Tumgik
#Muerto A La Luz Del Día
entropiasgift · 10 months
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Dario, genio de las matemáticas: Wait...
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depoesiaypoetas · 4 months
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Me ha apretado mucho el alma este año. Me ha dado retortijones de tripas y dolor en el mediastino. Perdí muchísimo. Vuelvo a la frase que dice que soy una colección de derrotas. Cami ha muerto, si tengo un dolor profundo es que no hubo despedida y sus patitas ya no suenan en la casa. Aún me estremece el corazón si le pienso. Abrazar a Andrés daba tanta paz y sentir su pequeñito corazón con aire de gaviotas aligeraba mis días, y luego se inmortalizó del mundo y me enseñó la forma más pura de amor que he conocido hasta entonces; siempre tendrá un lugar en mi aurícula derecha. Ya estoy llorando. El amor romántico no es el único que puede romperte el corazón, y no tener una casa a la que llamar hogar ha terminado por romperme los intestinos. Demasiadas pérdidas para trescientos sesenta y cinco días. Mucho amor propio que recoger. Pero entre el paso de los días, haciendo huequitos de esperanza, la primavera, el aprendizaje, el chocolate caliente, cantar en carretera, conocer a los sobrinos, ser valiente, mirar el mar, subir a la montaña y temblar las piernas, cruzar el puente, perderse en libros, pintar lo que nos duele, me brota la idea que ha dolido 2023, muchísimo, pero los destellos de luz en forma de personas y hechos, son las desfibrilaciones diminutas que el corazón requiere para sentirse menos pesado. Nunca hago propósitos porque duelen las promesas incompletas, y a veces no sé cumplirlos, pero si puedo desearme algo, es que nunca me siga faltando la esperanza...
Clara Ajc
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flan-tasma · 6 months
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HOLA, amo como escribes las escenas nsfw, así que podría pedir un escenario con Wriothesley en donde somos una prosti pero el nos enseña un sexo lleno de amor y cosas fluffly pq se enamoro en vez del sexo sucio y feo¿
JSBDKD NO SE SI SE ENTIENDA, PERO GRACIAS DE ANTEMANO 🫶🫶
💖~ aydios amix, ME ENCANTÓ ESTA IDEA DKGDKHD literal podrían ser el típico "Yo te saco de trabajar, mi reina, ntp" KDHKDH gracias por tus palabras~ me hace feliz que te gusten mis escritos! ✨
Me pasé de verg* y esto terminó siendo muy largo, no sé si le debería hacer parte dos pero realmente quiero hacer algo más bonito con esta idea~ Escuché "All you wanna do" del musical Six mientras escribía esto, me gustó en lo personal
Warning: smut, angst, prostitution, Fem!Reader | Google Translate sponsors me (it's a lie) If I made any mistakes in the english translation, I would be happy to read your comments! | Content in spanish and english
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Spanish:
La vida es difícil, está llena de baches y no fluye como el agua de una fuente. Esas eran las palabras que tus padres te repetían todos los días como si fuera un mantra divino. La vida se trataba de trabajar para no morir, hacer lo que fuera necesario para comer un trozo de pan, para asegurar que la niña que criaban no moriría de hambre ni de frío. Trabajaban día y noche, remendaban la ropa y las mantas, los zapatos y los muebles viejos, todo debía cumplir una labor incluso si ya no servía, el reloj era un muerto viviente que tu padre siempre trataba de reparar con algunas herramientas oxidadas y la luz de una vela que casi no tenía cera, pero siempre sonaba a sus horas.
La vida era difícil, se trataba de trabajar para conseguir gas y poder hervir agua para hacer sopa, se trataba de bañarse en agua helada en la mañana y trabajar todo el día para caer rendido en un triste colchón en el piso. Eso aprendiste de tus padres desde joven y entendiste, aquella noche fría en que un mazo oxidado abrió el cráneo de tu padre por la frustración, que sus palabras eran muy sabias. Entendiste, el día en que tu madre falleció por enfermedad y sin disponibilidad de medicamentos, que la vida era tan fría como el agua con el que te lavaste la cara en la mañana, tan dura como el piso en el que dormiste por varias noches, entendiste que tenías que salir de ahí de alguna manera.
Aprendiste muchas cosas en tu vida, que si lavas tu cara antes de salir a vender periódicos tendrías unas monedas de más, que si preferías usar una blusa sin mangas tendrías más atención y eso te podría ayudar a comer más que una hogaza de pan duro. Entendiste que siendo atractiva te podrías salvar cuando un hombre te llevó para trabajar en algo más "adecuado".
Pura mierda. Un edificio con luces extravagantes y cortinas traslúcidas, una prisión lujosa donde has sido reclusa desde la adolescencia. No podías quejarte, se supone, tenías una cama suave y comida, un techo que no permitiría que la lluvia ni el sol te enferme, tenías una habitación y un baño decente por primera vez en tu vida y la ropa que vestías, si bien era incómoda, entallada y lujosa, era ropa y se agradecía. Para alguien que no tenía nada de eso, era una bendición que pagaste con un trabajo sucio.
Bailaste, cantaste, aprendiste a conversar y a sonreír aún si estabas incómoda, aprendiste a no quitar las manos que te hacían temblar de miedo, aprendiste a no chillar de dolor ni de miedo cuando te usaban como si fueras un vulgar agujero o una muñeca bonita para mancillar.
Lloraste al final de cada encuentro, no disfrutaste ninguno, siendo todo jalones y mordidas de demonios que arrancaban tu piel, los ojos de los monstruos que dormían bajo tu cama queriendo llevarte al infierno te veían como un trozo de carne lujosa, preparados para rostizarte con especias asquerosas y comerte, y tirar tus huesos contra el plato para que alguien más limpiara el comedor donde pecaron.
Un nuevo día, una ducha con agua helada y tu cabello enmarañado en el espejo, tu cuerpo dañado ya no era lo que solía ser cuando te preparabas para vender periódicos en las oscuras calles, sino una figura más madura y cuidada, el ejercicio y la alimentación que regulaban para mantenerte como un sujeto atractivo combinaba con los moretones espantosos en tus piernas y en tu cuello. Los odiabas, y te apresurabas a cubrir tu cuerpo con una toalla para seguir llorando una mañana más.
La vida era triste, fría y solitaria. Te trataría como una pieza en un tablero, sin importancia, destinada a ser abusada y manchada por otros. Hasta que te salvaron.
Wriothesley, que sonríe cada vez que lo llamas. Wriothesley, cuyos ojos se suavizan cuando te ve. Wriothesley, que no temió en usar su fortuna para mantenerte. Wriothesley, que te salvó de esa prisión pintada de lujoso pecado, depresión y miseria.
El hombre que llegó al lugar donde trabajabas y se quedó hechizado con tu figura, que casi detuvo una misión para verte un poco más, sentir tu mirada en él mientras bailabas con un traje tan soez. Viendo a través de tus ojos seductores y tu sonrisa caprichosa lo poco que quedaba de una mujer feliz, que buscaba aferrarse a la sugestión como último aspecto verdadero de una personalidad destrozada por las luces rojas y música persuasiva.
Esa noche lo supo, debía sacarte de ese lugar cuánto antes.
El perfume femenino se sentía como humo en tus pulmones, pero era el adecuado para ti, el labial rojo en tus labios y las sombras cuidadosamente difuminadas en tus párpados para que luzcan más bellos eran como se esperaban de alguien como tu, que vestía con poca ropa y joyas asquerosas contra tu piel. Una mujer, un bello trozo de carne que alguien más engulliría hoy.
La puerta se abrió para el caballero de oscuros cabellos, el guardia lo había guiado hacia la recámara de oscuridad tenebrosa. Entró, recibió sus felicitaciones del asqueroso hombre que te miró con una sonrisa repugnante y que después cerró la puerta nuevamente, dejándote indefensa frente a un lobo hambriento. Sonreíste, volviendo a tomar un poco de la seguridad que se supone que tenías como la diva de este maldito lugar.
"Buenas noches, monsieur..." Un tono bajo, como un susurro, bonito y encantador, mezclado con la caricia que diste a tus piernas cruzadas. Sabías quién era el hombre, y precisamente por eso –y porque de lo contrario te castigarían si lo trataban mal– no te permitirse ser nada más que una encantadora bolsa para su semen. Agradecías en silencio que no fuera un viejo otra vez, estabas harta de los vejestorios orgullosos que se hacían llamar hombres entrando por las puertas.
Fue preocupante en un inicio, el caballero no te quitó la mirada de encima pero no se dedicó aa comerte con la mirada, sus ojos no reflejaban sus ganas de arrancarte la lencería de un vibrante color rojo, sino que se mostraba molesto mientras paseaba la vista por el conjunto que tenías puesto. Temblaste, no acostumbrada a cuando te volvió a mirar a los ojos y sonrió compasivo.
"El color no te queda." Habló de lo más calmado, dando algunos pasos hasta atraer la silla que estaba a un lado y dejándote lejos, respetando tu espacio personal cuando se sentó y volvió a mirarte. "Este lugar es muy... pequeño, no parece una buena habitación para ti." Sus ojos analíticos pasearon por toda la habitación, el papel de la pared y la madera del piso, sin cuadros ni carteles de nada, solo una cama, un escritorio y un baño. "¿Vives aquí o me equivoco?"
"Si estamos hoy aquí es porque ha considerado que era el mejor servicio que puede tener, monsieur Wriothesley." Si un hombre deseaba sacar a relucir todos sus fetiches, incluidos los más raros y repugnantes, tendría que usar juguetes especiales que tenían en habitaciones especiales, y claro que un servicio más completo e ilimitado requería una mayor cantidad de mora en los bolsillos del gran señor que te mantenía. Ese no era el plan de Wriothesley, no estaba buscando diversión, no completamente. Wriothesley sonrió y entendió a lo que te referías, suspiró y siguió viendo a todos lados menos a ti en silencio, uno que te estaba atormentando. "¿Se ha estado sintiendo a gusto últimamente, monsieur?"
