once años. ¿Siguió componiendo todo ese tiempo o que pasó?
-Hubo una travesía del desierto, que fueron los noventa. El cuarto disco, que salió en los noventa, no tuvo mucho éxito, comprensiblemente. Llegó una minicrisis también a la industria porque estaba empezando a salir el CD y las compañías empezaron a ser un poco reticentes, cuando antes les parecía bien todo. Yo presenté un montón de canciones en Dro, que era la discográfica en la que yo estaba, y me dijeron que solo había una buena. Me cabreé mucho, pero con el tiempo me di cuenta que igual tenían razón (ríe). Pero en aquel momento me pareció indignante. El problema es que no te lo explicaban. Me habría encantado que alguien me hubiera dicho: «A ver, chaval, tú lo que haces bien es esto y estás yéndote por los Cerros de Úbeda, céntrate un poco». Pero nadie me dijo eso.
-¿Volvían a ser canciones serias?
-Había un poco de todo. Recuerdo que le pusieron notas, como en un examen, y solo había una MB, muy bien. Y en las otras 16, pues una tenía un bien. Si me lo llegan a explicar, pues igual tampoco la habría entendido, pero la habría agradecido. Es verdad que en los noventa, pues hubo una travesía del desierto. Todos los grupos que cantábamos en español, de repente, empezamos a parecer unos pringaos y unos perdedores. Se puso de moda a partir de Dover y Australian Blonde cantar en inglés y eso era lo que molaba. No venían a vernos ni mis hermanos ni la familia. Seguimos haciendo canciones, empezamos a hacer lo que llamamos la obra social, que recuperaba aquella tradición que yo tenía de cambiar la letra de las canciones. Nos hicimos un repertorio solo de eso, a ver si así triunfábamos, pero tampoco. Y en 1999 llegó un disco en directo, 'Pingüimatic', que fue un punto de inflexión. No tuvo demasiada repercusión, pero por lo que fuera, a partir de ese disco, sí que empezamos otra vez a sonar y volvió mucha gente que nos había escuchado en los ochenta.
«El humor se considera siempre un arte menor, una cosa secundaria, y las canciones serias, el arte con mayúsculas, que es una cosa que detesto»
-Hace unos años se animó a explicar en un vídeo cómo había grabado su primer álbum, el disco más rentable de 1987, un disco para el que solo usó un teclado, el Yamaha PSR-60, y que el año pasado cumplió 35 años. ¿Es un genio o tiene una jeta que se la pisa?
-Pues yo creo que tengo mucho morro. No sé si es una genialidad, yo creo que fue una puta casualidad. Yo quería montar un grupo porque yo quería ser como los grupos que me gustaban. Mis amigos del colegio, que más o menos sintonizaban conmigo y a los que les gustaban también esos grupos, al principio dijeron que sí, pero luego realmente no tenían las mismas ganas que yo de hacerlo, y finalmente dije, joder, pues mira, yo he aprendido a hacer canciones con esta tecnología rudimentaria, ¿por qué no? Pues sigo yo solo y ya está. Me pareció algo muy natural. Hice las canciones que podía hacer con la tecnología que podía y ya está, y aquello resultó diferente y nuevo.
-Luego vendría 'El balneario', y creo que este disco ya fue producido por Mario Gil. ¿Qué dirías que aportó su llegada, primero como productor y luego como segundo miembro de la banda?
-Me dio un mogollón de seguridad, porque el primer disco salió un poco por casualidad. Yo había enviado una maqueta a una emisora y Andrés Rodríguez, que ahora es el director de Forbes y de Esquire, tenía un programa musical en Onda Madrid, y a él fue a quien le gustó la maqueta, y habló con Dro y consiguió que grabara el primer disco. Pero se grabó un poco así, de cualquier manera. Servando Carballar me dijo que quería hacer el segundo disco bien y que se le habían ocurrido dos personas para producirlo, Ariel Roth y Mario Gil. No sé, qué habría salido con Ariel, pero yo era muy fan de Paraíso y La Mode y, claro, para mí Mario era un mito, así que le dije que con Mario. Nos conocimos, nos caímos muy bien, nos hicimos amigos realmente, y entonces me dio mucha seguridad, y me lo empecé a creer un poco. Si Mario Gil está produciendo este disco, igual es que esto sirve para algo. Y luego me hizo de asesor tecnológico y pasé de aquel Yamaha que tenía con ritmos, me sofistiqué un poco y empecé a utilizar cajas de ritmos, secuenciadores, empecé a aprender un poco a componer con todo aquello, y sí que me dio un poquito el paso a una pantalla superior. Al año siguiente le convencí de que se uniera al grupo y Un Pingüino en mi Ascensor es el único caso de la historia de un grupo de una persona que se convierte en un grupo de dos. Y la verdad es que me ha dado mucha estabilidad y nos conjugamos muy bien. Es verdad que yo llevo toda la parte de la composición de músicas y letras, pero él es el que convierte eso en algo más decente.
