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#doncella azul
thecanvasofmadness · 1 year
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Te cedo el latido de mi corazón y la sangre que irriga... Te cedo mis manos y los huesos que las conforman... Te cedo mi lengua, mis dientes, mi lengua y mi voz para que lleves la palabra a donde sea que vayas... Te cedo mis cabellos, mi cabeza, mi mente y todos los sueños que tenga, de repente, cuando le hagas a las hojas el amor... Te cedo, amor, mi vida para que vivas todo lo que no he vivido yo.
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I give you the beat of my heart and the blood that irrigates… I give you my hands and the bones that form them… I give you my tongue, my teeth, my tongue and my voice so that you may carry the word wherever you go… I give you my hair, my head, my mind and all the dreams I have, all of a sudden, when you make love to the leaves… I give you, love, my life so that you may live everything what I have not lived.
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ochoislas · 2 years
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HIERBA DONCELLA
Sé por qué siempre una celeste idea se liga a tu recuerdo, misteriosa, tal vástago con vástago confundes,     hierba doncella:
yo te cortaba bajo viejos troncos en oscura foresta de un convento, bajo el muro, entre abrojo y corregüela,     de los sepulcros.
Un cartujo vagaba entre las tumbas, que espectro semejaba de una de ellas; la barba blanca y el iris de un celeste     horro, infinito.
Como tu flor. Y yo creía ver tu ojo celeste, con mirada fija, si de pronto en la sombra me topaba     con cenobitas.
Y alzaba el bosque, con latir del viento, una salmodia mortecina y vaga, mientras a vísperas llamaba lejos     grave la esquila.
*
PERVINCA
So perché sempre ad un pensier di cielo misterïoso il tuo pensier s’avvinca, sì come stelo tu confondi a stelo,     vinca pervinca;
io ti coglieva sotto i vecchi tronchi nella foresta d’un convento oscura, o presso l’arche, tra vilucchi e bronchi,     lungo la mura.
Solo tra l’arche errava un cappuccino; pareva spettro da quell’arche uscito, bianco la barba e gli occhi d’un turchino     vuoto, infinito;
come il tuo fiore: e io credea vedere occhi di cielo, dallo sguardo fiso, d’anacoreti, allo svoltar, tra nere     ombre, improvviso;
e il bosco alzava, al palpito del vento, una confusa e morta salmodia, mentre squillava, grave, dal convento     l’avemaria.
Giovanni Pascoli
di-versión©ochoislas
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flan-tasma · 1 month
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Lady-in-waiting (Furina x Reader HC)
💖~ I've wanted to do this for a long time, and now that I've finished Fontaine it's the perfect time. I'm sorry to have to postpone some requests to do this, but I was really excited to write this! I will continue expanding this HC at another time, now I will continue with the pending requests ✨
I also wanted to share that I just noticed that when you move the icon to write in the app, it moves like a colored worm and I admit that I spent a while moving that around my cell phone. It was very pretty!
Warning: Nope now💖, Fem!Reader, Kinda platonic | English is not my native language, so if I have made any mistakes in the translation, I am open to corrections | Content in spanish and english!
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Spanish:
Como dama de compañía de la Señorita Furina, tienes la misión de atenderla y acompañarla cada minuto del día hasta que llegue la hora de acostarla.
Te levantas temprano en la mañana para despertarla, tienes que ser muy cuidadosa con ella porque no le gusta el sol a primera hora de la mañana. La ayudas a limpiarse, arreglarse y vestirse, puede que haga algún mini berrinche, pero con los años has aprendido a tratar con sus molestias.
La acompañas a desayunar, lo que significa que le sirves el desayuno y verificas que sus comidas sean nutritivas y deliciosas. Tal vez le dejes comer algún postre pequeño si el día ha empezado bien. Tampoco es que puedas llevarle la contraria tampoco.
La ayudas con su trabajo y la acompañas, tienes el trabajo de hacer que su labor sea más manejable, que tome sus descansos y asegurarte de que esté en donde debe estar según su agenda, la cual llevas junto al caballero Usher.
Luego, poco a poco empiezas a volverte cercana con la señorita Furina, y notas no solo que se cansa fácilmente, sino que también empieza a acercarse más a ti.
Tu uniforme cambia, tus vestidos blancos y negros ahora son más cómodos y el azul del mar los refleja. Furina te dijo que era para que te sientas más cómoda, pero empiezas a notar que combina muy bien con su propio traje. Incluso tu diadema es parecida a su sombrero.
Así como tu atuendo refleja tu cercanía con la arconte, ella hace más espacio para ti en su agenda. Siempre hay un espacio del día, en la hora del té, para que ambas puedan tomar un descanso y charlar.
Cuando visitan la ópera, tu sitio ya no es estar detrás de ella. Notas que tu asiento se ha acercado más, unos centímetros más cerca de su asiento, para que puedan charlar apropiadamente cuando Furina desea compartir algo.
A pesar de que casi podrías decir que Furina es tu amiga, siempre que hablan parece muy reacia a hablar de ciertos temas contigo, por lo que intentas no adentrarte en temas divinos con ella.
Sabes que es una diosa, entonces no deberías de preocupar a tu mortal cabecita en entender cosas que tal vez no puedas comprender, relacionadas con la divinidad de una deidad tan maravillosa y solemne como lo es ella. Por lo que es más tranquilo para Furina.
Hablas de ti, de tu hogar y tu familia, le dejas probar aunque sea un poco de normalidad a través de ti. Tal vez incluso mandé regalos para ti familia, es una forma en que les agradece por criar a una gran acompañante como lo eres tú. Eso es lo que te dijo.
Te dio una mejor habitación, una más cerca de la suya, para que no tengas que despertarte tan temprano. Te otorgó una visión porque lo merecías, para nada es porque quería que tuvieras un poco de ella en tu vida cuando fueras a dormir.
Tu visión parece brillar cuando estás con Furina, y cuando ella nota eso, siempre se avergüenza pero lo oculta.
A los ojos de Fontaine, eres una doncella que asiste a la arconte con diligencia, siempre fiel a sus deseos y que la acompaña. Todos tienen esta idea de que eres una criatura bendecida por los dioses, que tu vida ha sido favorecida por tus buenas acciones con Foçalors y que mereces respeto. Pero nadie parece darse cuenta de la historia de amor que ocurre cuando Furina y tú pasean por Fontaine.
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English:
As Lady Furina's lady-in-waiting, you have the mission of caring and accompanying her every minute of the day until it's time to put her to bed.
You get up early in the morning to wake her up, you have to be very careful with her because she doesn't like the sun first thing in the morning. You help her clean, get ready and dress, she may throw a mini tantrum, but over the years you have learned to deal with her annoyances.
You accompany her to breakfast, which means you serve her breakfast and make sure her meals are nutritious and delicious. Maybe you'll let her have a small dessert if the day has started well. It's not like you can disagree with her, either.
You help her with the work and accompany her, you have the job of making her work more manageable, making her take breaks and making sure she is where she should be according to her agenda, which you keep along with Gentilhomme Usher.
Then you slowly start to get close to Lady Furina, and you notice not only that she gets tired easily, but that she also starts to get closer to you.
Your uniform changes, your black and white dresses are now more comfortable and the blue of the sea reflects them. Lady Furina told you it was to make you feel more comfortable, but you start to notice that it matches her own outfit very well. Even your headband is similar to her hat.
Just as your outfit reflects your closeness to the hydro archon, she makes more room for you in her schedule. There is always a space during the day, at tea time, so that you both can take a break and chat.
When you visit the opera, your place is no longer standing behind hers. You notice that your seat has moved closer, a few inches closer to her seat, so that you can chat properly when Lady Furina wants to share something.
Even though you could almost say that Furina is your friend, whenever you talk she seems very reluctant to talk about certain topics with you, so you try not to delve into divine topics with her.
You know that she is a goddess, so you should not worry your mortal little head to understand things that perhaps you cannot understand, related to the divinity of a deity as wonderful and solemn as she is. So it's calmer for Furina.
You talk about yourself, your home and your family, you let her taste even a little bit of normality through you. Maybe she even sent gifts for your family, it's a way to thank them for raising a great companion like you. That's what she told you.
She gave you a better room, one closer to hers, so you wouldn't have to wake up so early. She granted you a vision because you deserved it, not at all because she wanted you to have a little bit of her in your life when you went to sleep.
Your vision seems to glow when you're with Furina, and when she notices that, always gets embarrassed but hides it.
In Fontaine's eyes, you are a maiden who diligently assists the archon, always faithful to her wishes and accompanying her. Everyone has this idea that you are a creature blessed by the gods, that your life has been favored by your good deeds with Foçalors, and that you deserve respect. But no one seems to notice the love story that occurs when you and Furina walk through Fontaine.
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gabriellieb · 8 months
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...
Voy buscando estribos, tus estribos,
llanuras en tu belleza,
o belleza tu impureza,
el cegarme, un castigo;
si 20 mil metros bastaran,
cruzar con euforia la cascada,
iluminas en mí, mi luz tenue,
sos un petalo, mi mal ingenie;
te adoro como si fuera primavera,
tu sol siento tal como verano,
la más preciosa fruta de aquel manzano,
hay amarte! ... ya quisiera;
llovizna de ideas, a un poeta,
petalos de rosa, a ti, doncella,
es que el imaginarme un mundo sin ella,
mejor esconder mi amor tras mi careta;
de petalos azules, alma violeta,
de 100 rapsodas, 20 son tuyas,
si tuviera 2 más, te doy mi vida entera,
ya no me destruyas,
prisionero de ese amor, enjaulado,
es como estar endemoniado,
de tu alma, ser exiliado,
es tan cruel y vil pecado...
...