Preguntaste de manera en la que pretendías estar tranquila, no querías obligarlo a hacer nada y era mejor si era así, pero no entendías la necesidad de pagar por estar una noche con una prostituta y perder tiempo viendo una decoración mundana. Parecía que Wriothesley estaba de acuerdo con tus pensamientos, e incluso parecía que estaba a punto de decir algo pero se quedó aliado mirándote una vez más, otra vez con molestia. "¿Te gusta mucho ese conjunto?"
Es asqueroso, repulsivo, asfixiante y desabrido, querías decirlo pero sabías que no le importaría, reír un poco te ayudaría a sacar el aire que se mantenía incómodo dentro de tus pulmones. "¿No es de su gusto?" Wriothesley sonrió mirándote a los ojos, su mirada iluminada por el sucio rojo de la habitación se notaba cálida a pesar del ardor de todos los colores chillones de la sala.
"Preferiría algo negro en ti, ¿Es de tu gusto?" Wriothesley se levantó por fin de su silla, acercándose a ti con pasos tranquilos y tomando tu mentón para inspeccionar bien tu rostro, soltando ruidos de satisfacción mientras analizaba tus labios y tus mejillas. "Si me lo permitieras podría llenar tu vida de otros colores que no sean este. Violeta, rosa, blanco o negro, si me lo pidieras todo sería tuyo." Su toque era delicado, tanto que te hipnotizó y por un momento olvidaste todo, hechizada por sus palabras. Tal vez eran mentira pero entre cada palabra que caía de su lengua s tus oídos te calentaba el corazón. "No estarías obligada a vestir de esta manera, no te pediría que hagas esto tampoco. Serías una reina a mi lado, mi reina."
"Lo que usted quiere es una esposa trofeo, monsieur." Wriothesley soltó una risa mientras te dejaba caer en la cama, una mano debajo de tu cabeza para que no te lastimarse, otra mano en el colchón para no dejar caer todo su peso sobre ti.
"No, lo que yo quiero eres tú." Te besó, pero a diferencia de besos anteriores que has experimentado no hubo lengua que incomode tu boca, no hubo dientes que choquen con tus labios, solo besos tranquilos y deliciosos, lentos y sensuales que te hacían perseguir sus labios por más. Tus manos lo sostuvieron por sus hombros para que no se aleje, queriendo sentir más del cariñoso acto que te quitaba el aliento con cada caricia en tus labios. "¿Puedo...?"
¿Qué clase de tonterías estaba diciendo este hombre? Que compra a una prostituta y le pide permiso para hacer lo que quería hacer cuando pagó. Aturdida por la frustración, solo asentiste y dejaste que te quitara la ropa, él aún tenía el ceño fruncido y era delicado en sus acciones, quitando tu blusa transparente y revelando tus senos, dándoles una caricia y un beso lento antes de quitar tus medias por el elástico, deslizándolas por tus piernas con cuidado y sosteniendo tus piernas a los lados de su cadera. Cuando quisiste moverte para tomar la botella de lubricante de la mesa al lado de la cama, la mano de Wriothesley te detuvo y besó tu mano.
"Tranquila, yo me encargo de esto." El hombre seguía vestido, lo que te mantenía indefensa ante él, sin contar que sus manos empezaron a delinear tu figura, tus brazos, tu cintura, se estaba esforzando para memorizar tu forma bajo sus manos ásperas y con cicatrices. Sus dedos tomaron tus pezones y jugaron con tus botones con sus pulgares, dando vueltas a sus circunferencias y apretando ligeramente la carne delicada, arrancándote suspiros.
"Si algo no te gusta podemos detenernos." Te miró con cariño, ahora sin molestia en tus ojos, mientras estiraba la tela de tu braga. Asentiste nuevamente, ahora con un murmullo suspirado, y pareció que el ego de Wriothesley creció en ese momento. Te quitó la molesta tela revelando tu intimidad desvergonzada, por extraño que parezca te sentiste demaciado expuesta ante él, pero todo se fue al diablo cuando una de las manos de Wriothesley pasó de tu seno a tus pliegues y pasó delicadamente por tu raja hasta tu clítoris, masajeando los botones de carne con ambas manos en dos zonas distintas que te hicieron soltar un jadeo más alto. Su boca bajó desde tu mejilla hasta tu vientre, dejando tus piernas cómodamente en sus hombros, repartiendo besos como una cascada hasta tu intimidad dónde empezó a lamer y a arremolinar su lengua en ti.
Arañaste la sábana y arrugaste los dedos de los pies, jadeaste por la humedad nueva que estabas descubriendo con su lengua y sus labios besando tu intimidad con hambre, bebiendo todo el líquido que caía por su barbilla y que te enredaba el estómago en una sensación tan exquisita que no pudiste ignorar. Gruñiste el nombre de Wriothesley, lo abrazaste con tus muslos y él fue dichoso de sentir tu miel fluir como un río por su paladar, no se molestó en mojar la sábana de bajo de ti, nada importaba ahora.
"No te puedo pedir que seas mía ahora, pero por favor dame la oportunidad." Amó cada parte de ti, como respirabas con dificultad, tus piernas temblando y deseando más, adoró cuando lo miraste a través de tus pestañas húmedas por tus lágrimas y sonreíste. Ibas a caer, si tenía que ser una ilusión rezabas que fuera eterna, que nunca te rompa el corazón con una verdad amarga si todos los días tendrías algo como esto. Tal vez es amor, pensaste, así se debe sentir estar enamorado, una inmensa felicidad y tranquilidad.
Había pedido permiso y se lo concediste, lo dejaste introducir su polla dura entre tus pliegues, ambos jadearon al sentirse completos, Wriothesley premió tu tranquilidad con más besos dulces y se tomó su tiempo para hacerte el amor entre suspiros y anhelos.
Mientras sus bolas casi entraban profundamente en ti a un ritmo lento pero rudo, los gruñidos del hombre besaban la piel expuesta de tu hombro y mordía delicadamente. Trataba de no hacerte daño mientras te sostenía la cintura con delicadeza, haciendo rodar tu clítoris en sus dedos y meciéndote contra su falo. Wriothesley besó tu clavícula a través de las manchas que dejaban sus labios, chupaba tu piel salada y mojada mientras susurraba frases inentendibles por la dicha de unirse a ti.
La vida no debía ser difícil, no debe estar llena de baches, fluye como el agua de una fuente. Tus noches no deberían pasar entre lágrimas y maldiciones, no deberían tratarte como una pieza en un tablero, sin importancia, destinada a ser abusada y manchada por otros. Estabas destinada a ser amada y mimada, a los ojos de Wriothesley, estabas destinada a vivir una vida honrada y feliz, sonreír todos los días de tu vida y cada noche dejarlo hacerte el amor de manera lenta, empalarte en su polla mientras soltaba más susurros de amor y adoración a ti.
Lo raro no acabó, el cariño no acabó. Cuando ambos estaban saciados por el nuevo tipo de placer que habían encontrado en el otro, no se separaron, él no se vistió y se fue luego de recordarte que fuiste la más hermosa de todas. Wriothesley se preocupó por ti, te ayudó a limpiarte y se quedó a tu lado en la cama, el silencio fue agonizante al inicio pues no sabías qué hacer hasta que empezaste a dormir en su pecho, arrullada por el respirar del hombre y sus brazos que te mantenía caliente. Lloraste una vez más, en silencio, por la felicidad que creías que sería pasajera.
Desde esa noche, todas las mañanas te alegras de despertar perezosamente en los brazos del duque que no te quiere soltar, pasas tus días a su lado vistiendo de los colores del arcoiris pero no el color del infierno, con un anillo con una piedra oscura en tu dedo. Un establecimiento clausurado, una oportunidad junto a Wriothesley y al final tu libertad estaba frente a ti. La libertad que había buscado tu padre, la que había buscado tu madre y la que no pudo encontrar tu yo más joven, ahora resplandecía frente a ti en la figura mortal de un hombre.
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English:
Life is difficult, it is full of potholes and it does not flow like water from a fountain. Those were the words your parents repeated to you every day as if it were a divine mantra. Life was about working to not die, doing whatever it took to eat a piece of bread, to ensure that the girl they were raising would not die of hunger or cold. They worked day and night, mending clothes and blankets, shoes and old furniture, everything had to do its job even if it was no longer useful, the clock was a living dead that your father always tried to repair with some rusty tools and the light of a candle that had almost no wax, but always rang on time.
Life was difficult, it was about working to get gas and be able to boil water to make soup, it was about bathing in ice water in the morning and working all day to fall exhausted on a sad mattress on the floor. You learned that from your parents from a young age and you understood, that cold night when a rusty mallet opened your father's skull out of frustration, that his words were very wise. You understood, the day your mother died due to illness and without the availability of medicine, that life was as cold as the water with which you washed your face in the morning, as hard as the floor on which you slept for several nights, you understood that you had to get out of there somehow.
You learned many things in your life, that if you washed your face before going out to sell newspapers you would have a few extra coins, that if you preferred to wear a sleeveless blouse you would have more attention and that could help you eat more than a loaf of stale bread. You understood that by being attractive you could save yourself when a man took you to work in something more "suitable."
Pure shit. A building with extravagant lights and translucent curtains, a luxurious prison where you have been an inmate since you were a teenager. You couldn't complain, you were supposed to, you had a soft bed and food, a roof that wouldn't let the rain or sun make you sick, you had a decent room and bathroom for the first time in your life, and the clothes you wore, even though they were uncomfortable, fitted and luxurious, it was clothing and it was appreciated. For someone who didn't have any of that, it was a blessing that you paid for with a dirty job.
You danced, you sang, you learned to talk and smile even if you were uncomfortable, you learned not to remove the hands that made you tremble with fear, you learned not to scream in pain or fear when they used you as if you were a vulgar hole or a pretty doll to taint.