José Ramón Ladra
-De todos los discos de esa primera época, ¿cuál diría que es su preferido? ¿Cuáles son las canciones que más le gustan?
-Yo soy muy fan tanto del primero como del segundo. Creo que son los mejores de esa época. El primero es verdad que tiene ese punto rudimentario y naive, que tiene su gracia. Y el año pasado, cuando en el aniversario lo tocamos con el sonido original, pues me hizo mucha ilusión volver a recuperar aquello. Y el segundo, en realidad muchas de las canciones ya estaban compuestas cuando hice el primero, que fue una selección, otras ya salieron después. Creo que todas esas canciones representan muy bien lo que es Un Pingüino en mi Ascensor: 'El balneario', 'El sangriento final de Bobby Johnson', 'Camp', 'Perestroika'... Yo creo que ahí están un poco las canciones más representativas.
-Formó parte del final de La Movida.
-En realidad yo no me siento Movida porque cuando yo empecé a hacer canciones, La Movida ya estaba en sus estertores, aquello fue muy corto. A los que vivimos aquello, además, no nos gusta llamarlo La Movida, lo llamamos nueva ola madrileña. Y bueno, en realidad yo creo que en el año 85, que es el año en que yo hago el primer concierto para mis amigos, ya estaba muy de capa caída y ya estaba deshaciéndose. Entonces, yo creo que es más bien postmovida.
-Aquella fue una época de experimentación y de excesos. ¿Era Un Pingüino un sitio libre de sustancias?
-Yo en aquella época era súper sano. Bebía, pero las drogas las descubrí más tarde. En aquella época, no. Y fíjate que, por casualidad, Mario Gil, que sí que estuvo en el supermeollo de la movida, también es uno de los tíos más sanos que he conocido y por eso probablemente uno de los pocos supervivientes de la época. Yo era un espectador de todo aquello. Iba a los conciertos, tampoco estaba súper metido, entonces ni siquiera fui consciente de todo el nivel de droga que había ahí. Incluso en mi pandilla sí que algo había, pero yo era del grupo que no me interesaba aquello.
-¿Cuándo cree que se acabará el revival ochentero?
-No sé. (ríe). Hay un amigo mío que dice que el revival de los ochenta está durando más que los ochenta, que es una frase que me encanta. Debería haberse acabado hace mucho. A mí me sorprende realmente que siga todavía porque sí, fue una época muy divertida, pero creo que está bastante sobrevalorada. De hecho, hay cosas espantosas de esa época como la producción musical. Sonaba todo tan limpio… Yo creo que hay muchas canciones que son mejores de lo que parecen en el disco. Así que espero que ya se acabe. Aunque por otra parte, a mí me encanta todo este momento de grupos emergentes que me recuerdan mucho filosóficamente a aquella época con grupos como Carolina Durante, Ginebras, Camellos, Caravana o Jordana B. Me parece que hay muchos grupos que tienen, por lo menos a nivel actitud, mucho que ver con aquellas bandas. Espero que ya cojan el relevo y hagan lo que les salga de los huevos y nosotros nos quedemos un poco ya en el museo de cera, que es el lugar que nos corresponde.
«Hay un amigo mío que dice que el revival de los ochenta está durando más que los ochenta, que es una frase que me encanta. Debería haberse acabado hace mucho»
-¿Es nostálgico?
-Soy bastante poco nostálgico. Pienso bastante poco en el pasado y en el futuro, soy de vivir el presente.
-Hemos hablado antes de la travesía de los noventa. ¿En algún momento se planteó dejar la banda?