Gabriel 🍁
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inspiredwriter · 2 months
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Stefany 2003 :*mirá por la ventana* Anastasia ya pronto terminarás de pintarme las uñas 😟😕💅
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Anastasia 2003 : Ya casi termino solo Quédate quieta 😄😉💅✨*pinta las uñas a Stefany* solo Cuéntame qué ha sucedió 😀☺️
Stefany 2003 : bueno lo que pasó es que entró una criatura azul que me secuestró pero Leo me salvó 😃😊💖💕
Anastasia 2003 : en serio a mí también casi una criatura amarilla intentó secuestrarme y tenía la lengua muy larga y extraña me da miedo😟😣👅*cuarda el esmalte*pero mi príncipe me salvó la vida como los cuentos hagas😃🥰🧚‍♀️✨💘💓💝💞
Stefany 2003 : tú también sabía que había malvados en el futuro como pensé 😌🙄👹🏙️*escucha un ruido* ¿Qué fue ese ruido? ��😟🔊
Anastasia 2003 : ir a ver qué será 🤨🤔*se pa de la cama y mira la lata* Solo fue una lata pero Pero quién lo había lanzado? 😕🥫
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Stefany 2003 :*mirá la lata a salir humo* Oh cielos😨😱 no es como una lata es un gas de sueño...🥱😴💤*se desmaya de la cama*
Anastasia 2003 : Stefany¿Pero qué está ocurriendo?😧😱*bostezo*Aaaw~🥱💤 pero quiero dormir😩😴💤*se desmaya del suelo*
Dark Leo and Dark Mikey :*entra por la ventana y se acercan las chicas*
Dark Leo : te dije que volvería por ti muñeca 😈😏💖💕❣️*carga a Stefany en sus brazos* apresúrate Mikey antes que regresen esas tonas tortugas 😡🤬*sale por la ventana*
Dark Mikey : no te quejes demasiado líder ya voy😠🙄*carga a Anastasia en sus brazos* bla-ja-ja-ja😆🤪por fin mi bella doncella es toda mía y nadie más😈😜💞💗💘*sale por la ventana*
Leo 2003 and Mikey 2003 :*entra la habitación*
Leo 2003 : Stefany, Anastasia están aquí 🫤😕*mira el alrededor de la habitación* dónde están Cody nos dijo que están en su habitación arreglándose las uñas🤨🤔🚪
Mikey 2003 :*se rasca la cabeza* Sí, es muy extraño Dónde podrían estar 🤨😟*mira a una lata en suelo* Oye, Leo encontré una lata pero se me hace conocido es una bomba de gas 🤔😕🥫
Leo 2003 :*recoge la lata del suelo* tiene razón es conocido es de las Tortugas oscuras😯😲*mira en la ventana*entraron a secuestrar a Stefany y Anastasia😲😡💢
Mikey 2003 : Qué volvieron a secuestrarlas tenemos que ir a buscarlas😱😧*aprieta sus puños* Espero que mi copia mía no abuse de mi princesita si no le arrancare su lengua y lo usaré como bufanda😡🤬👅🧣
Leo 2003 : tiene razón podemos encontrarlas Donnie nos dijo que tienen un rastreador en sus collares podemos localizarlas🤨🤔📿*sale de la habitación* (pensamientos💭) espero que Dark Leo no se atreva a abusar a mi gatita si la toca cada parte su cuerpo estará muerto y jamás no lo perdonaré😡🤬💢
*Después de algún tiempo*
Stefany 2003 and Anastasia 2003 :*se despiertan*¿Pero qué fue lo que sucedió? 😟😕
Dark Leo :*se acerca a Stefany*al fin Ya era hora que despertarás niña 😏😈💖💕
Stefany 2018 : eres tu no puede ser tu Dark Leo 😧😡*mira sus manos atadas* Oigan por que nos ataron sueltenos a Anastasia y ami 😠💢🔗
Anastasia 2003 :*intenta liberase*si, libéranos criaturas malvadas déjanos Salir de aquí😠😣💢
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Dark Mikey : grité en todo lo que quieran niñas ahora será su hogar y ustedes nos pertenecen 😆😈💖💕💓
@inspiredwriter
Leo and Mikey 2003: *Jump into the room through the window, breaking the glass* Get your dirty paws off our girlfriends immediately!😡🤬💥
Dark Leo: What?!😧 Here you are again!😠😡 How did you two find us?!🤨😡
Leo 2003: You did not take into account that you are wearing special collars that determine your location😏📿 But this is not the main thing now, give us back Stefany and Anastasia!😡😤🗡
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Mukey 2003: *Spins nunchucks* I think I was too nice to you last time, overgrown bonehead😠😤
Dark Mikey: *Covers mouth with hands* No, just don't touch my tongue again!😱🫢 Leo, maybe this really wasn't a good idea😮‍💨😥
Dark Leo: You're stupid!🙄😡👋💥 *Gives Dark Mikey a slap on the head* There are only two of them, and you and I have reinforcements...😈 Don, Raf!!😆😈
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Dark Donnie and Dark Raph: *Run into the room* What the shell, lider?😧😠 Is there a cool fight coming up?!😈😈
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Leo 2003: *Crosses swords in front of him* Oh, this is going to be more serious than I thought...😯😬⚔️ (Thoughts💭) Haha, they don't know that we didn't come here alone either😉😁
@swagreecrow
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rubimoon45 · 6 months
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SANGRE Y FUEGO
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CAPÍTULO 1: la sombra del fuego
"El pueblo cree que los Targaryen somos lo más cercanos a los dioses por domar a los dragones. Es un error: son ellos quien nos controlan".
-Princesa Rhaenyra Targaryen
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La princesa Naerys se despertó entre mantas de algodón a la mañana siguiente de haber recibido dos misivas de su abuela y su hermana menor, Rhaena Targaryen. El canto de los pájaros fue la que la despertó, más que la luz que cruzaba las gruesas cortinas que decoraban la estancia del dormitorio matrimonial.
El cuarto de Aemond era oscuro, pero siempre se las arreglaba para tenerlo ordenado y en su sitio. Los tapices eran negros, con alguna decoración dorada y blanca a juego con la roca raspada. La suya, cuando estaba soltera y comprometida, y no se les permitía compartir estancia, era de las más iluminadas y tenía tapices blancos y con formas geométricas. Pero de entre todas, las de Helaena eran las más originales. Azul claro, muebles de madera oscura y clara, y una decoración de los tapices en forma de flores y fauna.
Las doncellas entraron rápido para vestirla, nada más escucharon movimiento en el dormitorio. Si bien no le tocaba darse un baño todavía, pidió que tuvieran lista la bañera para aquella tarde y su ropa de vuelo para después del desayuno. Le apetecía dar un vuelo rápido con su dragón, Vermithor, el dragón que llevaba durmiendo bajo Rocadragón tras la muerte de Jaehaerys I hasta su reclamo, y desatenderse de sus responsabilidades un rato. Aemond no estaba a su lado cuando se había despertado. Debía de estar en la biblioteca buscando algún libro nuevo, recién llegado de la Ciudadela o algún comerciante, o practicando su maestría con la espada con algún caballero que se preste a hacerlo. Así que le tocaría desayunar y estar sola aquella mañana hasta que se dignase a aparecer.
Los pasillos de la Fortaleza, a diferencia de aquella noche, estaban plagados de nobles curiosos y sirvientes yendo de un lado a otro. Algunos giraban la cabeza, la saludaban y procedían a hacer una reverencia a su paso. Otros, la miraban entre sorprendidos y comenzaban a cuchichear entre ellos. Las noticias de la llegada de la princesa, sus hermanas y la familia de la Princesa de Rocadragón debían de haberse extendido por todo el palacio. A veces le sorprendía la rapidez en la que se desataba todo, y más en lo respectivo a asuntos que no tenían que ver con ninguno de ellos.
-Princesa Naerys.
La princesa se dio la vuelta en busca de la voz que la llamaba. Un hombre bajito pero delgado, entrado en edad, y vestido de negro, la esperaba pacientemente con una sonrisa. Casi no tenía pelo, pelo algún mechón no era blanco del todo, sino castaño oscuro.
-Lord Caswell, ¿desea algo? -era uno de los seguidores más fieles de la princesa Rhaenyra, y quien solía defenderla cuando se iniciaba algún rumor.
-He escuchado que nuestra princesa vuelve a la capital, ella y su familia con el príncipe Daemon. Espero que no sea por algún problema...
-Mis hermanas ya me han informado. Vendrán y serán atendidas en cuanto puedan llevarse a cabo sus asuntos en la Fortaleza.
-Oh, las princesas Rhaena y Baela. Hace tiempo que se las ve por la capital, entre que nacieron en Essos y están separadas entre Marcaderiva y Rocadragón -comenzó diciendo. Había sido una decisión rápida a consecuencia de la marcha repentina de su abuelo y la muerte de Laena, su madre. Ella se había quedado en la capital para seguir de contacto entre la heredera que estaba lejos-. ¿Los niños Velaryon y los jóvenes Aegon y Viserys también?
Naerys se dio el interior del labio. La esposa de Lord Caswell no estaba con él, como se solía esperar de una mujer devota a su marido y sin muchas cualidades sociales. Casi antes de que naciera, la mujer más influyente en solía ser Lady Redwayne, pero con su fallecimiento el puesto había sido disputado durante tiempo. Probablemente ese puesto se hubiera convertido en el más cotizado, ahora a manos de la Reina que había conseguido transformar todo lo de sus antecesoras monárquicas en...la misma fe que se había revuelto tantas veces contra las tradiciones valyrias de los Targaryen y su cultura. Eso mismo había pasado en su matrimonio.
Aemond y ella se habían casado en el rito valyrio antes que en el de los Siete, siguiendo los pasos de sus antecesores Alyssanne y Jaehaerys I. Al principio de todo les parecía una buena idea, algo rebelde porque era salirse de sus bases pero que al final iba a ser aceptada por la familia al tratarse de la sangre más pura de la Antigua Valyria, sangre que compartían y tradiciones en las que estaban envueltos.
Cuando se prometieron ante los viejos dioses valyrios y bebieron la sangre del otro, entonces no les pareció una tontería. Hasta que la reina Alicent reclamó que ese matrimonio era nulo ante los ojos de los Siete y que si no lo habían consumado entonces podría resolverse, que era una aberración y un acto rebelde que no iba con ellos. Quizás una parte de ella ya estuviera maquinando la posibilidad de que hubiera sido consumado, y ya estaba buscando algún matrimonio para proteger el honor de los Targaryen y de Aemond, sobre todo de su hijo. Daemon y Rhaenyra, en su potestad, defendieron que era igual de legal a lo que ella proponía.
Hubo una discusión que acabó con la sentencia del Rey alegando que, si ya se habían casado de esa forma, no podría romperse la unión, y que si querían que fuera legal ante la Fe de los Siete se casaran de esa forma para acabar con todo el problema.
-Lord Caswell, mis hermanas vendrán en cualquier momento y tengo que arreglar unos asuntos con mi esposo.
-Oh, claro, el príncipe Aemond. Él y sir Criston estaban entrenando en el patio con algunos guardias hace rato -y murmulló en voz baja-: mi esposa se pregunta cuándo nos sorprenderá con algún niño, resultado de vuestro matrimonio.
