Tumgik
olim-lacus-colueram · 12 hours
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Korsakoff en la lluvia
Esto de pedirle a la gente que pose se me hace difícil; prefiero retener el gesto, la intensidad de una reflexión o la expresión de incertidumbre cuando alguien se topa con el camino mojado de una montaña llena de neblina. Ocasionalmente no niego la pose mientras no parezca una selfie; pero lo fugaz sin propósito tiende a ser más divertido.
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Tejido
La Historia es un simulacro de tejidos; no un tejido lineal: tiene grumos, relieves, nudos, punzadas y hebras sueltas. La memoria se compone de fragmentaciones: “deseo cortar cabezas, emancipar el cuerpo, procrear a un dios con pulgares torpes, detonar un hongo molecular, encender el microondas, deletrear los números romanos, invertir la esvástica, quemar cristales…” La tejedora es capaz de hipnotizar el ojo de una aguja. Teje, punza, atraviesa, corta, repliega, conserva y pregunta. Penélope nunca fue ingenua: el telar era su conspiración; hilaba mientras Odiseo y Telémaco se ahogaban en un nudo.
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Korsakoff
Korsakoff no es una linealidad estructurada; no es prototípica ni un código pretenciosamente explícito: es emblemáticamente enmarañada, un símbolo imprevisto. Tal vez ella, como dice un poema de César Vallejo, nació un día en el que Dios estaba enfermo. Ni siquiera su apelativo es literal: es biográfico. Por eso el prójimo se vuelve estúpido cuando intenta explicarle el contexto filológico de ese apellido. Ella los mira mientras despliegan sus etimologías estiradas y piensa: “¡Qué güevón tan cagado!” Ocasionalmente amanece como actriz, modelo, poeta y cantante. No es una mutación de cosas no-fijadas, sino de simultaneidades. Actuar es cantar; cantar es poetizar; poetizar es modelar; modelar es filosofar. Ella es un paquete donde cabe el loco, el payaso, las macetas vacías y los relojes sin cuerda. Exige como alcahueta; impide el reposo, aunque demanda una constante hibernación. En otro tiempo la gente la hubiera reprendido con una Biblia, un rastrillo y una antorcha puritana. Creerían que es la esposa del Diablo; pero en el fondo no es así de codiciosa: en el fondo se conformaría con algo simple, como un huerto lleno de yerbas inútiles para el retozo de chuchas y conejos.
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olim-lacus-colueram · 10 days
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Aquí, en esta bóveda, que algunos emblemáticamente llaman Infierno, no hay estaciones: aquí llueve… o no llueve, el sol es húmedo, un pliegue acuoso que se pega en tu camisa, suda con la grasa de tus huesos, te concede la densidad de un alma orgánica, te enferma, te delinea los hilos de una tediosa avenida que tú, con tu boca seca, nombras y repites para seguir el taconeo de una civilización lenta. Aquí los espíritus no existen; son grumos en la piel, éxtasis de ojos cuadrados, dientes de porcelana y lengua abultada que acaricia las llagas de unas oraciones sin cuerpo. Aquí te detienes en seco: has notado que tus manos venosas tiemblan porque medio siglo en ti te han convertido en un embrión endurecido, quejoso; eres pelambre sin hebras, oscuro y retraído, sin retrospectivas porque evocas todo con remordimiento. Escupes en una urna vacía; te sepultas. Has dejado tu síntesis bajo tierra.
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olim-lacus-colueram · 11 days
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Ardilla
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olim-lacus-colueram · 12 days
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La Estulticia
Yo viví en la Alta Edad Media; fue en el siglo pasado. Como en toda comarca, pueblo, ducado o vereda, no faltaba el loco que todos distinguíamos como parte fundamental del paisaje. En Santa Elena teníamos el propio: Darío, también conocido como “carro apagado” o “carro loco”. Era la singularidad pública porque la privada era Chila, la tía con cabeza de cebolla, la que nos agarraba a calvazos mientras gritaba: “¡CUARENTA!” Pero Darío era otro cuento: iba de un lado a otro empuñando un machete, masturbándose en las huertas y entonando canciones de música guasca.