-No me planteé dejarlo, pero hubo años que hicimos un concierto o dos. Además, fue el momento en el que yo me metí en publicidad profesionalmente y Mario Gil en televisión, en la ambientación musical (tuvo mucha presencia en 'El informal'). Mario no tenía tiempo para absolutamente nada porque igual que fue un pionero de los sintetizadores en el pop, fue un pionero de los samplers en la ambientación musical en televisión. Era el único que hacía eso cuando empezó con 'El precio justo' y cambió radicalmente la forma de hacer las cosas y le llamaron de todos los programas de la tele del mundo. Y yo estaba intentando abrirme el camino en la publicidad y tampoco... Pero bueno, seguimos.
-¿Cómo fue su entrada en el mundo de la publicidad?
-Pues, a ver, hubo un momento en el que dije: «Me dedico a la música». La verdad es que ganaba pasta con los discos y con los derechos de autor y además yo era uno solo, no tenía que repartir. Pero después del cuarto disco, pues tuve la visión de que no iba a poder vivir de esto y tenía que buscar otra cosa. El derecho no me apetecía nada, no me veía en absoluto. En un principio pensé en la posibilidad de hacer música para publicidad, pero hablé con algún conocido que tenía en publicidad y me lo desaconsejaron, me dijeron que era muy complicado. Entonces pensé en dedicarme a la publicidad. Hice un cursito en el año 91, un curso bastante malo, pero que me abrió los ojos. Y luego tenía un contacto con la madre de un amigo de mi hermano pequeño que trabajaba en Contrapunto, una de las grandes agencias de la época y me dio la oportunidad de meterme de becario, sin tener idea de publicidad. Entré en el departamento de cuentas, que no es el departamento creativo, rápidamente me di cuenta de que yo era un inútil en aquella parte, y poco a poco empecé a hacer un pequeño portfolio de los anuncios que se me iban ocurriendo y al final me dieron la oportunidad de entrar en creación y desde el año 94, que fue cuando entré, me fue muy bien y muy rápido.
-¿Se parecen ambas facetas?
-Sí, sí, tienen muchas partes en común. Sobre todo tiene mucho común con la manera en la que yo concibo la música, que es contar historias. Al final la publicidad es contar historias. La diferencia básica es que en la música eres mucho más libre y puedes hacer lo que te dé la gana y la otra gran diferencia es que la publicidad intenta contentar a todo el mundo. Y en la música, tal como yo la veo, lo que me parece divertido es que haya mucha gente que odie lo que yo hago. Siento la música como provocación, siempre me ha gustado eso y siempre me ha gustado que haya mucha gente que diga que esto es una puta mierda porque creo que eso es una forma de sentir que lo que estás haciendo es diferente. Cuando gustas a todo el mundo, eso es un problema. La publicidad, aunque no vaya siempre a todo el mundo, está muy vigilada por muchas entidades y por mucha gente en las redes sociales que protesta por todo. Entonces la publicidad es mucho más complicada.
-¿Ha cambiado su forma de componer a lo largo de los años?
-No, no ha cambiado mucho. Es verdad que antes había una especie de recurso mental en el que me salían a la vez la música y la letra. Encontraba un verso y eso ya salía con la música. Ahora esto me pasa menos, o me pasa pero de repente descarto muchas veces esa primera melodía y me pongo a buscar otra. Y ahí trabajo mucho, como decían Los Beatles, en su forma de componer, que era coger sus canciones favoritas y cambiarlas tanto hasta que nadie las reconociera. Entonces tiro mucho de ese recurso.
-¿Le preocupa que sus canciones, al hablar de momentos concretos como el asalto al Capitolio o el detergente Camp, queden anticuadas en el tiempo?
-De hecho siempre he tratado de huir un poco de lo coyuntural. Incluso la de Manuel Luque, era una cosa tan peculiar que no lo considero coyuntural. Es verdad que en el último disco el 'Asalto del Capitolio' es un caso clarísimo u otra que utiliza la terminología de la pandemia, pero casi siempre procuro huir un poco de eso. Recuerdo cuando hicimos la versión de Bonie M de 'Rasputin', llamada 'Urdangarin', que sí que era una cosa bastante coyuntural y que además, joder, casi me meto en un lío. La estrené en Clamores para la gente que había ahí y no sé cómo llegó a los medios, me llamaron de Telecinco y yo dije no, yo no quiero salir a ningún lado, de verdad.