Naerys lo despidió y volvió su camino hacia el patio de armas. La creyeran o no, ella también esperaba eso. Para que al menos se callasen los rumores sobre su posible infertilidad.
El patio de armas era un cuadrado que daba a una de las puertas por las que las tropas que protegían el castillo entraban y salían en sus guardias. Era un patio abierto, protegido por la muralla del castillo, no muy grande, pero sí lo suficiente como para reunir gente y ejecutar combates de entrenamiento.
Las únicas veces que Naerys había estado ahí había sido cuando su padre la había llevado ahí para presentarle a algunos guardias de las Capas Doradas que aún mantenían contacto, y la segunda vez hacía algunos meses para atender a uno de los entrenamientos con el Rey desde lo alto de la torre. Y ahora estaba ahí en busca de su marido. La doncella que iba con ella se encargaba de mantener su honor a salvo. Dos guardias hicieron una reverencia al verla. Un grupo de noble hacían corrillo, con otros guardias sin armadura, alrededor de algún combate. Pero ni idea de dónde estaba su esposo.
-Princesa -llamó su doncella, mirando en una dirección.
-Oh.
Naerys se acercó a ese corrillo, siguiendo las exclamaciones de sorpresa de varios nobles y el golpeteo continuo de la madera y el hierro. Y entonces lo vio, el destello plateado casi blanco de la persona que buscaba. Sir Criston llevaba su armadura de cuerpo entero, casco incluido, y llevaba un lucero del alba que danzaba sobre su cabeza a cada giro que daba. Enfrente, el despreocupado de Aemond iba con su ropa habitual de cuero, un escudo y una espada que bien podría haber visto llevar a cualquier caballero. Naerys contuvo una exclamación cuando el arma del Capa Blanca casi lo golpeaba de lleno en la cabeza.
Conocía los buenos dotes con la espada de su esposo de propia mano, de las veces que le contaba emocionado sus victorias y los comentarios que corrían por la Fortaleza sobre su destreza y la habilidad a pesar de tener un solo ojo. La mayoría de esos comentarios se englobaban acerca de eso, sobre el accidente de su infancia con Lucerys Velaryon y la pérdida de su ojo. Aemond rodó sobre su costado, aprovechando el impulso del golpe sobre el escudo, que acabó hecho pedazos y casi destrozado sobre su cabeza. La espada bailó varias veces entre ellos, intentado golpear el cuerpo cubierto del caballero experimentado, una y otra vez. Hasta que en uno de sus mandobles sir Criston apartó un momento la mirada del arma y acabó con ella tan cerca del cuello que podría haberlo cortado a la mitad de así desearlo.
Por fin Naerys, cuando vio la espada colgando del brazo de su esposo en una posición inofensiva y a sir Criston desarmado, pudo respirar tranquila. Mentiría si dijera que no le preocupaba cada vez que escuchaba que su marido se enfrentaba a algún caballero. Incluso a las lealtad y al que se encargaba de la protección de su madre.
-Bien hecho. Muy pronto podrás participar en torneos, mi príncipe, y ganarle alguna corona a tu señora esposa -comentó sir Criston, quitándose el casco y dejando al descubierto un rostro de puros rasgos dornienses.
-Me importan una mierda los torneos y los combates -bajó la espada en un gesto algo agresivo, sin perder de vista a su oponente-. Sobrinos, ¿han venido a entrenar?
Un grupo de murmullos se expandieron por el patio, contenidos este tiempo o ignorados por la princesa. Escuchó el suspiro repentino de su doncella a sus espaldas, pero no le hizo más caso que el dirigirle una mirada sorprendida. Dos rostros casi familiares, creciendo con el tiempo pero que aún conservaban los restos de lo que alguna vez fue su infancia, miraban hacia el centro del coro de nobles con expresiones no tan sutiles. Dos nobles a sus lados se habían apartado repentinamente y comenzado a cuchichear con los de su lado. Esa actitud consiguió molestar lo suficiente a Naerys como para hacer que se moviera.
Sujetándose los extremos del vestido de aquella mañana, la princesa se acercó a los príncipes con los que compartía la sangre Targaryen y experiencias en algún momento en el que fueron niños. La pérdida del ojo de Aemond había dejado muchas secuelas en la familia, sobre todo la noche en la que pasó todo. Sus hermanas fueron las que acudieron corriendo a su habitación, cubiertas de polvo y el vestido de Baela con restos de sangre, llorando y pidiendo que protegiera a Luke y a Jace de la ira de la reina. Lo que ocurrió después, el intento de asesinato de la reina a la heredera con la daga del Rey, fue algo que los pilló a todos desprevenidos.
-Princesa Naerys -dijo uno cuando se dio cuenta de su presencia. Una noble casada, pues la reconocía de algunos banquetes, le hizo una profunda reverencia-. Prima.
-Luke, Jace -saludó en respuesta, sonriendo y abriendo los brazos-. Espero que el viaje haya sido tranquilo.
Primero abrazó a Jace, y luego a Luke. Ambos habían crecido, pero Jacerys era ligeramente más alto que su hermano pequeño, con unos rasgos similares a los de su madre y su porte... Lucerys parecía un corderito asustado, y eso la instó a abrazarlo con más fuerza.
-Lo ha sido. Madre no nos ha dejado venir en dragón. Quería enseñarte a Arrax.
Naerys se permitió el lujos de jugar con los rizos morenos que adornaban la cabecita de Lucerys. Cuando era más pequeño, esos rizos eran mayores y bailaban sobre su frente blanca y despejada. Ahora, sus mejillas rechonchas y rostro infantil había casi desaparecido por los unos rasgos que comenzaban a parecerse cada vez más a los de su hermano, que dentro de poco entraría en la edad adulta.
-¿Dónde están Baela y Rhaena? -quiso saber de sus hermanas. Sabía que vendrían separadas, pero que nunca entrarían en esta zona por el bien de ellas. Por lo menos, no Rhaena.
-Rhaena ha ido con nuestra madre a buscar a la princesa Rhaenys -informó Jace, alzando el rostro que empezaba a tomar ya rasgos masculinos-. Supongo que Baela habrá ido con ella. También ha venido.
-Sí, la princesa dijo que vendrían las dos en dragón.
Tenía su sentido que la princesa y su abuela fueran a juntarlas para comenzar una conversación relacionada con el tema de su viaje. O al menos el intento de una. Sus pensamientos se dirigieron a cierto lugar de aquel patio de armas. Los caballeros sin armadura seguían en sus prácticas, y algún noble se había animado a participar en alguno de esos entrenamientos. Naerys buscó con la mirada la de su esposo. Lo descubrió manteniendo una conversación con su oponente, sir Criston, pero sin apartar la atención de donde estaban ella y sus sobrinos. Sir Criston movía los labios en una conversación en la que él no parecía tener interés, pero aún así le conseguía responde con alguna palabra suelta; por el rápido movimiento de sus labios. La princesa le hizo un gesto, y su respuesta fue dejar la espada sobre la tabla de madera en la que el resto de armas estaban expuestas. No separó la mirada de donde estaba ella ni un instante.
-¿Vais a participar en algún combate?
-Madre no nos dejaría, dice que aún somos muy jóvenes para usar el hierro.
-Tonterías -respondió-, hay niños más jóvenes a vosotros usando el hierro ya.
Un silencio se instaló entre ellos, seguido de una mirada cómplice entre los dos hermanos que fue la gota que colmó en vaso. Naerys se hizo a un lado para dejar pasar a un grupo de nobles que inclinaron la cabeza al verlos. Se apartó un largo mechón plateado de la cara detrás de la oreja. Un par de ellos, con todo el descaro del mundo, se atrevió a sonreír al pasar al lado de los tres. Naerys se preguntó el por qué esa osadía, hasta que descubrió el motivo. El collar de los Velaryon. Jace y Luke también se dieron cuenta de eso, al ver el collar que descansaba sobre su pecho y brillaba con la luz que ascendía sobre la muralla. El rostro de Luke se transformó y coloreó de rojo.
-Entiendo -soltó una risita en un intento de quitarle peso al asunto-. Tengo que atender unos asuntos. Cuando los termine os iré a buscar, ¿vale?
Besó la frente de Luke y dio un último abrazo a Jace antes de despedirlos. Los vio marcharse por donde ella había entrado, las capas con los colores de los Targaryen y los Velaryon ondeando a sus espaldas y a cada movimiento. Ella también era como ellos, pero usaba más colores Velaryon en honor a su madre que los de su padre, que ya lo llevaba en el apellido. Bueno, y por su esposo.
Hablando de él, se dirigió hacia donde estaba. Sir Criston se había retirado a uno de sus lados, limpiando el arma que había usado hacía unos minutos. La mesa de armas estaban frente a ellos, con diferentes armas, tanto de cercanía como de lejanía. Naerys tenía recuerdos desde su infancia de todas las armas, desde la espada legendaria de los Targaryen, Hermana Oscura, hasta diferentes armas que los príncipes de Tyrosh insistían en usar en sus torneos por considerarlas exóticas. Aemond observaba diferentes armas, tomándolas y examinándolas.
-¿Qué ha sido eso?
-¿Qué ha sido qué, esposa? -respondió él, a la defensiva. Examinó el largo y el filo del arma que tenía en la mano de cerca, solo para descartarla junto a otras que no cumplían sus expectativas-. Supongo que has venido a decirme que mis sobrinos no quieren participar en algún entrenamiento como cuando éramos pequeños.
La princesa Naerys suspiró impaciente.
Hizo un gesto a la doncella para que se retirara unos centímetros de donde estaban ellos, lo cual cumplió posicionándose casi al lado del guardia más cercano. Naerys se acercó más a su esposo, atreviéndose a sujetarlo del brazo con el que estaba cogiendo las armas. El cuerpo de Aemond se tensó.
-Mis hermanas están ya en el castillo. Me gustaría que fuéramos a verlas, y a mi abuela también.
-No creo que sea recibido con los brazos abiertos por esa gente. Debería quedarme aquí. Al menos sabrás donde estoy.
-¿Es esto una de tus venganzas porque he hecho algo que te ha defraudado? ¿Qué ha sido esta vez, esposo?
Aemond volvió el rostro bueno hacia ella. La presencia del parche dificultaba que pudiera prestarle una atención decente mientras charlaban o discutían, pero ya parecía tenerlo controlado. Sus rasgos afilados la saludaron en una mañana con las temperaturas y la niebla bajos.
-No vamos a discutir eso aquí.