You cried at the end of each encounter, you did not enjoy any of them, it was all pulls and bites of demons that ripped off your skin, the eyes of the monsters that slept under your bed wanting to take you to hell saw you as a piece of luxurious meat, ready to roast you with disgusting spices and eat you, and throw your bones against the plate so that someone else could clean the dining room where they sinned.
A new day, a shower with ice water and your hair tangled in the mirror, your damaged body was no longer what it used to be when you were preparing to sell newspapers on the dark streets, but a more mature and well-kept figure, exercise and the diet they regulated to keep you attractive combined with the hideous bruises on your legs and neck. You hated them, and you rushed to cover your body with a towel to continue crying one more morning.
Life was sad, cold and lonely. Life would treat you like a piece on a board, unimportant, destined to be abused and stained by others. Until he saved you.
Wriothesley, who smiles every time you call him. Wriothesley, whose eyes soften when he sees you. Wriothesley, who was not afraid to use his fortune to support you. Wriothesley, who saved you from that painted prison of luxurious sin, depression and misery.
The man who came to the place where you worked and was enchanted by your figure, who almost stopped a mission to see you a little more, to feel your gaze on him while you danced in such a vulgar outfit. Seeing through your seductive eyes and your capricious smile what little was left of a happy woman, who sought to cling to suggestion as the last true aspect of a personality destroyed by red lights and persuasive music.
That night he knew, he had to get you out of that place as soon as possible.
The feminine perfume felt like smoke in your lungs, but it was the right one for you, the red lipstick on your lips and the shadows carefully blended on your eyelids to make them look more beautiful were as expected from someone like you, who dressed scantily. Disgusting clothes and jewelry against your skin. A woman, a beautiful piece of meat that someone else would gobble up today.
The door opened for the dark-haired gentleman, the guard had guided him into the chamber of gloomy darkness. He walked in, received his congratulations from the disgusting man who looked at you with a disgusting smile and then closed the disgusting door again, leaving you defenseless against a hungry wolf. You smiled, regaining some of the confidence you were supposed to have as the diva of this damn place.
"Good night, monsieur..." A low tone, like a whisper, pretty and charming, mixed with the caress you gave to your crossed legs. You knew who the man is, and precisely for that reason –and because otherwise you would be punished if you treated him badly– you were not allowed to be anything more than a charming bag for his semen. You were silently grateful that he wasn't an old man again, you were sick of proud geezers who called themselves men walking through the doors.
It was worrying at first, the gentleman did not take his eyes off you but he did not dedicate himself to staring at you, his eyes did not reflect his desire to tear off your vibrant red lingerie, but rather he seemed annoyed as he looked around. for the outfit you were wearing. You shivered, not used to when he looked back into your eyes and smiled sympathetically.
"The color doesn't suit you." He spoke as calmly as possible, taking a few steps until he attracted the chair that was on one side and leaving you far away, respecting your personal space when he sat down and looked at you again. "This place is very... small, it doesn't seem like a good room for you." His analytical eyes roamed the entire room, the wallpaper and the wood of the floor, no pictures or posters of anything, just a bed, a desk and a bathroom. "Do you live here or am I wrong?"
"If we are here today it is because you considered it to be the best service you could have, Monsieur Wriothesley." If a man wanted to bring out all his fetishes, including the strangest and most disgusting ones, he would have to use special toys that were kept in special rooms, and of course a more complete and unlimited service required a greater amount of mora in the pockets of the great lord that kept you. That wasn't Wriothesley's plan, he wasn't looking for fun, not entirely. Wriothesley smiled and understood what you meant, he sighed and continued looking everywhere except at you in silence, one that was tormenting you. "Has he been feeling at ease lately, monsieur?"
You asked in a way that meant you were calm, you didn't want to force him to do anything and it was better if that was the case, but you didn't understand the need to pay to spend a night with a prostitute and waste time looking at mundane decorations. It seemed like Wriothesley agreed with your thoughts, and it even seemed like he was about to say something but he just stood there looking at you once again, again with annoyance. "Do you really like that outfit?"
It's disgusting, repulsive, suffocating and tasteless, you wanted to say it but you knew he wouldn't care, laughing a little would help you get out the air that remained uncomfortable inside your lungs. "Isn't that to your taste?" Wriothesley smiled looking into your eyes, his gaze illuminated by the dirty red of the room felt warm despite the heat of all the bright colors in the room.
"I would prefer something black on you, is that to your taste?" Wriothesley finally got up from his chair, approaching you with calm steps and taking your chin to inspect your face well, letting out satisfied noises as he analyzed your lips and cheeks. "If you allowed me, I could fill your life with colors other than this one. Violet, pink, white or black, if you asked me, everything would be yours." His touch was delicate, so much so that he hypnotized you and for a moment you forgot everything, enchanted by his words. Maybe they were a lie but between every word that fell from his tongue your ears warmed your heart. "You wouldn't be forced to dress this way, I wouldn't ask you to do this either. You would be a queen by my side, my queen."
"What you want is a trophy wife, monsieur." Wriothesley let out a laugh as he dropped you onto the bed, one hand under your head so you wouldn't hurt yourself, another hand on the mattress so he wouldn't let his full weight fall on top of you.
"No, what I want is you." He kissed you, but unlike previous kisses you've experienced there was no tongue to bother your mouth, no teeth to collide with your lips, just calm and delicious kisses, slow and sensual that made you chase his lips for more. Your hands held him by his shoulders to keep him from moving away, wanting to feel more of the affectionate act that took your breath away with each caress on your lips. "Can I...?"
What kind of nonsense was this man talking? That he buys a prostitute and asks her permission to do what he wanted to do when he paid. Dazed with frustration, you just nodded and let him remove your clothes, he was still frowning and delicate in his actions, removing your sheer blouse and revealing your breasts, giving them a caress and a slow kiss before removing your stockings by the elastic, sliding them down your legs carefully and holding your legs to the sides of his hips. When you wanted to move to grab the bottle of lube from the table next to the bed, Wriothesley's hand stopped you and kissed your hand.
"Don't worry, I'll take care of this." The man was still dressed, which kept you defenseless before him, not to mention that his hands began to outline your figure, your arms, your waist, he was trying hard to memorize your shape under his rough and scarred hands. His fingers cupped your nipples and played with your buttons with his thumbs, circling their girths and lightly squeezing the delicate flesh, drawing sighs from you.
"If you don't like something we can stop." He looked at you lovingly, now with no discomfort in your eyes, as he stretched the fabric of your panties. You nodded again, now with a sighed murmur, and it seemed like Wriothesley's ego grew in that moment. He removed the annoying fabric revealing your shameless intimacy, strangely enough you felt too exposed to him, but everything went to hell when one of Wriothesley's hands moved from your breast to your folds and delicately passed along your slit to your clit, massaging the flesh buttons with both hands in two different areas that made you gasp louder. His mouth went down from your cheek to your belly, leaving your legs comfortably on his shoulders, spreading kisses like a waterfall to your intimacy where he began to lick and swirl his tongue in you.
You scratched the sheet and wrinkled your toes, you gasped at the new moisture that you were discovering with his tongue and his lips kissing your intimacy hungrily, drinking all the liquid that fell down his chin and that entangled your stomach in a sensation so exquisite that you couldn't ignore. You growled Wriothesley's name, you hugged him with your thighs and he was happy to feel your honey flow like a river through his palate, he didn't bother to wet the sheet under you, nothing mattered now.
"I can't ask you to be mine now, but please give me the chance." He loved every part of you, how you were breathing hard, your legs shaking and wanting more, he loved when you looked at him through your eyelashes wet with your tears and smiled. You were going to fall, if it had to be an illusion you prayed that it would be eternal, that it would never break your heart with a bitter truth if every day you would have something like this. Maybe it's love, you thought, this is what being in love must feel like, immense happiness and tranquility.
He had asked for permission and you granted it, you let him insert his hard cock between your folds, you both gasped as you felt complete, Wriothesley rewarded your tranquility with more sweet kisses and took his time making love to you between sighs and longings.
As his balls nearly entered you deep at a slow but rough pace, the man's grunts kissed the exposed skin of your shoulder and bit gently. He tried not to hurt you as he gently held your waist, rolling your clit on his fingers and rocking you against his phallus. Wriothesley kissed your collarbone through the stains left by his lips, he sucked on your salty and wet skin while he whispered incomprehensible phrases for the joy of joining you.
Life should not be difficult, it should not be full of potholes, it flows like water from a fountain. Your nights should not be spent in tears and curses, you should not be treated like a piece on a board, unimportant, destined to be abused and stained by others. You were destined to be loved and pampered, in Wriothesley's eyes, you were destined to live an honest and happy life, smile every day of your life and every night let him make love to you slowly, impale you on his cock while he let out more whispers of love and adoration of you.
The strangeness didn't end, the affection didn't end. When you were both satiated by the new kind of pleasure you had found in each other, you didn't separate, he didn't get dressed and left after reminding you that you were the most beautiful of all girls in that night. Wriothesley worried about you, he helped you clean yourself and stayed next to you in bed, the silence was agonizing at first because you didn't know what to do until you began to sleep on his chest, lulled by the man's breathing and his arms that held you. kept you warm. You cried once again, silently, for the happiness that you thought would be temporary.
Since that night, every morning you are happy to wake up lazily in the arms of the duke who does not want to let you go, you spend your days at his side wearing the colors of the rainbow but not the color of hell, with a ring with a dark stone in your finger. A closed establishment, an opportunity with Wriothesley and in the end your freedom was in front of you. The freedom that your father had sought, that your mother had sought, and that your younger self could not find, now shone before you in the mortal form of a man.