-¿Cómo ha cambiado la industria en todo este tiempo?
-Ha cambiado totalmente. Han cambiado los actores, sobre todo. Antes el poder lo tenía la discográfica y la radiofórmula, tenías que sonar en Los 40 Principales y en la radiofórmula si querías llegar a algún sitio y vender discos y necesitabas captar la atención de una discográfica, porque era la única forma de sacar música. Ahora la radio ya no tiene la potencia que tenía, ni mucho menos. Las discográficas, tampoco. Y hay una cosa buena, que se ha democratizado muchísimo, hacer un disco ahora es muy barato, lo puede hacer casi cualquiera. Teóricamente, que lo escuche todo el mundo está también democratizado, luego no es así. Hay otra radiofórmula que es YouTube o la red social que sea, y necesitas entrar ahí, conocer, tener medios para que eso funcione. Pero de alguna manera sí que creo que hay algo que es mejor, sobre todo la parte del abaratamiento de costes de hacer un disco y hacer música y eso me parece maravilloso.
-A la hora de escribir, ¿se autocensura mucho?
-Yo bastante poco. Lo dice siempre Joaquín Niki, que se metían con ellos por cosas como la versión que hicieron de 'I only want to be with you' con 'No vuelvo a ir a Benidorm', y que en cambio nosotros llevamos toda la vida cantando burradas y nadie nos dice nada. Hay alguna cosa del pasado que ya no toco porque me parece que la gente no lo va a entender.
-¿Como qué?
-Tenemos una versión del 'I Wanna Be Sedated' de los Ramones, que es 'Yo secuestré a Natacha', que cuenta la historia de aquella niña que secuestró un señor en Alemania. Para mí es una coña, pero es verdad que hay gente a la que igual le parece que hay cosas sobre las que no se debe bromear, y yo a veces me controlo con eso. Por otra parte, siempre digo lo mismo, que tengo la suerte de ser bastante underground, entonces como mis canciones tampoco trascienden tanto, pues a nadie le merece la pena demandarme ni denunciarme.
«Tengo la suerte de ser bastante underground, entonces como mis canciones tampoco trascienden tanto, pues a nadie le merece la pena demandarme ni denunciarme»
-¿Y alguna vez se han planteado no tocar 'Atrapados en el ascensor'?
-Pues alguna vez nos lo hemos planteado, pero al final no deja de ser un hit. Yo estoy supertranquilo con que realmente creo que lo que hay es un problema con la interpretación literal de las canciones. Hay muchas canciones que en realidad no van de lo que supuestamente van. En el último disco hay una canción que se llama 'Los malos te gustan más', que es una supuesta canción de amor, que habla un poco de una tía que se va con los malos porque le gustan más la gente. Y en realidad mi intención no era hacer una canción de amor, era una canción sobre la vida. Yo creo que la fascinación que ejerce el mal sobre todo el mundo es muy grande. Hay mucha gente que en los negocios o en la política al final elige al cabrón porque de alguna manera siente una atracción por aquello, piensa que le va a proteger mejor. Y con 'Atrapados en el ascensor' pasa un poco lo mismo. Hay muchas canciones mías que no van de lo que supuestamente van y hablan de una cosa un poco más aburrida, que me parecía más interesante convertirlo en canción romántica o lo que fuera.
-¿Hemos perdido un poco la capacidad de reírnos de todo?
-Absolutamente. Cuando te hablo de la provocación, yo me enamoré del pop por lo provocativo que era porque me parecía muy divertido esos grupos que salían ahí… Los primeros Gabinete Caligari salían vestidos de nazis. Ese tipo de cosas que no eran en serio, era simplemente para que la gente se mosqueara y la gente no se mosqueaba. Era un juego. Yo creo que eso se ha perdido. Ahora todo el mundo se toma todo en serio, o no todo el mundo, pero sí que hay una serie de gente que se indigna por cualquier cosa y frena muchas cosas que son divertidas, que no pretenden ofender a nadie. Simplemente es un pequeño juego y eso es una pena. Pero bueno, es así.