-Y sin embargo pareces contento por hablarlo.
-El malestar está hablando por ti -la examinó de pies a cabeza con su único ojo-. Me pregunto si ya habré puesto un niño en ti, que es lo único que se espera de nosotros. Tus respuestas podrían sonar como las hembras que los dothrakis preñan para tener a sus hijos. ¿Cómo es? La personalidad del padre en el hijo dentro del útero.
Lo estaba diciendo para hacerle daño. Naerys apretó su agarre. Casi pudo escuchar el cuchicheo de la noble que no estaba tan lejos de ellos con su señor esposo.
-Entonces bien es conocido que la Reina tuvo varios histerias para que tú tengas ese temperamento. Lo único que se espera de nosotros -comenzó diciendo, los ojos sobre él- es que mantengamos las cosas en privado y sin causar revuelos.
Por primera vez en esa mañana, una sonrisa, aunque burlona, se extendió en su rostro. El parche hizo que no pudiera tomárselo más enserio que una reacción a una mala broma. Su ojo, por otro lado, se dirigió hacia el collar Velaryon que descansaba en su cuello y el vestido de aquella mañana. Como todas las mañanas en Desembarco del Rey, las mañanas eran húmedas y frías, y para abrigarse se ponía un vestido y por encima un chal que la protegiera de las ráfagas de viento. Era un vestido azul, con el corte debajo de los pechos, muy similar al que usaba cuando era una adolescente, y una camisola que sobresalía por las mangas abombadas hasta los codos. Un chal iba sobre sus hombros, enredado en sus brazos.
-Esto no es gracioso, Aemond -quiso insistir, pero no le salían las palabras adecuadas. Pensó en la Reina, y en los gritos durante la discusión que hubo al enterarse del matrimonio en Rocadragón por el rito valyrio.
La boda que ella quería acabó haciéndose más por insistencia que por deseo de hacerla. Para los Targaryen, y más como ellos, podría haberlos llevado a consumar el matrimonio tras la primera boda. La insistencia en Aemond de mantenerla intacta hasta que se diera la noticia a la familia la había conseguido convencer, igual que como la Reina. Naerys se quejó, puesto que era una tontería aguardar eso después de haber bebido la sangre de ambos mezclada. La insistencia de Aemond por no consumar el matrimonio, pese a los intentos de su ahora esposa, había servido para que su regreso a la capital, ambos en sus dragones, no fueran tan criticado como sus ancestros.
Al menos a la reina Alicent le sirvió de excusa para querer convocar otra boda, más tradicional a su fe y que no pudiera ser considerada un pecado de la carne. La misma que Aegon y Helaena tuvieron hacía ya varios años, antes del nacimiento de los gemelos y el pequeño Maelor. A diferencia de ellos, el asunto de la boda de había llevado en total secretismo entre ambos y se arrastraba desde hacía tiempo.
Aemond estiró el brazo, cortando el espacio entre ambos. Naerys tuvo que alzar el rostro para mirarlo, soltando su agarre. El tejido fino del vestido dejó un recorrido cálido al paso de los dedos de él sobre su piel cubierta. Contuvo el aliento, pensando en el número de personas que pudieran estar mirándoles.
-Si te toco así, parecería que he cumplido bien con mi deberes, ¿no crees? -arrastró el dedo desde debajo de sus pechos hasta su ombligo, cubiertos por una fina tela azul-. Tu pequeña cabecita no debería preocuparse por nimiedades. Hay mejores cosas con las que entretenerse -miró por encima de ella, el orbe amatista desplazándose un lado al otro-, como saber qué hacían mis llamativos sobrinos aquí.
-Tus deberes para conmigo son cosa privada, no de interés público -detuvo la mano de Aemond por debajo de la suya, piel cálida y áspera sobre la suave y tersa de la suya. Aemond la miró con curiosidad, si es que podía describirse así-. La princesa Rhaenys querrá vernos.
Sobre todo cuando esos comentarios se excusaban en comparar su fertilidad con los antecedentes de su madre Laena en el último de sus partos. Sin duda, en el caso más impactante que había sorprendido a ambas familias y obligado a reunirlas. Baela y Rhaena no se habían separado de ella en ningún momento del funeral, sujetándose a sus manos y llorando envueltas en sus capas. Su abuela había llegado para consolarlas... Y luego Jace y Luke por insistencia de la princesa. La noche de antes se habían marchado del palacio en Tyrosh con sus dragones y en barco hacia Marcaderiva para el funeral. Su madre había muerto por complicaciones en el parto, incinerada por voluntad por las llamas de Vhagar, viva... Aún le costaba mirar a los ojos a la dragona cuando se la encontraba en Pozo Dragón, camino a buscar a Vermithor en su nicho.
Naerys se abrigó con el chal. La doncella le había insistido en usarlo, y ahora se lo agradecía. Aunque de normal no hacía caso a esos consejos. La sangre del dragón corriendo por sus venas, moviéndose y expandiéndose, tentaba a la suerte que otros habrían perdido.
-¿Has desayunado al menos?
-Si mi esposo no está en el dormitorio a la hora que me despierto, de verdad te piensas que voy a desayunar algo hasta que sepa dónde está.
-Cabezota -tiró el arma sobre la mesa, pillando por sorpresa a los nobles que estaban probando algunas y al caballero de Capa Blanca-. Podrías desayunar con mi hermana y no esperar a que te desmayes.
Naerys lo miró nuevamente sin gracia. Si bien podría haberlo hecho, sabía que Helaena estaba ocupada por las mañanas con sus damas y con los niños, y a veces para atender la escasa atención que su esposo le daba. Y ella a veces no tenía la paciencia para interpretar los comentarios que solía lanzar de mordisco en mordisco. No podía interrumpir esos momentos hasta que ella lo hiciera; por ahora, nunca podría cobrarse esa venganza. Sin embargo, cuando se la encontraba en los jardines la ayudaba a buscar algún insecto interesante o la invitaba a acompañarla a ella y algunas damas a sus meriendas. Algunas de esas damas evitaban su compañía, por otro lado, y eso era grosero.
-¿Me ves tan débil?
-Nunca criticaría a la misma sangre que Daemon Targaryen -cortó el espacio de ambos finalmente, inclinándose no del todo sobre ella. Solo lo suficiente para que pudiera escucharlo-. Y a quien montó al dragón más grande de Poniente a una temprana edad... Y puede que a su nuevo amo esta noche.
Rumió esas palabras. Aunque compartieran la misma sangre, ellos también lo hacían compartiendo abuelos, el antiguo heredero Baelon y su hermana-esposa Alyssa Targaryen, ambos hijos de Jaehaerys I. Incesto, según el septón, pero justificado para mantener la sangre de la Antigua Valyria pura entre su linaje. Los mismos conflictos que habían llevado a Maegor I a tomar con una de sus esposas a su sobrina Rhaena, hija por parte de Aenys I, entre su seis esposas.
-Sir Criston -retó. Aemond la miró con curiosidad, el semblante serio, pero ella apartó la mirada de él hacia el caballero de la Guardia del Rey.
El caballero le prestó atención.
-¿Sí, su excelencia?
-Cuando terminéis aquí, dile a mi esposo que estaré contenta de pasar la mañana con él siempre y cuando se duche. Apesta a metal y sudor, y no dudo que pronto hará lo mismo con su dragón.
La princesa Naerys se recogió las faldas del vestido, y rompió el contacto visual tanto con su esposo como con el caballero de la guardia. La doncella se hizo a un lado, cabeza gacha todo el rato, y la siguió por detrás en silencio.
La Fortaleza Roja se dividía en diferentes zonas, tanto zonas privadas únicas para la familia real como públicas tanto para nobles como para sirvientes. Si bien estos últimos apenas tenían los mismos derechos que el resto de gente que vivía en el palacio.
Los dormitorios de la familia real no daban contacto con el de los nobles, que estaban en diferentes zonas. El torreón de Maegor, construido por órdenes del Rey Maegor I hacía ya bastantes años, tenía los aposentos reales, en Salón Menor y el Salón de Baile de la Reina. Los miembros más cercanos a la familia real residían en él. El resto de torres estaban repartidas por la fortaleza según el estatus de sus habitantes o el servicio que prestasen. Desde la Torre de la Mano podía accederse a las cámaras del Rey.
-Vuestra abuela está en su dormitorio. La princesa Rhaenyra ha insistido en que descanse y espere a que hable con su padre antes que nada -le decía la doncella de la reina, la mujer que siempre estaba atendiéndola.
La había encontrado de camino a los salones para desayunar. Ya era tarde, pero con suerte habrían quedado postres y partes del desayuno de esta mañana. Luego, iría al cuarto de Helaena para convencerla de que fueran a dar un paseo antes de encontrarse con su hermano.
-Gracias. Informa a la Reina de que me reuniré con ella en el septo cuando pueda.
-Sí, princesa.
Naerys entró el dormitorio seguida por una nube de misterio. Aquella situación comenzaba a estresarla más de la cuenta. Quería ver a su padre y a sus hermanas, pero visitar a su abuela, que había sido de las primeras en informarla, la reconfortaría después de esa mañana. Si su esposo estuviera con ella, al menos tendría sentido controlar el agobio que comenzaba a almacenarse.
-Naerys.
-Abuela -le devolvió el caluroso abrazo. Llevaba ropas de abrigo, pero debajo se podía sentir todavía el tacto de la armadura con las escamas que usaba para el vuelo en su dragón.
Llevaba el mismo peinado que siempre, cargado hacia atrás y suelto por la espalda. Los colores Velaryon destacaban sobre todo, con algún detalle de los Targaryen. Las comisuras de sus labios, rodeadas por arrugas, se estiraron en una tensa sonrisa. Su abuela le acarició el pelo.
-Deberías ver a Baela y Rhaena. Son iguales a Laena.
Y ella era más parecida a su padre. Se lo decían siempre, pero siempre ignoraba esos comentarios y se quedaba con lo superficial.
-Tu carta me ha dejado sin palabras. ¿Por qué Vaemond iba a querer reclamar el derecho a Marcaderiva sobre el derecho de Lucerys?
-Laenor era el sucesor de Corlys hasta que falleció, y en ningún momento se dejó claro la herencia de la isla y los Velaryon. Él... Vaemond cree que tiene el derecho ahora que tu abuelo está herido.
-Abuela, ese derecho es de Lucerys como hijo de Laenor.