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yelek-galleries · 7 months
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Mi contribución al fandom de hora de aventura
Muy básico la verdad jsjdjfbdkj pero no tenía tanto tiempo para dibujarla en tradicional
Historia
finn tiene problemas de sueño,así que jake decide contarle una historia que leyó en los libros de la dulce princesa
- la luz y la oscuridad existen desde hace mucho tiempo,desde el comienzo de la humanidad.. ellos dieron vida a todo lo que se conoce hoy en día
Hace mucho ellos dos coexistian en armonia pero era demaciado trabajo para ellos cuidar de todos,así que crearon dos seres uno de luz y otro de oscuridad
La oscuridad fue echa del polvo de las los muertos y lágrimas de la luna,los humanos la nombraron "la dama de las sombras"
Ella cuidaría de la noche, daría tranquilidad a los humanos y protección a todos los seres de la noche de todo más que asechara en sus sueños y casas
Pero un día...
@soutenir-les-artistes 🫂✨
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vickdrake · 3 months
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¿Te conozco?
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Jake abrió los ojos encontrándose con el molesto brillo de su computadora, con aquellos códigos que habían quedado sin descifrar después de que cayó inexplicablemente dormido sobre la mesa.
No recordaba el momento exacto en el que había caído en el mundo de los sueños, pero sabía que se debió a un descuido que no tenía que volver a suceder. El cansancio llegó a pasarle factura después de meses sin dormir adecuadamente o más bien sin dormir en absoluto.
Hizo sonar su cuello, dejando salir un gruñido de alivio antes de mirar por la ventana de la habitación del hotel. Era otoño, las hojas caían marchitas de los árboles, indicando que el invierno se acercaba y que todo lo viejo debía desaparecer para dejar paso a un nuevo comienzo.
Sus perseguidores parecían estar cada vez más cerca, siempre colmándole la paciencia y haciendo que cambiará de escondite más seguido. Cuando despertó su primera preocupación había sido fijarse en dónde se encontraban, pero se sorprendió al ver que todavía no habían captado su señal, que aún estaban bastante lejos de él.
“Extraño” pensó.
Se reclinó en la silla, con los brazos cruzados y la mirada perdida en la esquina de la habitación mientras recordaba un sueño aún más extraño que el hecho de que sus perseguidores no hubieran ya tocado la puerta (aunque realmente nunca tocarían, lo más probable era que la rompieran).
¿Has escuchado de las personas que no sueñan? Jake era una de ellas. Los sueños no eran recurrentes en su vida desde que era pequeño.
Y te voy a decir otra cosa, de niño, Jake temía a sus sueños porque siempre eran demasiado reales.
Esta vez resultó ser un sueño dentro de otro sueño.
Allí también había estado durmiendo como si no tuviera preocupaciones en el mundo más que descansar, pero la diferencia fue que esta vez no se encontraba solo.
Una chica que irradiaba tanta luz como belleza acariciaba su cabello mientras abría los ojos.
—Buenos días, dormilón. Nunca te había visto dormir tanto como hoy —dijo ella, sonriendo con diversión y ternura al enredar sus dedos en los mechones que cubrían los ojos de Jake—. ¿Querés contarme que estabas soñando? Casi pensé que no te ibas a despertar.
Él mismo había pensado que le resultaría raro encontrar a una mujer extraña a su lado, hablándole como si se conocieran desde hace mucho tiempo, pero su cuerpo, su mente, habían reaccionado de una forma diferente, terminando por rodear con un brazo la cintura de ella y aproximándose para besarla.
—Espera, espera, todavía no me lavé los dientes —La mujer protestó, riéndose mientras él le dejaba besos en el cuello y en sus mejillas al querer buscar sus labios.
—No me importa —Se escuchó a sí mismo decir al mismo tiempo que conseguía hacer que ella se quedase quieta para poder besarla con hambre.
Ella se había quejado diciendo que aquello era asqueroso, pero a él le importó poco y nada.
En sus sueños tenía una vida con ella, ambos eran felices y Jake recordaba haber reído como no se había escuchado a sí mismo en años.
A través de los trucos que le jugaba su cabeza, consiguió sentir el calor humano de alguien más por un lapso de tiempo que se sintió como décadas. Le pareció que era la vida de alguien más, de alguien completamente ajeno a él pero que al mismo tiempo tenía todo que ver consigo mismo.
Recordaba sus delicados dedos sobre su cara, dibujando caminos por su pecho, recorriendo juguetonamente su cuello y trazando la forma de sus cejas de forma tranquilizadora.
Descubrió que un anillo de compromiso se encontraba en su dedo anular y un sentimiento de orgullo, alegría y un amor desbordante le invadió en cuanto vió aquella imagen. Su novia, su chica, su prometida. O más bien, la prometida de aquel Jake que si tenía una vida feliz y libre.
Su propia mente jugando con él, recordándole que jamás tendría una vida como esa, que antes terminaría pudriendose en una cárcel o muerto, enterrado y olvidado.
Después de un tiempo olvidó el sueño.
Olvidó por completo el rostro de la chica, el aroma de su cabello y la sonrisa que se convirtió en la cosa favorita de Jake por al menos unos cinco minutos después de que despertó.
Siguió huyendo porque era lo que mejor sabía hacer, lo único que podía hacer y no se permitió volver a dormir.
Pero… Una tarde, casi un año después.
Una fragancia invadió sus fosas nasales cuando la puerta del Rainbow coffee se abrió.
Una esencia de rosas, jazmines y… sal del mar.
Parecía una mezcla extraña, aunque cobraba sentido en cuanto comenzaba a recordar cada detalle de sus sueños.
Los pétalos de rosa que ella ponía en sus libros para que quedarán disecados, los jazmines que tanto le gustaban y que Jake le dejaba al lado de la almohada cada vez que tenía que volver a huir, y la sal del mar de aquella playa donde él decidió que quería pasar el resto de su vida estando a su lado, aquella plata donde en cuanto la vio salir del agua con su ropa y cabello mojados, riéndose y tirándole agua, él se quedó tan hipnotizado que las palabras salieron solas de su boca.
“Cásate conmigo”.
Había pasado un tiempo desde que la mina de hierro se había incendiado con Richy Rogers y Jake dentro, Hannah estaba recuperándose lentamente después de que habían logrado rescatarla y el resto de sus amigos trataban de ser fuertes por ella pero al mismo tiempo no podían ignorar el dolor de la muerte de Richy.
La mujer que había ayudado al grupo y al hacker, decidió tomar distancia aunque no perdió el contacto con ninguno. No se metió donde no la llamaron, reconfortó a los que fueron a ella y un día finalmente decidió que era hora de decir adiós.
Jake observó desde una mesa como ella entraba en la cafetería, como todo en ella le parecía tan increíblemente familiar incluso cuando jamás la había visto en su vida y también como podía sentir en lo más profundo de sí que él conocía cada lunar, cicatriz y marca de su cuerpo.
No le importó parecer un demente mientras la miraba, no tuvo interés en tener cuidado ya que se vió inmerso en la expresión perdida de su cara al mirar por la ventana, en como tamborileaba sus dedos en la mesa y luego como se llevaba la taza de café a los labios.
Quería tocarla, llamarla, decirle todas aquellas palabras que sólo le había dirigido por mensaje, descubrir si su cabello era realmente tan suave como en aquel sueño, si sus manos en serio irradiaban ese calor reconfortante.
Luego notó que ella ya no miraba la taza de café o a la gente pasaba por la calle sino directamente a él.
Su corazón comenzó a acelerarse y sintió como el latido le llegaba a los oídos, provocando también que su respiración se agitase.
“Te conozco”
Sus piernas se movieron solas, haciendo que se levantase para ir detrás de ella en cuanto la vió agarrar sus cosas y dirigirse a la cajera para poder pagar. No se acercó, no queriendo llamar demasiado la atención, pero fue inevitable para la mujer asustarse cuando lo encontró a unos metros lejos de sí misma. Por supuesto debía haber adivinado que era él en algún punto.
Jake se dirige hacia la puerta para abrirla, pero vuelve su cabeza su dirección sólo para hacerle saber que la está esperando. La ve dudar, observarlo, analizarlo, y él entiende que ella se pregunta si no está equivocada sobre quién es. Comienza a acercarse, sin quitar sus ojos de él, lo observa con detenimiento, con paciencia y Jake tiene que controlar el impulso de rodearle la cintura y apretarla contra su cuerpo en cuanto quedan enfrentados.
Ninguno dice nada. Se comunican por medio de miradas. Él piensa en lo que quiere decirle y parece funcionar, pareciera entenderlo, porque el ceño fruncido de ella se suaviza.
“Te amo” susurra un rincón de su mente y sonríe ligeramente.
Nadie más en la cafetería es importante, ella opaca a cualquier otra persona y hace que olvide que han estado mirándose por un rato, lo que lo despierta es su voz que pronuncia un suave “gracias” antes de pasar por la puerta e irse.
Jake la ve alejarse, pero sabe que ella espera que la siga así que no pierde el tiempo y con una sonrisa más notable, cierra la puerta de la cafetería y mientras se mete las manos en los bolsillos decide que desde el principio ella siempre fue su destino.
Pd: Esta historia está ligeramente vinculada a “With or without you”. Aún no está traducida al español, pero lo estará pronto.
Sólo por si quieres seguir leyendo y aún no has visto el otro lado de la historia -> With or without you
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hamedtoledo · 9 days
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Se nos va este misterio
y preguntamos si era sombra que estiraba el horizonte
o una luz calada entre las nubes.
No sabemos sino su ausencia oprimida en nuestro pecho,
esta noche que oscurece las palabras bravas
que si hay día no se atreven a salir,
y apuramos los impulsos de la sangre
para ver si con la boca se nos cae el mundo.
Todavía cuesta mirarnos a la cara y no partirnos del llanto
y ahora vemos esta cruz llevando a un hombre que se vuelve más pequeño,
y preguntamos si los ojos saltarán de nuestras órbitas
para unirse a la marcha del exilio.
En la cruz ya solo queda un susurro,
la noche va cediendo a la corte de los muertos;
ay la patria de las moscas y los sapos,
un suspiro revocará este silencio y arrancará la miseria para siempre.