«Yo me enamoré del pop por lo provocativo que era y eso se ha perdido»
-¿Qué opina de esas reflexiones que lanzan Almodóvar o Bosé acerca de que ahora tenemos menos libertad que antes?
-Es que con la gente que es muy mainstream lo entiendo porque está supervigilada y a la mínima que dice algo, hay siempre alguien que se ofende. Así que sí que hay una parte de verdad en todo eso. Pero bueno, es el impuesto a pagar por la fama. Yo tengo la suerte de no ser demasiado famoso, pago menos impuestos.
-Asegura que ya no meterá la palabra 'nena' en sus canciones. ¿Una nueva era de Un Pingüino comienza?
-(Ríe). Es que eso es algo en lo que caí en la cuenta de repente. ¿Por qué digo tantas veces nena? Es una especie de gimmick de la época. Decía en el vídeo que es porque escuché mucho a Loquillo, pero bueno, no solo a Loquillo. La palabra nena era muy recurrente en el pop de los ochenta. De alguna manera la interioricé y con el tiempo me la he quitado porque esto no tiene ningún sentido. Es un comodín para la rima interesante, pero me la he quitado.
-En su día, cargaba mucho contra la publicidad de Pascual y campañas como las del primo de Zumosol. ¿Le granjeó algún problema?
-Fue hace muchísimo y la publicidad de Pascual ha cambiado, ahora es mucho mejor que antes. Antes es que era lamentable, eran publirreportajes. Ahora te diría que Pascual es un ejemplo a seguir. En aquella época, se lo merecía.
-¿Cuántos hijos tiene?
-Tengo tres de 29, 25 y 16 años.
-Decía en 'Pingüimatic', su disco en directo, que sus hijos le querían mucho porque siempre prefiere ver un episodio de 'El Coyote y el Correcaminos' antes que un partido de fútbol. ¿Le ha traicionado alguno y le ha salido futbolero?
-El mediano es superfutbolero y no se de dónde lo ha sacado, pero son crisis y aprendes a lidiar con ellas. El día que mi hija mayor me pidió un vestido de sevillanas para mí fue un trauma. Y el pequeño es el más parecido a mí.
-¿Alguno ha sacado la vena musical?
-No. La verdad es que en casa he puesto muy poco mis canciones. Hay una anécdota que cuento siempre. Hicimos un viaje cuando mi hijo pequeño tenía ocho años, acabábamos de actuar con Los Gandules, nos regalaron los discos e hicimos un viaje muy largo y fuimos poniendo Los Gandules porque a mi hijo le obsesionaban. Y cuando llevábamos dos días escuchando a Los Gandules sin parar, a mi mujer le salió del alma decir: «Oye, a ver, para oír esta mierda, oímos tus canciones» (ríe).
-¿Se imaginaba que el nasal pop iba a llegar tan lejos?
-Para nada (ríe). Yo me sigo sorprendiendo de que haya gente que siga viniendo a los conciertos, de que sigamos haciendo sold-outs en Madrid y de que pueda seguir grabando discos… Estoy encantado.
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Haragei
vengo a te come dono del drago
divenuta drago io stessa
con il mio Tuca carico di pioggia
con un amore ideale che ama l assenza
ed una canzone che vibra sull' oceano Pacifico
carica di rabbia
con gli occhi dolci di chi in silenzio ama ciò che invecchia
ed è indulgente con la decadenza della vita
un altra scusa: è l'amore a uccidere, silent.
l'amore, quella forza selvaggia e indomabile
ti mostra la via poi resta dietro l'angolo
come un bambino che gioca a nascondino,
un chacravaka nella notte,
per vedere il mondo senza lui dove va a finire
e noi, di nascondino, siamo tutt'ora campioni.
al bivio una porta esclude l'altra ed io non so escludere
so di chi ce l'ha fatta.
ma hai mai visto una donna come me?
a 30 anni distrutta aggrappata a sogni di bimba?
una bimba, una figlia, una mamma, una compagna, una sorella, un amica....
Goffman e Valhadia avrebbero di che parlare davanti a Lacan.
amore è distruzione,
vita è distruzione,
ove la frammentazione è esaudita
la vita brucia in fretta
ed ha il dolce sapore della verità giusta ne cruda.
non ho mai rinunciato al dolore, solo alla bugia.