Su abuela cerró los ojos, pensativa, y cuando los abrió el amatista de sus ojos bailó como el fuego que quemaba en la chimenea. El dormitorio estaba oscuro, casi vacío más que unas pocas pertenencias. Se suponía que había recogido todo y llevado a Marcaderiva con su matrimonio, pero ese dormitorio estaba reservado para ella de cuando era una princesa hija del heredero, Aemon, hasta su muerte y posterior regreso a Desembarco del Rey para el funeral.
-Ese derecho debería pasar a la hijas de Laena... A vosotras, por ende. A la sangre Velaryon.
-No digas eso, abuela -insistió, casi con horror-. Tenemos que estar unidos. No podemos dejar que el derecho de Luke sea criticado. Con eso, todos tendrían el derecho a criticar el reclamo de Rhaenyra.
La princesa Rhaenys se resistió a poner los ojos en blanco. Las velas bailaron y crearon sombras en las paredes decoradas.
-Rhaenyra quiere comprometer a tus hermanas con sus hijos y unirnos en un frente contra los Hightower.
Naerys sintió los dedos de su abuela temblar entre sus manos. Un compromiso, una alianza, a favor del reclamo del Trono del Hierro y del trono salado de Marcaderiva. Una sería reina, y otra sería una noble dama con ascendencia valyria pura que no sustentaría quejas ante ningún reclamo. Lo que venía siendo comprometer la sangre valyria de su tradición para aplacar los rumores que iban alrededor de los hijos de Rhaenyra y su supuesta paternidad.
-Una buena alianza, abuela. Ayudaría a sofocar los rumores, piénsalo. Nadie se atrevería a juzgar el reclamo de la princesa heredera si sus hijos tuvieran hijos cuya paternidad y maternidad no es...un tema complejo.
Y, por supuesto, detener la influencia de los Hightower, que apoyaban un reclamo sin fundamentos, en la Corte. Naerys apoyaba el reclamo de la esposa de su padre solamente porque el Rey lo había querido así. Cualquier intento de reclamo de otra persona, ya fuera de su cuñado o de otra persona, era una traición a la elección del Rey.
-No, no voy a dejar que su desesperación me nuble esta vez. No separaré... No dejaré que Rhaena y Baela sean vendidas de esa forma -se negó en rotundo, sin pensar si quiera en las consecuencias a largo plazo que traerían-. No como Daemon hizo contigo con el hijo de Alicent.
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AAAAAAH ME IMAGINO SU CARA EN LA ESCENA DEL PATIO DE ENTRENAMIENTO TAL CUAL EN LA SERIE. ¡MI NAERYS DEJÁNDOLO CON LAS GANAS!
Mira esta sonrisa, es un hombre enamorado:
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firestormsblog · 23 days
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Y ahí estaba, derrotada y herida, frente a la diosa que salvo su vida siglos atrás. Su corazón golpeaba con fuerza y sus ojos azules contenían las lágrimas de tristeza. No debía llorar, no debía tener el descaro para llorar frente a ella.
Sentía la mirada de sus hermanas cazadoras y de los dioses presentes. La vergüenza llenaba su ser. Había cometido algo imperdonable, un acto que le traía deshonor a su juramento.
—He traicionado mis votos —reconocio en voz alta.
La sala seguía tan silenciosa.
Después de una alegre serenata en reconocimiento del heroísmo de Percy Jackson por salvar al Olimpo, ahora todos veían a la cazadora, la segunda lugarteniente, arrodillada ante su señora.
—Confiensa —ordeno Artemisa con frialdad.
Savannah inspiró profundo, ahogando el dolor y haciendo frente a su error.
—Rompí mis votos al enamorarme de un hombre.
Aquello produjo jadeos de sorpresa.
Sus hermanas cazadoras no daban crédito a lo que oía. Nunca imaginarian que alguna de ella sucumbirian a la tentación.
Artemisa la miro. El dolor atravesó sus ojos. La traición de su cazadora era una apuñalada a su corazón.
—¿Estas consciente del castigo que tú confesión implica? —inquiere con dureza. En su mano sostenía su arco, cuya base sostenía con furia y decepción.
—Si. Y lo aceptó. —Miro los plateados ojos de su señora—. La he deshonrado y traicionado, mi señora, merezco el castigo.
Las cazadoras se miraron unas a otras, con tristeza, pero sin intervenir. Era justo, pese a que les dolía en el corazón.
—Vamos, Arty —Apolo se metio—. Fue error pequeñito.
—Quebranto su juramento —Artemisa expresó con rencor—. Su honor y mi confianza. Tal acto, merece ser castigado con la muerte.
La tensión lleno la sala.
—Solo se enamoró —Afrodita suspiro, observando a la cazadora cuyo corazón roto era tan visible a sus ojos—. Un amor que solo se quedó en su memoria.
Savannah cerro los ojos.
Tomó una decisión. Una elección que implicaba la salvación de la línea temporal como es conocido, una decisión que evito que drásticos cambios ocurrieran y que rompió el corazón de dos almas enamoradas, pero era su deber.
Su misión fue cumplida, aunque en el camino ella cayera.
Harry Potter ahora mismo vivía su vida a lado de su esposa e hijos. Mientras qué para Savannah fueron solo unos minutos desde su partida de esa línea temporal, para él fueron años, años donde proceso su dolor y su perdida, donde pudo superarla y seguir adelante, donde formo la familia que tanto anhelo tiempo atrás, y, aunque su corazón aún le pertenece a Savannah, él es feliz en su vida.
Y Savannah, ella ahora enfrentara las consecuencias de romper su juramento.
—Savannah Wilson, segunda lugarteniente de mis cazadoras —Artemisa alzó su arco, cuya flecha la apuntaba directamente al corazón—. Por haber roto tu juramento, ahora eres sentenciada a morir.
Savannah asintió. Sus brillantes ojos azules, lágrimosos y cansados, miraron a la diosa con vergüenza, pero orgullo.
—Fue un honor servirle, mi señora —dijo, sonriendo levemente con delicadeza—. Gracias por salvarme y darme un lugar en su familia, y perdoname por haberle fallado.
La diosa, con dolor en su corazón, soltó la flecha y salió disparada hasta incrustarse en el pecho de la joven doncella.
Savannah se desplomo en el suelo, inerte.
Febe cerró los ojos, soltando las lágrimas por perder a su amiga, su hermana del alma. Después de Zoe y las chicas que fallecieron durante la gran batalla, no se imagino que también la perdería a ella.
Los relucientes ojos azules de Savannah, miraban a la nada, y alrededor de ella un charco de sangre se formó.
Así había terminado su historia; no cómo imagino que pasaría, totalmente diferente a lo que alguna vez penso. Se había enamorado de un hombre que le correspondió, pero sabía que nunca podrían estar juntos. Tuvo la oportunidad de quedarse en esa línea temporal y vivir su historia de amor, pero no era lo correcto. Y sin embargo, nunca se arrepintió de haberse enamorado de él, aunque eso la llevo a la muerte.
«“Y cuando miré las estrellas, estaré pensando en ti, imaginando una vida en la que tú y yo estemos juntos”».
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Ella esperaba en lo alto de la torre, con el viento jugueteando con sus cabellos dorados y el sol dorando su piel como si fuera de oro. Abajo, los campos se extendían en una vasta alfombra verde salpicada de flores silvestres que parecían saludarla con sus colores brillantes.
Miraba hacia el horizonte con los ojos llenos de anhelo, anhelando el sonido del galope de un caballo que se acercara. Había crecido escuchando cuentos de valientes caballeros que venían a rescatar a las doncellas en apuros, y aunque sabía que el mundo real rara vez se asemejaba a los cuentos de hadas, no podía evitar desear ese momento mágico en el que su héroe llegaría.
Cada día, se asomaba por la ventana de la torre, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, esperando ver una figura gallarda cabalgando hacia ella con una armadura resplandeciente y una mirada llena de determinación.
El tiempo pasaba lentamente, y aunque sus amigos y familiares le decían que dejara de esperar a un caballero que quizás nunca llegaría, ella se aferraba a la esperanza, convencida de que algún día su espera sería recompensada.
Y entonces, un día, mientras el sol se ponía en el horizonte, escuchó el sonido de cascos golpeando el suelo. Corrió hacia la ventana con el corazón en la garganta, y allí, en el resplandor del atardecer, vio a un caballero montado en un corcel blanco, con una armadura que brillaba bajo los últimos rayos de luz.
Su corazón dio un vuelco de emoción mientras el caballero se acercaba, y cuando finalmente llegó a los pies de la torre, levantó la visera de su casco, revelando unos ojos azules llenos de bondad y ternura.
Sin decir una palabra, extendió la mano hacia ella, y ella descendió por la escalera de la torre hacia los brazos de su caballero con brillante armadura, sabiendo que su espera había llegado a su fin y que su cuento de hadas finalmente había comenzado
ℜ𝔬𝔰𝔞🖤
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Poeta negro, un seno de doncella
te obsesiona
poeta amargo, la vida bulle
y la ciudad arde,
y el cielo se resuelve en lluvia,
y tu pluma araña el corazón de la vida.
Selva, selva, hormiguean ojos
en los pináculos multiplicados;
cabellera de tormenta, los poetas
montan sobre caballos, perros.
Los ojos se enfurecen, las lenguas giran
el cielo afluye a las narices
como azul leche nutricia;
estoy pendiente de vuestras bocas
mujeres, duros corazones de vinagre.
Antonin Artaud
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thecanvasofmadness · 1 year
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Te queda mi compañía, mi lealtad, mi devoción y mi silencio. Yo estaré siempre, te lo prometo.
You have my company, my loyalty, my devotion and my silence. I will always be there, I promise you.
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la-semillera · 1 year
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Las doncellas se apresuraban ya escaleras arriba con el equipaje. Marian las siguió a través de la semioscuridad. Los suelos estaban en su mayor parte desnudos de alfombras y desnivelados, crujían, producían ecos, pero había suaves colgaduras, cortinas en arcos y tenues tejidos semejantes a telas de araña que pendían en puertas y rincones y se le enganchaban en las mangas al pasar. Finalmente fue conducida a una habitación tomada por la luz del atardecer. Las doncellas desaparecieron. Cruzó la habitación para asomarse a la ventana. Ofrecía una amplia vista del valle, hasta Riders y el mar. Este tenía ahora un tono azul pavo real y los acantilados, negro azabache, y disminuían en la distancia hasta donde las lejanas islas volvían a ser visibles sobre un cielo ámbar oscuro. Miró y suspiró, olvidándose de sus inquietudes. El estuche con los prismáticos nuevos colgaba de su cuello. Enfrascada en contemplar el paisaje, los sacó con torpeza. Eran un juguete encantador. Apuntó con ellos al valle. El puente de madera apareció asombrosamente próximo, y el círculo mágico remontó despacio la colina hacia la casa de enfrente. Llegó a un muro y distinguió la textura desigual de la piedra, sobre la que el sol en declive caía oblicuo y formaba pequeñas sombras; y a continuación, de manera inesperada, una balaustrada de piedra, como la de Gaze, y tras ella una ventana con los postigos echados. Desplazó los prismáticos lentamente y se detuvo en un grupo de alegres sillas de jardín y una mesa con una botella encima. Al momento siguiente estaba mirando a un hombre. Se encontraba de pie en la terraza y la miraba a los ojos a través de unos prismáticos enfocados sobre Gaze. Marian dejó caer los suyos y se apartó a toda prisa de la ventana. El pánico regresó.
