Tumgik
#fervor
velvettapeworm · 2 months
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Untitled Fervor 5, 2024
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mtg-cards-hourly · 6 months
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Fervor
"If your blood doesn't run hot, I will make it run in the sands!" —Maraxus of Keld
Artist: Franz Vohwinkel TCG Player Link Scryfall Link EDHREC Link
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ashleyrowan · 1 year
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A little late this weekend but here's the next batch of Therapy Dungeon characters! I really like this sad child and their angry dad.
There's one last batch, I'll try to release next weekend!
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malamiteltd · 2 months
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Graphite's Infernal State
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The excess energy of Teijru, and all fervals in general, is known as "fervor." Often displaying properties of fire and electricity, it typically clings close to most fervals and can be manipulated via extrasensory abilities. If all the fervor is forced within the ferval's body, it can lead to the inner workings of the body going much faster. This allows the ferval to become stronger and faster, and can help the body heal significant wounds in seconds. But this can stress the body when used for prolonged periods of time, potentially leading to hyperventilation, seizures, and heart and/or brain damage, among other things. This is officially referred to as self-induced hyperfervor; to some, it's called an Infernal State.
This illustration shows Graphite in the Infernal State. He utilizes it the most out of anyone on Kheji, and is the driving force behind his Sforzando technique -- striking "suddenly with great force." He can perform complex, powerful moves almost instantly, one after another, by inducing the Infernal State in very brief instances. With the amount of fervor he possesses, he can perform several powerful attacks and still stand steady. That doesn't mean he's fully avoiding the dangerous risks of hyperfervor, but considering he's accepted death as a constant possibility in his line of work, he's not so worried about his well-being so long as he can defeat threats effectively.
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ladiesonfilm-wotnot · 3 months
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Religious Fervour
I wonder how many women who say they are ‘saving themselves for Jesus’ are actually just trying to hide the fact that what they really love is Pussy . . .
Starring the lovely Tina Walker
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moonlights-tears · 11 months
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Caught by my hook
My eyes more than look
Wiggle on my rope
Fingers hunger to grope
That body more then ready
Teeth locked and held steady
Brace for this carnal fervor
The want to just ruin her
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obscurideer · 10 months
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Two attacks on @surgefire!!
My artfight: https://artfight.net/~Marvin
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euesworld · 1 year
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"The fire I feel when you smile is almost unreal, a fervor within so hot that it could burn a sin.."
Spoil me for the holidays.. cash app: $euesworld
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a-fix-of-muses · 1 year
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Currently Listening To: "Crave" by Catbamboo, Kurt Travis
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velvettapeworm · 6 months
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What Remains, 2023
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mx-trashgoblin · 1 year
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Your loveable beautiful queer
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howifeltabouthim · 2 years
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When Tom got to the door of his room he felt his energy taking the form of an agonising sense of urgency. He flew across the landing and burst into Emma's room . . .  Tom said, 'Emma — oh — Emma.'
Iris Murdoch, from The Philosopher’s Pupil
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ochoislas · 2 years
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Pensé en cómo había pasado la Nochebuena con mi hija una semana antes. La recogí de la guardería por la tarde y tomamos el tren sin pasar por casa, bajándonos tres paradas más adelante de la circular, en unos grandes almacenes. Como ya habían cerrado, subimos directo a los restaurantes de la última planta. Siendo la noche de Navidad, estaban todos atestados. Pero me agradaba la aglomeración, deseaba esa promiscuidad: mi hija y yo no éramos los únicos seres vivientes en esta ciudad.
Tras gastar unas cuantas monedas de cien yenes en el salón de juegos de la misma planta, probamos en un restaurante chino. No tenían mesa libre, había que compartir. En la mesa había sentadas dos cincuentonas con llamativos pendientes y anillos. Mi hija las miró un instante y su entusiasmo decayó de repente.
Mi brioso: «¡A ver! ¡Hoy vamos a tirar la casa por la ventana! ¿Qué te apetece?», se topó con un cansino: «Me da igual», dicho con la cabeza gacha y un hilo de voz, sin levantar apenas los ojos. Poco a poco mi jovialidad se volvió demasiado esfuerzo, así que me bebí mi cerveza dejando la vista vagar por el ajetreado comedor.