Sin embargo,
he que se deshacen los abismos en el alba
y el horizonte se derrumba por el ojo de la luz.
He que todo era un sueño,
y este misterio, irrenunciable,
es un hombre que se acaba de morir.
A Leonardo
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tgyverse · 20 days
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... Cuando despertó fue bruscamente. Como si hubiese salido de un lapso, de un sueño sin fin. Abrió los ojos de par en par y observó sus alrededores, sin explicarse nada. Descubrió rostros conocidos, parecían dormir, sin muestra de consciencia del lugar donde los ocultaban. La oscuridad les envolvía y sólo una débil capa de luz asomaba por la rejilla de una puerta de metal.
Alice, pensó inmediatamente. Trasladó su mirada y buscó en desesperación entre los semblantes, dando con el de su esposa. Tenía un par de rasguños en las mejillas, el cabello alborotado, la suciedad adherida a su ropa y tez. Por Merlín, ¿cuánto habían pasado ahí?
Venía en intervalos a su mente. Eran momentos donde despertaba violentamente y escuchaba gritos y llanto, consecutivamente. Entonces sentía su cuerpo estremecerse del dolor. Le cuestionaban, pero él nunca decía nada. Al principio se negaba con voz firme, después, día a día, iba perdiendo la estabilidad y ahora apenas y podía escupirles como respuesta. No tenía mucha fuerza. Ni siquiera sabía cómo seguía vivo.
Tal vez fue un subidón de adrenalina aquel momento. Llenó de aire sus pulmones, tratando de controlar su miedo. Escuchó pasos y guio su mirada hacia la izquierda. Notó una suave luz sobre el piso.
Alguien había dejado la puerta abierta.
Con las escasas fuerzas que guardaba, se esmeró por deshacerse de las sogas que le ataban... Una, dos, tres veces. Inútil. Agachó la cabeza, cansado tras el esfuerzo. Giró el cuello y buscó a alguien, quien fuese, que estuviese atento. Nadie, sólo él.
Frank maldijo por dentro. Intentó otra vez, sin obtener resultado. Necesitaba actuar, de cualquier forma. Quizá no tendrían otra oportunidad. Se extendió sobre el suelo y, con la fricción del mismo, trató de rasgar las sogas. Notó que nada tenía frutos. Necesitaba correr, aprovechar el desliz de los mortifagos. Apretó los dientes y volvió a sacudirse. Nada.
Siempre fue una persona capaz, alguien que conseguía controlarse en momentos catastróficos. Todos tenían sus límites. Ahogó un sollozo, cerró los ojos y se encogió. Su corazón latía, pero se sentía muerto. Un minuto y otro, y después, milagrosamente, se recuperó. Recordó lo que su padre solía decir, aquel viejo dicho extendido por generaciones: "Después de la tormenta viene la calma." Recordó también que a Alice le gustaba mucho. Y después recordó a Neville.
Neville, su pobre hijo. La razón por la que intentaba escapar a diario. Ahora tenía un pequeño chance, debía conseguirlo.
Esperando no ser descubierto, se arrastró hacia la puerta, sacando brío de quien sabría donde. Lo veía tan cerca y a la vez tan lejos. Era un punto de esperanza en la inmensa oscuridad. No hizo el menor ruido posible, dedicándose a avanzar, concentrándose en Neville, en que debía volver a verlo, en que debía estar ahí para él. Por él jamás se daría por vencido.
Escuchó un ruido y se quedó muy quieto. Pasos. "Mierda" pensó. ¿Alguien se aproximaba?
"Selwyn, ayúdame con esto" indicó una voz. Los pasos disminuyeron hasta volverse insonoros. El aire regresó a sus pulmones. Ya estaba a sólo centímetros.
Arribó y atisbó unas escaleras. Parecían larguísimas, aunque seguramente sólo desde su perspectiva. Con dolor que calaba hasta los huesos, Frank persistió. Escaló, apoyándose en sus piernas. Cada metro sobrepasado, dolía, pero era necesario. Tenía qué hacerlo. Por Alice, por Neville.
Luego de lo que pareció un rato, arribó al inicio de la escalera. El silencio reinaba. Inspiró hondo, ya sin energía alguna. Y aún así, continuó. Era un piso alfombrado en tonos oscuros. Buscó alguna habitación, algún lugar donde encontrar un artefacto para desatarse. Metros y metros y no encontraba ni una sola puerta. Afortunadamente, más allá, notó una cerradura. Como pudo siguió y, una vez estuvo frente a la puerta, se colocó de pie, mareado, y, con sus manos, abrió.
Adentro encontró un racimo de luz, igualmente ingresó, esperando no toparse con nadie. Caminó a saltitos, buscando y buscando. Entonces atisbó algo apoyado contra la pared. Era un cristal, un pedazo de ventana, parecía. Sus latidos aceleraron ante la posibilidad, y de inmediato se tiró en el suelo con cuidado, para evitar crear barullo. Tomó el cristal y comenzó a frotar contra las cuerdas con la zona más afilada. Pasaron minutos y, afortunadamente, lo logró, a pesar de casi rebanarse un dedo. Por poco suelta otro sollozo. Contempló sus palmas, libres, llenas de sangre, magulladas. Le temblaban, tanto por la emoción, como por el pánico. Bajó y se liberó los pies, y después, la boca. Acto seguido, trastabilló, pero se puso de pie, agarrándose de un mueble. Caminó, como si hace mil años no lo hiciera. Sus piernas ardían. Un paso y luego otro. Se obligó a moverse tan rápido era capaz. Corrió, sujetándose a la pared, y descendió de nuevo por las escaleras. Quizá no el movimiento más inteligente, pero no podía irse sin ella, sin Alice.
Una vez retornó al sótano, apresuró y distinguió a su esposa. Ahí estaba, como si estuviese dormida. De inmediato se acercó y la sujetó de los hombros, sacudiéndola para despertarla. "Alice" le susurró. "Alice, despierta" no podía elevar la voz por temor a ser oído. "Alice."
Unos segundos después, la aludida abrió los ojos de poco en poco. Su primera impresión fu el rostro ensangrentado de su esposo frente a ella. Sus ojos se abrieron de par en par de inmediato. "¿F-frank?" Habló. "¿F-frank, qué-?"
"No hay tiempo, ven" y con su mano aún sangrando, rompió las sogas atando a Alice. La rubia miraba a todas partes, incomprensión pura en sus pupilas. Una vez libre, se irguió, casi tropezándose. Se apoyó en sus esposo y se aferró a su camisa de momento. "Hay que irnos."
Alice negó con la cabeza a modo de réplica y giró hacia donde se encontraban los demás. "No... N-no podemos dejarlos. Dorcas. N-no la puedo dejar" rechazó la idea. No pensaba marcharse sin ella.
"Alice... Alice, escúchame" volvió a sujetar sus hombros para fijar su vista en él. "Te-tenemos que irnos. Vendremos por ellos. Confía en mí, ¿sí?" No había tiempo para sacar a cada uno. Debían aprovechar y salir, buscar a la Orden, y regresar al rescate.
Alice se quedó callada. Si en alguien confiaba enteramente era en su esposo. Sabía que si él lo decía, se haría; vendrían por ellos. Asió la mano de Frank y huyeron. Subieron por las escaleras, apoyados el uno al otro.
De pronto, un enmascarado surgió al inicio de las mismas.
"¿Qué mierda creen que hacen? Regresen-"
Fue callado por el puñetazo que le propinó Alice en el estómago. Frank siguió con una patada y después ella otra. El auror tomó la varita del sujeto derribado y le apuntó con ella.
"Vas a venir con nosotros" le ordenó.
Así escaparon de la residencia, a escondidas, con la amenaza de volarle los sesos al mortifago si intentaba cualquier cosa.
Caminaron por un lugar varado en la nada. Ninguno reconocía los alrededores. Parecía un pastizal infinito, sin ninguna señal para identificar. Finalmente, decidieron aparecerse, incluso si eso les costaba la reducida energía. Arrastrado por el par de aurores, llegaron a Grimmauld Place. Tocaron la puerta y, cuando la abrieron, fue el propio James Potter quien los recibió:
"¿¡Alice, Frank!? ¿Qué mierda?"
"Rápido. No tenemos tiempo. Hay que volver por los demás."
𝐩𝐮𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐚 𝐭𝐨𝐦𝐚𝐫 𝐞𝐧 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚...
Gracias a la Orden del Fénix, los aurores han sido liberados y llevados a casa. Tristemente uno de ellos fue asesinado durante el rescate, Ember Farley, un mago de 42 años que llevaba ejerciendo como auror desde sus 25.
La noticia correrá por toda la comunidad, más El Profeta no ha declarado nada al respecto, así como tampoco el Ministerio de Magia. El Oráculo ha hecho su trabajo de informar a primera hora de la mañana sobre lo ocurrido.
El mortifago que acompañó a Alice y a Frank Longbottom, Rowan Midgen, será enjuiciado. El resto de los mortifagos desaparecieron durante el combate, así como aquellos que se encontraban suplantando a los aurores.
Para quienes poseen personajes aurores, pueden comenzar a interactuar de manera normal. Cabe destacar que todos ellos se encuentran en San Mungo, donde se ha reforzado la seguridad. Se les brindará apoyo económico y médico, así como meses para su recuperación. Dicho esto, dos aurores han renunciado a su profesión a causa de la experiencia traumática que han vivido.
Este es un punto importante en la trama, así que es necesario que todo personaje se haya enterado al respecto.
Pueden utilizar esta información para starters y threads.
Cualquier duda estamos a un mensaje de distancia, ¡gracias!
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beautifultragicdiary · 2 months
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Un encuentro con la muerte
Ahí viene la muerte, con su guadaña y vestida de negro
Viene a llevarse mi alma, viene a despojarme de mi ser
Ahí viene la muerte, a llevarse todo a su paso
Y yo no puedo hacer más que obedecer
Vino la muerte y no avisó...