- Iris Murdoch, El unicornio. Impedimenta, traducción de Jon Bilbao.
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vangelismorgan · 2 years
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Aferrate a tu corazón [ch2]
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Aemond Targaryen x Original [Tully] female character.
ADVERTENCIAS: Angustia | Drama | Horror corporal | Muerte neonatal | Trauma.
La muerte se siente como brasas abrazando su carne hasta derretir la grasa y dejarlo solo con los huesos desnudos. Duele, duele tanto y se siente indefenso. A veces escucha voces distantes e intenta gritar para que no lo dejen atrás, intenta correr para salir de la espesa oscuridad, y sin embargo no consigue nada, solo frustración, furia, e impotencia. El horror lo persigue con la misma pesadilla, lo que él considera su infierno personal: la muerte de Luke. Se repite y se repite, le embota la mente y piensa que puede volverse loco, o quizá ya lo está.
Despierta en una bruma de dolor en todo el cuerpo, mil cuchillas cortándole la carne. Su único ojo sano desenfocado apenas puede distinguir una llama, contrario al fuego incontrolable y terrible de Vhagar, el fuego que arde frente a su visión nublada se siente cálido y reconfortante, lleno de vida, y luego la ve a ella...
«Los salvajes del norte más allá de la muralla, les llaman besados por el fuego, un símbolo de prosperidad y buena fortuna».
Dice llamarse Desmera Rivers, una niña bastarda con cualidades más admirables que las del anciano Maestre de Harrenhall, cuya respuesta a todo es: leche de amapola, el mismo espeso veneno que deterioró a su padre hasta la tumba, Aemond se estremece en el recuerdo.
Una luna se ha ido desde que está postrado en el catre, y faltan algunas semanas más antes de ser lo suficientemente fuerte para viajar a Kings Landing.
—Buenos días, su gracia, —dice la muchacha, tiene bonitos ojos azules, brillan igual que el zafiro que llena la cuenca de su ojo, él no responde, sencillamente suspira y vierte su atención sobre las vendas limpias que ella lleva en una canasta—, hay que cambiarlas lo más constante que se pueda, gracias a la madre, la carne ha cicatrizado bien.
Para ser una bastarda de las Riverlands, la chica es bastante educada, y su voz no tiene el acento vulgar de una campesina. Supone que debió vivir en alguna fortaleza, con un padre o madre noble, o que sirvió como doncella de alguna hija de renombre.
—¿Qué día es hoy? —pregunta Aemond para no sentir la incomodidad del silencio, y distraer la picazón de las costras, todavía no tiene valor para ver su propio cuerpo probablemente desfigurado. Recordó el horror en la carne de Aegon: el metal fundido en la carne, los coágulos de sangre, y el hueso expuesto de una costilla donde faltaba el músculo y la piel ¿Cómo en los siete infiernos su hermano sobrevivió a eso? Ahora tiene su respuesta, habiendo sobrevivido a una caída libre desde la silla de montar, hermana oscura le atravesó la clavícula cuando debió arrebatarle el otro ojo, cruel ironía.
—Hoy es día de oración a la doncella, —responde Desmera, tan atenta y servicial para tratar las heridas.
La última vez que sintió las manos de una mujer en la piel desnuda, fue la noche antes de enfrentarse a su tío Daemon. Él y Alys hicieron el amor, la sintió redonda con su hijo mientras la llenaba por lo que él pensó que sería la última vez, y la había tomado como los animales lo hacían con las hembras. Ahora bien, está chica ribereña, notó, no tenía las callosidades del trabajo arduo en el campo, esas eran manos suaves, dedos ágiles que solo podía comparar con los de Helaena bordando bichos y alimañas en su rueda de costura.
—¿Noticias de la capital? —él no se atreve a quejarse cuando las vendas pegadas a las costras tiran de su carne todavía tierna.
—La reina madre ha enviado hombres para llevarlo de vuelta a la fortaleza roja, —respondió Desmera.
Y entonces la llevaría con él. La niña puede ser una campesina, pero ni siquiera la reina madre Alicent, tendrá forma para despedirla, con el enorme servicio que ha hecho a la corona, su corona. El trono de hierro lo espera, amenazante y cruel, Aemond lo había ambicionado como nada en el mundo, y lo deseaba tanto que ya ha pagado su precio con fuego y sangre, se abrazará tan fuerte a la monstruosa cosa, que definitivamente va a necesitar a esta bruja de alto corazón como la llaman, para atenderle las heridas.
Cuando la engorrosa labor de la curación termina, Desmon Tarly se presenta, el muchacho tiene un gesto de preocupación en la cara, y mira a Desmera.
—Muchacha, te necesitan, —es todo lo que dice el joven para que Desmera Rivers se levante.
Hay un grito escalofriante que viene de una tienda alejada, una mujer que suena casi como un animal, y de repente hay demasiada gente moviéndose aquí y allá. Solo se necesita de un breve gemido, una súplica doliente para que Aemond reconozca la voz: Alys... Su Alys.
Moverse es una crueldad, nada más intentar levantarse y todo su cuerpo está en llamas, corrientes de dolor que lo hacen sudar y siente que la chica pelirroja tendrá más trabajo para la noche, sin embargo Aemond necesita ir, necesita llegar a donde el lamento de Alys resuena con súplicas.
—¡Sácalo, sácalo! ¡Me está matando, esta cosa me está matando! —chilla la mujer.
—El niño viene de nalgas y ya es demasiado tarde para moverlo, —dice una mujer con voz vieja y angustiada.
Aemond se arrastra con una vara improvisada como bastón, y ayudado por uno de los hombres que encontró en el camino, Alys vuelve a gritar.
—¡Alys! —él llama, y entonces ella responde.
—¡Aemond, Aemond, mi principe... Mi rey, te necesito! —no suena como la mujer confiada y seductora que conoció en Harrenhall, desafiante y hermosa.
Recuerda, los murmullos de cómo murió la primer esposa del rey Viserys. Abierta como un pez del vientre hasta el pubis, un mar de sangre, un bebé que apenas vivió unas horas. Aemond jamás ha sido un hombre piadoso, ni tampoco un buen hombre ¿Es acaso pecado ceder a su naturaleza? La sangre del dragón corre espesa en sus venas, es natural para él, exigir el precio del fuego y la sangre. Y sin embargo, pide que su hijo, esa criatura inocente venga con bien.
Las mujeres comunes no dan a luz como las mujeres nobles, sea por el bien de la modestia, o por la indignidad.
Alys está a cuatro patas en un catre improvisado, casi desnuda exhibiéndose mientras la sangre le escurre por las piernas, Desmera atrás de ella, observa con preocupación, antes de dirigir sus azules ojos indignados hacia él. En otra ocasión respondería con una media sonrisa arrogante, ahora mismo siente demasiado dolor, y miedo... Miedo por ese hijo que vio crecer en el vientre de Alys.
—Lady Alys, necesito que confíes en mí, —pide Desmera.
Aemond se siente sudoroso, los nervios lo engullen y no puede dejar de mirar, Alys se retuerce de dolor mientras se inclina como una gata, y empuja. El sonido acuoso que proviene de entre sus piernas es espeluznante, la cama de parto tan terrible como es, se cobra la vida de las mujeres, y Aemond siente miedo de perder a Alys.
Pasan lo que parecen horas antes de que la crudeza de los gritos acaben con el sonido de algo viscoso siendo expulsado, y de repente hay un silencio espeso. El bebé no chilla ¿Se supone que eso sea un bebé? El rostro horrorizado de Desmera dice lo contrario.
Aquello es una cosa nudosa, deforme, una piel gruesa y gris lo recubre, y dónde debería haber un par de ojitos inocentes, hay un solo hueco en el medio de la frente con un ojo deforme e inerte, esa cosa no puede ser su hijo, también tiene dos garras en lugar de cinco deditos rechonchos, y todo lo que Aemond puede hacer es odiarlo... Alya grita y se desmaya.
Dicen que su hermana Rhaenyra también dio a luz una monstruosidad, cuando se enteró de la muerte del rey y la coronación de su hermano. Su madre la reina, declaró entonces que era un castigo de los dioses, una señal de que la sangre de Rhaenyra estaba podrida, Aemond se pregunta si la de él también lo está.
El niño no se quema en una pira como es la tradición Targaryen, a final de cuentas, la criatura era un bastardo.
Cuando Desmera se presenta en su carpa para suturar las heridas que él mismo abrió por su esfuerzo tonto, hay un silencio espeso y tenso ¿Qué hay para decir? Ella se llevó la peor parte al ver de primera mano al monstruo que parió Alys, sería una crueldad sacar de nuevo el tema, pero es de hecho ella, quien da el primer paso.
—Lady Alys estará bien, —murmura en complicidad, una voz plana que Aemond atribuye al intento de olvidar el impacto—, la dejé dormida con leche de amapola, necesitará mucho descanso antes de ir a King's Landing.
Aemond suspira agotado, tanto por el dolor, la conmoción y la idea misma de volver a casa. Si todavía fuera un segundo hijo, quizá habría desafiado a su madre y a su rey para mantener a Alys, y sin embargo... Sin embargo ahora es el rey.
—Hiciste lo que pudiste, moza. No es tu culpa que el hijo de Lady Alys fuera... Esa cosa, —porque Aemond no podría haber engendrado un demonio salido de las entrañas más podridas de los siete infiernos.
—Pasará, —contesta Desmera.
Esa noche Aemond no duerme.
Cuando Alys está lo suficientemente fuerte, Aemond la visita, ella se ilumina al verlo, y él, con mayor fuerza y cicatrices más selladas se acerca, sentándose junto al catre, su amante le mirá con estrellas en los ojos.