Augenblicksgott.
ti sei mai chiesto chi era lui?
lo so, come me, non c'è confine.
ma hai mai pensato quale frammento appartiene a chi lo ha saputo esistere?
e quale frammento sarebbe stato se la scelta fosse caduta qualche anno dopo?
quali porte sono state chiuse?
quale voce onirica sussurra i miei pensieri?
a te che sei e ancora non conosco
sarai frammento nella mia testa
voce e cuore nei mei giorni.
vuoto che resta dove vedevi solo nulla.
l'amore è ben lontano dalla mia Querencia.
l'uomo è un virus che sai di prendere e lo fai comunque.
ti contamina. è autore delle urla di cui tutti ridono.
è fabbro della gabbia in cui ti chiudi.
io sono una tossica, mi piace farmi male per riempire i miei vuoti.
l amor4e è la mia droga, p'iù ami più logora senza mai ucciderti.
ecco il segreto di una vita da vampiro, l eterna straziante esistenza,
libertà assoluta e decadente da ogni forma e aspettativa
ama e perdi. e sii libero di soffrire. di trasformarti,
di vivere con la pelle da borderline
e la fame di un randagio.
Matutolypea e sigarette contro la nausea
ogni volta che le mie dita non scivolano tra i tuoi capelli
tu, la mia casa, l'energia del mio Caim.
messaggio giunto a destinazione, presente all'ncontro.
il perchè si vivrà, mille km per non saltare il destino
per un impattante brillenbrillanz.
con un amtsang nel cervello che morde come un amstaff.
slalom tra le tue manovre strauss
occhi sporchi di flashback come salagok sul domani
la scintilla nei tuoi occhi che illumina la via.
in Russia la terza voce ha un nome: Soviest.
quando non sai cosa fare ogni voce tace alla sua,
in me ancora litiga con Sue-Ellen la tedesca paurosa.
orgogliosa lotta alle ombre.
piccolo seme di anguria,
con un cuore che è uno scrigno e un cervello innocente,
buonanotte.
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VI
Qué triste tener que vivir así, ajusticiado por ser lento. ¿Apegado a mis raíces dices? Para nada, un
vino rojo y una escucha por año. Por respeto, uno estuvo y el único olvido será de vejez, qué
si no.
No podías esperar que librase una extremidad a cielo abierto, sin saber si pisaría el
suelo luego, o el aire. No, no me preguntes eso, ya te dije que no me podes culpar por lo
hecho, uno es hoy. Si crees que la vida es ayer, serás maldita. Además, qué me venís a
recriminar, qué eran 1000 copias; no era el mundo, o una gira mundial. Sí, ya sé que tenés
una canción de diez minutos, ya me dijiste eso. Ni que fuera el epicentro de todo conflicto,
un rato de ruido nomás. ¡Ya! ¡Maldita seas!
Cuando me llegó el contrato ¿qué pasó? Uno no se puede quedar de brazos cruzados, se me
murió la perra, la pasó por arriba un auto, yo casi choco en la ruta y me quedé sin las horas
de Primero de Mayo, si hubiera firmado le hubiera dado la espalda a la suerte, así de
minúscula quedó al ver, la perspectiva. No voy a ensimismarme diciendo otra vez, sos única.
Las hay otras también y bien que les ha ido. Ahí están, andá y compárate vos, yo manso, te
disfruté todo lo que tenía que disfrutarte.
Si te hace sentir mejor, pocos pueden relatar un episodio visceral como esa canción.
“Evocación” parte el esquema de todas las canciones previas, por eso es la última. Tenía que
sacarme ese monstruo de adentro y ponerlo en su lugar, con esa cuenta, le basta de sobra.
Ninguna visita, nadie tiene permitido oírla a menos que haya comprado una de las copias que
conseguimos editar, una de las 30. Mirá que ha pasado el tiempo, creo que si no está debajo
de las ruinas de Kiev, yo regalé las que me mandaron los del sello, así que ni te gastes.
Te acordás de más y por qué será, no es porque dure más. Es porque habla de un supuesto
pacto ahí relatado. Dos violines invocan una entidad diabólica y el paciente que recibe toda
la querencia por vía dolorosa; al final te das cuenta, que termina por cometer venganza siendo maldito también. Qué decía la letra.