Dejando a su paso la total destrucción
Hoy vino la muerte y con profundo dolor me clavo su espada
Mi corazón ya no aguantaba tanta desdicha, mi mirada yacía inerte hacia la nada..
Mas la muerte no escucho y dijo ¨Necesitas dejar morir todo lo que eres¨
Mis ojos estaban bañados en lágrimas y mi cuerpo se retorcía de dolor al entender estas palabras
Dirigí la mirada hacia el cielo
 El mismo dejo de teñirse de oscuro para pasar lentamente a la luz brillante del alba
Todo estaba muerto en ese campo, pero aun así un nuevo día estaba comenzando..
Mire a la muerte a los ojos y en ese instante ella también me vio
A través de sus ojos vi la compasión
Permanecía callada pues su mirada lo decía todo...
Dentro de mi cuerpo podía sentir como lentamente nuevos brotes de flores nacían
Todo en mi estaba muriendo..
La muerte mira una vez más y observa
Afirmando el agarre de su guadaña, decide volver a hablar
¨Veras mortal.., he venido por ti porque ya has sufrido demasiado, es tiempo de que seas libre . Se que el proceso es doloroso, pero con esta nueva luz que emite el alba del nuevo día lograras ver tu nuevo horizonte¨
Abrí mis cansados ojos y miré a la parca
El dolor en mi cuerpo era tan grande, que no pude emitir palabra..
Así que en mi mente recitaba
¨Oh querida parca.. has venido por mí y me has limpiado de todos mis pecados. Me has marcado y ahora no tengo más remedio que responder tu llamado y dejar morir todo lo que ya no es, pues has venido a mi paso y no has dejado nada vivo y ahora tengo que volver a encontrar la manera de construirme otra vez. Hoy has sacado el velo de mis pobres ojos.. Me has mostrado la cruda realidad y ahora me enfrento a ella, no importa quien seas o que tengas, al final la muerte vendrá a darte su juicio, pues ella no espera por nada ni nadie¨
Y con todo este dolor, me dejo morir
Mis ojos se cierran, mi cuerpo yace en el suelo
las flores ya empiezan a ser visibles con la luz del nuevo día
Y así, me entregue totalmente a esa metamorfosis
Presenciando mi funeral
Dejando morir lo viejo
Esperando mi renacimiento y lo nuevo que trae con él...
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¿Qué le diremos esta noche al amigo que duerme?
La palabra más tenue nos sube a los labios
desde la pena más atroz. Miraremos al amigo,
sus inútiles labios que no dicen nada,
quedamente hablaremos.
La noche tendrá el rostro
del antiguo dolor que cada tarde resurge,
impasible y vivo. El silencio remoto
sufrirá como un alma, mudo, en la oscuridad.
Le hablaremos a la noche, que levemente respira.
Oiremos los instantes goteando en lo oscuro,
más allá de las cosas, en la ansiedad del alba
que vendrá de improviso esculpiendo las cosas
contra el silencio muerto. La luz inútil
revelará la faz absorta del día. Los instantes
callarán. Y hablarán quedamente las cosas.
Cesare Pavese, El amigo que duerme
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amanitashitake · 2 months
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Mi persiana refleja pequeños destellos de luz tenue de color ámbar que quedan del atardecer , en esta época el sol espera tanto a la luna, ellos cuentan una historia que ya existe. Me derrito en el último lunes cuatro del último mes de verano, observándo la juventud a través de mi ventana, sus risas inminentes y la tanta energía me llenan cómo los ríos al mar. Aún queda inocencia en esta podrida roca flotante, aún queda vida por vivir.
Sigo aquí, excluyendote de mi rutina porque no haces nada mas que vulnerarme, acoto mis sentires porque si los desparramara ya me hubiese muerto de amor, dijiste que eras el pantano pero no hablábamos de corazones, eres el ser más lindo que he visto, estás en todo y sigo aquí esperándote cómo el sol a la luna y el cielo celeste a las estrellas, aún estoy aquí esperando tus besos de buenos días, cómo el sol espera tanto a la luna. -E
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AL UMBRAL DEL CAOS.
Porque no estás muerto hasta que te mueres, hasta que expire no solo el aliento de tus labios sino hasta que los sueños crucen del olvido infinito el umbral.
Porque sigues vivo hasta que la memoria se desvanezca como la bruma y el sol ante tu rostro ya no vuelva otra vez a brillar, cuando la noche oscura se haya prendado de tu carne para poderla devorar.
Porque sientes tanto el dolor que arranca de tu pecho alaridos como el fuerte latido que dejan momentos de gran felicidad, amas y eres amado y eres aún capaz de ataviarte con risas y lágrimas por igual.
Pero de seguro morirás, el día que el amor deje de en tí habitar o cuando el odio, el ego, la tristeza y la maldad reemplacen la luz que en el centro del alma y ésta sea consumida por la total oscuridad.
Priscila Alcívar
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liriosimplescos · 9 months
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Creating constellations ♡
Como cada día, a la luz del alba, el joven yacía allí, en su escritorio, con una pluma y una hoja en mano en la cual escribía, escribía y escribía. Nadie sabe de qué tratan sus versos, nadie sabe el motivo de su temprano despertar, tampoco a quien van dichas palabras escritas con tinta indeleble.
Tan solo él, en su corazón, lo sabe muy bien. El sol llega a su encuentro a las seis de la mañana, y es allí cuando este hombre sonríe y toma inspiración, porque es este astro luminoso el cual le recuerda a ella, a su amada: su Sol.
Es ella quién con su cándida mirada ha provocado que su muerto corazón y el verbo amar tomen sentido en su vida. Con su pura forma de amar y querer, ha envuelto a su ser en un torbellino de sentimientos dulces, alegres y fantásticos. Por ello, tomó la fina pluma y escribió en prosa para ella:
“Amada mía, le escribo desde la luz del alba, desde el momento en el cual el sol llega a mi encuentro. En este presente día, treinta de julio, se cumplen tres primorosos meses desde los cuales nuestros corazones se encontraron y empezaron a caminar, juntos, por el gran laberinto del amor. Cuando estoy a su lado, las horas no pasan, quedan estáticas y serenas ya que junto a usted me siento pleno; soy preso del dulzor de sus labios, de la calidez de las palabras que emanan de su boca. Soy ferviente adorador de su belleza, su alma posee los colores de la primavera y su voz el trinar de las aves, su aspecto representa la delicadeza de las flores y sus labios el dulce néctar que habita en ellas.
Con usted, amor mío, he conocido la alegría de vivir un amor puro y sincero, experimento una dicha inexplicable debido que a su lado soy plenamente yo. Disfruto de compartir mi vida con usted y de realizar actividades en conjunto, mientras creamos bellas memorias que irán a yacer en nuestro jardín del sol y la luna. Verla sonreír es un regalo del cielo, porque siempre he de querer que su corazón se sienta cuidado, amado y feliz.
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Soy completamente suyo, es dueña de mis sentimientos y del latir frenético de mi corazón, vivo enamorado de usted, de cada partícula de su alma y de la hermosura de su ser, gracias por quererme con tanta intensidad, me siento amado, me siento en casa. Sé que compartimos muchos sueños a futuro, por ello espero sigamos recorriendo este camino, tomados de la mano, en las adversidades y en las victorias, siempre hemos de estar el uno para el otro.
Somos sumamente afortunados de compartir este fervoroso sentir porque nuestros corazones han encajado como piezas de rompecabezas: nos complementamos, llenamos unánimemente nuestro ser con la esencia del uno y del otro, permitiéndonos así florecer juntos.  
Mi gran amor, usted, mi compañera de por vida. La quiero en sobremanera, con la intensidad de mil soles."
Terminado ello, depositó la carta en un blanco sobre y colocó una pegatina en forma de margarita para sellarlo. Finalmente, firmó con las siguientes palabras: De su caballero de otoño, quién siempre será suyo.
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sircletus · 18 days
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Esa flor caduca, la alegría
Procederé como quien cuenta su vida, como quien quiere entenderla, como quien inventa una mentira
Hubo ciertos días en que yo aprendía a tocar el piano. En que yo volvía desde las horas interminables de la noche y acaso iba, como el fiel que camina la peregrinación que no entiende, a sentarme frente a este piano, viejo, oscuro, inclinado siempre hacia la desafinación.
Acaso yo venía saliendo de unos meses muy largos de tristeza —salgo como de un traje, me decía, mientras, Idea—, o apenas la pausaba, la dejaba suspendida e iniciaba así otra época, la apertura de unos paréntesis que durarían años y a los que yo terminaría llamando «felicidad».
Tal vez el inicio de eso que los paréntesis encierran tuvo la luz que tiene este video, y la música. Yo aprendía a tocar el piano, y cuando practicaba me iba de aguas estancadas, aprendía a dar pie en los pozos que me asfixiaban con el agua de las semanas, con la gente a la que no entendía, con mis demasiadas horas de silencio.
Para ir a las clases, viajaba en un ómnibus que me llevaba a otra ciudad. Atravesaba, solo entre la gente, el umbral verde del campo, ese pasillo, ese tiempo que debe ser tan parecido a haberse muerto.
La profesora de piano vivía con su madre por una calle en la que nunca había nadie. Seguramente puedan contarse con un par de manos las palabras que pronuncié en esos años en que fui a su casa, me senté en su banco y toqué su piano mientras sus ojos me vigilaban para conducirme.
Tal vez el piano fue una forma de apertura, tal vez la música escribió una puerta que abrí para salir de las paredes de mi cuarto, que era una forma de salir de las paredes de esta cabeza sin ventanas.
En esos días yo empezaría a ver qué cosa era el amor. En un viaje no sé si demasiado largo aprendería con dolor que es falsa la magia, pero que es cierta mientras el mago miente su truco.