En el siglo XXI, Santa Elena ha pasado a la Baja Edad Media: turistas, mercaderes, comercios, dinero y una saturada multitud de consumidores. Darío dejó de ser una singularidad; ahora hay más locos, incluso socialmente funcionales porque ayudan a parquear y cuidar automóviles. Darío los ve pasar esgrimiendo un palo (ya no lo dejan usar machete). Algunos reciben una propina por sus funciones, compran una dosis de café servido en vaso desechable y reposan. Otros locos se comen una empanada y los captura con una cámara.
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olim-lacus-colueram · 14 days
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Collage
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olim-lacus-colueram · 15 days
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Madrugada III
Contemplar vacas es un cruce teórico: mientras yo las contemplo, ellas me contemplan. Así yo me afirmo como ser teórico; nada que ver con el cogito cartesiano. Una vaca me mira, luego existo. Según Nietzsche, contemplar vacas es “un espectáculo difícil de comprender para el hombre —pues este se jacta de su humana condición frente a los animales y, sin embargo, contempla con envidia la felicidad de estos—, porque él no quiere más que eso, vivir, como el animal, sin hartazgo y sin dolor”. No es la vida teórica pura, absoluta o categórica: es mundana, desnuda y sin expectativas. Sólo es mirar y rumiar, pues “no sabe qué significa el ayer ni el hoy, salta de un lado para otro, come, descansa, digiere, salta de nuevo, y así de la mañana a la noche y día tras día, atado estrechamente, con su placer o dolor, al poste del momento y sin conocer, por esta razón, la tristeza ni el hastío.” Ellas se topan con un ser aparatoso, aparentemente reflexivo, un mamífero de dos patas que creyó capturarlas en laudes con una cámara; pero no: el bípedo fue momentáneamente capturado y luego ligeramente olvidado. El breve rumiante fue un paria.
Las frases citadas son del libro de Friedrich Nietzsche titulado DE LA UTILIDAD Y DE LOS PERJUICIOS DE LA HISTORIA PARA LA VIDA. Madrid: Edaf, 2000.
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olim-lacus-colueram · 17 days
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Madrugada II
¿Sacrificar la nitidez? ¿Ceder al ruido? ¿Una captura defectuosa? ¿Bajo qué condiciones se considera defectuosa? ¿Quién lo determina? ¿Y si todo proviene de una decisión estética? El ruido en la foto es similar a la distorsión de una guitarra eléctrica. Por eso no hay renuncia ni sacrificio en la imagen; sólo unas horas menos de sueño mientras el frío de las 5:17AM se acomodaba en mis huesos. El sol apenas daba algunas puntadas en el levante, instalaba unas nubes rosáceas en el cielo y una porción de neblina se enredaba en la copa de los árboles. Ahí estaba la epifanía y la conveniencia del ruido. El lente fue una extensión de mi ojo, una síntesis de mis sensaciones.
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olim-lacus-colueram · 19 days
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Madrugada I
El lado demente de la fotografía se relaciona con la luz. Los impresionistas del siglo XIX lo sabían: un cuerpo, un objeto o una torre no es la misma con la luz de la madrugada que al medio día. Por eso la iluminación da posibilidades de capturas; pero también es un obstáculo. Hay horarios que me dan pánico cuando sostengo la cámara: la tarde por su sol estallado o la noche profunda por la ausencia de luz. Y, aunque odio madrugar, muchas veces decido levantarme para encontrar una epifanía entre mis lagañas. Esta vez fue de nuevo en Santa Elena. Hacía tanto frío que me dolían las articulaciones de los dedos. Salí a caminar con dos perras y, de repente, me topé con este pájaro que hacía sus rituales a las 5:57AM. Cantaba entre esos cables de luz que parecían las líneas de una partitura. Por eso esta captura se hizo necesaria.