“Cada entraña dijiste, un recuerdo en tu memoria
cenarás cuanta gota en mi nombre hasta ser los dos en ti”.
Uno se termina por comer al otro,
“la lluvia es el canto de Gomory, endiablada esperando vigente”.
El fuego de la hoguera
calentando la armonía sexual termina siendo la devolución de enfermedad y mala suerte.
“La soledad golpea la noche, el regocijo enardecedor, ahora es cal en la piel”.
Temer por hacer uso de la palabra sería desperdiciar la virtud. Aquel que entiende y en
su análisis embellece con entusiasmo su pensamiento, sabe que el relato es una metáfora sobre
el karma, ley a la que todo fenómeno está sujeto, a toda acción deliberada le es devuelta la
misma naturaleza de su incidir, quien ignora la ley está condenado/a revivir los hechos una
y otra vez. Ahora sabes quizá, porqué desistí de continuar produciendo. No es quebrar el
ciclo de actos determinados; diría que sabiendo cómo se dan los eventos, es mejor tener
dominio y considerar los posibles que secunden a tus actos. Es una forma racional de llevarse
y es la que pregono, siendo una lógica concisa y simple de ser entendida.
No es que no necesite hacer reverencias a un ente magnánimo. La totalidad está allí, fuera y
dentro, a través, va siendo hora que asimilemos para dejar de creer en condenas divinas que
solo son funcionales en el criterio de quien ignora y quien es sumiso ante el miedo de morir
sintiendo culpa.
Hay otra cuestión interesante referido a esto; y si bien soy escéptico de la filosofía de
Nietzsche, debo (por ver gente presa de su temor a lo inalcanzable, gente que es capaz de
adjudicarle a un símbolo de interrogación, aptitudes de los seres vivos, y un culto), superar
esa noción mezquina de la vida, que es lo más necesario, se trata del impedimento de aceptar
tu condición de mortal. Basta de considerar nimiedades absurdas, caracteres ilusorios de entidades frutos de la inventiva, tantos como los pueblos pueden imaginar. Vencer, se trata
de ser más grande que uno mismo y morir sin sufrimiento y padecimiento. Por eso, para tu paz,
nunca le adjudiques las consecuencias de tus actos a nadie salvo a ti mismo/a. Qué chance
más óptima de ver todo lo negado antes por ser menos (o por creerte digno de tal bajeza).
Nadie debería pedirle a otro una rebelión contra aquello que es superior a uno (nadie es
inmortal). Si fueses Tierra te protegerías del Sol para no quemarte, no intentarías apagarlo.
Aplico el mismo criterio al intentar que no hagas lo mismo con aquello que tantos pueblos
intentan explicar y jamás probar, no inventes entidades de un ruido o aquello que no puedas
parar de incinerar en adjetivos.
Por años creí ser más prudente que cualquiera al negarme a adentrarme en el paradigma de
la psicología. Ahora, que he dejado de considerarla una abominación, puedes encontrar
grandísimas observaciones que te pueden ayudar a resolver problemas como el que enfrenté al tener que aceptar que era un muchacho con pocos argumentos para escribir canciones de tal forma, casi anónima y cobardemente. Saagar fue, un experimento doliente que
me perturbó por años al punto de someterme a horas y horas de alcoholismo solitario, encerrado en mi propia porquería. Joder, podría escribir sobre ello páginas y
páginas sin llegar a conclusión alguna. No fue por otra cosa que por asumir que las ataduras sociales no son determinantes y que siempre que estés seguro de vos mismo/a sabrás cuál es
la forma de desobedecer si así lo puedes argumentar y cuando ceder; o cuando creas que
incluso en circunstancias en que sigues teniendo la razón para acallar a los demás. Sabrás que llega el
día en que “mandar todo a la mierda” se oye mejor de lo que cuesta. Siéntate y
espera, todo te será suficiente. Verás que cuando te levantes y veas el reflejo en el espejo del
botiquín, no lucirá como quieres. ¡Pues niégalo! ¡La vida y su rigor! ¡¿En qué estabas?! Seguí
con tu vida. Seguro hay una nueva aplicación en qué confiar.
Hazlo tú mismo, fíjate si
esa funciona para vos.
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