Aunque mi intención era recrearme un poco, después de lo que nos había costado sentarnos, mi hija picoteó el menú especial y luego empezó a insistir en volver a casa.
—Come un poco más, ¿está rico, no?
—No me gusta. Vámonos a casa.
—No hay nada de comer en casa. Come ahora o luego vas a tener hambre.
—Ya no quiero más. Vámonos. No me gusta esto.
—¿Ah no? A mí sí me gusta.
Se puso furiosa y tiro el plato medio lleno al suelo, que se hizo trizas con estrépito.
—¡Será posible! ¡Niña mala!
La reprimenda provocó un berrido que se oyó en todo el restaurante: «¡Quiero irme a casa! ¡Quiero irme a casa!».
Tuve que cogerla y llevármela a la carrera. Nada más fuera —paradas frente a los ascensores— ya estaba risueña y ansiosa por salir a trotar a la calle. Era enervante; pero, sin dejar de fulminarla cuando se debatía por soltarse de mi mano, pensé que, después de todo, éramos las únicas personas que hubieran querido volver a aquel apartamento.
Cuando enfilamos la calle principal tras bajar del tren, me sale con que quiere hacer lo otro.
—Aguanta, ya casi hemos llegado. Aquí en la calle no puede ser.
Me aligeré, tirando de ella bruscamente. Pero enseguida lloriqueó: «¡Ya me lo hice!». Estaba demasiado incómoda para dar un paso más. Qué iba a hacer: busqué un sitio fuera de la vista, le quité las braguitas, le limpié el culo y le puse las otras que llevaba en el bolso. Cuando me incorporaba con un suspiro, vi a un hombre que venía tambaleándose en nuestra dirección. Mientras mi hija y yo lo observábamos, se desplomó dejando escapar un sonido que resonó en la calle: no sabría decir si llanto o gemido.
—Ese hombre está llorando —susurró mi hija, apretando fuerte mi mano.
—Es que se siente mal. Se siente fatal —le respondí en un susurro también.
—Alívialo, mami.
—¿Yo?
Asintió sin apartar la mirada de la indistinta figura en la calzada.
La miré y me mordí los labios, luego tiré las braguitas sucias que tenía en la mano en un tanque de basura cercano y me acerqué al hombre. Flotaba un olor a vómito. El descuido de mi hija también había dejado un tufillo en mi nariz y sentí algo de nauseas. Me agaché junto a la figura.
Empecé a frotar la espalda del doliente, que gruñía bajito. El hombre sólo estaba ebrio, pero su espalda era ancha y caliente. Era un cuerpo sólido, compacto. Tenía las orejas tan rojas que parecían a punto de salir ardiendo. Mi hija se acercó también y frotamos juntas a cuatro manos. No llevaba abrigo ni jersey; aparentemente había salido así de algún sitio. Concentrada frotando la espalda de un extraño, me vi arrastrada a una especie de ardor fervoroso, como si rezara pidiendo un milagro. Me pareció que frotaba mucho tiempo, pero probablemente fueron unos instantes.
Estábamos tan embebidas que cuando la espalda se sacudió y el cuerpo se irguió nos cogió completamente por sorpresa. El hombre se había puesto en pie. Lo miramos marcharse, boquiabiertas: se encorvó dolorido y se fue dando tumbos hacia la estación. Nunca llegamos a ver su rostro.
—Se ha puesto mejor. Se sentía fatal y ahora está mejor —murmuró mi hija. Parecía contenta.
Tiré de ella y respiré hondo. Todavía sentía el hedor: «¡Menos mal!».
Echamos a andar de la mano. Sentíamos las manos ardiendo como brasas de tanto frotar vigorosamente.
Distinguí algunas estrellas titilando en el cielo y exclamé: «¡Estrellas!». Cuanto más frío hace, más claras se ven, fue lo que me vino a la cabeza.
Pasado Año Nuevo volví a sentarme en la sala de mediación. Tenía ante mí los mismos rostros de la otra vez, uno al lado del otro. Esperé diez minutos, un cuarto de hora, mirando los edificios altos que se veían por la ventana. El cielo era azul aquel día también y la sala estaba sofocante y cargada.
Tsushima Yūko
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judahmaccabees · 8 days
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No dia seguinte soube que tinha
começado a agonia de certa alma. Diário 828.
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