—Quiero la verdad de tus labios, —dice más duro de lo que en realidad pretende ser, pero Alys está acostumbrada, ella también es franca y desafiante, por eso la amó tanto.
—Lo que mi rey quiera de mi se lo daré.
—¿Estaba muerto?
La pregunta asalta a Alys con la guardia baja, y ella agacha la mirada, esos ojos verdes y felinos dudan, dudan hasta que dejan de hacerlo.
—Era la única manera, —es una respuesta definitiva.
La vida se paga con la muerte.
Alys Rivers siempre había dicho cosas fascinantes cuando miraba a través del fuego, más precisa y menos delirante que Helaena, más torcida y oscura, eso fue lo que lo atrajo de ella, el misterio y la excitación de lo desconocido cuando sus huesos se entumecieron en la lluvia fría de las Riverlands.
«El beso de Rllhor puede traer a cualquier hombre de la tumba»
Pero para pagar una vida había que dar otra, y en este caso, fue el niño enterrado días atrás por la propia moza Desmera.
Aemond había estado muerto, de verdad, su corazón no latía, su descanso finalmente llegó y sin embargo Alys lo trajo de vuelta sin ningún propósito más allá de los deseo egoístas. Ella sacrificó a su hijo para su dios rojo, entonces el rey no sabe si amarla por tal devoción, u odiarla por ser una mata sangre, como él.
La pesadilla de Luke lo va a perseguir hasta el final de sus días.
—¿Aún tengo tu corazón mi rey? ¿Aún me amas?
¿Lo hace? Lo hizo una vez, recuerda, la quería tanto. La quiere todavía, la desea, es extraño que incluso después del parto, no existan huellas de la maternidad en su cuerpo, Aemond todavía recuerda a Helaena, desnuda, tapizada con las huellas de la maternidad, pechos caídos, vientre flácido, marcas rosadas y rojizas, caderas anchas... Pero Alys es tan inmaculada, Alys no parece de ese mundo.
Aemond no responde, la besa en la frente y se va sin mirar atrás, dejando la amargura en el rostro de una mujer aue puede llegar a ser vengativa.
Cuando Aemond sale de la carpa, los soldados Hightower enviados por la reina madre arriban para doblar la rodilla y llevar a Aemond a reclamar su corona.
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1. Escogida (dark! Nicasia x reader!)
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Extraño fue la primera palabra que pensaste cuando despertaste en una acogedora hamaca de hierba y cosas que solo un florista calificado podría determinar. No recordabas haber bebido, ni haberte ido a una fiesta de amigos. Es más, debido a la mudanza repentina a Estados Unidos, tu número de conocidos había bajado increíblemente.
Te sentaste en el suave cuerpo de tela intentando recrear nuevamente cómo acabaste ahí.
Pero nada.
Sentiste como tu garganta se tensaba por el miedo que comenzaba a nacer en el profundo de tu pecho. Moviste las manos ansiosamente y te concentraste en el sonido de una catarata a lo lejos, agua goteando pacíficamente como en las revistas de viaje solían describir.
No querías tener un ataque de pánico ahora.
—Has despertado.
Moviste la cabeza rápidamente.
Frente tuyo estaba la doncella más hermosa que habías visto nunca. Poseía una trenza bien cuidada, brillante, larga y decorada con perlas, sin embargo, lo más sorprendente era su cabellera azul. Su cabello se veía como si hubiese sido tratado en las mejores peluquerías de Nueva York, solo para estrellas de cine y famosos.
—¿Sí? —dijiste atontada, el impacto de verla te quitó el aliento sin saberlo.
Esa reacción le gustó.
—Querida, estás conmigo ahora.
Su tono no te dio confianza.
—¿Quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Eres de la mafia? —el miedo se expandió como el fuego con leñas.
—Cálmate, pequeño lirio —su voz era cautivadora, tus músculos se relajaron y tu expresión dejó de ser agresiva.
La misteriosa dama se acercó a ti con pasos similares a los que daría un ángel, prácticamente no oíste algún ruido y tenía el equilibrio de una modelo. Verla venir hacia a ti te permitió observar su ropaje, parecía de esas novelas de fantasía que vagamente escuchabas por tus compañeros universitarios.
—Eres mía.
Te pusiste de pie inmediatamente.
—¡Ni siquiera sé quién demonios eres!
—No me hables de esa manera —ante tu sorpresa, tu boca se cerró como por arte de magia—. Pequeña humana, si me dejaras explicarte…—ni siquiera se molestó en ver tus vagos intentos de hablar—, todo sería más sencillo.
—Pues, …háblame —dijiste a duras fuerzas, por alguna razón no podías insultarla o levantar la voz.
Sus labios de un color celeste oscuro te distrajeron, pero tu fuerza de voluntad te devolvió a la realidad.
—Soy Nicasia, pequeño lirio, no soy una mortal como tú. No soy humana y éste es tu nuevo hogar.
Retrocediste unos pasos, alarmada. ¡Debía de ser alguna actriz desquiciada delirante!
—¿Hogar? ¿De qué estás hablando? ¿Es una especie de broma?
—No puedo bromear…—murmuró vagamente antes de centrar su atención hacia ti—. Te he escogido como mi consorte, dulce lirio. Deberías de estar orgullosa.
—¿Qué eres?
El miedo había escalado al punto de que se reflejó en tu voz. Pensaste acerca de algún tipo de escándalo relacionados a secuestros, cualquier rumor para aclarar todo y no sufrir un ataque de pánico allí mismo.
—Soy un hada, es más —orgullosamente levantó su pecho—, soy princesa heredera del reino de las aguas y mareas.
La expresión de tu rostro hizo sonreír a Nicasia.
Eras limnologa, tu pasión te había hecho relacionarte con los aborígenes que vivían cerca de ríos por diversas partes del estrecho de California y del Misisipi. Escuchaste leyendas de seres fantásticos, de seductoras mujeres con melenas de tonos similares al azul y verde que acostumbraban a llevarse a incautos a las profundidades. 
—Estás bromeando —fue lo único que pudiste articular. Había un extraño apretón en tu garganta cuando querías decir: “loca”.
Diste una rápida ojeada por el lugar, notando el paisaje mágico que te rodeaba. El suelo estaba hecho de piedra marina que curiosamente era tibia a pesar de tus desgastadas botas, las paredes como tal parecían hechos de capullos de flor y un montón de objetos preciosos embellecían aún más el cuarto.
—Te costará aceptarlo, pero te lo demostraré.
Ante tu sorpresa, de la gran concha rosada que servía de lavadero salió una gran cantidad de agua, Nicasia movió delicadamente su muñeca y la convirtió en una gota gigantesca.
Eso fue suficiente como para entender lo jodida que estabas.
—Yo no quiero nada de esto, de verdad. Escoge a otra persona, yo… yo no soy la indicada.
La princesa te miró como si hubieras dicho una ridiculez. Negó con la cabeza y se acercó lo más posible de ti, dejándote entre la hamaca y ella.
—¿Qué no eres la indicada? No he conocido a ninguna mortal más valiosa que tú. Cuando mi madre me dijo que podría empezar buscando una pareja, pensé que era lo más tedioso del mundo. Hablé con casi todos los condenados seres de aquí buscando a alguien digno de ser mi consorte y no hallé a nadie. Si no hubiese sido por mi buen amigo Cardan, nunca me hubiese atrevido a ir al mundo humano.
Dio una pausa dramática y continuó.
—Tu mundo es caótico, extraño e incómodo, mas me armé de valor y seguí mi camino buscando a alguien especial. Me persiguieron indignos sirvientes, ingenuos acosadores…—su mirada se tornó oscura—, seres humanos que parecían ser importantes porque los seguían aparatos llamados cámaras. Estaba aburrida y decidí dar un chapuzón en un río casi desconocido, allí nadie me molestaría, los de barro saben que no deben de acercarse en esa zona y allí fue cuando te vi. Tenías una libreta y un lapicero en tu oreja, distraída mirabas las mareas a la lejanía y no notaste mi presencia. Nunca lo hiciste, eso fue lo que me interesó. No eras molesta como los otros, eras lista, generosa y encantadora…—el brillo desquiciado en sus ojos te asustó—. Te acompañé tanto en tus salidas en los bosques como en los alrededores de tu amada escuela mortal. Pasaron algunas lunas y me di cuenta de que eras perfecta. Eres perfecta para ser una reina a mi lado.
Tomó tus manos sin darse cuenta del espanto que te invadía.
—Por favor —suplicaste, conteniendo las lágrimas.
—Por favor, ¿qué? dulce perla —ignorante de tu miedo, te acarició la barbilla—. Permanecerás eternamente conmigo, tendrás poder y riquezas, serás mi amada compañera para siempre. No dejaré que nadie te haga daño, destruiré a todos los que quieran separarte de mi lado o busquen acabar contigo. No, no pienso permitir una mirada indecorosa siquiera. Me perteneces, lirio, desde el momento en que te vi.
—Déjame sola, te lo ruego.
La presión ansiosa en tu garganta no puede ser ignorarse más. Es demasiada información para tu ansiosa mente.
—¿Por qué? —el tono de molestia no se te escapa—. ¡Deberías de estar agradecida que te haya escogido! ¡No eras nadie allá afuera y ahora serás mi esposa! ¿No es eso motivo de alegría, mortal?
—No quiero ser tu esposa —intentas gritar, pero no puedes—. No quiero ser nada tuyo, devuélveme a donde pertenezco.
—Al único lugar que perteneces es a mi lado, ¿es tan difícil de entender?
El rugido que suelta te sorprende, tu secuestradora es tan preciosa como letal.
—Pero no te preocupes —su mirada se vuelve más tierna—, solo tienes que escuchar mis palabras…
@nicasiaoftheundersea @nicasiaas
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nicolasxiv · 8 days
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Un dibujo mio y un relato corto .......
LA FORTALEZA "MALDITA"
Allí donde una fortaleza oscura se eleva, mientras un dragón de fuego azul acechaba por ahí y por, los largos puentes, un caballero vestido con una gran capa negra, y en su mano derecha un escudo, para cubrirse de los lamentos y no de las flechas ni del fuego del Dragón, la doncella en peligro, pero el peligro no es la bestia, mira entre la multitud allí una turba enloquecida la espera, con picas y rastrillos, pero él azote del dragón de fuego azul llego así sé deshizo el miedo, y el sacerdote vestido de negro huyo entre llamas, ahora el caballero, ya no necesita su armadura está desnudo, como cuando Nació y en la fortaleza, ya no ruge el silencio, solo el amor, solo la paz, y la pasión, ahora entre los pasillos del viejo castillo florecen las flores rojas, azules, amarillas y verdes ya la vieja ira se fue, sé Extinguió como las llamas del dragón que abrió sus libres alas para ya tomar vuelo hacia un cielo ya sin nubes negras, así pronto con el paso del tiempo, un pequeño niño caminaba por la vieja fortaleza riendo y jugando...