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olim-lacus-colueram · 20 days
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La asamblea
Pueden llamarse Estela, Verónica, Yésika, Laura Estefanía o la Reina Sara Catalina II. No les interesa. Su ecuanimidad filosófica es estrictamente rumiante sin la pesadez sistemática de nuestras ruidosas especulaciones. Cuatro ubres que corresponden con cuatro patas, cuatro elementos y cuatro puntos cardinales. El alquimista las contempla y entra en éxtasis; ellas prosiguen rumiantes y de costumbres lesbianas en las Vísperas. En la hora Tercia, si ven un rayito de sol, se reúnen para calentar sus lomos. El alquimista dice: “Me equivoqué de vida y oficio. ¡Dios! Hazme una vaca lesbiana otra vez”.
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olim-lacus-colueram · 22 days
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El ganado de paso
La fotografía no captura la realidad; el ojo tampoco lo hace. La realidad es un más acá evasivo, de tonalidades que tratamos de descifrar mientras las interpretamos. Por eso la fotografía es una fuga: se captura lo que no se ve. Tampoco es un testimonio objetivo; es la fragmentación de un instante que se nos atraviesa: una pradera, una vaca pastando, un lente angular, la ilusión de la lejanía, el día frío, el ganado en su zona de confort y los colores que emergen de una cópula entre las luces y las sombras. La foto es una síntesis de equívocos.
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olim-lacus-colueram · 23 days
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Paso de ganado
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olim-lacus-colueram · 24 days
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Mi personaje favorito
Reproducirse puede ser un acto criminal: multiplicar la especie, someter a una persona a las marañas del albedrío, adoptarle una ciudadanía y exponerlo a la angustia de lidiar con sus humores, su cuerpo, la corrección política de los próximos “adultos”, el reguetón, los peligros del neoliberalismo, la enfermiza noción de pecado que obsesiona a los cristianos, nacer y crecer en Medellín. El haberlo cuajado fue producto de una epifanía: yo estaba al borde de un barranco, en pleno monte, a media noche mirando un cielo exageradamente estrellado. Pensé: “Debería cuajar un hijo”. Y así lo hice, sin demora. La vida contemplativa es un deporte de alto riesgo. Ahora lo veo y quedo interrumpido. Procuro no descacharme en la maraña de ser un padre; al menos evito emular al mío. Me esfuerzo.
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olim-lacus-colueram · 26 days
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Floki
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olim-lacus-colueram · 27 days
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Colgar los Guayos
Tirar la toalla, colgar los guayos, ejercer el desprendimiento. La imagen de arrojar unos zapatos viejos en un cable de luz es una epifanía a la ataraxia. El calzado se ha destinado para domesticar los pies; pero alguien (un cínico) se ha hastiado de los imperativos de nuestra civilización moderna: probablemente entró al cementerio que queda cerca del parque de Santa Elena y hurgó algunas tumbas descuidadas. Vió que algunos muertos llevaban zapatos domingueros curtidos por las hebras de piel de sus patas. “Tantas prendas invertidas para terminar en la desnudez de un esqueleto”. El cínico salió con desprecio y quiso devolverle a la civilización uno de sus residuos: se quitó los zapatos, los amarró y los arrojó sin perder de vista el cable de luz. Ahí quedaron suspendidos como un ahorcado dormido, liviano y contemplativo. El cínico quedó igual de ligero mientras decía: “A la mierda con todo”.
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olim-lacus-colueram · 29 days
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Mi profundidad es superficial, salta a la vista como mis manchas cutáneas. Así que apenas logro transitar como un monje que se ha aceptado porque su antropofobia no es completa: hay empatía por mis entrañas, por mis pies que de lejos reposan como las aletas de un tiburón bidimensional. Aún conservo la salud de un perchero. Visito parroquias, inhalo como adicto el vapor de las veladoras, quedo pasmado ante la elocuencia cromática de las catedrales, entono delirios con los tubos vibrantes del órgano de cuatro pisos y bogo cerveza como un goliardo impotente y melancólico. Ahora, en esta vida emancipada, me concibo como una porción agrietada del barro que habla de Dios con sosegada devoción y halitosis…
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