Y al final del recorrido, tras tantos años, aprendería que todo lo construimos para destruirse, que todos los caminos llevan a un despeñadero, y que nada, ni lo más fiel, merece salvarse de la muerte.
Pero no nos desviemos. Yo quería decir que el sol supo dar como nunca en ese tiempo breve que dura esa flor caduca, la alegría.
Hoy de eso, que fue hace casi diez años, quedan solo esas manos que repiten los mismos compases, esos veinte segundos grabados para el olvido, esa luz tan blanca que se mueve como la música
este tipo que un domingo a la sombra de un teclado pulsa letras y recuerda.
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vicholas · 6 months
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Xavier Abu Eid es un politólogo chileno-palestino que vive actualmente en Cisjordania. Experto en el área de comunicaciones, fue asesor del fallecido secretario general de la Organización de Liberación Palestina (OLP) Saeb Erekat. En conversación con La Tercera analiza la actual situación en Palestina e Israel.
¿Podrías describir cómo es la situación actualmente en Cisjordania, en lugares como Hebrón, desde el sábado?
La situación en Palestina es de ocupación a nivel diario. No solo desde el sábado, sobre todo en Cisjordania. Considerando que Israel es un país que nunca en su historia ha respetado ninguna de sus obligaciones bajo el derecho internacional y las resoluciones de Naciones Unidas. En este caso en particular, este gobierno es el más extremista y los colonos son parte del gobierno, no son una cosa separada. Por ende, la situación en Cisjordania ha sido bastante peor durante todo el año. Acá estamos hablando de que prácticamente 300 palestinos han sido asesinados este año por Israel, entre los que se incluyen colonos y soldados. No existe ninguna clase de justicia para los palestinos. El mejor ejemplo es el caso de la periodista Shireen Abu Akleh. Las demoliciones continúan a diario. Tenemos palestinos muertos a diario, tenemos detenciones a diario y sobre todo lo que han sido las provocaciones por parte de los colonos que son protegidos por las fuerzas de ocupación. En Jerusalén, tanto contra la mezquita Al-Aqsa como contra también la población cristiana, digamos que es una cosa que se ha sabido bastante. Entonces todo el contexto es bastante negativo; pero esto data desde mucho antes del día sábado.
¿Cómo evalúa lo que está ocurriendo ahora en Gaza, ahora que Israel incrementó el asedio?
Israel está haciendo en Gaza lo que la comunidad internacional le ha permitido hacer por décadas cada vez que ha querido, que es abiertamente cometer crímenes de guerra y en la más completa impunidad. En Gaza anuncia abiertamente que está cortando el agua, la electricidad, los alimentos, y eso parece no traer ninguna respuesta por parte de la comunidad internacional. En este momento las reacciones internacionales, sobre todo de países europeos y Estados Unidos, es que básicamente le han dado una luz verde para que cometa crímenes de guerra. En Gaza estamos viendo a diario acá que están siendo bombardeados barrios residenciales, donde hay familias completas que han desaparecido, porque han muerto por los bombardeos israelíes. Y eso es lo más problemático, ya que lo ha hecho en varias ocasiones con anterioridad sin sufrir ninguna consecuencia, eso es lo que lo alimenta a continuar haciendo esto y otros crímenes como los que está llevando a cabo en toda Palestina.
¿Cuál es tu opinión de lo que está pasando en Israel con las acciones que ha realizado Hamás?
Todo lo que está sucediendo no puede sacarse de este contexto. La posición de Palestina históricamente ha sido muy clara en cuanto a la importancia de respetar el derecho internacional, la importancia de apoyar un proceso de paz que lleve a terminar con la ocupación, y lo que la gente ha visto al frente de toda esta esta postura diplomática no violenta llevada a cabo por la Organización de Liberación Palestina (OLP) es que Israel básicamente ha fortalecido su ocupación. Tiene líderes que no solamente no están a favor de la solución de dos Estados, sino que abiertamente dicen que quieren destruir incluso el sueño de los palestinos de tener un Estado. Entonces, en ese contexto, evidentemente que en algún momento van a haber reacciones. Ahora, Palestina nunca ha estado a favor de ningún ataque a civiles de ninguna forma. Y de hecho, Palestina es la principal víctima de los ataques a civiles de la ocupación israelí, que ataca a civiles todos los días. Entonces cuando hay israelíes que sufren las consecuencias de la situación, nos convertimos todos en noticia. Pero los ataques diarios de la ocupación israelí en contra de Palestina no son noticia. Y eso es una realidad bastante triste.
¿Existe el riesgo de que escale a un conflicto regional?
Mientras el gobierno israelí y sus políticas extremistas continúen atacando los símbolos que representan el corazón del mundo árabe y el mundo islámico particularmente en este caso, los lugares sagrados tanto cristianos como musulmanes en Jerusalén. Claramente que genera tensiones a nivel regional. Alguna gente le gusta hablar de la normalización (de relaciones con Israel) que podría suceder en algunos países árabes. Yo invito a esa gente a que vea cuáles son las reacciones populares en todos esos países con relación a lo que está sucediendo hoy en día acá en Palestina. Entonces no es para nada una situación que el gobierno israelí no esté impulsando. Los países de la región que tienen relaciones con Israel habían advertido a Israel durante las semanas anteriores de que dejara las provocaciones, porque algo podría pasar, y algo pasó.
¿Qué tan difícil está el paso desde Cisjordania a Israel, teniendo en cuenta que debe haber chilenos que quieran salir?
Partiendo por el hecho de que como palestino necesito un permiso para poder pasar. En este momento las fuerzas de ocupación están cercando todas las ciudades. Yo me demoré dos horas o algo un poco más en un puesto de control israelí, ya que venía desde Jericó. Esa es la realidad hoy en día, entonces la movilidad está muy complicada. Estaba complicada con anterioridad y ahora ha empeorado.
9 de octubre, 2023
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jartitameteneis · 6 months
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Leyendas de Halloween Cuenta la leyenda (siempre quise escribir algo así) que en Irlanda, allá por 1860 un hombre tacaño y pendenciero que se llamaba Jack, se encontró con el diablo en una taberna un 31 de octubre, sí, la noche de brujas, Halloween.
El diablo vino a llevarse el alma de Jack, un hombre borracho y pendenciero. Pero este engañó al diablo, diciéndole que le entregaría su alma a cambio de una última bebida. El demonio, confiado en su victoria aceptó el trato y se transformó en una moneda, para pagarle al tabernero la copa de alcohol que Jack quería. Jack guardó la moneda en su monedero tan rápidamente como pudo. Dentro del monedero, Jack llevaba un crucifijo, de modo que el diablo no pudo regresar a su forma original.
El borracho había cazado al mismísimo demonio en su monedero y llegó a un nuevo acuerdo con él. No dejaría salir al demonio hasta que este prometiese no pedirle su alma hasta pasado diez años. El diablo no tuvo más opción que aceptar el chantaje de Jack.
Pasaron los años, diez para ser exactos, y Jack se volvió a encontrar con el diablo en un campo. El demonio había regresado para llevarse el alma de Jack, pero de nuevo el borracho pensó en como librarse de aquello, así que miró al diablo y le dijo: “Está bien, un trato es un trato, iré contigo, como te prometí, pero antes de irnos ¿me traerías la manzana que hay en lo alto de ese árbol?”. El demonio en su eterna soberbia accedió, total, no tenía nada que perder por darle la manzana como último deseo antes de ir al mundo de los muertos. Dio un salto tan grande que llegó a la copa del árbol y cogió la fruta, pero al intentar saltar de nuevo, el diablo no pudo hacerlo, porque Jack había tallado rápidamente una cruz en el tronco del árbol, atrapándolo de nuevo, sin que el demonio pudiese bajar de él.
“¿Qué quieres ahora Jack?” Le preguntó el diablo notablemente enfadado. Jack le obligó a prometer que jamás se llevaría su alma. Al demonio no le quedó otra alternativa y aceptó el trato, para que Jack borrase la cruz del árbol. Finalmente el diablo escapó con las manos vacías de nuevo.
Al pasar los años, Jack murió, y como toda su vida fue un pecador, un estafador y un borracho, no pudo ir al cielo. Así que decidió ir al infierno, pero cuando intentó entrar, el diablo tuvo que enviarlo de vuelta, lo había prometido y no podía reclamar su alma.
“¿Dónde iré ahora?”, se lamentaba Jack y el diablo contestó: “Vete por dónde has venido y vaga por el mundo de los vivos aunque ya no formes parte de ellos”. El mundo de los vivos era muy oscuro y el diablo le dio a Jack un carbón encendido, para que le alumbrase el camino de vuelta en la oscuridad. Jack puso el carbón dentro de un nabo (seguro que pensabais que era dentro de una calabaza, esperad un momento…) que se iba comiendo, para que no se apagase con el viento. Jack vagó en las tinieblas entre el mundo de los vivos y los muertos para toda la eternidad…
Los pueblos celtas ponían carbón dentro de los nabos ahuecados y colocaban estos nabos en las tumbas, para alumbrar el camino a los que se habían marchado para que volviesen algún día al mundo de los vivos y así darles la bienvenida. También servía para la protección de los malos espíritus.
Con el tiempo, los irlandeses llegaron a América y allí encontraron las calabazas (ya están aquí) y se dieron cuentas de que estas eran más agrandes y fáciles de ahuecar, así que cambiaron la tradición de meter la luz dentro de un nabo por hacerlo dentro de una calabaza.
¿Se hará inspirado Tim Burton en esta leyenda para la creación de Jack Skeleton?
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chaosandthe-deadblog · 7 months
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El Sol
Han pasado unas dos semanas desde que falleció Pato, y unas tres desde la última vez que dormí.
Es verano y a alguien tengo que culpar por eso. La plaza es un verdadero infierno, un infierno alegre, soleado y agobiante, vacío como un desierto. No es culpa de nadie.  Hace calor y de igual manera no puedo quitarme el saco. El sol me fulmina burlonamente feliz, como si supiera de la pérdida de mis noches.