NIKKO-XIV
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medicenmariaa · 11 days
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EL REY QUE PERDIÓ SU CORONA.
Lo conocí en medio del ruido, caminando en la multitud. Era un ser común entre tantos otros más comunes que él. Llevaba una corona en la cabeza, era apenas un príncipe entre tantos otros plebeyos, y se podía ver en sus ojos, en la manera que movía sus manos y miraba hacia adelante. El futuro prometedor lo llevaba sobre su cabeza. Nadie sabía que nuestro reinado estaba por comenzar, que estábamos a nada de empezar a construir castillos en un pueblo abandonado. Creamos una pequeña civilización con nuestros labios, construimos miles de puentes con cimientos muy débiles, pero eran nuestros.
Ahí, en ese pueblo que nadie conocía, reinábamos con ningún rey, lo había hecho en toda la historia de la humanidad. Cenas por las mañanas, postres antes del plato fuerte, miles de bailes que no necesitaban invitación ni vestidos largos. Las coronas nos quedaban tan bien. Un lustro se cumplió, el rey se volvió más azul, la reina más gris, y los bailes dejaron de ser solo nuestros, llegaron las doncellas; empezaron a caerse los puentes y nacieron los muros. Los dragones invadieron el castillo, el rojo ardía dentro de una monarquía de papel. El pueblo dejó de ser fantasma, los extraños nos encontraron; todos querían conocer al rey de la sonrisa perfecta, de los bailes y las cenas llenas de riqueza.
¿Y la reina? ¿En dónde quedó ella? La mujer que le dio al rey su pureza, y los sueños que los hicieron crear un imperio lleno de sueños. Estaba sola, en el calabozo más lejano, lleno de candelabros, pero oscuro. Con los mejores corsets y guantes en el armario. Miles de noches viendo como el rey se ofrecía a cualquier extraña que llevaba un poco de carmín en los labios. Aceptando que los mejores reinados son los que no tienen a un rey con corona de plástico. Ideando una manera de salir del mundo que ella mismo le había creado a la persona incorrecta.
¿Lo logró? ¿Lo logré? Aún no tengo el valor de enviar ese mensaje, pero algo está claro. En este pueblo, en esta cama, en esta mesa, solo puede reinar una persona. Y como en el ajedrez, la reina solo protege un momento al rey, pero al final ella siempre gana.
María
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armatofu · 3 months
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Lo que aprendí del pulpo
Parafraseando el título del documental que ganó el Oscar de 2020: “Lo que el pulpo me enseñó", que trata de la amistad entre un cineasta y un pulpo, yo podría decir: Lo que aprendí observando y leyendo sobre el pulpo. Y es que este cefalópodo, uno de mis animales marinos favoritos, me ha hecho estudiar y buscar información para redactar esta breve entrada. Así que además de contaros la fascinación que me producen sus movimientos, sus cambios de color, camuflaje… etc., he añadido algunas cosillas a lo que ya sabía. 
Es rara la inmersión en Cabo de Palos o en La Azohía, en la que no veo uno de estos moluscos deslizándose entre las rocas, escondiéndose o huyendo de peces a los que les debe encantar su carne. Incluso cuando pasé unos días en Menorca, un par de pulpos salieron a saludarme.
El pulpo desarrolla su actividad principalmente de noche, así que de día, que es cuando yo me surmerjo en las zonas cercanas a la costa, suelo adivinar dónde se encuentran si veo a falsos abadejos, doncellas, serranos o fredis..., merodeando frente a alguna roca.
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Os contaré cosas que he aprendido del pulpo –y también expondré una duda: Aunque en griego el nombre del género, Octopus, nos dice que son ocho las patas que salen de su cabeza, algunos autores dicen que en realidad, de esas 8 extremidades, 6 serían brazos y las otras 2 serían patas con las que se desplaza. Otros llaman a las 8, brazos, y otros, las denominan tentáculos. Sin embargo, hay algunos que niegan que sean tentáculos puesto que las ventosas del pulpo cubren las 8 extremidades de arriba a abajo, a diferencia de los tentáculos que solo las tienen en los extremos. En fin, que podemos llamarlas como queramos ante la falta de unanimidad por parte de la comunidad científica.
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Pulpo con los brazos rodeando su cabeza y su boca con forma de pico de loro. Menorca
Cómo es
El pulpo tiene cabeza, un cuerpo musculoso (manto) y 8 brazos. Cuando los extiende se ve que están unidos por una membrana con forma de corona; en el centro se encuentra la cabeza y una boca con forma de pico de loro. 
La cabeza del pulpo se prolonga en un cuerpo o manto que contiene los órganos (branquias, vísceras..), además del cerebro en el que se aloja una pequeña parte del sistema nervioso (el resto de neuronas están en sus tentáculos).
Tienen 3 corazones: uno toma la sangre oxigenada de las branquias y la hace circular por el resto del cuerpo, y otros dos, aumentan la presión de la circulación para el ingreso de la sangre en las branquias.
La sangre del pulpo contiene hemocianina, en vez de hemoglobina, molécula que le da color azul a la sangre oxigenada. 
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¡Qué ojos más grandes tienes!
Los ojos se encuentran en la cabeza, cerca de los brazos. Están muy desarrollados, y pueden distinguir formas y colores. Tienen la misma composición que la de los vertebrados: córnea, iris, cristalino, retina y dos párpados.
Detrás de la cabeza se encuentra el sifón, que es utilizado por el animal para impulsarse mientras nada, porque además de deslizarse, se puede desplazar nadando.
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¡Qué brazos más largos tienes!
Con los brazos o tentáculos extendidos puede llegar a medir un metro y medio de longitud. 
Vive de 2 a 3 años y alcanza un peso medio de unos 3 kg, (se han encontrado ejemplares de hasta 10 kg) lo que supone el mayor crecimiento que existe en un animal en tan corto espacio de tiempo. 
Vive principalmente en zonas rocosas, pero también los he visto sobre praderas de Posidonia, como en el caso de la foto de abajo en el que era acosado por diferentes peces.
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De colores, de colores se viste… el pulpo
El color del pulpo varía gracias a unas células pigmentarias que les permite camuflarse y mimetizarse con el entorno para evitar ser atrapado por sus depredadores: peces (morenas, congrios,etc), mamíferos marinos o aves. Cambia de color en situación de peligro, y también durante el cortejo.
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Alimentación
Se alimenta de peces, crustáceos o de otros moluscos. Para atraparlos y llevárselos a su cueva utiliza los brazos y las ventosas. Con sus mandíbulas tritura los crustáceos y perfora las conchas de los bivalvos, además puede inyectar a sus presas un veneno (cefalotoxina) que las paraliza. 
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 Reproducción
Los pulpos son especies con dos sexos: hembra o macho. El macho alcanza la madurez sexual cuando pesa 200 g, mientras que la hembra ha de llegar a los 500 g. Es entonces cuando, al solicitar la hembra el intercambio sexual (invitación que muestra limpiando sus ventosas), el macho le introduce en la cavidad paleal uno de los brazos (el tercero a la derecha desde el centro de la cabeza) que contiene espermatóforos (cápsulas en las que se encuentran los espermatozoides), donde los libera para la fecundación de los óvulos.
Una vez que la hembra ha puesto los huevos de un tamaño de 2 mm, en número de 100.000 a 500.000, agrupados en unos 50 cordones colgados generalmente dentro de su cueva, los ventila, los limpia y protege hasta su eclosión; este periodo puede ser de 24 a 125 días según la temperatura. Durante este tiempo deja de alimentarse, así que se debilita y muere.
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Una vez que eclosionan los huevos, los alevines pasan de una fase de vida planctónica, a asentarse en el fondo. Poseen una gran capacidad para cazar presas vivas, y experimentan cambios de color para esconderse de sus depredadores.
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Increíble foto, cortesía de JA Oliver “Oli”, de un alevín de pulpo. Cala Cortina, Cartagena
Primo de los mejillones, pero con inteligencia privilegiada
Como molusco que es, está emparentado con las ostras, los berberechos, las nacras..., sin embargo, ha desarrollado unos órganos sensoriales y un cerebro extremadamente complejo, con características similares al de los mamíferos. Es sorprendente que, siendo este animal genéticamente tan distante de los vertebrados, tenga un cerebro con tantas semejanzas al de los humanos.
A través del sifón saca el agua de la cavidad paleal, lo que le permite el desplazamiento a propulsión, un caso único en la naturaleza.
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Arriba a la izquierda se puede ver el sifón, que le sirve para impulsarse mientras nada
El pulpo “flamenco" 
El pulpón (Callistoctopus macropus) es otra especie de cefalópodo que se puede encontrar en las costas murcianas. Se asemeja al pulpo común en cuanto a la forma y las costumbres. Lo único que lo diferencia de este son las manchas claras fosforescentes que presenta repartidas por todo el cuerpo y alineadas sobre los brazos, los cuales son más largos que los del pulpo común.
Es de costumbres nocturnas, pero como yo no me sumerjo por la noche, no he tenido la suerte de verlo todavía (a lo mejor, cuando sea un poquito mayor, me animo 😂), pero aquí os pongo este pulpo con sus preciosos lunares de Juan Antonio González Hidalgo, colaborador de mar menor mar mayor y cuyas maravillosas fotos podéis ver haciendo clic en su nombre.
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Pulpón (Callistoctopus macropus). Calabardina, Águilas. Fotografía de Juan Antonio González Hidalgo
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¡Ah!, y si te encuentras algún ejemplar de estos fascinantes e inteligentes animales marinos, no lo estreses, si quieres jugar, déjalo que tome la iniciativa, pero nunca lo fuerces a salir de su cueva.
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Para saber más del pulpo, puedes visitar una entrada anterior en la que escribí sobre una sorpresa que me llevé al ir a recoger una botella de plástico del fondo marino: 
El pulpo y su tana.
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Y si te interesó esta entrada, te recomiendo este vídeo tan interesante y divertido de El Robot de Colón sobre los pulpos:
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