Pato trabajaba en las noches y yo durante el día. Cuando yo dormía él se sentaba al lado de la cama, leyendo sus mails en la computadora, calmandome con el suave ronroneo de su presencia; el subir y bajar de su respiración y sus dedos, tan gentiles como la luz de luna, escribiendo despacio para no despertarme. Porque él era gentil, callado como las noches en las que él se quedaba hasta el alba; solía decir que el silencio de la ciudad durmiendo lo ayudaba a pensar. Para mi, su compañía en mi sueño era como un recordatorio de que yo seguiría vivo en la mañana.
Pato pasaba la mayor parte del día durmiendo y yo aprovechaba para trabajar en el living de la casa. No hacía el intento de imitar la suavidad con la que él me trataba, yo no soy así, simplemente. No podría ser nunca así. El día brilla sin perdón ni vergüenza, el día es fuerte, el sol le quita el lugar en el cielo a la luna. El sol que le dice, “descansa, ahora me ocupo yo.”
Yo no era silencioso como Pato. A él no le molestaba, o eso me decía a mi.
�� No puedo dormir en silencio — solía decirme cuando le pedía perdón por el ruido —. Hace lo que quieras. Me ayuda a descansar.
Yo siempre me sentí mal por eso. No podía evitar la sensación de que me lo decía porque sabía que mi presencia agobiante no iba a cambiar nunca. Pero siempre pareció feliz mientras dormía a la luz del sol, y, cuando despertaba cuando yo terminaba de trabajar, siempre me escuchaba a pesar de que yo no tenía nada interesante que decirle. Le gustaba escucharme, o eso creo, él era callado como la noche y yo hablaba como los pájaros mañaneros. A veces me sentía mal, porque nos veíamos tan poco durante la semana, pero él decía que podía sentir mi presencia cuando dormía en el día, y yo sabía que sentía su presencia cuando descansaba en la noche.
Pero no importa eso ahora. Está muerto y yo ya no duermo.
Ahora mismo, sintiendo el sol en la cara, me acuerdo de la primera vez que dormimos juntos, porque no siempre tuvimos el arreglo que terminamos teniendo, teníamos demasiada vergüenza como para pedirle algo al otro.
Es raro pensar en eso. Éramos un par de pibes. En una época fuimos pibes. Fuimos pibes y yo todavía le decía Patricio, porque Pato era un cariño que yo no me había ganado. Fuimos pibes y él todavía no se tenía que afeitar la barba, mi pelo todavía era del color del sol y dormimos en la misma cama un día que mi madre trabajaba hasta tarde.
Esa fue, también, la primera vez que me había pedido algo. Él era callado, no le pedía nada a nadie. Si no hubiese estado yo tan cerca de él no lo hubiese escuchado, a veces pienso que ni él quería que yo lo escuchara. Pero me lo pidió, y yo no le pude decir que no. Me acuerdo, quizás demasiado bien, que esa noche él se había quedado despierto, acostado al lado mío con una mano en mi pecho, que subía y bajaba más rápido de lo normal. Hacía calor esa noche, pero era invierno. Las mantas esconderían cualquier error que fuéramos a cometer, en ese momento y para siempre. Pero con mis ojos cerrados y él tan cerca mío yo fui capaz de olvidarme del frío que hacía, de que la luna era nueva y aún no dejaba que el sol la iluminara, de que mi madre lo odiaba a él y a mi por quererlo, y por unos breves segundos fui capaz de perder la conciencia, sintiendo lo que era la paz de estar muerto, muerto y feliz.
Me crece en el vientre una sensación de angustia que se retuerce hasta que me dan ganas de vomitar. Pero no lo hago, no serviría de nada. Está muerto, me digo. Está muerto. El sol es agobiante, y no encuentro la culpa.
Esa angustia se vuelve rabia, enojo, una cólera que me hace cerrar los puños hasta que se me clavan las uñas en las palmas. “Un poco más y sangraría,” pienso. “Un poco más y estaría tranquilo.” Pero suelto la tensión antes de poder sacarme sangre. Sangre roja, caliente como el sol que me da en todo el cuerpo. El día es eterno, cuando se esconde el sol encuentro que la noche es tan oscura que no puedo ver nada, ni mis propias manos; y sin poder distinguir arriba y abajo, llego cada noche a la conclusión de que me he muerto, y espero a ver la luz de luna que suavemente me llevara a mi descanso, hasta que vuelve a encenderse la lámpara del cielo y mis pupilas se achican para no herirse por la luz.
Esa rabia es tan característica de mi, Pato solía decir que sin mis enojos no sería yo. Y es verdad, el odio era algo tan intenso y acalorado en mi cuerpo que a veces sentía que me dejaba ciego. Ahora ya no es más así. Ahora la luz de mi ira y la luz del sol se entremezclan, indistinguibles, y no tiene sentido gritarle al cielo. Dios no me lo quitó, no hubo intervención divina, fue una desgracia sin sentido que ni siquiera tuvo la decencia de darme alguien a quien culpar, a alguien con quien enojarme, alguien a quien pegarle, a quien desgarrar con mis propias manos y matar. Matar, matar porque me habían quitado la noche, dejando solo un día eterno que me quema la piel. Pero no fue culpa de nadie.  “Está muerto,” me digo, y el dolor no llega a darme ganas de llorar, solo quema un agujero en mi pecho.
Así es como yo solía matar hormigas con una lupa cuando era un nene, y ahora pienso que quizás ellas también sentían el dolor que siento yo. No fue culpa mía, yo no sabía que ellas sentían. Pero es verano y a alguien tengo que odiar. Hace calor. El sol me agobia, pero me aferro a la tela sobre mis hombros.
A mi madre nunca le había gustado Pato, o quizá solo no le gustaba que pudiéramos usar la ropa del otro. No sé. Ese saco me lo había dado él, no me quedaba grande ni chico, se sentaba sobre mis hombros con obediencia, como si fuera su derecho estar ahí. Como anillo al dedo. A mi madre nunca le había gustado, siento que le hubiera parecido mejor si hubiese sido un saco de Didi.
La hubiera mandado a la mierda cuando me fui de casa con él de no haber sido ella la que puso la plata cuando sus exámenes dieron positivo y se tuvo que operar. No lo hizo por él, lo hizo porque sabía que yo no habría aguantado mucho tiempo si él se iba.
— No digas eso — me decía él —. Eras vos el que se tenía que morir antes, ¿te acordás? Dale, no digas pavadas.
Lo habíamos prometido cuando éramos más jóvenes. Pato no quería dejarme solo, decía que le daba miedo que yo hiciera estupideces si no estaba él para cuidarme. Le prometí que me iba a morir yo antes que él, así él podía sentarse al lado de mi ataúd como hacía en las noches. No estoy enojado, él no tenía manera de saber lo que le iba a pasar. Pero sería mucho más fácil si pudiera estar enojado con él. Por cualquier motivo. No sé, por no haberse cuidado, por no haberme dicho cuando se empezó a sentir mal, por haber aguantado suficiente tiempo como para darme esperanza. Pero nada de eso fue su culpa. De nadie. No fue culpa de nadie, ni siquiera del sol que me quema la piel.
Bajo la mirada, obligado por el dolor en mi frente, y me toma un par de parpadeos notar las amapolas rojas que están plantadas en frente mio. Trato de encontrar algo bello en ellas, pero encuentro odio. Odio, odio, odio por su felicidad ante tanta luz. Pero no es culpa suya, tampoco. El mundo las hizo así, necesitan al sol tanto como yo necesito a Pato al lado mío para dormir.
Las noches llegan, porque el mundo no deja de girar a pesar de mis gritos, pero se vuelven una parte del día como cualquier otra. Una parte del día donde recuerdo porque odio la noche; una oscuridad en la que todo lo que puedo hacer es morir por unas cuantas horas para sobrellevar el pesar de vivir cuando no hay luz. Ahora ni tengo eso. Una muerte breve y feliz. Ni eso. Ni eso es culpa de nadie. Hace mucho que no duermo.
Quisiera que hubiese sido culpa de Didi, me hubiera dado una razón para no quererla. Pero Didi es una buena persona, yo esto lo sé. Ella me odia por mi crimen de no quererla. Didi nunca me culpó por eso, mi madre tampoco. Lo culparon a Patricio, porque ellas no le tenían el cariño de decirle Pato. Pero yo no la quiero a ella y ella no me quiere a mi y nadie mató a Pato. Es así de simple. Hay cosas que no tienen razón de ser, no hay a nadie a quien apuntar y gritar, no hay nadie a quien arrastrar por la calle, nadie a quien humillar.
Aun así, el sol me mira con un brillo burlón. El calor que genera en mi cuerpo me hace hervir la sangre, me llena de ira y odio. Odio, que es un calor tan parecido al de la muerte breve. Desearía que ese sol me matara de una vez. Levanto la cabeza y miro al sol otra vez, cubriendome la cara con una mano en un patético intento de generar un pedazo de noche sobre mis ojos, que tan cansados están de llorar y no dormir, y me doy cuenta que el sol no dejará de arder aunque yo arda más fuerte que él. Él no es así, simplemente. No podría ser nunca así. Brilla sin perdón ni vergüenza, le quita el lugar en el cielo a la luna.
— Descansa, ahora me ocupo yo — me decía cuando me iba a dormir, sentado al lado mio.
Arde en mi pecho una hoguera. Quema lo que queda de mis órganos, dejando un corazón que late como si estuviera tratando de cansarse. Me abrazo el pecho, cubriéndolo con el saco, generando más calor en mi piel, agacho la cabeza y suelto un gemido sin lágrimas – mis ojos son un desierto – pero convulsiono como un perro sollozando. Me aferro a ese saco de lana, lana que calienta y cocina mi piel a la luz de la fuerza que no me perdona. 
“Perdoname,” le ruego. “Perdoname.”
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